Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

El encuentro Zippleback

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La siguiente ocasión en que los jóvenes aprendices de guerrero enfrentaron uno de los demenciales entrenamientos de Gobber en la arena, éste los lanzó a las ligas mayores de un solo impulso. Los puso cara a cara con un Hideous Zippleback… o casi.

–El zippleback es mucho más complicado –comentó el viejo guerrero a sus estudiantes mientras estos eran cubiertos por la neblina producto de la explosión del dragón, imposibilitándoles ver más allá de sus propias narices –. Una de sus cabezas produce un gas altamente volátil, mientras la otra genera la chispa para encenderlo. Es su trabajo descubrí cual es cual o morir en el intento.

En esa ocasión los muchachos debían trabajar en equipos de dos: Hiccup y Fishlegs, Snotlout y Tuffnut, y Astrid con Ruffnut. Cada uno estaba armado con un balde de agua para empapar la cabeza generadora de la chipa del dragón. La tarea, que ya por sí era complicada debido al humo denso que cubrió toda la arena, estaba completamente a la merced de la suerte para acertar en la cabeza indicada de la lagartija gigante; cuando ni siquiera Honey o Gothi, quienes observaban el entrenamiento desde la seguridad de las gradas, podían encontrar al enorme reptil entre el humo, mucho menos los pobres jóvenes guerreros atrapados en la arena.

Los zippleback eran dragones poco comunes y algo misteriosos, ya que mucho de su naturaleza seguía sin ser conocida. Al tener dos cabezas, se había llegado a la teoría que estos reptiles eran dos individuos diferentes en uno, macho y hembra a la vez, por lo cual era completamente independiente, y en su habitad rara vez se les veía con otros de su clase. O al menos eso había documentado Bork en su manual de dragones. Muchas de su comportamiento o preferencias eran aún desconocidas, ya que no eran vistos muy comúnmente y solían ocultarse en cuevas para tender emboscadas a sus presas.

Al menos habían descubierto por el zippleback de arena, que estos comían pescado como los demás dragones que asolaban Berk, por lo que su mantenimiento no había sido muy complicado con el paso de los años. Ese dragón en particular, había sido capturado hacía más de diez años atrás, incluso aún no habían nacido la mayoría de los joven aprendices que practicaban con él ese día, y ya desde esa época había alcanzado la madurez, lo que convertía en el dragón más viejo de la arena y el que los Hooligans habían mantenido más tiempo en cautiverio.

Pero eso no era precisamente buenas noticas o al menos para el zippleback; el constante encierro lo había vuelto algo…inestable. Su comportamiento era increíblemente excéntrico y errático, como impredecible. Cada vez actuaba menos como los demás de su especie que aterrorizaban en libertad en el archipiélago barbárico, lo que volvía inútil con el paso de los años el continuar el entrenamiento con él; incluso, en muchas ocasiones, las cabezas comenzaban a pelear entre ellas. Gobber tenía planeado que esa generación de jóvenes guerreros sería la última para ese zippleback; una vez que ya no fuera necesario, el dragón se convertiría en su nuevo cinturón y botas ya que la piel de estos eran muy cotizadas.

Así que el dragón tenía pocas oportunidades para lucirse, y lo aprovechó al máximo ante los nerviosos chicos que había atrapado en el humo. Ante el pánico, era fácil que estos comenzaran a cometer errores.

–¡Somos nosotras, pendejos! –se quejo Ruffnut cuando la cubeta con agua de su hermano la empapó a ella y Astrid.

–Yo juré que eran el dragón por lo grande de sus traseros –se burló Tuffnut en respuesta, provocando un golpiza por parte de las dos chicas, tanto para él como su compañero de equipo Snotlout.

Gobber soltó un respiró de resignación al ver que sus aprendices preferían pelear entre ellos, en lugar en contra del dragón. Eso le dio la oportunidad a la bestia de darle un buen mordisco al gemelo Thorston en las posaderas. Para su suerte, el veneno del Zippleback no era tan fuerte para ser letal, solo provocaba una ponzoña que ardía como los mil demonios.

–¡Duele! ¡Me lleva la…! –gritó el chico rubio como desesperado, mientras salía corriendo de la arena sujetándose sus nalgas con ambas manos.

Habría sido un espectáculo digno de disfrutar, si no fuera porque el dragón que continuó con su arremetida, arrastrando a Snotlout hacia el humo y empujaba a un lado Astrid y Ruffnut con su un movimiento de su cola. Al final, solo los únicos que quedaron en pie para continuar, eran Hiccup y Fishlegs.

–Cabeza equivocada –comentó el muchacho regordete una vez que consiguió empapar una de las testas, y antes de saliera corriendo por su vida.

