Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
El night fury
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El llamado de la bestia se escuchó con fuerza en cada rincón de la aldea, causando temor en sus habitantes. ¿Qué clase de dragón podría producir tal efecto en un grupo de seres humanos incivilizados que llevaban generaciones luchando con enormes lagartijas escupe fuego hasta el punto de volverse rutinario?
Eso era el night fury. Un dragón desconocido y muy poco comprendido, rara vez visto con claridad, siempre oculto en las sombras. Caracterizado por su gran velocidad, su increíble puntería y su sorprendente inteligencia. Era una bestia de la oscuridad que solía llenar los sueños de los niños con pesadillas.
Es parte de ser humano que lo desconocido sea lo que más nos aterrorice.
Las cualidades de ese dragón también lo habían convertido en el máximo premio vikingo. Honor y gloria esperarían al valiente y loco que se atreviera a matar uno; canciones se cantarían en su honor, y si aún se escribieran libros, muchos serían sobre tal héroe. Por generaciones muy pocos dementes lo intentaron, y ninguno lo había logrado.
La bestia de la noche sigue invicta y en esa en particular, buscaba una nueva victoria.
–¡Night fury!
–¡Night fury!
–¡NIGHT FURY! –se escuchaban los gritos de advertencia.
Los vikingos de Berk estaban acostumbrados a tal llamado y automáticamente, se arrojaban al suelo cubriéndose las cabezas, ya que siempre a los gritos era seguida una terrible explosión.
El dragón oculto en las sombras, con una puntería casi demoniaca, destruyó de dos tiros la principal catapulta de la aldea. Los guerreros que la protegían y guiaban contra sus enemigos, alcanzaron a escapar del fuego y la destrucción antes de que fuera demasiado tarde, entre ellos el mismo jefe Stoick.
La batalla se estaba intensificando, más y más dragones llegaban a cada minuto, y los vikingos de Berk comenzaban a verse superados cuando las terribles bestias escupe fuego hacían cenizas sus principales armas. Los dragones descubrieron las vitales reservas del poblado y en cuestión de segundo, arrasaron hasta con el último pescado. Pero no iban a terminar ahí, las ovejas eran las siguientes en su lista.
Los guerreros necesitaban toda la ayuda que pudieran conseguir para detener a las bestias, inclusive si esta venía de personas sin manos.
–La situación se está empeorando –soltó Gobber mirando a través de la puerta de la herrería el fuego que se esparcía por Berk –. ¡Malditas bestias del Helheim! –maldijo el hombre alzando su único puño al cielo, mientras que cambiaba su mazo por una filosa hacha –. Me necesitan ahí afuera.
El feroz guerrero estaba por lanzarse a la batalla cuando recordó que tenía a dos pequeños adolecentes problemáticos a su cuidado. Gobber se volvió para encontrarse al par de hermanos mirándolo con sus grandes ojos verdes, expectante por su próximo movimiento.
–Oh, no –se apresuró a decir el hombre señalándolo con su único dedo índice –. Ya sé que están pensando –agregó identificando un brillo en sus miradas –, así que quítense cualquier idea descabellada que tengan dentro de sus peludas cabezas.
–No sabemos de qué estás hablando, Gobber –se apresuró a decir Hiccup con una leve sonrisa y fingiendo completa inocencia.
–Saben bien de que estoy hablando –continuó el guerrero dando leves pasos hacia atrás en dirección a la salida –. Quédense adentro. Ahí. Quietos, como buenos chicos.
Y con un fuerte grito de batalla, corrió sobre su pata de palo a la guerra.
–¡No tienes de nada de qué preocuparte Gobber! –gritó Hiccup sacudiendo en alto su mano –. ¡Honey y yo cuidaremos de la forja!
Rápidamente la robusta silueta del guerrero desapareció entre la multitud, dragones, el caos y la destrucción.
–Vamos a salir con el aparato para cazar un dragón ¿verdad? –le preguntó Honey a Hiccup sacudiendo levemente su mano aún en despedida de Gobber, a pesar de que el hombre ya no los observaba.
–Oh, definitivamente –contestó el chico sacudiendo un par de veces más su brazo, antes de darse media vuelta y correr a su invento.
En cuestión de segundos, ambos chicos abandonaron la forja, empujando delante de ellos la pesada arma que entre los dos había inventado. Los guerreros que llegaban a la herrería en busca de reparaciones o más armas, trataron de detenerlos pero el par de hermanos eran tan pequeños y delgados que fácilmente se escabulleron entre la multitud con su preciado aparato. Solo se volvieron sobre sus hombros para soltar vagas promesas de que volverían pronto.
