Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Un día en la ensenada
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A la mañana siguiente Hiccup se levantó muy temprano, incluso antes de que el sol saliera del todo en el horizonte. Tenía como objetivo del día regresar a la ensenada para darle otro buen vistazo a ese night fury.
El muchacho no estaba tan seguro porque, pero no podía sacarse a ese dragón de ébano de la cabeza, tampoco el hecho que éste le hubiera perdonado la vida después de haberlo derribado del cielo. Había tanto que los vikingos podían asegurar sobre los dragones, pero el night fury estaba contradiciendo todos lo establecido con su extraño y enigmático comportamiento. Además, Hiccup encontraba increíblemente curioso cómo él podía descifrar facciones y expresiones en tales bestias, algo que al parecer, nadie más podía apreciar.
Así que, decidido continuar su peligrosa investigación. Hiccup salió de su cama lo más silenciosamente posible para no despertar a su hermana, quien dormía plácidamente al otro lado de la habitación. Se cambió de túnica, tomó su pequeño cuaderno de apuntes y bajo al piso inferior de su hogar, sin percatar algún cambio en el tranquilo sueño de su hermana gemela.
Hiccup estaba por salir a la fría y húmeda mañana en Berk cuando reparó que se le escapaba un detalle. Dejando la puerta abierta, el muchacho regresó sobre sus pasos en dirección a la cocina y tomó el pescado más grande que encontró en una barrica. Esperaba que fuera suficiente para distraer, aunque por unos segundos, al dragón negro como la noche y escapar vivo si la situación lo ameritaba.
Ya con la ofrenda escamosa y apestosa en sus manos, Hiccup salió de su hogar procurando hacer el menor ruido posible.
Una vez afuera encontró a Berk más solitario que nunca, inmerso en una intensa neblina húmeda que no permitía ver más allá de un metro delante de uno. Debido a que el sol aún no salía del todo, la aldea se encontraba a oscuras y solo era iluminada levemente por un par de antorchas, cuya débil llama estaba por extinguirse después de una noche larga. Hiccup no pudo evitar comparar el ambiente que lo rodeaba con las historias y leyendas sobre los nueve planos del universo que solía contarle su abuelo; hasta por un momento imaginó que de entre la neblina aparecería un gigante del Jotunhiem para devorarlo.
¿Cómo si ya no tuviera suficiente con los dragones?
Antes de ir directo a la ensenada del night fury, Hiccup decidió pasar primero por la forja de Gobber the Belch. En su camino, el muchacho no se topó con alguna alma y mucho menos un gigante.
–¿Gobber? –llamó el muchacho con cautela desde la entrada, a la oscuridad de su lugar de trabajo.
Estaba desierto.
Sin perder el tiempo y con la posibilidad de que su mentor sintiera la extraña y bizarra urgencia de madrugar e iniciar su jornada de trabajo (en contra de todas sus costumbres) Hiccup se apresuró a tomar un pesado escudo que yacía junto a un montón en una esquina de la herrería.
–No se dará cuenta si hay uno menos –dijo el muchacho para sí despreocupadamente. Unos segundos después se lamentó a haberlo hecho tan a la ligera, ya que sintió una intensa punzada de dolor en su hombro herido ante el peso repentino del escudo en su brazo.
A pesar de su primer impulso de dejarlo en su lugar, Hiccup necesitaba algo más que la pequeña daga que cargaba en su cintura, para protegerse del mortífero y peligroso night fury. No le quedo otra opción que llevar el escudo en su brazo sano y el pescado apestoso en el otro. Esto le dificultó el cruzar todo el bosque en dirección a la ensenada, por lo cual le tomó más tiempo de lo normal llegar a su destino.
Cuando finalmente alcanzó raven's point, el sol ya se encontraba en lo alto y la neblina había desaparecido entre los troncos de los arboles. El siguiente reto de Hiccup fue encontrar un camino que le permitiera descender hasta el fondo de la ensenada con la carga extra en sus inútiles y escuálidos brazos.
Después de un par de minutos, Hiccup encontró una pequeña abertura en la roca, perfecta para que su delgado cuerpo la atravesara, por desgracia no así para el gran y redondo escudo que quedo atrapado entre las piedras. El muchacho maldijo por debajo ante la frustración y su mala suerte.
Si llevar consigo nada más para defenderse, que la corta daga que colgaba de su cinto y el pescado maloliente en sus manos, Hiccup se introdujo cuidadosamente y en silencio a la ensenada. En un principio le pareció no ver al dragón por ningún lado que comenzó a temer que éste se hubiera marchado, pero al distinguir más escamas negras esparcidas por el suelo, Hiccup se convenció a sí mismo que el night fury no podía estar muy lejos.