O tal vez solo Hiccup.

Todos ya podían imaginarse la perdición del joven gemelo pecoso con tal seguridad, que tanto Gobber como Astrid y Ruffnut (quienes aún podían ponerse en pie) se lanzaron en su ayuda, cuando Hiccup falló patéticamente en su intento de empapar la cabeza restante del dragón.

Cuál fue su sorpresa, cuando vieron a la bestia de más de tres metros de largo retroceder atemorizado como un ratón ante el raquítico chico Haddock.

–¡Atrás! ¡No me vuelvas hacerme repetirlo! –lo amenazaba el Hiccup moviendo sus manos como si empujara una pared invisible entre él y el dragón. Éste, acatando a sus mandatos, continuó retrocediendo hasta quedar apretujado en uno de los rincones de su jaula –. ¡Y quédate ahí! –sentenció el chico lanzando dentro de la celda, la anguila que colgaba de su hombro y debajo de su chaleco, provocando otro acceso de terror en el pobre animal que intentaba fusionarse con la pared de piedra detrás de él.

Hiccup cerró las puertas de la jaula con un sonoro "Bong" que retumbó en la acallada arena de entrenamiento. Cuando se volvió hacia el resto de la clase y su mentor de años, Hiccup deseó poder capturar la expresión estupefacta de sus rostros por el resto de su vida.

–¿Eso es todo? –comentó limpiándose de las manos la baba de la anguila en su chaleco de piel de oso –. Bueno, yo… me tengo que ir –agregó de último antes de caminar con paso acelerado hasta la entrada de la arena y tratando de no hacer contacto visual del resto de sus compañeros, que cuyos ojos lo seguían como autómatas debido a la falta de razonamiento que les había provocado la fuerte impresión.

¿Qué? ¿Cómo…? Había… ¿Cómo fue posible…? ¿Qué?

Hiccup aceleró el paso los últimos metros antes de quedar completamente fuera de la vista de Gobber y los demás chicos de su generación. Estaba a punto de salir corriendo en dirección al bosque cuando unas manos lo empujaron a su espalda casi haciéndolo perder el equilibrio.

Al presenciar la irreal presentación de su hermano, Honey podía apostar una mano o un pie, a que éste debió haber hecho trampa para conseguirlo; luego recordó como le había platicado la reacción de Toothless ante anguila comprendiéndolo todo. Dejo a Gothi sola en el mirador y alcanzó a su hermano mucho antes que se desapareciera por el puente que conectaba la arena con la aldea.

–¿Qué te pasa? –se quejo el muchacho enfrentando a su hermana gemela que lo desafiaba con una sonrisa.

–Eso muy sucio, Hiccup –dijo Honey muy apenas conteniéndose la risa.

–No tengo idea de que hablas –respondió él tratando de aparentar seriedad, pero fácilmente era contagiado por humor de su hermana.

–No puedo creer que usaras la anguila.

–Yo no puedo creer que haya funcionado.

–¿Vistes la cara que pusieron?

–¿Viste como reaccionó el dragón?

–¡Fue increíble!

–¡Definitivamente! –dijo el muchacho con júbilo posando su manos en sus caderas altivamente –. Hemos descubierto una forma efectiva de asustar a los dragones.

–Tenía tanto pánico a la anguila que… –comenzó a decir Honey continuando con su buen humor, cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir y que implicaba. Miró con preocupación sobre su hombro en dirección a la arena, antes de volverse a su hermano con una mirada angustiada.

Hiccup entendió de inmediato el porqué de su expresión y terminó las palabras que estuvo por decir:

–Que quedo atrapado en la jaula con ella.

Los chicos intercambiaron algunas miradas preocupadas antes de volverse una vez más a la entrada de la arena, donde podían distinguir las puertas pesadas de madera que contenía al pobre zippleback dentro de su prisión con el mayor terror para los dragones.

–Uh oh.


–¡¿Qué carajos fue todo eso?! –bramó Snotlout sin poder creer lo que había visto con sus dos ojos –. ¡¿Alguien me podía explicar que sucedió?!

Después de los largos minutos que permanecieron pasmados los jóvenes aprendices de guerreros, y Gobber declarara el entrenamiento del día terminado, los chicos regresaron a la aldea por el largo puente que conectaba con la arena, discutiendo acaloradamente lo acababa de suceder.

–Te comprendo –dijo a su lado Tuffnut algo arqueado y con el trasero adolorido en alto –. Quién diría que ese escuálido intento de vikingo pudiera hacer eso.

–Fuera lo que fuera –agregó Ruffnut con una leve sonrisa –. Eso fue de puta madre.