Hiccup y Honey llevaron su creación por todo lo escondrijos de Berk para evitar que fuera destruida por algún dragón o que ellos fueran detenidos por alguno de los habitantes, y aunque resultó un camino mucho más largo, llegaron sin problemas a unos de los principales miradores de poblado, donde fácilmente podían apreciar el cielo nocturno sin la distracción del fuego y el caos.
–De acuerdo –soltó Honey una vez que llegaron al punto más alto en la colina. A sus pies fácilmente podía ver toda la aldea de Berk que se encontraba en batalla–. ¿Cuál será el objetivo?
–Ese –respondió Hiccup señalando con una mano la oscuridad del cielo, mientras que con la otra comenzaba el complejo proceso de armar su aparato.
Un chillido característico se pudo escuchar lejano a los gritos de la aldea, denotándola presencia de su invisible creador.
–¡¿El night fury?! –gimió Honey indicando también sobre su cabeza, mirando con sorpresa a su descabellado hermano –. ¡¿Te has vuelto demente?!
Hiccup inmediatamente detuvo todo lo que estaba haciendo y sujetó a su hermana por los brazos.
–Honey, sé que es completa locura – dijo denotando su desesperación y ansias en su voz –, pero es la mejor opción…
–¡Sí! ¡¿Pero?...!
–Si derribamos un night fury todo finalmente cambiaría. No más vergüenzas, no más ser los marginados, finalmente tendríamos el respeto de los demás. Deseo intentarlo… quiero de verdad intentarlo, ya que tal vez no tengamos otra oportunidad como esta.
Honey pudo presenciar la desesperación en los ojos de su hermano. Ella entendía a la perfección como se sentía en esos momento. La constante marginación le había dejado muy claro ambos hermanos cuales era el más profundo deseo del corazón de Hiccup. Aunque ella no añoraba la aceptación como él, no había nada en el mundo que no hiciera por hermano.
–Si no estás segura de esto, puedes regresar –sugirió el muchacho interpretando el silencio de su hermana –. Puedes evitar todos los problemas si acaso esto resulta terriblemente mal.
Pero Honey no dio un paso atrás, en lugar una sonrisa se dibujó en sus labios.
–¿Y perderme del espectáculo? Por supuesto que no. Yo ayude a crear esta cosa y voy a quedarme a verla funcionar, incluso si todo sale mal.
A pesar de que había una pisca de presunción en su palabras, la comprensión entre ambos era reciproca, e Hiccup, que conocía muy bien cómo funcionaba la mente de su hermana, sabía esa era su forma de demostrar su apoyo incondicional.
Hiccup no pudo evitar alzar sus brazos alrededor de los hombros de Honey y abrazarla con fuerza.
–Gracias, sis –le dijo al oído antes de separase de ella. Sin perder más tiempo, continuó el delicado proceso de armar su invento, con ayuda de Honey –. Y además… no hay porque pensar que esto terminara va a terminar en desastre… otra vez.
–Puede que sí, puede que no –comentó la chica acomodando la mira –. Pero si todo explota en tu cara, quiero estar en primera fila para verlo.
–Tú apoyo es reconfortante –soltó el chico con sarcasmo colocándose en posición.
–Para eso existo –dijo Honey parándose detrás de él.
La colina que había elegido para llevar a cabo el disparo, se encontraba increíblemente tranquila a pesar de la terrible batalla que ocurría a sus pies. El mirador esta en completa oscuridad y solo la luces lejanas de las casa en llamas era lo único que les proporcionaba un poco de luz.
Por un par de minutos, Hiccup luchó contra el cielo nocturno tratando de encontrar al monstruo volador que se ocultaba en este.
–Vamos… sal de una vez –murmuraba para sí –. Dame algo a que apuntar.
Una vocecita pesimista en su cabeza comenzó a preocuparlo con la terrible posibilidad que el dragón se había marchado y que había perdido su única oportunidad.
–No pude ser… dame algo para apuntar… por favor…
Su concentración era tal, que el muchacho aguzó sus sentidos solo para detectar al night fury, que dejo de sentir el mismo ambiente a su alrededor: la ligera brisa que traía el aroma a humo y madera desde la aldea, el frio matutino que le erizaba los vellos de los brazos y los gritos de batalla que se escuchaban a la lejanía. Fue por ello, que Hiccup no se percató que al igual que el night fury, el también era casado.
