Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Dones ocultos

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Tuffnut había tenido suficiente. Generalmente, el joven gemelo rubio podía jactarse de tener una buena resistencia al dolor y hasta en cierta forma lo disfrutaba; pero ya habían pasado varios días y sus últimas heridas estaban poniendo a prueba sus límites. La cortada en su brazo y los dientes clavados en su trasero por el zippleback, no cerraban y le causaban mucho, pero mucho dolor. Su cuerpo había logrado eliminar sin problemas la ponzoña del veneno del dragón de su organismo, pero el hecho que las heridas no sanaran comenzaba a preocupar a su hermana.

Temía por una infección, que aquel mundo barbárico, una herida no atendida era una sentencia de muerte.

Pero como todo típico macho vikingo, para Tuffnut el dolor era sobre estimado y su hombría pesaba más que el sufrimiento que lo estaba aquejando. Ruffnut tuvo prácticamente arrastrar a su hermano por la mitad de la aldea hasta la choza de los curanderos en una esquina de Berk, ya que creía no tener la energía necesaria para llevarlo hasta el hogar de Gothi, en uno de los picos más altos de la isla, especialmente con su hermano gimiendo y pataleando.

–¡Quieres… dejar de clavar tus uñas en la tierra! –soltó Ruffnut entre gruñidos sujetando los tobillos de Tuffnut a cada lado de su cintura. Su querido gemelo estaba panza al suelo y tratando de detener el avance clavando sus manos lo más profundo que podía en la tierra húmeda.

–¡No! –gruñó Tuffnut con necedad –. ¡No necesito que vea un curandero, maldita sea, estoy bien! Hasta puedo correr, saltar y danzar como siempre… solo de momento no quiero –aclaró cruzando sus brazos sobre su pecho dándole oportunidad a su hermana de acercarlo un poco más a su objetivo.

–A veces eres… un… verdadero pelmazo –gimió Ruffnut ante el constante esfuerzo. Con sus últimas energías, logró meterlo dentro de la choza antes de soltar indiscriminadamente sus piernas.

–¡Auch! ¡Hey, cuidado! –se quejo Tuff abrazando sus piernas sin levantarse del suelo –. No vez que estoy herido.

–Llorón.

Ruffnut echó un rápido vistazo a la choza buscando a la vieja mujer curandera. El lugar consistía una gran habitación decorada con miles de es estandartes, pieles, huesos y otros artilugios que colgaban de las paredes. Había plantas, hierbas y arbustos secos por todos lados, en el suelo y en las mesas, y el intenso aroma a ungüentos, pasto recién cortado y grasa de yak inundaba el cuarto. Un pedazo grande piel maltratada de algún animal separaba la sala principal del cuarto trasero que servía de almacén.

El lugar estaba completamente solo.

–¡Hola! –llamó la joven rubia incluso con un poco de duda –. ¡¿Hola?!

Estaba por maldecir su suerte e imaginarse a sí misma arrastrar el trasero adolorido Tuff colina arriba hasta la choza de Gothi, cuando de detrás de la cortina salió la pequeña Honey con varios tarros en sus manos.

–Oh –soltó la chica castaña viendo a ambos gemelos en medio de la habitación –. ¿Qué hacen aquí?

–¡¿Qué hacemos nosotros aquí?! ¡¿Qué haces tú aquí?! –contestó sin pensar Tuff aún tirado en el piso, indicado a Honey amenazadoramente con un su dedo índice.

–Aquí trabajo –dijo la chica con desgana. Perdiendo el poco interés que pudo haber tenido por la repentina aparición de los gemelos Thorston; Honey se volvió hacia uno de los atiborrados anaqueles y acomodo uno por uno, los tarros que llevaba en sus manos.

–Estamos buscando a Gothi… –comenzó Ruff cuando fue interrumpida por su hermano.

–Habla por ti…

–¿No se encuentra? –continuó la gemela rubia como si nunca la hubieran detenida.

–No –respondió Honey sin siquiera volverse –, fue a ver a los Stevenson. Al parecer también sufren de la ronchitis roja.

