Hola a todos, yo de nuevo.

inesperado ¿Verdad? Quien diría que subiría un cap tan rápido, tengo que decirlo, me llegó la inspiración muchachos(pero no esperen mucho de mí, tampoco quiero dar falsas esperanzas). Este cap es una disculpa por la espera, comencé a escribir y simplemente salió esto y me gustó mucho, espero que sea de su agrado.

Volviendo a mi divague del día. Mi lucha por Arlecchino c1 todavía continúa pero sigo sin decidirme si ir por las constelaciones o ir por el arma, en uno aumenta la viabilidad del personaje en su daño general y comodidad y el otro me da la posibilidad de hacer mi arlecchino un poco más unitarjet, me estoy desesperando y tirando por ambos en un desesperado intento de un golpe de suerte divino para que me salgan ambos…y eso es todo.

Hablando de Arlecchino, me planteé un poco su integración en la historia un poco antes, pero realmente no tiene cabida en mi historia (por el momento) lastimosamente, vamos a tener que esperar un poco, lo mismo sucede con Furina y demás (Arcontes en general y el sabroso Neuvillette).

Y eso es todo…ya no puedo divagarme tanto porque entonces se vuelva más largo que el propio cap.

Recuerden dejar un comentario, darle a favorito y seguir la historia, eso ayuda mucho a subirme el animo y a darme fuerzas para seguir escribiendo.

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El día de Kokomi empezaba antes de que el sol saliera en el cielo.

El aseo era de prioridad y la preparación necesaria para comenzar un día lleno de tareas, trabajos y responsabilidades, no es de extrañar que se tomara su tiempo en el mismo para quitar cualquier rastro de cansancio del día anterior.

Tenía sus vestidos de sacerdotisa pero prefería un conjunto más aireado para poder mantenerse fresca sin tener que realizar algún truco con sus artes divinas, además que era un estilo que solo era permitido para ella…literalmente, tuvo un poco más de libertad en ello cuando asumió el cargo de estratega.

No podía cargar con todo el equipo miko mientras cumplía sus responsabilidades bélicas.

Luego de todo eso, era momento de alimentarse.

Los Sangonomiya podrían ser una familia en declive pero todavía eran la familia más importante de la isla Watatsumi por lo que representaba, tanto en el paso como en la actualidad, por lo que comida nunca falta ni faltará y lo mismo podía decirse de los chef de alto nivel.

Pero tenían un invitado inesperado con ellos.

"..."

"..."

Al momento de ingresar al comedor, lo primero que encontró fue una mesa repleta de comida de todo tipo y hasta algunas cosas que nunca había visto. Los platos parecían extranjeros porque estaban puestos en platos planos en vez de los tazones de siempre, aunque todavía estaban presentes a su manera.

Lo siguiente que notó fue la integración de más personas, no era común que alguien desayunara con ella por lo temprano que se levantaba y también por su estatus. La familia Sangonomiya comía en otro lugar y momento que la sacerdotisa de la familia.

"Deja de mirar boquiabierta la comida, se va a enfriar" La voz gruesa de Hachiman la sacó de su ensoñación, vio que había un espacio preparado para ella en la punta de la mesa.

"¿La punta?"

"No te fijes en cosas sin sentido, ahora es solo un asiento" Hachiman entendió rápidamente que hablaba sobre el estatus de cada asiento, realmente no quería fijarse en temas tan insignificantes.

Solo era un asiento en una mesa, por el amor de todos los arcontes.

"Ah, claro"

"Buenos días, Kokomi-chan" Kokomi sintió un diminuto peso en su cabeza y fue seguido de un saludo de la Shikigami Shimo.

"Buenos días para ti también, Shimo-chan" Mantuvo al familiar de Hachiman sobre su cabeza, no es como si fuera una molestia ya que pesaba lo mismo que un papel. "Buenos días, Masumi-san"

"...días" La mujer blanca gigante también saludo con palabras que un oído no entrenado no podría escuchar.

