Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Más allá del bosque y el viento
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Con el paso de los días, Astrid iba perdiendo cada vez más su temple. No había hora en que no estuviera enojada o frustrada, y empeoraba rápidamente. La razón de su pésimo humor era una persona en particular, una de poco peso y tamaño, de rostro pecoso y de bellos ojos verdes, pero a pesar de ello la había dejaba en ridículo en el entrenamiento contra los dragones.
Ya habían pasado varios días desde la repentina mejora de Hiccup en las practicas y desde entonces no existía momento que el chico no estuviera presente en la mente de Astrid; la mayoría del tiempo de manera negativa.
Astrid, como todo vikingo, era orgullosa y altanera, y por al ser adolecente que sentía la necesidad de probar su valía a los demás. Pero lo peor aún, era un Hofferson uno de los clanes más gallardos y osados del todo el archipiélago barbárico, que justamente estaba pasando por una muy mala racha de rumores y calumnias. Era por ello que Astrid sentía… o más bien que era su obligación, convertirse en la mejor en todo lo que se propusiera: doncella guerrera como su madre, soldado vikingo como su padre y una mata dragones como su tío.
Así que ante los ojos de tan orgullosa jovencita, Hiccup estaba arruinando sus planes y su vida, y por ello lo odiaba con todo su corazón. O al menos eso quería.
En la mente de Astrid no cabía motivo ni razón de cómo un inútil como el gemelo pecoso se convirtió de la noche a la mañana en un excelente guerrero mata dragones. Por la aldea se rumoraba que el muchacho debía tener poderes especiales que habían estado dormidos toda su vida. Astrid pensaba que esos rumores eran pura mierda.
Hiccup siempre fue un inútil y lo sería por el resto de su vida.
Algo más estaba sucediendo y ella lo descubriría, volviéndose su propósito y objetivo.
Pero a pesar de sus sentimientos, juventud y deseos, había mucho más detrás del comportamiento de Astrid, incluso lo que había definido su vida en los últimos cinco años de su vida: la muerte deshonrosa de su tío Finn. Ese fatídico suceso que había marcado su vida, su personalidad, sus decisiones y el futuro de su familia para siempre. Y Astrid estaba decidida a enmendarlo.
Pero no le resultaba sencillo, cuando sus esfuerzos eran opacados por el enclenque muchacho que la superaba fácilmente, a pesar de que no era capaz de levantar un hacha con una sola mano.
Y hablando de hachas, Astrid no tuvo más alternativa que liberar su frustración contra la corteza de algunos inocentes arboles que sufrían el enviste de su arma favorita. No encontraba otra forma con la cual tranquilizarse; incluso su tío Fenrir parecía extrañado con su conducta agresiva y furiosa. Sola en el bosque, Astrid podía dejar salir el espíritu combativo vikingo que vivía dentro de ella y la sangre orgullosa de guerrero que era bombeada por su corazón.
Aún así, su cerebro la traicionaba con terribles recuerdos del éxito apabullante de Hiccup. Dragón que se enfrentaba, terminaba a sus pies. ¡Y no tenía a menor idea como lo lograba! Por un segundo, el muchacho parecía el mismo renacuajo tímido de siempre y en el segundo que clavaba de nuevo la vista en él, ya había aclamado la victoria.
Mientras arrojaba su hacha una y otra vez contra el troco de un árbol, no pudo evitar oír de nuevo las palabras de Tuffnut, como si la susurrara de sus sucios labios a su oído:
–"Es mucho mejor de lo que tú"
–¡Nadie es mejor que yo! –gruñó la chica para sí arrojando una y otra vez su arma y acertando en su objetivo con un precisión casi divina. Pero no era suficiente… o al menos para Astrid.
Su vida, su futuro, el destino de su familia dependía de que fuera la mejor… ¡Y por nada en el mundo, Asgard, Valhala o el Helhiem quedaría de segundona después de Hiccup Haddock III! ¡Ni siquiera podía creer que por un momento pensó que era lindo!
Astrid dio un par de maromas más por el suelo y con cada movimientos lazó con una precisión de milímetros su hacha al centro de su blanco; continuando así por horas, solo con la intención de quedar agotada y no poder pensar más en el rostro pecoso de…
–¡Hiccup!
Astrid se detuvo en seco al escuchar el gritó de Honey. Con el hacha alto sobre su cabeza, la joven rubia miró atónita a los dos gemelos Haddock que se interpusieron en su camino y por casi un segundo, pudo haber partido la cabeza de su escuálido rival en dos.
Ante la sorpresa de encontrarse de tal manera en el bosque, los tres muchachos se miraron los unos a los otros esperando algún tipo de respuesta, o quién sería el primero en hacer el primer movimiento. Hiccup fue el que sucumbió ante la presión de la mirada intensa de Astrid, y asiendo una mueca con la boca, salió corriendo entre los árboles. Honey lo vio marchar por unos segundos, para luego seguirle despavorida antes de que Astrid se animara a bajar su hacha.
Para el momento en que la joven rubia reaccionó, ambos gemelos ya habían logrado escabullirse entre los árboles y arbustos del espeso bosque de la isla. Astrid no podía creer lo rápido que les perdió la pista, ella era muy buena rastreadora y ellos en cambio, no eran ningunos velocistas… o atletas... o excursionistas… ¡O algo!
Maldiciendo para sus adentros, la chica no pudo evitar preguntarse: ¿Qué estaban haciendo en el bosque? Y ¿Qué era eso que cargaba Hiccup consigo? ¿Adónde iban cuando desaparecían siempre en las tardes? ¿Tendría que ver con el mágico mejoramiento de Hiccup en el entrenamiento? ¿Estaría entrenando con alguien? Y ¿Por qué precisamente en el bosque?