Desde que había comenzado la temporada de lluvias, una fastidiosa enfermedad había caído sobre los Hooligans de Berk; consistía principalmente de una terrible irritación en la piel que adquiría con el tiempo un intenso color rojizo. Las principales molestias era una espantosa comezón por todo el cuerpo.

Ante la falta de su líder, Stoick the Vast, para calmar el auge de la gente, el pánico se había iniciado en los habitantes de la aldea y con el pasos de los días, comenzaban a murmurar que la enfermedad era una maldición de los dioses por dejar partir a sus fieros guerreros a una batalla inútil.

La realidad, era simple paranoia. El sarpullido se debía principalmente al aumento de un hongo en el heno debido a la humedad de las lluvias. Era tan común que sucedía todos los años y Gothi se aseguraba que hubiera suficiente ungüento contra picaduras para la temporada. Solo la histeria de la gente hacía el problema mucho más grande de los que en realidad era.

–Me lleva la chingada –masculló Ruffnut pataleando el suelo –. Muy bien, bro. Voy a arrastrar tu mal oliente trasero hasta los campos de los Stevensons.

–¿No están cerca de donde crecen las zarzas venenosas? –comentó Tuff sin mucha preocupación, mientras su hermana se ponía en posición y comenzaba a carga de nuevo sus tobillos.

Honey los miró sobre su hombro a como Ruff comenzaba a arrastrar el cuerpo de su hermano fuera de la choza poco a poco. Podía notar el cansancio de la pobre gemela rubia y solo podía intuir lo que estaba pasando su hermano. Honey se debatió si debía dejarlos simplemente marcharse; al final de cuentas nadie tomaba en serio sus capacidades curativas, pero aún así se apiadó de ellos y les dijo:

–¿Qué es lo que sucede? Tal vez… yo pueda ayudarles.

Los gemelos Thorston se detuvieron un momento para volverse hacia la chica Haddock, antes de estallar en unas exageradas carcajadas.

–¡¿Tú?! ¡¿Ayudarnos?! –rió Ruff con fuerza sujetándose el vientre y dejando caer las piernas de su hermano.

–¡Auch! ¡Solo si quisiera ponerme peor! –agregó Tuff sacudiéndose en el suelo.

Honey soltó un bufido ante sus burlas y les dio nuevamente la espalda, como si algo muy interesante estuviera en el anaquel junto a ella.

–¡Bien! –dijo sin siquiera verlo, pero marcando su coraje en sus palabras –. ¡A mí que me importa! ¡Ruff puedes arrastrar a Tuffnut todo el camino a la granja de los Stevenson hasta el otro lado de la aldea, para que Gothi atienda la herida que yo misma me ofrecí atender hacer una semana y que él no quiso!

–¡¿Qué?! –soltó Ruff cortando de golpe sus risas, aunque su hermano continuaba destornillándose en el suelo –. ¿Pudieron haberte atendido el brazo hace mucho tiempo? ¡¿Y aquí me tiene como pendeja buscando quien te ayude?! –agregó subiendo gradualmente el tono de su voz –. ¡Hijo de puta! –gruñó la gemela rubia propinándoles varias patadas a su hermano en el suelo.

–¡Auch! ¡Estoy herido! ¡Para! ¡Y es tu mamá también de la que hablas! ¡Auch!

Uno de los golpes de Ruff terminó justo contra la herida que sobresalía de su brazo, el fuerte impacto ocasionó que la costra se soltara y viscoso líquido verde se escurriera de la misma.

–¡Arg! ¡Asco! –gritó la gemela rubia apartándose de un brinco de su hermano –. ¡Carajo, te estás echando a perder!

–La cosa verde no es buena ¿verdad? –comentó Tuff sujetándose el brazo y mirando casi con desesperación a las dos chicas en la choza.

A pesar que los gemelos se habían burlado despiadadamente de ella hacía apenas unos minutos, y realmente no tenía el menor deseo de ayudarlos, Honey hizo tripas el corazón y dejo todo lo que estaba haciendo para hincarse junto a Tuff en el suelo y examinar su herida.

