*PRIMERA VEZ… DE TODO*

Se encontraba frente al espejo sumamente nerviosa, James le había mandado una carta, reiterándole su invitación a la fiesta que otorgaría en su casa, y pidiéndole nuevamente su asistencia, y aunque había pensado en dejarlo pasar, Remus lucía tan emocionado porque la hubieran invitado, que no pudo negarse a acompañarle. Finalmente encontró una ropa que pensaba le iría bien, un vestido color azul con plumas doradas adornándolo, soltó su cabello y utilizó maquillaje, un poco más al que usaba normalmente.

Bajó las escaleras rápidamente, encontrando a su padre en el comedor, con una taza de té en las manos, al verla levantó las cejas curioso.

- Luces muy bien hoy –le aduló, ella se sonrojó levemente

- ¿En verdad lo crees? ¿No piensas me he excedido?

- En absoluto –se levantó, acercándose a ella y acomodando sus cabellos –Creo luces perfecta –ella sonrió

- Gracias –observó el reloj sobre la chimenea –Ya debo irme

- Bien, ten cuidado. No volverás para la cena ¿Verdad?

- No lo creo papá

- Bien, en cuanto quieras regresar ocupa la chimenea ¿De acuerdo?

- Si –besó su mejilla –Nos vemos

Salió de la casa, desenvolviendo un pañuelo blanco, donde se encontraba un pequeño prendedor dorado, el traslador que James le había dado. Soltó un suspiro, armándose de valor y tocó la pequeña pieza de joyería. En apenas unos segundos ya se encontraba frente a la enorme casa Potter. Se acercó a la puerta y dio un suave golpeteo, casi de inmediato la puerta se abrió mostrando al chico de las gafas, con una enorme sonrisa.

- Braun –le saludó –Al fin llegas

- Yo… si… -murmuró avergonzada

- Genial, pensé no llegarías ¡Adelante! ¡Pasa! –la tomó de los hombros y la jaló adentro. Fue recibida por la estruendosa música, del mundo mágico y muggle, también las incesantes voces y risas de todos los invitados, que eran bastantes, la casa, si bien era muy grande, estaba atestada en ese momento.

James la dirigió por entre las personas, que le sonreían y saludaban, como si el hecho de encontrarse ahí, le daba ese nivel de amistad y familiaridad con todos. Llegaron a una parte, donde ella suponía era la sala principal, por los sillones acomodados al centro que se encontraban ocupados, ahí se encontraba Remus, sentado al lado de Sirius que mantenía su brazo sobre sus hombros, platicándole algo. El más alto apenas necesitó unos segundos para darse cuenta de su presencia, apenas la notó, sus ojos se abrieron grandes y su rostro dibujó una sonrisa, se levantó, separándose del pelinegro y se dirigió hacia ella, tomándola entre sus brazos y besando su cabeza.

- ¡Llegaste! –exclamó emocionado

- Te dije que vendría –murmuró con una sonrisa

Sirius los observaba desde su lugar y soltó un bufido, rodando los ojos. James dejó a la pareja y se aproximó a él, sentándose a su lado.

- No pensé que se atreviera a venir –le murmuró a James, antes de dar un sorbo a su vaso

Hacía algunos días, James les había comentado que había invitado a la Slytherin a acompañarlos a la fiesta y aunque por supuesto no le había agradado la idea, la emoción en Remus había apagado sus ganas de discutir, además, aún se encontraba en la opción de que la pelinegra fuera lo suficiente inteligente y se negara al saber que no era precisamente bienvenida, por supuesto no había funcionado.

- Canuto…

- Tú tuviste la culpa por invitarla –le gruñó, James soltó un suspiro

- En verdad no sé por qué no te agrada

- ¿Enserio? ¿Después de lo que ha hecho con Remus?

