Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de Lavender-Long-Stories.

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La niebla inundó la mente de Hinata como si estuviera sumergida en malvavisco. Era espesa y pegajosa, como si le entrara por los ojos y los oídos. Formas y colores bailaban a su alrededor mientras abría los ojos con dolor. Voces que no podía identificar formaban palabras que no podía entender.

Hinata apenas distinguía las sílabas de su propio nombre.

El fondo blanco y brillante con colores parpadeantes frente a ella le indicaban que se trataba de un hospital, y el dolor le decía que ella era la paciente. Hinata se llevó las manos al rostro para bloquear los colores y evitar las náuseas.

Hinata se concentró en las voces, ahora oía mejor su nombre.

—Voy a vomitar —balbuceó. La guiaron hacia algo para que pudiera vaciar el estómago, pero nada salió. El ácido le quemó la garganta mientras se retorcía, los espasmos tiraban de su estómago vacío, estirando dolorosamente los músculos circundantes.

Alguien le frotó la espalda. Le ofrecieron agua desde otra dirección.

Hinata redirigió sus sentidos hacia la figura que le resultaba familiar. Tsunade, o eso creía. Cuando su visión se enfocó, se alegró de estar en lo cierto. Hinata le tendió la mano.

—¿Cómo te sientes? —Tsunade le tomo la mano.

—No muy bien —Hinata volvió a taparse los ojos, intentando evitar las arcadas. Empezaba a notar las vías y los tubos. Debía de llevar mucho tiempo aquí.

—Supongo que sí. Recibiste un golpe muy fuerte, has estado inconsciente por un tiempo —Tsunade explicó.

—No recuerdo haber sido golpeada —aunque ahora mismo era difícil pensar.

—Eso es lo que me preocupa —le dijo Tsunade con cansancio, dándole unas palmaditas en la mano—. ¿Puedes decirme tu nombre, edad y en qué mes estamos?

—Hinata Hyūga, diecinueve años, y eh, supongo que estamos a mediados del verano.

Hinata se estremeció al oír un fuerte estruendo en la esquina de la habitación. Se destapó los ojos. Ahora el lugar estaba a oscuras. Las persianas estaban cerradas. Pudo distinguir una lámpara destrozada y a un hombre al que no había visto entre el mar de colores. Hacía años que no lo veía, o eso recordaba.

—Sasuke, no me hagas sacarte de aquí. Te dije que era una posibilidad —espetó Tsunade.

—¡Tres años! —ladró Sasuke—. ¿¡Tres años!? No se acordará de mí en absoluto —golpeó la pared con la mano, como si intentara no hacer más daño al sitio, pero aun así descargar su ira en la superficie. Sasuke se apoyó en la pared que previamente había golpeado, tratando visiblemente de controlar su temperamento. Se rindió rápidamente, sus hombros, antes tensos, cayeron con cansancio.

—¿Sasuke Uchiha? —preguntó Hinata, desconcertada. ¿Se conocían? Él creía que sí. ¿Cuándo había regresado?

Sasuke la miró a los ojos, mostrando su dolor, su pérdida y su sufrimiento. El hecho de que ella no lo recordara significaba algo para él. Hinata podía sentir su pánico, ¿o era el suyo?

¿Qué se supone que haces cuando no puedes recordar tres años de tu propia vida?

—No sé si debería confiar en ti para que se lo expliques —Tsunade le dio una mirada mortífera.

—No tienes muchas opciones en ese sentido, ¿verdad? —replicó Sasuke.

Tsunade lo señaló con el dedo.

—Cuidado, chico. Hokage o no, aún puedo echarte físicamente de esta maldita aldea —¿Tsunade no era la Hokage? La voz de Tsunade se suavizó—. ¿Quieres que me quede?

—Sinceramente, no —Sasuke cruzó los brazos. Su rostro volvía a mostrar dolor.

Tsunade se volvió hacia Hinata, apartando la mano.

—No estaré lejos por si necesitas algo, ¿de acuerdo?

Hinata asintió en respuesta. Sentía una intensa curiosidad por saber qué tenía que decirle el vengador Uchiha.

Tsunade le levanto el dedo medio a Sasuke mientras salía de la habitación.

—Tómatelo con calma. No sueltes grandes bombas al inicio. Deja que primero asimile las cosas.

Ahora, a solas con él, Hinata se mordió el labio. Era el centro de atención. Sintió que le volvían las náuseas, así que se concentró en respirar para que se le pasaran, mientras el Uchiha cruzaba la habitación.

Cuando la niebla de su cabeza empezó a disiparse, tenía un montón de preguntas.

¿Qué había hecho durante los últimos tres años? ¿Dónde estaba su familia? ¿No deberían haber estado aquí cuando se despertó? ¿Cómo la lastimo? ¿Quién la hirió? ¿Qué estaba haciendo? ¿Ya había perdido su título?

Se llevó la mano a la frente.

—No estás sellada —Sasuke se sentó junto a su cama.

—¿Por qué no? Debería haber sucedido después de dejar mi posición —Hinata dijo con pánico.

—Hay varias razones, pero la principal fue por Hanabi —por lo que Hinata recordaba, ella y su hermana estaban empezando a llevarse bien. ¿Hanabi había luchado por su libertad? ¿Ella no dio un paso al costado?

Hinata se miró las manos mientras las preguntas se amontonaban. A pesar de haberlas mirado fijamente durante los últimos dos minutos, fue ahora que noto el extraño conjunto de anillos en su mano izquierda. Las preguntas se desvanecieron en una sola.

