Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
La senda que abriré
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Hiccup marcó otra cruz en su mapa improvisado de su cuaderno, cuando otra senda que siguieron resultó en otro camino sin salida. Llevaban toda la mañana en el bosque que cubría gran parte de la isla de Berk, buscando en vano al dragón que supuestamente habían derribado; en el camino se habían topado con zorros, gorriones, ardillas y una que otra lechuza dormida dentro de su árbol, pero por ningún lado encontraban rastros del night fury.
El joven muchacho no estaba dispuesto a darse por vencido, continuó su búsqueda colina abajo seguido de cerca por su hermana. Honey no había prestado mucha atención en los pasos de su hermano, simplemente los seguía sin apartar sus ojos del libro que traía entre manos.
–Según esto –comentó la jovencita ignorando completamente los bufidos de desesperación de Hiccup – los dragones no son creaturas diabólicas del Helhiem con el único propósito de devorar a los seres humanos…
–¿A no? –soltó Hiccup con escepticismo.
–Nop. Según la leyenda, son seres creados por el mismo dios Thor como un regalo al mundo…
–Vaya regalo –se quejó el muchacho marcando otra equis en su mapa –. Recuérdame darle las gracias a Thor.
–Eso no es todo –continuó Honey dando la vuelta a la pagina del libro prohibido –, al parecer Thor les tiene gran aprecio y suelen usarlos como sus mensajeros.
–Mensajeros –musitó Hiccup pensando en qué clase de mensaje quería decir Thor cuando mandaba una bestia escupe fuego a destruir tu villa y devorarte –. ¿De dónde viene esa información?
–No estoy segura –admitió Honey frunciendo el seño compartiendo el sentimiento de su hermano por el contenido del libro –, no lo especifica –agregó pasando hojas tras hojas de texto e ilustraciones de los dioses, dragones y vikingos –. Menciona algo llamado los doce poemas de Thor pero no hay…
Honey no alcanzó a terminar su oración, ya que al ir distraída, caminando con la nariz metida entre las páginas del libro, no se dio cuenta que su hermano se había detenido a mitad de la senda y terminó chocando contra su espalda.
–¡Hey! –soltó ella tratando de recuperar el equilibrio –. ¿Qué pasa?
Pero su hermano contuvo su respuesta en lo que liberaba su tensión en las páginas de su libreta. Soltó un gruñido de frustración mientras tallaba con fuerza su lápiz rustico contra el papel amarillento una vez más se dio cuenta que habían caído en otra senda sin salida.
–¿Qué pasa, bro? –le preguntó Honey mirando sobre el hombro de Hiccup y apreciando su arte abstracto.
–Esto es inútil –soltó el muchacho resignado cerrando su cuaderno –. Es normal que uno pierda su bota o su tarro favorito, pero no yo que perdí a un dragón completo –soltó un suspiro –. Nunca lo encontraremos. Los dioses de verdad me odian.
–Los dioses no te odian, Hiccup –comentó Honey con tal tranquilidad que provocó que su hermano levantara una ceja –. Simplemente no les importas. Es una completa tontería pensar que seres omnipotentes como Odín y el resto de los dioses, quieran perder su tiempo atormentando la vida de simples mortales –siguió la chica indicando el libro que llevaba en la manos –, sus vidas inmortales debería ser muy patéticas y aburridas para que fuera así.
Hiccup miró a su hermana con recelo. El joven vikingo tenía muchas deficiencias según la mayoría de los habitantes de su aldea, pero si había una cualidad de Hiccup que valía la pena admirar, era por su increíble paciencia. Esa misma paciencia lo llevó a guardarse el comentario que tenía en mente y simplemente preguntarle a su hermana ante su pensamiento ateísta:
–Si piensas eso ¿por qué estás leyendo el libro del viejo Wrinkly sobre los dioses?
El viejo Wrinkly era el abuelo materno de Hiccup y Honey, o al menos lo había sido. Durante la niñez de los dos hermanos, su abuelo había sido uno de los tres sabios y más viejos habitantes de Berk, un puesto muy respetado y honorado en su sociedad vikinga, ya que los individuos más avanzados de edad eran emisarios de las viejas costumbres y leyendas, principalmente con la prohibición de los libros.
