Ya no podrás volver a decir que nunca pasó

Es sábado por la tarde en Shimo-Kitazawa. Hoy no es día de práctica para las chicas de Kessoku Band, tampoco les toca turno en el Starry, y sin embargo es justo allí donde están. No siempre se trata de ensayar, a veces lo que hace falta es tomar decisiones, específicamente, decidir lo que harán con la solicitud de Stray Beat.

Los acuerdos quedaron muy claros desde el principio. Tienen que sacar un mini-álbum conformado por 5 singles, los cuales serían publicados en plataformas de streaming bajo producción de Stray Beat y solamente en el caso de que consigan generar suficientes reproducciones, la disquera tomará el riesgo de grabar un LP. Es un acuerdo básico y razonable, considerando que son una banda novata conformada por adolescentes. Pero tal como está, tiene una cierta implicación: Saquen lo que saquen tiene que triunfar; triunfar como nunca antes. Necesitan 5 éxitos seguidos, de los cuales ya tienen compuestos 3, o al menos les tienen suficiente confianza como para creer que tendrán éxito. Faltan 2 canciones y el combo Ryou-Bocchi ya ha dado todo de sí.

Como siempre, Ryou se encarga de la composición y Bocchi de la letra, gracias a ese equipo introvertido de ensueño habían logrado sacar 10 canciones a lo largo de un año, pero ahora les han impuesto sacar 5 en 3 meses, de los cuales ya pasaron uno y medio. Súmale la presión de estar obligadas a triunfar y el resultado es obvio.

— Ya no puedo más -suspira Ryou mientras deja caer su cabeza sobre la mesa.

En el lado opuesto, una Bocchi en blanco y negro también yace agotadora y semiderretida sobre la mesa.

— Chicas, entiendo que estén cansadas, pero necesitamos hablar de esto.

Nijika como buena líder toma la iniciativa y se dispone a imponer algo de orden. Sacude suavemente a Bocchi para hacerla reaccionar mientras le dice palabras de ánimo y le agradece por todo el esfuerzo que ha estado haciendo. Luego jala a Ryou del cuello de la camisa para hacerla sentarse bien.

— ¡Ryou-senpai, tú también hiciste un gran trabajo!

Kita era la única, aparte de Nijika, que parecía tener la mente en el presente. Lo cual era útil en términos de avanzar en la tarea del día, pero también implicaba que le carcomían los nervios. Siendo la músico de peor nivel, no tenía nada que aportar en la composición y, debido a su carencia de creatividad, terminó fallando en escribir la letra para una de las nuevas canciones. Lo único en lo que se sentía capaz de contribuir era dando apoyo emocional a las dos que realmente podían hacer que esas 2 canciones se hicieran realidad.

— ¡Anímate Ryou-senpai, te invitaré a comer mañana! Iremos al lugar del que me hablaste el otro día. Solo esfuérzate un poco más.

Kita habla con la emoción que la caracterizaba, pero su aura brillante no se desplegaba tras de ella, es evidente hasta para terceros que sólo está intentando fingir positividad. Hasta a ella misma le cuesta mantener la sonrisa mientras ve que sus dos amigas con verdadero talento parecen incapaces de seguir. De todas formas, sigue con su rutina y voltea hacia Bocchi quien ya ha recuperado el color, pero continúa tendida sobre la mesa.

— Tu también Hitori-chan, solo dos canciones más, si te sigues esforzando prometo que - se queda en silencio por unos segundos mientras duda sobre cuál cosa podría ofrecer tal que Bocchi realmente lo quiera-, prometo que... ¿dejaré de pedirte que te tomes fotos conmigo?

— ¿Qué especie de ofrecimiento es ese? -se interpone Nijika- son solo unas fo-

— ¡Hay que trabajar! -interrumpe Bocchi ya recuperada y sentada correctamente en su silla.

Nijika renuncia debatir y decide tomarlo como una victoria. Ya hay 3 miembros de la banda listas para hablar con seriedad. Se sienta en su silla junto a la miembro que aun esta mentalmente fuera de este plano dimensional.

— ¡Yamada, te necesitamos aquí, ya ponte seria!

Si bien la voz de Nijika expresaba irritación, en el fondo se podía notar algo de culpa. Generalmente ser dura con su amiga no le genera conflicto, pero al igual que Kita, en este mes y medio que ha pasado desde que firmaron con Stray Beat se ha sentido más inútil que nunca. Ryou y Bocchi se han empeñado tanto en hacer las canciones que incluso llegaron a fallar estrepitosamente en sus exámenes. Y mientras tanto ella con lo único que está aportando es con hacer un ahorro para en un futuro tal vez, solo tal vez, comprar una Van con la que poder transportar los instrumentos.

En las noches, cuando antes de dormir se pone a pensar en la gran diferencia que hay entre dar el apoyo activo de literalmente crear el contenido de la banda versus dar el apoyo pasivo de ser la tuerta que gobierna entre los ciegos; cuando piensa en lo poco que hace por el crecimiento de la banda, le llega a su mente una pregunta: ¿realmente tengo derecho a reclamarle algo a Ryou? Es en ese momento cuando le entra la culpa, le crece un sentimiento de compasión y recuerda que debería desearle las buenas noches a su amiga, pues Ryou siempre se va a dormir después que ella

— Okey, intentemos tomar un enfoque diferente a lo normal -Nijika se incorpora y da por iniciada la reunión- Ryou y Bocchi, ustedes son las únicas que pueden hacer esto, pero eso no significa que las vamos a abandonar a su suerte.

— ¿Entonces qué es lo que estás pensando hacer? -pregunta Ryou sin mala intención, a pesar de que sus palabras sonaran un poco desafiantes.

— Lo que ustedes necesiten -responde Nijika de inmediato- la pregunta es ¿Cuál es el problema? ¿Qué necesitan para poder seguir avanzando? Solo díganlo, Kita y yo haremos lo que podamos para ayudarlas.

La pregunta desconcierta a Ryou, deja en blanco a Bocchi e impresiona a Kita. "¿Y esa mamada qué?" Piensa la primera. "Ah ... eh... si" piensa la segunda. "Qué genial Ijichi-senpai, eres toda una líder" piensa la última.

— Si tengo que responder algo -después de unos segundos es Ryou quien se decide a hablar- diría que lo que necesito es un concepto claro y diferente. Cuando me siento a componer, comienzo bien, pero pronto notó que lo que estoy haciendo se parece mucho a otras cosas que ya hice antes. No quiero que nuestras canciones suenen todas igual.

— Por mi parte -Bocchi toma la palabra- me pasa algo muy parecido. Normalmente cuando Ryou-san y yo hablamos sobre las nuevas canciones, ella decide un tono y un tema y nos vamos mostrando las ideas que tenemos. Aunque al final siempre Ryou-san es quien toma las decisiones finales sobre la música. Y yo me adapto a lo que ella haga.

