CAPÍTULO 32

— Es extraño estar aquí de nuevo…

En medio de la sala de estar, Emily observó los cambios que había hecho Morgan durante su ausencia. Nada drástico, en realidad. Había añadido algunos muebles, y decoración otorgándole un aspecto más hogareño a la estancia.

A juzgar por la expresión nerviosa de Morgan, no era la única que se sentía extraña.

— Te diría que te instalaras, pero básicamente sólo has traído a Sophie.

Se suponía que Reid, J.J. y Olivia pasarían por el apartamento de Emily y recogerían pertenencias tanto de ésta como de la niña, incluida la cuna, que tendrían que desmontar y volver a montar.

Emily sonrió. El trayecto hasta la casa de Morgan había sido tranquilo, sin reproches ni momentos incómodos. Entre ambos había surgido una especie de pacto silencio para intentar resolver sus problemas de la forma más cívica posible.

— Sí bueno… No le vendría mal un baño…— Emily arrugó la nariz. El pañal de Sophie había pagado las consecuencias de su voraz apetito— No huele precisamente a rosas.

Morgan se acercó un poco a la niña, y se apartó de inmediato.

— Definitivamente— Confirmó. Dio gracias a que Emily se hubiera convertido en una persona tan previsora como para guardar reservas de pañales en su bolso— ¿Podrás apañarte en la bañera? En el baño de mi dormitorio hay una.

Era la única que había en la casa, de hecho. Había dos baños más, pero tenían ducha.

Emily alzó una ceja hacia él.

— Podremos— Le corrigió en plural— ¿Crees que vas a escaparte de esto?

Morgan se echó a reír. Ni siquiera había sido esa su intención.

Sus miradas se encontraron en ese instante, y se quedaron en silencio, comprendiendo que quizás les había resultado demasiado fácil regresar a sus bromas habituales. ¿Era apropiado olvidar que el motivo por el que ahora estaban en aquella situación había sido sus respectivas decisiones erróneas? ¿Podrían actuar como antes sin haber resuelto sus problemas?

Subieron las escaleras que daban a la planta alta y recorrieron el pasillo, pasando por el dormitorio donde había pasado la noche Emily el día en que había cenado con Morgan, hasta llegar al de éste.

Emily miró a su alrededor en actitud pensativa.

— ¿Qué necesitas?— Preguntó al fin Morgan.

— No tengo ropa para cambiarla— Respondió Emily— ¿Tendrás alguna sábana o una toalla? No quiero que se ensucie la cama…

Derek desapareció en el interior del baño, y al poco salió con una toalla.

— ¿Te sirve?

— Sí, claro… — Luego se acercó a él— ¿Puedes sostener a Sophie un momento?

Morgan obedeció, y pronto confirmó que efectivamente la niña necesitaba un baño urgente.

Liberadas sus manos, Emily extrajo de su bolso el pañal de emergencia y las toallitas húmedas. A continuación extendió la toalla sobre la cama.

— Déjala aquí.

El cambio de pañales era una experiencia nueva para Morgan. Agradeció ser sólo un observador en aquella ocasión, más que nada porque Emily tomó el control de la situación. Con destreza, desvistió a Sophie, le retiró el pañal, la limpió con las toallitas húmedas y luego lo enrolló todo asegurándolo con las propias tiras adhesivas. Morgan la miraba embelesado sorprendido por la naturalidad con la que se desenvolvía, lo que le recordó que su desventaja partía de los dos meses y medio en que había estado ausente de la vida Sophie.

— ¿Puedes tirarlo?— Le pidió Emily mientras la volvía a alzar en brazos.

Derek se encaminó entonces de nuevo al baño, y lanzó aquel envoltorio maloliente en la papelera. Cuando se giró, Emily ya estaba allí, observando con cautela la bañera y lamentando que la bañerita portátil de Sophie continuara en el apartamento.

— ¿Puedes…? – Continuó Emily, pero antes de terminar la frase, Morgan ya estaba abriendo el grifo y regulando la temperatura del agua.

— ¿Le gusta más caliente o más bien fría?

— No suele hablar de eso— Bromeó Emily— Probemos templada.

