NOTA.- Hola, os dejo aquí una nueva historia realizada en base a escenas sueltas que había escrito. Espero ser capaz de reunirlas y convertirlas en algo que os guste. Había dejado de escribir porque no me aparecían las vistas, ni los comentarios así que no tenía ni idea de si alguien estaba leyendo o no. Un inciso sobre el final de "Momentos furtivos". No sé si continuaré o no, pero por lo pronto quise dejarlo cerrado en un capítulo que tuviera sentido.
CAPITULO 1
Se quedó petrificada.
Contemplar el cadáver desnudo de aquel joven, al que el sudes había marcado con un hierro candente en la espalda antes de matarlo, era como presenciar una versión de sí misma que aún la atormentaba en sus pesadillas.
No era un trébol, por supuesto. Al malnacido que le había hecho aquello le gustaba tatuar números. No era muy original, un tres, simplemente porque era su tercera víctima. Significaba también que era metódico y organizado, lo que haría más difícil su captura. Aquella firma era lo único que había servido para vincular a las víctimas además de su orientación sexual. Las tres víctimas, tres hombres de distinta edad, y físicamente muy distintos, eran homosexuales.
Habían llegado a Denver a primera hora de la tarde, después de más de tres horas de vuelo. Hotch los había enviado a Morgan y a ella a la oficina del forense y aunque ya había visto fotos de los cadáveres, nada se comparaba con tenerlo frente a ella.
No era su primer caso, ni siquiera la primera visita a la morgue desde su regreso, y a priori, no había razón para que Emily se identificara con ninguna de las víctimas. Sin embargo, había cometido el error de no compartimentar, de permitirse sentir el terror que aquel muchacho, de no más de veinte años, había soportado antes de morir.
Sus ojos se mantuvieron fijos en su espalda. La visión de la piel quemada, que ya nunca cicatrizaría, se clavó en sus retinas haciéndola revivir su propio dolor físico, su propia tortura. Y como si hubiera pulsado un interruptor, todo a su alrededor se apagó, el olor, las voces, las luces mortecinas, y se sintió de nuevo atada a aquella silla, sin poder hacer otra cosa que gritar.
Paralizada.
Y entonces notó la mano de Morgan sobre su brazo y regresó al presente.
Se volvió hacia él, con la respiración contenida, incapaz de enfrentar su mirada inquieta.
Emily trató de balbucear algo parecido a una excusa, aunque nada llegó a salir de sus labios.
— Puedes salir, yo me encargo de esto— Le sugirió Morgan en voz baja.
Ella asintió, y rápidamente se dirigió a la puerta de la morgue, y de ahí, al pasillo que daba al exterior. Tan pronto inhaló la primera bocanada de aire fresco, se sintió mejor, pero aun así, precisó buscar apoyo en la pared cercana para asegurarse de que sus piernas no la traicionarían.
Morgan la siguió unos minutos después, y permaneció frente a ella, simplemente observándola. Tal vez dándole tiempo, tal vez sopesando lo que debía decir o tal vez decidiendo si en realidad debía decir algo.
Sólo que aquel silencio casi era peor, porque Emily sabía perfectamente qué estaba pensando. No en el trébol que Doyle le había dejado como obsequio, porque Morgan no tenía esa información. Su expediente hospitalario estaba sellado, y así seguiría por decisión de Emily. Lo único que Morgan podía asumir, y Emily estaba segura de que ya lo había hecho, era que ella aún luchaba contra el estrés postraumático.
Y esa opinión era compartida por el resto de agentes, incluido Hotch que, sin embargo, le había permitido incorporarse al equipo sin restricciones, a pesar de la renuencia de la propia Emily a acudir a sus citas periódicas con la psicóloga que le habían asignado.
Se sentía vigilada, observada y juzgada todo el tiempo, como si todos esperaran a que se desmoronara y entrara en una especie de crisis histérica. Había vivido un infierno, y sin embargo, se comportaba como si nada hubiera ocurrido, pero ¿cuánto podría durar aquello?