— Tu maleabilidad es una de tus virtudes Bocchi -responde Ryou-. Además, aunque digas eso, siempre terminas sorprendiéndome con las letras que escribes.

La peliazul acaricia la cabeza de la pelirrosa y luego de mira directo a los ojos con firmeza. Ambas sonríen porque saben lo que la otra está pensando, saben que se respetan sinceramente como artistas.

— ¡¿Otra vez comunicándose telepáticamente?! -se queja Kita- ¡Sálganse de su mundo privado y vuelvan con nosotras! ¡Juummm!

La premisa de "entre introvertidas se entienden" es una gran amenaza a la que se enfrenta la vocalista. Si bien la bajista es conocida por ser popular entre las chicas, en el año y algo que llevan juntas en la banda, Kita no ha visto que ninguna random salga de la alcantarilla para intentar quitarle a su senpai. Lo que significa que las únicas rivales que representan algo de peligro son sus compañeras de banda.

Por un lado, esta Bocchi, quien se encuentra con Ryou en reuniones privadas para hablar sobre música, reuniones de las cuales, para hacerlo aún más sospechoso, cuando le pregunta sobre qué es lo que hacen en ellas, su amiga se niega a responder o da respuestas extrañamente ambiguas. Además, cada tanto tienen uno de esos momentos donde son capaces de entenderse sin palabras, como si se conocieran en profundidad.

Por el otro lado esta Nijika, amiga de la infancia de Ryou y la más peligrosa. Aunque suelan quejarse una de la otra y la rubia en ocasiones parezca más una madre que una amiga, a los ojos expertos de Kita nada se les escapa. Puede verlo en cómo, cuándo caminan las cuatro en grupo, ellas dos se aseguran de ir juntas y al mismo ritmo. Puede verlo en cómo, cuando están ensayando, al lograr tocar una parte que les estaba costando, buscan inmediatamente a la otra para presumir su logro, porque quieren ser felicitadas. Tienen una gran cercanía forjada por los años, entre la cual una recién llegada muy difícilmente podría interponerse.

"Si quiero que senpai me comience a ver de una forma diferente, necesito aprender que busca en una pareja" pensó Kita tras darse cuenta que a pesar de todo el empeño que ha puesto y todo el dinero que le ha prestado, no ha conseguido hacer ningún avance tangible ni ha logrado acercarse especialmente a su senpai.

— Entonces lo que ocupan es un concepto con el que trabajar -Nijika interviene para establecer el orden.

— Uno que me permita tener una imagen mental diferente -responde Ryou- para no ser repetitiva.

Kita vio la oportunidad y se le encendieron los ojos. Se puso de pie al tiempo que su aura brillante volvió a alumbrar como era costumbre.

— ¿Y si hacemos una canción de amor?

— ¿Qué no intentaste eso ya? -responde Nijika.

— Si, pero lo intenté sola y por eso falle.

Desde el costado, los ruidos electrónicos de una interfaz bugueandose comenzaron a sonar. "Una ca-can-canción de a-amor" Bocchi se encogió de hombros y su rostro se tornó sombrío, "realmente creen que... que sea una buena idea". La chica quería negarse rotundamente, pero la presión social, o más bien, su errónea idea de que había una presión social, no la dejaba decirlo. En realidad, salvó por Kita, ninguna tenía especial interés en el romance.

— Las canciones de amor son muy populares -Kita insiste- y justamente lo que necesitamos es que las canciones se hagan populares.

— Es verdad, pero sabes que a Bocchi-chan este tipo de temas le generan ansiedad.

El rostro de la guitarrista se encendió de golpe al ver que su líder la estaba salvando de una muy probable muerte por complejo de juventud. Pero la vocalista no se rendiría tan fácil.

— ¡Hitori-chan, eres injusta! Dices que las canciones de amor activan tu complejo, pero ya escribiste una antes. No creas que me voy a olvidar de que te negaste a decirme para quien escribiste "Si pudiera ser una constelación".

— Ah... eso... yo no...

Bocchi quiso explicarse, pero no le salió la voz. Siente demasiada vergüenza como para decirle la verdad. Lo único que pudo hacer fue mirar a su amiga con sumisión y esperar a que alguien más la rescatará. Pero no pasó, en su lugar Kita le apartó el rostro haciendo un "Jumm" y dejó a la guitarrista fuera de combate.

Nijika viendo que la discusión no iba para ningún lado decidió intervenir (otra vez). No queda tanto tiempo como para que se den el lujo de que la reunión se quedé solo en juegos.

— Entiendo lo que dices Kita-chan, pero el problema que tuviste tú en su momento es el mismo que tenemos todas ahora. Ninguna de nosotras ha tenido una relación romántica. ¡Es más, ninguna ha dado ni un mísero beso!

En cuanto acabó su frase, Nijika sintió que se había golpeado a sí misma. A sus dieciocho años lo más cercano que había tenido a una relación de pareja era tener que encargarse de cuidar a Ryou cada que se quedaba en quiebra y ocupaba alguien que le diera de comer. O cuando Ryou se enfermaba. O cuando le iba mal en los exámenes y debía ayudarla a estudiar. O cuando se invitaba sola a dormir y tenía que despertarla temprano porque desde la casa de Nijika el colegio está casi al doble de distancia.

De pronto, entre tanto recuerdo de su amiga, la rubia se percató de que básicamente Ryou ocupa demasiado de su tiempo. Yendo más allá, también ocupa demasiado de su espacio, tanto de forma simbólica, estando juntas casi todo el tiempo, como de forma literal, teniendo en su cuarto más cosas de su amiga que cosas propias. En síntesis, Ryou es la razón por la que nunca ha tenido la oportunidad de tener pareja.

Al otro lado de la mesa, Kita también se torturaba mentalmente. A pesar de ser popular y muy linda, solo se ha relacionado con otras chicas. Los hombres parecen huirle al verse fuertemente encandilados. Tras conocer a Ryou pensó que tal vez lo que necesitaba era justamente algo así, es decir, una chica un tanto masculina. Pero al intentar acercársele con intenciones románticas se dio cuenta de una terrible realidad: No tiene idea de cómo seducir a otra chica. Los hombres son sencillos, les pones un poco de atención, les das un poco de contacto físico y ya los tienes en la bolsa. Sin embargo, cuando intentó aplicar las técnicas básicas de chica popular con Ryou, no solo no funcionó, sino que rápidamente comenzó a ser ella misma quien se encontró haciendo lo que sea que la bajista le pidiera.

Le da dinero para que se compre comida, le escribe todos los días solo recibiendo respuestas de vez en cuando, le ayuda en sus quehaceres del trabajo, inclusive le consiente que le llame Ikuyo a pesar de que no le gusta ese nombre.

