PRÓLOGO

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POV Terry

—Bienvenido —mi amada me dice, corriendo hacia mí para abrazarme. Inmediatamente al sentir su toque, mi cuerpo se relaja y se aferra a ella también—. Te estaba esperando.

—No parece. —Echo un vistazo a todas las cosas que estaban fuera de lugar sobre el escritorio, incluyendo el joyero que le regalé.

—No te escuché llegar —se defiende con una risilla, la cual me hace sonreír inmediatamente.

—Esposa mía, es usted una despistada —le reprocho en broma, tomando su barbilla para levantarla y poder besarla en los labios. Ella comienza a reír mientras aún estamos pegados en un beso, pues yo no la dejo escapar.

—Terry... Espera... ¿me... escuchas? —Candy me habla entre besos.

—Te escucho perfectamente —me detuve por un instante y luego volví a tomar posesión de su boca, saciándome de su sabor, el cual había extrañado por semanas.

—¡Terry! —Se separa de mí de golpe, exaltada ante sentir mi pequeño y atrevido agarre en su trasero—. Hasta recién llegado eres un osado. ¿Qué pasó con el saludo? ¿Cómo estás? ¿Que hermosa te ves? ¿Te extrañé?

Yo me carcajeo y la abrazo de nuevo.

—Lo siento, no lo pude evitar.

Después de platicar unas horas en el estudio sobre lo que habíamos hecho durante las semanas de mi ausencia en el hogar, decido retirarme e ir a darme una ducha de agua caliente. Todavía estoy usando la ropa con la que viajé y realmente deseo poder acostarme y descansar.

—Terry —la escucho llamarme con voz adormilada.

—¿Si, Pecosa? —Me asomo por la cortina de baño y la veo con una bata azul cielo puesta. Tiene el cabello atado y su rostro completamente limpio del poco maquillaje que tenía puesto cuando la vi—. ¿Te ducharás conmigo?

—No —me responde con una sonrisa, como sabiendo que le iba a preguntar eso. Creo que me conoce demasiado bien—, solo vengo a avisarte que me voy a acostar.

—¿Ya? ¿Sin mi? —Me hago el ofendido... O tal vez no estoy fingiendo del todo. Había pensado en dormir al lado de Candy esta noche, aunque me costara. Dormir con ella a veces resulta ser un juego en conseguir, pero casi siempre me las ingenio. No me gusta quedarme a dormir en mi habitación porque me hace sentir solo y regañado, ya que es ahí donde Candy me envía a dormir cuando se enoja mucho conmigo. Si Candy se va a dormir ahora, no tendré más opción que... escabullirme.

—Lo siento, amor, es que estoy muy cansada. Nos vemos mañana, ¿si? Descansa —me desea unas buenas noches antes de tomar mi rostro y darme un pico en los labios.

¡Atrevida!

—Está bien, dulces sueños... —respondo con una sonrisa que es claramente fingida, y ella se carcajea porque sabe que lo que acaba de hacer no me ha complacido del todo.

Unos minutos después, cierro la llave de la ducha y seco mi cuerpo con bastante pereza. Me pongo los pantalones de pijama y procedo a cepillarme los dientes. Enjuago mi boca, y cuando subo la mirada al espejo, veo en mi reflejo una expresión de fastidio que ni siquiera sabía que estaba haciendo, lo que me lleva a decidir que no me voy a quedar de brazos cruzados. Acabo de regresar de un largo viaje sin estar al lado de ella, y no pretendo pasar la noche como si todavía estuviera en el cuarto de un hotel. Así que arranco la toalla que descansa sobre mis hombros y con determinación me dirijo a la puerta de mi esposa. Conociéndola, ya ha de estar dormida y babeando la almohada.

Pero no, abriendo la puerta sigilosamente, me llevo la gran sorpresa de que está bien despierta.

Se está mirando al espejo con la bata abierta, pero al ver mi reflejo, se sobresalta y esconde su cuerpo desnudo de mi vista.

—¡Terry! ¿Por qué irrumpes en mi habitación así? Eres un malcriado —me regaña, haciendo un nudo en su cinturón.

—Y tú eres una mentirosa. Ya te hacía dormida... ¿Qué escondes? —Alzo mi ceja y me acerco a ella con pasos lentos, advirtiéndole.

—No escondo nada... —Se muerde el labio y se hace la inocente, retrocediendo con cada paso que doy hacia ella.

—¡Te voy a dar unas nalgadas por mentirosa! —Me lanzo hacia ella y ella grita a la vez que huye de mi, cubriéndose el trasero. Corrimos por toda la habitación a carcajada limpia, pero quien realmente ha alcanzado a dar palmadas es ella, pues cuando traté de atraparla, ella se dobló y corrió por debajo de mi brazo, logrando pegarme antes de que pudiera darme la vuelta—. ¡Candy! —grité a manera de quejido, sobándome. Había olvidado lo pesada que podía ser su mano cuando jugaba. La miro de soslayo, y ella se está retorciendo de la risa.

—¡Ay! ¡No, espera! —Se exalta cuando la agarro desprevenida y la arrojo a la cama para ponerme sobre ella y atacarla a cosquillas. Ella grita y ríe, repartiendome rodillazos en el abdomen—. ¡Ya, por favor! —ruega con lágrimas comenzando a deslizarse por sus mejillas pecosas.

Me detengo, pero me quedo sobre ella a lo que se calma, sin quitarle la vista de encima. Ya mas calmada, Candy abre sus ojos y me regresa la mirada con esas preciosas esmeraldas, observándome con añoranza.

—Te extrañé —me confiesa, llevando su mano a mi cabeza para peinar hacia atrás mi cabello mojado.

