Capítulo 1: La peor resaca del mundo
La primera sensación que sintió su cuerpo cuando comenzó a recuperar la conciencia fue el frío. La parte superior del cuerpo la sentía helada, pero tenía las piernas calientes. El dolor de cabeza fue lo siguiente. Sentía una pesadez y un dolor en toda la cabeza como si se la hubiera golpeado contra la pared repetidas veces. Y que la claridad de la mañana le diera directamente en los ojos tampoco ayudaba mucho.
Decidió esperar unos minutos más antes de levantarse, para recuperarse un poco. Cuando se sintió un poco mejor, abrió los ojos y se incorporó lentamente, pero estuvo a punto de caerse de la cama por la sorpresa. Acostada a su lado, profundamente dormida, estaba su jefa, Erin Strauss. Llevaba puesta su camisa, y ahora entendía porqué se había despertado muerto de frío. ¿Qué diablos había pasado la noche anterior?
Respiró tranquilo cuando apartó la sábana y se dio cuenta que llevaba puestos los pantalones, los calcetines y la ropa interior, aunque el vestido de Erin estaba sobre una silla, aunque seguía sin cuadrarle lo de la camisa. ¿Por qué la llevaba puesta Strauss sino se habían acostado?
No recordaba absolutamente nada, aunque retazos de la noche empezaban a pasar por su cabeza. Era la mañana de Año Nuevo, y Rossi había decidido celebrar el fin de Año con una gran fiesta, que por lo visto se le había ido de las manos. Recordaba haber llegado al mismo tiempo que Reid, y coger una copa de vino de manos de García. Algunos recuerdos del cóctel, hablar con el equipo, con Erin y con alguna gente más que había ido a la fiesta, pero no conseguía recordar cómo había terminado en la cama con su jefa en una de las habitaciones de invitados de su amigo. Estaba claro que la gran ingesta de alcohol (y su estado de ánimo del último mes), había tenido algo que ver con eso.
Decidió despejar sus dudas (al menos las que podrían resolverle los demás), así que se levantó. Frunció el ceño cuando se dio cuenta que la ventana estaba abierta, haciendo que el frío del invierno entrara a raudales en la habitación. La cerró, preguntándose qué habrían hecho para que estuviera abierta. Y también pensó en lo fuerte que era su resaca, para que hasta ahora no se hubiera dado cuenta de que estaba abierta. Se fijó también en dos copas de champán medio vacías en la mesita de noche. Sacudiendo la cabeza, se puso los zapatos. Cogió también la chaqueta (que estaba tirada en el suelo a los pies de la cama), para intentar entrar un poco en calor.
Antes de salir, echó un vistazo a la cama. Erin se había movido, colocándose boca arriba. La camisa, que no llevaba cerrada del todo, caía abierta sobre su hombro izquierdo, dejando al descubierto más piel de la que a Hotch le gustaría haber visto de su jefa. Se acercó a ella y la cubrió con la sábana, sin saber si era sólo para que no pasara frío o por su propia incomodidad.
Tras un último vistazo, salió de la habitación.
Descendió despacio las escaleras, viendo los estragos de la noche anterior. Vasos y copas vacíos, y el suelo cubierto de confeti. La fiesta debió de terminar a altas horas de la noche, para que Rossi hubiera dejado la casa en ese estado. Se encontró a Reid y Morgan durmiendo en el sofá, tapados con una manta. Ni siquiera llegaron a una habitación para descansar en condiciones. Hotch sacudió la cabeza y se dirigió a la cocina, dónde el olor del café y los huevos lo llamaban. Rossi canturreaba una canción al mismo tiempo que removía los huevos y sonrió ampliamente cuando lo vio.
-Buenos días juerguista. ¿Cómo va esa resaca? Puedo decir por tu cara que es de las fuertes -y rio mientras le señalaba un vaso de agua y dos pastillas de Advil.
-Si tuviera que ir a trabajar ahora, creo que me haría el enfermo -dijo tomando las pastillas y bebiendo el vaso de agua de un trago.
-Lo malo de beber tanto es que después tenemos que aguantar sus efectos. Pero ¿y lo bien que lo pasamos mientras tanto? Además, ayer era un día para beber y disfrutar.
-¿Y tú cómo estás tan bien? No entiendo cómo no te afecta el alcohol Dave.
-Yo, mi querido amigo, ya estoy más que acostumbrado -bebió un poco de café sin apartar los ojos de él-. Pero tampoco es propio de ti beber tanto, Aaron. Ni mezclar como lo hiciste ayer.
-Supongo que necesitaba olvidarme un poco de todo -se encogió de hombros mientras apartaba la mirada de la vista escrutadora de Rossi.
