Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
La sangre derramada
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El guerrero en su campo de batalla,
El dragón en su montaña,
Los dioses en el Valhala,
Sangre valiosa ha sido derramada.
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Vikingo campeón del dios del trueno,
Elegido para los mil encuentros,
Por todo el valor que llevas dentro,
No destruyas los inocentes sueños.
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Bestia guerrera que surca el cielo,
Ten piedad del alma humana,
Tu fuego arde con dulce recelo,
Tu fuerte armadura son tus escamas.
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El rayo de Thor enciende las estrellas,
Como las llamaradas en las parcelas,
Su corazón ha sido herido,
Por una lucha sin sentido.
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El dios entregó dos regalos al mundo,
Deseos de la dulce victoria,
Victimas del orgullo,
Uno perecerá ante la derrota.
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Las mil lunas surcaron el cielo,
Cantos de reyes perdidos,
La paz es su añorado deseo,
Cuando finalmente decidió sus destinos.
Página 3
La decisión
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Le tomó un par de minutos a Hiccup salir del estado de embelesado en que quedo después de su corta charla con Astrid. Cuando finalmente regresó a la realidad se dio una vuelta por la herrería de Gobber siguiendo los mismos pasos que la chica rubia realizó durante su corto encuentro. Miró con detenimiento la espada en la pared que había llamado la atención de Astrid; era la favorita de Gobber, una reliquia familiar de sus tátara-tátara abuelo. A pesar de los años y encuentros que había presenciado esa arma, la hoja continuaba en perfecto estado y su empuñadura conservaba el delicado grabado de las runas.
–Realmente Astrid tiene buen ojo para las armas –murmuró Hiccup para sí mientras apreciaba la espada en la pared.
Y no había porque sorprenderse de ello. La joven Hofferson era una guerrera desde la cuna, la batalla estaba en su sangre y el combate le resultaba natural. Todos podían figurarse que aspiraría a convertirse en una doncella guerrera y nadie tenía duda que lo consiguiera. Eso la convertiría en el perfecto prospecto de la esposa vikinga para algún afortunado.
–Está muy fuera de mi liga –susurró el chico con un suspiro.
Hiccup era el único hijo varón del jefe de la aldea, lo cual lo convertía en el heredero de al trono de Berk. Normalmente, los hijos de un jefe eran el mejor prospecto para una pareja, pero si realmente Hiccup llegaría algún día a ocupar ese puesto, eso estaba en completa duda. El muchacho era un marginado, considerado un problema viviente y si no fuera porque vivía en el archipiélago barbárico, nadie le creería que era un vikingo.
El muchacho estaba al corriente de esto. No había ni una pisca de lo que se podía considerar un héroe vikingo en todo su cuerpo: no podía luchar o defenderse, pensaba y preguntaba demasiado, incluso le costaba mucho esfuerzo solo levantar un escudo.
Era exactamente lo que indicaba su nombre, un hiccup. Un término utilizado para referirse a los pequeños, débiles, enfermizos e inútiles. En muchas ocasiones su primo Snotlout se burlaba de él solo por su nombre, ya que era una vieja costumbre en las demás tribus del archipiélago dejar a los niños con tales características, en pequeños bote de mimbre a la deriva en el mar. Si llegaban a otra tierra vivos, era la señal que el dios Njord le perdonaba la vida y se le debía dar otra oportunidad.
Berk ya no practicaba tal tradición. Con la constante amenaza de los dragones, la población en la isla se mantenía reducida a comparación de otras tribus. No podían darse el lujo de entregar a sus niños débiles al dios del mar; estos podrían ser utilidad en algún momento de sus vidas, aunque fuera como bocadillo de algún dragón en lugar de un futuro y verdadero guerrero. Pero ni siquiera de esa forma, nadie podía advertir la utilidad en joven varón Haddock.
Hiccup veía el día en que se convirtiera en jefe de la tribu como un suceso imposible; pero eso nunca realmente le importó. Lo único que él quiso por muchos años, casi toda su vida, era ser como los demás… ser como lo demás querían… ser como su padre quería.
El muchacho continuó su recorrido por la herrería hasta llegar a su pequeño taller privado donde solía trabajar en sus locas ideas y diseños. Sus ojos verdes brillantes se perdieron en todos los bocetos que decoraban las paredes y los pequeños artefactos como miniaturas de los mismos que yacían en la repisas y sobre la mesa de trabajo.
Esa pequeña habitación demostraba todo el esfuerzo y compromiso que había puesto en convertirse en un vikingo hecho y derecho, de uno que su padre estaría orgulloso. Tantas ideas para mejorar sus vidas y muchas otras para quitársela a los dragones.
Una risita sarcástica se escapó de sus labios mientras levantaba el boceto de su último diseño del "Mutilador". Tanto tiempo y esfuerzo que había invertido en su sueño de convertirse en un verdadero guerrero, en un asesino de dragones, pero cuando llegó el momento de la verdad, aquella oportunidad que estuvo esperando por tanto tiempo, dejo que se le escapara de las manos.