Durante sus últimos años de su vida, el viejo Wrinkly fue uno de los principales consejeros y curanderos de los peludos Hooligans, y fuente de inspiración con las notables historias y logros de su vida. Precisamente los libros que Hiccup y Honey ocultaban celosamente de su padre habían sido propiedad de su abuelo, un botín que había adquirido de una excursión sorpresa a la antigua biblioteca en la isla de los Meathead. Según las propias palabras de viejo Wrinkly "lo habían retado a hacerlo". Después de su muerte, Stoick había guardado todos esos libros en un viejo cofre en depósito debajo de su casa, lugar donde también guardaba su cava privada de hidromiel.
Hacía un par de años, cuando los hermanos permanecieron encerrados en su casa por su propio padre a causa de un pequeño disturbio que provocaron en el centro de la aldea, se toparon por casualidad con este misterioso cofre del tesoro, mientras buscaban una forma de escabullirse de su hogar. Honey, quien era muy buena con las cerraduras, logró violar los candados del cofre, permitiéndoles encontrar el botín secreto de su abuelo.
Al ser hijos de un jefe, Hiccup y Honey tuvieron el privilegio de aprender a leer y escribir, por lo cual el encontrar aquel tesoro oculto de palabras escritas fue lo mejor que les había sucedido en mucho tiempo. Los chicos eran totalmente consientes que si su padre descubría que habían encontrado el cofre y abierto la cerraduras, se encargaría de eliminar la amenaza de los libros permanentemente; siendo esa la principal razón por la cual los muchachos leía los libros en secreto y lejos de la vista de otros
–Fue el único que pude sacar del depósito antes de que papá me descubrirá –contestó la muchacha guardando el libro en el bolso que colgaba de su hombro –. ¿Cómo iba a saber que en ese mismo momento se le atojaría una bebida de su reserva privada?
–Te más cuidado –le recordó Hiccup preocupado que algo le sucediera a su pequeño tesoro y recuerdo de su abuelo –, si papá nos descubre con los libros, probablemente los arroje al fuego.
–¿A nosotros o a los libros?
–Con nuestra suerte, los dos.
Sin perder más tiempo, los dos hermanos continuaron su marcha por el bosque, pero el existo de sus esfuerzos los eludía. Cualquier otros muchachos de su edad ya se habrían cansado y regresado a casa, pero ellos eran vikingo, tercos por naturaleza, estaban dispuestos a pasar todo el día entre los arboles si era necesario con tal de dar con el dragón.
– Ya no tengo idea –soltó Hiccup frustrado tapando su rostro con las palmas de sus manos, cuando se percató que la ultima senda que había estado siguiendo los últimos veinte minutos, simplemente los regresó sobre sus pasos hasta el inicio de la misma.
–¿No es acaso el árbol mohoso que…? –preguntó Honey alcanzando a su hermano e indicando con su pulgar al roble detrás de ella.
–Lo sé –mustió Hiccup soltando un manotazo para descargar su frustración sobre una inocente rama, pero como dictaba su suerte, la plante se vengó regresando sobre sí misma y dándole tremendo golpe en la frente.
Su hermana no pudo evitar reírse de él.
–Ja ja, muy gracioso –comentó el chico fulminándola con la mirada –. Al menos yo lo intento, en toda la mañana no has ayudado absolutamente en nada para encontrar al dragón.
–¿Quieres que yo lo intente?
–Adelante, insisto.
–Muy bien.
Sin tener idea que iba hacer, Hiccup cruzó los brazos mientras miraba a su hermana posarse en medio del bosque. Honey se tomó su tiempo, examinaba en silencio cada una las posibles sendas que podía tomar, a sus ojos, todas le parecían sumamente iguales.
–No es tan fácil ¿verdad? –soltó Hiccup.
–Guarda silencio y déjame concentrar – exclamó Honey volviéndose sobre su hombro, en lo que Hiccup miraba al cielo preguntándole en silencio a los dioses "¿Por qué?".
Honey pensó en miles de posibilidad y elecciones por seguir, pero cada una le provocaba más duda que la anterior. Finalmente, la muchacha decidió dejar de pensar y simplemente sentir. Honey había aprendido con el tiempo que si podía concentrarse totalmente su entorno podría siempre encontrar lo que fuera; algo que descubrió de pequeña cuando jugaba a las escondidas con Hiccup. Su pobre hermano nunca tenía oportunidad.
Dejándose llevar por los sonidos de los animales del bosque, las hojas cayendo, las ramas siendo agitadas por el viento, el aroma a flores que arrastraba, su corazón que latía en su pecho y la sube respiración de su hermano detrás de ella, finalmente Honey pudo sentirlo como un punzada en su brazo.
–Por ahí –dijo la muchacha indicando a la izquierda aún con los ojos cerrados.
