Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Eggingarde

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La pequeña niña esclava no tenía más de once años, era una figurita menuda y delgada que estaba cubierta de pies a cabeza por una piel de oso de color blanco. Se presentó a los hermanos como Eggingarde y les aseguró pertenecer a los Wanderers, una tribu nómada en las tierras congeladas del norte. Estos no eran vikingos y eran considerados salvajes inferiores por los esclavistas. Hiccup y Honey nunca había visto uno en su vida, pero habían escuchado historias sobre ellos; seres humanos de dos metros de alto, con dientes afilados y con una fiereza como bestias, nada parecido a la pequeña esclava de los Meatheads.

–No debería abandonar el barco –dijo Eggingarde temerosa una vez que llegaron a la casa de los dos hermanos. Al ver las condiciones de la pobre niña y el hecho que sus amos la habían dejado sin alimento alguno, provocó que los gemelos de cabellera castaña la invitaran a comer en su hogar –. Se enojaran conmigo sino estoy para cuando regresen.

–No te preocupes –le aseguró inmediatamente Hiccup indicándole la mesa en un rincón de la habitación principal de la casa –. Gobber los llevó a beber al gran salón, van a olvidar hasta sus nombre.

–Y es muy probable que cuando terminen lo último que piensen sea en ti –agregó Honey antes de lanzarse a la alacena en búsqueda de comida para llevar a la mesa.

Mientras ambos hermanos trabajaron para preparar el comedor con los platos de madera y cubiertos, así también con el pan, quesos y algo de carne deshidratada para un rápido bocadillo; Eggingarde exploró la planta baja de su hogar con sus curiosos y grande ojos negros. La niña en el traje de oso estaba impresionada con el gran tamaño de la casa, la gran cantidad de muebles, las pieles que cubrían el piso y, las armas y escudos que cubrían las paredes.

–Su casa es mucho más grande que la de mi amo –soltó Eggingarde girando sobre sí misma –. Deben vivir muchas personas aquí con ustedes.

Hiccup y Honey no contestaron de inmediato, en realidad las palabras de la joven esclava les resultaba inquietantemente nuevas. Los hermanos no habían conocido antes a un esclavo y mucho menos sabían cómo eran sus vidas. De lo que estabna al tanto eran por viejos relatos, comentarios de los adultos y lo que llegó a explicarles el viejo Wrinkly al respecto.

Sabían que la esclavitud era una práctica común y muy practicada en el resto de las islas del archipiélago barbárico, que gente inocente pero débil, era secuestrado de sus tierras, familias y hogares para ponerlos a servicio de la gran raza vikinga.

La esclavitud no existía en Berk, y si alguna vez la hubo, ya había quedado en el olvido. Debido a las precarias situaciones que sufría la isla (principalmente por el ataque de los dragones) la vida en ella era muy difícil y muchos cambios habían sido implementados de las viejas tradiciones para poder subsistir el día a día. Los esclavos requerían manutención, techo y alimento, el cual era escaso en Berk por las temporadas cortas de cultivo a causa del clima y la pérdida de animales ante los ataques de dragones.

A los Peludos Hooligans no les convenía tener esclavos.

–En realidad no –respondió finalmente Hiccup haciéndole una señal a Eggingarde para que se acercase a la mesa –, solo vivimos aquí yo, Honey y nuestro papá.

–¡Tan pocos! –dijo esta apartando una silla justo en medio, mientras cada gemelo tomó un extremo de la mesa, uno frente a la otra –. Las casas en Berk deben de ser aún más grandes para las familias que si son numerosas. En el hogar de mi amo son siete los miembros de su familia, además de otros tres esclavos aparte de mí.

–Bueno, nosotros éramos más –continuó explicando Honey mientras colocaba un pedazo de queso y pan en el plato de Eggingarde. La niña no despegó sus ojos de los alimentos ni por un instante –. Nuestra madre y abuelo también vivían en esta casa, pero ellos ya están con nosotros.

La naturalidad con la que la gemela hablaba de la pérdida de su familia sorprendió a la joven esclava quienes estaban a punto de llenar su boca de comida, mucha más de la que recibía en su ración diaria.