No tenían termómetro, así que tuvieron que calcular la temperatura "templada" metiendo la mano en el agua a medida que la bañera se llenaba.

En una coordinación perfecta, Morgan acercó una butaca para que Emily se sentara, pero ésta volvió a dudar.

— ¿Quieres bañarla tú?

Morgan la miró un instante, dudando de sus propias capacidades, pero decidió que tarde o temprano tendría que aprender a hacer todas esas cosas y en el fondo agradecía que Emily se lo estuviera poniendo tan fácil.

— ¿Te fías de mí?

Ella estrechó sus ojos, y asintió.

—Absolutamente.

Y lo afirmó con tanta determinación que Morgan tuvo la certeza de que no se refería sólo al cuidado de la niña.

Así que Morgan se sentó, y sostuvo a Sophie siguiendo las indicaciones de Emily.

En realidad, y dada la ausencia de bañerita de bebé o de hamaca de baño, tuvieron que colaborar durante el aseo de Sophie, encargándose de enjabonarla uno y sujetándola el otro sobre todo para que no acabara con la cabeza metida debajo del agua. Sophie comenzó a reír al sentir el cosquilleo de las burbujas, y ello provocó sendas sonrisas cómplices en sus padres.

Cuando terminaron, Morgan alzó a Sophie y la dejó de nuevo sobre la cama.

Después de secarla, Emily cogió el pañal sin usar y se lo mostró a Morgan.

— ¿Qué tal se te da cambiar pañales, agente Morgan?

Derek torció el gesto.

— ¿Viene con manual de instrucciones?— Bromeó ahora él.

Emily se echó a reír, y se lo entregó.

— Vamos, Einstein… No es tan difícil.

Así que Morgan se sentó junto a la pequeña, y ante la mirada divertida de Emily, que parecía disfrutar del espectáculo, logró en unos cuantos movimientos torpes colocar el pañal de forma relativamente aceptable.

Aunque por cómo Morgan se había quedado absorto contemplando su obra, no parecía estar demasiado convencido de sus propias habilidades.

— ¿Crees que me darán algún tipo de condecoración por esto?— Preguntó mirándola de reojo.

— Oh, por supuesto…— Respondió ella con ironía— Las mías están en una vitrina.

Cuando Derek alzó la vista hacia arriba, se encontró con la sonrisa burlona de Emily.

Lo siguiente fue el sonido del timbre de la puerta. Los refuerzos llegaban justo a tiempo.

— Te has salvado de ésta— Le advirtió él.

— Claro…— Replicó ella con fingida desgana, y tomó el lugar de Morgan junto a Sophie cuando éste salió del dormitorio.

Escuchó voces en la planta inferior, pero para Emily, bajar no era una opción. No quería arriesgarse a que Sophie pillara un resfriado por recorrer media casa recién salida del agua, aunque pudiera cubrirla con una manta.

Al cabo de un rato, la cantidad de voces que Emily había distinguido en un principio, se redujo, y supo que Reid y J.J. ya se habían marchado. Lo que significaba que Olivia y Morgan se habían quedado a solas. Dada la antipatía mutua que se profesaban, Emily temió por la integridad física de ambos, y aguzó el oído intentando escuchar algo. Pero para su sorpresa, apenas se les oía.

Mientras tanto, en la planta baja, Morgan y Olivia se habían tomado su tiempo para reconocerse como enemigos.

Después de soportar durante casi un minuto el silencio hostil de Olivia, finalmente Morgan decidió dar el primer paso para firmar la paz con la joven. Al fin y al cabo, era él el adulto responsable.

— Sabes que no voy a desintegrarme sólo porque me fulmines con la mirada, ¿Verdad?

Bueno, tal vez aquello no había sido precisamente una bandera blanca, se dijo Morgan a continuación.

— ¿Ah no?...— Replicó Olivia, indolente— Qué pena… — Añadió, e ignorando su presencia, echó un vistazo a su alrededor— ¿Emily?

Derek resopló, convencido de que le iba a costar más lidiar con Olivia que con la propia Emily.

Alzó la mano, claudicando.

— Arriba.