- ¿Hacerlo feliz? –el pelinegro guardó silencio –Mira, sé que aún crees que trama algo contra Remus, incluso yo tenía mis dudas sobre ella, pero sinceramente no creo que eso pase, solo míralos –murmuró mientras observaban a los chicos hablar entre ellos con una sonrisa – Sé que aun no te fías de ella, pero hace a Remus feliz, así que nosotros deberíamos ser feliz por él –tomó su hombro, apretándolo amigable –Además te he visto, ella te agrada también, solo te esfuerzas para que no lo haga –Sirius casi escupe su bebida y volteó a verlo sorprendido y con un leve sonrojo en sus mejillas

- ¡¿Que?! ¡Debes estar loco Cornamenta! –El de las gafas soltó una risa

- Solo pórtate bien hoy ¿vale? Por él

- Bien, bien –gruñó volviendo a acomodarse en el sillón y bebiendo de su vaso–Pero no prometo nada

La pareja se acercó a ellos, para tomar asiento en uno de los sillones al lado. Abigail lucía nerviosa y se sentó tan cerca de Remus como pudo, mientras quienes estaban su alrededor le saludaban.

- ¡Bien! Pues diviértanse todo lo que quieran, hay mucha comida y bebida por todos lados –les sonrió James –Puedes tomar todo lo que quieras Braun

- Abigail –corrigió ella, sacándole una sonrisa

- Bien, Abigail –Sirius soltó un bufido y se levantó de su lugar, despareciendo hacia la cocina. La chica se removió incómoda, pero Remus tomó su mano para tranquilizarla. Apenas un par de segundos después Sirius había vuelto, y colocó una bebida al lado del rostro de la pelinegra.

- Braun –le llamó, tendiéndole la botella –Es como la que bebimos ese día en el bar muggle… -la chica pareció sorprenderse por un momento antes de tomarla

- Gracias –murmuró y luego le mostró una sincera sonrisa, que hizo al pelinegro desviar la mirada

- Si, sí como sea –Sirius murmuró, mientras volvía a tomar su lugar al lado de James y Peter que sonrieron divertidos.

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James tenía actitudes infantiles en algunas ocasiones, pero también era el más perceptivo de todos ellos, él podía tener razón en muchas cosas, lamentablemente la tenía al pensar que Braun podría agradarle. La pelinegra era lista, parecía ser que no había un tema en el cual no tuviera conocimiento y fuera capaz de seguir el hilo de la conversación. Además también era divertida y amable, la había visto reír durante gran parte de la noche, incluso de las bromas más tontas de Peter, mientras bebía sorbitos de su bebida, también la había visto bailar en los brazos de James, para después prácticamente ser arrebatada por Remus, para ellos continuar en la pista, con un torpe baile entre ellos. Y aunque quisiera recordar el porqué le desagradaba, si bien podría deberse a todo el alcohol que había consumido en la noche, cada vez le era más difícil hacerlo.

Se encontraba recargado en una de las paredes, al lado de una bonita chica que coqueteaba con él, sin embargo se encontraba más pendiente de la pareja, que habían dejado de bailar y se dirigían al sofá, Remus la había dejado ahí y susurrado algo al oído, que la chica asintió, y él desapareció escaleras arriba, dejándola sola. Error de principiante, pensó, casi de inmediato notó como un chico se acercaba a ella y le tendía la mano para invitarla a bailar, Sirius la observó negar y desviar la mirada hacia las escaleras, esperando que Remus apareciera, soltó un suspiro, disculpándose con la chica frente a él y dirigiéndose hasta el sofá, sentándose a su lado.

- Braun –le abrazó por el cuello –¿Dónde has dejado a mi amigo? –la pelinegra pareció sorprenderse, pero no rechazó su contacto

- Remus subió, dijo que vendría en un momento

- Oh ya veo –dirigió su mirada al chico, que parecía haberse quedado helado al verlos –Hey, quiero presentarte a Braun, es la novia de Remus, por si no lo sabías aún… -el chico dio un par de pasos atrás casi de inmediato y asintió

- Lo siento –soltó en un murmullo, antes de dar la vuelta y perderse entre las personas

- Gracias –murmuró Abigail, con una voz más tranquila –Pero no tenías que hacerlo, yo sola podía arreglármelas

- Te veías incómoda, supongo no querías armar una escena en la fiesta de James ¿No es así? –ella guardó silencio –Además, eres demasiado importante para Remus, así que deberíamos tolerarnos ¿No?

Sirius le sonreía arrogante y Abigail pareció sorprenderse por un momento, antes de soltar una sonrisa, recordando aquellas palabras que antes ella le había dado.

