Michigan.

"Princesa Vasilissa Dragomir, he sido comisionado -personalmente-, para llevarla de vuelta a la

Academia de Montana", le dijo el joven y guapísimo guardián; que vigilaba la puerta que Vasilissa abrió, al oír ruidos.

"Oh", se desinfló la joven rubia; sin ocultar un bostezo.

Llevaba un pijama de franela y pantuflas de unicornio, además de tener el pelo sujeto en un moño.

"Pasa, entonces. Y si vienen guardianas, que pasen. La casera no quiere muchachos acá. A los hombres, déjalos ajuerita nomá'. Si pregunta, eres su primo o... Sip, eso", miró hacia afuera y saludó a los invisibles guardianes; y a las guardianas que se acercaban. "Hace frío, así que chop chop, gente", y entró sin esperarles.

"Si hubiera sabido que sería...?", comenzó a disculparse el guardián que parecía ser el líder.

"¡Nah!, ya se nos hacía cuesta principio, y teníamos que movernos, pero es difícil. No hagan ruido, ¿sí?, fue una pésima noche y todo eso, soñé con mi familia y desperté llorando, y el diablillo se echó a llorar y todo empeoró. Así que... No digan nada, mejor, ¿sí?. Ya lo comprenderán todo".

Y los guió al final de un pasillo, empujando una puerta entreabierta.

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Pero no prendió más que la luz de una lamparita de noche.

"¿Rosie?, los guardianes ya nos encontraron. Ellas ya están acá. ¿Cómo te sientes?".

"Muy cansada, Liz", y una silueta prendió otra lámpara, y unos ojos oscuros parpadearon; mirándolos.

Y, pegado a su pecho, estaba un bebé, o un niño muy pequeño.

"Esa cosita rica es mi sobrino", dijo Vasilissa, "obvio. es el hijo de André... Y se llama Erik, como su abuelo... O sea, Erik Janiel, como su abuelo y su abuela", se apresuró a explicar. "Y Cuánto yo sea grande, él será Lord Erik Dragomir".

"Liz...".

"Rosie, está todo dicho. Mis padres y tú madre, tomaron una decisión por ti. Y fue el abortarlo. Y yo te convencí de tenerlo. Ahora, yo lo tomo; mientras tú te levantas un poco. Tenemos visitas, después de todo. ¿Té o café, alguno?, te traeré tu té de hierbas, Rosi".

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Rose se levantó de mala gana, alisando su pijama y su pelo -que era un nido de pajaritos-, y aceptó el mug de té de hierbas, que sorbió con gusto.

Luego miró a los visitantes, reconociendo algunos rostros.

"Sería tonto movernos de noche, supongo que lo saben. Hay dos males a esta hora. Los patos malos. Y los muy malos. Ambos matan, pero solo uno te trae de vuelta, como uno muy muy malo. Pueden llevársela, y lo saben. Estará... A salvo, supongo".

"Rose", se acercó Celeste; "Alberta nos servirá en la cena, si no vuelves con nosotros".

"¿No sé si han notado al pequeño Elefante en la sala?".

"Se llama Erik, y no fue tu culpa", saltó Vasilissa; "fue mi hermano y su estúpida fiesta. Él y sus amigos descerebrados la violaron y la mordieron. Y luego, le echaron tierra encima. Los descerebrados fueron transferidos, sin más mención a nada; y luego Rose se sintió mal. Y la doctora... Mis padres hablaron con la mamá de Rose y todos Íbamos a la corte, en dónde le harían... un aborto. ¿Sí?, pero vino el accidente, y las muertes; y luego Rose volvió a sentirse fatal. Lo supe, como que lo sentí. Podía o no serlo, claro. De André. Pero no correría el riesgo. La tomé, y huimos, y nació Erik, y le hicimos un ADN. Era de él -o sea, decía que era de mi ADN-, y eso selló el destino de los tres".

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Curiosamente, unos somnolientos ojos verde jade asomaron, y miraron a todos con mucha curiosidad.

Su pelo era de un ensortijado bronce rojizo, y apuntaba hacia todas partes.

Luego, los ojos se cerraron; y él se volvió un ovillo.

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"Son los ojos Dragomir", susurró Wanda; "si recuerdas, Rose, yo fui quien acudió a la alerta...y te llevé con la doctora. Y ella fue muy clara sobre lo que te pasó. Pero a nadie le importó. Salvo a nosotros. Alberta movió el mundo para que no te echaran a la calle. Y tu madre escogió que te hicieran un aborto, lógico; y así no te echaran. La Doctora fue quién habló con tus padres, Vasilissa. Y Janine los amenazó con lo mismo. Pero en una corte humana, de esas que hasta la reina debe acatar".

"Mi hermano... Iría a Adler, transferido. ¡Vaya castigo!", susurró Vasilissa; "jamás fue tu culpa, Rose. No pude.. No me atreví a pedirle que abortara, en caso de...".

"¿Y... Si Eric no hubiera sido...?".

"Yo no sé", dijo Rose. "Es decir... ¡Yo tenía 16 años!. Acepté esperar y si no... lo quería y no era de André... lo entregaría para ser adoptado".