Shimo fue la encargada de formalizar una "amistad"(por decirlo de alguna manera) forzada entre Kokomi y Masumi, la primera porque se sentía extrañamente atacada por la mujer gigante y sus…mientras tanto Masumi solo era porque no le importaba realmente, era la cúspide de la indiferencia.

No había que negar que fue un trabajo espléndido.

Luego de los saludos, el control del cuerpo de Kokomi desapareció y entró en un modo automático que ella desconocía. Tomó uno de los platos que conocía y dio el primer bocado.

"¡!"

Hachiman no pudo ocultar su sonrisa.

En Teyvat era imposible negar las posibilidades de los conocimientos que se podían conseguir. Las ciencias, lógica, psicología y muchas otras podían estar al mismo nivel que en la tierra solo que en saltos que algunos científicos y profesionales de Japón (en realidad de todo el mundo) se preguntarán cómo pudieron llegar a ese resultado saltándose completamente más de un proceso.

Literalmente sabían hacer armas de fuego y tecnología láser, pero no podían decir con seguridad si el planeta es redondo o plano. Cuando Hachiman se enteró de eso estuvo riéndose (interiormente) durante días.

Eso hasta que investigó el asunto un poco más, por curiosidad y le obligaron a callar su boca.

Pero eso es historia para otro momento.

El caso es que el arte de la cocina estaba muy bien implementado, gracias a un sequito pequeño de personas…innovadoras, que probaban y cocinaban todo lo visible en el mundo, hasta conseguir un alimento apto.

Pero Hachiman no necesitaba eso, su conocimiento en la cocina era autodidacta pero su camino ya había sido pavimentado anteriormente con nociones de "comida" de su mundo.

Su cocina y la de Teyvat podían ser iguales, pero había diferencias pequeñas.

Esas diferencias eran las especias. Comino, pimienta, mostaza, mayonesa, salsa de tomate, jengibre, cúrcuma, albahaca, chile y muchas otras más.

Esa pequeña ventaja marcaba una diferencia abismal entre sus platillos y los otros.

"¿Esa cabeza tuya planeó algo?" Pero Hachiman ya tuvo suficiente de tirarse flores, era momento de pasar a lo importante.

"Tengo una o dos ideas, pero no es seguro" Dijo Kokomi.

"Mejor que nada, ¿Qué tienes?"

"La primera que se me ocurre fue la primera necesidad, armamento" bajo otro tazón y buscó su cuarto platillo, no se había dado cuenta. "¿Conoces la historia de las técnicas de forja pérdidas?"

"¿El Raiden Gakaden? si, también pensé en eso la primera vez pero solo dos escuelas se mantienen y solo son una sombra del pasado o solo era una leyenda para resaltar sus habilidades"

"¿Conoces a los clanes que tienen esas técnicas?" Kokomi ignoró completamente las palabras de Hachiman.

"El clan Amenoma y el clan Isshin, pero ambos tienen una técnica incompleta en el mejor de los casos y no hay nadie lo suficientemente experimentado como para crear un arma capaz de ponerme en igualdad de condiciones con la Shogun"

"Creo recordar que te dije que la resistencia tenía consigo un herrero del clan Isshin, es un poco joven, tiene más o menos mi edad, pero es innegable su interés sobre el caso." Llevó una albóndiga pequeña a su boca y la saboreó con placer "Creo que es mejor idea hablar con alguien relacionado con el tema, tal vez podamos encontrar algo"

"Escucha, es una buena idea, pero ya realicé yo mismo la investigación hace años, las técnicas se encuentran desaparecidas por completo, no hay documento alguno que siquiera valide su existencia-" Hachiman se detuvo y miró la puerta frente suyo al otro lado de la mesa por un momento "¿Lo llamaste tan temprano?"

"Solo le dije que viniera cuando quisiera para hablar sobre esas legendarias técnicas de forja, puede ser un poco excesivo con ese tema" Shimo se rio suavemente sobre la cabeza de Kokomi en dirección a Hachiman.