Para Emily, siempre, porque ella no era de esa clase de personas que caían en el drama de su propia existencia. No, Emily se consideraba capaz de procesar cualquier dolor, cualquier miedo. Podía compartimentar. Podía desmenuzar el calvario que había sufrido a manos de Doyle hasta fragmentarlo en minúsculas partículas apenas dañinas. Tal vez no podía controlar sus pesadillas, pero sí la realidad del día a día. Quizás esos pequeños fragmentos a veces molestaran, como pequeños aguijonazos de avispas enfurecidas, pero mientras sólo se tratara de eso, Emily tenía el convencimiento de que sería capaz de controlarlo.
Aquel día, sin embargo, parecía que las avispas se sentían especialmente irritadas.
De espaldas contra la pared, la morena entrecerró los ojos y negó con la cabeza, recriminándose a sí misma su propia debilidad.
Morgan seguía allí, en silencio, aguardando.
Emily querría haberle asegurado que todo iba bien, querría haberse podido transmutar en Lauren sólo para ofrecer una imagen de sí misma lo suficientemente fuerte como para conseguir que aquella mirada compasiva de Morgan desapareciera, pero lo cierto era que Lauren estaba tan muerta como Doyle.
De otro modo, sus nuevas compañeras, las avispas, no estarían resultando tan perturbadoras.
Y al fin y al cabo, ¿qué pretendía ocultarle a Morgan? Prácticamente la conocía como un libro abierto. Ella se lo había permitido a lo largo de todos aquellos años, y por eso, cuando Doyle había reaparecido en su vida, sólo Morgan había sido capaz de advertir realmente su angustia.
— Por favor, no se lo digas a nadie— Rogó finalmente ella— Hotch me apartaría del caso.
Derek asintió, pero no porque estuviera de acuerdo, sino porque comprendía por qué Emily se lo había pedido. Necesitaba que el resto siguiera creyendo en su fortaleza. Al menos aún conservaba esa parte de ella, la que le impedía darse por vencida.
— Sabes que nadie te juzgaría si lo hicieras, ¿verdad?.
Morgan no se atrevió a revelarle que él también creía que el trauma era demasiado reciente como para enfrentar la crueldad de su trabajo. Hacía poco más de un mes que había regresado, y hasta el momento Emily se había desenvuelto bien, se había readaptado a la dinámica del equipo fácilmente, pero nadie esperaba que no sufriera altibajos.
Y él la había observado durante todas aquellas semanas, fijándose en los detalles, no en la fachada general, no en la imagen equilibrada que trataba de mostrar. Daba igual lo que Emily dijera o lo que hiciera. Sus ojos siempre la delataban.
— Yo me juzgaría, Morgan— Afirmó ella, con expresión resignada— Tengo que hacer esto.
Derek contuvo su instinto natural de abrazarla y asegurarle que todo iría bien. No habría sido profesional, y Emily necesitaba un amigo que supiera respetar su espacio y sus tiempos. Eso era exactamente lo que Morgan había estado haciendo desde que ella había regresado.
— De acuerdo. Lo entiendo— Cedió Morgan. Dio un paso hacia ella. Sin tocarla, pero lo suficientemente cerca como para que sus ojos se encontraran a una distancia mínima y Emily pudiera sentir su aliento en su rostro— Pero entonces tú tendrás que dejar que cuide de ti... ¿Trato hecho?
Emily no estaba segura de qué significaba exactamente aquello, pero habría aceptado cualquier propuesta con tal de que no la relegaran al hotel.
Bajó un poco la cabeza, y alzó los ojos tímidamente.
— ¿Vas a ir a arroparme por las noches?— Bromeó con una pequeña sonrisa.
Derek levantó una ceja, fingiendo meditar su propuesta.
— No sería un problema.
Y de nuevo, pero por distintas razones, el tiempo se ralentizó. Emily se dio cuenta de que, a pesar de que aparentemente sólo seguía su juego, en su mirada había algo distinto, y no tuvo duda alguna de que Morgan lo decía completamente en serio. No arroparla, exactamente, pero sí que estaría allí para ella, que podía confiar en él y que sólo estaba esperando a que se lo pidiera.
Emily no se consideraba merecedora tanta devoción.
Se preguntó qué había cambiado entre ellos desde su regreso, ¿O quizás ya había cambiado mucho antes y simplemente nunca se había detenido a pensar en ello? Los ojos de Morgan la traspasaron, y se desviaron sólo cuando ella estrechó los suyos, desconcertada.
