Camino a encontrarte.
El tren había iniciado con su viaje de regreso desde hace más de dos horas, pero Nick juraba que los minutos se multiplicaban cada vez que se preguntaba cuánto faltaba para llegar a la estación principal de trenes de Zootopia. Raras veces se encontraba ansioso, pero esta ocasión era diferente. Había pasado más de 5 meses desde que tomó la decisión de convertirse en policía y dejar de lado esos pensamientos limitantes hacia sí mismo para cambiar de mentalidad sobre las apariencias y los prejuicios, gracias a la ayuda de una torpe coneja.
Y ahora era esa torpe coneja quien lo ponía en ese estado de ansiedad.
¡Y es que era entendible! Porque nunca se imaginó que, después de aceptar un nuevo cambio en su vida siendo un protector de la ley a su lado, tendría que soportar un curso intensivo a las Fuerzas Policiacas en la Academia de Policía, fuera de la ciudad con duración de casi un semestre, cerca de los límites de Plaza Sahara.
Sí, eso jamás lo contempló, pero era necesario para continuar con la decisión que había tomado. Sobre todo si eso le permitía ser el nuevo compañero de Zanahorias. Y Bogo, ahora su nuevo jefe, se lo había dejado en claro: tendría que tomar ese curso si quería ser parte del departamento en donde se encontraba Judy y, por ende, ser su compañero de trabajo. De manera despreocupada comentó que eso era pan comido, pero no pasó por su mente que por un largo tiempo no podría ver a aquella quien lo había inspirado a mejorar.
Y no sólo no tuvo contacto con ella, sino con todos sus conocidos que se encontraban en la ciudad, como Finnick, ya que parte del reglamento de estadía en el campamento policiaco era que no podían tener acceso a dispositivos de comunicación como celulares o computadoras durante su estadía, con la intención de mantener sin distracciones a los futuros uniformados de azul. Por lo que hasta apenas esa mañana tuvo su celular de nuevo en sus patas, que se quedó sin batería por el largo tiempo sin uso.
Sin embargo, todo eso estaba a punto de cambiar porque al fin habían terminado todas esas actividades físicas y teóricas que lo mantuvieron ocupado durante un tiempo para complementar su formación profesional.
Después de todo este tiempo, iba a verla de nuevo.
Esa idea lo ponía nervioso. Mientras trataba de distraerse mirando hacia la ventana que se encontraba a lado de su asiento se cuestionaba el porqué de ese sentimiento. La respuesta apareció de inmediato.
"Porque la quiero".
La quería, y muchísimo. Pero eso ella no lo sabía, ni siquiera él sabía si era correcto lo que sentía. Primero que todo: eran diferentes, en todos los sentidos. Un zorro y una coneja, la pareja perfecta para definir las diferencias entre un depredador y una presa. ¿Cómo podrían estar juntos si naturalmente eran contrarios?
"Aunque durante el caso de los Aulladores demostramos que podemos trabajar juntos con nuestras diferencias".
Recordar todo lo que pasaron juntos meses atrás lo hizo emocionarse. Nunca habría pensado en vivir todas las aventuras que pasó con Judy ni en sus más locos sueños. Y si todo salía bien, esas aventuras serían diarias de ahora en adelante, al menos eso esperaba, porque esas expectativas ayudaron a dar lo mejor de sí mismo durante todo su entrenamiento. La idea de volver a tener grandes experiencias junto a ella lo hacía tomar fuerzas cuando más lo requería.
Vio el atardecer desde su ventana, que lo hizo suspirar y recordar el momento en el que presenció uno con Judy cuando estaban en el teleférico. Por un segundo pudo sentir de nuevo la calidez que ella le transmitió cuando él decidió compartir su pasado durante ese íntimo momento que tuvieron; esa sensación de paz y comprensión que le brindó era algo que no podía ni quería dejar fuera de su vida de ahora en adelante.
"Si supieras lo que has hecho en mí, Zanahorias".
Al escuchar que la bocina del vagón en el que se encontraba avisaba que pronto llegarían a la estación central, no pudo detener el impulso de tomar las dos maletas que llevaba para ser de los primeros en salir del tren cuando se detuviera. Cuando esto pasó, se levantó rápidamente de su asiento y, con una sorprendente agilidad, esquivó a todo animal que estaba adelante de él. Gracias a esto, pudo ser el primero en salir al momento en que se abrieron las puertas del vagón, caminando fuera de él.
Sin embargo, al ver el exterior pausó su caminar y su mirada se dedicó a buscar a cierta coneja, ignorando cómo los demás animales que había dejado atrás bajaban del tren hacia sus propios destinos, dejándolo a él solo en el andén.
Hasta que la vio.
Ahí estaba Judy, quien llevaba una camisa en color lila y sus usuales jeans, portando además un letrero que decía "Agente Wilde", indicando que lo estaba esperando. Sonrió al reconocerlo, dejando de lado el letrero mientras corría hacia él. Nick no se quedó atrás y dejó caer sus maletas para alcanzarla y abrazarla cuando ella llegó hacia donde estaba.
La espera valió la pena.
No supo cuánto duró el abrazo, pero al momento de separarse pudo notar que Judy ya mostraba indicios de que quería llorar de la emoción. Puso su pata sobre su cabeza, tratando de calmarla.
"No sabía que me habías extrañado tanto, Zanahorias. Siempre tan sentimental".
Judy soltó una pequeña risa y le dio un leve golpe en el brazo.
"¿Cómo no te voy a extrañar? Fue mucho tiempo sin verte, torpe zorro".
Ambos rieron, disfrutando de nuevo la presencia del uno con el otro. Judy levantó de nuevo su mirada hacia Nick, apreciando ese color verde intenso que tenían sus ojos.
"Y tú…¿también me extrañaste?"
Nick se sorprendió ante la pregunta, notando un color rojizo que aparecía en las mejillas de la coneja. Sonrió de lado para después hincarse a su altura, acercando su rostro al de su ahora compañera de trabajo y así responderle, casi en un susurro.
"Más de lo que puedes imaginar, coneja astuta".