- ¿Una tregua entonces? –murmuró con una sonrisa, mientras tomaba su mano, Sirius bajó la mirada, encontrando la de la chica acariciando sus dedos.

- Tregua –sonrió

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El resto de la noche fue mucho más ameno para todos, la invisible pared propuesta por Sirius había caído y ahora la chica parecía mucho más cómoda y más unida al ambiente festivo. Pasadas las horas, el alcohol y el ambiente había cambiado en la fiesta, muchos empezaban a quedarse dormidos en algún rincón, mientras James y Sirius bailaban sobre una mesa, abrazando una botella de ginebra y bebiéndola hasta el fondo.

Remus los veía, sonrojado y negando con la cabeza, con bastante vergüenza ajena, mientras únicamente causaban risas en la pelinegra, que los observaba desde uno de los sillones, de pronto a su lado escuchó un bostezo, Remus limpiaba las lágrimas de los ojos mientras se acomodamba mejor en el sillón, la chica sonrió al verle, ella estaba acostumbrada a trasnochar, aunque de diferente manera, principalmente estudiando o preparando pociones. La chica se aproximó a su costado y acarició su mejilla.

- ¿Estas bien? –el chico sonrió y cerró los ojos disfrutando las caricias

- Si, solo un poco cansado, no me va muy bien desvelarme y tampoco soy muy bueno bebiendo –la chica soltó una risita

- No como tus amigos –le murmuró divertida, observando al par que seguía bailando

- Definitivamente no –volteó hacia el reloj en la pared y soltó un suspiro, subió su brazo a los hombros de la chica y la apretó contra su pecho –Lo siento, estaba tan emocionado que no pregunté a qué hora debías irte –Abigail se acorrucó en su pecho

- Realmente no tengo hora… de hecho… podría no volver –murmuró. Remus sintió un escalofrío y se sonrojó de inmediato, la separó levemente para observarla a los ojos. Ella le veía tan sonrojada como él y mordía sus labios. Remus tragó saliva, armándose de valor.

- Entonces… ¿Quieres quedarte aquí, conmigo? –La chica lo observaba, atenta al leve titubeo en su voz

- Si –afirmó, sin duda alguna y se acercó para unir sus labios con los de él

Apenas se separó del beso, tardó un par de segundos en levantarse del sofá y dirigirse a sus amigos, que continuaban sobre la mesa, apenas lo tuvo al alcance jaló a James del brazo, bajándolo de la mesa y casi tirándolo en el proceso

- ¿Que pasa Lunático? ¡Aún no estamos tan ebrios! –gruñó con una voz ligeramente gangosa a causa del alcohol ingerido

- ¡N–no es eso Cornamenta! –negó de inmediato

- ¿Ah? –el de los lentes ladeó la cabeza –¿Entonces?

- Bueno… e–es solo que –tartamudeó y bajó un poco la voz –A-abigail y yo… ya tenemos sueño… –soltó en apenas un murmullo, James levantó una ceja sin entender, por lo que Remus tragó saliva inquieto –Si… A–abigail ya está cansada y… y yo también… queremos dormir

- Aaaaa… –entendió al fin –Así que ya es hora de dormir –mencionó levantando ambas cejas y con una sonrisa insinuante, haciendo enrojecer a Remus aún más

- ¡C–cornamenta! ¡N–no es lo que piensas! –levantó la voz

- Si, si claro –el castaño le dio por su lado –Ve a la habitación de siempre, acomodaremos a Peter en otro lado

- Gracias –murmuró azorado mientras daba la vuelta

- ¡Ah y Lunático! –James lo llamó nuevamente, haciéndolo voltear – Suerte –le guiñó un ojo

Lupin se sonrojó y levantó un dedo en una seña obscena que había visto tantas veces en James y Sirius, pero que él nunca se había atrevido a hacer y continuó su camino hasta el sofá, donde ella le esperaba, tomó la mano de Abigail y la llevó presuroso escaleras arriba, a la habitación que el siempre ocupaba junto con Peter cuando se quedaba con los Potter. Se encontraba tan nervioso como emocionado, era la primera vez que compartían una habitación, así que esperaba que la chica se acomodara en una de las camas, tomar su mano hasta que callera rendida y observarla dormir por primera vez. Apenas abrió la puerta, fue recibido por una alcoba bien ordenada, algo poco usual, pero a diferencia de las otras veces, no había dos camas individuales en la habitación, si no una enorme cama al centro, solo una, Remus abrió la boca con sorpresa y de inmediato desvió la mirada hacia la chica, que observaba la cama también bastante sorprendida, Abigail volteó hacia él, haciéndolo enrojecer hasta las orejas.

