Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J. K. Rowling. La historia es de Inadaze22.
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Capítulo treinta y cuatro: Aquí estoy dejándolo ir
Primera parte: Compañeros
Su padre le había dicho que, para garantizar el éxito, el encuentro entre un chantajista y la persona a la que estaba chantajeando debería ser como un gran mago y un maestro jugando al ajedrez mágico.
El objetivo del gran mago era entrar al juego con una especie de respeto por su oponente, jugar con su confianza, pero sin mostrar arrogancia, y terminar el juego antes de que el maestro pudiera aprender su estrategia y usarla contra él. Cada uno de los movimientos del gran mago tenía que involucrar el pensamiento y una planificación, tenía que tener en cuenta todos los posibles contraataques y debía considerar los resultados cuidadosamente, y no podía haber sorpresas.
Los grandes magos, como los chantajistas, detestaban las sorpresas o cualquier cosa que pudiera romper su concentración y obstaculizar su progreso. Sin embargo, alguien se había olvidado de explicarle todo eso a Parvati Patil porque había cometido varios errores desde el principio. Pero eso estaba bien. Draco felizmente lo usaría a su favor.
El problema con Patil era que se suponía que era la gran maga en este juego, pero estaba jugando como una novata. Su primer movimiento había sido un desastre de arrogancia; un caso clásico de cómo no comportarse cuando se juega contra un oponente digno. Fue una lástima, de verdad. Había esperado más de ella después de ese encuentro sorpresa en el restaurante hace un par de semanas. Pero sus errores solo le facilitarían las cosas.
Cuando Draco entró en la sala de estar privada en la que se reunirían, no solo no se había molestado en levantar la vista de la mesa, sino que había seguido escribiendo en su cuaderno. Preguntas, sin duda. El rasguño de su pluma era el único sonido que escuchó después de cerrar la puerta. El contacto visual, le habían dicho, era imprescindible. Significaba autoridad y confianza, dos cosas que un chantajista necesitaba establecer de inmediato para demostrar que era serio y que tenía el control. Le molestó mucho que ella no lo hubiera mirado, pero no lo vocalizó.
¿Por qué? Era sencillo. Porque era el maestro del ajedrez. El objetivo del maestro del ajedrez era hacer todo lo que estuviera en su poder para extender el juego, mientras aprendía sobre su oponente. Era extraño para él, ponerse en una posición en la que no tenía el control desde el principio, pero era como la frase "por el bien común" que había escuchado decir al Ministerio después de la guerra.
Claro, el significado, en este caso, era diferente, pero el mensaje general era el mismo.
Una vez más, sin mirar hacia arriba, Patil hizo un gesto casual hacia el asiento frente a ella.
—Sería mejor si tomaras asiento, Hermione.
A lo cual, respondió con un tono frío y sarcástico.
—¿Es esa la forma de saludar a un viejo amigo?
Draco estaba complacido con la expresión de "me acabo de cagar en los pantalones" en el rostro de Patil, pero logró mantener su rostro neutral. Sin embargo, fue más difícil mantener la compostura cuando ella casi derriba la silla mientras se levantaba, con los ojos muy abiertos y las manos apretadas a los costados.
—¿Draco Malfoy?
Oh, todo esto era perfecto e invaluable.
—En carne y hueso —Draco arrastró las palabras, agregando a propósito una ligera rigidez a su tono que, esperaba, la convenciera de su aparente, aunque falsa, inquietud. Solo tenía treinta minutos para conseguir lo que necesitaba, y si quería que su plan funcionara, tendría que llevarla a una falsa sensación de seguridad. Entonces estaría más dispuesta a hablar y a no darse cuenta de que se estaba cayendo por un precipicio. Hacer eso significaba que tenía que ejercer la paciencia y la moderación y, para su consternación, dejar que ella pensara que estaba ganando.
Ella lo observó con ojos dudosos.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Hermione? Por qué...
La hizo callar con un gesto.
—Por entretenido que sea, prefiero no jugar a las veinte preguntas.
—Está bien, porque solo tengo una pregunta. ¿Dónde está Hermione?
—Eso no es de tu incumbencia —respondió mientras sacaba una pelusa invisible de la manga de su túnica. Por supuesto, no había nada allí, pero Draco tenía la sensación de que, en los meses posteriores a su último encuentro, Parvati había encontrado una manera de estudiar sus gestos. No poseía evidencia empírica para apoyar esa idea; era solo una corazonada de que estaba poniendo a prueba. Merlín esperaba tener razón porque su plan de respaldo no era tan perfecto como el original.
Patil lo miró con ojos entrecerrados.
—De verdad. ¿Y por qué no?
Notó el regreso de su arrogancia casi de inmediato.
Bueno, eso había sido más fácil de lo que había anticipado.
Sin embargo, ella le había dado todas las pruebas que necesitaba. Lo había estado observando, estudiándolo, tratando de aprender sus hábitos, probablemente, en preparación para ese encuentro sorpresa en el restaurante. Draco resopló para sí mismo. Eso era fantástico para él, pero malo para ella. Vergonzoso. Nadie le había dicho que el problema de hacer suposiciones sobre los demás era que uno asumía demasiado o muy poco.
En este caso, había asumido muy poco, pero eso estaba bien.
Draco se obligó a verse un poco nervioso.
—Simplemente no lo es. Ahora, si pudiéramos continuar.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho y lo miró con frialdad.
—¿Continuar con qué? —ella frunció la nariz de una manera que le recordó inquietantemente a su mentor—. Mi reunión es con Hermione, no contigo.
—Realmente…
—Ahora, si tan solo enviaras a Hermione…
Por un segundo, Draco abandonó sus planes y la interrumpió con un muy firme y seco, "Detente". Despreciaba que lo interrumpieran, pero, como la mayoría de las veces, Draco ejercía moderación.
—No está esperando en el pasillo; ni siquiera está en el edificio. Me temo que tendrás que tener esa reunión conmigo.
Parvati levantó obstinadamente la barbilla.
—No es muy probable. No me importa si tengo que…
—Toma asiento y acepta que hoy te reunirás conmigo.
Nuevamente, ella lo ignoró y cruzó los brazos sobre su pecho. Una postura defensiva durante la ofensiva. Otro mal movimiento de Patil. Pero no todo estaba perdido. Al menos, había logrado autocorregir sus problemas de contacto visual. Sus ojos nunca dejaron los de él.