— Derek...— Susurró.
Y entonces el teléfono sonó.
Fue como si se hubiera activado algún tipo de señal, y Morgan se apartó de ella para responder la llamada, no sin antes mirarla fugazmente una última vez.
Emily lo contempló mientras conversaba con Hotch sobre la visita al forense. Luego, Morgan se volvió hacia ella.
— Tenemos que irnos. Nos esperan.
Su tono de voz fue tan profesional, que por un instante Emily creyó que su propio estado emocional la había traicionado. Definitivamente, todo estaba en su cabeza, y Morgan sólo era un buen amigo con un instinto protector que no podía reprimir.
Regresaron en el vehículo que les había prestado la policía de Denver, en un trayecto que no duró más de unos minutos. Sin embargo, el hecho de que Morgan apenas abriera la boca, sólo consiguió confundirla aún más. Al llegar a la comisaría, Emily retuvo a Morgan antes de entrar.
— Oye... ¿Va todo bien?
Morgan hizo una pausa antes de contestar.
— ¿Tú estás bien?— Dijo al fin.
Ella asintió, susurrando un pequeño "sí".
— Entonces todo va bien— Replicó Morgan esbozando una sonrisa amistosa.
Emily lo siguió hasta el interior de la comisaría, donde el equipo se encontraba ya reunido frente al tablón que la policía había dispuesto en la sala que les habían reservado.
Las fotos de las tres víctimas del sudes, que las familias habían facilitado, estaban expuestas junto a las fotos de sus cadáveres. Vida y muerte reflejadas en una instantánea, en un recordatorio siniestro de la propia fragilidad de la existencia. Aquel pensamiento le revolvió el estómago a Emily. Aquellos tres hombres, jamás volverían a posar sonrientes frente a una cámara. Su futuro truncado sólo porque se habían cruzado con un hombre que únicamente albergaba odio en su alma.
— ¿Algo nuevo?— Preguntó Morgan a modo de saludo. Miró de reojo a la morena, sin que ésta, sumida en sus propios pensamientos, se percatara.
Al igual que Emily, Morgan no sabía exactamente qué había ocurrido entre ellos unos minutos antes. Sólo se sentía responsable de su seguridad, y no sólo física, sino también emocional. Tal vez la culpa por no haber llegado a tiempo a aquel almacén, aún lo perseguía, lo que era del todo irracional, porque claramente Emily no había muerto. Pero si ahora no podía sentirse culpable por su muerte, sí se sentía responsable de rescatarla del dolor que aún arrastraba.
Frente a ellos, el resto del equipo parecía haber pasado por alto cualquier gesto inconsciente de la pareja, lo cual era una suerte, ya que Emily volvía a tener la misma expresión que en la morgue.
Morgan, sin embargo, no tardó en percatarse de que se equivocaba. Hotch se había detenido un instante en Emily antes de responder a su pregunta, que había quedado en el aire.
— Hay un testigo. Cree que vio al sudes en el local donde secuestraron a la última víctima. Ya viene de camino.
El local en cuestión no tenía cámaras, igual que los dos anteriores donde había atacado, así que el testigo era crucial. Quizás con el programa de reconocimiento facial podrían identificarlo.
— Se está acelerando— Añadió Rossi, que al igual que Hotch, observaba a Emily con curiosidad. No era normal que la agente estuviera tan silenciosa— Es probable que esta noche vuelva a matar.
— García está localizando los locales sin cámaras que hay por la zona. No repite, así que las posibilidades se van reduciendo— Señaló Reid que había sido el encargado de trazar el perfil geográfico.
J.J., por su parte, era la única que estaba sentada, casi enterrada entre pilas de informes desperdigadas sobre la mesa.
— ¿Algún voluntario para terminar de revisar las declaraciones?— Preguntó J.J. con gesto de hastío. Sólo querían asegurarse de que no se les había pasado nada. La policía no contaba con los recursos suficientes como para realizar una investigación exhaustiva a pesar de que habían puesto todos sus esfuerzos en ello.
— Emily lo está deseando— Señaló Morgan, propinándole a ésta un pequeño empujón.
