Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de College n Curls.

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Ser cercanos

Hinata estaba familiarizada con la nieve. Al venir de un lugar con un clima templado, Konoha tenía las cuatro estaciones, ninguna de las cuales era extrema. Sin embargo, esta nieve, este frío, era insufrible. Se preguntaba cómo alguien podía vivir aquí, e incluso mantener una población próspera. Sin embargo, la Aldea Oculta en la Nieve lo había conseguido. Su situación geológica en lo alto de las montañas hacía que la zona fuera fácil de defender. No obstante, su aislamiento también significaba que dependían en gran medida de sus relaciones diplomáticas. Ahí es donde entraba ella.

Hinata suspiró mientras se acercaba una taza de té caliente a los labios.

La gente de este pueblo era muy hospitalaria. Le dieron una cama caliente y abundante comida. Era un alojamiento mucho mejor que la cueva en la que se había quedado o las ramas de los árboles en las que había dormido. Sin embargo, sentía deseos de irse. Sería un viaje peligroso con las condiciones meteorológicas actuales. Ya había pasado una semana desde que entregó su pergamino y seguían aconsejándole que no se marchara.

Las tormentas de nieve invernales habían comenzado antes y el tiempo no había amainado. Miró por la ventana la nevada que se extendía ante ella. Cuando tocó el cristal, sintió frío en los dedos. No tenía motivos para volver corriendo a Konoha. Claro que tardaría en llegar, pero ¿qué era una semana o dos? Kakashi no la consideraría una ninja renegada. Probablemente, consideró cuáles eran las condiciones meteorológicas antes de enviarla a esta misión. Ella tenía razones para quedarse en esta encantadora y cálida habitación, con una deliciosa comida caliente. Todo parecía maravilloso, pero le dolía el corazón.

Se llevó una mano al pecho, justo encima del corazón. Frotó la zona como si el dolor fuera a desaparecer. Pero no lo hizo. Seguía sintiendo un latido sordo. Un agujero negro que seguía creciendo con el paso de los días. ¿Por qué? ¿Por qué se sentía así? Cuanto más tiempo pasaba sin hacer nada, más fácil le resultaba volver a caer en la depresión que sufrió justo después del "incidente". Su cuerpo se negaba a seguir adelante, como si aún estuviera bajo los efectos de las drogas que le había dado su padre. Una parte de ella no quería seguir. Otra parte de ella odiaba sentirse así.

Tenía que dejar de lado esos sentimientos si quería seguir con su vida. Como él había hecho. Había arrasado todo el Distrito Uchiha. Había incendiado su contrato. Le había dado la espalda a pesar de todos sus esfuerzos. ¿Quería que ella lo odiara como todos los demás? ¿Era ese su objetivo? El ardor de las lágrimas no derramadas le pinchó los ojos. No le daría la satisfacción de su odio.

Decidida, empezó a guardar sus cosas de la habitación. La nevada no estaba tan mal como antes. Si no se iba ahora, se quedaría encerrada durante semanas. No tenía mucho, solo algunas prendas abrigadas que había comprado. Había repuesto sus raciones para el viaje de regreso. Tomo rápidamente sus pertenencias y salió del hotel. Si se quedaba más tiempo, podría dejarse llevar. Y, desde luego, no iba a permitir que nadie la viera así.

No de nuevo.

La nieve crujía bajo sus pies. El viento helado le lastimaba el rostro. Podía hacerlo. Era una kunoichi.

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—Tú toma el frente, yo los emboscaré desde el centro.

Sasuke simplemente asintió. El plan de Sai era simple: causar confusión en la caravana. En lugar de atacarlos desde el mismo lado, podrían usar el caos. Las condiciones climáticas en el Norte también jugaban a su favor. Los hombres se habían quejado hasta el cansancio del frío, la nieve y la humedad. Estaban desmoralizados y no les costaría mucho esfuerzo disolverlos antes de que alcanzaran su objetivo.

