Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Dulces sueños

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Cuando Hiccup logró recomponerse de su pequeño encuentro con Astrid y recordar porque había ido a la forja en primer lugar, se colgó su mandil del cuello y comenzó a trabajar de lleno en la aleta faltante del Night fury.

El gemelo pecoso tal vez no tenía la fuerza suficiente para blandir armas pesadas o para golpear con fuerza el mazó contra el metal, pero definitivamente tenía la delicadeza de armar pequeñas piezas y más importante aún, la creatividad y originalidad para inventar lo que a cualquiera le parecería imposible.

Esa misma genialidad, generalmente era mal interpretada por los demás habitantes de Berk, Gobber y hasta el mismo padre del muchacho. Todos pensaban que las invenciones de Hiccup eran sumamente peligrosas, cuando en realidad eran demasiado avanzadas para su época y ser comprendidas.

Pero el pobre chico no estaba al tanto de esto, por ello en muchas ocasiones sintió que su propia inventiva era una maldición en su contra, en lugar del gran regalo que era en realidad. La duda en sí mismo era la mayor debilidad de Hiccup. Su hermana constantemente trataba de ayudarlo a combatir ese pensamiento pesimista, pero era una tarea gigantesca cuando todo el mundo alrededor de Hiccup, inclusive su propio padre, lo visualizaban como un fracaso andante. Con el tiempo, hasta chico también comenzó a creerlo.

Solo había pocas veces cuando el muchacho pecoso no se sentía desairado por su fracaso, generalmente era cuando se encontraba inspirado y se dejaba llevar por su musa; como esa misma noche en la forja, que el pequeño proyecto de la aleta del dragón negro como el ébano se convirtió en una lluvia de ideas desbordante. Las otras ocasiones consistían en el apoyo incondicional de Honey, incluso cuando ella misma estaba al tanto del fracaso inminente, y más recientemente en la vida del joven, cuando estaba cerca de night fury.

Las horas pasaron rápido en a la herrería de Gobber y para suerte del muchacho que se afanaba sin descansar, el dueño de la misma no acudió en ningún momento en averiguar quien trabajaba a deshoras. En realidad, después de la visita de Honey y Astrid, nadie más llegó a la forja, por lo cual Hiccup pudo ocuparse en paz.

En ocasiones, el muchacho lo prefería así, sin la mirada de alguien sobre su hombro vigilando que no lo fuera a echar a perder. O al menos, eso él pensaba.

Lo que no sabía Hiccup, era que su mentor admiraba su trabajo, ayuda y tenacidad. A pesar de su obvia debilidad fisica, el chico nunca se había dejado vencer por el metal y siempre se esforzaba mucho para probarse a sí mismo. Lástima que los demás no veía ese aspecto de su personalidad.

Toda la aldea conocía a Hiccup por ser un desastre viviente, junto con su hermana, eran un par de fracasados que no podía hacer nada bien. Pero la verdad, nadie los conocía en realidad y solo apoyaba el chismorreo de vieja habladoras. Casi nadie estaba enterado que la gran mayoría de las armas que portaban en batalla los guerreros, las espadas de la guardia de Berk y la mayoría del inventario de la armería, habían sido elaborada por manos del muchacho; como igualmente, ignoraban que los ungüentos y remedios que Gothi usaba en sus curaciones eran preparadas por Honey. Era un dato que solo los dos mentores conocían, y nuevamente, incluso Stoick no estaba enterado.

Era una lástima. Gobber, quien se había hecho cargo especialmente de la educación de Hiccup la mayor parte de su vida, intentó en repetidas ocasiones marcar estos puntos a su amigo y jefe, pero Stoick se había segado así mismo en los defectos de sus propios hijos que no era capaz de apreciar sus fuerzas.

Desde muy chico Hiccup había quedado a la supervención del herrero y después en su adiestramiento como herrero. En un principio, Stocik estuvo renuente de tal trabajo, al igual que la educación como curandera de Honey; pero el padre no quería que el muchacho no se lastimara o luchara ya que no creía que él fuera capaz de defenderse; le negó la oportunidad de aprender a usar las armas y el combate. Solo la insistencia de Gobber fue lo que permitió que aprendiera el ofició de forjar el metal en el que era bastante bueno.

En realidad, muy, pero muy bueno.

Y el forjar las armas que se usaban en el combate era una labor tan importante, y en ocasiones, mucho más que el de mismo guerrero. Pero muchos, incluso Hiccup, no lo veían así.