Kita ha hecho tanto, y aun así Ryou no parece tener mayor interés en ella que el que tenía cuando se conocieron hace más de un año. No había logrado tener nada de avance.

Luego estaba Bocchi, quien aún seguía moralmente destruida, caída sobre la mesa y sin ganas de participar. Dada su vida recluida y su marcada incapacidad para mantener una conversación con quien sea, pareciera obvio que más que simplemente no tener experiencia en el amor, más bien no tiene experiencia en tratar con seres humanos, y eso solía ser cierto hasta hace unos 8 meses.

Fue hace 8 meses, durante una de las clases de guitarra a Kita, tras encontrarse siendo sinceramente halaga por alguien a quien podía llamar amiga, fue ahí cuando se dio cuenta de algo: se había enamorado.

Tal vez fue el hecho de que por primera vez se sentía legítimamente querida por alguien. Tal vez fue la indudable belleza de una chica que se esfuerza por mantenerse a la moda y cuida su cuerpo y piel. También pudo haber sido lo deslumbrante que resultaba esa chica, cuyo brillo era como el sol, en más de un sentido, porque verla directamente puede quemarte los ojos, pero al mismo tiempo, ¿alguna vez has intentando vivir sin sol? Para alguien que vive tan en las sombras como Bocchi, por supuesto que la luz de Kita resulta quemante, pero tal vez, solo tal vez, ese fuego no solo quemé, sino que también purifique.

O bueno, esa sería la posibilidad si no fuera porque Bocchi no tiene el valor de revelarle lo que siente. De momento a lo único a lo que puede aspirar, es a estar enlazada a esa estrella por la línea imaginaria que une a las constelaciones.

Aún queda una miembro más. Rodeaba de tantas perdedoras en el juego del amor, estaba Ryou, quien no solo no estaba mortificándose sola, sino que, por el contrario, sonreía presuntuosa y se pavoneaba buscando llamar la atención.

Nijika en serio no quería preguntar, pero su amiga la veía tan llena de confianza, prácticamente exigiéndole que lo hiciera. Al final la rubia se rindió.

— Sé que me voy a arrepentir, pero... Ryou ¿hay algo que quieras contarnos?

— Bueno, en realidad -hizo una pausa dramática- yo si ya he besado a alguien.

Sus compañeras no pudieron reaccionar de inmediato. La noticia les descolocó tanto que no fueron capaces de procesarlo. Bocchi, quien de por si no se había recuperado, sufrió un colapso inmediato y su conciencia se apagó. "así es como se supone que es la vida de las adolescentes" comenzó a repetirse mecánicamente y en voz baja, mientras el color abandonaba su cuerpo.

Nijika evitó mostrar expresión alguna, pues asumió que se trataba de una broma, más específicamente una de esas que se hacen solo para ver como las víctimas reaccionan. Claramente era mentira, se dijo a sí misma dentro de su cabeza. ¿En qué momento? Si siempre se la pasan juntas, no hay nadie tan cercano a Ryou como para ... "espera ¿Y si es verdad?" pensó. Nijika se percató que prácticamente no sabe nada de las antiguas compañeras de banda de Ryou, y, además, incluso desde esa época ya era bastante popular tanto entre hombres como entre mujeres.

Después de cualquier ensayo, o tras bastidores en cualquier concierto. Cualquier día después de clases cuando Nijika debía ayudar en el Starry y Ryou le tocaba esperar hasta que su amiga estuviera libre. So horas de tiempo muerto en los que Ryou necesitaría algo que hacer, pues no aguanta estar en su propia casa por más de lo que dura un capítulo de una serie. Pasar el rato con sus fans sería una perfecta opción, seguro que hasta podría convencerlas de que la invitarán a comer.

Pero no, Nijika con todo ese sobrepensamiento no fue la que peor se tomó la noticia. Kita también se quedó en blanco por un momento, pero cuando alcanzó a reaccionar fue a gritos.

— ¡SENPAI!

Se le abalanzó encima, la tomó por lo hombros y comenzó a zarandearla.

— ¡Senpai! ¡¿Cuándo?! ¡¿Cómo?! ¡¿Con quién?!

— ¡Kita-chan, cálmate! -Nijika irrumpe separándolas, y luego voltea hacia Ryou- Sé que siempre has sido muy popular, pero ese tipo de cosas son de las que hablas con tus amigas cuando pasan, ¿no crees?

La baterista intentó decir eso de la forma en la que sonara menos dolida. Como si fuera un reclamo obvio y no un resentimiento infantil. No mostrando tristeza, sino indignación. Pero no lo consiguió, igual se le quebró un poco la voz al decir las últimas palabras.

— No veo porque haría falta que te lo contará...

Nijika al escuchar esa media frase comenzó a enojarse, pero Ryou, ágilmente prediciendo a su amiga, hizo esa pausa a propósito, solo para rematar un segundo después.

— ...no hacía falta, porque la persona de quien estoy hablando, la persona a la que besé, fue Nijika.

Bocchi recuperó el color de golpe, se enderezó en su asiento, miró hacia adelante y con su voz más confusa preguntó "¿Qué?".

Nijika se quedó con los ojos como platos y comenzó a ponerse roja de la vergüenza. Esa sí que no se la vio venir.

Kita volteó hacia la baterista mirándola con ojos asesinos, aunque solo por un segundo, luego volvió a su anterior desesperación.

— ¡Ijichi-senpai, ¿cómo pudiste?! -toma a Nijika por los hombros, pero esta vez sin zarandear- ¡A pesar de que sabes lo que siento! ¡Voy a llorar!

— ¡Cálmate Kita-chan! ¡Nosotras nunca hemos hecho nada de eso!

Tras apartar a Kita y darse un momento para que se le bajará el rojo del rostro, la baterista volteó hacia su amiga y la confrontó.

— ¿Qué intentas hacer inventándote esas mentiras? Vas a generar malentendidos que pueden poner en riesgo la banda. Bocchi-chan, Kita-chan -miró a ambas chicas directamente al nombrarlas- que quede claro que eso fue mentira. Nosotras jamás nos hemos be... -no pudo decir la palabra-, nunca pasó, y ya.

Bocchi se relajó, más que todo porque significa que de nuevo volvía a estar rodeada de novatas que ni un beso habían dado. Ya no había necesidad de sentir que se estaba quedando atrás.

Kita no solo se relajó de forma tan rápida que bien podría tildársele de bipolar, sino que comenzó a reírse.

— Qué graciosa Ryou-senpai, de verdad me asustaste.

Habló con una voz tan amigable que nadie nunca podría imaginarse que hace solo un momento estaba gritando completamente alterada.

— ¿Estás segura que nunca, Nijika?

Ryou sonrió y Nijika supo que esto aún no había terminado.

— Bocchi, Ikuyo, pongan atención. Les voy a hablar sobre la Nijika de 13 años.