El Uchiha se adelantó silenciosamente hacia la caravana, dejándose caer sobre la espalda del primer hombre. El tipo ni siquiera tuvo la oportunidad de gritar antes de que le clavaran un cuchillo en la garganta. Sus compañeros chillaron por él, confundidos por la procedencia del intruso. Dos hombres huyeron hacia el bosque mientras otros tres corrían hacia él. No escatimarían sus recursos en matar al hombre que había lastimado a su amigo.

A lo lejos pudo oír los gritos de la otra mitad de la caravana. Bajo su máscara, Sasuke sonrió satisfecho mientras su cautivo se desplomaba en el suelo. No podía dejar que Sai tuviera toda la diversión. Kakashi había expresado que no se les permitía matar a nadie excepto al líder. Al resto de sus compinches se les permitiría huir, para que difundieran la noticia sobre la muerte del hombre. Pero eso no significaba que no pudiera hacer que su huida fuera lo más atroz posible.

Una aguda punzada de dolor le atravesó los ojos cuando activó su Sharingan, pero lo ignoró. Hacía mucho tiempo que no usaba su línea sucesoria. Una gran parte de él echaba de menos la oleada de poder que sentía. La ventaja que le proporcionaba en el campo de batalla era incomparable. Los hombres que tenía delante parecían moverse a cámara lenta; sus ojos predecían sus pasos antes de que los dieran.

Era fácil esquivar sus ataques. Fácil de apuñalarlos. Clavarles un kunai en el muslo.

El dolor de sus ojos pasó a segundo plano mientras más sangre se derramaba por el bosque. Gritos de agonía resonaban a su alrededor. Tenía que tener cuidado. Debía controlarse. Si iba demasiado lejos, Sai estaría allí para detenerlo y arrastrarlo de vuelta a Konoha, donde tendría que enfrentarse a la justicia. Su única salvación era encontrar al líder y eliminarlo. Lentamente, por supuesto.

Esquivó los golpes de los hombres que aún se atrevieron a acercarse a él, zigzagueando rápidamente entre el caos para localizar al líder. No podía estar lejos. Sai y él no se habían separado tanto. Inhaló con fuerza mientras el dolor de sus ojos aumentaba. A medida que el dolor crecía, también lo hacía su frustración. ¿Qué clase de pastillas falsas le había dado Kakashi? Tendría que aguantar hasta encontrar a Sai y matar al líder de esos idiotas traficantes de personas. Cuando regresara a Konoha, exigiría una receta más fuerte. No sería eficiente en las misiones si se distraía.

Desafortunadamente, fue en su distracción cuando todo se volvió negro.

Sintió como si hubiera estado dando tumbos en la oscuridad durante horas. Su sentido del tiempo, de su cuerpo, todo se mezclaba en dolor. Hubo una época en la que confiaba en la bondad y buscaba el calor de otra persona como cuando era un niño. Era extraño. Nunca pensó que echaría de menos ese dolor, pero lo hacía. Echaba de menos la familiaridad. La tranquilidad de esos días, cuando el dolor no era más que un latido sordo detrás de sus ojos y unas manos suaves presionaban sus sienes para quitárselo. Tal vez así era el más allá. Un ciclo interminable de oscuridad y añoranza.

«—Al menos se acabó —pensó, dejando que su conciencia se desvaneciera.»

Justo cuando caía a los confines del mundo, el olor a lavanda lo envolvió. Y se dejó ir.

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Era un día luminoso en el pueblo. Ni una nube en el cielo y pocos pacientes en el hospital. Eso significaba que muchos de sus empleados estaban acompañando a los pocos pacientes que tenían fuera, en el patio del hospital, para disfrutar del aire fresco. Después de todo, la mejor medicina era el sol. Sakura suspiró por enésima vez aquel día. Lástima que el sol no curara el nudo de malestar que tenía en la boca del estómago.

Naruto seguía sin hablarle, pero no era como si ella lo estuviera buscando. Estar a solas sin que un sapito o un clon aparecieran al azar era extraño. Aunque él estaba a unas cuadras del hospital se sentía como si estuviera al otro lado del mundo.