—Esto no era parte del acuerdo.
—Los acuerdos, como sabes, están destinados a romperse.
—Hermione y yo teníamos un trato, así de simple. Ella me diría la verdad o imprimiré lo que yo quiera. De cualquier manera, es una victoria para mí. Solo estaba tratando de darle el beneficio de la duda y la oportunidad de ser sincera.
—¿Oh en serio? —pensó en ir con todo, pero se contuvo. Apenas. Este no era el momento adecuado. Además, ella no había dicho nada que pudieran usar en su contra.
Y le quedaban veinticuatro minutos.
—Sí, de verdad —resopló frunció el ceño—. Esta reunión ha terminado. Puedes irte —la bruja hizo una pausa y se tocó la barbilla como si acabara de recordar algo importante—. Oh, y asegúrate de decirle a Hermione que en cuatro días ella podrá leer todo sobre cómo su tórrida historia de amor de una noche en la batalla final, llevó al nacimiento de su hijo con Harry. Se parece mucho a Harry en esa foto, así que nadie tendrá dudas. Seguro que será un artículo sensacional.
Apretó la mandíbula, pero esta vez, no lo hizo a propósito. Un millón de respuestas se arremolinaron en su cabeza, pero Draco se contuvo de pronunciarlas, simplemente porque de repente no confiaba en sí mismo.
O en sus palabras.
—Te ves un poco tenso, Malfoy. ¿Te puse nervioso? —Parvati preguntó esperanzada—. Es una lástima, de verdad, que no pudiéramos charlar más. Apuesto a que hay montones de cosas que puedes decirme, pero por desgracia, no veo el propósito de esta reunión sin Hermione. A menos que... —ella lo miró con una pequeña sonrisa en su rostro—. A menos que sepas la verdad y ella te envió aquí para contármela.
Bueno, ese fue un giro inesperado.
—Crees que me conoces, pero has dejado sorprendentemente claro que no es así. No soy el lacayo de nadie.
Parvati abrió la boca, pero negó con la cabeza y finalmente se sentó; con esa sonrisa de suficiencia todavía en sus labios. Al menos esa parte iba según el plan. Luego hizo un gesto hacia la silla frente a ella.
—Toma asiento, Malfoy. Puede que haya cancelado la reunión demasiado pronto. Parece que tenemos mucho que discutir.
Esa vez, fue él quien la ignoró.
—Prefiero estar de pie.
Ella se encogió de hombros y estableció algunos hechizos de privacidad. Nada demasiado complicado.
—Haz lo que quieras, pero como tengo que "charlar" contigo, también puedo hacerte algunas preguntas —Patil se detuvo por un momento antes de empezar—. Verás. Tengo un pequeño problema con todo esto.
Draco inclinó levemente la cabeza hacia un lado, pero no dijo nada.
La bruja tomó su silencio como una debilidad y sonrió antes de continuar.
—Hacer algo desinteresado, como aparecer aquí en lugar de Hermione, no es realmente tu estilo.
—¿Cómo sabes que no es el egoísmo lo que me trajo aquí? —preguntó, cambiando su peso de un pie al otro. Solo entonces se dio cuenta de lo tensos que estaban sus músculos. Cuando Parvati lo miró con escepticismo, Draco continuó—. Vine aquí como su representante —con un tono un poco molesto.
—¿Lo eres? —cuestionó Parvati, reclinándose ligeramente en su silla—. No sabía que necesitaríamos representación legal para decir la verdad en un artículo informal…
—Ahórrame las tonterías, Patil. Parece que olvidas que conozco a los de tu clase, mucho mejor que tú. Y lo más importante, conozco a tu mentora. No haces nada informal —le dedicó una mirada casual antes de agregar—. O justa.
Sus ojos fríos brillaron con ira.
—Me molesta eso —observó cómo su mano se cerró en un puño sobre la mesa—. No soy más que justa.
¿Ella justa? Draco arqueó una ceja lentamente.
—Y tú también estás mintiendo, pero eso no es nada nuevo para mí.
—¿Qué?
—Me escuchaste perfectamente bien. Justa. ¿Crees que estás siendo justa? —resopló—. Tú chantajeaste…
—No chantajeé a nadie. Simplemente, le di a Hermione la oportunidad de…
—Puedes dejar de decirte eso en cualquier momento. No le diste una oportunidad; le diste un ultimátum. Que te digan la verdad, o le dirás al mundo lo que sabes. No veo eso como una oportunidad, mucho menos una que cualquiera sería lo suficientemente estúpido como para aceptar. Así que no creas que le has hecho ningún favor.
—Y, sin embargo, ella lo tomó.
Draco relajó sus puños.
—Lo que todavía no entiendo es lo que estás haciendo aquí. Dices que no eres su lacayo, pero aquí estás, haciendo su trabajo sucio. ¿Qué eres para ella? Porque un bastardo egoísta como tú nunca...
Solo tenía que ir y averiguar que era ese algo que lo había estado molestando durante semanas.
—No hagas suposiciones sobre mí —porque, a veces, nos sorprendemos hasta nosotros mismos. Como ahora. El punto en el que hubiera perdido la paciencia y reaccionado acababa de pasar, pero allí estaba con su ira bajo control.
Quizás la madurez de Granger, o lo que sea, había logrado contagiársele.
Mejor aún, tal vez había madurado mucho más de lo que había pensado originalmente.
—No se me ocurriría asumir nada sobre ti. Fue simplemente una observación —Parvati resopló mientras tomaba su pluma—. No hay necesidad de ser tan susceptible, Malfoy —cuando su expresión no cambió, suspiró—. No existe una razón real por la que no podamos hablar de esto como adultos.
Fue como encender un interruptor; esa era la única forma de describir el cambio abrupto en su comportamiento. Casi había pillado a Draco con la guardia baja, pero lo que lo había salvado de quedar completamente desorientado fue el hecho de que había visto todo esto antes. Realmente valió la pena tener a Rita Skeeter como amiga de la familia. Le había permitido observarla y conocer su estilo; uno que Parvati Patil emuló... Probablemente, porque nunca se había molestado en encontrar el suyo. Atrás quedó la fría Parvati, y en su lugar estaba… Bueno, la protegida de Rita Skeeter en su modo de periodista persuasiva.