- Yo... l–lo siento Abigail… e–el idiota de James olvidó tener dos camas separadas… –se excusaba nervioso –pero no te preocupes… tú puedes dormir aquí, yo iré a alguna otra habitación, tal vez la habitación de Canuto o… –murmuraba dando pasos atrás, dispuesto a bajar las escaleras, pero la chica le detuvo tomándole la mano

- Quédate –escuchó el suave murmullo

- ¿Eh? –el chico le vio, destanteado, ella volteó a verle con un adorable sonrojo en las mejillas

- Quédate aquí… conmigo… –Remus la observó anonadado y tragó saliva

- N–no se si sea lo me… –Abigail no le dejó terminar, se puso de puntas y lo besó suavemente

- Vamos Rem… –le murmuró en los labios con una sonrisa, tomando sus manos y jalándolo hacia la habitación junto a ella

Algunos pasos más atrás, Sirius subía por las escaleras, con una botella de licor en una mano y jalando con la otra a Peter, que se tambaleaba debido al alcohol, buscando al par de chicos.

- ¡Vamos Colagusano! James dijo… –se calló de golpe, observando la escena, como Abigail besaba a Remus y se adentraban a la habitación, cerrando la puerta; un sabor amargo se instaló en su boca y tragó saliva pesadamente mientras fruncía el ceño con molestia

- ¿Que pasha…? ¡Hip!... ¿Canuto? –murmuró Peter que trató de espiar sobre su hombro

- Nada –contestó tajante y dio vuelta, jalando a Peter de la playera, nuevamente escaleras abajo –vamos por más alcohol

- ¡¿Que?... ¿Más?! –jadeó el más bajito siendo arrastrado

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Remus y Abigail se encontraban en la cama, se mantenía uno al lado del otro, en un abrazo, pegando sus cuerpos lo más que podían; se besaban demandantes, separándose únicamente cuando el aire les hacía falta; no era la primera vez que estaban de esa manera, de vez en cuando, durante las rondas nocturnas, se escapaban por unos minutos a algún salón vacío para compartir besos y caricias, sin embargo era la primera vez que tenían tanto tiempo, al menos sin temer que pudieran atraparlos. Remus acariciaba la cintura de la chica, mientras ella tomaba sus mejillas entre sus manos, su blusa se levantó ligeramente permitiendo al chico al fin tocar su piel, Abigail se separó del beso en un jadeo, que hizo estremecer a Remus y sonrojado retiró su mano lo más rápido que pudo.

- ¡Abigail, yo l–lo siento! –trató de alejarse, ligeramente avergonzado, pero ella tomó su mano impidiéndoselo

- Puedes hacerlo –contestó sonrojada desviando ligeramente la mirada

- ¿E-Estas segura? Yo no…

- Quiero lo hagas –le interrumpió, tomando su mano y metiéndola bajo su blusa, para que él hiciera contacto con la piel desnuda de su abdomen.

Remus tragó saliva, pero asintió y pasó sus dedos sobre la piel, fascinado ante su tacto y las expresiones de la chica que disfrutaba el contacto, apenas unos segundos después, Abigail no toleró más, extendió sus brazos alrededor del cuello de Remus y lo jaló hacia ella en un demandante beso que el correspondió de inmediato.

- Rem – jadeó su nombre al separarse por falta de aire –quiero más –mordió sus labios, mientras le veía sonrojada

- ¿M–más?