–Bueno, esto será sencillo –dijo el muchacho para sí –. Ofreces el pescado y te retiras. Ofreces el pescado y te retiras –repitió una y otras vez ensayando el movimiento –. ¿Qué puede salir mal? –soltó sarcásticamente con una risita nerviosa –. Que un terrible y enorme dragón me arranque la cabeza –se respondió a sí mismo.
De repente, sus ojos captaron un movimiento en unos arbustos cerca de él, lo cual lo puso en alerta… o más bien, lo hizo soltar un gemido y dar un salto hacia atrás aterrado. Con una mano sobre su acelerado corazón, Hiccup pudo percatarse que las ramas se movían solo a causa de la briza matutina que se colaba entre los árboles.
–Es solo viento –dijo el joven soltando un suspiro aliviado.
–¿Esperabas al night fury? –soltó de repente una voz detrás de él, haciendo brincar y gritar del susto.
No era otra, que su hermana gemela.
–¡Honey! –bramó Hiccup con el pescado apestoso presionado contra su pecho, mientras trataba de calmar su respiración –. ¡En nombre Thor todo poderoso! ¡¿Qué haces aquí?!
–Asegurándome que no cometas una estupidez –dijo ella con gran calma –. Cuando desperté y no te vi en tu cama, estaba segura que habías ido a buscar al dragón –y la chica no requirió de sus corazonadas para descifrarlo –. ¿Por qué rayos me dejaste atrás? – caminó hasta él para golpearlo en el pecho con su dedo índice.
–¿Por qué? –dijo Hiccup encogiendo los hombros –. A no sé, quería llevarme toda la gloria de ser el primer vikingo devorado voluntariamente por un night fury… ¡Por qué es muy peligroso! –agregó con tono mordaz ante de gritar a todo pulmón –. Ese dragón es considerado vástago profano del rayo y la muerte misma. ¡Buscarlo, es casi un maldito suicidio! –continuó histérico agitando su brazos sobre su cabeza.
Pero Honey no se intimido ante sus gritos, en cambio una sonrisa presuntuosa se dibujó en sus labios.
–¿Entonces admites que cometiste una estupidez al venir aquí? –le preguntó ella.
–¡Sí! ¡Digo no! Lo que quiero decir… No deberías haber venido, es muy peligroso para ti.
–¿Y para ti no?
–No… ¡No lo sé!
–¿Qué clase de respuesta tonta es esa?
–¡La única que tengo! –gruñó Hiccup con desesperación –. Y por desgracias no la quiero utilizarla cuando papá regrese y se dé cuenta que fuiste hecha pedazos por un demonio negro al que yo intentaba alimentar con un pescado –agregó sacudiendo el bocadillo escamoso frente al rostro de su hermana –. ¿Tienes idea de que me haría si te pasa algo?
–¿Y tú puedes imaginarse cómo se pondría él si también te pasara a ti?
–¡Por todo los dioses! –bramó el muchacho frustrado –. ¡Eso no le molestaría en lo más mínimo!
–No seas ridículo, Hiccup.
–Estoy cien por ciento seguro que papá estaría mucho más aliviado que el night fury apareciera ahora mismo y me saltara encima, en lugar de que me encuentre a mí en la arena decepcionándolo nuevamente.
Ambos hermanos estaban tan absortos en su discusión, que no se percataron que eran observados por un habitante de la ensenada. El dragón de ébano había sido despertado por sus gritos y cautelosamente trepó sobre una formación rocosa donde podía observar con claridad a los gemelos discutir. Solo un par de rocas al caer ante el movimiento de su cola, fue lo único que alertó su posición a los hermanos.
Hiccup y Honey enmudecieron al instante, en lo que sus ojos verdes como esmeraldas se clavaron en la bestia negra que los acechaba casi como un gato a un ratón. El dragón bajó despacio y con cautela de su mirador en dirección a los gemelos, los cuales reaccionaron apretándose el uno contra la otra.
–Por favor dime que tienes algo más para defenderte que un maloliente pescado –le preguntó Honey a su hermano ocultándose detrás de él.
–Es curioso que lo menciones –comentó Hiccup irónicamente mirándola sobre su hombro por unos escasos segundos para no apartar mucho su vista del dragón. El cual parecía haber captado el olor del pescado en sus manos y lo olfateaba con interés.