Lo que Hiccup y Honey no se había percatado aún, era que para Eggingarde ellos dos resultaban tan fascinantes como ella para los gemelos Haddock. Nunca, en todo el tiempo que llevaba siendo esclava, ningún vikingo la había invitado a comer a la mesa de su casa.

–Además, no todas las casas de Berk son tan grandes –continuó Hiccup cortando un poco de pan –. Esta es la excepción porque nuestro padre es el jefe de la aldea.

Eggingarde soltó un gruñido muy similar al de un animal herido e inmediatamente dio un brinco que la derribó de su asiento, provocando otro susto en Hiccup y Honey, quienes no pudieron evitar llevarse las manos al pecho. La esclava cayó al suelo de sentón y la caperuza de su abrigó le cubrió por completo el rostro.

–¿Por qué tiene que hacer eso? –soltó Hiccup histérico buscando respuesta en su hermana.

–¡¿Qué pasa?! –le preguntó Honey a Eggingarde con el ademán de levantarse de su puesto para ayudarla a ponerse en pie.

–¡Esta es la casa del jefe de Berk! ¡No debería entrar en la casa del jefe! –dijo la niña toda alarmada acodando su caperuza –. ¡Muchos menos comer en la mesa con hijos! –agregó temerosa ocultándose detrás de una de las sillas –. Solo debo esperar en el piso a que caiga algún mendrugo de sus platos –aseguró de ultimo extendiendo lentamente su mano enguantada en la garra de oso sobre la mesa y tratando de alcanzar el pedazo de queso seguía en su plato.

Hiccup y Honey intercambiaron miradas preocupadas. Nunca habían visto a alguien actuar de esa manera por algo como una formalidad, ni los gemelos Thorston que solían meterse en tantos problemas, se atemorizaban tanto cuando Stoick the Vast los atrapaba en pleno acto criminal.

–Eggingarde no tienes que hacer eso aquí –le explicó Honey con calma tomando un de las garras de oso de la esclava, deteniéndola uno segundos antes de que tomara el queso.

–¿De verdad?

–De verdad –le aseguró Hiccup con una sonrisa, poniéndose de pie –. En Berk no existe la esclavitud, así que técnicamente mientras estés en la isla eres una persona libre.

–Y una invitada en nuestra casa –agregó Honey levantándose también de su asiento.

Cada gemelo tomó un brazo de la chica reacia a moverse y la guiaron de nuevo a la silla. Entre los dos sirvieron más comida en el plato de Eggingarde hasta dejarlo a rebozar.

Resultaba completamente extraño, además de incomodo, para los hermanos toparse con alguien que los consideraba superiores, que no merecía estar en su presencia y compartir los alimentos. Estaban acostumbrados al rechazo de manera negativa, donde la gente los evitaba por ser diferentes.

–Wow –dijo Eggingarde sin demorar de llenar de nuevo su boca con toda la comida posible –. No sabía eso… y nunca nadie… se había portado… tan bueno conmigo –añadió entre bocados.

–¿Te tratan mal por ser una esclava?

Eggingarde negó con la cabeza.

En realidad no lo sabía, pero la niña había corrido con suerte de que hubiera sido comprada del las tierras de esclavos en el territorio Uglithug por un Meathead. Cada tribu tenía sus tradiciones únicas e inclusive su forma de tratar a los esclavos. Todas en sí los explotaban descaradamente, pero en algunas islas del archipiélago no los consideraban diferentes a animales. En Meathead el tener esclavos era una cuestión de estatus debido a los requerimientos de mantención de estos. Entre más esclavos y en mejores condiciones, indicaba que tan rico era el amo a los ojos de los demás clanes de la tribu.

–En realidad no debemos hablar de eso –dijo la niña con naturalidad –. No es bueno para la moral – pero se apresuró a agregar casi en susurro, que Hiccup y Honey tuvieron que agacharse para escucharla con claridad –: pero solo me han llegado a pegar en las manos con una rama de sauce cuando no obedezco a la primera.

Los correctivos físicos eran muy comunes en la educación de los esclavos, pero igualmente variaba de tribu a tribu. El recibir unos golpes con una vara o rama de árbol era un castigo normal en niños, inclusive en los hijos de vikingos. Existía la historia que los gemelos Thorston fueron azotados de esta manera, despiadadamente por su madre cuando volaron en pedazos su primera carreta. Según los rumores, la tunda fue tan intensa que no pudieron sentarse sobre sus traseros por una semana.

