Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Silque, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Silque, I'm just translating with the permission of the author.

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Thank you so much for allowing me to translate your story into Spanish!

Enlace de la historia original: www fanfiction net/ s/ 11251274/ 1/ Concerto


Edward Cullen tiene 105 años y es vampiro. Pero en esta ocasión se hace pasar por un joven concertista de piano prodigio. Es increíblemente talentoso, solitario, enormemente exitoso... y solitario.


Capítulo 1: Subasta

Edward POV

Las últimas notas del Opus 25 Número 12 de Chopin en do menor todavía resonaban en el aire mientras la multitud de elegantes y costosamente vestidos asistentes al concierto se ponía de pie para ovacionarme. Era una de mis melodías favoritas porque terminaba de un modo furioso. Expresaba mi yo interior mejor que cualquier otra cosa que pudiera interpretar. Enfadado, con un toque de tristeza. Sin ser emo.

Carnegie Hall, en Nueva York. Estaba en mi apogeo como concertista de piano. Y un vampiro. Probablemente no en mi apogeo allí.

Me paré junto a mi piano, vestido de etiqueta y moño negro, un Steinway & Sons modelo D de 3 metros de 1970 que había comprado nuevo. El piano viajaba conmigo a todos lados, a un gran costo. Qué puedo decir; soy exigente con el instrumento que tocaré. Lo afino yo mismo antes de cada concierto.

Sin embargo, no se comparaba con mi Steinway & Sons Rococo Style 1 Victorian Concert Grand de 1869 que estaba en mi estudio en casa. Había adornado el salón de la casa de mis padres en Chicago cuando todavía era humano. Era el piano en el que mi madre me enseñó a tocar. Mi madre lo llevó consigo a su matrimonio con mi padre, diciéndome que le perteneció a su padre, mi abuelo. Lo envié a mi casa en Washington y yo mismo lo restauré con mucho cariño. Tenía un sonido como ningún otro.

Hice una reverencia y salí del escenario. No tocaba piezas adicionales. Nunca. Les daba la presentación por la que pagaban. Así eran las cosas. Cultivé la reputación de ser excéntrico y recluso. No daba entrevistas. Evitaba las cámaras. Era la mejor manera de hundirme nuevamente en la oscuridad cuando comenzara a ser obvio que no estaba envejeciendo. Esnobs sobrealimentados y autoindulgentes. No venían por la música. Venían para ser vistos haciendo algo "culto" por los otros esnobs sobrealimentados y autoindulgentes a quienes tampoco les importaba un carajo la música.

También simplemente así es como soy. Que se jodan.

Por alguna razón, me hizo más popular que nunca.

Al entrar en mi camerino detrás del escenario, me encontré con la mirada de Alice, mi hermana y publicista.

"Puedes ser un bastardo tacaño, Edward" pensó y sonrió. Me encogí de hombros. Yo tocaba para mí, no para ellos. Era simplemente una ventaja, si se le puede llamar así, que otras personas también quisieran oírme tocar.

Oh, ¿olvidé mencionar que puedo escuchar los pensamientos de todos? ¿Quiera o no? Bien por mí.

Me quité el frac y jalé el extremo de mi moño negro, arrojando ambos al sofá de la habitación que adornaba el lado opuesto al del tocador con su espejo demasiado iluminado. Era casi idéntico a cualquier otro amueblado de cualquier otro camerino de cualquier otra ciudad en la que hubiera tocado. No es que yo necesitara ninguna de las dos cosas. Mi cabello hacía lo que quería y no necesitaba maquillaje. No permitía reflectores en ningún concierto, solo las luces del teatro rosáceas. El brillo hacía que mi piel pareciera casi humana. Éramos así de eficientes.

Jasper, mi hermano y manager, entró en ese momento.

―Otra actuación impecable, hermano ―sonrió―. Boletos agotados, por supuesto. Desearía que me dejaras cobrar más. Tienes tanta demanda en este momento que podríamos hacer una fortuna si me permitieras…

Alice lo interrumpió.

―Cariño, no se trata de dinero. ¿Verdad, Edward? ―Ella no se molestó en dejarme responder―. Se trata de la música. Es terapéutica. Además, ganamos mucho con las ventas de discos. ―Ella asintió, estando de acuerdo consigo misma.

Puse los ojos en blanco.

―Alice, ¿adónde vamos ahora? ―pregunté, tratando de cambiar de tema. Lo último que necesitaba era otro análisis de qué carajos estaba mal conmigo. Sabía qué carajos estaba mal conmigo. Tenía 107 años y aún no conocía a mi "pareja". Y me sentía condenadamente solo. Sí, tenía gente a mi alrededor todo el tiempo. Y cuando no estaba de gira, tenía a mi familia a mi alrededor; Carlisle y Esme, también conocidos como "papá y mamá", Rosalie y Emmett; y durante la gira conmigo estaban, como siempre, Mary Alice y Jasper. Todos ellos también eran vampiros.