- Si… más, quiero todo de ti, Rem –La afirmación le tomó por sorpresa

- E–ésta segura, yo… no podría, sabes lo que soy y…–ella le calló con un beso

- Remus te amo y te lo estoy pidiendo, quiero ser tuya…

El chico le vio sonrojado, hipnotizado ante la vista, sus cabellos negros revueltos, las mejillas sonrojadas y los ojos llenos de deseo, tan llenos como seguramente él los tenía, su decisión fue sencilla, se abrazó a ella en un desesperado beso, tratando de demostrarle todo el amor y agradecimiento que le tenía.

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En la parte de debajo de la fiesta aún continuaba, James coqueteaba en la cocina con una de sus invitadas; mientras en la sala, el pequeño Peter ya se encontraba noqueado por el alcohol, acostado en uno de los sillones; en el otro sofá, Sirius rellenaba su vaso una y otra vez, mientras a su derecha, una guapa chica pelinegra y de ojos azules se reclinaba cada vez más sobre él, murmurando en su oído con coquetería, aunque él no parecía interesado.

- Vamos Sirius, ya es tarde ¿Acaso no quieres ir a la cama? –le murmuró colocando su mano sobre su rodilla; el Black desvió la mirada a su mano y rodó los ojos

- Prefiero seguir bebiendo –respondió mientras servía otro vaso

- Vamos Sirius te divertirás más y… -Sirius soltó un suspiro y volteó hacia ella

- Sabes, eres muy linda –le sonrió acariciando su cabello, haciéndola sonrojar –Pero también bastante molesta

La pelinegra abrió los ojos con sorpresa, al igual que James que había salido de la cocina justo para escucharlo, el de los lentes se aproximó rápidamente a ellos, separando a la chica y soltando una risa nerviosa

- ¡Hey! ¿Qué pasa aquí? Sirius creo has bebido de más –sonrió a su amigo, que no pareció tomarlo en cuenta y continuó bebiendo –Chicas por qué no van a la cocina por otra botella, Sirius ya ha terminado con esta

Ambas chicas asintieron, bastante extrañadas por la actitud del Black y se dirigieron a la cocina, James soltó un suspiro y se sentó al lado de Sirius

- ¿Qué te sucede?

- Nada –contestó tajante, empinándose el vaso

- No tienes por qué comportarte así, si no estás de humor…

- Si, no estoy de humor y ella estaba sobre mí

- Eso te gusta normalmente, y te pone de humor –le recordó –así que dime ¿Que sucede?

- No es nada… bueno, es solo que… -chasqueó la lengua –Se supone Remus estaría aquí –James levantó una ceja confundido

- No creo estuviera aquí, Remus no bebe tanto, ya estaría durmiendo como Peter –señaló al más bajito con la cabeza

- ¡Si, pero estaría aquí! –Recalcó –No encamado con Braun –gruñó sirviéndose otro vaso y bebiéndolo de golpe, haciendo que James lo viera extrañado

- Canuto… ¿Acaso estas celoso? –Soltó, Sirius abrió los ojos con sorpresa casi escupiendo el licor y volteó hacia él con una mueca de ofensa

- ¡¿De qué hablas James?! No digas estupideces –gruñó

- A eso suena Canuto, a que Abigail te ha quitado a tu amigo para llevárselo a la cama y eso no te sienta bien –el de cabellos negros soltó un suspiro y se recargó en el sofá viendo al techo, analizando lo dicho por su amigo

- Suena idiota... pero eso parce ¿No? –James soltó una carcajada

- ¡Relájate! Ya era hora de que Remus encontrara a alguien ¿No lo crees? –suspiró bebiendo de su vaso –Además Abigail no es tan mala

- Supongo… -murmuró Sirius

- Entonces… ¿Vas a dejar a la pelinegra? –murmuró el de los lentes, viendo entrar al par de mujeres desde la cocina

- Es mía Cornamenta, metete en tus asuntos –le gruñó, haciéndole soltar una carcajada –Además, pensé que ibas a portarte bien, por Evans –James soltó un suspiro

- Así es, solo estoy bebiendo con ella, no sucederá más –le aseguró

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En la habitación de arriba, Abigail y Remus ya se encontraban totalmente desnudos en la cama, Remus estaba sobre ella besando su cuello y sus clavículas, mientras Abigail, sonrojada, soltaba pequeños jadeos y suspiros; el chico se separó ligeramente, deleitándose con la vista, el cabello negro esparciéndose sobre la almohada, los ojos tan brillantes como el oro, las mejillas sonrojadas, los labios enrojecidos por los besos y su cuerpo, temblando.