En ese momento la baterista sintió el verdadero terror. La secundaria fue una época tan vergonzosa que, tras terminarla, le pidió a Ryou explícitamente y bajo amenaza de violencia que nunca volvieran a hablar del tema. Aún con todo, le parecía extraño, pues, aunque había estado intentando deliberadamente olvidarse de esos tres años, si recuerda lo suficiente como para tener certeza de que no pasó nada como andarse besando. Bueno nada excepto...

"No, no se atrevería" pensó Nijika mientras el miedo le recorría el cuerpo.

— Como ustedes saben, Nijika perdió a su madre cuando aún era niña.

Ryou empezó su discurso con un tono calmado pero fuerte, propio de alguien entrenado en retórica. Era en momentos como este cuando se podía ver como su imagen sosegada era solo el resultado del desinterés, y no de la incapacidad. Cuando el tema le parece interesante puede hablar con propiedad haciendo largos soliloquios. Y ciertamente no hay tema que se le haga más interesante ni más importante que hablar sobre Nijika. En especial si con ello puede molestarla un poco.

— Tal vez por ello, le costó pasar de la niñez a la adolescencia. Cuando nos conocimos en primero de secundaria, Nijika aún tenía actitudes bastante infantiles.

— Espera Ryou, acordamos no hablar sobre eso ¿recuerdas? -esa última palabra la dice con tono amenazante.

— ¡Eehhh! ¡Pero yo quiero escuchar sobre la Ijichi-senpai de secundaria! -intercede Kita- y Hitori-chan también quiere.

La pelirroja señaló a la pelirrosa, quien tenía la cara llena de ilusión, ante la posibilidad de poder conocer un poco más a la chica que la rescató de las sombras y la trajo a vivir la experiencia de estar en una banda.

Nijika seguía dudando de las intenciones de Ryou, pero viendo a sus dos kouhais tan llenas de emoción, le resultó realmente difícil decirles que no. La bajista no esperó respuesta, aplicó la de "el que calla otorga" y continuó con su narración.

— La historia de cómo nos hicimos amigas se las cuento otro día, ahora lo que importa es que fue rápido. A los dos meses ya andaba ella siempre detrás mío. Y rápidamente pude notar una de esas actitudes infantiles: Nijika se ponía a llorar fácilmente.

Ryou hizo una pausa dramática, dando espacio a las dos kouhais para reaccionar. Se estaba tomando demasiado en serio su actual papel de cuentacuentos. Hasta añadía gestos para resaltar las partes claves de la narrativa. Tras constatar que BoKita lo disfrutaba y Nijika lo sufría, continuo.

— Cuando les digo que lloraba fácil les hablo en serio. Si alguien le hablaba grosero, lloraba. Si no le iba bien en los exámenes, lloraba. Si se caía en público, lloraba. Y si era algo que de hecho si fuera serio, algo que haría llorar a cualquiera, como cuando era el aniversario de la muerte de su mamá, en el cual me hacía acompañarla a visitar la tumba, en esas situaciones podía llorar por más de una hora.

Nijika intercedió quejándose de que su amiga exageraba, pero Ryou ignoró la quejas y siguió hablando.

— Yo nunca he sido buena animando a la gente, menos aún si están llorando, así que no sabía qué hacer en esas situaciones. Hasta que un día, se me ocurrió algo desesperado y lo intenté. Una cosa que suele funcionar para calmar a los niños cuando se lastiman es besarlos en el lugar donde se golpearon. Así que eso hice.

Ryou comenzó a narrar como fue la primera vez. Sucedió cuando ambas tenían 13 años, a inicios de agosto, durante las vacaciones de verano. Para aquel momento tenían apenas 4 meses de conocerse, pero se habían vuelto inseparables en poco tiempo, o, mejor dicho, Nijika se había vuelto inseparable de Ryou, después de enterarse que tocaba la guitarra y el bajo.

"Toquemos juntas en una banda" dijo la baterista preadolescente con los ojos y la voz llenos de ilusión. "¿Y tú quién eres?" respondió con frialdad la bajista que almorzaba sola mientras oía música de los 80.

Por poco esa fue la primera vez que Ryou vio llorar a su amiga, pero no, Nijika logró aguantar el rechazo convenciéndose a sí misma de que fue ella quien se equivocó al pedirlo tan de la nada. Ciertamente tenía razón, pero eso no evitó que un par de días después, fuera nuevamente rechazada a pesar de haberse acercado con más calma y haber preparado un discurso que inclusive práctico con su hermana.

Ryou se limitó a hacer algunas preguntas para evaluar el nivel de la baterista y rápido llego a una conclusión: "no eres lo suficientemente buena para tocar conmigo". La bajista sobreestimaba sus propias habilidades, pero indudablemente tenía un nivel bastante mayor, a pesar de que llevaban más o menos el mismo tiempo de estar practicando con sus respectivos instrumentos. Esa sí fue la primera vez que la vio llorar.

Pero no sería la última, pues si el problema es que tenía bajo nivel, lo único que ocupaba hacer era mejorar. Nijika se quedó junto a Ryou para que un día en el futuro, cuando estuvieran al mismo nivel, pudieran formar una banda con la cual cumplir su sueño.

En todo caso, el momento que narraba Ryou, sobre de la primera vez que usó la táctica del beso, fue durante aquellas primeras vacaciones de verano que pasaron juntas.

Nijika decidió aprovechar sus vacaciones para practicar como nunca antes. Durante una semana entera practicó el triple de lo normal, hasta que ya no pudiera continuar por el cansancio. Podía sentir como cada día lo hacía mejor que el anterior y ya se imaginaba finalmente formando la banda que tanto quería. El problema es que no estaba sola. Aguantando todos los días largas horas el tamborileo, estaba Seika, quien de por sí ya le tocaba todas las noches trasnochar por la naturaleza nocturna de su negocio, y ahora se veía privada de la posibilidad de levantarse tarde porque su hermana no dejaba de hacer escandalo con la batería.

Irritable por la falta de sueño y harta de escuchar el mismo segmento una y otra vez, se apersonó en el cuarto de su hermana y le gritó "¡Ya para con esa mierda!". Nijika intentó defenderse diciendo que en vacaciones era justo el mejor momento para practicar, pero Seika no estaba como para considerar sopesadamente los argumentos a favor o en contra, en su lugar sacó toda su autoridad como hermana mayor y como dueña de la casa y la mandó a callar, le arrebató a la fuerza las baquetas y le amenazó con que, si escuchaba un solo tambor retumbar, no la dejaría entrar al Starry por dos semanas.

No era la primera vez que discutían, pero en el momento todo se siente más intenso. Nijika no sabía qué hacer, estaba ofendida, furiosa, dolida y avergonzada, todo al mismo tiempo. "¿Quién se cree que es, como para regañarme?" Se preguntaba Nijika. "Ni que fuera mi..." no pudo terminar la frase porque se dio cuenta que estaba pisando terreno peligroso. No, su hermana no era su mamá, pero si es quien la cuida, le da un techo y sustento. Además, fue ella misma quien pidió mudarse con su hermana cuando abrió el Starry, ¿siquiera tiene derecho a responderle?