— Bien…— Continuó Olivia nada dispuesta a darle tregua. Señaló hacia las piezas de la cuna, que se encontraban junto al resto de pertenencias que habían traído desde el apartamento de Emily, incluido un bolso con ropa tanto de ella como de la niña y que fue lo único que Olivia cargó al hombro— Hay que montar la cuna… Eso sabrás hacerlo, ¿no?

Morgan tuvo que morderse la lengua para contenerse y no provocar un conflicto bélico en mitad de la sala de estar de su casa.

Y sin volverse para comprobar su reacción, Olivia subió las escaleras en dirección a la segunda planta.

— Su tío es un maldito ser de luz a su lado…— Rumió Morgan para sí mismo.

Resignado, agarró las piezas de la cuna y, no sin dificultad, las llevó hasta el dormitorio de invitados que había utilizado Emily en su día. Junto a éste, había un segundo dormitorio que había acondicionado durante la ausencia de Emily, y que podría utilizar la belicosa Olivia.

La escuchó hablando con Emily en el dormitorio contiguo, pero ni muerto habría osado a interrumpirlas.

Sospechaba que él estaría siendo el tema central de la conversación.

Y no se equivocaba.

— De verdad, Emily… No sé qué has visto en él— Le dijo Olivia mientras se afanaba en buscar en el interior del bolso algo de ropa para Sophie. Por fin dio con un pijama con estampados amarillos de gatitos, y lo dejó sobre la cama— Ni siquiera es divertido.

Emily entornó los ojos. Le agradecía a Olivia que se preocupara tanto por ella, pero no creía que Morgan fuera merecedor de aquella ira.

— Olivia, lo conoces desde hace unas horas.

Por supuesto, para Olivia aquel tiempo era más que suficiente.

— Sé cómo se ha comportado contigo— Le recordó ella.

Emily le dirigió una mirada de desaprobación.

— Las cosas no son tan simples… Y tú, deberías darle una oportunidad en lugar de hostigarlo…

— ¿Hostigarlo? ¿Yo?— Rió Olivia— Hablas de él como si fuera un cachorro indefenso.

Emily comprobó que Sophie estuviera perfectamente vestida, y la cargó en brazos.

— Oye, Morgan es un buen hombre… No tienes ni idea de todo lo que ha hecho por mí… Y además de divertido… — Recalcó— Tiene valores, y es inteligente, honesto, valiente y leal… Y el mejor padre para Sophie… Y realmente me gustaría que intentaras llevarte bien con él.

— Oh, por Dios…— Se lamentó Olivia dramáticamente— Todavía estás enamorada de él…— Dejó los ojos en blanco, encogiéndose de hombros— Está bien, está bien…—Se rindió— Le daré una oportunidad.

Y como Olivia no era dada a posponer las cosas, salió del dormitorio en busca de Morgan. Lo encontró sentado en el suelo afanado en ensamblar las piezas de la cuna.

Morgan la miró con expresión desconfiada.

Nadie podría haberlo culpado.

— Me envía Emily— Anunció Olivia— Se supone que debo hacer las paces contigo…— Añadió sin un ápice de interés.

— Sí, ya noto las buenas vibraciones— Ironizó Morgan.

Olivia decidió, por una vez, no replicar. Señaló con la cabeza hacia la cuna. No es que se necesitara ser ingeniero para montarla, pero entre dos resultaba mucho más fácil.

Sin que la invitara, se sentó junto a él y le pasó justo el tornillo que Morgan llevaba un rato tratando de localizar.

Estaba impresionado.

— ¿Quién crees que la montó la primera vez?— Le aclaró ella, curvando la ceja derecha.

En lugar de contestar, Morgan aceptó el tornillo y lo colocó en su lugar. Prácticamente en silencio, continuaron trabajando en la cuna hasta que finalmente tomó su forma definitiva.

Al final, posicionados cada uno a un lado de la cuna, se tomaron su tiempo para disfrutar de su obra.

— Gracias— Dijo Morgan.

Su voz sonó sincera, y Olivia comenzó a vislumbrar las cualidades que Emily había puesto de manifiesto.

— Siento haber sido tan…— Torció los labios, tratando de encontrar la palabra adecuada.

— ¿Intensa?— Propuso Morgan como término medio entre lo que ambos pensaban.

Olivia consideró que era un término que la definía bastante bien.

