Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Falsa impresiones
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Había muchas razones por las cuales los vikingos tenían que ser los más rudos y fuertes guerreros. Las guerras que luchaban, las peligrosas tierras en donde vivían y las criaturas monstruosas que los asechaban eran las razones más comunes, pero había una más importante, una con la que debían enfrentar a diario y cuyo poder siempre los superaba. Ese era el intenso y desolador clima del ártico.
Las islas del archipiélago eran asoladas por los arranques climáticos extremos característica de las regiones del norte. Berk no era la excepción, e incluso su localización en el grupo de islas la dejaba más vulnerable a los vientos invernales.
Los peludos Hooligan, por generaciones, tuvieron que acostumbrarse a meses de frio gélido antes de la entrada del verdadero invierno. Las cosechas se tenían que realizar con rapidez las escasas semanas de primavera cuando aún había un agradable calor, y antes de que llegaran las lluvias torrenciales del verano, que convertía las tierras en fangos. Con ello, los rituales a Gefion (dios de la agricultura) y a Hod (dios del invierno) eran fundamentales para la supervivencia de los vikingos en tan difíciles circunstancias.
Todo el cambio era marcado por los designios de las nubes y las runas. Cuando el cielo comenzaba a cerrase con los característicos nubarrones de tormenta, era un anunció de la proximidad de las torrenciales lluvias del verano. Ante tal condición del cielo, todos los habitantes corrían ante Gothi para que llevara a cabo su adivinación con runas sobre lo cercanas que se encontraban las tempestades.
Por desgracia, la lectura de las runas nunca fue el fuerte de la anciana (esa era la especialidad del viejo Wrinkly), ella prefería leer la fortuna con huesos o con las líneas de las manos; pero era una tradición la lectura de las runas para los designios del clima. Los vikingos eran muy supersticiosos y tercos con las tradiciones.
Fue por ello, que esa mañana en particular en que el cielo se encontraba cubierto por nubarrones grises, todos los habitantes de la isla corrieron con la adivina curandera para conocer los designios de las runas. Todos con excepción siete jóvenes novatos que no podían darse el lujo de perder su entrenamiento contra dragones; inclusive, si el mismo Thor les lazaba su peor tormenta, no podrían faltar.
Los chicos tuvieron otra oportunidad de enfrentar al gronckle esa mañana, pero lo que debieron aprender en su primera lección, continuaba sin entrar en la dura cabeza de piedra de la mayoría de los jóvenes aspirantes a guerrero; el dragón había resultado un mejor estudiante. En esa ocasión en gronckle no lanzó sus bolas de lava incandescente a diestra y siniestra, sino que en lugar de ello enfocó su energía en un blanco particular hasta derribarlo. Fue así como Fishlegs y Tuffnut había terminado fuera de la arena en los primeros minutos. Tal vez los gronckles no eran tontos como parecían.
–¡Dejen de correr sin rumbo como un montón de gallinas descabezadas! –le gruñó Gobber desde una de las orilla de la arena –. ¡¿Quién carajos es aquí el vikingo?! ¡El dragón les está ganando!
–¡Buuuuuuuuuu! –les gritó Tuffnut desde la cima del mirador. Junto a él se encontraba Fishlegs siendo atendido por Honey de una fea quemadura en el brazo –. ¡Perdedores!
–Tuffnut, tú fuiste el primero en perder –señaló Fishlegs con duda en lo que la joven de cabellera castaña le aplicaba un ungüento en el brazo.
–Lo sé –dijo el rubio frenético –. Pero tal vez eso no lo sabe el dragón… y si no lo sabe el dragón, tal vez ellos tampoco lo saben –argumentó su lógica dando unos leves golpecitos en el casco.
–Yo creo… creo que si lo saben ¡Auch! –comenzó a decir el chico regordete pero fue interrumpido por el dolor que le provocó la apretada venda que le aplicó Honey en el brazo.
No porque su obligación era atender sus heridas, implicaba que tenía que ser amable al hacerlo.
–¿Tú crees? –dijo Tuffnut inclinándose hacia Fishlegs, clavando sus ojos de maniático en los de él –. ¡¿Tú crees?!
El joven regordete se echó hacia atrás espantado, hasta que Honey interrumpió entre los dos para examinar el corte que tenía Tuffnut en el brazo.