-Sí, ya veo que lo hiciste, y bastante bien a decir verdad – volvió a reír mientras servía el desayuno.
-¿Qué quieres decir?
-¿No te acuerdas, Hotch? -él negó lentamente con la cabeza y Rossi silbó-. Chico, entonces has bebido mucho más de lo que pensaba.
-¿Puedes contármelo, por favor? -preguntó frotándose las sienes en un tono irritado.
Rossi terminó de servir el desayuno para todos, colocando un plato frente a él, y luego se aseguró de tapar el resto para que no se enfriara. Luego rellenó las dos tazas de café antes de sentarse frente a él. Hotch esperó pacientemente a que terminara.
-Supongo que algo recordarás ¿no? -comenzó el agente mayor.
-Por supuesto. Recuerdo llegar, saludar a todo el mundo, hablar contigo y Morgan del último partido de los Chicago Cubs, charlar con las chicas y con Erin, con alguna gente más y…puf, no recuerdo mucho más -se rascó el cuello nervioso.
-Apuesto a que en todas esas ocasiones, tenías una copa en la mano -Hotch asintió-. Pero relájate hombre, porque si lo que te preocupa es si has hecho algo malo o vergonzoso, no te preocupes, que no ha sido así.
-Menos mal…-Hotch suspiró ruidosamente.
-Al menos hasta que Strauss y tú cogisteis una botella de vodka y os pusisteis mano a mano -Rossi aguantó la risa.
-¿Qué hicimos qué? -Hotch levantó la cabeza horrorizado, mirando al agente mayor.
-Tranquilo hombre, lo mejor vino cuando os pusisteis a cantar a voz en grito "I Will Survive", con Prentiss y García haciéndoos los coros. JJ y Morgan se encargaron de grabar vuestra magnífica actuación -Rossi rio a carcajadas-. Luego les diré que me pasen el vídeo. Es un recuerdo para toda la vida.
-¿Y por qué nos dejaste hacer el ridículo de esa manera, Dave? Deberías habernos parado. No deberías haberme dejado beber tanto -se lamentó el agente sacudiendo la cabeza, consternado.
-Aaron, creo que a ambos os ha venido bien algo así. Invité a Erin a la fiesta porque también ha tenido un año duro, y la relación con el equipo cada vez va mejor -Rossi se acercó a Hotch y posó una mano en su hombro-. Y por cierto, creo que la elección de la canción fue todo un acierto.
-Pues yo creo que no -se frotó la cara con las manos, totalmente frustrado.
-Todo mejorará con el tiempo, Aaron. Ya lo verás.
-Me lo dices por experiencia ¿no? -se burló Hotch sonriendo un poco.
-No deberías burlarte. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, ya sabes…-ambos rieron-. Y ahora que me fijo…¿dónde has dejado la camisa? ¿Tan mal estabas al despertar que te has vestido a medias?
-Oh, pues está…en…-se rascó nervioso la nuca mientras se sonrojaba sin querer.
-No me digas que…¡Oh dios! Te has…
-¡No! -lo interrumpió rápidamente-. Al menos creo que no…
-¿Cómo que crees que no? Eso se sabe o no se sabe, Hotch.
-La camisa la tiene puesta Erin, pero yo estaba vestido. No me acuerdo de nada, Dave.
-¿Tampoco de eso?
-No me acuerdo de lo que me contaste, cómo para acordarme si me he acostado con ella.
-Pues sólo te queda preguntarle -sentenció Rossi.
-Está dormida.
-No va a dormir toda la mañana, chico, en algún momento se despertará. Súbele una taza de café y agua con Advil, creo que ella también lo necesitará -Rossi preparó el café y se lo pasó.
-¿Y qué me dices de esos dos? -bromeó Hotch señalando con el dedo el salón.
-Sí, intenté que se fueran a una habitación, pero ya estaban profundamente dormidos. Despertaré también a Prentiss y García, que ellas sí están durmiendo decentemente. JJ y Will se fueron a su casa.
-La casa ha quedado un poco…
-No te preocupes por eso. En una hora vendrá una empresa de limpieza y la dejará como nueva. Tiene que estar lista para la hora de comer. Hoy es Año Nuevo -sonrió de oreja a oreja. A Rossi le encantaba cualquier fiesta y estar rodeado de gente.
-Ya…Voy a ver a Erin.
Y subió las escaleras tan lentamente como las había bajado, e igual de confuso. Esperaba que Strauss pudiera contarle un poco más de su noche, y de lo que hubiera podido pasar entre los dos. Eso, por supuesto, si ella recordaba algo.
Continuará
