El día estaba soleado y hacía algo de calor, pero eso no impedía a varios realizar algunas actividades al aire libre.

- ¡Vamos Arkab! ¡Atácame! – la mini Amazon obedeció lo que su padre le decía.

La peli celeste sacó a Muramasa y fue hacia él, quien también haría uso de su espada Excalibur con la cual contraatacó, pero se dio cuenta de que el poder del arma de su hija también era fuerte.

Esto siguió así al mismo tiempo que se daba cuenta de que ambos estaban casi igualados, así mismo, la mini Amazon no parecía inmutarse por los ataques de su padre.

- ¡Vamos! – el ninja fue hacia la pequeña la cual bloqueó el brazo derecho de su progenitor usando a su arma y el choque de espadas sacó un par de rayos.

- Vaya, parece que entrenan duro – Ángel llegó a ver el encuentro de ambos.

- Sí, quise ver que tan poderosa es la espada de Arkab y vaya que es fuerte.

- Así es, te lo digo porque la porté por mucho tiempo y Mucchan es tan fuerte como no crees – la peli blanca tomó la espada de su hija y fue hacia su marido quien no vio venir cuando la demonio lo atacó a sorpresa con la espada.

Este se levantó para seguir con la lucha, pero de inmediato se dio cuenta de que estaba perdiendo terreno cuando en cada choque contra el arma maldita.

La Excalibur era fuerte, pero en un momento, esta fue vencida por el poder de la espada demoníaca hasta que el hondureño estuvo en el suelo.

- Lo siento cariño, pero aun te falta mucho para que tu Excalibur sea tan fuerte como nunca.

- Creo que ocupa más entrenamiento – este se miró un poco su brazo el cual sangraba un poco por el choque de poderes con Muramasa.

- Da igual, con el tiempo harás que tu Excalibur sea más poderosa.

El chico asintió y siguió entrenando su espada por su cuenta, mientras tanto, Ángel y Arkab se sentaron bajo un árbol a ver como el hondureño estaba con lo suyo.

Mientras hacía eso, a la peli blanca le hizo recordar al primer hombre que usó esa espada sagrada en el ejército ateniense.

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Hace tiempo que muchos Caballeros atenienses se habían unido para pelear contra las amenazas que tenían a la humanidad contra las cuerdas.

En un momento, aparecieron armaduras las cuales vistieron a guerreros con los cuales pudieron ayudar a muchas personas.

Hubo grandes peleadores, no obstante, destacó el cual venía de otras tierras y era alguien que peleaba junto a la diosa Athena.

De cabellos rubios y ojos del mismo color, este era un joven el cual se dedicaba a entrenar duramente y no solo eso, sino que la misma diosa de la guerra lo tenía como uno de sus guerreros más fieles.

- Realmente sabe cómo pelear.

- No solo eso, sino que parece que será alguien grande – otros Caballeros decían eso sobre esta persona.

- Arthur, lo haces bien.

- Gracias, solo hago lo que puedo – sonrió el sujeto.

Este era Arthur el cual estaba a nada de ser Caballero Dorado, no obstante, esto sería una sorpresa para el rubio.

Asóuka estaba mirando como este entrenaba y no solo eso, sino que quería usar una técnica la cual era algo extraña.

- ¿Qué haces? – la demonio decía mirando al chico el cual solo sonrió.

- Oh, hola. Pues quiero crear una técnica la cual sea capaz de cortar lo que sea.

- ¿En serio?

- Sí, estoy entrenando mi brazo para lograr ese propósito.

- Entiendo, entonces quieres ser como una espada ¿no?

- Así es, si uso mi energía cósmica, creo que podré hacerlo – Arthur se quedó un momento callado – sé que la diosa Athena prohíbe el uso de armas, por lo que quiero usar mi cosmos para simular una.

- No sé si puedas hacerlo, pero si concentras todo tu cosmos, creo que podrás hacerlo.

Unos momentos después, Arthur fue llamado para que fuera a una misión hacia una zona alejada de Grecia, siendo esto en Francia donde había un guerrero el cual estaba derrotando a muchas personas, incluso algunos Caballeros o aspirantes habían caído.

El guerrero no fue solo, sino que Asóuka fue con él hasta que llegaron a la zona, esto tomó muchos días de viaje, pero al final no fue nada para el rubio y la demonio.

- ¿Me estás diciendo que por aquí es donde está ese guerrero?