–Es superficial –dijo la chica examinando la herida que no llegaba al musculo, pero antes de que comenzara sus curaciones, su paciente apartó su brazo de ella y le lanzó una mirada de recelo.
–Es mejor que se quede así –comentó Tuffnut pasando uno de sus dedos por la herida –. Se ve con madre toda sangrante –agregó mientras realizaba varias poses con su brazo.
–Bien, que se infecte –soltó Honey tomando su bolso donde cargaba todo su material de curación –, a mí que me importa si te cae el brazo –dijo de ultimó alejándose de ambos muchachos.
–Wow –musitó Tuffnut maravillado imaginándose un garfio de brazo, muy similar al que tenía Gobber en lugar de mano –. Eso sería de puta madre.
–Tal vez no debiste… –comenzó a decir Fishlegs mientras seguía con la vista a la niña de cabellera castaña caminar hasta el otro extremo de la arena.
–Sshhhh –lo enmudeció el gemelo rubio sin apartar los ojos de su brazo herido –. Arruinas la fantasía.
Tal vez las lecciones del día habían terminado para ambos muchachos, pero no para el resto del los jóvenes que se encontraba aún dentro de la arena de entrenamiento. El gronckle había fijado su atención en Astrid y hacia todo lo posible de derribarla sin la necesidad de disparar una de su bolas de lava.
La joven rubia era lo suficientemente ágil para esquivar el lento y pesado dragón. Fácilmente podía realizar piruetas, saltos y brincos, sin soltar el pesado escudo y hacha que llevaba en manos. Poco a poco su confianza fue creciendo al igual que su obstinación, en lo sus compañeros comenzaban a admirar su destreza y su esfuerzo complacer a Gobber.
–¡Sigue así, Astrid! –dijo el guerreo al ver a la joven pasar sobre una de las barricadas y caer perfectamente sobre sus pies.
Segura en sus movimientos la chica corrió hasta la siguiente barricada lista para volver a intentarlo. Aceleró sus pasos y dio un poderoso brinco que la lanzó sobre la estructura de madera, pero al hacerlo tan deprisa no calculó el hecho que la barricada se encontraba diferente posición a diferencia de la anterior, y al caer, su pierna chocó con uno de los soportes de la barricada arruinando su perfecto aterrizaje. Astrid rodó por el suelo unos dos metros, soltando las armas que llevaba en manos.
El gronckle aprovechó la oportunidad para arremeter contra la trinchera, desplomándola sobre la chica. Astrid solo contó con un par de segundos para cubrirse la cabeza con los brazos en lo que madera cayó sobre ella.
–¡Arg! –soltó Gobber decepcionado junto con un gruñido –. ¡Astrid esta fuera!
Los tres chicos que quedaban en la arena miraron sorprendidos a la chica en el suelo, comenzado a preocuparse de su suerte si eso era lo que le sucedía a alguien tan capaz como Astrid. El dragón giró suspendido sobre el suelo, clavó sus ojos amarillentos en las tres víctimas que le quedaban decidiéndose por la siguiente, y por desgracia para el muchacho, escogió a Hiccup.
El chico se paralizó de momento al ver al dragón abalanzándose hacia él, pero cuando recuperó el control de sus piernas se preparó para lanzarse a un lado y evitar la embestida de la bestia. Fue cuando ocurrió de nuevo, por una milésima de segundo en la que el gemelo castaño miraba al dragón por encima de su escudo, pudo distinguir los sutiles movimientos de su cabeza, los colgajos de piel escamosa del cuello y como fruncía su ceños iracundo. Algo dentro de él le dijo que el dragón intentaba engañarlo. No tenía intención de embestirlo, en lugar de ello, escupiría una de sus bolas incandescente de lava contra él.
Hiccup se cuestionó sobre su misma corazonada, ya que si estaba dispuesto a seguirla correría un grave riesgo. Pero en los últimos días y los extraños encuentros con el night fury lo determinaron a arriesgarse.
Entonces Hiccup hizo algo muy valiente pero muy estúpido, se quedo parado en su lugar. Tomó con fuerza su escudo y separó sus piernas para tener más agarre del suelo ante el impacto.
–¡Hiccup! –escuchó el grito desesperado de Gobber a lo lejos. Debía imaginarse cómo podía resultar para guerreo y el resto de los aprendices de la arena verlo tomar tal posición. Sin duda pensaban que se había quedado paralizado de miedo… y cierta forma, estaban en lo cierto.