Pero se le decía, especialmente a los niños que se portaban mal, que las palizas a esclavos podían ser terribles. Así muchos padres amenazaban a sus hijos para mejorar su comportamiento, diciéndoles que los entregarían a los esclavistas.

El resto de la comida con Eggingarde continuó sin más saltos o sustos por parte de la niña esclava, aunque entre sus comentarios soltaba uno que otro gruñido para ambientar la historia que contaba.

Según les explicó a los gemelos, había sido capturada y arrebatada de su familia hacía dos años por esclavistas. Cuando se la llevaron, su madre estaba esperando su futuro hermano o hermana, el cual nunca llegó a conocer. Esperaba que algún día consiguiera su libertad para regresar con sus seres amados.

Después de ser capturada, la llevaron en barco con varios miembros más de su tribu al territorio Uglithug, donde fue rápidamente vendida en uno de los mercados y por lo cual nunca llegó a poner a poner un pie en la prisión Darkheart. Desde entonces estaba al servició de Brann the Tyrant y su familia, junto con otros tres esclavos que habían llegado mucho antes que ella. Estos le enseñaron las deberes domesticas; pero era deseo de su amo que la niña fuera parte de los tripulantes de su nave para la limpieza, ya que su pequeño tamaño la volvía practica para no ocupar mucho espacio.

El relato de Eggingarde era completamente nuevo y bizarro para los hermanos, que pudieron sentir como si hubieran estado todas sus vidas en una especie de burbuja protectora, que los mantenía alejados del peligro del mundo exterior como lo había deseado su padre.

Hiccup y Honey no pudieron evitar pensar que tantas otras cosas desconocían del mundo exterior y que su padre les había mantenido oculto por su propio bien. Recordaban como su abuelo el viejo Wrinkly había intentado de mostrarles como era el mundo más allá de Berk en sus constantes lecciones, pero Stoick siempre había interferido declarándolo como innecesario. Ese fue un conflicto constante entre ambos.


Lo que lo gemelos no sabían era que justamente su padre estaba pensando en sus hijos, como ellos en él. Stoick estaba parada en la proa del barco el "Emperor Penguin" mirando el lejano horizonte, de donde había partido dejado su hogar como aquellos que él amaba. Efectivamente, el jefe de la tribu amaba profundamente a sus dos hijos a pesar que no lo demostraba lo suficiente. Era ese mismo cariño lo que lo había impulsado a lanzarse a la mar en un viaje peligroso para volver el mundo más seguro para sus hijos.

Desde el día que nacieron Hiccup y Honey habían sido indefensos. Fue en un parto prematuro; incluso durante todo el embarazo, su amada esposa Valka tuvo varias amenazas de perderlos. Pero ella hizo todo lo posible para llegar a término, ya que los dos habían esperado por tanto tiempo un hijo y los dioses bendijeron su espera y dedicación con dos. Eran tan pequeños y débiles que por ley vikinga debían ser entregados a Njord, dios del mar, para que decidiera su futuro, pero en Berk esa regla ya no era obligatoria por lo cual Stoick y Valka pudieron perdonar la vida a sus hijos. Él padre esperaba que una vez fuera del útero materno los niños crecieran sanos y fuerte, después de todo eran sus herederos.

Hiccup y Honey nunca crecieron como él quería, seguía siendo pequeños débiles y a veces enfermizos. Y para empeorarlo todo, eran… diferentes. No entraban en la clasificación de vikingo ni por error. Eso lo volvía más vulnerables al mundo incivilizado que no tenía piedad para los débiles, era por ello que se arrojaban al mar niños así porque resultaba más piadoso.

Había tantas cosas peligrosas afuera para niños como ellos, desde los terribles dragones escupe fuegos, hasta los enemigos de su padre. Ser herederos tan débiles los hacían blanco fáciles para tretas políticas y víctimas de la avaricia de otros. Guerras, peleas, enfrentamientos era el pan de cada día para un vikingo, y mantenían alerta la imaginación de jefe sobre todos los riesgos que podían correr sus hijos.