Entre ese tipo de pensamientos de autodesprecio, las lágrimas comenzaron a asomarse y lo único que acató a hacer fue llamar a su amiga.

— "Ryou, por favor ven a mi casa" me dijo entre lloros. De hecho, me costó entender lo que decía al principio. No entendía porque me llamó tan de la nada.

— Que mala la gerente -dice Kita- viendo lo serena que es ahora, no me imaginaría que pudiera hacer algo así.

— No está ni cerca de ser la vez que más feo me ha gritado, pero igual al día siguiente suele arrepentirse y me compra algo rico de comer como disculpa.

— Continuando. No entendía nada de lo que pasaba, pero si Nijika estaba llorando, entonces tenía que hacer algo, así que rápidamente me alisté y fui a su casa... también es que no tenía nada más que hacer.

Cuando Ryou llegó a su destino, le abrió la puerta una Nijika sollozante. Ni dándose toda la prisa del mundo (lo cual no hizo) habría durado menos de media hora en llegar, así que para cuando se plantó ante la puerta, su amiga ya había gastado todas sus lágrimas, pero no había gastado ni su frustración ni su tristeza, así que cuando tuvo que explicar lo que había pasado, el llanto volvió a hacer presencia.

Pronto se encontraron a sí mismas encerradas en el cuarto de Nijika. Abrazadas y con la rubia llorándole en el hombro a la peliazul.

Ryou miró su celular y vio que llevaban al menos 20 minutos así. Y no parecía que su amiga fuera a calmarse pronto. Nijika no lloraba a lágrimas tendidas, más bien con suavidad, con sollozos a bajo volumen y nariz moquienta resonando cada vez que aspiraba fuerte. No parecía tener consuelo. Definitivamente era demasiado drama por unos cuantos gritos. Ni siquiera le había pegado ni nada por el estilo. Pensó Ryou.

"¿Soy una malagradecida?" preguntó Nijika.

En ese momento la bajista entendió porque el llanto no paraba. Desde hace mucho que esto no era sobre que le hubieran gritado. A quien tenía en frente no era una adolescente regañada, sino una niña despreciada. Una pequeña niña que cree haber decepcionado a sus padres y que piensa que nadie en el mundo la quiere.

¿Qué otra cosa puedes hacer cuando estas ante una niña desolada? Solo hay una opción: mostrarle que hay alguien a quien si le importa.

Ryou con lentitud retrocedió, separando el abrazo en el que estaban desde se sentaron en la cama. Suavemente pasó su mano por el pelo de su amiga, haciéndolo hacia atrás y despejando su frente. Con la misma mano que uso para acariciarle el pelo, le presionó la cabeza hacia abajo para inclinarla.

Nijika no reaccionó a nada porque se sentía cómoda con lo que le hacían. Aun así, no se esperaba lo que vendría a continuación.

Ryou acercó su rostro al de su amiga hasta una distancia peligrosamente cercana, apaciblemente inclinó su cabeza hacia arriba y con ternura beso a Nijika en la frente.

El beso sacó a la rubia de su trance melancólico y la hizo percatarse de que, así como la beso en la frente, pudo haberlo hecho en cualquier otro lugar y ella ni cuenta se hubiera dado.

— ¡Espera, ¿qué haces?! -replicó Nijika empezando a ponerse roja de la pena.

— Animarte -respondió Ryou desde la más absoluta calma.

Luego se inclinó hacia su amiga para hacerlo otra vez, lo cual pudo hacer sin problemas porque la otra chica no opuso ninguna resistencia.

— ¡No hagas eso, me da vergüenza!

— Yo lo que veo es que está funcionando.

Con gentileza, con un movimiento de su mano, Ryou hizo que su amiga volteara su rostro hacia un lado, para poder dirigir el próximo beso a la mejilla. Pero al inclinarse para besarla, las manos de su amiga la bloquearon cubriéndole la boca.

— ¡Ya estoy bien! ¿Okey? Paralé.

Nijika se levantó para poner distancia entre ella y Ryou, le dio la espalda para ocultar que ya su rostro estaba completamente rojo y con una muy mal disimulada calma le dijo que dejará de estar haciendo cosas raras.

— ¿Qué tal si mi hermana hubiera entrado? ¿Cómo se lo explicamos?

— La gerente está durmiendo.

— Bueno sí, pero podría haberse despertado. Mira, solo no hagas cosas así.

Por supuesto que Ryou no hizo el más mínimo caso, porque acaba de descubrir un método confiable y sencillo para aplicar en próximas ocasiones donde tuviera que animar a su amiga.

— Esa primera vez la tome por sorpresa, pero, aunque protestará, la verdad se acostumbró rápidamente -de vuelta en el presente Ryou iba terminando su narración-. Las siguientes veces no dijo nada y al poco tiempo se había vuelto un protocolo. Una especie de "primeros auxilios emocionales".

— Lo haces sonar como si fuera algo de todos los días -interrumpe Nijika-, yo no lloraba tanto.

— ¡Qué historia tan linda! -reacciona Kita- Es tierno saber que han sido cercanas desde hace tanto tiempo, hasta me da un poco de envidia.

— Nijika-chan era muy diferente a como es ahora -dice Bocchi encantada con la historia.

— No te creas -Ryou vuelve a tomar la palabra-. En todo caso, esa fue mi técnica para animarla durante primero y segundo de secundaria. Si le preguntas ahora seguro dirá que no, pero la realidad es que a ella le gustaba. Paramos de hacerlo a inicios de nuestro tercer año, porque en una ocasión unas compañeras de clase nos vieron y comenzaron a esparcirse rumores extraños sobre nosotras.

La bajista hizo una pausa para observar la reacción de Nijika ante lo dicho, pero su amiga no reaccionó. Luego continúo con su relato.

— A Nijika le dio tanta vergüenza que me pidió que ya no volviera a hacerlo y ese fue el fin. De todas formas, ese año también fue el inicio del cambio para ella, fue cuando comenzó a surgir la versión de Nijika que ustedes conocen. Ahora es más autónoma y más confiable. De hecho, ahora podría decirse que soy yo quien depende de ella -esta última oración la dijo completamente llena de orgullo.

— ¡No lo digas como si fuera algo de lo cual presumir, bajista inútil! -replica Nijika.

Viendo que su sufrimiento finalmente había terminado, la baterista constató el estado de todas sus compañeras. Bocchi se veía calmada y alegre, como si algo le hubiera llenado un hueco emocional y ahora pudiera estar en paz. Kita estaba emocionada y con un muy buen humor. Por último, Ryou tras terminar su narración regreso de golpe a su expresión carente de emociones, como si un interruptor dentro de ella se hubiera apagado, poniéndola en modo reposo.