—¿Debería ir a verlo? —murmuró para sí misma, con el rostro levantado hacia el cielo—. Ha dicho que quiere estar solo.

Ella intentaba respetar sus tiempos. Parte de crecer significaba permitir que los demás tomaran sus propias decisiones y Naruto ya era un hombre adulto. El héroe del mundo. Si necesitaba espacio, era lo menos que podía darle.

—Haruno-san.

Sakura desvió la mirada del brillante cielo azul hacia donde habían dicho su nombre. Una nerviosa enfermera se acercó a ella, con el portapapeles pegado al pecho. Sakura no estaba segura de por qué, pero se había ganado la reputación de ser intimidante entre las nuevas enfermeras. Se suponía que ella se haría cargo una vez que Tsunade dejara el cargo, así que supuso que eso tenía mucho que ver.

—¿Sí? —preguntó, manteniendo un tono de voz de lo más amable.

No sirvió de nada.

—¡T-tiene visita! —chilló la enfermera antes de salir corriendo.

Sakura volvió a suspirar. Le iba a llevar mucho tiempo congeniar con las nuevas enfermeras. De mala gana, se levantó del banco de piedra y regresó al hospital. Los pasillos estaban relativamente despejados. La ausencia de casos críticos significaba menos pitidos y no ver gente corriendo. A todas luces, debería haber sido un buen día. Tendría que estar tranquila y, sin embargo...

Sacudió la cabeza y dobló la esquina. Tenía que evitar que su mente divagara tanto. Con esa idea en mente, atravesó la puerta doble y entró en el vestíbulo que estaba casi vacío. La única persona que había allí era la encargada de admisiones y una impaciente Hyūga. Sakura parpadeó, sorprendida al ver a Hanabi Hyūga, que estaba claramente sana, pero caminaba de un lado a otro.

—¡Por fin! —Hanabi resopló y se dirigió hacia ella.

—Siento haberte hecho esperar —murmuró Sakura, disgustada por la actitud brusca de la chica—. ¿Qué puedo hacer por ti, Hanabi?

—Hinata aún no ha vuelto.

Mentalmente, Sakura contó los días desde la última vez que habían hablado con Kakashi. Eso había sido hace casi dos semanas. Hinata debería estar de vuelta en Konoha en cualquier momento, así que no había motivo para preocuparse. Sin embargo, la mirada preocupada de Hanabi le hizo un nudo en el estómago. Aunque, no podía dejar que Hanabi lo supiera. El cincuenta por ciento de su trabajo consistía en poner una expresión valiente e imparcial, incluso cuando no se sentía de esa forma.

—Hinata volverá pronto. Solo tienes que darle algo de tiempo.

Esa respuesta no satisfizo al Hyūga cuyo ceño se frunció aún más.

—Hinata nunca ha estado fuera por tanto tiempo.

—Las misiones a veces se alargan. Con el Equipo Siete solíamos desviarnos todo el tiempo...

—¡Pero ella es Hinata, no y Hinata nunca se retrasa!

—Hinata es una kunoichi capaz. Puede cuidar de sí misma.

—¡Hinata nunca se retrasa!

Por el rabillo del ojo, se dio cuenta de que la enfermera de la recepción se sobresaltó cuando Hanabi alzó la voz con frustración. Entendía la ansiedad de Hanabi en ese momento, pero eso no le daba derecho a gritar en el hospital.

—Hanabi, esto es un hospital. Por favor, abstente de gritar.

—Pft lo que sea. Solo estoy aquí porque no puedo encontrar a Naruto. Al menos él se preocupa por mi hermana.

—Nunca dije que no me importara...

—No tuviste que hacerlo —Hanabi estalló—. Con ella fuera de escena tienes otra oportunidad con ese bastardo del Uchiha. ¡Estoy segura de que te alegras de que ella se haya ido!

—Hanabi...

—¡Como quieras! No necesito tu ayuda. ¡Lo encontraré yo misma!

