Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
El libro de los dragones
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La oscuridad no fue lo único que cayó esa noche sobre Berk, también una pesada lluvia acompañada de relámpagos y rayos. Las lluvias de verano habían llegado antes de tiempo. El suelo de la aldea estaban por convertirse en pesado fango y el sol estaría cada vez más ausente detrás de las densas capaz de nubes.
El clima extremo era lo primero que debían acostumbrarse todo vikingo que vivía en el archipiélago barbárico, fue por ello que a pesar de terminar empapados de pies y cabeza, Hiccup y su hermana gemela Honey acudieron esa noche al gran salón a comer su bocadillo nocturno junto el resto de los jóvenes de su generación, que eran instruidos por el herrero manco y con pata de palo.
El gran salón era el principal epicentro de la aldea de Berk, donde sus habitantes se reunían para convivir, comer y beber. Eran donde se llevaba a cabo los principales festejos, días festivos a los dioses, bodas, además de ser el punto donde se reunía el consejo y donde el jefe Stoick the Vast llevaba a cabo sus mandatos.
Como su nombre los decía, era un gigantesco salón dentro de una de las colinas más grande de la isla, y para llegar a este se debía ascender por una gran escalinata y atravesar las gigantescas puertas de roble de la entrada. El salón constaba de una enorme cámara donde los pilares tallados de madera colgaban miles de antorchas que alumbraban el lugar.
Estaba decorado con miles de estandartes bellamente coloridos con paisajes, rostros de guerreros y bestias escupe fuego. En centro de la habitación había un enorme fogón que mantenía el lugar cálido, y varias mesas de pesados tablones de madera yacían a su alrededor. Al fondo se encontraba el trono del jefe de Berk y detrás de este estaba el largo muro de los antiguos líderes que una vez fueron los máximos guías y protectores de los peludos Hooligans.
Esa noche en particular, el gran salón se encontraba algo solitario. Muy poca personas aparte de Gobber y los chicos del entrenamiento contra dragones, comían del banquete general que se servía una vez al día.
–Una parte importante de ser un guerrero es reconocer nuestros propios errores –se escuchaba con facilidad la voz de Gobber desde la entrada del gran salón a causa del eco de la sala semi-solitaria –. Muy bien, vamos empezando… Tuffnut, ¿alguien sabe en que se equivocó Tuffnut? –preguntó indicando al gemelo rubio a su derecha.
–¿Equivocarme? –soltó este completamente sorprendido –. Difiero de su sabía opinión mi buen señor –dijo el joven con porte digno, antes de retomar su actitud rutinaria –. Mi desempeño en la arena fue de puta madre.
–Sí, fue genial –lo apoyó su hermana con una gran sonrisa maliciosa en sus labios –. Como un agujero en un barco.
Ruffnut y Snotlout soltaron una carcajada.
–Tuffnut atacó directamente sin medir las consecuencias –respondió Astrid con desgana al ver que ningunos de los demás jóvenes lo tomaba en serio.
–Muy bien, Astrid.
Tuffnut, que no le agrado el comentario, comenzó a arremedar a Gobber descaradamente delante de él sin pronunciar palabra alguna, consiguiendo una risitas por parte de su hermana, Snotlout e inclusive Fishlegs, quien rápidamente se cubrió la sonrisa de los labios con la mano, en lo que herrero le propinaba un zape al gemelo rubio en la nuca.
–¿Y saben en que se equivocó Astrid? –continuó Gobber como si nunca se hubieran distraído con las niñerías de Tuffnut.
–En no ir directamente a mis brazos –respondió Snotlout lascivamente, lanzándole un besito a Astrid y una mirada seductora.
Astrid lo pateó debajo de la mesa… con fuerza.
–Me confié – dijo la muchacha mientras Snotlut torcía la boca para no dejar escapar un grito de dolor –, no calculé la distancia antes de saltar.
–Excelente, Astrid –dijo Gobber junto en el momento en que Hiccup y Honey se aproximaron a la mesa completamente empapados por la lluvia. A pesar que no era intención de los hermanos Haddock sentarse con ellos, aún así los demás jóvenes a la mesa ocuparon el largo de los asiento para disuadirlos de la idea –. Ahora ¿Quién me quiere decir en que se equivocó Hiccup? –agregó el herrero mientras el muchacho tomaba dos platos con algo de pan y viandas para él y su hermana.