Solo le basto un vistazo para confirmar sus sospechas… se había infectado.

–¡Hey! ¡Chingado, duele! –soltó Tuff mientras trataba de apartar su brazo de las manos de Honey.

–¡Claro que duele, tonto! –dijo chica con tal fuerza que dejo paralizados a ambos gemelos Thorston –. ¡Necesita ser tratada inmediatamente! –agregó poniéndose de pie de un brinco. En un par de pasos, bajo los curiosos ojos de Ruff y Tuff, Honey recorrió toda la choza recolectando el material necesario para sanar la herida de chico.

Una vez que tenía todo en manos, volvió a suelo junto al gemelo Thorston y comenzó a limpiar la herida de con un pedazo de lienzo húmedo. Una leve punzada de dolor provocó que el joven rubio tratara de apartar su brazo nuevamente, pero para aumentar más su sorpresa, Honey lo sujetó con fuerza de codo manteniéndolo en su lugar.

En menos de un minuto, la gemela castaña había limpiado por completo la herida de Tuff y le aplicaba un ungüento especial para adormecer los músculos.

–Wow –se le escapó a Ruff que observaba con detenimiento todo el trabajo de Honey –. ¿Cómo lograste que se viera mucho mejor tan rápido?

–Solo requiere de los cuidados necesario, eso es todo –contestó Honey sin ponerle mucha atención en lo que preparaba una cataplasma.

–¿Y no te da asco?

–He visto y tocado cosas peores.

Una que terminó de preparar la cataplasma, Honey la colocó sobre la herida y para el impactó de Tuff, no le dolió en lo más mínimo.

–No sentí eso –soltó pasando su mirada de su brazo a la chica que comenzaba a vendarlo –. ¿Por qué no me dolió, carajo? ¡¿Qué me hiciste, mujer?! ¡¿Acaso se mastates mi brazo?! –le preguntó con pánico sacudiéndola de los hombros.

–¡No! –dijo Honey quitándose las manos de Tuff de encima –. Es el efecto del ungüento de la rices de Thor. Adormece los músculos y elimina los dolores.

–No sabía que eso se podía hacer con la raíz de Thor –comentó Ruff despistadamente, aunque era sorprendente que supiera algún uso de tal hierba.

–En realidad yo lo descubrí –les informó Honey muy casualmente mientras recogía todo lo que había utilizado del suelo y se levantaba para dejarlo en la mesa más cercana –. Este ungüento es de mi propia invención.

–¿Tú lo hiciste? –insistió Ruffnut sin poder creerlo –. ¡No jodas!

–Quien diría que estos niños Haddock fueran todo un saco de monerías –agregó Tuffnut levantándose también del suelo y sacudiéndose la tierra de sus ropas.

Honey los miró levemente sobre su hombro sin mucho interés, aunque entendía perfectamente a que se referían. Justamente esa misma mañana, en el entrenamiento contra dragones, Gobber había puesto a los chicos de nuevo contra el gronckle y para sorpresa e impacto de todos, Hiccup había logrado detener al dragón levantando solo su puño contra su nariz.

Ante la mirada impresionable de los jóvenes aprendices y la visca del viejo guerrero, el acto del gemelo Haddock pasó como un golpe directo a la nariz del dragón noqueándolo, cuando la realidad había sido otra y menos impresionante.

Honey descubrió casi inmediatamente que era otro de los trucos aprendidos de su hermano en su tiempo con Toothless; al parecer había descubierto un extraño pasto que parecía poseer efectos adormecedores en los dragones. La chica ignoraba los hechos que llevaron a su hermano a tal descubrimiento, ya que Hiccup se negó en revelárselo. Comenzaba a sospechar que él traía algo entre manos, que no quería decirle. Pero Honey estaba segura que pronto lo descubriría.

Por mientras, tenía más interés en conseguirse un poco de tal arbusto para sus experimentos.