–¡Esto es una mala idea! ¡Esto es una mala idea! –pensó rápidamente los escasos segundos que le quedaron –. ¡Esto es una MUY mala idea!
Pero la corazonada del chico resultó verdadera para la sorpresa de todos. El gronckle soltó su última carga de roca fundida y fuego contra Hiccup dando directo al escudo de madera reforzada con hierro; increíblemente el broquel resistió el impacto, pero el delgado joven detrás de este no soportó la fuerza del golpe y salió lanzado hacia atrás, hasta que su espalda chocó con una de las paredes de la arena.
El golpe dejo levemente atontado al muchacho, por lo cual no se dio cuenta que el dragón se abalanzaba contra él, con intención de terminar lo que había empezado. Con la destreza que aún conservaba a pesar de los años, Gobber tomó un par de bolas del arsenal y las lanzó contra la bestia furiosa cerrándole completamente el hocico.
Con las pesadas bolas y sogas sujetándole la cabeza, el gronckle perdió el interés de continuar peleando. La masa de músculos y escama se desplomó en el suelo, en lo que sus cortas patitas intentaban quitarse las ataduras alrededor de su hocico.
–¡Hiccup! –le gritó Gobber algo preocupado –. ¡¿Te encuentras bien?!
El gemelo castaño levantó débilmente la vista sobre el escudo que seguía delante de él y solamente le contestó a su mentor levantando su dedo pulgar en manera afirmadora, pero casi inmediatamente entró en pánico ya que el escudo de madera se prendió en llamas a causa del impacto con la lava caliente. Hiccup la arrojó lo más lejos con un grito despavorido, perdiendo la poca bravura que pudo haber demostrado con su acto.
Gobber solo respondió a esto cubriendo su frente con su mano falsa
–Suerte de principiante –comentó Snotlout a su lado sin dejarse sorprender.
Por su parte, Ruffnut ayudó a Astrid a salir debajo de los escombros de la barricada donde había quedado atrapada. La joven rubia se había lastimado levemente la pierna y requería cuidados inmediatos si no quería terminar cojeando los siguientes días.
–Bien, creo que nos tomaremos un descanso de una hora, después… –comenzó a decir Gobber pasando la vista por los novatos completamente abatidos. Pero nunca llegó a terminar la frase, ya que fue interrumpido por un visitante repentino en la arena.
–¡Gobber! –lo llamó Mulch desde la entrada a la zona de entrenamiento.
–¿Mulch? En nombre de Thor ¿Qué quieres? –le contestó el herrero sin mucha paciencia –. ¿No ves que estamos en entrenamiento?
–Y por lo que veo las cosas no van de perlas ¿verdad? –dijo el vikingo pasando la vista en la destrozada arena, en los muchachos heridos y el dragón en la orilla que había perdido el deseo de seguir peleando.
–Ni me había dado cuenta ¿Qué carajos pasa? ¿Quién murió?
Pero en lugar de contestarle, Mulch pasó la vista una vez más por los jóvenes aprendices y le hizo una señal a Gobber para que se acercara a él. A regañadientes, el herrero agachó la cabeza y permitió que el pescador le explicara todo al oído. Los muchachos miraron curiosos los cambios evidentes en el rostro de Gobber en lo que Mulch le revelaba la urgencia.
–Me lleva la… –musitó por debajo el herrero una vez que el pecador terminó sus razones–. No es el mejor momento para eso –se volvió hacia los muchachos quienes lo miraban impacientes por conocer lo que sucedía –. ¡Eso será todo por hoy! ¡Snotlout, Tuffnut, Fishlegs les toca la limpieza! ¡Ruffnut acompaña a Astrid a casa! Mulch, encárgate de regresar al dragón a su jaula ¡Hiccup! Tú ven conmigo –dijo, dando sus últimas órdenes –. Nos veremos en el gran salón al anochecer para discutir lo que aprendieron hoy.
La mayoría de los jóvenes respondieron a las órdenes con gemidos, pero nadie se atrevió a desobedecerlas. Hiccup, por su cuenta, tardó un momento en relacionar lo que acababa de suceder, pero cuando volvió a escuchar a su mentor llamarlo a gritos, se apresuró a seguirlo.