Una ligera silueta comenzó a distinguirse entre las sombras a los alrededores de la colina y sus pasos hacían vibrar el suelo. A diferencia de Hiccup, Honey percibió la presencia de su acechador cerca y comenzando a preocuparse, apretó su cuerpo contra la espalda de su hermano.
–Hiccup –murmuró Honey con miedo apretando con sus manos el saco de piel de oso que usaba el muchacho –. Algo no está bien.
–Un poco más, Honey.
–Creo que se está acercando.
Hiccup logró percibir el chillido del night fury.
–Está cerca –dijo el muchacho para sí sin apartar la vista del cielo nocturno.
–Tal vez demasiado –soltó Honey preocupada mirando ambos lados del mirador, mientras escuchaba con claridad las rocas del acantilado caer ante la presencia de una criatura reptante.
–Ya casi… –musitó el chico en lo que el chillido cobraba fuerza.
–Hiccup…
Y como un relámpago en el cielo, la silueta oscura del dragó cruzó entre las sombras denotando su posición.
–¡AHORA! –gritó Hiccup jalando el gatillo y el arma disparó un par de bolas al cielo con tal potencia que el retroceso lanzó a ambos hermanos al suelo.
Sobre ellos, la bestia herida, soltó un chillido inconfundible de dolor en lo que su silueta se perdía en el bosque cercano a la aldea.
–¿L e di? –dijo el chico para sí sin poder creerlo –. ¡Sí! ¡Le di! ¡Honey le di! –agregó poniéndose de pie y brincando de alegría.
Pero su hermana no estaba tan contenta como él. La chica seguí en suelo con los ojos desorbitados señalando enmudecida algo detrás de Hiccup.
–¿Qué? ¿Qué es? –soltó el muchacho perdiendo el entusiasmo ante el terrible semblante en el rostro de Honey. Se volvió sobre sí mismo para toparse cara a cara con la razón de tal pánico.
Y era una buena. Emergiendo de la orilla del acantilado, el largo cuello serpentino de un Monstruos nightmare se extendió sobre los chico, revelando la horripilante cabeza del dragón rojo. Los monstruos nightmare eran terribles bestias que tenían el horrible hábito de cubrir su cuerpo en llamas. Eras criaturas enormes con cuerpos más largos que barcos y colmillos tan filosos que fácilmente podían arrancarle el brazo a un hombre. Pero lo más peligroso de ellos, era su fuego, que escupían junto con su saliva en una especie de gel que ardía terriblemente. Solo los vikingos más experimentados podían enfrentar a un dragón como ese, pero definitivamente, no dos chicos que apenas podían alzar un balde de agua sobre sus cabezas.
Los terribles ojos amarillentos del dragón se clavaron en el escuálido cuerpo de Hiccup, mientras pasaba su lengua por sus colmillos revelando sus intenciones.
–Me cago en Thor –soltó el chico resignado dejando caer sus brazos a los costados.
Cualquiera habría asegurado que ese era fin del muchacho, pero los monstruos nightmare tenían la costumbre de retroceder su cabeza hacia atrás antes de lanzar su mordida. Hiccup descifró ese movimiento a tiempo, y ese lapso de segundos en los que el dragón retrocedió su cabeza, le dieron la oportunidad de esquivar las poderosas mandíbulas de la bestia.
Para cuando el chico salió corriendo en dirección contraria al monstruos nightmare, Honey ya se había puesto de pie y adelantado un par de metros.
Ambos chicos corrieron colina abajo perdiendo completamente el orgullo gritando como endemoniados. El dragón lo perseguía de cerca a pesar que las alas de los nightmare no estaban hechas para correr.
Al llegar a los primeros edificios de la aldea, Hiccup y Honey trataron de perder al dragón corriendo en diferentes direcciones, pero la bestia tenía excelente olfato de cazador y por desgracias, las aldeas vikingas estaban diseñadas para que todos sus caminos conducían al centro del poblado.
El nightmare estaba justo detrás de ellos cuando alcanzaron las antorchas que se alzaban desde el centro de Berk. Honey que iba delante de la persecución, tropezó con un escombro en el suelo que hizo que callera al suelo. Hiccup, quien iba detrás de ella, se detuvo para ayudarla a ponerse de nuevo en pie, pero con el dragón pisándole los talones, los dos hermanos no podían correr más lejos; por lo cual Hiccup arrastró a Honey tomándola de la mano, hasta uno de los mástiles de las antorcha ocultándose ambos detrás de esta.