Algunas veces, el viejo herrero se preguntaba si él tenía parte de la culpa en la falta de seguridad el muchacho por constante dureza y trato; pero al final del día, seguían siendo vikingos, el aprobar el buen trabajo no era parte de su naturaleza.

Pasaba más de la media noche cuando finalmente Hiccup terminó la aleta para el night fury, y para su satisfacción, había quedado justamente como la había imaginado. Solo le faltaba probarla.

Eso sería lo más divertido de todo.

Pero podía ocuparse de eso en la mañana. Así que algo cansado, pero satisfecho consigo mismo (como en pocas ocasiones), Hiccup apagó todas las velas, se colgó su nueva invención bajo el brazo y salió de la forja en dirección a su hogar entre las profundas sombras de la noche.

A pesar de las constantes amenazas de los ataques de dragones y los peligros del mundo vikingo, Berk podía ser un lugar muy pacifico en que su habitantes podían recorrer su caminos en solitario o por la noches, sin temer ningún por algún peligro. Los hooligans peludos podían ser fieros guerreros, tercos y tal vez no brillantes, pero eran leales entre ellos y en un mundo peligroso e incivilizado, la fuerza hacia la unión. Todos podían contar con los demás y la traición estaba fuera del contexto.

Hablando de la traición, era tal vez uno de los mayores crímenes para los hooligans, quienes lo castigaban con sus sanciones más fuertes: la humillación y el exilio. Como se ha mencionado con anterioridad, la población de Berk siempre estaba en riesgo de disminuir ante los constantes ataques de dragones (además de otras amenazas) por lo que perder miembros de la tribu no era una opción. Mientras en otras islas del archipiélago castigaban con encarcelamiento, esclavitud o la muerte hasta los crímenes más simples, el defraudar a la tribu, la humillación y recibir la espalda de tu propia gente era la máxima humillación que sufría un criminal en Berk. No sonaba gran cosa, pero generaciones de hermandad y de unión de grupo, lo volvía un castigo de temer para un hooligan infractor.

Era por ello que a pesar de existir toques de queda para cuidar de los más jóvenes, seguía siendo completamente seguro para que Hiccup caminara en la oscuridad de la madrugada por la aldea desierta, o que junto que su hermana, estuvieran solos en su hogar ante las largas ausencias de su padre.

Aún con la reputación del joven gemelo, si Hiccup fuera atacado por una bestia escupe fuego en ese momento, cualquier miembro de la aldea que escuchara su llamado, socorriera en su ayuda. Esa era la unión y la fuerza del pueblo de Berk.

Al final lo único que quedaba por temer era a los dragones y a lo desconocido que se ocultaba en las sombras o las pesadillas que atormentaban los sueños.

Hablando de pesadillas…

Hiccup estaba subiendo la leve colina donde se erigía en la cima su hogar, cuando lo sintió. Era una poderosa punzada en el pecho que poco a poco se intensificó y afectó su respiración. El muchacho detuvo sus pasos en los que su mente quedaba en blanco y sus sentidos comenzaron a bloquearse del mundo real. Por un momento pudo sentir como el todo le daba vueltas... hasta que lo escuchó, claro como si fuera justo a un lado de él.

Un grito desgarrador que solo él podía escuchar y que le heló la sangre.

Inconscientemente, el muchacho alzó su cabeza a su hogar y volvió a escuchar el alarido con la inconfundible voz que él conocía muy bien.

–Honey… –se escapó de sus labios. Como si el solo nombre de su hermana lo liberaba del malestar que se había apoderado de él, Hiccup sintió el golpe de la realidad y como recuperaba el control de su cuerpo. Sin siquiera pensarlo, el gemelo pecoso corrió los pocos metros que lo separaban de su casa como si la vida de su hermana dependiera de ello.

Cuando finalmente abrió la puerta delantera de su hogar, el grito de la jovencita se escuchó en la realidad, retumbando con fuerza en la solitaria casa.

–¡Honey! –gritó a su vez Hiccup lanzado a un lado la cola artificial del night fury que había estado cargando en los brazos, y subió corriendo las escaleras hasta el segundo piso.

–¡Hiccup! –lo llamó ella con desesperación desde la habitación que compartían.

Al alcanzar la entrada del cuarto, Hiccup pudo distinguir en la oscuridad a Honey sentada sobre su cama, con unas pieles alrededor de sus piernas y sus manos apretadas contra su pecho. En su rostro se reflejaba el pánico, como algunas lagrimas que recorrían sus mejillas.