Con eso Hanabi se fue, cerrando la puerta de cristal tras ella. A pesar de que la chica se había marchado, sus palabras aún flotaban en el aire. No estaba contenta de que Hinata hubiera desaparecido y no estaba tras Sasuke. Sus palabras calaron hondo a pesar de saber que no eran ciertas. Volvió a mirar a la recepcionista que intentaba parecer ocupada revolviendo papeles. Al menos tuvo la decencia de fingir que no había oído la conversación. Sakura respiró hondo y soltó el aire lentamente por la nariz mientras se daba la vuelta para abandonar el vestíbulo del hospital. No debía dejar que las palabras de Hanabi la afectaran.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Necesitamos ayuda!

Sakura se volvió para ver a dos jōnin luchando para atravesar la puerta con un ANBU enmascarado en sus brazos. Saltando a la acción, se acercó al trío y gritó por encima del hombro a la recepcionista para que volviera a levantarse. No debería haber ANBU en la puerta del hospital. Estaban en época de paz, ¿no?

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Era una escena demasiado familiar. Sasuke yacía tendido ante ella, inmóvil como un muerto. Casi pensó que lo estaba cuando se acercó al hombre por primera vez. Aunque ahora estaban en una cueva húmeda en vez del sótano del hospital...

... Había oído el alboroto antes de verlo. No había mucho tráfico peatonal tan al Norte, especialmente en esta época del año. Era demasiado complicado sortear las espontáneas tormentas de nieve como para llevar un gran cargamento hasta aquí. Sin embargo, el ruido era fuerte, lo suficiente como para no poder ignorarlo y continuar hacia Konoha. Si comerciantes inocentes estaban siendo atacados, ella tendría que defenderlos.

Activando su línea sucesoria, se dirigió rápidamente a través de los árboles hacia los sonidos de la batalla. Estaban cerca. Podía ver varias firmas de chakra débiles huyendo en dirección contraria, lo que le hizo saber que no se trataba de una caravana común de mercaderes. Tenían gente que podía defenderlos, pero decidieron no hacerlo. ¿En qué clase de conflicto se estaba metiendo? Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, una figura de negro corrió hacia ella. El chakra se desprendía de él en peligrosas oleadas. Olas que la inundaron de recuerdos, y supo que, a pesar de la capa negra, estaba en presencia del último Uchiha.

Se quedó helada cuando se dio cuenta de que su figura había desaparecido. Sasuke estaba aquí. Sasuke estaba "aquí". Aunque sabía que no debía, sus pies siguieron su camino. Al principio, lo hizo lentamente. Cada paso se sentía como si sus pies fuesen de plomo, pero eso no le impidió avanzar. Tontamente, su corazón amenazaba con salirse de su garganta mientras lo observaba desde atrás. Tan cerca, pero demasiado lejos para alcanzarlo. ¿Debería gritarle que se detuviera? Se iba a hacer daño si seguía así…

Como si lo hubiera predicho, vio cómo el chakra que lo rodeaba se disparaba antes de desaparecer por completo. Vio impotente cómo trastabillaba y caía al suelo.

¡Sasuke! —gritó a pesar de la batalla que se libraba a lo lejos.

Imprudentemente siguió su descenso. Tendría que haberse detenido, ¿verdad? ¿El gran Sasuke Uchiha era demasiado orgulloso para haber sucumbido al agotamiento de chakra? Por desgracia, no pudo ver mucho más que un cuerpo vestido de negro en el suelo del bosque antes de quedar rodeada por los combatientes con los que Sasuke había estado luchando. Eran hombres gigantes, llenos de cicatrices y armados hasta los dientes con kunai que no sujetaban correctamente. Eran un grupo variopinto, pero eso no significaba que no pudieran causar graves daños.

Vaya, vaya, vaya.

Hinata se giró. Conocía esa voz. Era la voz de uno de los hombres que la habían perseguido hacía semanas atrás. Le sonrió con avidez. Las filas de dientes torcidos parecían colmillos. Se lanzó hacia donde yacía el cuerpo de Sasuke. No podía alejarse mucho si iba a luchar.

¡Parece que ella decidió venir a nosotros!