— Quizás Emily tenga razón, y no seas un completo cretino.

Derek sonrió.

— ¿Debería tomarme eso como un cumplido?

— Viniendo de mí, posiblemente— Sentenció ella encogiéndose de hombros.

Morgan asintió.

— Bueno, supongo que me lo merezco…

Fue precisamente aquella muestra de arrepentimiento lo que hizo reflexionar a Olivia y comprender que tal vez, se había excedido en su defensa hacia Emily.

— No, yo… Lo siento…— Se disculpó— Es que Emily no lo ha pasado bien…

Morgan lo sospechaba, y la nota mental que había hecho para preguntarle a Olivia al respecto, se hizo presente.

— Cuéntamelo.

Olivia lo miró vacilante. ¿De qué habían estado hablando durante el tiempo en que él y Emily habían estado a solas? Era evidente que Emily había omitido algunos datos esenciales.

— No te ha contado nada, ¿Verdad?— Olivia negó con la cabeza al reparar en la expresión confusa de Morgan— No, claro que no. Emily no quería que te sintieras culpable.

Aquella valoración resultó ser un jarro de agua fría para Morgan y comprendió que debía estar muy relacionada con la hostilidad de Olivia hacia él.

— Creo que tú no tendrás ese problema… —Dedujo él, animándola a explicarse.

Por su parte, Olivia sentía que hacer lo que Morgan le pedía, sería como una especie de traición hacia Emily, pero en el fondo, ¿No sería precisamente la verdad lo mejor tanto para Morgan como para Emily?

— Está bien… — Accedió— Aunque me arriesgo a que Emily se moleste conmigo, pero creo que tienes que saberlo...— Sus manos juguetearon con el borde de la cuna mientras ajustaba el relato en su cabeza— El embarazo no fue sencillo… Y no hablo sólo de las náuseas continuas. Los tres primeros meses Emily estuvo prácticamente inmóvil en la cama, y luego moviéndose lo mínimo…. — Se tomó su tiempo para estudiar la reacción de Morgan que, en silencio, la escuchaba— A los siete meses le prescribieron reposo porque Sophie pretendía nacer antes de tiempo…

A medida que Olivia compartía más información sobre aquella etapa tan difícil para Emily, la expresión de Morgan iba cambiando, y ahora se le veía realmente consternado.

— Yo, no sé qué decir…— Se lamentó Morgan— Debí coger el teléfono…

— Oh, sí, debiste…— Replicó Olivia. No pretendía ser dura con él, pero era justo que Morgan fuera consciente de lo sola que Emily se había sentido y de que si él aún tenía algo que reprocharle, había sido más que compensado con lo que ella había sufrido por su rechazo— Porque no tienes ni idea de lo cerca que estuviste de perderla… Casi se desangra durante el parto. Tuvieron que hacerle una transfusión de sangre… Fue una pesadilla… No tienes ni idea lo terrible que fue para ella… Y de lo mucho que te necesitó.

Morgan estaba horrorizado ¿Perderla? ¿Había estado a punto de perderla y él simplemente la había ignorado por culpa de su orgullo? De pronto, cualquier problema entre ellos carecía del mínimo sentido. Perderla era lo único que no habría podido soportar, y lo sabía por experiencia.

— Te agradezco que me lo hayas contado… — Se sinceró Morgan— Yo…

—No… — Olivia lo detuvo— Es con Emily con quien debes hablar… Es ella la que necesita escuchar lo que tengas que decir.

Morgan no detectó en la joven el mínimo rencor, sólo a alguien que prefería mantenerse al margen de un asunto que no le concernía. Su función de defensora acérrima de Emily, había terminado, y ahora le correspondía retirarse.

— Tienes razón— Admitió Morgan.

Olivia echó un vistazo el interior de la cuna. Habían colocado el colchón pero aún debían vestirlo. Comprobó su reloj. La hora de almorzar casi se había convertido en la hora de la merienda.

— ¿Qué tal si preparas algo para comer mientras yo termino de colocar las cosas de Sophie?

Morgan estuvo de acuerdo. Sabía que debía hablar de nuevo con Emily a solas, pero debía hacerlo en el momento oportuno, cuando nadie los interrumpiera.