–¡Tiene que ser una mentira! –insistió Snotlout sacudiendo sus brazos sobre su casco –. ¡Una ilusión! ¡Magia de hadas! ¡Brujería!

Para el joven vikingo no tenía la menor coherencia que un chico tan fracasado como Hiccup lo hubiera superado en un entrenamiento, cuando él, Snotlout Jorgenson era el ejemplo clásico del adolecente vikingo y futuro guerrero Hooligan: era tosco y bruto, fuerte y lleno de energía, peludo y con mal olor; nadie podía superarlo, mucho menos su escuálido y más joven primo.

–O tal vez estás perdiendo la chaveta –comentó Tuffnut con una leve risita malvada, mientras se frotaba las nalgas con una de las manos.

–Sí, yo voto a que Snotlout se está volviendo loco –opinó su gemela alzando la mano y sonriendo para sí.

En realidad a los gemelos Thorston no les afectaba en los mas mínimo el acto increíble que había realizado Hiccup en la arena; fuera bueno o malo en el entrenamiento, ellos lo trataría exactamente como siempre y como al resto de las personas, sacándolo de quicio con sus contantes bromas. Solo sí el muchacho pecoso encontraba la manera de causar más destrucción o explosiones, cambiarían su opinión. Estarían agradecidos hasta la otra vida con él.

–Eso fue sorprendente –dijo Fishlegs sin dirigirse a nadie en particular –, pero… muy irreal –agregó volviendo su rostro sobre su hombro, en dirección de Astrid, quien caminaba despacio detrás de él.

Desde lo sucedido en la arena, la joven chica rubia se había quedado muy seria y completamente callada. Al igual que los otros, la forma en que actuó Hiccup y el dragón fue demasiado impactante y chocante. Aunque Astrid no sintiera el mismo desprecio que tenían otros hacia el muchacho, y hasta en cierto punto él le agradaba, era completamente consiente que gemelo pecoso no era materia prima para un guerrero Hooligan y mucho menos un mata-dragones. No importaba cuantas vueltas le daba en su cabeza, no encontraba sentido a lo que sus ojos azules acababan de ver.

–Debió de hacer trampa –maculó Snotlout en voz baja con un leve gruñido, insistiendo en su incredulidad antes los actos de Hiccup.

–Bueno, recuerden lo que dijo Gobber sobre zippleback –puntualizó Fishlegs haciendo memoria –, que ya no es como antes. Podía estar solo actuando raro y nada tendría que ver con Hiccup.

No era porque el chico regordete tuviera algo en contra de gemelo Haddock, solo que al igual que los demás quería encontrarle razón a lo que había visto, ya que era algo tan fuera de lo normal. En el caso de no ser así, entraría en discusión lo paranormal, a lo que los vikingos eran muy supersticiosos: como la magia y hechicería. Y pensándolo bien, lo cual podía ser mucho más probable a que Hiccup fuera un verdadero mata-dragones. Fishlegs sentía verdadera curiosidad por entender que había pasado, incluso sentía la tentación de preguntarle directamente al chico pecoso, pero su propia timidez se lo impedía; al final de cuentas, ya no era tan buen amigo de Hiccup como antes.

–¡Eso tiene que ser! –aceptó Snotlout con una sonrisa descarada –. ¡No tuvo nada que ver con lo que hizo Hiccup, es solamente que el cerebro del dragón se volvió un maldito vegetal! ¡Eso debe ser! –añadió con seguridad descartando su propia inquietud.

El resto de los jóvenes compartieron una leve sonrisa culposa con el chico moreno mientras terminaban el trayecto por el largo puente, ya que al final de cuantas, el orden de las cosas indicaban que Hiccup tenía que ser pésimo en todo lo que intentara, y nada de eso podría cambiar.

–Ya verán, en el entrenamiento de mañana todo habrá vuelto a la normalidad.


Esa noche fue una muy húmeda. Las lluvias torrenciales habían pasado y dejado una fría llovizna que continuaba enlodando los caminos de la aldea vikinga de Berk, provocando que las botas de sus habitantes, se llenara de fango y suciedad a como se hundían en el lodo. También les complicaba a los gemelos Haddock escurriese entre las casas y callejones para no ser vistos por los encargados de la guardia nocturna.

De nuevos lo hermano recurrieron a la necesidad de hacer una visita noctámbula a la arena, con la intención de corregir el error de Hiccup de aquella tarde. El muchacho en un principio planeó hacerlo solo, retirar a la anguila y regresar a casa antes de que alguien lo descubriera, pero Honey le sugirió que todo el tiempo que el dragón quedo atrapado con la anguila en su jaula pudo haberse lastimado al asustarse; era mejor que ella lo acompañaría por si las dudas.