Es tan bonita como dijiste. Podríamos divertirnos mucho.

Hinata no apartó los ojos de su anterior agresor a pesar de los abucheos de sus compañeros que parecían unirse venir en horda. Cuando el hombre se relamió los labios y le guiñó un ojo, un escalofrío recorrió su espina dorsal.

Al jefe no le importan sus ojos y ella no es la mercancía, así que a por ella.

Con su permiso, los hombres saltaron de los árboles y descendieron sobre ella y Sasuke. Necesitaba más espacio para usar sus técnicas y no herir a Sasuke o a sí misma. Lo único que podía hacer era prepararse para la embestida...

¡Hinata!

Irrumpiendo entre los árboles apareció otra figura con la misma capa que Sasuke y varias criaturas de tinta. Mientras las criaturas luchaban con los hombres de arriba, la figura aterrizó junto a ella.

Sabía que eras tú —dijo, con la voz apagada por la máscara—. Vuelve a Konoha. Yo puedo encargarme desde aquí.

Pero, Sasuke... —empezó ella, y se interrumpió mientras miraba a aquel grupo de hombres.

Sasuke no iba a despertar pronto y este ANBU no podía protegerlo en ese estado. Tampoco podría llevarlo de vuelta a Konoha. Al enmascarado no pareció importarle.

Tenemos una misión que completar. Tú no eres parte de esa misión.

Si no recibe tratamiento para sus heridas pronto, morirá.

Si me quedo aquí hablando contigo, podríamos morir todos.

Hinata frunció el ceño. No iba a permitir que eso sucediera...

... Se le había presentado una opción. Correr a Konoha y alertar a Kakashi o salvar a Sasuke. Ella eligió salvar al último Uchiha. A pesar de su desprecio hacia ella. A pesar de su dolor. Lo eligió a él. Hinata miró al hombre con incredulidad ante sus propias acciones. ¿Por qué? ¿Por qué después de todo este tiempo se sentía tan feliz de verlo? Iba en contra de cada fibra de su ser, que le gritaba que se alejara. Apartarse antes de que le rompieran el corazón otra vez.

Rota. Así fue como la dejó, paralizada en el suelo de tatami, incapaz de hablar mientras anulaba su contrato. ¿Por qué entonces su corazón traicionero latía fuertemente dentro de su pecho, deseoso de que él despertara? Tenía que recomponerse. No importaba lo que hubiera ocurrido en el pasado, era solo eso: el pasado. No debía influir en su deber como kunoichi de la Hoja. Por encima de todo, era una orgullosa shinobi. Podía dejar de lado sus sentimientos por una vez.

Decidida, se acercó a Sasuke para examinar sus heridas. Con movimientos mecánicos, bajó la cremallera de su chaleco ANBU y abrió la ajustada parte superior para poder evaluar mejor la situación. Tenía el pecho y los brazos cubiertos de hematomas. Probablemente, tenía daño interno, pero no debía ser grave, ya que respiraba con normalidad. Mordiéndose el labio inferior, activó su Byakugan para examinarlo mejor.

Su chakra era un desastre. No estaba tan mal como cuando estuvo en el hospital meses atrás, pero seguía estando mal. Especialmente alrededor de los ojos. Debía de estar tomando algún tipo de supresor para el dolor, porque tenía una gran acumulación alrededor de los ojos. Era un milagro que hubiera podido ver y activar su Sharingan. Si no tenía cuidado, freiría sus vías de chakra y quedaría ciego permanentemente.

Como había hecho cientos de veces antes, colocó las manos a ambos lados de su sien, dispuesta a romper la obstrucción. Sería doloroso, pero ya lo había soportado antes. Justo cuando estaba a punto de enviarle su propio chakra, sus ojos se abrieron de golpe y sus manos se aferraron a su garganta.

Continuará en... Ser un desacuerdo

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Notas: Yyyy… Aquí está el tan esperado reencuentro, bueno, al menos el primer acercamiento entre ellos después de mucho tiempo.

Guest Guest: Me alegra que te gustara.

Naoko Ichigo