Notas Iniciales: Esto será una descripción corta de la obsesión que los gemelos Andy y Andrew comparten hacia su dulce y psicópata hermana Ashley. Leí la idea en Tumblr (pero con Decay y Burial Andrew respectivamente) y me dije que no me podía resistir a desarrollarlo aunque fuera en un escrito ligero. No pensaba publicar esto ahora tampoco pero lo haré para evitarme sustos.

Advertencias: Mentes rotas y erotismo.


Family is everything.

Andy lava los platos de forma mecánica. No hay nadie en casa, así que se respira paz en el ambiente aunque no cambia el hecho de que se siente perdido. Se pregunta cómo es que terminó haciéndose cargo de una hermana menor y un gemelo holgazán, los cuales buscan en él un refugio a los maltratos emocionales de sus progenitores. Sus padres nunca debieron haberlos concebido si no iban a tratarlos bien, es un hecho que no los planearon ya que ni siquiera se molestaron en elegir nombres distintos para sus hijos varones; si ya era suficiente dolor de cabeza lograr que amigos o vecinos lo diferenciara a él de Andrew, apenas el apodo servía para que la sociedad tuviera una pista de quién era el mayor de los dos por minutos en el parto. La puerta rechinó e inconscientemente Andy hizo un movimiento brusco. No tardó en saber de quién se trataba cuando sintió el peso de ese familiar abrazo contra su espalda, su corazón palpitó con fuerza.

—No fuiste a recogerme. —Oh, su hermana estaba usando el perfume que le regaló.

—Envíe a Andrew, se veía feliz de hacerlo. ¿No se presentó?

—Lo hizo pero nunca es lo mismo sin ti.

—Lo siento, Leyley. Tuve que hacer muchas cosas en el transcurso del día. Hubiera podido ir a recogerte si Andrew me ayudara de vez en cuando en casa —se quejó. Su gemelo era un rebelde y detestaba que cada vez le jugara sucio para que terminara siendo quien se hiciera cargo de todo, ya que él detestaba recibir órdenes. Sin embargo, también sabía bien que lo hacía a propósito, todo para joderlo—. ¿Quieres ver si la sopa está hirviendo?

—Lo que sea por ti —tarareó Ashley dándole un beso rápido en su mejilla, el cual logró despertar un tirón de nervios en Andy, reconociendo enseguida ese rubor que subía a sus mejillas sin reparo. Oh, lo que diera por que esas sensaciones desaparecieran. Era asqueroso.

— ¿Y dónde está nuestro estúpido hermano?

—Dijo que no quería verme arrastrándome hacia ti como una puta. ¡Qué imbécil! Todos sabemos que la única desvergonzada es la perra de tu novia, no yo.

— ¡Ashley! No te permito que hables así de Julia.

— ¿Por qué? Incluso ese idiota de Andrew está de acuerdo conmigo en esto. ¿Por qué siquiera te molestas en hablarle? No te merece, Andy. Estás mejor sin zorras como ella alrededor.

—Si vas a actuar como una mocosa malcriada, será mejor si me hago cargo de la cocina solo. Puedes irte.

— ¡Pero, Andy!

— ¡Vete, Ashley! No vamos a tener esta discusión otra vez.

Refunfuñando y despotricando sus más creativas frases hirientes, Ashley se retiró a la recamara que los tres compartían para encerrarse de un portazo y no volver a salir para degustar la cena en la que se había esforzado tanto, de nuevo. Andy se removió cuando se dio cuenta que había dejado de respirar por un segundo, obligando a sus músculos relajarse frente al estrés que había estallado en su cuerpo. Esta situación era más frecuente de lo que le gustaría desde que formalizó su relación con Julia y que aparentemente desde ese momento obtuvo el absoluto desprecio de su adorada hermanita. Si tan sólo supiera que había elegido salir con Julia en su intento por borrar lo que sentía por ella, aunque era mejor que no se enterara de su secreto. Y lo que era peor, no funcionaba por mucho que se esfuerce en ello hasta hoy día.

— ¿Qué pasa? ¿La haz rechazado de nuevo? En serio que me das asco. —La voz de su gemelo lo sorprendió, aunque no se mostró nada más que amenazante cuando enfrentó su fría mirada turquesa. Gozaban de la misma complexión y estatura, así que no había forma que lo intimidara a pesar de todo. Andrew había tenido la osadía de entrar al hogar de sus padres fumando.

—Ustedes me dan asco.

—Claro, sigue fingiendo que eres mejor que nosotros, moralista de mierda. Tú y yo sabemos lo que sucede bajo el mantel. La deseas tanto como yo —declaró.

—Cállate y piérdete.

—Sabes que con gusto lo haría y me llevaría a Ashley conmigo, alejarla de tu alcance. Por desgracia siempre has sido su favorito, así que no puedo convencerla de dejarte atrás, te idolatra demasiado. Y eso me enferma.

—En eso estoy de acuerdo contigo. Estás enfermo, Andrew. Busca ayuda.

—Es un poco tarde para eso, ¿no lo crees, mi sombra?

El aludido se giró a continuar con sus quehaceres hogareños, ignorando a su gemelo deliberadamente, sin corresponder al apodo que acababa de recibir, ese que tanta ira le provocaba y lo hacía sentirse peor que escoria en comparación a todos los insultos que le habían espetado. Andy daría lo que fuera porque su vida fuera otra pero la familia lo es todo, ¿no? No importa un solo individuo, todo lo que importa es la comunión de sangre.

—Si no vas ayudarme, puedes hacer lo que sea que haces para entretenerte.

—Supongo que no me puedo perder el llanto de nuestra hermanita. Ashley es tan linda cuando lo hace, ¿sabes? No me canso de verlo.

—Suerte con eso. Seguro que cerró la habitación con llave.

— ¿Olvidas que tenemos siglos viviendo en la misma puta casa?

Andy se abstuvo de responder a Andrew, quien se retiró con facilidad para cumplir su cometido que implicaba la destrucción del cerrojo (por el que obtendrían un nuevo regaño de sus padres) mientras que él se quedó ahí, repasando una vez más los sucesos que hicieron de su vida este infierno. Por desgracia no tuvo más tiempo cuando percibió un ligero aroma a quemado y maldijo apresurándose a la estufa. Le había pedido a Ashley que revisara la sopa pero no el postre que tuvo la intención de prepararles. Apagó el fuego y se cubrió el rostro, resistiendo las ganas de llorar. Se sentía tan atascado.