–¿Por ahí? –preguntó Hiccup indicando la misma senda que su hermana.
–Por ahí –insistió ella con determinación en su mirada.
Hiccup la miró con cuidado ya que no era justamente lo que estaba esperando. Al final de cuentas encogió los hombros y comenzó a marchar en la dirección que había indicado su hermana. No tenía nada que perder, además Honey generalmente nunca se equivocaba en sus corazonadas.
Los dos hermanos caminaron por un par de minutos más sin encontrar nada nuevo en su camino más que arboles y rocas cubiertas por musgo, hasta que a Hiccup le llamó la atención la extraña curvatura que tenía un árbol, que al aproximarse se dio cuenta que no era algo natural; el tronco se encontraba roto por la mitad.
–Hiccup, mira –dijo Honey indicando como el sendero de destrucción continuaba colina abajo, comprometiendo más árboles y arbustos a la altura de suelo. Todo terminaba en una pendiente en donde se observaba claramente unas grandes marcas en el suelo, como si una gigantesca piedra hubiera rodado colina abajo llevándose todo en su camino.
–¿Qué es…? –murmuró Hiccup siguiendo las marcas del suelo hasta una enorme roca. Miró rápidamente sobre ella, antes de arrepentirse terriblemente.
–¡¿Qué haces…?! –alcanzó a mascullar Honey antes de que su hermano la tomara del brazo, la jalara detrás de la roca junto a él y le tapara la boca con una mano para impedir que siguiera hablando – . Mnmmn, mnmn nm mmn… –soltó la joven ante el desesperado agarre de Hiccup.
–Shhhh –dijo el muchacho con los ojos desorbitados –. ¿Tal vez nos escuchó?
–Mmmnn nmn mnnnm –murmuró la joven escuchando el corazón acerado de Hiccup contra su oído.
Lentamente, Hiccup liberó las manos de su hermana quien tuvo la total prudencia de imitarlo y no decir palabra alguna. Los dos chicos miraron lentamente sobre la gran roca donde estaban ocultos y contemplaron a la enrome creatura que yacía al otro lado.
Tan oscuro como una noche sin estrellas, el nigth fury permanecía tendido sobre el denso follaje del bosque tan tieso como un pescado congelado por el hielo. Era enorme y todos sus miembros (incluso sus alas) se encontraban atrapados por la fuerte soga de las bolas lanzadas por el arma de los hermanos.
–Odín. Todo. Poderoso –soltó Honey abriendo sus ojos tanto como los de su hermano.
–No decías, que no hay sentido en meter a los dioses en esto –argumentó el muchacho lanzándole una mirada inquisitiva a su hermana.
–Es solo una expresión –contestó ella con fastidio –, y ese es un gigantesco dragón. ¿Qué vamos hacer con él?
Era una excelente pregunta. En cuestión de segundos, Hiccup pensó en todas las posibilidades para presumir su captura al reto de la aldea: definitivamente, nunca podrían cargarlo y existía la probabilidad de que nadie les creyera si llegaban si pruebas al poblado.
¿Quién en su sano juicio creería que los inútiles hermanos Haddocks habían logrado derribar a un night fury?
Fuera cual fuera la solución, debían verificar algo primero y Hiccup se lamentaba de solo pensarlo: había que comprobar que el dragón estuviera muerto.
Hiccup era completamente consciente de su propia debilidad y su pésima condición física, por lo cual la sola idea de acercarse aquel gigantesco animal, vivo o muerto, era algo que iba contra su propio código de supervivencia. Pero si había algo en lo que Hiccup era conocido, era por hacer todo aquello que la gente común llamaría una locura. Y estaba por llevar una acabo.
–¡Hiccup! –lo llamó Honey cuando el muchacho brincó del otro lado de la roca, acercándose peligrosamente a la bestia derribada, armado solamente con una corta daga.
El muchacho se acercó con cuidado, con pasos debilites e inseguros, pero al mismo tiempo listo para lanzarse en la dirección contraria. Solo cuando estuvo a unos centímetros del dragón, fue cuando se dio cuenta que no había peligro.
–¿Lo logre? –pensó el muchacho posando sus ojos verdes en la creatura a sus pies. Efectivamente lo había conseguido, había atrapado a un night fury, el dragón más escurridizo, peligroso y elusivo de todo el mundo incivilizado. Finalmente la luz brilla en el horizonte, las posibilidades de una vida mejor comenzaban acelerarle el pulso. Nunca nadie había derribado a un dragón como ese y él, Hiccup Haddock III, había sido el primero. Después se preocuparía de cómo llevarlo a la aldea.