En la mente de Hiccup aún estaba fresca la imagen de Night Fury a maniatado y servido en bandeja de plata como un salmón ahumado. No podía entender como en aquel momento crítico de su vida había flaqueado. Y lo único que podía decirse a sí mismo para explicar su repentino remordimiento, era que vio la tristeza del dragón reflejada atreves de sus ojos. Hiccup no sabía si eso era posible, todas las historia con las que creció le habían enseñado que la bestias escupe fuego no tenían alma, remordimiento o sentimientos.
Pero para ser sinceros, el night fury fue el primer dragón en su vida, que Hiccup tuvo lo suficientemente cerca y el tiempo necesario para apreciarlo visualmente.
El muchacho nunca estuvo muy seguro de que hacer o lo que en realidad quería en su vida, pero finalmente, después de su encuentro con el dragón negro como la noche, le quedo algo muy claro: no podía y no quería, matar dragones después de todo.
Hiccup soltó un suspiró de resignación apretando su cabeza con ambos brazos, para después lanzarse por su pequeña habitación tomando cada uno de los bocetos que colgaban de la pared y los yacían sobre la mesa de trabajo. Con los brazos llenos, regresó a la forja para arrojar cada uno de los papeles en el ardiente horno de piedra. Miró hasta con rencor como los trozos de papel ardían ante el fuego.
Estaba decidido, Hiccup Haddock nunca más intentaría matar un dragón, y que Odín lo protegiera.
–Hiccup –escuchó que lo llamaban. Al volverse encontró a Gobber en la entrada de la herrería –. ¿Todo bien, muchacho?
Hiccup solo pudo darle una débil sonrisa y encoger los hombros. Sus ojos pasaron del héroe jubilado a la llamas del horno de piedra, donde las hojas de papel habían sido reducidas en cenizas.
–Ehhhhhh –gruñó Gobber captando el humor decaído de su pupilo –. Sabes Hiccup, creo que… creo que yo puedo terminar con la espada de Hoolgens por mi cuenta… porque no mejor regresas a casa…
–Gobber, yo puedo…
–Yo sé –se apresuró a decir el herrero colocando su mano falsa de madera sobre el hombro de Hiccup –. Ve a casa y descansa, ha sido un largo día.
–Gracias, Gobber.
Con una última sonrisa, Hiccup pasó su mandil por sobre su cabeza antes de dejar la forja completamente cabizbajo. Gobber lo observó marcharse en completo silencio hasta que su pequeña figura desapareció entre las sombras del anochecer que se apoderaban de la aldea.
Vaya día que había tenido el pobre joven de cabellera castaña. Una simple mañana con terribles bestias escupe fuegos habían alterado completamente su vida. Hiccup podía estar aún un poco consternado con su propia decisión de no matar dragones, pero era definitivo.
El muchacho solo quería llegar a su casa, meterse debajo de las pieles de su cama, dormir un par de horas y empezar un nuevo día con todo un estilo de vida diferente. Aunque no estaba completamente seguro en qué consistiría.
Pero con lo que no contaba Hiccup, era con la gran mole musculo y vello facial que era su padre Stoick the Vast. Al abrir la puerta de su casa, ahí estaba el hombre, atizando el fuego de fogón con tal calma, como si estuviera esperando a alguien.
–¿No debería estar con el resto de la aldea dando la despedida al pobre de Lars? –pensó Hiccup histéricamente. Tratando de no hacer ruido, el muchacho cerró la puerta con cuidado y escabullirse por las escaleras a su habitación.
–Hiccup.
–Rayos –musitó el chico en voz baja –. ¡Hey!.. Hola, papá… creo que necesito hablar contigo…
Hiccup se encontró frente al reto más difícil de su vida, informarle a su impasible y sobreprotector padre sobre la decisión que acababa de tomar. Por desgracias para él, su progenitor también había tomado una muy complicada medida que estaba ansioso por informarle.
Ambos hablaron al mismo tiempo sin prestar ninguna atención en lo que decía el otro. Cuando terminaron, se dieron cuenta que su palabras habían caído en oídos sordos y los suyos no captaron lo que intentaban decirle el otro.
El muchacho pensó que debía ser una cruel ironía de la vida, un jugo perverso de los dioses. No importaba que Honey le aseguraba, que era tan insignificante para que los dioses se molestaran en fregarle la vida, pero era la única razón posible para su suerte. Después de haber tomado la dificultosa resolución de nunca jamás volver a intentar matar un dragón en su existencia, su querido y frío padre le informaba que cedía a sus primeros deseos y lo entrenarían para matar dragones.
–¡¿Acaso no me escuchas?! –soltó el chico exasperado tratando de captar la atención de su padre que insistía en su clásico monologo sobre lo que era ser un héroe vikingo.