La niña, al verlo, extendió sus brazos en su dirección exigiéndole que se aproximara. Hiccup corrió la corta distancia de la entrada de la habitación hasta ella y la abrazó con fuerza en los que su cuerpo temblorosos se apretaba contra del él.

Por unos minutos mantuvieron la misma posición, en lo que Honey lloraba descontroladamente contra su oído, y él frotaba sus manos en la espalda de ella, tratando de calmarla.

Solo existía algo que pudiera dejar a Honey en ese estado, y eso era sus pesadillas.

Desde que la gemela era pequeña, la familia Haddock era consciente que ella no tenía sueños normales. En muchas ocasiones despertaba a su padre y hermano a mitad de la noche a gritos por las terribles cosas que solía ver en las tierras de durmientes. Honey describía la mayoría de sus sueños como bizarros y extraños; consistían principalmente en sonidos y colores, rara vez había figuras o individuos en ellos y sus significados eran indescifrables. Ni siquiera el viejo Wrinkly o Gothi, había logrado descifrarlos con ayuda de las runas.

Los sueños restantes eran mucho más claros que no requerían ningún tipo de designio. Honey en muchas ocasiones soñaba con cosas o sucesos que iban a ocurrir o había sucedido en el pasado. En ocasiones eran simples, como una futura tormenta de nieve, la localización de un objeto perdido o el primer baile de unos nuevos amantes. Stoick quedo completamente impactado cuando una mañana su hija le describió con todo detalle un sueño donde había visto a su dos padres bailando a la mitad de un campo de batalla, rodeados de guerreros que habían vencido juntos. Justamente así había sido la primera vez que Stoick y Valka había compartido una danza, mucha antes de que los gemelos nacieran.

Pero en otras ocasiones y las más terribles, era cuando la chica pecosa soñaba con muertes, sangrientas batallas o combates, y destrucción. Había un sueño muy recurrente que la levantaba siempre en pánico; donde sentía que unas manos la estrangulaban hasta casi asfixiarla. Ella nunca había logrado ver a su agresor en esa pesadilla, ya que siempre su mirada se mantenía fija en una daga que reposaba junto a su cabeza.

Esas pesadillas desde muy temprana edad dejaban a Stoick the Vast, tal vez el más valiente y fiero guerrero de todo el archipiélago, asustado y confundido por el bien de su hija. No había forma en que pudiera combatir estos seres de pesadillas que atormentaban los sueños de su pequeña. Pero al mismo tiempo, lo desconocido era considerado de mal augurio, por lo que el padre sobreprotector decidió dejar los visiones de Honey en un secreto familiar, se negó a la peticiones de su suegro de llevarla con algún chaman de alguna otra tribu, y trataba de resolverlo todo solo implorando a los dioses en Asgard, a Odin, Syn diosa de la verdad y Borghild diosa de la luna, que cuidaran a su hija de las criaturas infernales que vivían en sus sueños.

Al final, lo último que quedaba era consolarla después de una pesadilla; tarea que Hiccup cumplía a la perfección. Al igual que los sueños de Honey, desde muy chicos, ambos hermanos siempre sabía o sentían cuando algo andaba mal con el otro, incluso cuando estaban separados por una gran distancia. Honey había sabido de antemano cuando en una ocasión Hiccup se había quemado un pie con carbón de brasas en la forja, y cada vez que la chica tenía un mal sueño, Hiccup se daba cuenta de inmediato incluso antes de que ésta despertara del mismo. Era otra cosa que Stoick no comprendía y solo se lo atribuía al hecho de que sus hijos eran gemelos, pero de todas maneras tenía cuidado de no hablarlo abiertamente.

Muchas veces el jefe se preguntó si los Thorston pasaban por algo similar con sus hijos.

–Tranquila –le dijo suavemente Hiccup al oído de su hermana mientras frotaba su espalda –. Ya paso.

Honey sorbió por la nariz un par de veces, con su rostro presionado contra el hombro de su hermano. Poco a poco se fue tranquilizando y las lágrimas dejaron de derramarse incontrolablemente por sus ojos.

–¿Fue la pesadilla de siempre? –le preguntó Hiccup con calma sin soltarla por un instante.

Ella negó con la cabeza con su cabeza presionada contra de él.