Pero ya debía saber Hiccup que el éxito lo eludía con facilidad y recurrencia, ya que un par de segundos después de imaginarse su futuro dichoso en que su padre y el resto de Berk lo admiraban por sus logros, el night fury comenzó a mostrar señales de vida.
La bestia inútilmente se contorsionó contra sus ataduras sin lograr liberarse de ellas, y sus gigantescos ojos verdes brillantes, se abrieron de par en par posándose solamente en el muchacho junto a su cuerpo.
Hiccup dio un brincó hacia atrás, pero rápidamente recuperó cuando se dio cuenta de que el dragón continuaba inmovilizado.
–¿Está vivo? –preguntó Honey detrás de la roca a pesar que ya conocía la respuesta –. ¿Ahora qué?
Los ojos del muchacho pasaron de su hermana, al dragón y luego a la daga en sus manos, y así en repetidas ocasiones hasta que finalmente la idea, que era inevitable, se formulo en su cabeza: debía matar al dragón, sacar su corazón y mostrarse a su padre… así se solucionaría todo.
Cuando Hiccup empuñó con ambas manos su pequeña daga, Honey pudo adivinar que era lo que tenía planeado hacer.
–Hiccup –lo llamó débilmente sin saber realmente que decir. Entendía que debía estar pasando por su mente y la gran importancia de lo que estaba por hacer, pero algo dentro de ella le decía que estaba mal, y no era por la falta heroísmo en matar a un animal indefenso.
–Voy a sacar tu corazón y dárselo a mi padre –murmuró Hiccup para sí ignorando el llamado de su hermana gemela. Al levantar su daga, el joven cometió el error de que sus ojos se toparan con los brillantes del dragón.
Por muy loco que sonara, Hiccup pudo percibir algo atreves de ellos, en la delgada pupila como gato, en el escaso tercer parpado sobre salido, lo contorsionado de su mirada y hasta la línea del hocico. Era como si pudiera leer la expresión del dragón como el rostro de una persona y este en particular le decía una sola cosa: miedo.
¿Pero como eso era posible? Lo dragones eran creaturas sin alma y sin sentimientos, no podía conocer el amor, la tristeza y mucho menos el miedo. Nunca, en ninguno de los relatos vikingos que había escuchado o en los libros del viejo Wrinkly había sabido que los dragones fueran capaces de tener emociones y expresarlas por sus cuerpos en algo más complejo que rugir.
–Debo hacerlo –se insistió mentalmente –. Soy un vikingo, soy un vikingo…. –se repetía una y otra vez tratando de adquirir la fuerza para llevar a cabo su cometido, pero entre más tiempo se tomara en hacerlo, le resultaba más fácil captar la mirada resignada del dragón y darse cuenta que el pobre animal se daba por vencido.
¿Cómo podía entender que pasaba por la mente de night fury con solo ver su leve leguaje corporal?
Hiccup soltó un gruñido de frustración cuando se dio cuenta que no podría hacerlo. Bajando su brazos se dio por rendido, perdonándole la vida al dragón.
–No puedo.
Después de desearlo tanto, de buscar dejar su marca en su pueblo, en ser el heredero que quería su padre, finalmente Hiccup admitía a sí mismo, que nunca sería ese muchacho. Gobber tenía razón, no era su exterior el problema, sino los de adentro.
–Está bien, Hiccup –dijo Honey posando su mano en el hombro de su hermano –. Lo intentaste. Aún… aún podemos traer a alguien a ver el dragón.
–Nadie nos va a creer… y es probable que en el tiempo que vamos por alguien, venga otro dragón más grande y se lo coma al estar atado.
–¿Pero qué más podemos hacer? No podemos cargarlo y mucho menos liberarlo sin que se vuelva contra nosotros. Sea por nosotros o no, esta night fury está acabado.
Por un par de minutos los dos hermanos miraron a la bestia tendida sin estar muy seguros de querer abandonarla; había luchado por mucho tiempo para tener ese trofeo, para simplemente darle la espalda y marcharse. Pero no tenían otra opción.
–Vamos a casa –dijo Honey sentenciando lo inevitable. Tomó la mano de su hermano y comenzó a guiarlo por el camino de regreso, pero Hiccup se había vuelto pesado, en lo que su mente lo mantenía atrapado en el dragón negro que abandonaban a su suerte.
–Yo hice esto –musitó para sí una vez que tomó la decisión. Iba a hacer una locura como de costumbre.