—Apuesto a que no más que yo —le respondo y me doblo para besar sus labios, no como ella hizo en el baño, sino como yo considero correcto. Primero tierno, y luego profundo.

Ella me acaricia el pecho con sus tibias manos, recorriéndolo hasta llegar a mis hombros y pasar a mis brazos. Su toque es suave y tentador, y ella muy bien sabe que con tan solo un roce, mi cuerpo reacciona al instante. Ya mi piel la reconoce, y la desea.

Ella ahoga un gemido dentro de mi boca, y yo me entrego mas a ella hasta que siento que la ropa está de más entre nosotros. Aún besándola, llevo una de mis manos a su cintura para deshacer el nudo que mantiene su bata bien puesta en su cuerpo.

—Terry... —Candy separa sus labios de los míos y me habla con aquel tono de advertencia.

Me despego de ella y la interrogo con la mirada sin comprender su resistencia. Siempre que pronuncia mi nombre de esa manera es porque no desea ir más lejos, lo cual esta vez contradice la pasión en sus besos.

—¿Qué pasa?

—Tienes que ir a tu habitación. Ya te dije que estoy muy cansada. —Trata de verse seria, pero su sonrisa maliciosa no la paso desapercibida.

—¿Hice algo acaso?

—No, no te preocupes. Solo quiero pasar la noche sola. No te estoy regañando. —Me vuelve a besar, intentando convencerme de lo que dice. Yo cedo al principio, pero es hasta cuando quiero pasar mis manos por su cuerpo que me vuelve a detener.

—Ok, ¿qué es? No quisiste ducharte conmigo, tampoco quisiste que te viera desnuda frente al espejo, y ahora no quieres que te acaricie.

—Siento algo de... pena —duda al responder, y reconozco que intenta mentir.

—¿Pena? Ja, no me hagas reír, Pecosa. Es la primera vez que te muestras apenada desde nuestra luna de miel... Me estás escondiendo algo —doy por seguro y trato de averiguar qué es, pero ella se da la vuelta, pretendiendo dormir.

—Olvídalo, Terry. Buenas noches.

Ella cree que no me doy cuenta, pero puedo ver perfectamente esa sonrisa de suficiencia. ¡Cree que se ha salido con la suya!

Frunzo en ceño y miro alrededor, pensando en lo que puede estar fuera de lugar, y en eso encuentro a su costado su pijama aun tendida.

—Aja, ¿y te vas a dormir en bata? —La agarro de los hombros y la hago darse la vuelta para que quede de espaldas sobre el colchón, para luego hacer mi segundo intento por deshacer el nudo de su cinturón.

—Terry, ya te dije que... —Pero no termina de hablar. Ha leído mi mirada. Sabe que ya no me está gustando su jueguito de misterio—. Dios... Eres incorregible, Granchester —se queja, pero me hago el sordo y termino de retirar su bata. La examino bien, y noto que está un poco más gordita de cómo la dejé—. Comí mucho chocolate... —dice Candy para luego estallar en risas sonoras—. Terry, nada se te escapa. ¿Por qué nunca me dejas darte una sorpresa?

—¿Estás embarazada...? —susurro, sin poder evitar que mi labio inferior se frunza por las crecientes ganas de llorar.

—¡Sorpresa!

—¿Vas a ser mamá...? —La noticia aun no me cabe en la cabeza.

Vamos a ser papás, Terry. No lo hice yo sola. —Mi amada toma mi mano y la posa en su pancita para que yo también pueda sentir la vida que comienza a crecer en su vientre. Ese bebé también es mío, es mi hijo... Nuestro hijo. Ahora comprendo por qué prefirió no venir conmigo a la gira—. ¿No estás feliz?

—Si... ¡Por supuesto que estoy feliz! —Acompaño mis palabras con una sonrisa, y lleno de emoción beso sus labios para luego bajar a su abdomen y besar a nuestro hijo.

La abrazo, teniendo cuidado de no ser muy brusco, y dejo que algunas lágrimas se derramen sobre mis mejillas ante la emoción de tener un miembro nuevo en la familia.

Tenerla estrechada en mis brazos me devuelve el mismo calor reconfortante que experimenté la vez que nos reencontramos. Le habia enviado esa carta, aquella que me costó tanto escribir y mandar. Una vez que reuní el valor suficiente, no me di la oportunidad de pensarlo una vez mas, y dejé que esa carta llegara hacia ella.

Tras un par de semanas sin respuesta, comencé a perder la fe, pensando que había sido algo impulsivo. Ni siquiera sabía si ella ya tenía una pareja o hijos... Yo la había dejado libre para rehacer su vida y ser feliz. Pero me sorprendí al un día recibir una carta firmada por ella en el teatro.

Nos intercambiamos algunas cartas hasta que me atreví a pedirle que viniera a verme. Fue un deja vu para mi enviarle los boletos de tren y entrada al teatro, pues había hecho exactamente lo mismo en un pasado. Para mi suerte, ella accedió a encontrarse conmigo, según yo en honor a la amistad que habíamos tenido, ya que en ninguna de sus cartas me había dado a entender algo más... Pero estaba muy equivocado. Precisamente ese encuentro nos abrió las puertas para estar juntos de nuevo...

Continuará...

𑁍

¡Hola a tod@s de nuevo! L@s extrañe Espero que se encuentren bien, creo que ya ha pasado un año desde el último fic que escribí. A petición (o amenaza ), decidí escribir una "continuación" relatando el reencuentro de esta hermosa pareja y cómo terminaron siendo felices en su hogar en Inglaterra.

Este fic es mucho mas corto que el anterior, por lo que creo que actualizaré uno a dos capítulos por semana.

Espero que aun así lo disfruten ¡espero ver sus comentarios, ya saben que me encanta leerlas!

Bueno, nos leemos en el próximo capítulo! Gracias