–¿Qué sucede? –le preguntó Honey al alcanzar al maestro y el estudiante a la salida de la arena.
–No lo sé –dijo Hiccup encogiendo los hombros.
Pero Gobber no detuvo su marcha al llegar al puente que conectaba a la aldea con la arena, siguió adelante sin siquiera volverse para confirmar que el muchacho lo seguía. Completamente extrañados, los gemelos Haddock intercambiaron unas miradas antes correr detrás del herrero.
–¡Hey, Honey! –le gritó Ruffnut desde la entrada a la arena, mientras sujetaba el brazo de Astrid sobre su cuello para proveerle algo de soporte –. ¡Astrid necesita tu ayuda!
Pero la chica de castaña continuó su camino como si no hubiera escuchados las palabras de la gemela rubia. Astrid pudo intuir que en realidad Honey la había ignorado descaradamente.
–¡Que hija de puta! –soltó Ruffnut furibunda soltando su carga.
Astrid soltó un grito de dolor cuando cayó al suelo como un pesado saco de papas.
Gobber cruzó medía aldea con los chicos pisándole los talones, antes de finalmente se decidiera en explicarles cuál era la urgencia que lo había agitado de tal manera.
–Meatheads.
–¿Meatheads? –repitieron los gemelos al unisonó.
–Meatheads. Bucket y Mulch distinguieron un barco Meathead aproximándose a la isla, mientras realizaban la pesca de la mañana.
–Eso… ¿Qué tiene de raro? –comentó Hiccup tratando de seguir los pasos de Gobber, quien a pesar de su pata de palo, caminaba muy deprisa.
La isla de los Meathead (que poseía el mismo nombre) era la más cercana a Berk, que casi eran consideradas hermanas. Pero las tribus que las habitaban tenían su historia de rivalidades. Los peludos Hooligans que pusieron por primera vez sus pies en la isla, no tenían el menor conocimiento de que los Meathead la habían considera parte de su territorio aunque ninguno de ellos habitaba en la isla. Esto trajo grandes conflictos que duraron décadas y generaciones, pero la testarudez de los Hooligans los mantenía firmes; aunque la isla era hostil y poco hospedadora, nadie (ni siquiera un Meathead) los sacarían de ella.
En varias ocasiones, la rivalidad fue tan intensa que estuvieron muy cerca de que estallara una guerra entre ambas tribus. Por suerte, ambos tenían un enemigo en común, los dragones. Durante un enfrentamiento marino, los Hooligan y los Meatheads estaban a punto de enfrentarse en combate, fueron atacados sorpresivamente por una manada de scauldrons. Según cuenta la leyenda, ambas tribus terminando uniendo fuerzas para desterrar a esas bestias de sus aguas, e incluso el antiguo jefe Hamish I salvó la vida de su acérrimo rival Lars "puños sangrantes" IV, líder de los Meatheads.
Desde ese día, inició la paz entre ambas tribus y justamente en el aniversario de la batalla, ambas solían reunirse en una celebración en las costas de Berk que daban a Meathead, que constaba de competencias, banquetes y la reafirmación de su tratado de paz.
–Sí ¿Qué tiene de malo que venga un barco de Meathead? –agregó Honey caminando del otro de Gobber –. El día de Njord está muy cerca –agregó la muchacha haciendo referencia al aniversario de la batalla naval que nombraron en honor del dios del mar.
–Precisamente –respondió el herrero –. Imagina que pasaría si toda la flota de Meathead viniera a Berk cuando no hay ningún guerrero para proteger la isla.
–¿Ouch? –soltó Hiccup comprendiendo.
–Un maldito "Ouch" –dijo Gobber alzando los brazos sin detener su marcha –. Tal vez tengamos años de paz con esos idiotas, pero no dudes que no desaprovecharan una oportunidad para conquistar Berk si se enteran que su jefe y todos los guerreros no se encuentran en casa. ¡Y por las barbas sedosas de Odín, no voy permitir que eso pase!
–¿Qué vas a hacer?
–Primero, averiguar qué es lo que quieren. Después… ya lo pensaré en el momento…
–¿Y que tengo que ver yo en todo esto? –comentó Hiccup dándose cuenta que eran guiados hasta el puerto de la isla.