- Dicen que sí, pero yo no veo nada – los dos veían para todos lados, pero sin encontrar a nadie que pudiera ser peligroso.

Ambos siguieron con su camino, encontrando justo una zona en donde había muchos árboles caídos, pero notaron algo que era muy llamativo.

- ¿Puedes notar eso Asóuka? – señaló el tipo a los troncos de los árboles.

- Sí, parece que fueron cortados por cuajo, pero es muy raro.

- Sí, lo único que se me ocurre para que esto sea sí es que…

- ¡Mira! – la demonio señaló justo una ráfaga de aire la cual iba hacia ellos, pero no era normal.

Estos tuvieron que saltarla por el peligro que representaba, al hacerlo, notaron como muchos árboles de nuevo fueron talados de cuajo.

- ¿Qué diablos fue eso?

- Fue como eso que estabas practicando y…

- ¡Cuidado! – Arthur se puso en medio y con su brazo derecho evitó que el golpe fuera directo a su compañera, no obstante, su extremidad acabó algo herida.

- Arthur.

- No te preocupes, estoy bien, solo que siento que esto fue muy fuerte, es como si esa brisa realmente cortara lo que fuera.

- Y es que es así – justo apareció alguien, mirando a los dos rubios.

Este ser poseía una armadura de color negro y con unas alas moradas, luciendo el caballo grisáceo y los ojos negros, así mismo, en su mano derecha llevaba una espada.

- ¿Quién eres tú?

- Que grosero de tu parte preguntar algo así – exclamó el ser delante de ellos – pero les diré mi nombre, soy Roldán, Estrella Terrestre de la lucidez y uno de los guerreros de mi señor Hades.

- ¿Hades? – Asóuka exclamó apretando sus puños – ese desgraciado ¿Qué demonios trama?

- Mi señor Hades me ha mandado a matar a todos los Caballeros que quieran intervenir en mi trabajo – el espectro decía – y ustedes serán los siguientes en morir por mi espada.

- ¿Qué es esa espada?

- Sencillo, esta es mi espada Durandarte y con ella puedo cortar todo – exclamó el sujeto el cual volvió a hacer uso de su arma la cual cortó una parte de la tierra en la que estaban parados.

- Podrás tener una espada muy fuerte, pero eso no será suficiente para vencernos – Arthur decía.

- Pues vamos a ver si es verdad – el espectro de Hades volvió a empuñar su espada mirando a su enemigo, ni que decir que la demonio estaba molesta por ver a un guerrero del dios del Inframundo el cual ya le había jodido la vida antes.

No obstante, Arthur se encargaría de batallar contra él ya que sería un duelo de espadas. Roldán usaría su arma física mientras que el rubio lo haría con su técnica.

El espectro atacó de nuevo a ambos, pero la demonio voló con sus alas al cielo mientras que el rubio se quedó peleando contra Roldán.

La espada Durandarte del espectro era muy fuerte ya que Arthur estaba teniendo problemas para contenerla ya que se notaba que su filo era bastante fuerte, incluso el guerrero ateniense sintió como su brazo dolía por los golpes constantes de su arma.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso no dijiste que me ibas a enfrentar? – el peli grisáceo exclamó empuñando de nuevo su espada.

- Y eso es lo que haré… tu espada no me matará – mientras el combate seguía, Asóuka miraba la pelea y esta decidió comunicarse telepáticamente con la diosa de la guerra.

- Athena, ¿estás ahí?

- ¿Qué ocurre? ¿Cómo va la misión?

- Dura, resultó ser un espectro de Hades usando una espada poderosa y aunque Arthur está luchando, obvio que no servirá del todo con su brazo derecho – la demonio decía – creo que tenemos a un buen candidato para "eso".

- ¿Estás segura?

- Obvio que sí, ya verás – de vuelta con la pelea, esta estaba siendo llevada en ganancia por el espectro de Hades.

Roldán junto con la Durandarte le seguía dando problemas a Arthur el cual miró un momento su brazo el cual comenzaba a sangrar mucho.

- Vaya que has aguantado mucho, pero eso no será suficiente – Roldán exclamó señalándolo con su arma.

- Incluso si mi cuerpo es despedazado… no será suficiente para hacerme retroceder – Arthur se levantó de nuevo mostrando su brazo derecho el cual comenzó a iluminarse de dorado.

