ALGO QUE NO DEBÍA SABER
Las vacaciones más dulces del mundo, Abigail solamente podría llamarlas de esa manera, los días había transcurrido cada vez uno mejor que el otro. En casa, había podido estudiar y preparar pociones, las cuales todas fueron un éxito, había tenido tiempo de pasear por las colinas y caminar descalza por la playa, todo con una enorme sonrisa, porque era feliz, era totalmente feliz y la única causa de ello, era Remus.
Despues de la fiesta en casa de James, su relación había crecido a pasos agigantados, la noche que había pasado con Remus había sido mágica, aun con lo irrelevante que era esa palabra para ellos, pero era la única forma en como podía definirlo y justo ahora no podía imaginar lo que sería no estar con él. Las cartas iban y venían todo el tiempo; en algunas ocasiones, se permitieron salir juntos un par de veces a alguna cafetería del callejón Diagon o simplemente para caminar por alguna calle tomados de mano. Y en los momentos que no estaban juntos, por la tarde, solía sentarse en el porche de la casa, dejando que los últimos rayos el sol acariciaran su piel, muy segura de que Remus también se encontraba afuera de su casa, observando el mismo atardecer.
En cuanto las vacaciones terminaron, Abigail estaba mucho más ansiosa que antes para ir a Hogwarts, apenas se despidió de su padre, corrió por los vagones, buscando al alto chico y al apenas encontrarlo, corrió a sus brazos, mientras él la recibía, la levantaba en brazos y se fundían en un beso. Perfecto, todo era perfecto.
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Para los merodeadores, la intrusión de la chica ahora no era tan caótica como antes, habían aprendido a lidiar con ella, al punto de que ahora estaban tan acostumbrados a verla a su lado, que era su ausencia parecía rara. Todos ellos, incluso el repelente de Sirius.
La observaba caminar por los pasillos, bastante segura de sí misma, con una sonrisa radiante y un par de libros en sus manos, saliendo de clases que no compartían, platicando con alguna otra chica, o en la biblioteca, poniendose de puntitas y estirándose hacia los libros más altos del estante. A veces era muy fácil que sus pensamientos volaran hacia ella o que su sola imagen atrajera toda su atención, olvidándose de lo demás.
Su curiosidad por Abigail Braun nació el día después de la fiesta. Por la manñana, había dejado a su acompañante en la cama y bajó por un poco de agua para la resaca, entonces unas risitas y unos pasos ligeros llamaron su atención, espió por la pequeña abertura de la puerta, solo para ver a Abigail bajar por la escalera a zancadas, despeinada, con los zapatos en la mano y siendo seguida por Remus. Bajaron rápidamente, entre risitas y jugueteos, chistándose silencio para no despertar a los otros chicos regados por el suelo, Remus la llevó a la puerta, acomodando un poco sus cabellos, antes de que ella se arrojara a sus brazos, él la abrazó levantándola del suelo, mientras ella parecía desarmarse en un beso, jugueteando con sus cabellos, Remus se obligó a separarse, besó su nariz despidiéndose, Abigail se alejó apenas un par de pasos y desapareció en aire.
Sacudió la cabeza. ¿Por qué recordaba todo eso? ¿Por qué se había quedado tanto tiempo ahí, con su vaso a medio beber, observándola partir? De pronto, y como su solo pensamiento la hubiera invocado, un destello de cabellos negros y platinados se coló en sus ojos, volteó rápidamente hacia la ventana, tan rápido que estaba seguro había escuchado como crujió su cuello, no había sido una alucinación, Abigail pasaba justo al lado, en medio de un par de chicas de Ravenclaw, la pelinegra pareció ser llamada por sus pensamientos, porque volteó hacia él, soltándo una sonrisa, se despidió del par y caminó rápidamente hacia la ventana, con la mano en el aire como saludo.
Sirius tragó saliva con sorpresa y subió su mano, a punto de responder el saludo, de no ser por que a su lado, Remus se había levantado rápidamente de la banca y se dirigió a la ventana.
- Hola –saludó la chica con una sonrisa, recargada en el marco de la ventana.
- Hola –respondió Remus –terminaste pronto, se supone yo iba a alcanzarte en clase
- Te dije que lo haría rápido. Eran pociones… y yo soy demasiado buena en eso –rio –Así que yo he venido antes
- ¡Perfecto!
El alto chico volvió hacia la banca, recogiendo sus libros para prácticamente correr hacia la puerta.