–¿Qué tuvo el valor de aparecerse en la arena? –soltó Tuffnut con una sonrisa maliciosa.
–¿Qué no fue devorado? –comentó Snotluot soltando un zape en dirección del gemelo pecoso que logró esquivarlo a tiempo.
–Nunca hace lo que debería –contestó Astrid con la mirada pegada en los hermanos que se acomodaron en la mesa contigua.
–Muy bien, Astrid.
Hiccup se clavó su mirada en su comida tratando de ignorar los comentarios. El muchacho ya tenía cierta experiencia en tal tarea. Por su lado Honey, quien realmente no necesitaba estar ahí al no ser partícipe del entrenamiento, torció el labio en disgusto ante el comentario. "¿No hace lo que debería?" Si Hiccup no hubiera seguido su instinto con el ataque del gronckle, no estaría con ellos esa noche. Y además ¿Qué estaba pensado Gobber? Él sabía a la perfección que los demás muchachos molestaban mucho a Hiccup hermano ¿Por qué echarle más leña al fuego?
Pero la joven se quedo callada.
–En realidad todos se equivocaron en un importante detalle –continuó Gobber –. No lo toman con la seriedad necesaria. ¡Es el momento que dejen de actuar como el grupo de mocosos estúpidos que son y empezar a comportarse como verdaderos vikingos!
Ante el regañó los gemelos Thorston soltaron un resoplido de fastidio mientras intentaban distraer su mente con pensamientos más agradables, como el de un casa en llamas o un barco volando en pedazos. Snotlout en cambio se sintió ofendido con las palabras del herrero; él había salido ileso de ese último encuentro con el dragón ¿o no? Solo Fishlegs se sintió avergonzado con el regaño y Astrid lo tomó como un desafió. Por su lado, Hiccup solo levantó la mirada de su plato.
–¡Y sobre todas las cosas –agregó Gobber clavando su ojo visco en lo jóvenes sentados en la mesa –, están subestimando a su oponente! –dijo de ultimo lanzando sobre la superficie de la mesa un voluminoso objeto –. Tengan.
Era un libro, uno grande y pesado. Su portada estaba forrada en la piel escamosa de dragón y la marca de la cresta de Berk quemada en el centro.
–El libro de los dragones, el manual que contiene toda la información necesaria para combatirlos y el único libro permitido para leer.
Ya se ha mencionado con anterioridad que los libros se encontraban prohibidos en el archipiélago barbárico, porque se consideraba al conocimiento muy peligro. La pregunta era: ¿Para quién? No sé sabía desde cuando existía tal restricción, pero se rumoraba que databa desde la época del último rey del archipiélago, siendo el libro de dragones de Bork the Bold la única excepción a la regla.
Bork había sido el tátara-tátara-tátara-abuelo de Gobber, un hombre que intento tantos oficios en su vida pero la desgracia lo seguía a todos lados, era por ello que llegaron a llamarlo el muy, muy desafortunado. Las desdichas de Bork solían ser acompañadas por la presencia o actos de unos cuantos reptiles gigantescos alados escupe fuego. Con tal fatídica inspiración, Bork decidió ir en contra de las tradiciones y escribir su propio libro sobre los dragones para guiar a otros guerreros en las maneras más eficaces de derrotarlos.
En un principio sufrió mucho rechazo ante la tendencia de las antiguas tradiciones contra los libros, pero su arduo trabajo sirvió finalmente mucho después de su muerte, cuando su libro fue liberado para la lectura general. Generaciones enteras de nuevos guerreros se habían beneficiado de sus conocimientos.
–¡¿Leer?! –soltó Tuffnut histérico saliendo de su aturdimiento –. ¡¿Mientras aún estamos vivos?!
–¿Acaso sabes leer? –le preguntó Astrid con picardía.
–Por supuesto, ¿No soy un idiota?
–Ni siquiera puedes deletrear bien tu nombre –lo contradijo Ruffnut.