Lo único que pretendía era devolverla a la realidad sin llamar demasiado la atención.
Emily se volvió hacia él, más perpleja que molesta, pero rápidamente se percató de la intención de Morgan y sonrió a su amiga.
— Por fin...— Dijo con un suspiro. Con una sonrisa se sentó frente a J.J. – Creí que nunca iba a librarme de Morgan— Bromeó.
— ¿Librarte de mí?— Se burló éste con una sonrisita maliciosa, y muy consciente de que los observaban— Si estás deseando que me siente a tu lado.
—Nop— Replicó Emily, tajante.
— ¡Sí!— Exclamó J.J. a continuación— Habla por ti, Em... —J.J. señaló la silla vacía junto a ella— Venga Morgan, prometemos portarnos bien...
— No si eso significa tener que escucharlo alardear sobre sus últimas conquistas— Emily alzó una ceja, con una sonrisa burlona en los labios.
Una de las pesadillas de reunirse alrededor de una mesa para revisar informes, es que Morgan, indefectiblemente y básicamente por aburrimiento, acababa hablando de su vida privada con mucho más detalle del que nadie de los que estuvieran presentes necesitara.
Morgan se sentó y miró fijamente a la morena, que ahora estaba frente a él.
— Yo no hago eso— Protestó sin demasiada vehemencia.
Un carraspeo se escuchó junto al tablón.
Todos se volvieron hacia Reid. Incluidos Hotch y Rossi.
— ¿Qué? Sí que lo haces...— E inmediatamente, Reid hizo una pausa, dubitativo. Lo cierto era que no recordaba que Morgan hablara de ninguna mujer desde hacía ¿semanas? ¿meses?— Espera... En realidad...
— Reid— Lo interrumpió entonces Hotch— ¿Qué tal si entrevistamos al testigo? Ya debe haber llegado.
Reid asintió y siguió a Hotch fuera de la sala. Rossi lo hizo un par de segundos después no sin antes inclinar levemente la cabeza.
— Buona fortuna...— Bromeó antes de salir.
J.J. contempló el montón de informes aún pendientes de revisar, y resopló. Lo cierto era que si el testigo no conseguía ofrecerles una buena descripción del sudes, tendrían que seguir hurgando en aquella pila de papeles.
— Voy a preparar café— Anunció J.J. y acto seguido se dirigió a la máquina de café que amablemente les habían cedido. Afortunadamente ya Rossi se había adelantado y básicamente sólo había que servirlo.
Derek aprovechó entonces para aclarar algunas cuestiones. Se inclinó hacia Emily, que levantó la vista del informe que sostenía en sus manos, interrogándolo con la mirada. Morgan, después de comprobar que J.J. no les prestaba atención, la miró a los ojos.
— ¿Últimas conquistas? — La cuestionó en voz baja — ¿En serio?
Su tono condescendiente la desconcertó por completo al igual que la expresión sorprendida en su rostro. Sonreía, sí, pero no era una sonrisa sólo de diversión, al contrario, Emily pudo atisbar cierta decepción.
Emily contuvo el aliento, vacilante. ¿Morgan le estaba pidiendo explicaciones? No había sido más que una broma, y nada original, por cierto. Además, no había estado precisamente pendiente de la vida personal de Morgan. Prácticamente no había tenido tiempo ni siquiera para la suya.
— A veces realmente me confundes, Morgan...— Confesó al fin.
Él se echó a reír, apartándose hacia atrás. J.J. ya regresaba sosteniendo una pequeña bandeja con tres tazas, una que contenía su propio café con leche, otra café solo para Derek, y un descafeinado para Emily que aún lidiaba con su úlcera.
Emily frunció el ceño y giró la muñeca derecha hacia arriba, en un gesto silencioso que podía traducirse como un "¿qué te resulta tan divertido?"
— Así que yo te confundo a ti...— Dijo él dejando escapar una risa sarcástica— Esto es nuevo.
J.J., ajena a toda la conversación, se sentó de nuevo entre la pareja, y dejó la bandeja sobre la mesa.
— Y bien, ¿Quién quiere café?
No humo más conversaciones incómodas a partir de ese momento.
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