"¡Pero es dhampir!, y el índice de...", intervino Celeste, escandalizada.

"¡Mejor amado entre humanos, que entrenado para morir por los que me violaron!", dijo Rose, con ira contenida. "Es la mejor venganza en su contra, creo yo. Lo dejaría vivir y sobreviviría, y tendría una buena vida. Y que se pudran los que lo querían muerto".

"Pero es el hijo de André", afirmó Vasilissa; "y él actuó como un macho alfa, y todo eso. Es lo único que me queda de mi familia. De alguna manera, siempre lo supe. Rose y yo estamos unidas por algo más fuerte. Algo nos amarra, nos enlaza. Creo que a eso le llaman ¿S.K?, es algo que nos vincula... en la vida y en la muerte. Así que Rose es también eso, además de la madre de mi sobrino".

"Acomódense por ahí", dijo Rose, bostezando; "en el estante"; y lo señaló, "hay mantas y cojines, y tenemos ese par de sillas, y me temo que es todo. No es ni medianoche. Así que descansen. ¿Hay otros afuera?", el guardián asintió. "Liz, esconderlos en la pieza del lado. Está vacía y la casera asoma recién a las 9. Y no podemos irnos antes de esa hora, para poder pagarle. O nos echará la foca, y a la poli. Vayan por ellos. Igual tenemos que empacar todo. No tiene lógica el huir, ya saben de...".

"Erik Dragomir", dijo el guardián.

"Oh, no eres de por acá", reconoció un acento foráneo en su voz profunda y sensual.

"Dimitri Belikov, soy de Rusia", se presentó.

"Arrancando de la guerra, ¿eh?".

"No nací en Rusia", reconoció. "Mi babushka, o sea mi abuela; hizo a mi madre tener a mis hermanas y a mí en otro país cercano. Dijo que algo pasaría y debíamos poder movernos... Su abuelo, creo; estuvo en la resistencia en contra de los alemanes en la segunda guerra. Y el asedio casi mató de hambre a toda Rusia. Nuestro poblado está más cerca de otros países, que dentro de Rusia misma".

Se notaba que estaba orgulloso de la historia familiar.

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"Mi bisabuela escocesa sirvió con la reina Elizabeth también", dijo Rose. "Y trabajaba el día en que los alemanes empezaron a plantear la rendición. Manejaban la información del códice magna. Aunque eso lo supo la familia, mucho después; que se refería al código enigma y no a otra cosa".

"Y los míos se escondieron en los sótanos, como murciélagos"; se encogió de hombros Vasilissa. "Vamos a buscar a los otros muchachos. Será mejor que estén adentro y no afuera. No es seguro. Y crucen los dedos para que los autos sigan acá, mañana".


Los guardianes entraron -muy- silenciosamente al cuarto anexo, y dejaron la puerta apenas entreabierta.

Las guardianas se repartieron por el piso -y las mantas y los cojines-, y Dimitri se fue al otro cuarto; para que se sintieran cómodas.

No era común en una misión -que les acomodaran para descansar-, y eso siempre se agradecía.

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Al amanecer, todos comenzaron a moverse.

Los guardianes sacaron algunas de las cosas de las muchachas -muy discretamente-, y las guardianas ayudaron a ordenar, para retirarse antes de la llegada de la casera; que llegó a la hora, revisó todo, recibió el pago sin preguntas; y las ayudó a salir con sus cosas.

No vio a los Sub que las esperaban, o al hombre alto y guapo que parecía esperarlas.

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Los grandes ojos verde jade parpadearon, al recibir los rayos de sol.

Miraron con curiosidad a su alrededor, pero se pegaron en Dimitri, y estiró sus manitas hacía él.

"¿Da?", murmuró, inseguro.

Y miró a su madre, con el ceño fruncido.

Y se volvió a él, manoteando.

"¡Da!", y tironeó el pelo de mamá.

"¿Da?", dudó Rose, y miró a Dimitri. "¿Dimitri?".

"¡Da, da, da!", afirmó.

"Ya eres parte de su colección, Dimitri", dijo Vasilissa; "yo soy La, y Rose es Ma. Nadie más se ha ganado un apodo, ¿ves?, ya le gustas".

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Y Rose se río, entrando al auto.

"¿Estamos bajos en presupuesto?, ¿será en auto, todo el camino?", se amoscó Vasilissa.

"No era seguro, Alteza. Hay otros dos grupos siguiendo otras pistas. Podemos pedirlo, cuando lleguemos al siguiente aeropuerto, no antes; y eso implica recoger a los otros grupos también".

"¿Y si no lo pedimos?". Dudó Rose.

"Cada uno volverá solo".

"¿Liz?, es mejor así. Mientras menos, mejor. No será tan difícil como lo fue la salida de St. Vlad. No hay que esconderse. Pueden alternarse, y parar a comer y eso. Y estamos a un Estado de distancia. No es Chicago".

"Si tú lo dices...".

Tal como lo dijo Rose, los guardianes se alternaban al volante.

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Dimitri, y Celeste iban en el Sub de Vasilissa y Rose, que llevaban al medio al inquieto bebé.