–Por supuesto que sí. Empieza con una Te y le sigue una "o" y luego otra "o"…. después una fffffff…..
–¡¿Para que leer libros sobre cosas que vamos a matar –interrumpió Snotlout fastidiado –, en lugar de matar las cosas que vienen en el libro?!
–Porque sus cabezas duras como piedras siguen sin comprender lo conceptos más básicos para enfrentar a un maldito dragón –le respondió Gobber con cizaña frotando sus sienes con sus dedos. Ya llevaba un par de días con un terrible dolor de cabeza –. Esta será una noche de tormenta, esas lagartijas no aparecerán hoy –agregó mirando sobre su hombro la puerta del gran salón ante el sonido de un trueno en el exterior –. Es una perfecta oportunidad para estudiar la guía, ya que el día de mañana les espera una pequeña sorpresa.
Y sin decir más, el herrero les lanzó una leve carcajada que sería normalmente escuchada en un villano de cuentos, antes de retirarse del gran salón a la oscuridad de la noche de tormenta.
Los jóvenes lo miraron alejarse antes de intercambiar algunas miradas en duda.
–¿Qué será? –soltó Astrid.
–Tal vez sea otro dragón, uno raro y poco común –contestó Fishlegs –. Leí en el libro sobre un dragón sub-acuático que arroja agua hirviendo a sus víctimas… –agregó el muchacho entusiasmándose a cada segundo con los conocimientos que rara vez tenía oportunidad de demostrar a los demás.
Fishlegs desde muy chico había descubierto que le fascinaban leer, cualquier cosa. De chicuelo pasaba horas frente a los letreros leyendo una y otra vez las pocas palabras escitas en ellos. El joven rubio se sentía culpable por el incontrolable deseo que sentía por leer cuanto libro le fuera posible, pero siendo el libro de dragones el único disponible, ya lo había letrado cientos de veces hasta aprenderlo de memoria. Era su más profundo sueño visitar un día la biblioteca pública en la isla de los Meathead, por desgracias en un mundo donde los libros eran prohibidos, también la entrada a las bibliotecas.
–Espera un momento rechoncho barrilete de emociones –lo calló Tuffnut con ademán –. Sí antes no tenía las putas ganas de leer el libro…
–Ahora… –agregó Ruffnut con desanimo.
–Lean su estúpido libro –interrumpió nuevamente Snotlout levantándose de su asiento –, yo haré lo que hace un verdadero y cabrón guerrero: matar dragones y tomar un largo sueño embellecedor.
Poco a poco, el resto de los jóvenes fueron levantándose de la mesa, dejando solo a Astrid rezagada. Hiccup que había presenciado todo en silencio desde la mesa que compartía con Honey, se alzó de su puesto y caminó hasta la chica. No pudo evitar imaginarse miles de escenarios para terminar compartiendo una noche de lectura junto con Astrid; pero antes de que este llegara a tan siquiera insinuarlo a la joven en el mundo real, esta también se levantó de su puesto deslizando el libro sobre la superficie de la mesa en dirección de Hiccup.
Astrid ya había leído el libro con anterioridad, así que no tenía problema de dejarlo a Hiccup totalmente.
Balbuceando frases incompletas, Hiccup miró derrotado como Astrid se alejaba de él lentamente y cojeando. Su atención estaba tan enfoscada en la rubia que no llegó a percatarse en el momento en que Honey apareció a su lado, hasta que esta le dijo:
–Buen intento, bro.
Hiccup dio un brinco del susto, pero antes de que pudiera agradecerle a su hermana por el ataque cardiaco, la sonrisa de Honey desapareció de su rostro y fue remplazada por una mueca de dolor al recibir un puñetazo directo a las costillas.
–Eso es por dejarme sola con la inválida de Astrid –sentenció Ruffnut que solo había regresado sobre sus pasos para desquitarse de Honey. Mientras esta se torcía del dolor, Ruffnut trató de alcanzar a su grupo de amigos que estaban muy adelantados en dirección de la puerta, cuando ella también recibió un intenso puñetazo en la espalda.
–Eso es por llamarme inválida –dijo a su vez Astrid.