–¡Hiccup! –soltó ella irritada ante la falta de tacto de su hermano al elegir los momentos para hacer sus bromas.
–El escudo se quedo atorado en la entrada –confesó él.
–¿Entonces un pedazo de madera fue más listo que nosotros?
–No precisamente…
–¿Traes algo más?
–Una daga…
Como atendiendo a las palabras del chico, el night fury soltó un gruñido en los que cambiaba su postura curiosa a una defensiva, amenazando a los gemelos con sus dientes.
–¿Acaso… entendió lo que decimos? –no pudo evitar pensar Hiccup al contemplar las acciones del dragón. Hasta por unos segundos, el miedo que sentía el muchacho fue remplazado por la curiosidad; la misma que lo había impulsado a adentrarse a la ensenada esa misma mañana.
Mientras, a su espalda, se podía escuchar los gemidos tímidos de Honey.
Siguiendo el concejo de su hermana y su corazonada, Hiccup hizo lo que todo Hooligan en su sano juicio habría considerado demencial. Tomó la daga que colgaba de su cinto y la arrojó lejos teniendo cuidado de que el dragón negro comprendiera por completo sus acciones.
–No, no, no, no –soltó Honey desesperada al ver el arma hundirse en el pequeño ojo de agua que cubaría gran parte de la ensenada –. ¿Por qué la lanzaste?
–Quiero que confié en que no vamos a lastimarlo –dijo Hiccup con gran seguridad voz que resultaba hasta alienígena en él.
–¿Y cómo vamos a confiar que él no nos lastime a nosotros? –soltó la chica histéricamente apretando sus puños contra el chaleco de piel de oso de su hermano.
–No tengo idea… tendrás que confiar en mí.
Sorprendida con el repentino cambio de actitud de su gemelo, Honey dejo de temblar al instante, mientras contemplaba pasmada el semblante de Hiccup.
Ante las acciones del muchacho, el night fury rápidamente cambio nuevamente su postura y comportamiento. Sus ojos de verde brillante se abrieron completamente, dándole un aspecto más curioso que amenazante. El gemelo resultaba tan interesante para el dragón como viceversa.
El night fury nunca había estado tan cerca de los humanos antes y mucho menos de unos tan pequeños como los hermanos gemelos. Desde que había sido derribado del cielo, seguía topandose a los dos niños constantemente, y hasta el momento, no lo habían llegado a lastimarlo. En cambio, justo en ese momento, uno de ellos le ofrecía alimento para satisfacer el hambre que atormentaba su largo vientre; pero aún así, el dragón no perdía nada con ser precavido, no importaba que tan inofensivos y débiles parecieran los niños humanos, seguían siendo vikingos.
–Sin dientes –comentó Hiccup al contemplar las fauces de night fury desdentadas listas a tomar su ofrenda de paz –. Podría jurar que tenía… –pero cortó de golpe sus palabras cuando en un abrir y cerrar de ojos, el dragón sacó sus filosos colmillos desde la profundidad de sus encías y le arrebató en milisegundos el pescado de las manos, si arrebatarle ningún dedo en el proceso – dientes – agregó de ultimo el muchacho intimidado por la velocidad de la bestia.
Pero el pescado no duró mucho dentro del estomago del night fury, parte de éste regresó al regazo de Hiccup justo después que el animal había conseguido acorralarlo a él y a Honey contra una roca.
–¿Qué es lo que quiere? –le susurró Honey espantada a su gemelo al oído sin comprender en los más mínimo el comportamiento del dragón–. ¿Por qué lo escupió?
Pero para Hiccup resultaba extrañamente natural leer cada uno de los movimientos y facciones del night fury. Aunque el tamaño del animal, sus garras y dientes resultaban sencillamente intimidantes, el muchacho podía asegurar que éste no le deseaba hacerle ningún mal… al menos de momento. Lo contemplaba a través de sus ojos, como una ventana a los pensamientos íntimos del dragón de ébano.
–Creo… que quiere compartirlo –dijo el muchacho levantado el pescado hasta su rostro. No podía creer los que estaba por hacer.
–No me digas que vas… –soltó Honey preguntándose exactamente lo mismo y antes de que terminara su oración, su hermano ya se había dado una mordida al pescado regurgitado, cubierto de baba y jugos gástricos de dragón – Urg… ¡Asco! –agregó cuando éste lo tragó a demanda del night fury.