- Abigail… –acarició su mejilla –¿E–estas segura?... Si continuamos yo… yo no sé si podré detenerme… –ella tomó su mano y entrelazó los dedos

- No quiero te detengas –le aseguró

Remus asintió y tragó saliva, la pelinegra abrió ligeramente sus piernas, permitiendo que él se acomodara vacilante entre ellas, cerró los ojos, tratando de recordar estúpidamente todos los consejos que alguna vez James y Sirius le habían dado: "trátala bien" "al principio le dolerá, debes esperar" "acaríciala" "bésala" "hazla sentir segura" "quédate con ella en la cama"… se devanaba los sesos recordando cada palabra que le habían dicho, hasta el más ínfimo consejo con tal de que todo saliera bien, de pronto sintió una caricia cálida en su mejilla, abrió los ojos encontrando a la pelinegra con una sonrisa y su mente se borró por completo, Abigail acarició su mejilla y se acercó un poco para besarlo, el correspondió y de una sola vez, sin cuestionarse nada más, entró en ella.

Abigail soltó un jadeo y cerró los ojos con fuerza ante el dolor en su parte baja, Remus se detuvo y comenzó a repartir pequeños besos por sus mejillas, que la hicieron relajarse, abrió los ojos y asintió, Remus la besó nuevamente para empezar a moverse dentro de ella, primero despacio, mientras ambos parecían acostumbrarse a la sensación.

¡Ahhh!

Un gemido, sonoro y claro por parte de la pelinegra fue el indicativo para Remus aumentara el ritmo, Abigail se movía junto con él, la molestia había pasado y ahora solo era capaz de sentir un placer indescriptible, se aferró a él con sus manos en su espalda, mientras el movimiento y los sonidos se hacían más intensos, más frenéticos.

De pronto ambos cuerpos se estremecieron, Abigail soltó un fuerte gemido que Remus atrapó en un apasionado beso, mientras el movimiento de su cadera aumentaba, aferró sus manos a la almohada debajo de ella, apretándola con fuerza, mientras su cadera se movía, tratando de llegar cada vez más profundo, y apenas unos instantes después algo estalló y se separó del beso dando un gruñido. Remus se dejó caer sobre ella cansado, quedándose quietos por momento, jadeando y tratando de recuperar la respiración, mientras sus cuerpos tenían pequeños espasmos. Después de unos segundos, Remus pareció recordar donde se encontraba y lo que acababa de hacer, trató de levantarse rápidamente.

- ¿Estás bien? –Preguntó preocupado a la pelinegra debajo de él, pero la chica solo se aferró más a su cuerpo

- Rem… –murmuró su nombre, y levantó la vista hacia él sonrojada –Te amo –soltó, haciéndolo sonrojar

- ¡También te amo! –se apresuró a contestar –Te amo más que a nada, más de lo que sabía que podía amar a alguien –exclamó con ahínco, haciendo que la pelinegra soltara una risita divertida y satisfecha

Subió sus manos hacia su cuello, acariciando sus mejillas y lo jaló hacia ella. Remus se acomodó de inmediato, abrazándola y acorrucándose a un lado de su cuello, aspirando el aroma de su cabello, mientras la pelinegra pasaba sus dedos por su espalda acariciándola al igual que sus cabellos.

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A la mañana siguiente, Remus despertó primero, con los rayos de luz llegando a su rostro a través de la ventana, se removió adormilado en la cama y volteó hacia el otro lado, tratando de alejarse de la fuente de luz, parpadeó un par de veces, tratando de enfocar a su alrededor, hasta que pudo distinguir la espalda desnuda y el cabello negro alborotado de Abigail. Sonrió hacia sus adentros, y en su pecho se llenó de un sentimiento que poco había experimentado, pero que reconoció como orgullo, porque él había tomado a esa hermosa chica a su lado, había disfrutado con ella durante toda la noche, la había amado de tantas formas como había podido, y ella había respondido a cada una de ellas, se había entregado a él por completo, sin reserva alguna.