–Eres el heredero del jefe –soltó Gobber con escepticismo, como si le sorprendiera que el chico lo comentara. Pero luego de analizarlo unos segundos y ver la reacción en el rostro del muchacho, agregó –: prácticamente solo por eso.
–¡Gobber!
–Escucha –dijo el herrero deteniéndose frente al muchacho para posar su mano buena sobre su hombro y clavar su mirada dispareja en sus ojos verdes –. Sin tu padre aquí, tú eres lo único que queda de él en toda la maldita isla…
–¡Hey! –lo interrumpió Honey a su espalda indignada, con las manos en la cintura.
–Tú no cuentas por ser niña –agregó rápidamente Gobber sin apartar su rostro de del Hiccup –. Sí, lo dije, demándame. Hiccup no tienes que decir nada, solo mantente a mi lado como una representación… o algo por el estilo…. que simbolice la autoridad que dejo tu padre en mí. Yo haré el resto.
Sin decir más, el hombre se enderezó y comenzó el largo descenso hasta los muelles de la isla. Los gemelos se tomaron su tiempo para seguirlo. Honey molesta, cruzó sus brazos sobre su pecho, mientras que Hiccup tragó saliva de los nervios. Como si fingir que aún deseaba matar dragones y a arriesgar su vida todos los días en la arena no eran suficiente emociones, ahora tenía que ser una especie de símbolo de la existencia de su padre a unos potenciales vikingos invasores.
–¿Qué hice para merecer esto? –musitó el chico clavando la vista en el cielo.
–No desperdicies tu saliva en ellos, Hiccup –le comentó su hermana ante sus palabras –. ¿Cuándo han hecho algo bueno por nosotros? –dijo la niña con irreligiosidad alzando también la vista al cielo.
–Por Thor –aún así masculló el chico comenzado el largo descenso –. Solo espero que esto no termine pésimo. Ya tengo suficiente que todo mundo me considere una vergüenza, sería el colmo agregar a eso el titulo "el que permitió que conquistarán la tribu" –explicó el chico ejemplificando sus palabras con movimientos de sus manos.
–Y hablado de ser pésimo –dijo Honey recordando lo sucedido en la arena –. ¿Qué fue lo que sucedió hace un rato con el dragón?
–¿Eh?
–En la arena. Todos pensaban que el dragón iba arremeter contra ti, lo más normal hubiera sido arrojarse a un lado. Pero no lo hiciste. Es como si hubieras sabido que el gronckle iba a arrojarte su bola de lava en lugar de golpearte.
–Creo que lo adivine.
–Sabes que no puedes engañarme, Hiccup –dijo Honey con las manos en la cintura –. Sé exactamente que pasa por tu mente y siempre me doy cuenta cuando mientes.
–Está bien, está bien –gruñó el muchacho alzando las manos pidiendo un minuto –. La verdad no estoy seguro. Por un momento me pareció haber visto las facciones en el rostro y cuerpo del dragón… y… y simplemente los supe. Ni siquiera sé cómo –agregó Hiccup rascándose la nuca. En realidad era muy difícil explicar lo que le estaba sucediendo.
–¿Facciones en el rostro del dragón? –le preguntó Honey con incredulidad, ya que no era posible que seres sin sentimientos tuvieran expresiones faciales o lenguaje corporal más complejo que la amenaza.
–Sí, lo sé –dijo el muchacho poniendo el pie en el largo muelle de madrea del puerto de Berk –, suena estúpido.
–Tal vez no –comentó Honey algo pensativa –. Hasta por un segundo, impresionó a Gobber.
–Eso es lo malo –agregó el Hiccup en voz baja al alcanzar a Gobber en la orilla del muelle –, solo fue por un segundo.
Ambos jóvenes guardaron silencio en lo que su ojos idénticos quedaban prendados del navío apunto de anclar en el puerto. Definitivamente era un barco de Meathead, la cresta bordada con colorido en su vela lo dejaba muy claro. Era un navío cortó y de proa ancha, principalmente para alcanzar grandes velocidad en aguas de mar abierto. Eso era buena señal, ya que tan solo se trataba de barco mensajero con pocos tripulantes, que solo estaban en la misión de entregar un mensaje y volver de inmediato a su territorio.