—Malfoy, solo estoy aquí para ayudar.
Frunció el ceño.
—Ayudar y obtén tu historia —quedaban diecinueve minutos.
—Por supuesto —sonrió—. Si he aprendido algo, es que no obtienes nada gratis en la vida. Tienes que trabajar y hacer sacrificios para conseguir lo que quieres.
Draco no dijo nada, pero se preguntó por qué le estaba hablando, como si él no supiera nada sobre sacrificios. No había hecho más que sacrificios y nunca había tratado de algo que quisiera. ¿Era posible ser egoísta y desinteresado al mismo tiempo? ¿O tal vez desinteresado a la fuerza?
Eso sonaba más probable.
Y por lo que sabía, los sacrificios de Patil estaban motivados exclusivamente por el egoísmo. Había renunciado a casi todo, y a todos, solo para salir adelante. Se encontró preguntándose cuál era su punto.
Pero luego recordó que le importaba una mierda.
Durante el tenso silencio, Patil cruzó las piernas y juntó las manos, tratando de demostrarle que él tenía toda su atención. Draco decidió que era el momento adecuado para darle otra razón para dejarla pensar que tenía el control de la situación; se sentó en la silla designada y miró casi desafiante a la bruja de aspecto presumido.
El silencio duró lo suficiente para que él se acomodara en su asiento. Y ella se aclaró la garganta.
—Odio el silencio. Nada se logra con silencio. Así que, como te sientes particularmente taciturno, creo que debería comenzar con lo que sé. Solo para empezar a lanzar la bola, o eso dicen los muggles.
Otro mal movimiento.
Inmediatamente, escuchó la voz de su padre en su cabeza, tan clara como si estuviera de pie junto a él. "No importa lo mal que se ponga, nunca muestres tus cartas, Draco". Fue el vívido recuerdo de la expresión seria en el rostro de su padre cuando le dijo esas palabras años atrás, lo que casi lo hizo detenerse. Había estado pensando en Lucius desde que estaba en el callejón, y eso estaba empezando a interponerse con la tarea que tenía entre manos. Draco rápidamente aclaró su mente.
Iba a superar esto solo.
—¿Dónde está su hijo?
Su rostro permaneció en blanco.
—¿Cómo se supone que debo saber eso?
La sonrisa de Parvati permaneció.
—Porque estás con ella todo el tiempo. Y parece que últimamente, la dinámica entre ustedes dos ha cambiado. Tengo tantas fotos de ustedes dos en mi oficina, nadie dudará que ustedes dos están juntos.
En realidad, estaba más informada de lo que había anticipado y su estómago se revolvió.
—Quizás lo seamos, tal vez no…
—Solo quiero conocer al niño. Tiene cinco años, ¿verdad? —cuando Draco no respondió, ella continuó—. Me pregunto si lo envió a una escuela en el extranjero para mantenerlo en secreto.
Granger nunca lo haría.
—Ahora es el momento de decirme algo que tú sepas. No puedo ser la única que dé información.
Draco sabía que tenía que elegir bien sus palabras. Muy sabiamente. Estaba tan cerca de llevarla a donde la quería, y no podía equivocarse o fallar. ¿Pero qué podría decirle? Tenía que ser algo que despertara su interés, algo que fuera verdad y que no traicionara la confianza de Granger.
—Puedo confirmar que todavía está en Italia.
Y eso fue simplemente sombrío.
Por un momento, no estuvo seguro de lo que ella diría o haría. Parvati parecía completamente escéptica.
—¿Cómo sé que no estás tratando de engañarme? ¿Qué lo que estás diciendo es la verdad?
Se encogió de hombros.
—No lo harás —se permitió sonreír por primera vez desde que entró en la habitación—. ¿Qué importa de todos modos? Tienes tu historia.
—No toda la historia. ¿Cuánto tiempo duró el romance entre ella y Harry antes de que Harry comenzara a salir con Ginny y ella comenzara a salir con Ron? La forma en que Ginny lo cuenta y el hecho de que quiere la cabeza de Hermione en una pista me lleva a creer que salieron al mismo tiempo. Y eso en sí es una excelente historia. Tengo varias entrevistas de Ginny que hacen que todo sea aún más complicado.
Draco se quedó allí sentado y la dejó hablar.
—Ella estaba sedienta de sangre cuando la contacté —Parvati negó con la cabeza—. Presioné un poco y me dio la dirección de Hermione y todo lo que necesitaba. Fui a Venecia por unos días, hablé con algunos de sus vecinos muggles, pero apenas la veían. Se mantuvo alejada, en su trabajo no compartieron información conmigo. Una lástima. Pero Ginny fue más interesante. Ella sugirió que escribiera sobre ustedes, dos teniendo un hijo; me sentía reacia, pero curiosa. Después de todo, se necesitan dos para bailar tango, o como sea que digan los muggles. Le pregunté y me mintió. No fue Ron, porque de ser así, Hermione nunca se hubiera ido. No fuiste tú, porque eso era imposible. ¿Con qué otro hombre, sino Harry?
Y su mente comenzó a trabajar, tratando de averiguar cómo iba a encontrar el camino de regreso al que ya había establecido.
—Todos conocen la historia de lo que sucedió cuando estaban buscando lo Horrocrux. Ron los dejó durante un tiempo y solo estaban ellos dos. Me pregunto qué sucedió realmente. Tengo mis teorías al respecto. Solo suposiciones. Sin embargo, como he aprendido desde mi suspensión, nada es más importante que los hechos. Y aquí hay un niño que confirma todas mis teorías. Entonces, ¿dónde está, Malfoy?
—Te dije que está en Italia.
—¿En qué parte de Italia? Mis editores están esperando.
—¿No vas a pasar por El Profeta?
—No, esto ha sido programado para su publicación en un nuevo periódico en Escocia. Este será su primer titular importante, y están ansiosos por tener mi borrador final.
Bueno, eso fue interesante.
—Hablas demasiado, Patil. Te va a meter en problemas.
—Lo dudo.
Fingió un suspiro y preguntó.
—¿Qué quieres?
—Su ubicación exacta. ¿En qué escuela está…?
—Sé dónde está —Draco fanfarroneó.