Algo definitivamente ocurría entre ambos. El muchacho y el dragón (por los breves segundos en que sus miradas se conectaban) parecía que intercambiaban mensajes secretos él uno al otro. Honey, que a pesar del miedo que sentía, pudo presenciar de primera mano como ese lenguaje secreto ocurría entre ellos y los impulsaba a interactuar de manera que nunca nadie hubiera imaginado ver a un vikingo y a un dragón. La bestia era incluso capaz de imitar su sonrisa.
Pero Hiccup tuvo que arruinarlo.
–Creo que los night fury no dan la pata –soltó Honey posando las manos en su cintura, una vez que el dragón se alejó volando hasta el otro lado de la ensenada cuando su hermano había intentado tocarlo –. Bueno, ya fue suficiente ¿nos podemos ir?
–Aún no –alegó el muchacho marchando en dirección de la bestia.
–¡Hiccup!
Honey sentía que habían tentado mucho la suerte por un día, pero para Hiccup, cuya curiosidad era más grande que el océano, no había sido suficiente. El muchacho intentó un par de veces más tocar al dragón negro, pero en cada ocasión este se alejaba de él sin causarle daño.
–¿Acaso no entiendes que no quiere que lo toques? –insistió Honey disgustada a su hermano, mientras ambos contemplaban a la bestia colgar boca debajo como murciélago de la rama de un árbol, quedando fuera de su alcance –. Que por cierto, no entiendo tu necesidad de tocar todo lo que tienes enfrente –lo regañó frustrada.
Pero Hiccup estaba tan absorto en sus pensamientos que las palabras de su hermana le entraron por un oído, para salir por el otro.
Aunque el dragón no despertó de su siesta y no parecía que fuera hacerlo pronto, los hermanos permanecieron gran parte del día en la ensenada, principalmente ante la testarudez de Hiccup.
El gemelo pecoso se dedicó gran parte de la tarde a vigilar al dragón mientras analizaba mentalmente cada uno de los movimientos de la bestia de ébano. Por su lado, Honey requería más para pasar el tiempo. Fácilmente pudo haber dejado a su hermano en la ensenada y regresar por su cuenta a la aldea, pero eso significaba dejar al joven adolecente impulsivo y con defectos de buen juicio junto a un night fury. Era como darle a los gemelos Thorston una antorcha en llamas dentro de un granero lleno de heno. Era una mescla para el desastre.
Por suerte y desgracia, Honey había tomado un par de hogazas de pan por si acaso una al salir de la su hogar esa la mañana, pero no era suficiente alimento para ella y su hermano durante el resto del día. Motivada principalmente por el hambre, la gemela comenzó a probar las hierbas y frutos que crecían salvajemente en el suelo de la ensenada.
Honey tenía suficiente conocimientos sobre la herbolaria de la zona para diferencias los arbustos peligros de la isla de los que eran comestibles. Para la mala suerte de su estomago, muchas de la hiervas y frutos que crecían en ese presido lugar del bosque no le resultaban familiares. Pero eso no la desanimó.
Honey encontraba completamente fascinante el probar y experimentar con nuevos ingredientes, no solo para sus recetas de cocina o remedios caseros. Describir todas las propiedades que tenían las plantas y otros mejunjes era su fascinación, una que se comparaba con el gusto de su hermano gemelo por sus invenciones y la construcción de aparatos novedosos.
Era así como chica pecosa había desarrollado su pequeño laboratorio secreto que ocultaba debajo de su cama, donde guardaba y fermentaba muchos productos lejos de la vista de su padre y la supervisión de Gothi. Muchos de los cuales probaba en ella misma o en su hermano cuando lograba engañarlo. De esa forma descubrió que la rosa de Berk, una flor rustica y de mal aspecto que solía el regalo perfecto para los Hooligans enamorados, era un remedio perfecto para malestares del estomago cuando se bebía en té.
No todos sus descubrimientos habían resultado tan exitosos a la primera, a la mala (refiriéndonos a una fea urticaria que tuvo que ocultar con las mangas largas de su túnica) descubrió que las raíces de Thor no eran buenas para eliminar las quemaduras como para sazonar un estofado. Algo muy similar había pasado cuando Hiccup inventó la catapulta auto-recargable y el ojo morado que lució por tres meses.
–Nunca había visto este tipo de bayas – comentó Honey tomando un par de un arbusto espinoso. Eran pequeños frutos redondos y macizos de color rojo. La chica la acercó a su nariz y le dio una buena olfateada sin presidir ningún aroma de las mismas. Mala señal.
–Tel vez solo se dan en esta parte del bosque –comentó Hiccup sin ponerle mucho atención a lo que ella hacía. El muchacho estaba sentado a una roca, dibujando varios garabatos en arena con ayuda de una ramita de olmo.