–No saben mucho de nosotros ¿verdad? –fue lo único que contestó Honey al respecto haciéndose la misteriosa. Pero su comentario provocó un falso circuito en los cerebros de los gemelos Thorston, cuya expresión se quedo pausada en total confusión.

–Eh…. ¿Es una pregunta capciosa? –balbuceó Tuffnut solo por hablar.

–Olvídenlo –se apresuró en agregar la chica de cabellera castaña antes de terminara frustrada con las tonterías de los Thorston –. Debes mantener el vendaje al menos tres días, después regresa para cambiarlo por uno nuevo. Seguiremos el mismo tratamiento hasta sane por completo –le explicó con calma tratando de ser lo más clara posibles, no quería subestimar los impulsos de idiotez de los gemelos rubios –. ¿Hay algo más que pueda hacer por ustedes?

–Bueno… –masculló Ruff lanzándole una mirada al trasero de su hermano.

–Tengo unas mordidas de mierda en el trasero… –explicó Tuff rascándose la nuca provocando que se ladeara un poco su casco. Pero antes de que terminara su oración, Honey le lanzó un pequeño cuenco sellado con cera, que éste alcanzó a arraparlo antes de que cayera al suelo.

–Eso es para las mordidas –les explicó Honey con una sonrisa picara y sus manos en las cintura –, aplícalo tres veces al día.

–¿Acaso no vas a…?

–He visto muchas cosas feas en esta choza, pero una de esas no será el trasero Tuffnut.


Una horas después, cuando el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y la cena era servida en el gran comedor, los chicos que participaban en el entrenamiento contra dragones, se habían reunidos en una de la mesas más retiradas de la multitud y donde tenía una perfecta vista de su objetivo, los gemelos Haddock, que comían en solitario unos metros aparte de ellos.

–No les creo –comentó Snotlout ante las palabras de los gemelos Thorston pasando la vista de estos, a sus primos en la otra mesa –. Están tratando de tomarnos el pelo.

–Da-ha… –soltó Ruffnut sacudiendo su cabeza –, es la pura verdad.

–Yo hay razón por la que queramos tu pelo –comentó a su vez Tuffnut quien estaba sentado a un lado de su hermana –, es grasoso y lleno de piojos.

Los gemelos rubios no habían perdido ni un segundo en relatarle al resto de su pandilla de amigos todo lo sucedido en su pequeña visita en la choza de los curanderos, ya que aunado al comportamiento que tenía Hiccup en la arena, lo que habían descubierto de su hermana los tenía intrigados.

–¿Pero se dan cuenta de lo que están diciendo? –agregó Astrid cuestionándose el nivel de entendimiento de los gemelos Thorston.

–¿Es que no escuchaste que dije: Da-ah? –gruñó Ruff con la manos en la cintura y dirigiéndose solamente a la chica rubia –. En serio Astrid, te estás quedando sorda.

–Je je je –se burló su hermano –. Sorda.

Astrid no demoró ni un segundo en darle un puñetazo a cada uno en el hombro, aunque tuvo que estirarse sobre la mesa para alcanzarlos.

–Entonces, Honey es quien prepara todos los remedios de Gothi –comentó Fishlegs con interés y curiosidad ante tal revelación. Todos en Berk conocían las capacidades curativas de la anciana curandera y descubrir que parte de esa gloria era a causa de la Honey Haddock era todo un descubrimiento inesperado.

–Al menos es lo que ella nos dijo –aclaró Ruff encogiendo los hombros; por su parte el interés que ella tenía sobre la gemela pecosa se debía principalmente en como ayudó a Tuffnut –. Honey es una enana y flacucha, pero no parece una sucia mentirosa para engañarnos.

–Además, hizo que mi brazo sanara rápidamente –añadió Tuff sacudiendo su brazos de un lado a otro como si fuera una anguila en el agua –. Es genial ¿verdad? –pero su alegría duro poco, cuando su hermana aprovechó para golpearlo justamente sobre su vendaje –. ¡Auch! ¡No, carajo! –gruñó sujetándose la herida.