Era su turno de parecer sorprendida.
—Hermione claramente ha perdido su toque si confía en ti, de todas las personas.
Draco luchó por mantener su rostro impasible.
—¿Quieres la ubicación o no?
Ella parecía dubitativa.
—¿Cómo sé que me vas a decir la verdad?
—Supongo que tendrás que confiar en mí.
—Tu palabra puede ser lo suficientemente buena para Rita, pero no es para mí.
—Entonces, ¿por qué me estás hablando? Todo lo que tengo es mi palabra.
Patil lo miró tercamente durante un tiempo. Draco no estaba seguro de que ella aceptara su respuesta, pero luego las comisuras de sus labios se crisparon y ella estaba sonriendo. Él también, por dentro.
—Supongo que tienes razón —Patil se sentó con la espalda recta—. Adelante, dime.
Draco miró su reloj y golpeó la mesa con el dedo.
La miró directamente a los ojos y respondió a su demanda con un firme "No".
La ira en sus ojos era inconfundible.
—No es así como se supone que esto...
Él apagó sus palabras como a una pequeña llama.
—No te lo diré. No hasta que respondas mis preguntas.
—Preguntas—resopló—. No creo que estés en la situación para empezar a hacer demandas, Malfoy.
—Oh, pero ya ves, estoy en el lugar perfecto para hacer demandas. ¿Cómo obtuviste su acta de nacimiento?
—Seguramente, dada tú… —Parvati hizo una pausa para elegir sus palabras con cuidado—. Amistad con Hermione, sabrás que el niño nació en el único hospital de la Venecia histórica.
De hecho, no lo sabía.
Matthew seguía siendo un tema delicado; uno que no mencionaba hasta que fuese necesario o pertinente. Lo que significaba: nunca. A veces hablaba de él. Sabía lo suficiente, pero no todo, y pensó que Granger se lo diría a su debido tiempo y tal vez él vería sus películas. También creía que ella estaba esperando que él hiciera lo mismo. Frunció el ceño ante el pensamiento antes de guardarlo para después.
Se movió en su asiento, repentinamente nerviosa.
Draco habría sonreído si no hubiera estado en un estado de depredador.
—Lo adquirí.
—Dilo de nuevo sin inquietarte tanto. O tal vez con la confianza de antes.
—Yo…
—Oh, no seas reservada ahora —se burló Draco—. No cuando eras tan audaz hace unos minutos —hizo una pausa y decidió jugar con su terquedad. No le tomaría demasiado tiempo —. No te avergüences…
—Los hospitales muggles no mantienen registros de nacimiento. Así que fui al lugar que sí lo hace y obtuve una copia.
Bingo. Ya la tenía.
Draco se reclinó contra su asiento y preguntó.
—¿Cómo te las arreglaste para hacer eso? Los muggles tienen leyes de privacidad. Escuché que el papeleo es tedioso.
—Soy una buena periodista —respondió Parvati con aire de suficiencia—. Y una buena periodista busca la verdad, dondequiera que eso la lleve. También hace lo que sea necesario para obtener lo que necesita.
—¿Y qué significa eso?
Patil hizo un gesto con la mano.
—Magia inofensiva, eso es todo.
—¿En Muggles?
Draco tuvo que esforzarse para no hacer ninguna expresión facial que lo delatara.
«Después de lo que has hecho, ¿quién eres tú para juzgar? Al menos obtuve lo que necesitaba sin que alguien muriera.»
Ese fue un golpe bajo, pero lo tomó porque se lo merecía. Nunca lo olvidó.
—Pareces casi sorprendido de mi comportamiento —entrecerró los ojos con fiereza—. Pero no me avergüenzo de nada de lo que he hecho. Fue por un bien mayor.
—Por tu bien —replicó.
—Exactamente.
—Si no te avergüenza porque fue hecho por tu bien, entonces dime cómo tomaste...
—El encantamiento Confundus funciona perfectamente en muggles que no cooperan.
Eso era todo lo que necesitaba, y lo dijo justo a tiempo.
Hubo un fuerte golpe en la puerta.
La cabeza de Parvati se sacudió, sus ojos se llenaron de confusión.
—¿Quién está ahí?
Draco no dijo nada porque ya sabía la respuesta. Se levantó de su silla, fue hacia la puerta y la abrió. Blaise estaba de pie en la entrada, vestido con su túnica de Auror y con una expresión seria en su rostro. Su único saludo fue un leve asentimiento que en realidad era un mensaje silencioso. Draco luego se hizo a un lado diciendo: "Adelante".
—¿Blaise Zabini? —Patil cuestionó, la confusión estaba grabada en su rostro—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Me invitaron.
Draco vio como la fría comprensión se apoderó de ella. Por segunda vez, esa tarde, saltó de la silla con tanta fuerza que casi la derriba. Sus mejillas estaban rojas y su dedo lo apuntaba acusadoramente.
—¡Me engañaste!
—¿Nunca te preguntaste por qué Granger aceptó tu trato? —preguntó, dando un paso adelante.
Ella respondió a la provocación.
—Simplemente, asumí que ella estaba tomando la opción más inteligente.
—Y te equivocaste. Ella aceptó tu trato porque yo se lo pedí. El propósito de esta reunión no era que tú obtuvieras tu historia, era que te condenaras a ti misma… E hiciste un buen trabajo en eso —sabía que el brillo de sus ojos era malicioso, pero este era el momento que había estado esperando—. Hablas demasiado. Te va a meter en problemas. El uso de magia en muggles; eso no es bueno.
El rostro de Blaise permaneció tranquilo.
Parvati realmente tuvo el descaro de sonreír.
—¿Ese es tu gran plan, Malfoy? ¿Hacer que me arrojen a Azkaban para evitar que publique mi artículo? Eso es realmente bueno. Déjame adivinar, Zabini aquí —señaló al mago—. Escuchó toda nuestra conversación usando una oreja extensible o algún otro dispositivo mágico para oír a escondidas. ¿Estoy en lo cierto? —no dejó que ninguno de los dos respondiera—. Si ese es el caso, entonces, no escuchaste nada porque, como sabes, instalé hechizos de privacidad. Los dispositivos mágicos no funcionan aquí —su sonrisa era arrogante y Draco sintió la necesidad de borrarla allí mismo, pero tenía la sensación de que ella tenía algo más que decir… Y se lo permitió—. Es mi palabra contra la tuya, Malfoy. No puedes probar nada.
