¡Hola! ¡Hola!

Y aquí de nuevo con el último capítulo.

Pese a que lo he subido tarde, al menos los dos últimos capítulos, he disfrutado bastante ver que soy capaz de hacer bien los retos de mis ships favoritos. Aunque esta claro que son bastante dificiles.

Pero bueno. Tenía muchas ganas de terminarlo, ya que estoy con otras historias SenHaku bastante top a mi parecer. Así que antes de mostraros los otros, tenía que acabar con este.

En fin. Nada mas que decir. Espero que os guste ^^

Nos leemos abajo ~


▹𝐃í𝐚 𝟑𝟎 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 - Último beso

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—¡Kohaku!

Sabiendo que no le iba a dar tiempo correr, la muchacha envolvió a Senku con su cuerpo recibiendo así un disparo por la espalda.

Un desgarrador grito salió de ella.

—¡Deja de defenderlo o también morirás! —bramó el hombre.

La chica respiró con dificultad notando como su cuerpo era aún más consciente que antes de sus heridas.

—¡Aléjate maldición! —le rogó Senku. —¡Ellos me quieren a mí!

—Por eso mismo no pienso dejarte... —murmuró ella. Y con su brazo limpió el hilo de sangre que sabía que le caía desde sus labios, pues su boca le sabía a hierro. —No pienso dejar que te maten.

Y tratando de no mostrar demasiado el cuerpo del chico, Kohaku se giró hacia el individuo con una furiosa mirada.

—¡Estas herida! —insistió el joven líder. — ¡Tienes que salir de aquí!

Sin embargo ella solo negó, y alzando la voz, proclamó:

—¡No voy a dejarte!

El hombre frente a ellos abrió los ojos en sorpresa. Pasó la vista sobre ambos muchachos repetidas veces para después sonreír de manera sádica.

—Oh. Ya entiendo lo que pasa... —soltó con una risa. —¡Estáis juntos! ¡Sois pareja!

Y el tono de voz que el tipo usó estremeció a ambos jóvenes. Senku chasqueó la lengua, y alzándose como pudo del suelo, trató de ponerse frente a la muchacha. No había que ser muy listo para saber las nuevas intenciones del hombre. Sin embargo, Kohaku lo obligó a posarse de nuevo tras ella.

—¡Leona...! —replicó.

Más la mirada que la joven le dedicaba lo asombró.

—No voy a dejar que te hieran más. —declaró la joven con una leve sonrisa.

Y temiéndose lo peor, Senku gritó su nombre una vez más.

Kohaku había desenfundado sus cuchillos a la par que avanzaba con rapidez hacia el hombre. Él temió, pues sabía que aquella muchacha era increíblemente fuerte. Así que, sin dudar, comenzó a lanzar una ráfaga de disparos en su dirección.

La joven era rápida, su vista increíble, así que al hombre no le sorprendió verla evitar alguna que otra bala. Una sin embargo se hundió en su hombro derecho.

Senku veía toda la escena con el miedo corriéndole por la piel. La chica había derramado ya mucha sangre, y si seguía moviéndose de la forma en la que lo hacía...

—¡Atrás! —gritó el hombre, y quiso disparar una vez más. No lo hizo. No le quedaban balas, y Kohaku lo notó. —¡Mierda!

La chica aceleró el paso observando como el hombre trataba de colocar un cartucho de balas en la pistola. Era ahora o nunca.

Apretó con fuerza sus cuchillos y saltando hacia él le cortó el cuello. Había sido rápida, sin embargo y para su sorpresa el hombre lo fue todavía más.

Un nuevo disparo se escuchó antes de que el enemigo cayera de espaldas al suelo aparentemente muerto.

Kohaku había vencido y aun así...

—Leona... —murmuró Senku caminando con miedo hacia ella. —Estás...

La joven se giró entera hacia él, y sonrió satisfecha.

—Bien. —contestó ella, y con gran dificultad comenzó a caminar hacia él. —Estoy... bien...

Mas cuando dio el tercer paso perdió la fuerza que le quedaba cayendo hacia el frente. Senku, quien ya había acelerado los pasos tras verla andar, la atrapó justo a tiempo entre sus brazos.

—Leona... —murmuró el chico dejándose caer al suelo. Su vista se posó de inmediato en la reciente herida de la chica. —Kohaku... —pronunció con temblorosa voz.

Aquél último disparo había atravesado el estómago de la chica.

—Senku... —lo llamó ella. Él no contestó, por lo que, a duras penas, alzó su mano y la colocó con cuidado sobre el pálido rostro del chico. —Mírame.