El dragón los tenía acorralados y los sabía. Escupiendo una poderosa llamarada, incineró gran aparte del mástil donde se ocultaban los chicos. Estos se abrazaron con fuerza capaces de sentir el potente calor de las llamas del otro lado de la madera.
Después de un par de segundos, todo se detuvo, el fuego, los rugidos y el calor. ¿Acaso se había marchado el dragón?
Con cuidado y temblando de miedo, ambos hermanos (aún fuertemente abrazados el uno al otro) miraron por uno de los extremos del mástil de la antorcha para asegurarse que la bestia había desistido de su deseo de matarlos. Lo que ellos no sabían, era que el demonio con escamas se aproximaba a ellos por el otro extremo, listo para hincarles el diente en sus espaldas.
A unos centímetros de lograr su objetivo, una gigantesca mole de musculo y cabello se lanzó contra la bestia. Hiccup y Honey se volvieron sorprendidos en el momento justo en el que el jefe Stoick se levantaba de una pirueta en el suelo y enfrentaba al dragón a mano limpia.
La bestia no perdió tiempo y arremetió con una mordida directa al vientre del hombre; pero a diferencia de Hiccup este no la evitó, por lo contrario, sujetó ambas partes del hocico del dragón son su manos y con toda la fuerza de sus músculos las detuvo en su posición. Se encontraba en un lugar peligroso, no solo por los colmillos de las fauces de la bestia a ambos lados de su cuerpo, sino porque se estaba justo enfrente de la garganta lanzallamas del dragón.
Los años de experiencia de Stoick en batalla contra dragones, le dio la seguridad de tal arriesgado movimiento. Ya que antes de que el dragón tuviera las intenciones de escupir su fuego sobre el hombre, el jefe dio una certera y poderosa patada dentro de la garganta de la bestia. Como todo animal, el golpe en una área tan sensible le provocó arcadas y el impuso de vomitar. Stoick no iba permitir que pasara eso sobre su capa nueva de piel de oso, así que rápidamente cerró el hocico de la bestia dejando el reflujo atrapado en este.
El dragón se ahogaba con sus propios fluidos, su cuerpo se convulsionó en terribles arcadas en lo que intentaba respirar y parte de su gel llameante se escurrió por los orificios de su nariz. La creatura estaba aturdida y desorientada; el jefe Stoick aprovechó esto para darle un par de puñetazos directo en los ojos saltones y una última patada en la mandíbula que disuadió a la bestia de seguir peleando. Mareado y completamente desorientado, el dragón emprendió el vuelo, con una extraña trayectoria y golpeando el techo de algunas de las casas en sus huida.
El jefe lo vio alejarse algo irritado. Si hubiera tenido su hacha en manos, habría terminado con la vida esa patética bestia.
Entonces, un poderoso crujir llamó su atención. El mástil de la antorcha consumida por el fuego del nightmare, sucumbió ante su propio peso, partiéndose en su base, dejando a los dos hermanos que se ocultaban detrás de esta a la vista del jefe.
Pero antes de que Hiccup y Honey llegaran a decir algo en su defensa, la pesada antorcha se colapso sobre varias casas de la aldea y la cabeza de esta se deprendió del mástil y rodó por uno de los caminos en descenso, llevándose consigo carretas, barriles y todo el embarque de repollos de Mildew.
–¡Mis repollos! –se escuchó el llanto del hombre anciano.
Mientras la antorcha, aún en llamas, continuaba su descenso de destrucción, ambos hermanos miraron horrorizados, haciendo caras y muecas cada vez que algo nuevo era destruida en su camino. Solamente se detuvo, cuando cayó al mar por uno de los acantilados que delimitaba la aldea.
Sin nada más que hacer, Hiccup y Honey se volvieron tímidamente hacia el jefe Stoick, y evitando todo contacto visual soltaron al unísono, un débil:
–Lo sentimos, papá.
Muy bien, otro capítulo nuevo.
Doy gracias a las personas que ya están siguiendo esta historia. La verdad no esperaba que tan pronto hubiera seguidores, espero que les guste.
Y la persona que comentó que le gustaba mi personaje de Honey y que parecía un genderbend de Hiccup, tengo que decirle que originalmente así inició este personaje, ya que era una idea que este fic fuera un genderbend, pero luego después de ver mucho Gravity falls pase a Honey de un simple genderbend a la hermana gemela de Hiccup. Ha como avance la historia verán cómo se desarrollara su personalidad y notaran más diferencia entre los dos.
Gracias a todo por leer y hasta la próxima.
