Pesadilla

Destrucción. Desesperación. Silencio.

Esas tres palabras no son lo suficiente para describir el horrible y tétrico escenario en que se había convertido el Pueblo Crómlech, lo que hace unos días era un lugar tranquilo y acogedor, lleno de leyendas e historia, ahora es o más bien, volvió a ser un sitio vacío manchado de tragedia.

Pasos lentos y agotados sonaban por los alrededores, no es como si no hubiese visto este paisaje antes, antes de eso Ciudad Relieve, Pueblo Petroglifo y muchas más habían sido destruidos por esa amenaza que se tornaba cada vez más imparable. Aún podía oír en su cabeza los gritos de auxilio y dolor de los habitantes antes de que todo colapsara, movió su cabeza en un intento fallido de olvidar.

Esta vez la historia se volvía repetir, X no pudo hacer lo suficiente para contener el desastre, estaba física y mentalmente agotado, mientras sus pasos cada vez más suaves se acercaban al Dolmen pudo notar a lo lejos unas figuras familiares que lo detuvieron en seco, y, sin ser consciente de donde había sacado energía, fue corriendo hacía el lugar con el pensamiento de que su mente le estaba jugando una broma cruel.

Pero no fue así.

Los cuerpos inconscientes y heridos de Shauna, Tierno y Trevor se hallaban a unos metros de distancia uno del otro, X se arrodilló les díó pequeñas sacudidas llamándolos, pero no respondían… ellos no debían involucrarse y él se los había mencionado desde que empezó el incidente, les insistió lo que más pudo "Esto tengo que resolverlo yo, es mi responsabilidad", esa frase la dijo hasta el cansancio, aun con todo eso su único pensamiento ahora es tal vez debió haber ideado una forma más… ¿cruel? de alejarlos, aunque seguramente eso haya roto su amistad, pero al menos no estarían en ese estado.

Veo que encontraste el regalo que dejé para ti, buen chico —resuena satisfecha una voz acompañada de una neblina oscura. X se puso de pie de inmediato en un acto de instinto.

Tú, ¡Me prometiste que no les harías daño! ¡Ellos no tenían nada que ver con esto! —gritó X lleno de ira mientras su mirada intentaba localizar a la figura cuya voz pertenecía—. ¿Por qué lo hiciste?

¿Qué no tenían nada que ver? Ellos fueron los que comenzaron con esto… así que como muestra de mi "gratitud" recibieron lo que se merecen —la neblina oscura empezó a concentrarse en el Dolmen a lo que X decidió seguir.

Esto… esto no puede estar pasando —susurró agotado, odiaba saber que las palabras del Profesor Sycamore se estaban cumpliendo casi al pie de la letra, que, si la amenaza continuaba consumiendo la energía negativa de la mega evolución, no solo destruiría todo a su paso, sino que consumiría a su portador junto a sus Pokemon, según sus estimaciones si llegaba a acabar con el 90% de la región ya no habría vuelta atrás—. Profesor, no sé qué hacer, yo, no quiero, no quiero enfrentarla —volvió a susurrar al viento, sabía que no lo podría escuchar ya que el entrenador había caído en batalla en Ciudad Luminalia y se recuperaba en uno de los pocos hospitales improvisados El tiempo se le estaba acabando.

Parece que ya no puedes más contigo mismo, no me sorprende —el cúmulo de neblina envuelve los Dolmen a tal punto que pareciera una entrada a otro mundo—. Has peleado tanto por una región que no lo merece y que jamás te trató ni te tratará como se debe, y, sin embargo, sigues aquí, sigues por personas que una vez te hirieron, que te hicieron la vida miserable, que incluso te llevaron a una situación en la que casi acabas con tu vida.

X sintió como si una mano tocase su hombro volteando de inmediato, una pequeña pero inquietante risa sonó al aire

Ahora me pregunto, quizás si lo hubieras hecho.

Esto no estaría pasando —terminó la frase, mirando al suelo dando los últimos pasos para estar a una distancia segura de la amenaza, aunque es consciente que, en este punto, ningún lugar está en su totalidad seguro—. Lo sé perfectamente, de alguna forma soy el desencadenante de esto.

Vamos, no te des tanto crédito, pero si quieres que te haga una introspección diría que ¡Sí! ¡Eres el culpable! —suelta una carcajada mientras la neblina se vuelve por unos segundos un pequeño torbellino

Lo, lo siento.

No lo lamentes, a mí me hace feliz ya que gracias a toda esta energía podré acabar con ese repulsivo Pokemon.