–¡Astrid! –se quejo Ruffnut retorciéndose se dolor –. ¡No es justo! Tus golpes duelen más que un cabezazo contra la testa dura de Tuff.
Las grandes puertas del gran salón se abrieron rápidamente para dar pasos a los jóvenes y al igual que Gobber antes que ellos, desaparecieron entre la lluvia y la tormenta. Hiccup y Honey quedaron solos a la mesa donde unos minutos antes los novatos de guerrero convivieron su alegría por convertirse en verdaderos combatientes. El muchacho le lanzó a su hermana una sonrisa muy similar a la ella lució cuando el muchacho sufrió el rechazo de Astrid.
–No te atrevas a decir que me lo busque –dijo esta amenazándolo con su dedo índice.
–Yo no iba a decir nada –contestó su hermano tomando el libro de la mesa y yendo en búsqueda de unas cuantas velas. Sería una larga noche.
Las horas pasaron y el gran salón se sumergió en una gran oscuridad en lo que los últimos comensales regresaban a sus respectivos hogares. Al final solo quedaron ambos hermanos Haddock sentados en la misma mesa, solo iluminada por las últimas velas encendidas de toda la habitación. Mientras afuera, la tormenta se desataba con todo el poder del dios Thor.
Los ojos de los hermanos quedaron prendados de las páginas viejas del libro, donde se describía hoja tras hoja las características de los dragones. Bork había hecho un excelente trabajo en su recopilación de información antes de sus descubrimientos observando a los dragones; nadie antes que él, se le había ocurrido clasificarlos (todo el mundo solo se dedicaban a matarlo).
Existían seis clases de dragones diferentes según Bork y los miembros de cada grupo, compartían similitudes, características, hábitos y hasta debilidades. Strike, boulder, mystery, sharp y stoker eran los nombre de cada clase: los boulder se caracterizaban por ser los más lentos y pesados, pero también aquellos con mayor aguante; los mystery, como su nombre los decía, tenían la tendencia de hacer ataques sorpresas y ser misteriosos; los sharp solían ser los peligrosos al contar con más armas que la mayoría de los dragones y muchos de ellos eran venenosos; los stoker eran los tipos lanzallamas, aquellos que preferían rostizar su alimento antes de comerlos. Por último, la clase strike, los dragones más rápidos y peligrosos de todos, pero también los más raros de ver.
La cantidad de información era tan impresionante, que Hiccup estaba sorprendido que solo era usada para tratar de matarlos. Incluso a final de cada una de las paginas, venía acompañado la breves palabras "tirar a matar" como única opción al toparse con alguna de esas bestias.
Pero lo que realmente confundía al muchacho de aquel libro, era que no había ni la menor pisca de información relacionada con lo que había visto en el night fury y los otros dragones en los reciente días. Según las descripciones de Bork, los dragones eran casi bestias sin pensamiento que actuaba por dinámica. No había intuición, preámbulos y mucho menos sentimientos en sus acciones. Según las palabras del libros (descripción que aceptaban y defendían todos los vikingos), los dragones eran bestias autómatas diseñadas solo para matar.
¿Pero… por qué no lo mató a él y Honey el night fury cuando tuvo la oportunidad? ¿Por qué sentía que había algo más complejo en ellos? ¿Y por qué le parecía poder percibir sus emociones?
Honey por su lado, poco a poco fue perdiendo el interés en la lectura de su hermano, como al final de cuentas ella no formaba parte del curso de entrenamiento contra dragones, no era fundamental que aprendiera todo el libro de memoria. Su atención fue enfocándose solamente en Hiccup, en la manera como pasaba las paginas con casi desesperación, buscando algo que no estaba ahí; como su voz se quebraba ante lo seca que se encontraba su garganta al no dejar su lectura en voz alta; y las facciones de su rostro, en como fruncía el ceño ante la falta de respuesta a sus dudas.
Finalmente Hiccup llegó a la pagina del night fury solo para descubrir que él sabía más información del elusivo dragón que lo describía el libro. Ni siquiera había una ilustración del dragón negro.
Desilusionado el muchacho perdió sus ojos verdes en la página seca que le aseguraba que debía estar muerto en ese momento.