No había de otra.

"¡Soy yo, señorita Kokomi, disculpe la interrupción!"

En la habitación ingresó un adulto joven, tal como había dicho Kokomi que su edad era similar. Vestía un Hakama negro pero con las piernas del pantalón dentro de vendas para facilitar el movimiento, contaba con botas, una bufanda y un haori rojo y una infaltable sonrisa de oreja a oreja.

"¿Qué eres? ¿un protagonista de novela?"

"Hachiman, déjame presentarte al herrero de la resistencia y descendiente del clan Isshin, Isshin Kenji. Kenji, este de aquí es Hikigaya Hachiman, un invitado especial mío, trátalo con el mismo respeto que a mi"

"¡No se preocupe señorita Kokomi, lo trataré muy bien!" Hizo un débil intento de imitación de los soldados antes de girarse hacia Hachiman y continuó con su gran sonrisa "Es un honor conocer al señor Hachiman, todos aquí hemos escuchado de ti por la señorita Kokomi al menos unas cien veces"

Nadie dijo nada sobre la sacerdotisa que se atoró con su comida.

"Es un gusto, pero quisiera ir directo al punto. El Shogun Gakaden"

"Rayos, actúas como los ancianos del clan" Fue una respuesta automática, causando que se llevara la mano a la boca más rápido que el rayo. "¡No, quiero decir! no eres viejo, tampoco que tu actitud sea mala, sino que-"

"Tranquilo, seguramente tengo la misma edad, además, no me gusta que me hablen tan formalmente, sólo actúa como siempre lo haces." Sabía que no fue dicho con mala intención por lo que Hachiman no le dio importancia, había escuchado cosas aún peores en el ejército y con toda la intención de ofender.

Los enemigos lo llamaban "Emperador amarillo" al principio, eso hasta que…bueno, eso es otra historia para otro momento.

"...¡Eso es genial! realmente todo el problema de las formalidades son una molestia, me caes mejor, Hachiman-san"

Al parecer pasó completamente por alto el hecho de que tenía la misma edad que los ancianos de su clan pero tenía la apariencia de un adulto joven.

"ahora no puedo decirle que no se ponga tan cómodo como para usar mi nombre, ¿no?" Hachiman se tuvo que tragar su suspiro. "Como sea, vuelve al tema"

"Oh, cierto, primero que nada ¿Para qué quieren esas técnicas de forja?"

Hachiman dirigió su mirada a Kokomi que ahora se encontraba concentrada en su octavo plato, ¿Cómo podía cargar tanto en ese cuerpo tan pequeño? ni idea, pero se detuvo cuando notó la mirada de Hachiman.

Parecía un hámster con sus mejillas llenas.

Al menos tenía la decencia de parecer avergonzada, no como una mujer gigante que estaba por su doceavo plato y mantenía un rostro inmutable. Kokomi tapó con una mano su boca y asintió hacia Hachiman, confirmando que era de confianza.

"Necesito un arma y armadura capaz de resistir una pelea contra la Shogun o la suma sacerdotisa…o ambas a la vez"

"...oh…esto…quiero preguntarte…¿Tú?" Su reacción era entendible, Hachiman también reaccionaría así si un desconocido le decía que necesitaba equipo para pelear contra la arconte.

¿Está loco? Es lo que está pensando ahora mismo Isshin Kenji.

"Kenji-san, te puedo asegurar que si existe una persona que pueda contra esas dos, entonces esa persona es Hachiman"

"...Bueno…pero es difícil de crear algo así…esa la arconte y la suma sacerdotisa"

Cuando se describe la fuerza de esa dos, no por nada se les comparaba con fuerzas de la naturaleza. Los actos de la arconte eran innumerables, desde cortar al dios de los mares y deidad de la isla Watatsumi con solo un balanceo de su espada, hasta destruir una isla con una tormenta de rayos. La suma sacerdotisa del santuario Narukami tampoco estaba tan alejada, más de una ocasión se le vio realizando rituales tan complejos de distintas disciplinas que se creía que no había magia que ella no pudiera realizar, animación y purificación de cadáveres, exorcismos de almas, manipulación de familiares, creación de hechizos de papel o más conocidos como talismanes y invocación de tótems sagrados.