"Creo... Que necesito mudarlo, muchachos. Y tiene hambre. Está... Mañosito este día".

"¿Los llevas en el bolso, los biberones?".

"Con ella hablas. Soy un biberón ambulante y todo eso".


En una cafetería caminera, se detuvieron a comer, y a descansar un poco.

Rose fue a mudarlo, y volvió; para amamantarlo.

Erik parecía comer más que todos ellos juntos.

Era un pulpo, y ni soltaría las ventosas; hasta que se sintiera llenito.

Luego, eructó -feliz-, y se movió.

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"¿Da?", le pidió a su mamá.

"Tu turno, Dimitri. Eres su Toy boy ahora. Entre big boys se entenderán. Yo... Cerraré los ojitos ahora. Y no se molesten en despertarme", y se echó sobre el bolso -apoyado en la mesa-, y se quedó dormida de inmediato.

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Vasilissa salió del baño en esos momentos, tras asearse; y beber un poco de sangre de reserva.

Sonrío ante la escena. Rose roncando -o casi-, y Erik tironeando el -aparentemente-, sedoso pelo de Dimitri, atado tras su cuello.

Que suspiraba, pero no lo soltaba ni un segundo.

"Yo tenía 14 años", le comenzó a explicar su manejo del voluntarioso bebé, "cuándo nació mi sobrino Paul . Mi Babushka decía que los bebés dhampirs eran una manada de cachorros compactada en un desesperante bebé. Aún así, somos 4 hermanos. Y lo veo en Erick. Quiere jugar, dormir, comer y hablar, y todo al mismo tiempo. Y eso lo enloquece".

"Describiste a Rose, pero hasta un año atrás", dijo Vasilissa, sentándose al lado; "antes era así. No le digas, pero echo de menos a esa Rose. Me enloquecía a veces, pero la echo mucho de menos".

"Y Erik es hijo de Rose. Prevalecerá eso, yo creo. Aunque... En lo físico, no sé", dijo Wanda.

"El rostro se parece al de mi hermano", dijo Vasilissa; "pero son los labios de Rose... Ahora, el pelo...".

"Janine Hathaway y sus famosos rizos rojos", dijo Celeste; "hasta en el color se le parece mucho. Crecerá para ser un rompe corazones, de seguro".


Dimitri se llevó en brazos a Rose, y la acomodó en un Sub con 3 guardianas -con Erik en sus brazos-, mientras Vasilissa iba en otro.

Así para dejarla dormir.

En un tercero, iba Dimitri y el resto del equipo.

Cada vehículo llevaba una parte de los equipajes.

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"¿Sabes qué creo?", le susurró Celeste, al sentarse a su lado; "que la reina va a querer desaparecerlo, apenas pueda. Y será antes de la mayoría de Vasilissa".

"Y la corte se enterará, apenas cruzamos esa puerta", dijo Yuri; "y un solo descuido...".

"Y Erik muerte", completó Dimitri, oscuramente. "No es posible ocultarlo, por eso quiero que estén vigilantes. Soy el guardián de su Alteza. Su sobrino, y su SK,; son también parte de esa tarea. Su Alteza llegará a su mayoría de edad en un año más, y con Erik, ella podrá reclamar su lugar en el Consejo. Y yo me ocuparé de eso".

"Kirova intentará echarla, e incluso enviarlo a ". Aseveró Celeste.

"Alberta la servirá en la sopa". Se rió Yuri.

"De huesos, claro", masculló Celeste. "No me gusta la sopa de huesos. Y menos de Moroi, no tienen nada de carne, y sólo gusto a sangre. ¡Puaj!".

"Y lo dice la que se ha comido a varios, claro", dijo Yuri; en tono sarcástico.

"Exacto. Son más sabrosos los dhampirs, te lo aseguro", se rió ella.

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Y todos -incluso Dimitri-, se rieron.

Celeste era muy popular entre los guardianes visitantes.

Pero ni un sólo Moroi podía llegar a kilómetros de distancia de ella.

Era también conocido su desdén por ellos.

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"También tuve 16 años, muchachos", pareció leerles la mente; "y también viví cosas que no quiero ver que chicas como Rose tengan que vivir. En mis tiempos, y entre chicas; le llamábamos el bautizo Moroi. Una vez que los pruebas...".

"Jamás vuelves a ellos", completó Dimitri. "También yo dormí con una. Y, aunque lo intentó, no era dhampir".

"¿Y qué pasó?", se interesó Yuri.

"Estoy acá, y no cerca de ella... Y cuando Iván -mi cargo anterior-, murió, fui transferido poco después hasta acá. Fue la reina emérita Zeklos quién me sugirió".


El resto del camino fue sin novedades.

Se detenían en paradas camineras a comer y a refrescarse, y rotaban en los autos; para poder descansar.

Sólo en la noche se detenían en algún alojamiento; para evitar las horas más oscuras... Y peligrosas.

Porque los pasajeros que llevaban, eran los más valiosos de su mundillo.


holi y bienvenidos a la segunda versión del bebé de RoseM.

Como verán, no es de D.

pero Erik ya adoptó a su Da.

Y dicen que padre es el que cría.