Cuando el barco quedo sujeto al muelle de Berk, una pesada plancha de madera maciza permitió a los vikingos a bordo del navío, descender uno por uno y quedar todos frente a Gobber que solo era acompañado en todo el muelle por los hermanos gemelos. Los Meathead eran bastante intimidantes, hombres de gran tamaño que cargaban en sus espaldas armas afiladas comparable a las dimensiones de sus dueños.
Los gemelos no pudieron evitar tragar saliva a en lo que uno de ellos se aproximó aún más a Gobber. Era de admirar la temple del antiguo guerrero; tal vez Gobber había perdido un brazo, una pierna y su condición física con el paso de los años fuera del campo de batalla, pero aún conservaba la temple que solo poseían los más grandes héroes. Frente a frente al Meathead, Gobber no tenía nada que envidiarle.
–Gobber the Belch –dijo el Meathead con voz ronca.
–Brann the Tyrant –dijo a su vez Gobber imitando la voz del guerrero frente a él.
Ambos hombres clavaron la vista uno en el otro y sus cuerpos se tensionaron como si estuvieran preparándose para el ataque. Hiccup y Honey contuvieron el aliento con los ojos clavados en ambos guerreros, preguntándose qué sucedería a continuación. Pero en un abrir y cerrar de ojos, los rostros de Gobber y Brann se transformaron en las más simpáticas sonrisas y se dieron el más fuerte abrazo de osos.
Los gemelos se quedaron con la boca abierta.
¿Ese el potencial enemigo invasor?
–Cuanto tiempo sin verte, viejo lobo de mar –soltó Gobber separándose del Meathead.
–¿Viejo? ¿Yo? –le respondió este dándole unas palmadas en la espalda –. No has visto tu reflejo últimamente, estas acabado mi amigo –dijo Brann con una carcajada.
–Aún podría patear tu culo y el de todos tus navegantes.
–¡JA! No lo dudo.
–¿Qué es lo que los trae a Berk?
–Encargos del jefe Mogadon the Meathead –contestó el vikingo realizando el tradicional saludo de su tribu en honor a su líder. Consistía en golpear el puño en la palma de la mano y provocar un ligero chasquido.
–¿Qué encargo? –dijo Gobber imitando el movimiento respetuosamente.
–Debo entregarle la lista de peticiones para el nuevo tratado de paz al jefe Stoick the Vast –continuó Brann sacando un pergamino entre sus ropas.
–Escuchen su nombre y tiemblan –recitó el herrero con orgullo.
–Urg, urg, urg –musitó al unisonó el Meathead mostrando sus respetos.
–Puedes entregármelo a mí, yo se lo haré llegar a Stoick antes del día Njord.
–¿Por qué? ¿Hay una razón por la cual no pueda recibirlo en persona?
–Nah –soltó Gobber con sosiego sacudiendo su mano falsa –. Se le ocurrió llevar aún grupo nuevo de guerreros al bosque a practicar sus habilidades de supervivencia. No es muy lejos, pero el maldito no le gusta que lo interrumpa. "Arruina el realismo" según él –mintió Gobber con tal naturalidad que dejo sorprendido a los dos hermanos a su lado –. El muy desgraciado me dejo a mí de niñera –agregó en susurró aparentando no querer ser escuchado por los gemelos.
Hiccup y Honey fruncieron el ceño.
–Entonces, no creo que habrá problema que te entregue esto a ti, amigo –dijo Brann convecino cayendo completamente en el engaño.
–Está en "buena mano" –señaló Gobber indicando su mano falsa.
Ambos hombres soltaron una carcajada estúpida, antes de que el herrero posara su mano buena en el hombro de Brann.
–Antes que partan, les gustaría tomar un poco hidromiel en el gran salón –los invitó Gobber provocando grandes sonrisas por parte de los Meatheads –. Les caerá bien para el viaje de regreso.
–Gobber, eso es lo mejor que has dicho hasta el momento –le aseguró Brann posando su brazo sobre el hombro del herrero y dejándose guiar por este –. Con unas cuantos tarros hasta podría ignorar tu desagradable hedor corporal –dijo de último siendo seguido por el resto de su tripulación.
–Maldito cretino –se escuchó a Gobber maldecir mientras se alejaba por el muelle.
Los hermanos miraron a la pequeña comitiva subir por el camino largo a la aldea, riendo y bromeando entre ellos, como si fuera lo más común.