— Suena raro que yo misma lo diga -habla Nijika viendo a Kita- pero la verdad esperaba que tuvieras una reacción más brusca Kita-chan. Es decir, mira no más como reaccionaste cuando Ryou mencionó lo de los besos al principio.

— Ah, eso. Bueno, es que fueron besos en la frente y en las mejillas ¿no? Eso no cuenta, así que está bien.

Los otros miembros de la banda voltearon a verla al unisonó.

— ¿Qué? -pregunta Kita legítimamente desconcertada.

Nadie tenía la paciencia para explicarle. Además, a Bocchi comenzó a rodearla la oscuridad que se manifiesta cada vez que recae en su complejo de juventud. Ryou vio la oportunidad y rompió el silencio.

— En realidad a veces también en el cuello y la cara.

La sonrisa de Kita se rompió y una oscuridad como la de Bocchi comenzó a cubrirla.

— ¡No inventes tonterías! -gritó Nijika- Tranquila Kita-chan, esa parte es mentira.

Entre tanta charla la reunión del día terminó por ser un fracaso. La idea de hacer una canción de amor acabó siendo completamente descartada, a pesar de la insistencia de Kita. Pero la realidad es que descartar ideas no puede considerarse un progreso. Ese día no consiguieron nada, a pesar de tener el tiempo en su contra, así que quedaron en que se volverían a reunir al día siguiente, pero ahora sí, sin desviarse. Sin anécdotas del pasado ni fantasías del futuro. Puro trabajo serio y dedicado, solo así podrían sacar un disco exitoso.

Kita y Bocchi se fueron juntas, mientras que Ryou decidió aprovechar para quedarse a cenar. Seguía teniendo que componer, así que no podía darse el lujo de dormir ahí, pero entre más pudiera retrasar su partida, mejor para ella, que tanto le desagrada estar en casa.

La cena fue un regreso a la rutina. Las Hermanas Dorito tienen la presencia de Ryou tan naturalizada que hasta incluyen lo que la bajista se come a la hora de hacer las compras de la quincena.

Para Seika, esas cenas de tres son la forma más sencilla de saber cómo esta su hermana, sin necesidad de meterse en la incómoda situación de preguntárselo directamente. La Dorito Mayor tiene una imagen que preservar, pero al mismo tiempo quiere demasiado a su hermana, por lo que este tipo de situaciones son las perfectas para observarla.

Nijika comía en silencio, algo inquieta. Miraba a Ryou constantemente, cuando la otra se daba cuenta y hacía lo mismo, rápidamente apartaba la mirada y nerviosa intentaba fingir que no había pasado nada.

Normalmente Nijika es la que más habla, no porque sea especialmente parlanchina, sino porque las otras dos prefieren simplemente comer calladas. Pero hoy no. Hoy solo había algún comentario rápido sobre el sabor de la comida o sobre cómo se acomodarán los turnos de trabajo en los días siguientes. La cena estaba siendo silenciosa, incómodamente silenciosa.

La primera idea que tuvo Seika es que las chicas se habían peleado, pero sí de eso se tratará ¿Por qué se quedó a comer? Ciertamente Ryou puede llegar a ser bastante descarada, pero como mínimo sabe respetar el espacio de su amiga cuando esta enojada. Aunque solo fuera por miedo a ser agredida. De hecho, las pocas frases que su hermana decía, iban dirigidas justamente a Ryou, como si quisiera dar la imagen de que todo estaba bien, pero fracasando miserablemente.

"Okey, ya fue suficiente" dice Seika al tiempo que deja caer sus cubiertos sobre la mesa. Las dos chicas voltean a verla desconcertadas.

— Yamada, ¿ahora que hiciste?

Ryou sólo la miró sin dar respuesta. No tenía idea de a qué venía la pregunta. La que si reaccionó fue Nijika, quien rápidamente entendió que su hermana se había dado cuenta que algo estaba pasando e, ignorando el contexto, decidió culpar a la bajista.

— ¡Espera Onee-chan! No lo malinterpretes, Ryou no ha hecha nada malo.

— Así es, yo no he hecho nada. Creo.

— ¿Entonces qué tienes? -pregunta Seika a su hermana.

— No tengo nada, solo estoy pensando demasiado las cosas, pero no es nada.

— ¿Pensando demasiado qué cosas?

Nijika se había puesto la trampa sola. No había forma de responder a esa pregunta sin dejarse a sí misma en vergüenza. ¿Qué iba a decir? "Es que Ryou le estuvo hablando a las otras sobre que solía darme besos cuando me ponía triste". No, no puede decir nada semejante. No solo expondría algo que había intentado ocultar de su hermana por mucho tiempo, sino que además se vería como que después de todo si era culpa de Ryou.

Notó como Seika le miraba fieramente, presionando por una respuesta. Viéndose acorralada, se vio en la necesidad de utilizar la más antigua herramienta creada por los humanos para enfrentar este tipo de situaciones: Esquivar la pregunta.

— ¡Ryou! -Nijika llama a su amiga al tiempo que se levanta de golpe- Ya terminaste, ¿verdad?

No, no era el caso. En el plato de su amiga aún quedaba suficiente comida como para durar varios minutos más. Ignorando eso, la baterista rodeó con velocidad la mesa, tomó a Ryou de los hombros y la hizo levantarse.

— Estamos en un momento crucial, ¿no? Deberías irte a casa a seguir componiendo.

— Pero... pero... mi comida.

— No te preocupes por eso, yo lavaré los platos.

Tomó a su amiga de la muñeca y a jalonazos la llevó hasta su cuarto. Ante ese espectáculo la más confundida fue Seika, quien decidió suponer que después de todo si se habían peleado y que lo mejor sería no entrometerse. Ya se arreglarían ellas solas, como siempre.

Unos minutos más tarde Nijika y Ryou estaban frente a la entrada del Starry. La peliazul recogió su bolso y algunas notas que había estado escribiendo en los días anteriores mientras pasaba el rato en el cuarto de Nijika. La pobre seguía sin entender la actitud tan apresurada de su amiga, quien hasta hace un momento la estaba echando, pero ahora mismo estaba parada allí, con ganas de decir algo para despedirse, pero sin encontrar las palabras.

— Hey Ryou -finalmente Nijika consigue hablar- ¿qué diablos te picó hoy?

— ¿A qué te refieres?

— ¡¿Te vas a hacer la tonta?! De la nada sacaste el tema ese de los besos y luego le contaste a las otras sobre cosas de las que prometimos nunca volver a hablar.

Nijika hablaba con un tono notoriamente demandante, pero Ryou no se dejó intimidar. Mantuvo la calma y pensó muy bien en qué palabras usar. Después de todo, si no tenía cuidado, podía generar un problema serio en un momento delicado para la banda. Tras unos cuantos segundos más, habló.