- ¡Hey Abigail! –James le llamó desde su banca –Regresa a Remus pronto, será la hora del té en el gran comedor
- Si, los alcanzaremos despues James, Peter… -Y entonces volteó al lado, notando por primera vez al chico de cabellos negros, soltó una sonrisa – Black –saludó
- Braun
Antes de que pudieran intercambiar algo más, Remus ya estaba a su lado, le había dado un corto beso en los labios y tomó su mano
- Los veo en el comedor chicos –sonrió despidiéndose y dio vuelta junto con ella, quien apenas si levantó la mano para despedirse.
Si, Abigail Braun no estaba saludándole a él, era obvio, era a Remus a su lado despues de todo.
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Pronto llegó la hora del té, las mesas cada vez se encontraban más llenas y tal como James había predicto la pareja aún no llegaba. Apenas pasaron un par de minutos más cuando la puerta se abrió, dejando pasar al par de chicos tomados de la mano. Sirius les prestó atención, Remus se veía sonrojado, con la corbata ligeramente desarreglada, mientras ella sonreía y parecía caminar entre nubes, no habría que ser un genio para saber lo que había ocurrido, aunque al parecer, a Peter y James les daba lo mismo.
- ¡Al fin llegaron! –les saludó James
Los chicos se dirigieron de inmediato hacia la mesa de Griffyndor, donde ya todos estaban acomodados, Remus se sentó al lado de Peter y la chica a su lado, justo enfrente de James y él. Para nadie era extraño la presencia de un punto verde en todo el mar rojo de estudiantes, Abigail pasaba más tiempo en esa mesa que con los suyos, tomando desde desayunos, almuerzos y cenas y ahora parecía uno más de ellos.
- Se ven muy felices Braun, Lunático –Sirius se recargó en la mesa observando con atención al par –¿Algo bueno les ha pasado acaso?
El movimiento insinuante de cejas hizo que los colores se les subieran a la cara a ambos chicos, sin embargo, Remus había enrojecido hasta el cuello.
- ¡¿D-de que estupides hablas Sirius?! –se apresuró a callarlo, Abigail volteó hacia Remus, sonrojada, pero soltó una risita y acarició su mejilla, tranquilizándolo.
- Si, algo muy bueno – al fin dijo, sin dejar de verlo, Remus pareció extremeserse y bajó la mirada muy sonrojado, sin agregar nada más, bebiendo de su taza de té, ocultándose de la vista de todos.
Sirius la observó, casi con la boca abierta ¿Desde cuando Abigail tenía tanta confianza para pasar por alto sus ácidos comentarios? Poco despúes, Sirius se daría cuenta lo audaz que podía llegar a ser Abigail Braun y como influenciaba a su querido amigo.
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Sirius subía por las escaleras enfadado, había olvidado su estúpido libro de Encantamientos y tuvo que regresar por él hasta su dormitorio, gruñía algunos insultos a su falta de memoria cuando abrió de golpe la puerta.
Un jadeó ahogado atrajo su atención, al frente se encontraba una Abigail bastante impactada. La chica le observaba con los ojos abiertos de par en par; y sin poder evitarlo, Sirius bajó la mirada lentamente, la pelinegra trataba de cubrir su desnudez con su blusa blanca, pero por mala suerte (o tal vez buena), la delgada tela permitia que la luz de la ventana detrás de ella filtrara la imagen de su cuerpo, cubierto apenas por unas pequeñas bragas, un delicado sostén y las largas medias. El león abrió los ojos con sorpresa y tragó saliva, muy contrario a lo que esperaba, la chica, a pesar de ser bajita y delgada, tenía un cuerpo bastante bien proporcionado, que al aprecer se afanaba en esconder debajo de su denso uniforme. Un tropiezo a su lado logró hacer que apartara su mirada, a su izquierda, Remus lo veía casi tan sorprendido como ella, con los botones de la camisa a medio abrochar.
- Canuto… –el murmullo de su amigo lo sacó de su trance y se sonrojó violentamente
- ¡No vi nada!
Casi gritó, mientras cerraba la puerta de inmediato y bajaba apresurado las escaleras hacia la sala común, a los pocos segundos escuchó unos pasos detrás de él, Remus ya la habia alcanzado, con la camisa abotonada y su túnica en la mano
- ¡¿Qué demonios Canuto?! –Remus le tomó el hombro deteniendo, molesto.
- ¡N–no ha sido mi culpa Lunatico! –trató de excusarse –¡¿A–además como se te ocurre?! ¿¡Aquí?! –Ahora fue el lobo quien se sonrojó completamente
- ¡N–No pensé que vendrían! –se agitó –¡Deberían estar en clase!
- ¡Y yo pensé que serias mas listo y bloquearías la puerta si vas a hacer... e–eso!