¿Este hombre era capaz de pelear contra…"eso"?

"Te lo puedo asegurar con mi vida"

"...no tiene que decir eso" Estaba sorprendido de la confianza que tenía Kokomi hacia el hombre que se hacía llamar Hachiman "¿Será que dice la verdad?"

"suficiente de tanto dramatismo, siéntate" ¿Qué mejor forma de hacerlo entender que darle una propia demostración?

De un momento a otro, la gravedad alrededor de Isshin pareció triplicarse, la presión casi la deja caer al suelo y le estaba impidiendo respirar, se sentía como tener a diez luchadores de sumo encima de su espalda.

Kenji no pudo desobedecer y cayó de rodillas, su rostro rojo de tanta presión a la que fue expuesto repentinamente.

"¿qué?" Kenji miró a los presentes y ninguno estaba en la misma situación que él, No entendió de donde provino tanta presión, pero una mirada en Hachiman y lo entendió.

¿Cómo es posible ejercer tanta presión contra un solo individuo?

La presión no duró mucho tiempo, para Kenji pareció una eternidad mientras que en realidad solo fueron un par de segundos y tal como apareció, se fue.

"¡Aaah!" el aire volvió a entrar en sus pulmones, su rostro dejó de ponerse morado y las ganas de tirarse al piso para descansar fueron inmensas ¿Qué lo detuvo? "¡Joder, eso fue increible!"

Emoción.

"Hachiman, eso fue muy grosero" Kokomi no esperó nada para comenzar a reprender las acciones de Hachiman, no sabía lo que hizo pero definitivamente fue su culpa.

"No fue nada, literal solo dejé que sienta un poco de presión, no es para tanto. Míralo, está bien"

Si la definición de estar bien era ver a un joven reírse en el piso mientras parecía estar a un solo paso del desmayo…entonces estaba de maravilla, porque kenji todavía no estaba en el piso, solo estaba arrodillado.

Un pequeño tecnicismo pero demostraba su punto.

"¿Estás dentro?" La única respuesta que recibió fue la de un pulgar arriba "mmmn, al parecer todavía no recupera fuerza para hablar…bueno, al menos está vivo"

"¿¡Podría haber muerto!?" Los ojos de Kokomi se abrieron como platos. Se levantó y comenzó a reprender más duramente a Hachiman, mientras que este se mantenía sereno como buda.

La conversación todavía tenía mucho por durar, apenas estaba saliendo el sol pero a ojos de Hachiman, la conversación estaba de maravilla.

La situación también le dio un pequeño momento de calma antes de comenzar con sus nuevas responsabilidades.

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Ciudad de Inazuma

El día de la ciudad de Inazuma continuó con normalidad, como si nada hubiera pasado. Los comensales que visitaron el famoso local nuevo se llevaron una decepción al ver que estaba cerrado por vacaciones, fue un momento triste para ellos pero rápidamente pasó a importarle a nadie.

El día tenía que seguir sin importar lo que pasase.

Pero si hubo algo que salió de la normalidad usual y ese algo tenía el cabello rosa, vestido corto que dejaba al ojo de cualquiera las piernas prístinas y jugosas de la mujer, eso acompañado del balanceo de caderas.

No había ser mortal que pudiera resistir la mirada.

"Ara, se encuentra cerrado" Yae Miko leyó el tierno cartel que estaba colgando en la puerta.

"sentimos las molestias, pero por sobrecarga de trabajo, nos vimos en la necesidad de tomar un corto descanso. Esperamos el entendimiento de la situación de nuestros estimados clientes" seguido de la firma del dueño del local.

Hachiman.