—Pero, verás, ahí es donde te equivocas. Aún puedo probarlo todo —metió la mano en el bolsillo interior de su túnica—. Lo dijiste tú misma. Los dispositivos mágicos no funcionan aquí, pero los dispositivos muggles...
Su sonrisa rápidamente se convirtió en un ceño fruncido.
—¿De qué estás hablando?
—No necesitaba Orejas Extensibles, no cuando tengo… —Draco extrajo la pequeña grabadora de su túnica—. Esta cosita…
Los ojos de Parvati se abrieron al reconocerlo. Abrió y cerró la boca repetidamente, como un pez, y fue divertido. Evidentemente, no pudo encontrar que decir.
—Granger pasó las últimas semanas probándola, haciéndola resistente a la magia y los hechizos. Es un talento suyo. Como bien sabes. Luego, me enseñó a usarla —después de jugar con la grabadora por un momento, Draco logró apagarla y entregársela a Blaise, quien la manejó como un experto.
Por supuesto, sabía cómo trabajar con una grabadora muggle.
Segundos más tarde, todos escucharon.
—... Asumí que ella estaba tomando la opción más inteligente —Blaise presionó otro botón, y luego escucharon—… El encantamiento Confundus funciona perfectamente en muggles que no cooperan.
Y ella se derrumbó.
—¡Me engañaste!
—Sí, pero el engaño es perfectamente legal. Por otro lado, usar magia en Muggles no lo es —él respondió—. No solo confesaste haber violado nuestras leyes aquí en Inglaterra, también el haber violado las leyes en un país extranjero. El Ministerio no tolerará...
—¡El Ministerio ni siquiera tiene una razón para investigarme!
—Si no lo hicieran, no estaría aquí preparándome para llevarte a un interrogatorio —le dijo Blaise.
—La audacia de tu pequeño truco en el restaurante hace un par de semanas con nuestro camarero levantó muchas banderas rojas dentro de la Oficina del Uso Indebido de la Magia —informó Draco—. Hermione fue y dio declaraciones al respecto, lo que le dio al jefe del departamento todas las razones para investigarte.
—¿Me investigaron?
—Por supuesto, pero el resultado de la investigación del Ministerio fue muy parecido al nuestro. No pudieron encontrar pruebas suficientes para arrestarte. Necesitaban una prueba verbal, una confesión.
—¡Pero nadie resultó herido!
—Eso no importa —Blaise finalmente habló—. Violaste la ley varias veces y debemos llevarte al Ministerio para ser interrogada bajo Veritaserum y una prueba de varita.
—¿Debemos?
Casi como si fuera una señal, otros dos Aurores entraron en la habitación. El primero ató mágicamente sus manos y el segundo tomó su varita. La realidad de la situación puso a Parvati casi histérica.
—¡Espera! Malfoy, te diré todo lo que necesitas saber. Te contaré sobre el artículo…
Draco miró a Blaise. No le dijo nada, su parte en todo esto acababa de terminar. Blaise asintió con la cabeza a los dos Aurores para que se llevaran a Patil, que todavía estaba tratando de hacer un trato, fuera del establecimiento. Todo quedó en silencio entre los dos antes de que Blaise le hablara.
—Sabes, si va a juicio, tú y Hermione tendrán que testificar, ¿verdad?
—Si esto va a juicio. Tengo toda la intención de no permitirlo.
Los ojos de Blaise se entrecerraron con confusión, luego con realización.
—Planeaste todo lo que pasaría.
—Sé que Granger está dispuesta a todo por esto y a decirle la verdad al mundo, pero no voy a dejar que se vea obligada a hacerlo. Lo hará a su propio tiempo, a su manera, cuando quiera. Para hacerlo... O si no quiere contarlo —dijo con una feroz determinación—. Conozco al abogado de Patil y lo llamaré para tener una reunión mañana. Querrá mantener esto lejos del Wizengamot.
—¿Y si el fiscal no lo hace?
—Tratamos de hacer tratos para estos casos pequeños. Mantiene nuestra carga de trabajo manejable y evita que el Wizengamot escuche casos ridículos.
—Creo que ambos estarían interesados en verla arrojada a Azk…
—Hablo por los dos cuando digo que estamos más interesados en que esta terrible experiencia haya terminado —cuando Blaise sonrió, Draco lo ignoró. Sabía exactamente cómo sonaba eso y en realidad no se sentía tan mal decirlo. Nosotros—. Además, estaríamos locos si no hiciéramos un trato. No es un caso sólido y aquí no obtendrá nada más que una palmada en la mano, pero deberá responder por sus crímenes en Italia. Ellos no son tan indulgentes como nosotros con el uso de magia en Muggles.
—Pero tienes una confesión.
—No hay leyes sobre cómo se adquieren pruebas, es cierto —Draco extrajo su varita y la usó para juntar todos los papeles sobre la mesa—. Pero no quiero que Hermione pase por un juicio. Y cuando me acerque al abogado mañana, le diré que lo dejaremos todo si toma un Voto Inquebrantable de silencio.
—Lo que sea que quieran —Blaise levantó las manos—. Esa es tu área. Yo solo investigo y hago arrestos. Aunque debo decir, este fue el más fácil hoy, por lejos. Esperaba que ella se resistiera más —tomo todas sus cosas y las puso en una bolsa que había sacado del bolsillo de su túnica. Cuando terminó, se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo y se dio la vuelta—. Probablemente, tendrás que ir a buscar a Hermione ahora.
—Me encontrará cuando esté lista —Draco se metió las manos en los bolsillos—. Si todavía está tranquila, iremos a la Noche de Trivia.
Blaise casi parecía complacido.
—Y mañana la llevaré a un partido de los Falmouth Falcons —lo había decidido en el momento en que lo dijo. Después de todo, ya tenía las entradas. Había estado planeando ir solo porque Blaise tenía que trabajar. Pero ahora…
—¿Como en una cita?
—Sí, una cita.
—Has recorrido un largo camino —se rio Blaise—. No arruines esto, Draco.
—No tengo intención de hacerlo.
—Me aseguraré de decirle a Pansy que no los espere para cenar mañana —luego se fue.