Estar rodeado de parejas casadas era, como siempre, una tortura. Ver la forma en que Jasper miraba a mi hermana hacía que me doliera el pecho por la necesidad de tener a alguien a quien mirar así también. Verla estirarse para besar sus labios me recordó que nunca había besado los labios de una mujer, aparte de los de mi madre. Yo era Virgen a los 40 años, multiplicado por dos. Y medio. Estaba resignado a caminar solo por la tierra por la eternidad. Principalmente trataba de no pensar en eso. Sin embargo, escuchar sus pensamientos cuando estaban haciendo el amor lo hacía muy difícil.

Alice sonrió un poco nerviosa y me bloqueó sus pensamientos. Eso no auguraba nada bueno.

―Alice ―gruñí―. ¿Qué hiciste?

―Oh, no es nada, en realidad. Sólo... um...

―Escúpelo, Mary Alice ―rechiné.

―Hubo una subasta benéfica. Para niños. ¡Niños, Edward! ¡Niños enfermos!

Gemí y agarré mi cabello con ambas manos.

―Alice...

―Vinieron y preguntaron qué podíamos hacer, qué podíamos contribuir para la subasta. Sabía que no te desprenderías de tu piano, así que... yo... um... más o menos... te ofrecí

La risa ahogada de Jasper llenó la habitación.

―¡Oh Dios, desearía que Emmett estuviera aquí! Mi esposa subastó la virginidad de Eddie al mejor postor. ―Se estaba riendo tan fuerte que tuvo que agarrarse de la silla para no caerse. Lo cual ya es mucho decir, para un vampiro con un equilibrio perfecto. Incluso Alice se rio un poco ante eso. Al parecer, yo era el único que no lo encontraba divertido en lo más mínimo.

―¡Alice! ―grité―. ¡Será mejor que él esté bromeando!

Ella se rio nerviosamente.

―Por supuesto que lo está, Edward. ¡Sé serio! Lo que subasté fue un concierto privado. El ganador obtendrá dos horas contigo tocando sus favoritos. Solo tú y la ganadora... y nueve de sus amigos. ―Ella se encogió ligeramente ante eso último.

Me desplomé en el sofá, con la cabeza entre las manos y los puños en el pelo.

―¿Por qué me haces estas cosas? ¿No me amas en absoluto? ―gruñí.

Alice se sentó instantáneamente a mi lado, frotando círculos en mi espalda arqueada.

―¡Oh, no será tan malo! ¿Qué son dos horas? ¡El ganador pagó casi doce mil dólares por la oferta ganadora! ¡Piensa en todos los niños enfermos que ayudarán!

Siempre tan jodidamente alegre y optimista. Podría haberle roto el cuello con optimismo en ese momento.

Por supuesto, Jasper tuvo que intervenir.

―¡Y si es hermosa, puede tener tu virginidad gratis! ―Y volvió a estallar en carcajadas. Realmente, realmente no era gracioso. Él llamaría a Emmett. Me esperaban meses de infierno. Quizás podría seguir de gira para siempre.

―¿Sabes quién ganó, Alice? ―gemí.

―¡De hecho, sí! Su nombre es Isabella Swan y vive en el Upper West Side. Obviamente es rica. No sé nada más sobre ella, aparte de que es una reclusa. Tenía un apoderado en la subasta, así que no pude verla. ―Estaba bloqueando sus pensamientos otra vez. Ese maldito duendecillo sabía algo.

Pero pensándolo bien, hacer un concierto para un grupo de ancianas adineradas no debería ser tan malo, ¿verdad?

―¿Cuándo, Alice?

―Mañana por la noche. Está todo listo. Tiene un piano de cola en su salón. Te llevaremos allí, te dejaremos, tocarás durante dos horas y volveremos a recogerte, así de fácil. ―Se sacudió las manos.

―Bien ―accedí de mala gana―. ¿Tiene preferencia por la música?

―Chopin. A ella también le gusta Rachmaninoff, y Mendelssohn si lo prefieres, pero dijo que sus favoritos eran los Nocturnos. Puedes tocar cualquiera de ellos con los ojos cerrados. ¿Quieres que lleve las partituras? ―informó alegremente, feliz de que yo estuviera cediendo.

―No. Simplemente tocaré los Nocturnos de Chopin hasta que todos se queden dormidos durante el té ―resoplé―. Ahora váyanse. Quiero ponerme una camiseta y unos vaqueros y largarme de aquí. Si esto se va a llevar a cabo mañana por la noche, tenemos que salir de la ciudad esta noche y cazar. ¿Te apuntas, Jazz?

Jasper sonrió.

―Sí, hermano. Tienes que recargar energías para poder tener sexo con una mujer madura. ―Emitió un gruñido y fingió atacarme con una garra.

¿Matar a tu hermano, incluso si realmente no es pariente tuyo, todavía se considera fratricidio?


Aquí les dejo el primer capítulo de la historia, tiene 61 capis, no los tengo traducidos todavía, y como les dije en el grupo, las actus irán lentas. Gracias por leer y por tenerme paciencia.