Si él tuviera el completo poder para llevarlo a cabo, sería capaz de construir un enorme castillo y mantenerlos a salvo dentro, protegidos por un enorme ejército con solo el propósito de guarecer la morada de roca. Una idea muy extremista y completamente fuera de sus propios recursos como jefe de la aldea, pero incluso si pudiera llevarlo a cabo, enfrentaría otro grave problema. Hiccup y Honey tenían espíritus libres que no podía ser contenido en una jaula, castillo o una simple casa (y para su desgracia, Gobber tenía razón al respecto). Los niños fácilmente se dejaban llevar por la vida, como la madre de ambos lo hizo mucho antes que ellos.

Valka fue el ser más maravilloso que llegó a conocer Stoick en su vida. En un principio le parecía tan extraña y diferente, con ideas tan bizarras del mundo que sacaban de quicio a muchos en la aldea. Pero una vez que la conoció a fondo descubrió todo el brillo que podía dar, una luz divina como la misma diosa Freya, que él perdió trágicamente ese fatídico día hacía doce años.

Ya lo único que le quedaba en el mundo de su amada esposa eran sus dos pequeños gemelos, esos dos niños que se la recordaban a cada momento que en ocasiones no llegaba soportarlo. No podía darse el lujo de perderlos por ninguna razón y estaba dispuesto a hacer lo necesario para que fuera así, incluso si eso significaba encontrar y destruir el nido de esos demonios del Helhiem.

–¡Stoick! –apartó la vista del mar para volverse a su primer oficial que lo llamaba. Una inmensa cortina de humos que ocultaba la isla de los dragones se erigía delante de ellos amenazadoramente. Finalmente había llegado.

–¿Cuál son las ordenes? –le preguntó Spitelout uniéndose a él en la cubierta en compañía de Phlegma the Fireces. La mirada de los tres vikingos quedo prendada en la enorme nube que ocultaba el hogar de los dragones.

–Vamos a entrar –respondió Stoick con voz ronca sin apartar la vista de las nubes. Con un débil movimiento de la mano, le dio la señal a su timonel que los llevara dentro de la neblina.

–¿Sabes que haría en este momento Stoick si yo fuera jefe? –soltó como siempre su medio hermano como cada vez que estaba desacuerdo con sus decisiones.

–Pero no lo eres, Spitelout –dijo Stoick desde los más fondo de su pecho sin siquiera mirarlo –. Estamos cerca casi puedo olerlos.

Las naves vikingas de los Hooligan se adentran en la cortina de humo sin saber que era lo que les esperaba dentro.


–¿Entonces los Wanderers usan los pelajes de animales como una segunda piel? –le preguntó Honey a Eggingarde en el camino de regreso al muelle de Berk. Había sido una tarde muy interesante de preguntas y respuestas, los hermanos había aprendido mucho sobre la vida de los esclavos a pesar que los conocimientos de la niña de piel de oso eran limitado, ya que tenía poco tiempo siendo una.

Lo más impactante para ellos, era que para Eggingarde los gemelos le resultaban tan extraños e interesantes, que quería saber el menor detalle sobre sus patéticas vidas.

–En el ártico, es lo único que evita que nos congelemos –explicó la niña colocándose de nuevo la caperuza sobre la cabeza, ocultando sus ojos negros como la charagma marcada en su frente –, además son perfectos disfraces –dijo de ultimo levantando sus brazos sobre su cabeza y gruñendo como un animal.

Honey no puedo evitar reír al ver la pequeña niña con la piel de oso blanco brincando como desquiciada por el muelle.

–Deberían hacer algo parecido con las suyas –comentó Eggingarde al llegar junto al bote Meathead de su amo, indicando los abrigos de los hermanos.

Al ser hijos del jefe, Hiccup y Honey poseían ciertos beneficios entre ellos el poder vestir las mejores pieles y lienzos. El muchacho tenía años llevando sobre sus hombros un chaleco de piel de oso marrón, que lo mantenía muy bien abrigado. Su hermana en cambio se cubría con una piel más larga que le colgaba de la espalda a manera de capa.

–¿Es una piel de oso blanco? –expuso Hiccup indicando la piel que lucía la pequeña esclava –. Es curioso, aquí en Berk no existen los osos o lobos y solo se pueden conseguir los pelajes trayéndolos de otro lado.

–Es algo muy costoso –explicó Honey dando un giro sobre sí misma haciendo la suya flotar un momento en aire –, es por eso que solo nosotros las usamos en toda aldea. Las pieles de oso es algo que la familia del jefe solo puede costear y lucir.