En cuanto sintió su tacto, Senku posó su mano sobre la de la chica evitando así que la apartara. Sin embargo no obedeció. Sus ojos seguían fijos en la cantidad de sangre que manchaba el suelo.

No sabía que hacer. Medusa estaba en la aldea, a kilómetros de allí. Ir y volver llevaría horas. Tampoco tenía los instrumentos quirúrgicos necesarios para cerrarle la herida, cosa que le haría ganar tiempo para salvarla. En esos momentos se sentía un completo inútil.

—Senku...

El chico alzó la vista hacia el barranco por el cual habían caído esperando ver la figura de alguno de sus amigos. Quizás ellos sabrían que hacer. Todos eran más rápidos que él. Mozu por ejemplo. Si el isleño corría ahora hacia la aldea tardaría la mitad de tiempo en ir. Había esperanzas.

—Hey... Senku...

No vio nada. No había nadie. Era probable que aun estuvieran peleando con el enemigo, y eso lo enfureció. Mierda. ¡Mierda!

—Senku...

—Tranquila, Kohaku. —murmuró. —Yo solo... —¿Qué podía decir? Todo estaba mal. —Tranquila...

—Senku... —llamó una vez más. Él evitó mirarla. No podía. ¿Cómo hacerlo? Era su culpa que ella estuviera así... Más cuando escuchó las siguientes palabras giró rápidamente la vista hacia ella. —Deja que te vea una última vez...

Y cuando contemplo el rostro sereno y sonriente de la chica, Senku no pudo aguantarlo más.

Los ojos comenzaron a arderle y el miedo se apoderó de él.

—No llores... —le pidió la chica, sin embargo sus lágrimas hacia tiempo que habían comenzado a caerle. —Todo irá bien. Tranquilo...

Él negó.

—No puedo salvarte. —declaró él. —Por mi culpa tú...

Y antes de que pudiera terminar la frase, sintió sus brazos aligerarse y los labios de la chica sobre los suyos.

—No quiero que te culpes... —rogó ella segundos después. —No... no es culpa tuya...

Su fuerza se perdió una vez más y cayó de nuevo sobre los brazos del chico.

—¡No te muevas! Si lo haces...

—Gracias. —interrumpió ella. Senku abrió los ojos perplejo. —Gracias por mostrarme el mundo que tanto amabas.

—No lo hagas. —pidió él sujetando su mano con fuerza. —No digas nada.

Pues sabía lo que trataba de hacer. Ella rio.

—Solo... déjame decirte una cosa más...

Él negó. Sus palabras no salían debido a los sollozos que había comenzado a soltar.

—Entonces... déjame pedirte una sola cosa... —Él no contestó, no negó. Ella continuó. —¿Podrías... besarme?

Aquello tomó al chico por sorpresa.

—Se que no eres un tipo romántico... —murmuró ella. —Pero... a mi ya... no me quedan fuerzas...

Y soltando otro sollozo Senku obedeció. Sus labios estaban fríos, secos, sin embargo se sentían igual de cálidos que el primer día que los probó. En cuanto se separó Kohaku sonrió.

—Ja, no quería decirte nada más, pero... —Y antes de que el chico la obligara a callar, ella soltó: —Te amo...

Y con el corazón totalmente quebrado, Senku vio como los preciosos y azulados ojos de la chica se cerraban con lentitud, a la par que su sonrisa decaía.

—Yo también te amo... leona...

Y aferrándose con fuerza al cuerpo inerte de la joven, el muchacho sintió su dolor aumentar a cada recuerdo de Kohaku que su mente le hacía recordar.

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¡Día 30 terminado!

Antes de que me preguntéis... Sí. Este capítulo tiene más de 1000 palabras. Realmente 1100 mas o menos, pero es que no me bastaba para escribir solo 1K :c

Pero bueno.

ÚLTIMO CAPÍTULO

Obviamente tenía que morir alguien. Kohaku era la indicada, pues era la que no paraba de defender a Senku de sus secuestradores.

Me da rabia no haber podido escribir mas, ya que lo hubiera hecho mucho mas triste, e incluso con una despedida mas bonita. Pero ya digo que no me bastaba.

Espero de verdad que os haya gustado mínimamente~

Y os doy las gracias por haber leído esta historia. Si os gusta el SenHaku os animo a seguirme ya que en breve habrá más historias sobre ellos.

Muchas gracias de nuevo y nos leemos prontito~

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