Ambos se sonrojaron avergonzados, Remus desvió la mirada, incómodo y estrujó la túnica en sus manos, sabiéndo que él se había equivocado. Sirius suspiró al verlo, él mismo ya había llevado a varias chicas a su habitación y había hecho lo mismo que Remus, compartían el dormitorio y tenía el mismo derecho de pasar el retozar en su cama con alguien, y con su actual relación, era obvio que en algún momento las escapadas con la slytherin llegarían ahí; se aclaró la garganta y se pasó la mano por el cabello
- Lo siento… –murmuró el más bajo, llamando la atención de su compañero –Ese es también tu dormitorio y puedes llevar a quien te plazca, es solo que… me sorprendiste ¿vale? Pero no debes darme explicaciones Lunatico –Sirius le sonrió tranquilizándolo, Remus suspiró y una leve sonrisa salió de sus labios –Vaya quien diría que el pequeño Remus ya trae a chicas al dormitorio, ¿acaso quieres parecerte a mi? – Sirius le pasó un brazo por los hombros
- Nunca me pareceré a ti Canuto –fingió molestia y quitó su brazo –y no son chicas, solo ella…
- Si, si, como digas –levantó la mano despidiéndose –tengo clase, nos vemos y… pon cerrojo la siguiente vez
Sirius salió de la sala escuchando las quejas de Remus detrás de él, suspiró y se recargó en la pared de al lado, recapitulando lo que acababa de pasar, por su mente pasó el recuerdo de la Slytherin y su figura, haciendo que sus mejillas adquirieran color, movió la cabeza de un lado a otro, alejando el pensamiento.
- Demonios –murmuró –olvidé mi estúpido libro…
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Durante los siguientes días, tanto Remus como Sirius trataron de no volver a tocar el tema de lo sucedido, Sirius no lo contó a absolutamente nadie, ni siquiera a James ni a Peter, por su parte, Remus trató de ser más reservado y Abigail no volvió a aprecer cerca de la torre de Gryffindor, inlcuso en el gran comedor, continuaban sentándose uno al lado del otro, pero tratando de mantener el menor contacto posible.
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Esa tarde, Sirius caminaba uniformado hacia el campo de quidditch, era día de práctica y James se había adelantado para ordenar todo, caminaba tranquilo con su escoba en mano, cuando apenas algunos metros adelante pudo observar a cierta pelinegra, cargando algunos libros, se detuvo por un momento observándola, pero soltó un suspiro y aceleró el paso.
- ¡Hey Braun!
La chica se detuvo y volteó, en cuanto le reconoció abrió los ojos con sorpresa y sus mejillas se colorearon, Sirius llegó a su lado y se rascó la nuca algo incomodo.
- Black –murmuró la chica como saludo, sin verle a los ojos
- Yo... lo siento –se aclaró la garganta –no sabía que ustedes… estaban ahí…
Abigail continuaba sonrojada, pero ahora le observó con interés, sabía que la intención de Sirius no era encontrarles, mucho menos molestarles en… esa situación, pero aún así, los había atrapado. Sin embargo, lo curioso era la postura que mantenía, ella esperaría que el león, que usualmente era el más molesto de todos, no desperdiciara la oportunidad de molestarlos y acosarles por su error, sin embargo lo notaba ahí, azorado y hasta incomodo por verla, finalmente soltó un suspiro.
- No importa Black, sé que no fue intencional –la chica sonrió levemente, sorprendiendolo –aunque… se que no debimos en su dormitorio…
- No –le interrumpio de inmediato –es también la habitación de Remus y por supuesto pueden hacer lo que quieran, yo he llevado a varias chicas ahí, es ilógico que me moleste, ¿No crees? –la pelinegra negó divertida
- De ti no me sorprende, eres el típico fuck boy, Black –La pelinegra pareció dejar de lado su timidez y soltó una risotada divertida, risa que dejó al chico paspado –Bien… gracias, nos vemos luego y… suerte en tu entrenamiento
Sonrió, antes de dar la vuelta y levantar la mano como despedida mientras retomaba su camino a la biblioteca, Sirius parecía aun estático, sorprendido y hasta fascinado por la peculiar risa de la mujer, caminó un par de pasos detrás de ella, hasta que la vio detenerse frente a Remus, que la esperaba en la biblioteca, frunció el ceño levemente y sacudió la cabeza, dando vuelta de regreso al campo de quidditch, aunque por su cabeza se repetía aquella palabra, "Fuck boy", jamás le había molestado el apelativo, hasta que fue la Slytherin quien lo había usado.
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