–Eso es chistoso –dijo Eggingarde con una leve risita. En su hogar las pieles marrones que usaban los hermanos serían desechadas inmediatamente, ya que se distinguirían fácilmente entre la nieve de las tierras árticas.

Los hermanos no entendieron lo que veía gracioso Eggingarde en ellos, pero no pudieron evitar reír con ella.

Sus risas fueron interrumpidas por unas voces detrás de ellos. El grupo de marineros de Meathead regresaban a su navío, algo tambaleantes ante la cantidad de alcohol en sus organismos. Gobber tenía el brazo de Brann sobre su cuello proporcionándole algo de apoyo.

–Muchas gracias por las copas mi buen amigo –decía el Meathead casi a gritos al oído de Gobber.

–No es nada –contestó este desganado frotándose la oreja –, los Meathead son siempre bienvenidos en Berk –al alcanzar en un par de pasos a los niños frente al navío, Gobber se quitó de encima el brazo de Brann –. Solo que no vengan tan seguido.

Los Meathead se atacaron de la risa, en lo que cada uno de los tripulantes subía tambaleante al barco que se sacudía suavemente en las aguas.

–Y gracias por las manzanas –Brann demoró un momento antes de subir, indicándole a Gobber un saco pesado que llevaba en las manos –, mi esposa esta nuevamente de encargo y le fascinan estas cosas.

–¿Otro? ¿Cuánto ya llevas? ¿Cuatro?

–Cinco –dijo Brann con orgullo acodándose el cinturón en su cintura –. Que esperabas, soy como un maldito yak en celo.

Los dos hombres maduros rieron en carcajadas, en lo que los niños delante de ellos los miraron inquietantemente sin querer comprender cada una de las palabras en esa analogía. Cuando Brann paró de reír, su vista finalmente fue a parar en la pequeña esclava junto a los gemelos Haddock.

–¿Y tú? –le soltó con las manos en la cintura, ignorando completamente la presencia de los hermanos –. ¿Qué haces fuera del bote?

Pero antes de que Eggingarde llegara a formar una respuesta coherente o Hiccup y Honey pudieran decir algo en su defensa, el Meathead soltó el pesado saco de manzanas en los brazos de Eggingarde. La niña casi se dobló por el peso.

–No importa. Llévalas arriba –le ordenó su amo con una indicación con la cabeza.

–Sí señor –dijo la niña tratando de balancear el peso en sus hombros en lo que subía por la plancha al bote –. Arggggg –gruñó como animal para darse la fuerza necesaria para cumplir el encargo.

Brann dio un último abrazo de osos a Gobber y subió a su navío. Las amarras se soltaron, la vela se extendió con el viento y poco a poco el barco se fue alejando de las costas de Berk. A pesar de la distancia, los hermanos podían distinguir entre los hombre en la cubierta una menuda figurita blanca sacudiendo su brazo en despedida.

Los gemelos se despidieron igualmente, hasta Gobber que no sabía porque, los imitó.

–Pobre niña –escucharon al herrero comentar antes de que se decidiera retirar del muelle –. Va a tener que limpiar mucho vomito de regreso a casa –dijo de ultimo pasando su mano sobre la cabellera de los hermanos antes de dejarlos solos en el muelle.

Hiccup y Honey se quedaron parados el uno junto mirando en dirección el barco Meathead que se había marchado, hasta que se volvió invisible para vista a causa la distancia y unas débiles gotas de lluvia comenzaron a caer sobre sus cabezas.

–Honey –dijo Hiccup llamando a sus hermana después de meditar los sucedido en durante aquella tarde.

–Sí, Hiccup –le contestó ella.

–Si alguna vez vuelvo a quejarme que la vida es muy injusta conmigo. Recuérdame este día.

–Está bien… yo tampoco lo olvidare.


Hola a todos, hoy hay capitulo nuevo.

Eggingarde es un personaje de los libros y es uno de mi favorito. Ella era una esclava en Darkheart que había sido esclava toda su vida. Decidí que aquí sería diferente y no pusiera un pie en la prisión (por ahora), y tendrá más apariciones en capítulos futuros.

Un saludo a todos y hasta la siguiente.