–¿Fue algo nuevo? –continuó el muchacho su interrogatorio. Honey siguió sin contestar con palabras, solo se limitó a asentir con la cabeza –. ¿Algo malo pasaba? –ella volvió a sentir –. ¿A la aldea? ¿A ti? ¿A papá? –ella negó en las tres ocasiones.

Sus negativas comenzaban a ponerlo a nervioso. En realidad los sueños de Honey siempre le ponían los pelos de punta. Hiccup temía, que cosa horrible estaba por suceder o peor aún, si fuera su padre el que aparecía en los sueños. Pero el muchacho siempre debía mantener la calma o al menos aparentarla, por el bien de Honey.

–¿Entonces? –se animó a preguntarle temeroso de escuchar su respuesta.

El llanto de la chica se detuvo de golpe, al igual que el temblor que se había apoderado de su cuerpo. Lentamente separó de su hermano, pero su mirada se mantuvo alejada de él por un buen tiempo. Cuando finalmente sus ojos se conectaron, Hiccup se dio cuenta de la respuesta que estaba por darle, mucho antes que sus labios pronunciaran las palabras.

–Eras tú, Hiccup –dijo la chica con sequedad que paralizó el corazón de su hermano –. Te vi caer en un mar de fuego y…

–Espera –le dijo el muchacho colocando sus manos en sus hombros –, no digas más.

–Pero Hiccup…

–Es mejor no saber… –dijo nervioso tratando de sonreír por el bien de Honey, aunque en el fondo comenzaba a sentir el pavor – además, no siempre sucede tal cual lo sueñas –se apresuró a agregar con una risita aunque sabía que rara vez pasaba.

No pudo engañar a su hermana, lo conocía tan bien para hacerlo. Pero al igual que él, ella decidió aparentar que no era tan grave, aunque fuera solo por un momento.

–¿Puedes dormir conmigo? –le pidió Honey con voz suplicante –. Solo esta noche.

No era necesario que lo pidiera. Siempre que la gemela tenía una pesadilla, Hiccup terminaba acompañarla en su cama hasta que ésta quedaba dormida. Por una extraña razón, siempre la compañía del otro los tranquilizaba y les permitía tener el sueño tranquilo.

Hiccup no tuvo necesidad de contestar. Se dispuso a quitarse las botas en lo que Honey se hacía a un lado para hacerle espacio en la cama. Ambos se acomodaron debajo de las pieles de animales, con la niña apretando su frente contra el hombro de su hermano.

Después de la revelación de Honey, Hiccup sabía que iba a ser una noche larga en la que tal vez le sería casi imposible dormirse. Había tenido tan buena suerte hasta el momento, con la construcción de la aleta y la disculpa de Astrid, que se reprimió mentalmente por haberse confiado que las cosas en su vida podían ir bien. Ahora tenía un presagió de su propia muerte, predicho por los casi certeros sueños de su hermana gemela.

–Hiccup –dijo de repente Honey contra su hombro, sacándolo de sus pensamientos –. ¿Crees que se trate de night fury?

–No –dijo éste con calma frotando los brazos de su hermana –. Nunca lo hemos visto lanzar fuego.

–Huh… –soltó ella apretándose contra él y cerrando los ojos.

En cuestión de minutos, Honey dormía tan tranquilamente que nadie podría creer que había despertado en pánico por una pesadilla.

–Al menos uno de los dos va a descansar –dijo el muchacho en voz baja para sí, apretando el cuerpo de su gemela contra el de él. Probablemente, no podría pegar las pestañas en toda la noche, y la mañana siguiente, tenía que poner a prueba la cola de nueva del dragón de ébano.


Hola,

Otro capítulo con la temática de la noche.

En este quise enfocarme en que en realidad Hiccup y Honey no son realmente un problema, solo son diferentes y la mayoría de la aldea no sabe cuánto. Es común que se rechace lo diferente, no porque sea malo.

Sobre los sueños de Honey, los antiguos vikingos creían en la magia y los poderes sobrenaturales hasta el hecho de no usar armaduras en batalla porque creían que eran protegidos por los dioses. Eran muy supersticiosos, pero hay una línea muy delgada entre la magia blanca y negra para los creyente, es por eso que Stoick es muy cuidadoso.

Aquí voy a jugar con ese concepto de la magia, ya que muchas veces lo que no sé comprendía en el pasado y era considerado mágico, cuando ahora hay una respuesta lógica para ello. Es cuestión de creer que es magia o no. Dependerá de ustedes.

Saludos.

Recuerden: un capitulo nuevo cada semana, publicado generalmente en martes.