"Tan escurridizo como siempre. Realmente tiene el talento de atraer la atención de una mujer" Cualquier movimiento que la suma sacerdotisa haga podría compararse a las poses de las supermodelos del mundo original de Hachiman.

Y solo había puesto su mano en su barbilla.

"La barrera todavía se mantiene, la creación de la misma asegura su existencia el tiempo que el dueño lo desee, que todavía esté presente significa que realmente volverá…no, creo que no lo hará" incluso si Yae Miko tuviera la apariencia de un humano.

Todavía era un yokai que representaba a una de las tres grandes bestias.

Kyuubi.

Sus instintos no eran una broma, pero lo mejor de todo era que podía realizar un ritual de adivinanza para asegurarse que su instinto no estuviera equivocado o en caso contrario, para asegurarse que realmente estaba en lo cierto.

Pero podía averiguarlo ahora mismo.

La barrera era algo nuevo para ella, nunca había visto algo similar antes y la llenaba de emoción y orgullo que tal barrera proviniera de su antiguo alumno…pero toda barrera tenía que cumplir por obligación ciertos principios para poder definirse como tal.

Área, núcleo y venas.

El área donde se creará la barrera tiene que calcularse para no malgastar energía del núcleo y también para que sea más sencillo integrar las venas de la misma que conecte la energía del núcleo en todo el área de la misma.

El núcleo era la batería de la barrera, era el lugar donde más seguridad y cuidado se tenía que poner al momento de crear la barrera para que no pueda ser fácilmente destruida por los mal intencionados.

Y el último es las venas, su utilidad era la de circular la energía del núcleo y al mismo tiempo esconderlos, creando sub-núcleos en la estructura de las venas y de esa forma camuflar el núcleo principal o también podían formar una estructura tan perfecta que no hacía falta crear esos mismos sub-núcleos ya que no había fuga o concentración de energía.

Tal y como pasaba con la barrera frente a ella.

No podía encontrar el núcleo, pero tal cosa debería de ser imposible, el área no era adecuada para tal construcción mágica, había viviendas adyacentes al local, la tierra no era uniforme y los materiales que conformaba la base eran demasiado mundanos.

Lo único que podía sentir era que frente a ella había una barrera…¡Y nada más!

Dio un paso. Había muchas cosas que podrían pasar mal, de la misma forma que no sabía cómo romperla, mucho menos sabía sus funciones completas y fue justamente por eso que era la forma más sencilla de saber si la barrera funcionaba o no.

Entró en la barrera.

Nada.

"Barrera con funciones defensivas, fuera" dejó escapar un pequeño rayo en el suelo "Barrera de detección, fuera"

"Barrera trampa, fuera"

"Barrera ilusoria, fuera"

"Barrera psíquica, fuera"

"Barrera espiritual, fuera"

Lenta y constantemente, con cada paso que daba más información conseguía. Realizó minuciosamente las pruebas y logró llegar a la conclusión que quería.

"Esta barrera solo era un farol, ya tenía planeado huir"

Lo primero que pensó Yae Miko era que la barrera todavía tenía una función pero que no fue activada por falta de un supervisor (Hachiman) era un caso raro pero posible, aunque para mantener eso se necesitaba de un núcleo super potente.

"Ahora queda buscar el núcleo"

Ahora que sabía que la barrera no le realizaría ningún daño, invocó desde su visión su mejor equipo.

Una campana sagrada, categorizada como un arma divina, bautizada por ella misma.

El Axioma de la Kagura.

*Tring*

Un pequeño movimiento ya hacía sonar las campanas y desde sus pies, una corriente eléctrica como serpientes se expandió por el suelo, no hubo roca sin ser afectada, hierba que no fuera alcanzada y el interior del lugar obviamente no fue menos.

La propia barrera no se salvó y las mismas serpientes de rayos subieron como si flotaran en el aire pero solo estaban moviéndose sobre la barrera.

Todo eso no tardó más de un segundo en terminar y nadie de los alrededores estaba presente para verlo.