Hinata examinó su mano más de cerca, observándola por ambos lados.

—¿Cuándo los conseguí? —Hinata no creía que él lo supiera. No estaba segura de por qué lo había dicho en voz alta.

Estaban hechos a mano, pero no bien fabricados. Los metales no preciosos de ambos anillos tenían marcas de herramientas, y uno de ellos contenía una perla común sin brillo. Estaban bien cuidados, pero mostraban signos de desgaste y arañazos en la parte inferior, como si no se los hubiera quitado para trabajar.

Más por sentimentalismo, que por moda. ¿Su padre la había dejado usarlos?

Sasuke la interrumpió tendiéndole la mano. Hinata, vacilante, puso su mano en la de él para mostrarle de qué estaba hablando. Sus manos eran cálidas y más grandes que las suyas. Se sentía muy personal poner su mano sobre la de él.

Sasuke miró los anillos. Primero, el de la perla.

—Te di este hace menos de dos años y este otro, cuatro meses después. Tengo uno similar.

Sasuke los tocó con cuidado. Era delicado, ella no se había dado cuenta de que él tenía su mano entre las suyas, mientras apoyaba los codos en la cama del hospital. Tenía un anillo parecido en la mano izquierda.

A Hinata le ardió el rostro y el pánico se apoderó de ella.

—¿Estamos...?

—Casados —Sasuke confirmó.

—Yo, pero yo no... —Hinata no recordaba haberse encontrado ni una sola vez con él después de que se fuera de la aldea. ¿Cuándo fue que volvió? En los últimos tres años, ya que ese era el tiempo que no recordaba. Sus manos apretaron cómodamente la de ella por miedo a que se apartara, o tal vez porque ella empezó a temblar. De todas formas, estaba demasiado conmocionada para reaccionar violentamente.

—No me recuerdas en absoluto —la voz de Sasuke era grave y triste. No era el mismo Uchiha con el que había ido a la escuela. Estoico, frío y arrogante. Estaba herido y hueco. Hinata estaba segura de que no era solo porque no lo recordara. Algo que no podía identificar yacía profundamente arraigado en sus ojos, como si su vida hubiera dejado de tener sentido. Le dolía mirarlo.

—Lo siento —Hinata sintió las lágrimas acumularse. Una gran parte de su vida había desaparecido y ni siquiera era ella la que sufría. Lo conocía lo suficiente como para casarse con él. Debió amarlo.

¿Dónde estaba todo eso? ¿Por qué no podía recordarlo?

—No es tu culpa —Sasuke suspiró—. No te sientas mal por mí. Así fue como empezó todo esto.

Hinata resopló mientras las lágrimas caían. Sasuke maldijo y llevó una mano a su rostro para limpiarle la mejilla. Ella no se inmutó. No sentía ninguna familiaridad, pero por la forma en la que él la trataba y sus miradas de dolor la convencieron de que podía confiar en él y que debía hacerlo.

A Hinata le tembló el labio. ¿Qué pregunta debía hacer primero? ¿Cuál era la más importante? ¿Qué podía esperar? Una se elevó por encima del resto mientras pensaba en salir de aquella cama de hospital.

—¿Dónde vivimos?

El rostro de Sasuke se aplanó, sorprendido por su primera pregunta y luego el alivio lo inundó.

—Te construí una casa en el Distrito Uchiha. Espero no haber estropeado tu jardín mientras estabas fuera.

—¿Tengo un jardín? —Hinata se tomó un momento y captó el contexto—. ¿Cuánto tiempo he estado dormida?

—Tres semanas antes de que estuvieras lo suficientemente estable como para despertar. Me dijeron que era posible que entraras en coma y que nunca despertaras —la mano de Sasuke se apretó contra la suya. No le molestó físicamente, pero podía sentir el dolor emocional. Él era sorprendentemente amable con ella—. Antes de eso, estuviste fuera una semana en una misión.

Hinata archivó la información entre la niebla.

—Cuándo podrás llevarme... ¿A casa? —esa era una sensación nueva, pensar que su hogar no era el Complejo. Espera, ¿dijo que la había construido él?—. ¿Me construiste una casa? —Hinata se sonrojó.

A Sasuke se le dibujó una sonrisa en los labios. Era refrescante verlo así.

—Sí —la luz de su rostro desapareció con sus siguientes palabras—. No estoy seguro de cuándo podré llevarte de vuelta.

—Bueno, justo vine a hablar de eso —la voz de Tsunade llegó desde la puerta—. Si sigues unas pautas estrictas, aumentas su ingesta nutricional y vienes a todas tus revisiones y terapias. Te dejaré llevarla a casa mañana por la tarde. Necesitará descansar mucho, así que no te pases.

Las manos de Sasuke apretaron suavemente las de Hinata como un reflejo para decirle lo que sentía. ¿Cuál era esta cercanía que ella no identificaba?

—Ahora, tengo que hacer algunas pruebas más. Luego te explicaré las restricciones —dijo Tsunade—. Por lo que, si puedes ser paciente unas horas más, y ella se siente cómoda con la situación, podrán irse a casa en menos de 24 horas.

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Notas: Les apuesto que no esperaban que comenzara a publicar una nueva historia a estas alturas del año, ¿verdad? Bueno, para mí esto también fue una sorpresa XD Pero los que me conocen desde hace más tiempo saben que no tengo autocontrol cuando se trata de fics… Así que aquí estoy, de la mano de Lavender Long Stories. Espero les guste esta historia. Nos estamos leyendo (pronto).

Naoko Ichigo