No permitiré que eso pase —sus zafiros llenos de determinación iluminan por breves segundos el lugar logrando que la neblina se concentre de golpe en un pequeño lugar y adopte una forma humana.

Una forma que él conocía a la perfección.

Todo el valor y fuerza que había acumulado se desvanecieron en un parpadeo, dejando notar unas manos y piernas temblorosas, su boca se movía en leves espasmos sin poder soltar palabra alguna, aún le dolía, sentía que estaba a punto de desplomarse, pero una parte de él lo mantenían de pie.

No podía negarlo, aún con toda esa energía oscura emanando de su cuerpo, aún con toda esa destrucción y caos a su alrededor, aun cuando vio como torturaba Pokemon en estado mega para absorber su dolor, aún con todo eso, su largo y dorado cabello meneándose con el viento era igual a como lo hacía tiempo atrás, tan apacible, tan agradable de ver en sus prácticas de vuelo, por unos breves segundos se imaginó viéndola a través de su ventana como todas las mañanas sonriéndole con esa amabilidad y entusiasmo que tanto la caracterizaba invitándolo a salir a caminar, quizás su mente quería calmarlo para poder lidiar con la situación o quizás simplemente es una de esas alucinaciones cuando estás a punto del colapso. Ojalá fuese esto último, así no estaría rompiéndose más al ver a su amiga en ese estado.

"¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Por qué no se dio cuenta de lo que estaba sufriendo por su culpa?" No dejaba de repetirse mientras pequeñas lágrimas amenazaban con salir.

Este será nuestra última batalla —Y sonríe mientras otro rastro de oscuridad aparece detrás de ella tomando la forma del tenebroso Pokemon que, según dicen las leyendas sumerge todo en la desesperación y muerte, Yveltal

No… No quiero.

[…]

La dulce luz de la luna se filtra a través de la ventana abierta que habían dejado para refrescar la habitación, un chico de pelo negro sacaba almohadas y sábanas de los armarios mientras su compañera entraba con un futón sonriendo, lo dejó a un lado para cerrar la puerta.

—Todo listo X, te dije que no era difícil traer mi futón desde mi casa —comentó la enérgica rubia mientras levantaba su brazo—. ¡Esta será la mejor pijamada de la historia!

—Las pijamadas son solo para quedarse hasta tarde y dormir, no creo que haya alguna que sea considerada la mejor de la historia —murmuró X mientras le daba una almohada ya que notó que no había traído una.

—Vamos, ya verás que nos divertiremos un montón —le sonríe a lo que X solo gira la mirada.

—Soy aburrido, lo sabes bie-

Antes se continuar con su clásica excusa del porque no suele participar en las actividades de su amiga es distraído por un pequeño libro de portada elegante que posan delante de él —Mira, me traje de la biblioteca un libro de trivias, adivinanzas y mira ¡También tiene un tablero! ¿No es genial?, me dijeron que hasta la persona más aburrida se divertiría con esto.

—Está bien —un suspiro escapa por sus labios, sabía que no podría ganarle a una determinada Y, menos si se trata de actividades que planifica.

Solo perdieron unos minutos juntando los futones, abriendo el tablero y eligiendo que ficha usar porque no estaban incluidas en el libro, por lo que tuvieron que improvisar, usaron unas tapillas que Y encontró en la cocina, nada iba a evitar que tuvieran una buena noche.

Pasaron tan solo unas horas hasta que las provisiones de dulces y comida chatarra se agotaran, que las incontables rondas de preguntas e incluso retos simples pero variados se volvieran monótonos y que incluso los parpados de X se solían cerrar por segundos para luego abrirlos de golpe, eran los indicadores para hacerle saber a la alegre vecina que su anfitrión ya debía descansar, así como ella.

Luego de un "Buenas noches, descansa" en un tono suave pero débil de X se cubrió con la manta y se acomodó en su suave cama, Y también le deseo las buenas noches, pero sabía que no había sido escuchada, así que, solo sonrío y se recostó.

El silencio se apoderó de la habitación, pero no por mucho tiempo.

Después de un par de horas Y se despertó, al parecer no fue buena idea comer tantos dulces ya que dejó su boca seca, frotó sus ojos para poder visualizar mejor el lugar, para fortuna de ella la luna aún se mantenía con esa luminiscencia tan hermosa y pacífica, ya que no tendría que encender la pequeña lámpara que posiblemente irrumpiría el sueño de su mejor amigo.