- Pues hasta aquí has llegado… ¡Caballero! – el arma fue bajada con golpe hacia Arthur el cual sin dudarlo, elevó su extremidad derecha hacia la espada, pero algo pasó.

Ante la mirada de Roldán, este notó como su espada fue empujada hacia atrás por el brazo de su enemigo el cual incluso se sorprendió por ese poder.

- No puede ser, se supone que mi espada puede cortar todo, con esto deberías haber perdido el brazo.

- Ni yo entiendo cómo es que pasó eso, pero lo que sí sé, es que pondré mi vida en juego si tengo que vencerte.

- Tsk, realmente estás confiado, por lo que ni creas que ganarás por eso – el espectro volvería a atacar, pero el cosmos de Arthur volvió a activarse, volviéndose dorado y la batalla se reanudó de nuevo.

Sin embargo, hubo algo que iluminó el cielo y al ver, su brillo dorado cegó todo y esta bajó hacía en frente de Arthur.

- ¿Qué carajos es eso?

- No puede ser – el rubio miró lo que era ya que se trataba de una Armadura Dorada la cual tenía forma de cabra.

- ¿Qué diablos es esa cosa? ¿Una armadura?

La vestimenta de color dorado se desprendió y fue hacia el cuerpo de Arthur el cual fue envuelto hasta que finalmente estaba listo.

- Increíble… esta armadura es genial, siento como mi cosmos se eleva al máximo – el ahora Caballero Dorado miró a su rival – ahora me siento mejor, ¡vamos entonces!

- ¡Morirás! – el espectro se lanzó contra Arthur el cual se quedó en silencio un momento, pero su brazo de nuevo volvió a brillar de dorado y se lanzó contra este.

Con su brazo ya mejorado, Arthur logró destruir la espada Durandarte con un fuerte golpe, algo que dejó sin palabras a Roldán.

- N-No puede ser… ¡mi espada!

- Hasta aquí has llegado – con un fuerte golpe, el Caballero logró partir en dos al espectro el cual simplemente cayó al suelo con su cuerpo dividido a la mitad.

- Lo has hecho bien Arthur – Asóuka bajó a su encuentro – además, felicidades, te has vuelto un Caballero Dorado.

- No me lo puedo creer… es sorprendente – el rubio se encontraba anonadado mirándose el cuerpo.

Cuando regresaron al Santuario, había algo preparado para Arthur, siendo dos cosas de las cuales no se esperaba.

- A partir de ahora, serás nombrado como Caballero Dorado de Capricornio, la armadura te ha reconocido como su portador.

- Estoy agradecido por servirle, diosa Athena.

- Y hay algo más que ella desea darse – el Patriarca de ese entonces exclamó y ahí fue cuando la diosa asintió y esta sacó una espada y se la entregó al rubio.

- ¿Qué es esto?

- La Excalibur – Asóuka dijo a un lado – es la espada que puede cortar todo, así como quisiste emplear en una técnica.

- Es un regalo a mi Caballero más fiel – la diosa seguía diciendo – desde que llegaste al Santuario, has batallado y luchado para poder formar parte de mi orden como alguien que desea proteger, por lo que cosas como esas, son las que me hacen darme cuenta de tu fidelidad hacia mí, Arthur de Capricornio.

- Excalibur – Arthur sonrió y tomó la espada la cual se volvió energía yendo hacia el brazo derecho del rubio.

- Como la orden ateniense no usa armas, esta será tu oportunidad de demostrar tu poder con esa espada, además, espero que la uses para el bien.

- Lo haré, usted sabe sobre mi fidelidad es indestructible, así que lucharé con mi Excalibur por la paz de la Tierra.

La demonio sonrió mirando a su compañero el cual se notaba feliz mientras extendía su brazo derecho, ahora con la espada que podía cortarlo todo.

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- Mami – Arkab despertó a su madre quien veía a su padre el cual seguía entrenando su espada hasta que un momento, el cosmos de este aumentó mucho en su brazo derecho.

- ¡Excalibur! – su espada logró llegar hasta el cielo el cual partió en dos – guau… lo he ido mejorando.

- Ecalibur.

- Sí Arkab-chan, tu padre está haciendo todo lo posible para llevar su espada al punto más alto, así como Arthur lo hizo en su día – la demonio sonrió mirando como el ninja seguía en lo suyo, como si fuera el reflejo de aquel que en su día logró tener la espada sagrada.

La Excalibur para el Caballero más fiel a Athena.

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Continuará…