Toda su vida había tratado de ocultarse, siempre tratando de pasar desapercibido, temeroso de lo que él era y de que alguien lo descubriera, considerándose un monstruo y con la total seguridad que todo aquel que se diera cuenta iba a rechazarle, claro, a excepción de James, Sirius y Peter, y con ellos había estado bien, pero de pronto, apareció ella, como un rayo que ocurre de golpe, tan sorpresivo, inevitable y efímero, recordaba perfectamente sus ojos dorados y sorprendidos cuando casi la arrolló en el vagón al inicio del quinto año y después no pudo dejar de observarla, con su carácter tan complicado, orgullosa y solitaria, casi tanto como él; jamás pensó enamorarse, no de esa manera y no precisamente de ella, pero lo había hecho, se había enamorado, se había enamorado de su sonrisa, de su calidez, su mirada y por supuesto, del hecho que le importaba poco lo que él era, "estoy enamorada de Remus, eso es lo único que me importa" le había mencionado más de una vez, ella le aceptada, no era Remus el hombre lobo, no era Remus el prefecto, tampoco Remus el estudiante ejemplar, con ella era Remus solamente y eso le fascinaba.

Se acercó un poco más y alargó los dedos, acariciando su piel desnuda, ella se extrémeció y se removió ligeramente, Remus sonrió y aprovechó para acercarse, abrazándola por la espalda, aferrándose a su cintura y acomodándose en su cuello.

- ¡Hnnn! –Abigail se estiró despertando, mientras se tallaba un ojo –Rem

- Abi… buenos días –Aspiró el embriagante aroma de su cabello

- Buenos días… –murmuró ella adormilada, tomando sus manos y entrelazando sus dedos, disfrutando de su calidez

- Abi… –volvió a llamarle

- ¿Hn? –murmuró como respuesta, con los ojos cerrados

- Gracias…

Ella abrió despacio los ojos, confundida, y volteó a verle, Remus se separó ligeramente y se toparon cara a cara, Abigail le observó por un momento, mientras él desviaba la mirada nervioso de que eso la hubiera molestado, la pelinegra pareció notarlo, porque subió su mano acariciándole la mejilla.

- ¿Por qué me das las gracias? ¿Por acostarme contigo?

- ¡No! –Remus se sonrojó más si aún era posible, y ella arqueó una ceja –p–por… amarme…

El silencio los rodeó por un momento, y Remus se sintió más tenso e intranquilo, hasta que la suave risa de la chica se hizo presente, y Remus subió la mirada a ella, confundido.

- No se agradece porque te amen Rem, es algo que tú mereces y es algo que yo quiero hacer… te amo Remus Lupin… –sonrió cálidamente, con un ligero sonrojo en sus mejillas y se aproximó a él abrazándolo y acorrucándose en su pecho. Él le correspondió el abrazo y sonrió igual que ella, mientras daba pequeños y juguetones besos por su coronilla

- Te amo Abigail Braun…

La chica rio nuevamente y comenzó a dar pequeños besos por su pecho, mientras sus dedos se deslizaban por su espalda, Remus se estremeció de inmediato, la cercanía hacia que sintiera a la perfección la figura de la chica y una parte baja de él despertara.

- Abigail... p–para si no yo… –trató de alejarse, pero ella no se lo permitió, se abrazó más a él, presionando sus pechos contra su cuerpo

- Es temprano… podríamos quedarnos un momento más en la cama… –murmuró contra su pecho continuando sus besos, lo que fue suficiente para que él la tomara por la cintura y la colocara debajo de él, mientras ella daba una risotada.

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En la habitación contigua también se despertaban, pero muy al contrario, Sirius lo hacía con un terrible dolor de cabeza a causa de la resaca, cubrió sus ojos gruñendo maldiciones al sol y dio la vuelta en la cama, a su lado se encontraba el cuerpo de una mujer, la misma pelinegra de la noche, al final si habían ido a parar a la cama, debía admitirlo, el sexo no fue malo, pero por una extraña razón no se había sentido tan bien como otras veces, soltó un gruñido y se volteó dándole la espalda, definitivamente no debió haberlo hecho…

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