–Sin olvidar que en menos de un día –comentó la gemela rubia entre risas –, el trasero de Tuffnut ha mejorado bastante.

–¡Miren! –dijo su hermano subiendo un pie sobre el asiento y comenzado a sacudir su trasero en el aire en lo que realizaba la danza de la victoria.

Astrid, Fishlegs y Snotlout, que se encontraban sentados de otro lado de la mesa simplemente lo observaron con miradas perturbadas y de disgusto, sin saber exactamente como reaccionar ante la recuperación de las posaderas de Tuff.

–Lo patee varias veces antes de venir aquí y como si no tuviera ni madres –continuó Ruff señalando el trasero que se sacudía justo al lado de ella.

–¿Estás diciendo que Honey revisó tu trasero? –dijo de repente Fishlegs tratando de no tener la imagen mental de las posaderas desnudas del gemelo.

–Eh… no –contestó éste terminando su baile –. Pero lo que me dio funcionó de puta madre –agregó encogiendo los hombros.

–Además, si Stoick se enteraba que su hija vio tu trasero desnudo –explicó Astrid sin poder evitar que una sonrisa picara se dibujara en sus labios –, es probable que te lo cortara y lo exhibiera en la pared como advertencia.

Todo mundo sabía exactamente lo sobre protector que era Stoick the Vast sobre sus hijos, y especialmente del contacto con pequeña y única niña.

–Es un alivio –dijo el gemelo rubio secándose el sudor de la frente –. Estoy muy encariñado con él, aunque estoy seguro que sería un perfecto ornamento decorativo –añadió complacido consigo mismo.

–Wow. Eso quiere decir que también Honey tiene sus secretos –comentó Fishlegs cambiando sutilmente el tema.

–¿Secretos? ¿Cuáles secretos? –soltó Snotlout plantándose contra el chico regordete y dando unas manotadas sobre la mesa, haciendo sacudir los platos sobre ésta –. ¡No hay nada de sorprendente en lo que han hecho!

–Tienes que admitir que lo hace Hiccup en la arena ha sido de puta madre –dijo Ruff.

–Y en tus propias palabras aseguraste que era solo un golpe de suerte –agregó Astrid.

–¡Sé lo que dije! –gruñó el muchacho fornido cruzando sus brazos sobre su pecho –. No necesitas recordármelo.

Todo el asunto de Hiccup mejorando notablemente en la arena especialmente, más que él, estaba comenzando a sacar a Snotlout de quicio. Él prefería que sus primos fueran los mismos patéticos e inútiles chicos con lo que siempre se sintió superior, no esta repentina versión de ellos como talentos ocultos.

Pero no se le podía culpar de todo eso a Snotlout, parte la tenía la tenía su padre. Spitelout era medio hermano por lado materno del jefe Stoick, su parentesco en sangre los vinculaba como familia, pero no en herencias. Solo Stoick era hijo del jefe y líder Escardio "The big and brute bear", por lo tanto su línea familiar era la única que contaba para heredar el trono de Berk.

Eso dejaba a Spitelout, y también a Snotlout, lejos pero al mismo tiempo cerca de tal honor. Era por ello, que Spitelout como cabeza de la familia Jorgenson, se había asegurado de volver a su clan el más fuerte y respetado de todo Berk. De ahí provenía la fanfarronería y altivez del joven Snotlout.

–¿Tu qué opinas, Astrid? –dijo Fishlegs volviéndose a la chica a un lado de él.

La joven rubia captó por completo su pregunta pero aún así eludió su mirada. Astrid aún no estaba segura de cómo sentirse con este nuevo descubrimiento sobre Hiccup. El chico dulce e inocente pero completamente inútil era la cara normal que ella conocía de él y de la que estaba acostumbrada; el saber que tuviera un talento oculto para enfrentar a los dragones la hacía sentir un poco…

–Creo que hay algo más… más de lo que estamos viendo –dijo casi en susurro.