Quiso quitarse la manta que antes la envolvía, pero vio que la estaba a un lado, su subconsciente debió quitarla por el calor, pensar en eso solo le provocaba más sed. Por lo que solo se levantó y avanzó por la habitación en total silencio, con el rabillo del ojo se percató de un movimiento, pero al girar para ver mejor, solo era su anfitrión dormilón volteándose para acomodarse mejor. Una vez que logró salir de la habitación pudo bajar las escaleras sin tanto temor de emitir algún sonido.

Luego de algunos minutos angustiosos de buscar en la oscuridad de los anaqueles un vaso para llenarlo de agua, finalmente pudo lograr su cometido y tomar a gusto hasta 3 vasos seguidos. Estaba satisfecha y feliz de que su amigo no se haya despertado porque era más que seguro una reprimenda recordándole que no fue bueno comer todos esos dulces, de todos modos, no se arrepiente de su decisión.

Una vez dejado todo en orden, se dirigió a las escaleras para subir, pero antes de que pisara el primer escalón se detuvo por un sonido extraño, espero unos segundos y nada, quizás haya sido su imaginación, tampoco es que estaba al 100% despierta, por lo que no le dio importancia y subió los escalones, pero a mitad del camino lo volvió a escuchar, esta vez más claro.

¿Golpes? ¿Zumbidos? ¿Susurros? No podía distinguirlo bien, lo único de lo que era consciente es que a medida que iba subiendo las escaleras podía escucharlo mejor, ya no había duda de dónde provenía, de la habitación de X.

Deslizó la puerta corrediza con cierto temor de que fuese algún ladrón que se metió por haber dejado la ventana abierta o hasta un Pokemon salvaje rebuscando entre las fundas vacías de dulces. Se asomó con cautela solo para encontrarse con su amigo acostado emitiendo ese gemido débil que se vuelve más fuerte por segundos seguido de pataleos

—¿X? —susurra y da un par de pasos entrando a la habitación.

Los balbuceos y frases inentendibles continuaban, sin intención de detenerse.

—¿X? —sube un poco más su tono de voz con el pensamiento de que quizás en su anterior llamado no la escuchó.

No hubo respuesta.

Había visto a su amigo tener pesadillas desde que eran pequeños, pero solo bastaba que ella lo llamara y se tranquilizaba estando dormido o se levantaba confundido preguntando porque estaba despierta tan tarde en el mejor de los casos, en el peor de los casos no quería recordarlo.

Sin embargo, a diferencia de cuando eran niños, X ya no se despertaba con facilidad con su voz, era cierto de que ya en su adolescencia no tenía pesadillas tan recurrentes, pero todo cambió este año, desde los inicios y de ahí cada par de meses en un intervalo que ella empezó a llevar la cuenta, X solía tener pesadillas terribles donde hasta llegaba a gritar y despertarla en su casa de lo fuerte que eran. Según lo que tenía anotado la siguiente pesadilla intensa la tendría entre hoy o mañana, sus cálculos fueron correctos.

Ahora su duda era… ¿Qué lo causaba? ¿Era lo mismo que de niño? ¿Acaso volvían sus recuerdos donde los medios le hacían la vida imposible? Por más que lo observaba retorcerse y respirar agitado no podía saberlo, sacudió la cabeza, no podía quedarse ahí pensando, debía hacer algo.

Sus pasos intentan ser silenciosos, pero sin tanto éxito, quería acercarse y ayudarlo lo más rápido posible. Se arrodilla y nota con más detalle como los músculos de sus mejillas y mandíbula se contraen, seguido de los múltiples pataleos, enredándose en sus sábanas, o tal vez tratando de liberarse.

¿Será lo correcto despertarlo en ese estado? ¿Cómo reaccionará? Había leído hace días que lo ideal era intentar calmarlo susurrándole cosas positivas con un tono suave si está dormido o tratar de despertarlo de forma tranquila con leves caricias en sus hombros o su cabeza, de momento Y intenta que reaccione llamándolo por su nombre, pero continúa fallando, no quiere verlo así pero también sabe que debe traerlo de ese estado de forma correcta.

—No, No puedo —X se mueve de forma brusca su cabeza sollozando, agarra con fuerza y desespero el colchón pareciendo que en cualquier momento va a arrancar algún trozo—. No quiero, por favor... —se quebró su voz al final, sea lo que sea que este viendo lo está haciendo sufrir.

Con cautela Y estira su mano alcanzándolo, pensaba en reconsiderar su plan de seguir llamando, pero ya era tarde, lo que no se esperaba es que la reacción de X al toque de la mano fuese inmediata, abriendo los ojos de golpe y soltando un fuerte grito que hizo que la entrenadora retirara su mano asustada, sin darle tiempo a responder.

La supuesta solución terminó siendo peor.