–Me pregunto… –murmuró la chica cometiendo la tontería de darle un leve mordisco a una de las bayas. Era la única forma de confirmar las propiedades del fruto y por desgracias, generalmente con consecuencias muy pésimas –. ¡Argggg! ¡Arde, arde! –soltó la muchacha escupiendo los restos de la baya que había irritado su lengua con el primer mordisco.
Los ojos de Honey comenzaron a llenarse de lágrimas, mientras tocia incontrolablemente haciendo arcadas.
–¡¿Por qué tenías que comerlas?! – la regañó Hiccup –. ¡Rápido toma agua! –agregó indicándole el estanque en medio de la ensenada.
La chica paso corriendo a un lado de él y sumergió completamente el rostro en el agua ante el profundo ardor que sufría su boca. A pesar del efecto placentero que le proporcionaba el líquido en un principio, el ardor continuó persistente en su boca sin importar cuánto bebiera.
–Definitivamente… necesito probar que más se pueden hacer con esa bayas –dijo para sí sacando su rostro del agua y recuperando el aliento. Su flequillo empapado goteó algunas pesadas gotas sobre sus ropas –. ¿Tú qué dices…? –se volvió para preguntarle a su hermano cuando se percató que su gemelo ya no se encontraba solo.
Al parecer los gritos de la joven habían despertado nuevamente a night fury y llamado su interés; peros us ojos verdes brillantes habían quedado más pasmados con los dibujos que había hecho Hiccup en la arena. Para sorpresa de ambos hermanos, la bestia de ébano decidió imitar de nuevo al joven pecoso y realizó su propio arte abstracto con una gigantesca rama que deslizó sobre el suelo.
Hiccup y Honey quedaron sin palabras. El night fury demostraba una gran habilidad de compresión e inteligencia, una que nunca nadie se había imaginado en un dragón. No pudieron evitar preguntarse si era solo ese dragón en particular o todas las bestias escupe fuego podían ser así de especiales.
Pero por el momento no tenían intenciones de poner en pruebas sus teorías, con la bestia negra como la noche tenían suficiente. Hiccup comenzó a jugar con el dragón evitando pisar las líneas que había dibujado en la tierra, obteniendo diferentes reacciones por parte de la bestia y algunas risitas de Honey. En sus juegos, el chico no se dio cuenta de los cerca que terminó del dragón hasta que finalmente sintió su caliento aliento encentra de su nuca.
El animal solo se le quedo mirando, sin ninguna señal de agresión en el rostro de reptil, eso animó al muchacho el intentar tocarlo nuevamente.
–¡Hic…! –estuvo a punto de detenerlo Honey inquietada, pero de la nada sintió una punzada cálida en el pecho, como cada vez que tenía una de sus corazonada. Algo dentro de ella le dijo en voz calma y suave "que lo dejara seguir con su destino" tan claramente que creyó haberlo escuchado como un susurro.
Una sensación similar guió a Hiccup de cerrar sus ojos y dejar al dragón decidir si se acercaba a él. Unos segundos después, el chico pudo sentir en la palma de su mano la piel escamosa y caliente del reptil. Y tan rápido como habían iniciado, desapareció la sensación. El night fury se alejó de él con un fuerte resoplido que sacudió el cabello del chico.
–¿Qué fue todo eso? –le preguntó Honey aproximándose a él justamente cuando el dragón aterrizaba otra vez del otro lado del estanque.
–No estoy seguro –contestó Hiccup examinando su mano, la cual aún podía sentir el calor de la piel del night fury.
Hola.
Me tarde un poco en completar este capítulo porque no me sentía a gusto en cómo estaba quedando, por lo que tuve que escribirlo varias veces. Al final, quede satisfecha con mi esfuerzo.
Por cierto, para los que les preocupa que no haya Hicctrid en este fanfiction, le puedo asegurar que sus temores no están fundamentados. Incluso en la descripción al principio de la página, están marcados Hiccup y Astrid como pareja. Así que sí, esta fic es un Hicctrid, solo que no se basa solo en su relación, sino que va haber muchas más parejas entre los demás personajes (incluso planeo un cuadrado amoroso). Solo lo que quise marcar en el capitulo anterior, es que HONEY no es fan del Hicctrid. Entienden ahora por dónde va el drama?
Bueno un saludo a todos y hasta la próxima.
*Capitulo nuevo todas las semanas, siempre publicado de entre domingo a martes.