Cuando la puerta se cerró detrás de Blaise, Draco permitió que las comisuras de sus labios se curvaran en una leve sonrisa.
El olor de la victoria era acre en el aire y su sabor era tan dulce.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Segunda parte: En tus manos
Silencio.
Era denso, tanto que parecía ser un sonido propio.
Pero no era del tipo que precedía a una gran explosión o una tormenta. En cambio, era del que comenzaba como imperceptible, pasaba a hacer sentir su presencia y seguía atormentándola. Era el tipo de silencio que hablaba, le decía que solo porque la verdad saliera a la luz no significaba que pudiera relajarse, que había terminado de ponerla a la prueba y que esta situación no se había resuelto.
Hermione tuvo la sensación de que el resultado ya no estaba en sus manos.
Mientras el silencio entre ellas incrementaba y se hacía más espeso. A Hermione, le ayudó a digerir lo que ya había sucedido y lo que estaba por venir. El silencio la calmaba y la ayudaba a recordar por qué estaba allí. Era demasiado fácil perder su propósito en una situación como esta.
Sería muy fácil perderse en la ira cuando Ginny finalmente miró hacia arriba.
—Estás mintiendo.
Si hubiera tenido una mentalidad diferente, no habría escuchado la diferencia entre este "estás mintiendo" y el anterior. Si bien el otro había sido una acusación directa, esta tenía un matiz de... Esperanza.
—No puedo expresar cuánto desearía estar mintiendo, pero no lo hago.
Ginny, aturdida, sacó la silla en la que se había negado a sentarse unos minutos antes y se sentó. Miró más allá de ella a las paredes, color melocotón, y sus ojos se movieron de un lado a otro como si estuviera tratando de leer algo con el ojo de su mente. Luego, miró a Hermione de repente.
—Pero…
—Pero ¿qué? —la interrumpió, esforzándose por evitar que su voz se elevara.
—Tienes que estar mintiendo o...
—No —Hermione negó con la cabeza. Cada vez era más difícil mantener la voz firme—. No voy a dejar que hagas esto, Ginny. No dejaré que tuerzas esto. Has hecho eso con todo lo que he dicho, ni siquiera recuerdo desde cuando lo haces. No estoy mintiendo ni omitiendo nada. Nuestro hijo murió el año pasado antes de que yo regresara —Ginny se encogió ante su última palabra y no pudo ocultar las emociones de su voz cuando preguntó—. ¿Por qué iba a mentir sobre algo así?
Ginny parecía que todavía estaba luchando por aferrarse a las palabras de Hermione, su significado, todo. Apoyó los codos en el escritorio y se pasó la mano por el cabello con frustración. Sus siguientes palabras carecieron del veneno anterior.
—Porque tú... Dirás cualquier cosa para limpiar tu nombre y hacerme parecer una tonta.
—El hecho de que haya muerto no me libera de nada.
—Parvarti pensó que lo habías enviado a una escuela para…
—Yo nunca lo enviaría lejos —Hermione negó con la cabeza—. Escucha tus instintos, Ginny.
Eso no fue lo mejor que se pudo decir.
Ginny la miró con terquedad.
—Mi instinto me dice que no te crea.
—Solo porque te has envenenado contra mí.
—¡No, no lo hice!
—Te has convencido de no creer nada de lo que salga de mi boca. Es una pena que estés tan consumida por el odio hacia mí que ni siquiera puedas reconocer la verdad. Porque te estoy diciendo la verdad. Harry y yo no vamos a huir para criarlo o cualquier cosa que se te haya ocurrido. No sé qué está haciendo Harry, pero sí sé que no tiene nada que ver conmigo o con nuestro hijo, porque murió. Murió.
Hermione cerró los ojos por un momento para controlar su respiración, pero no detuvo las lágrimas porque las palabras dolían.
—¿Qué quieres que haga para demostrártelo? ¿Te gustaría ver su certificado de defunción? ¿Tomar un trasladador a Venecia para ver su lápida? Porque no estoy segura de qué más puedo hacer para que me creas —Hermione se puso de pie, las lágrimas aún caían—. Solo vine aquí para decirte la verdad.
—¿Pero por qué esperaste para decírmelo? —preguntó Ginny, mirándola—. ¿Por qué esperaste hasta después de que yo...?
—¿Me habrías escuchado? ¿Nos hubieras escuchado esa noche cuando te enteraste?
Ginny no dijo nada durante un tiempo, hasta que murmuró su respuesta.
—No.
—Exactamente.
—Pero aun así debiste haberme obligado a escucharlo la noche que me enteré de él. Podríamos haber evitado todo esto si me hubieras dicho que estaba muerto.
—¿Qué diferencia hace su muerte? —casi gritó—. ¿Qué cambia? ¡No cambia absolutamente nada!
—¡Lo cambia todo, Hermione! No soy una desalmada. Nunca le faltaría el respeto a un niño muerto.
—¿Entonces está bien usar a un niño vivo para lograr tu venganza? ¿Es eso correcto?
Su boca se abrió.
—¡No, no es así!
—Pero eso es exactamente lo que dijiste. Está bien hacer lo que hiciste, entregar su foto a Parvarti, hacer que Parvarti escribiera mentiras... Mientras él este vivo.
—¡Estás poniendo palabras en mi boca!
—¡Solo me guío por tus acciones! —Hermione negó con la cabeza, repentinamente cansada—. No tenías ni una pizca de remordimiento hasta que te enteraste de que estaba muerto.
—Pero mientes todo el tiempo —la voz de Ginny sonaba mecánica, ensayada y practicada en exceso.
Hermione sabía que solo estaba regurgitando de lo que se había convencido a sí misma durante todos estos años. Y se preguntó por qué Ginny se aferraba tan firmemente a sus creencias. Hermione había estado esperando internamente que sus palabras, que la verdad, tuvieran algún efecto en su comportamiento, pero no fue así y... Y fue más decepcionante de lo que hubiera esperado.
Obligó a Hermione a hacerse una pregunta muy difícil: ¿Qué esperaba obtener hoy?
La respuesta: Demasiado.