—¡NO! —gritó de forma desesperada X levantándose de la cama y gateando como si su vida dependiera de ello, a aislarse a una esquina como lo solía hacer, abrazando sus piernas logrando ocultar su rostro, solo que esta vez su respiración era pesada, su pecho subía y bajaba, sumado a que estaba temblando de terror y susurraba cosas que su amiga no entendía.

Verlo así le rompía el corazón, más sabiendo que su toque desencadenó esta situación en primer lugar, se quedó quieta y en silencio observándolo en vano, ya que su mente realmente estaba procesando lo que más podía porque esto no debía quedar así, ella fue a acompañarlo para ayudarlo, para que pase un momento agradable y descansara como es debido, ya no quería que vuelva a cargar con emociones dañinas y menos ahora con pesadillas de esa magnitud.

Si hubiese sido por ella le hubiera dado un fuerte abrazo, de esos que solía darle cuando le permitía entrar a su habitación o cuando ella se las ingeniaba para ingresar, un abrazo que le recordara que no está y no estará solo jamás, que no solo cuenta con ella, sino que tiene buenos amigos que están al pendiente de su bienestar.

Poco se había dado cuenta, que, en el lapso de un par de minutos, su respiración agitada y casi al punto de la hiperventilación se había calmado, y que, había sido reemplazado por sollozos agudos sin dejar de susurrar cosas, seguramente relacionadas a su pesadilla.

—Todo, todo fue mi culpa, Yo no… Yo no quería —murmuraba entre sollozos—. No pude hacer nada, no tuve opción —hundió su cabeza entre sus piernas.

De forma inconsciente Y coloca su mano en el pecho, no puede negar ese agudo dolor en el pecho, ese crujir de su corazón lleno de impotencia, su dolor emocional, que en este momento no es nada, comparado con el de X.

—X —su amiga decide intentarlo de nuevo, esta vez con un tono lo más suave posible esperando no perjudicar más la situación.

Segundos eternos pasaron, como si fuesen horas, hasta que pudo observar una señal no tan negativa, el afligido cuerpo de su amigo disminuyó los temblores y levantó su cabeza observándola con pequeñas lágrimas en los ojos.

—Tú

—Tranquilo, todo está bien —fue lo primero que le ocurrió responder, su deseo de que ya no continuara con su angustia era más grande que seguir los pasos del libro que leyó.

— Tú, ¿Quién eres? —pregunta desorientado limpiándose los ojos.

—Soy yo, X, soy tu amiga y vecina Y —colocó sus manos sobre sus piernas con calma.

—Tú, no, ¿Dónde estamos? ¿Qué haces aquí? —sus ojos se movían con rapidez por varios rincones de la habitación intentando obtener la respuesta antes de que su amiga se la diera.

—Estamos en tu habitación X, tu y yo tuvimos una pijamada hace horas, y te acabas de despertar porque tuviste una pesadilla —su suave y preocupada mirada le hizo entender y recordar a X toda la situación, que no se encontraba en ningún peligro de muerte, que nadie lo estaba atacando, que todo lo que vio no había sucedido, que estaba de vuelta al mundo real.

Que ella estaba bien.

—Cierto —murmura perdiendo contacto visual con su amiga para centrarse en un punto nada relevante pero que más bien le sirve para perderse en sus pensamientos—. Cierto —repitió para sí mismo.

Todo lo que había visto minutos atrás, la destrucción inminente de la región, el sufrimiento de los Pokemon salvajes que intentaron defenderse y cayeron en batalla, los inútiles intentos de los líderes de gimnasio por detener el caos, sus amigos al borde de la muerte… Esa energía oscura que se tornó con tanta furia y dolor tomando por completo el cuerpo de Y… El verse involucrado con su mejor amiga en una pelea milenaria donde sabía que ninguno ganaría…. Todo… Todo era un horrible sueño…

El recordar la sonrisa tétrica de Y, el cómo disfrutaba de lo que había logrado con ese poder y el cómo estuvo a punto de perderla en sus manos… ¿Todo fue realmente un sueño?

Se estremeció un poco.

Aun evitando la mirada de Y, empieza a tomar una serie de respiraciones lentas, lo que parecía ya una persona calmada regresando en si duró poco.

Entonces comienza a llorar.

Sus lágrimas brotan de él como si las hubiera estado conteniendo durante tanto tiempo, el cubrirse la cara con las manos no fue suficiente para ocultárselo a Y, ella ya lo había visto así antes, lo conocía perfectamente y no era su intención que ella viera ese momento frágil y débil que estaba pasando, usaba sus manos para no verla... Para no volver a recordar ese último aliento que despidió de sus labios antes de despertar...