–Alguien esta celosa… –soltó Tuffnut en burla, adivinando las dudas en el corazón de Astrid –. ¡Auch! –agregó inmediatamente ante el fuerte puñetazo que la rubia le propinó indiscriminadamente –. ¡El brazo, Astrid!

–Si aprendieras a cerrar tu bocota, imbécil.

–Tal vez… –balbuceó Snotlout rascándose las cines – sea todo un truco…

–¿Y si el truco ha sido engañarnos todo estos años de que eran un par de ineptos, cuando en realidad son dos mentes brillantes con talentos incomprendidos esperando el momento para deslumbrar? –comentó Tuffnut con suspenso dejando pasmado a los demás chicos en la mesa.

–¿Has bebido hidromiel? ¿Verdad? –dijo Astrid perdiendo la paciencia.

–Tal vez Tuffnut tenga razón –añadió Fishlegs teniendo una idea –. Chicos, que tal si en realidad son dones…

–Solo hay una manera de averiguarlo –fue interrumpido por Snotlout quien no pudo soportarlo más.

Se levantó de su asiento y seguido solamente por Tuffnut y Ruffnut, caminó hasta la mesa donde comían en solitario sus primos, uno junto al otro, en el típico silencio de no ser notados por nadie.

–¡Hiccup, Honey! –dijo Tuffnut siendo el primero en llegar hasta su mesa –. ¿No están ocupados estos asientos? –y sin esperar respuesta se sentó justo a un lado de Hiccup, en lo que Ruff lo hacía junto a Honey. Snotlout tomó el sentó frente a todos.

–No… –alcanzó a balbucear Hiccup sorprendido, en los que los tres chicos recién llegados clavaban sus miradas en ellos y le sonreían muy extrañamente.

–Perfecto… –añadió Ruff alargando más su sonrisa.

Malos recueros vinieron a la mente de los gemelos Haddock, donde tal comportamiento de los gemelos Thorston o de Snotlout presagiaba alguna broma pesada.

–¿Eh? ¿Qué están haciendo? –comentó Hiccup dejando sus alimentos.

–Duh –dijo Ruff –. Acompañándolos.

–¿Por qué? –soltó Honey a la defensiva.

–¡Hey, somos amigos! ¡Y lo amigo se hacen compañía!

–No.

–La verdad es que hemos descubierto su treta –soltó de repente Tuffnut pasando un brazo sobre los hombros de Hiccup.

En horror, el muchacho pecoso cambió una miradas con su hermana antes de mascullar todo nervioso:

–¿Treta? ¿Cuál treta?

–La que han realizado todos estos años –añadió Tuff –. ¿Pesaron que no nos daríamos cuenta? Creyeron mal, nuestros ojos los están vigilando…

–¿Eh…?

–Wow, son buenos.

–¡Ya fueron suficiente bazofias! –interrumpió Snotlout perdiendo la paciencia –. ¡Más vale que digan con un carajo…! –dio de nuevo un fuerte golpe contra la mesa provocando que parte de la sopa cebolla de Hiccup salpica su túnica.

El chico moreno se detuvo de golpe, en lo que la mirada de los demás adolecentes en la mesa se posaban solamente en las gotas de sopa en la ropa de Hiccup.

–Uhhhhhh… –murmuró Tuff –. Eso es un reto.

–¿Reto? ¿Reto de qué? –se apresuró a preguntar Hiccup mirando en todas direcciones.

–Sino lo aceptas eren una gallina –dijo Ruff confundiendo aún más a los gemelos Haddock.

–En el nombre Thor ¿De qué están hablando? –soltó Honey sin comprender.

–No hay vuelta atrás, joven Hiccup debes enfrentar tu destino…

–¿Destino? ¿Cuál destino?

–No te preocupes yo te ayudo –sentenció de ultimo Tuff, tomando la cuchara del palto del muchacho y usándola como catapulta para lanzar una descarga de sopa contra el rostro de Snotlout.

Como si el tiempo se detuviera, todos los de aquella en la mesa y las contiguas, contuvieron el aliento en lo que se imaginaba que estaba a punto de suceder. Snotlout se levantó de su puesto, apretando los puños antes de soltar un alto grito que cubrió todo el gran salón:

–¡PELEA DE COMIDA!