—He hecho muchas cosas malas y supe que esta conversación sería la más difícil porque solía pensar que tu resentimiento hacia mí provenía de los celos y los malentendidos, pero ahora me doy cuenta de que proviene de los sentimientos de Harry hacia mí. Y lo siento. Si pudiera cambiar lo que pasó, lo haría. Pero no puedo...
Un momento de verdad no iba a cambiar todo ni cambiaria a Ginny. No iba a borrar su dolor, rabia y profunda desconfianza; ni siquiera la ayudaría a crecer y a seguir adelante. Esa noción era idealista, no, era poco realista. No podía cambiar a Ginny; ella ni siquiera quería intentarlo. No era su lucha ni su lugar. Y Hermione tenía un claro entendimiento de lo que tenía que hacer hoy.
Poner todo en manos de Ginny.
—Ginny…
Ella interrumpió abruptamente a Hermione.
—Detente, deja de decir mi nombre así. No te puedo creer.
Hermione negó con tristeza.
—No voy a sentarme aquí y hablar en círculos contigo. Cree lo que quieras creer —hizo una pausa y abrió su bolso de cuentas y comenzó a cavar—. Sigue sin creerme; sigue intentando vengarte. Estoy cansada de preocuparme y tampoco voy a intentar salvarte. Así que adelante, busca a alguien más que cambie la historia por ti. Lo necesitarás, porque no estoy segura de que Parvati pueda escribir tu historia.
No con la forma en que Draco se encargaría de ella.
—Adelante, busca a alguien que escriba sobre mi hijo, haz lo que opines que se deba hacer para castigarme. De hecho, incluso te ayudaré. Diré la verdad. Diremos la verdad.
Y empezó a nombrar todo lo que sacó de su bolso mientras Ginny se movía incómoda en su asiento.
—Aquí hay una foto de nosotros dos —sus manos comenzaron a temblar— Su panegírico, algunos de sus registros...
Fue más difícil de lo que había imaginado.
—Aquí está el número de la ubicación de su t-tumba —Hermione se atragantó con sus emociones que amenazaban con abrumarla mientras sus lágrimas continuaban cayendo cuando alcanzó a ver su foto. Lo último que quería hacer era entregársela a Ginny, pero sabía que tenía que hacerlo—. Su registro de muerte... —dejó el último papel sobre el escritorio.
Ginny se limitó a mirarla con los ojos muy abiertos.
—¿Q-qué estás haciendo?
Cerró los ojos y lentamente empujó la pequeña pila de papeles sobre el escritorio.
—Estoy poniendo esto en tus manos.
—¿De qué estás hablando?
—No sé cómo hacerte entender, así que tómalo. Toma todo. Úsalo como mejor te parezca. Ya no voy a huir de esto ni de ti. Diré la verdad cuando eso suceda. Aceptaré el juicio de todos. Porque nadie, nadie puede juzgar mis acciones más que yo. Nadie puede odiarme más de lo que yo me odio a mí misma.
Ginny parecía conmocionada.
—Pero si lo haces —dijo Hermione lentamente—. Será mejor que te asegures de decir toda la verdad. Todo. Cuéntales sobre mí y Harry y por qué me fui. Cuando les cuentes sobre Matthew, será mejor que les digas... —su respiración se atascó en su garganta y ahogo un sollozo.
No se derrumbaría frente a Ginny. Ella no lo haría. Pero al mismo tiempo, era una madre afligida y, a veces, la ola la tomaba por sorpresa. El tiempo no curaría sus heridas, pero tenía una forma de adaptarse y hacerla capaz de vivir su nueva normalidad. Así que lo enterró todo para más tarde; hasta que estuviera en la privacidad de su casa, en su refugio.
Solo entonces pudo hablar.
—Diles que fue valiente y testarudo. Cuéntales que era un niño pequeño que no merecía lo que le sucedió. Dígales que se merecía algo mucho mejor y más de lo que yo le di —la voz temblorosa de Hermione se volvió dura—. Relátales todo lo que sabes, todo lo que Harry te dijo, pero será mejor que les cuentes sobre tu papel en todo esto. Será mejor que les digas que me escondiste la carta de Harry, que cómo me escribiste durante cinco años a espaldas de todos, cómo le diste a Parvarti...
—Para. Está bien. Solo detente —Ginny de repente tomó la oferta de Hermione—. Entonces, tienes algunos documentos y fo... —la fotografía, no la de las dos, sino la que está en el escritorio de Parvarti, llamó su atención. Ginny miró más de cerca, pareciendo buscar algo. Pero luego sus hombros se hundieron, sus mejillas se ruborizaron considerablemente, parecía tener náuseas cuando medio susurró—. Nunca la miré cuando se la quité a Harry. No pude.
Hermione no dijo nada. ¿Qué podía decir ella?
Ni siquiera la había mirado cuando se la mostró.
—Tiene los ojos de Harry... —Ginny miró a Hermione, luego volvió a mirar la foto. El silencio volvió, pero no por mucho tiempo. Había disgusto en su voz—. Él también se parece a ti.
Pero luego dejó caer los papeles y las fotografías como si la estuvieran quemando.
—Llévate esto de vuelta. No lo quiero.
—No.
Una mirada de realización horrorizada cruzó su rostro.
—Harry lo sabe y él piensa…
Ella negó tranquilamente con la cabeza.
—Las fotos y los documentos son tuyos hasta que realmente decidas.
—¿Decidir qué? —su voz era casi chillona.
Hermione le devolvió a Ginny su varita.
—Hasta que decidas si vas a contarle esta historia a otra persona, hasta que decidas si dejarás esto, hasta que decidas que dejaste de enojarte conmigo por algo que no hice.
Ginny se guardó la varita en el bolsillo casi aturdida.
—En el momento en que salga por esa puerta, todo terminara. Puedes desperdiciar tu vida conmigo, pero yo no haré lo mismo —tomo la capa de invisibilidad, la dobló con cuidado sobre su brazo y comenzó a caminar.
—Sabes —Ginny sonaba frágil—. Harry trató de decirme la verdad. Varias veces. Pero no lo escuché.
Hermione se detuvo. Quería a decirle que Harry no fue el único que lo intentó, pero no lo hizo porque no tenía sentido. Necesitaría ayuda profesional, porque ella lo aprendería por su cuenta.
—Estaba convencida de que tú... —se calló.