De nuevo, corrieron con la suerte de encontrar la arena completamente sola y sin ningún tipo de seguridad en la entrada.

–Ten cuidado cuando abra la puerta –comentó Hiccup a su hermana con las manos en la pesada palanca que controlaba los seguros de las puertas dobles de roble de la jaula –, la última vez que lo dejaron salir provocó una explosión. No sabemos cómo reaccionara ahora.

Honey asintió con la cabeza dando unos pasos hacia atrás y apretando la banda de su bolso con ambas manos.

Usando todo el peso de su cuerpo (que no era mucho), Hiccup logró empujar la palanca provocando que los barrotes que servían como seguros a las puertas se retiraran, dejando que éstas se abrieran levemente. Los hermanos esperaron unos segundos por alguna reacción desde el interior de la jaula, pero nada sucedió. Animándose a mirar por la pequeña rendija que se formó entre las dos enormes puertas, asomaron sus cabezas expectantes por algo que les indicara que sucedía adentro.

La pequeña prisión de piedra estaba completamente sumergida en las sombras y nada parecía habitarla, hasta que de repente escucharon un leve siseo como el de una serpiente. Cuando los ojos de los gemelos se acostumbraron a la oscuridad, estos pudieron distinguir la silueta del dragón de dos cabezas aún aplastado contra la pared contraria. En el suelo, la anguila seguía exactamente donde Hiccup la había lanzado esa misma tarde.

–Lo… lo siento mucho –masculló el chico con pena empujando las puertas para poder entrar a la jaula, el zippleback bufó ante su presencia con ambas cabezas. No estaba para nada feliz con él.

–Debería darte vergüenza, Hiccup –dijo de repente Honey detrás de él con clara indignación en su voz, para luego adelantarse y sin ningún miedo aparente al dragón, tomó la anguila del suelo y se la lanzó a su hermano –. Saca esto de aquí.

Hiccup la miró levemente pasmado por un momento con la morena en manos, pero con una rotunda mirada de su gemela, acató a la orden y lanzó la anguila fuera de la jaula sobre su hombro.

–Listo se fue la fea anguila, ya puedes… –comenzó a decir Honey volviéndose con seguridad hacía el dragón con las manos en su cintura, pero antes que terminara de darse la vuelta, una de las cabezas del zippleback se presionó contra su cuerpo, siseando con suavidad y no con amenaza. Por un leve segundo la gemela se quedo paralizada ante el repentino contacto, pero luego le fue imposible no sonreír –. Vaya, no me esperaba una respuesta tan rápido –comentó la chica a su hermano poniendo ambas manos, una a cada lado, de la cabeza que se frotaba contra ella.

–Creo… que está agradecido –intuyó Hiccup ante el comportamiento de la bestia, aproximándose lentamente tanto a su hermana como al dragón. Éste no le gruñó más, en cambió con su cabeza comenzó a olfatearlo de arriba abajo.

–O agradecida –agregó Honey dando un abrazo a una de las cabezas –. No sabemos exactamente que es –dijo antes de soltar una leve risita que provocó una sacudida en el dragón. Nunca en su vida de cautiverio había oído reír a un humano, a Hiccup le pareció que le gustaba.

El muchacho asintió con la cabeza, antes de extender su mano hacia la otra cabeza del dragón, la cual no tardó nada en entrabar contacto con él.

–¿Me perdonas? –le preguntó el chico completamente arrepentido frotando la nariz del zippleback con su palma. No pudo evitar imaginarse que habría sido si alguien atrapaba a Toothless igualmente con una anguila. Nunca se lo hubiera perdonado.

Debía manejar sus nuevos descubrimientos con cuidado.

Como respuesta a sus caricias, esa cabeza del dragón comenzó a lamerlo indiscriminadamente por todo el cuerpo hasta hacerlo caer al suelo de las cosquillas que le generaba. La otra cabeza se unió al juego y pronto las dos atacaron al chico caído, sin dejarlo ponerse en pie. Honey solo pudo reír ante las carcajadas y suplicas de piedad que soltaba su hermano.


Creo que Hiccup se está dando cuenta que no hay nada que lo haga más feliz en el mundo que los dragones. Y Astrid comienza a admitir que "le agrada Hiccup".

Por cierto, lo que describí de los zipplebacks me lo invente completamente, fue algo que se me ocurrió y se me hizo más interesante biológicamente, que fueran una especie de hermafroditas que se reproduzcan asexualmente. No tiene nada que ver con la descripción real de los zipplebacks de la guía de dragones HTTYD.

Y estoy muy emocionada, y han anunciado la fecha del estreno de la nueva temporada de RTTE en Netflix, es exactamente en un mes.

Bueno, nos vemos el próximo martes.