La locura se desató. En menos de treinta minutos, la más furiosa y desenfrenada batalla de comida se apodero de todos los comensales del gran comedor. Nadie estuvo exento de recibir un buen pedazo guiso contra el rostro o una barra de pan contra la cabeza. Aquellos que no fueron golpeados con piernas de pollos o pedazos de Yak fueron los más afortunados. El viejo Mildew trató de detener el enfrentamiento con sus contantes peroratas, pero los gemelos Thorston se aseguraron de callarlo dejándole caer un caldero sobre su cabeza. Como lo lograron, nadie los sabe.

Y tan repentinamente como inició, el enfrentamiento acabo. Las puertas del gran salón se abrieron de par en par, en lo que los vikingos comenzaron a salir cubiertos de pies a cabeza de comida, pero riendo como dementes.

Fishlegs fue el primero de los chicos en aparecer de las puertas, completamiento cubierto de un aderezo en salsa de Yak.

–Quien diría Fishlegs, que el Yak combinaría con tus ojos –dijeron lo gemelos Thorston saliendo detrás de él y riendo a carcajadas, en lo que se sacudían la harina del cuerpo.

El chico regordete soltó un gran suspiro antes comenzar a descender las largas escaleras. Poco después, Astrid salió del gran salón con el cabello cubierto de pastel de manzana.

–¡Juro que cuando descubra al hijo de puta que se atrevió…! –gruñía furiosa para sí en lo que siguió a Fishlegs escaleras abajo hacia la aldea.

Unos instantes después, Hiccup y Honey hicieron su aparición por las puertas, el muchacho con diferentes manchas de alimentos y una barra de pan que sobresalía del cuello de la túnica; mientras su hermana tenía varias piezas de pollo en el cabello y las manos cubiertas de pastel de manzana.

–De acuerdo –dijo Hiccup dejando caer sus brazos a sus costados –. No tengo idea de que acaba de pasar.

– Yo tampoco –contestó su hermana chupándose los dedos –, pero los pasteles de manzana estaban muy deliciosos.

Snotlout apreció de último, con un cuenco con sopa de cebolla como casco sobre su cabeza. De la nada, puso sus brazos sobre los hombros de sus primos, quienes sus rodillas se doblaron ante el peso de su cuerpo.

–¡Vaya eso fue grandioso! –dijo con una gran sonrisa.

–¿En serio? –comentó Hiccup sin poder creer lo que sus oídos estaban escuchando.

En cambio, Honey lo miraba con recelo.

–Hiccup para ser un escuálido y patético bicho, eso no estuvo nada mal –agregó de ultimo Snotlout recogiendo sus brazos y comenzando a descender las escaleras.

–Por todos los dioses, Snotlout… –masculló el gemelo pecoso sin saber cómo responder ante eso – gracias… creo.

–No vemos mañana en la arena –se despidió el muchacho moreno antes de dejar a los hermanos completamente solos en la entrada al gran salón.

–¿Qué rayos fue todo eso? –volvió preguntar Hiccup después de unos minutos de completa estupefacción.

–Creo… –le respondió Honey no muy convencida – que acabamos de convivir con chicos de nuestra edad…


Muy bien, este es un capitulo largo, pero se debe a que hay mucho dialogo. No se acostumbren, no todos serán así.

Por cierto, en estos días salieron las impresiones de mis tesis de maestría y la dedicatoria es para todos mis lectores de TODO lo que he escrito en mi vida. Son ustedes los que me animan a esforzarme cada vez más. Gracias. Si quieren verla, agregaré una foto en mi galería de Deviant.

Estos capítulos a continuación serán sobre cómo se llevara la interacción de chicos con Hiccup y Honey, hasta que llega Stoick y lo arruine todo.

Y gracias a Mercenary Hashashin por prestarme el nombre de Escardio.

Bueno, gracias por leer y comentar, hasta la próxima (martes).