— Últimamente has estado muy estresada, ¿verdad?

La pregunta tomó desprevenida a su amiga.

— ¿Eh? ¿Intentas decir que estoy exagerando por estar estresada o algo así?

— No, no es eso. Pero si admites estarlo.

— Bueno sí, estoy estresada. Hay muchas cosas importantes que hacer. ¡Aquí la que está mal eres tú por estar tan relajada!

— De nuevo, que no es eso.

— Entonces explícate.

— Es solo que -hace una pausa para pensar- viéndote así...

Ryou no terminó su frase, lo que hizo a Nijika comenzar a enojarse. Las dos chicas se vieron a los ojos durante unos segundos y luego Ryou encontró las palabras para continuar.

— Viéndote así, se me vino a la mente el recuerdo de que en otra época lo que habría hecho para calmarte justamente hubiera sido eso. Besarte.

A Nijika se le pasó el enojo de golpe y en su lugar la vergüenza comenzó a enrojecerle el rostro.

— Espera, espera, ¿qué estás diciendo?

— Además, mientras les contaba a las chicas la historia, me aseguré de ocultar la parte más importante. Me refiero a la verdadera razón por la que me pediste que me detuviera.

Efectivamente, Ryou, con su bien entrenada retórica, dominaba a la perfección el arte de decir medias verdades y hacerlas sonar como verdades completas. En aquella explicación sobre por qué Nijika le pidió que se detuviera, faltó hacer una anotación muy importante.

Volviendo en el tiempo a aquel momento. Estaban allí Nijika y Ryou en su versión de 15 años y cursando tercero de secundaria. Las clases habían terminado y ambas estaban sentadas en un área verde detrás de un almacén. Era su punto de reunión favorito porque estaba bastante apartado del resto del campus, así que raramente alguien pasaba por la zona. Allí iban a almorzar, allí pasaban el tiempo cuando había periodos en los que no tuvieran clases y lo más importante, ahí es donde se ocultaban cuando Nijika estaba emocionalmente afectada por algo y necesitaban un lugar donde estar separadas del mundo.

Ese día fue la propia Ryou quien, al terminar las clases, le dijo a Nijika que quería contarle algo y que fueran al lugar de siempre. Ya estando en el sitio, la bajista sacó su teléfono y le mostró un video a su amiga. Era de ella misma junto con otras 3 chicas tocando un cover de Bump of Chicken.

— Ellas son las chicas del Club de Música, me pidieron que tocará con ellas por un tiempo, para que les enseñe como tocar sincronizadamente.

Nijika tomó el teléfono para ver más de cerca. Quería comprobar que tipo de expresión hacía Ryou en el video.

— ¿Te pidieron que tocaras con ellas?

— Si.

— ¿Y simplemente les dijiste que sí?

— Si.

El rostro de Nijika se tornó serio y se podía percibir indignación en su mirada. Le devolvió el teléfono a su amiga y la miró acusante.

— ¿Cuánto tiempo te estuve yo pidiendo lo mismo?

La respuesta es alrededor de año y medio. Fue tan solo hasta hace 8 meses que Ryou finalmente accedió y comenzaron a practicar juntas en el Starry, antes de que abriera a los clientes.

— Es diferente. Tú me pediste que tocáramos en una banda, ellas solo quieren algo de ayuda.

— ¿Cuándo te volviste tan generosa? -en la voz de Nijika se nota cierta agresividad- ¿Ahora vas a ir a apoyar a unas desconocidas solo porque sí?

— A una de ellas ya la conozco -volvió a mostrarle el video y señalo a la vocalista- se llama Maho, recuerdo que año pasado nos la topamos por ahí una vez y te la presente.

— No la recuerdo -responde Nijika con frialdad.

— Además, la baterista prometió que cada vez que vaya a ayudarlas, preparará galletas para mí.

— ¿Así que ese es tu precio? Todo el tiempo que pude haberme ahorrado si lo hubiera sabido antes.

Ryou había estado intentando no responder al tono golpeado de su amiga, quería dejarla ser. Ya se esperaba que se molestará, pero aun así hay cosas que no se pueden dejar pasar.

— Escucha -la bajista ahora también esta irritada-, te estoy contando esto porque significa que algunos días no nos podremos ir juntas, así que quería que supieras la razón. Pero es solo eso ¿entiendes? No te estoy pidiendo permiso. Ya bájale a ese tono.

La reacción inmediata de Nijika fue ofenderse, pero rápidamente el enojo comenzó a ser reemplazado por culpa. Quería estar enojada, pero no podía negar que su amiga tenía razón. Ryou está en todo su derecho de decidir qué hacer con su vida y con quien hacerlo.

Pensando en eso, las lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos. Se dio la vuelta para intentar ocultar su rostro lleno de remordimiento.

— Espera Nijika, no era mi intención ser tan grosera.

Nijika no respondió y se mantuvo intentando contener las ganas de llorar. Aunque no estaba teniendo mucho éxito. Ryou continúo hablándole, pero al ver no le respondían, tomó a su amiga de los hombros y la hizo girar a la fuerza. Entonces le vio el rostro lloroso.

— No me hagas caso -dice Nijika con la voz medio quebrada-. Tienes razón. Puedes hacer lo que quieras. A mí no tiene por qué importarme.

— Ya, ya. No pasa nada -Ryou activa su modo "confortador"- nosotras seguiremos tocando juntas los fines de semana y algún día que no me quedé con ellas. Además, ya te dije que solo las estoy ayudando, no es como si fuéramos a formar una banda.

Si, esas chicas son las mismas con las que eventualmente Ryou formaría una banda. En un futuro lamentará mucho haber dichos esas palabras, porque tendrá que vivir semanas de recriminación. Aunque eso es otra historia.

En todo caso, las palabras tranquilizadoras estaban funcionando. La bajista secó las lágrimas de su amiga, la abrazó y procedió a completar el último paso del protocolo de confortamiento. Así mismo como estaban, así de juntas, giró un poco su rostro para besar la mejilla de su amiga.

— ¿Entonces no es que prefieras tocar con ellas?

— Ellas me van a dar galletas, tú me haces la cena. Por supuesto que tú ganas.

Luego se quedaron allí abrazadas por varios minutos. Nijika estaba cómoda, pero Ryou ya comenzaba a aburrirse. Su mente inquieta ya no sabía en que enfocarse. Cuando los abrazos son tan largos, llega un momento en que el dulzor del contacto con el otro comienza a diluirse y comienzas a pensar en los detalles de la situación. En concreto Ryou comenzó a hacerse consciente de la diferencia de altura entre ambas. Cada vez que le da un beso en la mejilla se ve en la necesidad de inclinarse, porque si no su boca queda a la altura de los ojos de su amiga. De los ojos y de algo más.