–¿Eso era todo? –musitó Hiccup decaído sin poder creer lo que acababa de ver. ¿Qué había pasado con la amenaza? ¿El riesgo a ser invadido? ¿Y su importante presencia en el recibimiento? –. Nunca entenderé la política vikinga –agregó pasándose la mano por el cabello.
Espero por un momento a que su hermana diera alguno de sus comentarios cínicos, pero este nunca llegó. Extrañado, Hiccup se volvió hacia ella y encontró Honey subiendo por la plancha de madera al bote Meathead.
–¡Wow, wow, wow! –soltó Hiccup histérico corriendo detrás de ella –. ¿Qué crees que estás haciendo? –le preguntó sujetándola del brazo.
–Solo un momento –le respondió ella indicando la cubierta del bote –. Me pareció ver algo más en el bote –dijo tratando de explicar el extraño movimiento que alcanzó a ver por la comisura del ojo durante el desembarco de los Meathead.
–¿No te parece ilógico subir a un barco ajeno simplemente porque te pareció ver algo?
–No lo sé. Tal vez es tan ilógico como liberar a un night fury.
–Tuche.
Con mucho cuidado, Hiccup y Honey subieron a la cubierta del barco Meathead. Se encontraba muy apretujada a causa de los cargamentos y provisiones de emergencia amontonada en barriles. En realidad resultaba sorprendente que todos los tripulantes que bajaron del barco pudieron caber en tan apretado navío.
–¿Qué fue exactamente lo que viste? –le preguntó Hiccup a Honey examinado con la mirada cada rincón visible del barco.
–Me pareció… –comenzó a decir la chica cuando una figura blanquecina se escurrió delante de ellos, ocultándose detrás de los barriles.
Los hermanos contuvieron el aliento y se paralizaron de inmediato. Tal vez si había sido mala idea haber subido al bote. Comenzaban a arrepentirse el haberse dejado dominar por la curiosidad; los gemelos retrocedieron sus pasos a ciegas, muy decididos a no apartar la vista de lo desconocido que continuaba en el barco. Lo que ellos no sabían, era que esa extraña figura tenía total control de su entorno, por lo cual ya había rodeado a los chicos mucho antes de que estos se dieran cuenta.
Justo a espaldas de Hiccup y Honey, la figura blanquecina comenzó a extenderse cual grande era, levantando sus filosas garras sobre su cabeza y…
–¡ARRRGGGG! –gruñó la criatura.
Los hermanos soltaron un grito despavorido y se abrazaron fuertemente en completo pánico.
Pero la bestia que lo acechaba nunca los atacó, en cambio, cayó inmediatamente al suelo de madera de la cubierta de fuerte sentón. El pánico desapareció de inmediato en los hermanos (aunque seguía fuertemente abrazados él uno a la otra) cuando se dieron cuenta que el monstruo que los acecho era mucho más pequeño que ellos y estaba completamente cubierto de pieles de blancas de animales.
Levantando la caperuza de su abrigo con la forma de oso, se asomó el rostro de una niña. La pequeña tenía la cara redonda pero delgada denotando sus pómulos, sus ojos estaban remarcados con grandes ojeras y su cabello era negro y enmarañado. Pero lo que más sobre salía del rostro de la niña, era la inconfundible charagma (un dragón en forma de serpiente) en la mitad de su frente, lo que demarcaba su estatus como esclava. La primera que veían Hiccup y Honey en sus vidas.
–Huy –dijo la niña clavando sus enormes ojos negros en los gemelos Haddock –. A veces me asusto hasta a mí misma.
Hola a todos
Este es uno largo y completamente de mi parte. Los Meatheads, la marca de los esclavos como la esclavitud y las festividades entre las tribus son detalles del libro. La charagana es como se llamaba este tipo de marcas de propiedad en el imperio romano. El día de Njord está basado en libro donde mencionan las festividades Thor Thursday o Freya Friday.
Por ahí escuche que es un error común para los escritores usar jergas de su país o región, cuando pueden tener otro significado en otras ciudades o partes del mundo. Si sucede aquí, mis disculpas y voy a tratar de hacer más universal el vocabulario, pero sí hay palabras o frases que no entienden, no duden en preguntarme.
Por último quiero agradecerle a todos los nuevos seguidores y los que ya tienen un tiempo. Gracias a todos por leer
Y no vemos en el siguiente.