No lo soportaba.

Su lamento era silencioso al inicio, hasta que volvió a soltar un grito ahogado y antes de que pudiera maldecirse por no ser capaz de salir de su espiral de dolor, sintió unos suaves y perfumados brazos sobre su cuerpo con fuerza

—Yo no, no quería lastimarte, Lo siento... Lo siento —la oleada de emociones intensas y culpabilidad se desbordó finalmente apartando sus manos húmedas y saladas de su rostro, para devolverle el abrazo con intenciones de jamás soltarla, al igual que su pesadilla, tenerla consigo hasta el final, su desesperación de repetir esa escena tan vivida en su mente una y otra vez no podía detenerse. Y lo continúo abrazando con leves temblores, no sabía con exactitud qué fue lo que soñó, pero sus palabras le dieron pistas suficientes para comprenderlo, sin que él lo viera dio una leve sonrisa.

—Sé que tu jamás me lastimarías, tranquilo, yo estaré aquí —apegó la cabeza de su amigo en su pecho mientras le susurraba una y otra vez "Estaré aquí"

—Perdóname, Perdóname —su voz se volvía a quebrar, sabía que ella no comprendía porque decía eso, pero él lo sentía necesario, sus lágrimas estaban arruinando la linda pijama rosa de su amiga.

No era suficiente el acoso el sufrió hace años, con noches sin poder dormir por temor a las cámaras y flashes, sino que ahora también era atormentado por una pesadilla que se repetía cada cierto tiempo, siempre era la misma aparición, el escenario solía cambiar, sin embargo, el dolor de verla consumida por un poder incomprensible seguía ahí, todas las veces intentó dialogar con ella, luchar con todas sus fuerzas, sino ofrecerle a ese algo su cuerpo para que la deje, todos esos intentos eran inútiles, al final siempre sucedía lo mismo, todo se iluminaba y de alguna forma terminaba con Y entre sus brazos dándole una última mirada y susurrándole algo que lo rompía por completo.

¿Por qué su mente le está haciendo eso? Los sueños no deben repetirse, ¿Por qué si ocurre con este? No tiene sentido, además de que es consciente que al siguiente día no recordará mucho de esta pesadilla, quizás debería contárselo a Y, de inmediato negó con la cabeza, no podía, ya era demasiado con que lo vea en ese estado, su cuerpo se tensaba con la imagen rápida de él contándoselo mirando como el rostro de su amiga se apagaba.

Sintió una suave caricia sobre su pelo, luego otra en su espalda y de fondo, ahora un murmullo dulce de una canción que conocía, solo eso bastó para que su tensión desaparezca de a poco, no sabe cuánto tiempo ha estado en esa posición, le arden los ojos, pero también los siente muy cansados, demasiados cansados para mantenerlos abiertos.

Debe decirle que está más calmado ahora, que ya es consciente de su realidad, pero, esa canción tan arrulladora, esa calidez, Y notó como X cayó de lado sobre su pecho dormido, su expresión era pacífica y tranquila a diferencia de hace ya más una hora y eso la alivió. Acomodó como pudo al entrenador en su futón. No sabe qué hora es, no puede ser más tarde de las tres o cuatro de la mañana, ya que el sol aún no se ha asomado.

—No te vayas —X dio un balbuceo casi inaudible que sobresaltó a Y.

"¿Sigue despierto?" pensó la entrenadora, no obstante, los pequeños sonidos nasales y ronquidos le confirmaron que estaba equivocada. A pesar de eso accedió a su inconsciente petición, acomodándose y reposando su cuerpo cerca del de su amigo de tal forma que pueda escuchar los latidos de su corazón para mantenerlo en ese estado de paz el resto de la noche.

El resto de horas hasta que Y conciliara el sueño fue largo, no podía dejar de pensar en qué situación podrá haber soñado X para que haya estado así, y esas frases tan enigmáticas para ella que decía en su estado de pánico no le dejaban concentrarse en dormir, quizás soñó con que un Pokemon salvaje la ataca, es una posibilidad pero ella no permitiría que sucediera, quizás haya sido que, por su temor a los medios, haya soñado que la acosaban a ella, tampoco lo permitiría, ya había lidiado con esos reporteros molestos, si algo así sucediera sabe cómo defenderse.

Tantas posibilidades y tanto tiempo por delante, a cada situación que imaginaba le encontraba solución, tal vez debería decírselo a su amigo en la mañana, así puede que ya no tenga esos malos sueños, también recordarle que para cualquier problema que se le presente siempre estará su vecinita y amiga de confianza.

Cuando menos se dio cuenta, cayó dormida.