"Sus orejas" pensó Ryou. "Sus orejas están ahí, justo a la altura perfecta". Estando así abrazadas, con sus cabezas una al lado de la otra, la boca de Ryou estaba justo al lado de la oreja de su amiga. De pronto, a la bajista se le encendió un interruptor.

— Nijika, no te muevas.

Dijo eso y con suavidad mordió el lóbulo de la oreja de su amiga.

— ¡Hey, ¿qué haces?!

Nijika intentó apartarse, pero Ryou la sostuvo fuerte.

— Sabes Nijika -dice Ryou susurrándole al oído a su amiga- eres muy linda, preocupándote por cosas innecesarias -luego vuelve a morder.

— ¡¿Qué te pasa?! ¡Estas actuando raro!

Nijika forcejeaba para soltarse, pero Ryou se resistía a dejarla ir. Entre tanta lucha acabaron cayendo las dos al suelo. Bajista arriba, baterista abajo.

Sus rostros quedaron de frente y fue como si el tiempo se detuviera por un instante. Se miraron a los ojos por unos segundos sin decirse nada. Luego Ryou bajo un poco su mirada. Se centró en los labios de su amiga. Quería hacerlo, esta vez no en la mejilla, ni en la frente. Quería besarla de verdad. Comenzó a acercar sus labios a los de ella.

Nijika se percató de las intenciones de su amiga y se quedó paralizada. No pudo oponer ninguna resistencia, y tal vez no quería oponerla.

— ¡Hey, ¿qué está pasando aquí?!

Una voz habló desde el almacén. Dos chicas venían dando la vuelta a la esquina y se encontraron de frente con la escena protagonizada por las amigas. Nijika apartó a Ryou de un empujón hacia el lado y se levantó apresuradamente.

— No es nada, solo... solo nos caímos -intenta explicar desesperada.

— No parecía eso.

— No es lo que parece, déjeme que les explique.

Y eso fue lo que realmente ocurrió. Las chicas que las descubrieron no las atraparon en una situación tan inocente como un simple beso en la mejilla. Sino que las encontraron una sobre la otra y con Ryou cegada por un calentón repentino, apunto besar a Nijika.

Por supuesto que después de eso Nijika se enojó y le prohibió a Ryou volver a hacer algo así, especialmente en lugares públicos. Pero lo que le molestó no fue la trasgresión en sí, sino el que la hubiera hecho pasar tanta vergüenza, incluyendo rumores que rápidamente se esparcieron por el colegio.

De vuelta en el presente. Las dos amigas estaban de pie frente a las escaleras que bajaban a la entrada principal del Starry. Ryou miraba a su amiga directo a la cara, con una determinación poco usual en alguien tan despreocupada como ella. A su vez, Nijika tenía el rostro sonrojado e intentaba evitar la mirada de su amiga mientras trataba de interpretar lo que le acababa de decir.

— ¿Te das cuenta que ya pasaron tres años? -dice Nijika- Esas cosas las hacíamos antes porque no teníamos idea de lo que implicaban. Ya crecimos. Ya no somos como en ese entonces.

— Tienes razón, ya crecimos.

Ryou se acercó a Nijika con toda la intención de invadir su espacio personal. Seguía mirándola con firmeza y además exigía lo mismo a su amiga. El mundo alrededor de ellas debía desaparecer. Lo único que debía existir en ese momento eran ellas dos, observándose. Ryou continúo su alegato.

— Ya no eres una llorona y ya nadie entre nuestros compañeros de clase cree que yo sea genial. Ahora tocamos juntas en una banda, una que está logrando surgir. Las dos hemos cambiado, tú para bien, mientras que yo -hizo una pausa para pensar- no sé si para bien o para mal.

— No estoy entendiendo a qué quieres llegar.

— Lo que quiero decir es que ahora, que me importa menos lo que la gente piense, me pasan cosas como las de hoy.

— ¿Qué te pasó hoy?

— En aquel momento, cuando dijiste que ninguna de nosotros había dado ni un beso, me hizo enojar. Es decir, es verdad, no lo hemos hecho. Pero, aun así, que lo digas me molesta.

— ¿Qué carajos estas diciendo?

— Luego cuando dije que yo te había besado, tu reacción inmediata fue decir que solo eran mentiras, que me estaba inventando tonterías. Eso también me molestó.

— Pero es la verdad nosotras no -no pudo terminar la frase porque la interrumpieron.

— ¡Lo sé! Y no me gusta.

Ryou acercó su cara a la de Nijika hasta quedar a una distancia peligrosamente cercana.

— Nijika, no te muevas.

Ryou terminó de cerrar la angosta brecha que las separaba, juntando sus labios con los de su amiga. Lo hizo una vez, pero al ver que la otra no oponía resistencia, lo hizo dos veces más. Luego retiró su rostro para comprobar que tipo de expresión estaba haciendo Nijika.

La cara de su amiga expresaba una variedad de emociones entremezcladas. Confusión, vergüenza, incredulidad, ternura. Pero a Ryou lo que más le importaba no era lo que expresaba, sino lo que no expresaba. En específico que en el rostro de su amiga no había ni la más mínima señal de rechazo. Eso era lo importante. Se sintió con la suficiente confianza como para cortar la tensión con humor.

— Ya no podrás volver a decir que nunca pasó.

Sin esperar una respuesta, dio un paso para atrás y le dio la espalda a su amiga. Aunque estuviera empleando todas sus fuerzas en parecer calmada y mostrarse dueña de la situación, la verdad es que por dentro estaba llena de miedo. Acababa de dar un salto al vacío, queriendo confiar en que caería en algo suave. Por suerte, tuvo razón. Pero eso no evita que los nervios le hubieran estado consumiendo por dentro.

— Ryou...

— Esta bien. Tengo que componer. Creo que es mejor que ya me vaya.

Ryou tomó aire y se calmó lo suficiente para volver a encarar a su amiga. Se dio la vuelta y se le acercó. "A partir de ahora, nos despediremos así" dijo y la beso nuevamente. Luego, completamente llena de confianza y con la sensación de haber ganado, se fue para su casa.

Nijika se quedó allí mirando a su amiga hasta que desapareció en la lejanía. Aun no terminaba de procesar lo que acababa de pasar, pero sí tenía algo claro: no le parecía mal. Han pasado tanto tiempo juntas. Han tenido tantos momentos de intimidad. No había nadie en el mundo a quien pudiera considerar más cercana. Lo que es más, debido a la banda, desde hace tiempo que no contemplaba un futuro en el que Ryou no siguiera a su lado.

Aún necesita ordenar sus sentimientos, y eso seguro le llevará tiempo, en especial ahora.

— Maldita sea Ryou -Nijika habla para sí misma- ¿en serio tenías que salir con esto justo en un momento tan crucial? -pasa sus dedos suavemente por sus labios- Pudiste esperar dos meses más. Eres una tonta.