–¿Qué estas pensando, Hiccup? –le peguntó de repente Honey sacándolo de sus pensamientos. No pudo evitar que su voz sonara casi como una advertencia.
–¿Eh? –dijo el chico levantando la vista –. Yo solo… –agregó apenado, como si lo hubieran descubierto pensando algo pecaminoso.
Sin saber que más decir, Hiccup bajo la mirada evitando los ojos idénticos de su hermana, pero esta no dejo de tenerlos clavados en él a pesar del incomodo silencio.
Conocía tan bien a su hermano para saber que su comportamiento denotaba que una idea loca y peligros comenzaba a formándose en su inquieta mente. Y él, por su lado, estaba consciente que nada se le escaparía a Honey. Muchas veces, ella sabía que iba hacer mucho antes que él mismo lo supiera.
–Muy bien, hazlo.
–¿Qué?
–Lo que estas pensando, hazlo.
–Pero no sabes que estoy pensando.
–Puedo hacerme una idea, Hiccup –dijo ella con misteriosa calma –. Siempre frunces la frente cuando tienes una de tus ideas locas y completamente suicidas –con su mano le indicó el libro –, y acabas de hacerlo ahora al ver la pagina del night fury. No es muy difícil descifrar lo que estas planeando.
–¿Pero?... –soltó el chico desconcertado –. ¿Acaso no vas advertirme que es peligroso? ¿Qué voy a arriesgar mi vida?
–Podría… –aceptó la niña encogiendo los hombros –, pero no afectaría el resultado.
Hiccup la miró con seriedad.
–Hiccup –continuó Honey –. Me pareció una completa estupidez liberar al night fury, yo en tú lugar nunca lo habría hecho. Pero algo dentro de ti te dijo que lo hicieras de todas formas y milagrosamente, este nos perdonó la vida. Hoy de nuevo en la arena, ese "algo" te advirtió sobre el ataque del gronckle, y de nuevo, no estaba equivocado… –dijo su hermana con la mirada perdida en el vacio –. Dime, Hiccup –se volvió hacia él –. ¿Qué te está diciendo esa sensación ahora mismo?
Hiccup no contestó de inmediato, en realidad la pregunta de Honey lo tomó por con la guardia baja. La idea de que hubiera "algo" dentro de él que lo advirtiera o guiara sobre los dragones le parecía completamente demente. Pero había sido, y solo él, el que experimentó todas esas revelaciones completamente acertadas como para ignorar su existencia. Tal vez era similar a lo que Honey decía sentir con sus corazonadas, y estas rara vez le habían fallado.
Pero ese "algo" le decía… que debía…
–Ya lo tienes –interrumpió Honey sus pensamientos poniéndose de pie –. Ahora me voy a casa a secarme el cabello, no demores mucho o si no podrás levantarte temprano para la sorpresa que les tiene preparada Gobber para mañana.
Antes de marcharse, Honey le plantó un débil beso en la frente que Hiccup apenas sintió ante el aturdimiento en que se había sumergido. El muchacho se quedo solo en el gran salón hasta que la última vela se extinguió, aún con la mirada clavada en la página del night fury en el libro de dragones; mientras en la oscuridad de la noche, el papel fue devorado por las sombras tan negras como el dragón que deambula por raven's point y en la mente del muchacho.
Hola a todos.
Quiero darme un momento para agradecerle a todos aquellos que siguen este fic desde el principio, como también a los nuevos seguidores. Muchas gracias a todos.
También quiero informarles que es mi intención que un capitulo nuevo salga al menos una vez por semana, y procurar que sea en el lapso de domingo a martes. Para que no se pierdan ningún capitulo.
Por último, los invitó a visitar mi página de DeviantArt donde publicó más fanarts y mis historias originales. La dirección se encuentra en mi descripción personal en fanfiction. O seguirme en mi blog de tumblr donde colocó arte nuevo que encuentro de todo lo que me gusta (incluyendo HTTYD), solo coloca "noisulivone" en el buscador principal de Tumblr y entra a mi crazy fan world.
Un abrazo a todos y nos vemos en la siguiente.