"...qué hombre más loco" Caminó hacia el pequeño jardín que se encontraba en una de las esquinas del local, había distintas flores que tienen sus pétalos abiertos hermosamente, para el ojo mundano era simplemente un jardín normal.

Yae Miko se inclinó, guardó su arma y con sus propias manos comenzó a mover a un lado las plantas.

Entre medio de todas las flores florecidas, se encontraba una inmadura que todavía no salió del capullo. Yae con su mano desnuda la acarició y la flor se abrió finalmente, para mostrar al mundo una pequeña gema verde.

"Logró camuflar la energía de la barrera con la propia energía natural de estas flores…pero todavía era lo suficientemente poderosa como para mantener esta barrera luego de que salieran"

Yae Miko estaba viendo algo inaudito, era como mostrarle que el principio absoluto de la alquimia, el intercambio equivalente, realmente no era así y podrías crear oro a través de nada.

"Fufufufu~" Tal descubrimiento llenó de alegría sincera y pura a Yae Miko.

No era algo nuevo, pero el método para hacerlo se había perdido en el tiempo luego de la guerra de los arcontes y en la Clan Kitsune solo quedaron registros que aseguraba la existencia de tales barreras más no la forma de crearlas.

"Ciertamente un genio" Volvió a cerrar la pequeña flor, su visita no era para destruir la barrera del lugar de Hachiman o hacer un desastre en el lugar sino todo lo contrario.

Ella quería proteger el lugar.

Podría ser alguien que juegue con los demás, alguien que realmente se preocupara por su entretenimiento antes que nada y podría ser alguien que no titubeara con la "muerte y soledad"

Pero eso era algo común en razas longevas.

¿Cómo creen que una criatura que podría vivir milenios podría aguantar el paso del tiempo? Sus costumbres y lógica eran distintas al de los seres humanos, el hecho de realizar la comparación es incorrecto.

La complejidad de la personalidad de una raza longeva no era distinta a la complejidad de la personalidad de los mortales.

La muerte, la vida, los recuerdos y las conexiones, todos tenían un significado distinto para los longevos que a los mortales les sería difícil de simpatizar.

Los planes iniciales de Yae para Hachiman no fueron posibles por la desaparición de él hace treinta y cinco años, pero si adivinaba la ubicación actual del chico (a sus ojos todavía era ese niño perturbado) solo tenía que arreglar un poco sus planes para tener el mismo final.

"No vale la pena seguir en este lugar…¿Ese helado cremoso no se echara a perder si se deja solo?...le estoy haciendo un favor a Hachiman de limpiar su lugar de trabajo"

(La desaparición de los barriles de helado de leche luego fue agregado a la deuda de Yae Miko - Deuda que nunca fue pagada)

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?

"Estoy cansado…¿Cuánto tiempo ha pasado?...la venda en mi cabeza todavía está muy apretada…duele"

Fue un pensamiento fugaz y completamente banal, sin ninguna importancia y que contrastaba mucho con la situación actual que estaba pasando el hombre.

El barro dificulta su movimiento, los árboles lo obligaban a zigzaguear y solo aumentaba la velocidad con la que se cansaba más y por si fuera poco, niebla comenzó a alzarse en el bosque.

El hombre estaba siendo perseguido.

"Los cargadores de Miguel estaban cubiertos de barro…siempre era tacaño con sus balas…no pude llevar todos los explosivos de Hiro, los tuve que utilizar al momento…se los devolveré cuando no tenga que correr"

Los pensamientos del hombre estaban confusos, lo único que sabía es que tenía que seguir corriendo para asegurar su vida, le pidió prestado algo de equipamiento a su equipo y por extraño que parezca, nadie estuvo en contra.

Los cadáveres no hablan.

Ellos se camuflaron con el suelo, tuvo que cubrir sus cuerpos y hacer de señuelo para que ellos comunicaran la situación donde pudieran.

"¡Woof!…ggrrrr"

El primer perro salió de entre los arbustos y fue seguido por un segundo y tercero. El susto o sorpresa no se mostró en el rostro del hombre, momentos en donde actuar en segundo o fracciones de segundo era necesidad…era el fuerte del hombre.