Hiccup se soltó de la mano de Honey y regresó sobre sus pasos hacia el nigth fury. Con la daga fuertemente tomada en sus manos, comenzó a cortar las sogas que ataban al dragón.
–Hiccup ¿Qué estás haciendo? –soltó su hermana sin comprender que estaba pasando, pero cuando la tercera soga se soltó con un fuerte chasquido lo compendio todo –. ¡Hiccup no!
Lo siguiente que supo fue que el night fury se había liberado. Inconscientemente, la muchacha se lanzó detrás de la roca y se cubrió la cabezas con los brazo esperando lo peor. Nunca pudo ver como Hiccup fue embestido por la bestia y retenido por las fuertes garras negras contra la misma roca donde ella se ocultaba.
Los segundos en que le muchacho se encontraba atrapado entre las garras del dragón, le parecieron eternos. Su corta vida comenzó a pasar delante de sus ojos y por desgracia para él no era una muy feliz. Su único consuelo fue que posibilidad de rencontrarse pronto con su amado abuelo y su difunta madre, pero entre sus grandes arrepentimientos se encontraba haber llevado a Honey a esa aventura, que probablemente también le costaría la vida una vez que night fury terminara con él.
Pero a pesar de su pensamiento, el dragón no lo llevaba a cabo. Sus gigantescos ojos felinos estaban clavados en los suyos y por una fracción de segundo, Hiccup nuevamente pudo percibir algo proviniendo de la bestia… algo que se reflejaba de sus rudimentarias facciones. Era duda.
Entonces el dragón hecho su cabeza hacia atrás…
–Este es el momento…
Y rugió con todas su fuerzas en el rostro de Hiccup. El muchacho sintió su aliento caliente y su fétido olor a pescado crudo, pero fuera de eso, no sufrió ningún daño.
Y como había ocurrido, el dragón se retiró rápidamente volando en un inconsistente patrón a través de los troncos de los arboles del bosque y solo dejando a tras de él, el eco de su rugido.
Hiccup trató de controlar su respiración en lo que las palpitaciones aceleradas de su corazón retumbaban en sus oídos. El masivo flujo de sangre volvieron sus mejillas de un rojo brillante y sus ojos están aún desorbitados por el susto y la adrenalina.
–¿Hiccup? –lo llamó nuevamente Honey y el muchacho escucho su voz como por una profunda caverna. Recargado contra la roca, pudo ver a su hermana asomarse sobre esta y mirarlo completamente aterrorizada –. ¿Estás bien?
–Sí –dijo el chico con la garganta seca. Con dificultad se puso de pie ya que le temblaban terriblemente las rodillas.
–No te vez muy bien –comentó Honey aproximándose a su hermano y unos segundos después, este se desplomó en el suelo como un saco de papas –. ¡Hiccup! –exclamó la muchacha inútilmente ya que el joven se encontraba inconsciente
Aquí está por quien lloraban. El night fury más querido por todos hace su aparición.
Me han estado preguntando que pasara ahora con el dúo dinámico de Hiccup y Toothless ahora que Honey se encuentra en la ecuación. Solo diré tres cosas a ello: 1) La amistad del jinete y dragón es el eje de la historia de DreamWorks y como esta se basa principalmente en su versión, eso no va a cambiar. 2) Honey tendrá su propio dragón eventualmente. 3) ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Y qué dragón? Tendrán que leerlo para averiguarlo.
Este capítulo quedo algo largo y por desgracia debo advertirles que no se acostumbren a ello. Por el momento este fanfic lo escribo como secundario (tengo otro que estoy por terminar como prioridad) y solo escribo cuando tengo tiempo y estoy inspirada, así que cabe la posibilidad que una que otra ocasión tal vez se tarde algo en salir o sea algo corto.
Y no. No lo voy a abandonar, solo pregúnteles a los otros lectores del resto de mis historias, especialmente la que va a tener pronto 100 capitulo. Cuando termine esa, este se volverá la prioridad.
Un dato curioso, "una senda abriré" es el título de una canción Elton John para la película El camino hacia el Dorado.
Por último, el abuelo de Hiccup es parte de los libros. Aunque en la versión original el viejo está con vida, yo decidí para esta era mejor que estuviera muerto, por ciertas conveniencias. Así que, lo siento Old Wrinkly.
Eso toda por ahora, les agradezco por los comentario y los invito a peguntarme cualquier duda. Gracias a los nuevos seguidores y por favor, compartan esta historia con sus amigos.
Saludos a todos y hasta la próxima.
