¡Chiquititos! Les traigo un capítulo extra de esta historia ya terminada por si gustan saber un poco más de lo que ocurrió tras bambalinas. Según yo no serán muchos, unos 5 o 6, mucho más cortos que los anteriores y centrados un poco más en otros personajes.
Si llegaron hasta aquí ¡Muchas gracias!
Sin más. Gracias por leer, besitos~
Aclaraciones: Estos son pensamientos.
Advertencias: A veces los personajes actúan como les da la gana.
Extra 1:
– Capítulo 0 –
Una Nueva Maldición
Miró los pétalos en medio del lavamanos como algo irreal, algo que no estaba ahí. Que bien podrían haber salido de alguna clase de sueño o una especie de pesadilla.
Había oído hablar de ellos alguna vez entre los rincones del Barrio Mortero, los otros niños los mencionaban como algo que bien podrías encontrar en una especie de bosque mágico o un libro de cuentos de hadas.
La realidad es mucho más desagradable.
Cerró la llave y tiro los pequeños pétalos amarillos en el escusado antes de pensar mucho en eso.
Porque esto no está pasando. Mucho menos le está pasando a él.
Así que continuó su día a día sin darle importancia a las pequeñas molestias coloridas que parecían presentarse cada cuánto. Justo después de que su mirada se cruzara con joyas tornasol o viese una sonrisa perlada que no estaba dirigida a él.
Tembló abrazado nuevamente al lavabo de su baño, sintiendo que se ahogará en cualquier momento o será desgarrado por el dolor en el pecho.
Una nueva arcada trajo los pétalos amarillos ya conocidos, está vez manchados de sangre. Y la verdad que tanto negó se río en su cara. Estaba enamorado. Y se moriría por ese amor.
Pateó la canasta de la ropa y gruñó molesto, aguantando las lágrimas punzantes. Esto era una tontería. No podía estar enamorado del tigre. No podía albergar por él sentimientos más allá de rivalidad y molestia… ¿Verdad?
Pero cuanto más piensa en él más duele su pecho, y las lágrimas contenidas se vuelven difíciles de apaciguar. Atsushi era una piedra molesta en el zapato desde que lo conoce, pero también era…
Valiente. Amable. Increíble. Algo que él jamás sería y tampoco quería ser. Se había acostumbrado a mirarle desde la lejanía, a insultarle para llamar su atención y a agredirlo para ocultar lo que sentía.
Porque Atsushi jamás me correspondería…
"¡Ahg! ¡Maldita sea!"
Pero no contó con que su hermana llegaría a casa justo en ese momento para oír su berrinche. La puerta se abrió de par en par buscando un intruso o amenaza, los pétalos y la sangre le dieron la bienvenida.
Fue imposible seguir ocultando su situación. Gin le había arrastrado tan rápido con Mori que apenas pudo cambiarse de ropa.
"¿Entonces desde cuándo está pasando esto?"
Observó a su hermana por el rabillo del ojo, que miraba todo con ojo crítico y una frialdad abrasadora. Suspiró.
"¿Unos cinco meses? Quizás seis"
La mirada gris se afiló peligrosamente, pero decidió guardar silencio. Al menos Gin no le regañaría en presencia del jefe.
Mori los observó detenidamente a ambos antes de apartar el estetoscopio de su pecho.
"Gin ¿Me permitirías un momento con tu hermano? -su hermana nuevamente no dice nada, pero por cómo le mira antes de retirarse sabe que estará en serios problemas al llegar a casa. Aun así, respiro aliviado cuando ella se decidió al fin a salir del lugar- Bien. Ahora que estamos solos, quiero hacerte unas preguntas"
Giró levemente observando a la pequeña rubia que dibuja al otro lado de la habitación, pero no le da importancia. Nada podía ser peor que la mirada de enojo y decepción de su propia hermana.
"Sabes lo que tienes ¿Verdad? -asintió sin pensarlo mucho mientras se acomodaba la camisa. Sabía exactamente lo que tenía, no el cómo quitarlo- bien, eso acelera las cosas. ¿Sabes por quién florecieron?"
Suspiró. ¿Metería en problemas a Nakajima si mencionaba su nombre?
"Es obvio que es por ese chico tigre, así lo planeó Dazai -ambos miraron a la pequeña Elise, que seguía dibujando sin apartar su vista del papel- lo entiendo, es lindo cuando parece gato"
Sintió un leve calor en las mejillas. Él también pensaba que el tigre era un poco lindo cuando parecía gato.
"Yo no… -pero sabe que no vale la pena mentir cuando Mori levanta una ceja incrédulo. Sí Elise lo intuía, Mori también- esto no es un problema, de verdad…"
"Akutagawa -calló aguantando el nudo en la garganta, esperando las aplastantes consecuencias de sus sentimientos- creo que no estás entendiendo la gravedad de tu padecimiento. Las personas no sobreviven más de un año con Hanahaki. Y tú ya llevas seis meses de esta manera"
Desinfló su postura.
Seis meses.
Eso era lo que le restaba de vida.
Seis cortos meses.
Sinceramente pensó que sería más tiempo.
"¿Cómo te sientes cuando estás con el chico tigre? ¿Los síntomas empeoran o mejoran?"
Se rasco un poco la cabeza, ligeramente desorientado intentando concentrarse en la pregunta, escarbando en sus sentimientos. La verdad es que pensar mucho en el tigre le calentaba el pecho tanto como lo lastimaba.
"Cuando estoy con él los pétalos tardan más días en presentarse -se sinceró- y siento que puedo respirar mejor"
Mori asintió mientras mira detenidamente los pétalos que Gin había logrado rescatar.
"Esto es lo que haremos, Akutagawa. Durante los siguientes meses harás solo las misiones que yo te indique y pediré a la Agencia que me preste más al chico tigre para que colabore contigo -se alzó con pánico al escuchar lo último. Él no quería estar cerca del tigre, no quería que se enterara de su enfermedad. Pero la expresión de Mori no deja espacio a réplica- es una orden, harás lo que te estoy diciendo. Y esperemos que esas medidas sean suficientes, si no lo son te operaré para librarte de eso antes de que te mate"
Se volvió a sentar, conflictuado. Él nunca ha sido de seguir órdenes, pero esta vez por alguna razón siente que es lo mejor que puede hacer.
Lo último que quiere ser es una carga.
"Está bien"
Mori pareció feliz de su respuesta.
"Muy bien entonces, quiero que me visites cada semana para ver tus progresos -le vio anotar unas cosas en su expediente de manera descuidada antes de despedirlo con una seña de su mano- y Akutagawa…"
Se giró a verle cuando estaba por salir del pequeño consultorio, justo antes de que su mano girará la perilla de la puerta. La sonrisa en el rostro del hombre mayor le dejó sin palabras, pues por primera vez no sonríe como lo haría un jefe o un doctor, sino como lo haría un padre.
"No te sientas mal por sentir esas cosas, después de todo, no eres el primero en la Mafia que pasa por algo así -bajo la mirada, ligeramente incómodo de una manera nueva y desconocida, abrazando está sensación de ser protegido y cuidado- y si encuentras una manera de que las cosas funcionen con el chico tigre no me opondré a ello"
Apretó la perilla con fuerza. ¿Funcionar? ¿Por qué habría de funcionar? Atsushi le odia. Siempre lo hará.
Abrió la puerta y salió sin decir nada más.
Él ya había aceptado su destino una vez, simplemente lo haría de nuevo.
…
Saluditos~