Oficial comandante de la fuerza de élite - nombre en código del equipo: Panteón.

Con su mano dominante sacó instantáneamente una pistola y la explosión del disparo se escuchó cuatro cinco veces. En ningún momento el hombre detuvo su carrera, sabía que si se detiene puede que no tenga la fuerza para volver a correr.

Su visión estaba borrosa y fue la causa por la que tuvo que gastar más disparos de lo necesario, delatando su posición.

"El lugar ya no es seguro" Pasó de largo a los perros que cayeron al suelo, le recordó a sus compañeros.

Era impresionante que el hombre pudiera correr por tanto tiempo y hasta hacía a uno preguntar ¿Por qué tanto esfuerzo?. El terreno es desconocido, podría haber enemigos en literalmente cualquier dirección, o se encontraba con ellos por cuenta propia o sobreviviría un tiempo antes que ellos lo encuentren.

Las posibilidades de supervivencia eran infinitamente bajas.

"¿Cuánto tiempo pasó desde mi última llamada a mi familia?" En contra del pensamiento común, el soldado no miraba por su futuro o posibilidades, no estaba ideando un plan o pensando en cómo salir de la situación.

Su estado mental no era…ideal…por decirlo de alguna forma.

El hombre había saltado de misión en misión, de un campo de batalla a otro junto a su equipo, ya estaba acostumbrado a jugar a una línea de distancia de la muerte, la herida en su cabeza era un pequeño rasguño en comparación a las heridas que tuvieron sus compañeros.

No eran heridas fatales.

La mente de un soldado era destruida, fragmentada en pequeños pedazos que tenían que juntar y dar forma…y continuar con su guerra. El estrés, nerviosismo, presión, miedo, dolor, duda, consternación y un sin fin más.

"...Estoy cansado…" Los pensamientos del mismo hombre daba la respuesta.

El cansancio que llegaba hasta el alma, el dolor de seguir aunque tu cuerpo se estuviera cayendo a pedazos y la presión de la mente de tener que resistir a eso.

Pero el hombre siguió corriendo.

"#%!#" El grito no tenía su origen del hombre corriendo.

El hombre había sido encontrado.

Mirada borrosa, ojos entrecerrados y cuerpo a un solo paso de caer. Tuvo que detenerse ya que él mismo se había encontrado con el enemigo.

Frente al pequeño ejército enemigo. Él hombre los vio de nuevo.

Detrás del grupo de treinta personas, un descampado muerto y con múltiples lápidas.

Eran figuras apenas descriptibles como humanas, desfilando por el lugar con banderas negras y un símbolo rojo alzando en un estandarte, pero algunos tenían cráneos de personas en vez de banderas.

El miedo indescriptible hizo un desfile y todos se giraron a mirarlo con una sonrisa que rompió el intento de rostro de esas criaturas. El canto que los acompañaba solo podía describirse como horrible, pero el orgullo de las criaturas lo hacía una melodía demoníaca.

El rostro de las cabezas en las puntas de las estacas solo podian describirse como puto sufrimiento y miedo, dejando en claro que fue una muerte horrible.

Esas cabezas eran las de sus compañeros.

Pero ante la muerte y la ilusión de las criaturas.

El hombre no mostraba ningún cambio en su rostro.

Fue el instante en donde el hombre dejaba su cáscara.

Estaba entre la espada y la pared, la primera ronda fue contra treinta y nadie sabía cuántos vendrían luego. Los demonios sonrieron con felicidad ante el espectáculo, las cabezas en sus estacas también sonrieron luego de ver a su capitán todavía con vida.

Frente a todo eso.

"Quiero ver a Yukino de nuevo."

Fue el último pensamiento antes de convertirse en una máquina de matar bien engrasada.

Misión de infiltración en oriente medio - Escuadrón de élite: Panteón - Sobreviviente: 1 - Bajas: 247