–Esto es serio, Hiccup –dijo Stoick tajantemente callando de inmediato a su hijo –. Cuando llevas un hacha, un casco y el escudo nos representas a todos nosotros. Así que debes ser como nosotros, hablar como nosotros y pensar como nosotros. Es fundamental que sigas las tradiciones barbáricas sin cuestionarlas por tan ridículas te parezcan. A tu edad, yo no hacía preguntas, solo obedecía; mi padre hizo igual antes que yo y su padre, el padre de su padre y así, hasta los primeros líderes de los peludos Hooligans. Puede sonar complicado al principio, pero solo debes de dejar de ser… "esto" –agregó de último indicándolo completamente.
Hiccup soltó un gemido en desesperación.
–¿Es una promesa? –insistió Stoick clavando los ojos en su hijo.
–Esta conversación parece ir en una sola dirección…
–¡¿Promesa?!
–Es una promesa –dijo el muchacho resignado.
Antes de que Stoick pudiera agregar algo más a la plática, la puerta de su hogar volvió abrirse para darle paso a la menuda figura de Honey. La jovencita entró completamente distraída acomodando algunos cabellos sueltos de su flequillo, que no se percató en un principio de la presencia de su padre y hermano. En realidad, Honey esperaba no encontrarse a nadie en casa, por lo cual dio un ligero respingo cuando vio a ambos hombres con la mirada clavada en ella.
–Buenas noches, papá –dijo rápidamente la joven escondiendo sus manos en su espalda.
–¿Dónde estabas? –le preguntó Stoick plantándose frente a ella.
–Ayudando a Gothi en la ceremonia funeraria –explicó la niña tratando de parecer inocente frente a la imponente figura de su padre.
–¿A sí?
–Sí, hasta que hice una sugerencia a la madre del difunto sobre el discurso que planeaban decir… y le pareció algo ofensivo mi sugerencia.
–Arg –gruñó Stoick frotando sus ojos con los dedos –. Odín, dame paciencia –dijo inmediatamente volviendo la mirada al techo –. Tú también eres padre.
–En cierta forma conseguí que me vetaran de la ceremonia –continuó Honey casi orgullosa haciendo caso omiso a los ruegos de su progenitor.
–Estaba bien –soltó el hombre tratando de controlar su respiración –. Yo iré a la ceremonia y ofreceré disculpas a la familia Hoolgen. Ustedes dos –indicó a sus hijo con su regordete dedo índice –, se quedarán aquí, no salgan de la casa y van directo a la cama. Hiccup, tú cuida de tu hermana.
Stoick hizo el ademán inútil de tomar la puerta cuando se percató de cómo Honey fruncía el ceño y abría la boca para contradecir sus órdenes, por lo cual se apresuró a agregar completamente desesperado:
–¡Y por el amor a Freya, Honey, has solamente lo que te pido y sin quejarte!
La niña cerró la boca inmediatamente aunque su semblante denotaba que aún tenía unas cuantas cosas más que decir al respecto.
–Volveré en un par de horas –explicó a ambos hermanos abriendo la puerta de entrada –, la ceremonia no debe durar mucho ya que mañana partiremos temprano.
–¿Partir? ¿A dónde? –se apresuró a preguntar Hiccup.
–Iremos nuevamente a buscar el nido de esos demonios.
Hiccup y Honey se miraron en silencio dejando que sus ojos expresaran lo que ambos estaban pensando. Por siglos, lo vikingos del archipiélago había realizado exploraciones y viajes infructíferos en busca del nido de los dragones en su isla, y muchos habían perdido sus vidas en el proceso. El padre de los niños ya había realizado el mismo viaje, múltiples de veces en búsqueda de gloria y heroísmo, incluso mucho antes de que ellos nacieran, pero nunca había alcanzado su objetivo.
Aunque la relación de los gemelos con su padre se había deteriorado con el paso de los años, ellos aún lo amaban y se preocupaban por su seguridad. Además, si algo le pasaba o no regresaba del viaje ¿Qué sería de ellos? Lo poco que los aldeanos llegan a respetar a los dos hermanos se debía solo por respeto a su progenitor. Sin él, ellos estaban perdidos.
–Hiccup explica a Honey lo que acabamos de platicar –ordenó de último Stoick mientras atravesaba el umbral de la puerta –. Y ahora, a la cama y no salgan de la casa. POR. NINGUNA. RAZÓN.
Y sin más, cerró la puerta detrás de sí, dejando a ambos hermanos mudos con la preocupación.
–¿Qué fue todo eso? –soltó Honey volviéndose hacia su hermano e indicando con su pulgar la puerta por donde había salido su padre –. ¿A qué se refería?
Hiccup no le contestó, solo soltó un gruñido de frustración y se dejo caer al suelo.
Hola a todos
Tarde un poco en sacar este capítulo ya que el fin de semana anterior fue muy intenso. Terminó la temporada de RWBY y el lunes se acabó Gravity Falls, así que estaba algo consternada emocionalmente.
Espero que disfruten este capítulo. Lo del sacrifico de los niños al mar es una idea, algo alterada de lo cuenta los libros.
Un saldo a todos los lectores, especialmente a los nuevos y gracias por los comentarios.
Saludos y hasta la próxima.