—Antes de irme a Australia —comenzó Hermione—. Harry vino a verme. Quería dejarte, que estuviéramos juntos, pero ¿sabes lo que le dije? —miró a Ginny—. Le dije que él y yo habíamos cometido errores. Que no podía pedirme que lo amara porque yo no lo hacía. Le dije que quería ser su amiga y nada más. Que tú lo amabas y que debería amarte como me amaba a mí, tratarte como a mí. No tengo nada más que sentimientos platónicos por Harry.
—Pero tú, yo… —su voz vaciló.
—Perdiste mucho tiempo tratando de proteger una relación que no estaba siendo amenazada —hizo una pausa—. No, eso no es cierto. Tu relación estaba siendo amenazada, pero no por mí. Harry se quedó sabiendo cómo se sentía y tú lo dejaste, aun sabiendo la verdad. Eso es todo.
Ella miró hacia abajo.
—Escuchaste a Harry decirme que todavía me amaba después de todo este tiempo, y aun así te quedaste con él. Intentaste castigarme y usar a nuestro hijo para vengarte por algo que sucedió cuando tú y Harry no estaban juntos. E incluso trataste de sancionarme por los sentimientos de Harry dándole a Parvati todo lo que necesitaba y trataste de inventar esa historia para alejarla de la verdad. La verdad que ya sabía.
Hermione fácilmente podría haber seguido, pero ese no era el punto que estaba tratando de aclarar.
—Pero, olvídate de todo eso. Podrías haberte ido. Haber hablado con él tú misma sin hacer todo esto. Podrías haber venido a él o a mí cuando Parvarti se acercó a ti con el registro de nacimiento de Matthew. Pudimos habernos ocupado de ella juntos. Podríamos haber trabajado en algo. Haber convertido un montón de negativos en algo positivo, por una vez, y lo hubiera agradecido. Harry también lo habría hecho. Pero le mentiste y él se enteró, te robaste la única foto que tiene de su hijo, ¿y te sorprende que haya terminado de esta manera?
Ella sacudió su cabeza.
—Harry te defendió cuando nos acercamos a él. Se negó a creer que eras capaz de este tipo de mierda. Estaba tratando de ganar tu confianza, salvar las cosas entre ustedes, aunque estaban irreparablemente rotas, pero sucedió. Lo que hiciste, y ahora… —Hermione se detuvo.
—¿Ahora qué?
—Ya está hecho.
Por segunda vez, mostró verdadero remordimiento.
—Lo voy a perder, ¿no?
Ella miró la capa en sus manos.
—Esta es una conversación que debes tener con Harry cuando le des esto —le extendió la capa—. De vuelta.
Ginny tomó la capa con ambas manos y la miró, sacudiendo la cabeza. Hermione respiró hondo y cruzó la habitación hasta la puerta. Había hecho todo lo que había venido a hacer y ahora había terminado. Hermione estaba girando el pomo de la puerta cuando escuchó a Ginny sollozar.
—Apuesto a que me estás juzgando —dijo Ginny con amargura y luego se burló—. Ginny es tan tonta que...
—¿Quién soy yo para juzgarte?
Ginny no era diferente de Hermione. De Draco. De Lucius. De Harry. Seguro, sus pecados eran diferentes, pero nadie era un santo en un mundo lleno de pecadores.
—Todos cometemos errores; algunos son peores que otros, pero son errores. No hay niveles para eso. Soy tan culpable en esto como tú, diablos, soy incluso más culpable que tú, pero encontré la paz en medio de mi propio odio hacia mí misma. Vivo con las consecuencias de mis acciones todos los días, y tú también lo harás.
Ginny la miró a los ojos y descubrió que no podía apartar la mirada.
Ella conocía esa mirada. Era una de entendimiento. Y Hermione finalmente entendió por qué esto tuvo que suceder hoy y no semanas antes. Ahora, finalmente estaba lista para manejar esto correctamente. Hace dos semanas, hubiera tenido la urgencia de patear a Ginny. Ella hubiera querido gritar y maldecirla y enseñarle cómo se sentía realmente el dolor.
Pero ella ya no era esa persona.
Es curioso cómo una persona puede cambiar tanto en tan poco tiempo.
No había necesidad de venganza.
La venganza, como esperaba Ginny, era el placer débil de una mente pequeña y estrecha. Hermione no disfrutaría de su dolor. Entonces, ella dijo lo único que pudo.
—Algún día, me voy a perdonar a mí misma por causar toda esta miseria y dolor con mis mentiras. Y tal vez ese sea también el día en que te perdone. Sé que lo haré, pero no sé cuándo será.
Y era la verdad.
Lo haría, aunque muchos pensaran que no debería. El perdón, como Hermione había aprendido de Ron, no significaba que no estuviera herida; tampoco que lo olvidaría. No era un premio o un regalo o un pase gratis por su mal comportamiento. Fue simplemente eso. Perdón. Hermione entendió su papel en su propia historia. Ella no sería absuelta y nunca sería verdaderamente libre.
Y eso estaba bien.
Sabía que, al igual que con Ron, podían empezar de nuevo, pero el pasado siempre estaría ahí, y por eso no quería lo que Ron le había ofrecido aquella noche. Ella y Ginny, por otro lado, nunca serían amigas, pero Hermione podía soltarse y seguir adelante; encontrar otras formas de liberar cualquier resentimiento residual.
Ella haría eso.
Un segundo resoplido de Ginny rompió sus pensamientos.
Y después de dudar un momento, Hermione volvió a agarrar el pomo de la puerta. Debería haber dicho más, decirle a Ginny que necesitaba urgentemente ayuda profesional, pero en ese momento, Hermione pensó que era mejor si no decía nada.
Entonces, cuando cerró la puerta detrás de ella, no lo hizo de golpe.
En cambio, la cerró con un suave clic.
Cuando encontró a Draco esperándola en el lugar de reunión, el sol estaba alto en el cielo y se estremeció ante su brillo.
Cuando le preguntó qué había sucedido, lo único que pudo decirle fue: "Lo saqué todo."
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Notas: Yyy… Finalmente, cayó, por fin le ganaron a Patil. Y Ginny, bueno el sentido común, le dio una tremenda bofetada y ya entendió que su actuar estuvo mal.
Link historia original: www . fanfiction s/4172243/1/Broken
Naoko Ichigo