Una odiosa vocecita en su cabeza le sugirió que tal vez los rumores que tanto detestaba escuchar en la aldea, probablemente tenían un poco de veracidad y si había algo mágico o misterioso en lo gemelos Haddock.
Astrid sacudió su cabeza como si pudiera sacarse tal idea de la misma. Desde niña aprendió que las hadas y los gnomos no existían, y que los susodichos dones de los dioses eran simples supersticiones y el destino lo formaba cada uno con sus decisiones y esfuerzos. Rezar a los dioses nunca servía de nada… si hubiera sido así, habrían escuchados sus largas plegarias por el regreso de su padre o de su tío.
No, Hiccup se tría algo entre manos y ella lo descubriría, cueste los que cueste.
–Huy… –musitó Honey mirando sobre su hombro mientras trataba de recobrar el aliento por la larga carrera que efectuó junto con su hermano – casi nos descubre.
–Sí, estuvo muy cerca –dijo el muchacho recargando su espalda contra una de las rocas de la ensenada que había sido muy útil para ocultar su rastro de Astrid.
Ambos hermanos se tomaron un par de minutos para recupera sus energías, antes de retomar el largo camino que llevaba al fondo del bosque y al escondite de Toothless.
–¿No crees Hiccup, que alguien podría descubrirnos tarde o temprano? –preguntó de repente Honey ante la duda que se formó en su cabeza; siguiendo de cerca los pasos de su hermano.
–No lo creo –dijo el muchacho con gran seguridad que causó algo de desconfianza en su gemela –. Ni siquiera los cuervos de Odin nos encontrarían aquí.
–Que por cierto, hablando de cuervos –agregó la chica cambiando de tema –, me pareció ver un par posados en la ventana del cuarto esta mañana.
–Honey, tú siempre estás viendo cuervos en todos lados –soltó Hiccup girando sus ojos con fastidio ante el tema tan viejo e inútil de conversación.
–¡No es cierto!
–Sí, sí lo es.
–No.
–¡Que sí!
–¡Te digo que no!
Su improductiva e infantil riña continuó durante el camino restante hasta la ensenada de Toothless. El dragón dio brincos de alegría cuando los vio descender hasta el pequeño riachuelo; aquel día en particular se habían demorado más de lo normal en su visita y Toothless había comenzado a sentirse solitario.
Pero había un importante motivo para su retraso, justamente habían estado realizando los últimos arreglos a la silla de montar y la aleta que ayudaría al dragón negro emprender el vuelo, y Hiccup esperaba que ese fuera el diseño definitivo con el que finalmente lo conseguirían.
Los ensayaos y errores habían sido desastrosos, bastante informativo y en ocasiones dolorosos por las constantes calidad y aterrizajes forzados; pero gracias a ello, el muchacho había logrado diseñar la perfecta silla, los arneses más cómodos y resistentes, la cola más aerodinámica y un dispositivo de seguridad que evitaría una caída no programada durante el vuelo
Esa tarde en particular, Hiccup tenía intención de probar su invención, y descubrir si el pedal que había integrado para ayudar a Toothless a volar funcionaría según lo planeado. El gemelo no perdió un instante, a pesar de la insistencia de dragón para que jugara con él, extendió por el suelo el equipamiento que iría sobre el Toothless, las sogas que conectaba todo el sistema y se colocó encima el chaleco de cuero que Honey le había ayudado remendar para mantenerse seguro sobre el dragón.
Tenía todo listo, pero se dio cuenta que aún le faltaba un detalle crítico: poner todo sobre Toothless.
Lo que no se esperaba el muchacho fue con lo que se encontró cuando se volvió sí mismo en busca del reptil de escamas negras. Honey y Toothless estaban a unos metros de distancia de él, en el centro de la ensenada. Su hermana cantaba con gran ánimo su canción favorita mientras danzaba sacudiendo la falda de su túnica de un lado al otro. La gemela pecosa como todo Hooligan adoraba de la danza y el canto, y en la opinión de su hermano no lo hacía nada mal, pero Honey era tan tímida al respecto que rara vez otra persona llegaba a verla bailando u oírla cantando, incluso el mismo padre de ambos. Pero eso no era lo más sorprendente de lo que presenció Hiccup, sino que el compañero de baile de la muchacha era precisamente el dragón de ébano.
¿Lo hemos hecho un habito?
¿Hemos cambiado los hechos?
Ahora, no hay miradas hacia atrás.
Ahora, no hay pasos hacia atrás.
Cuando dices…
Toothless brincaba un lado al otro junto con Honey, sacudiendo levemente las alas y la cola en un intento de imitar sus pasos de baile. En su rostro se denotaba fácilmente su alegría con una gran sonrisa donde eran visibles sus encías desdentadas. El dragón les había dado varias sorpresas en lo que habían aprendido a convivir con él, pero el verlo bailando al son de la canción de Honey era inimaginable. ¿Quién diría que a los feroces reptiles escupe fuego gustaba de la danza y la música?
Pertenecemos a la luz,
Pertenecemos al trueno,
Pertenecemos al sonido de las palabras,
Los dos hemos caído debajo.
Hiccup decidió esperar a que la diversión de su hermana y su dragón mascota terminara, antes de recordarle a ambos porque estaban ahí.
Una vez que consiguieron detener a Toothless el suficiente tiempo para ponerle la silla y el resto del dispositivo, y preparase para la prueba de su ultimo diseño de cola, el ocaso ya caía sobre ellos. Aún así, ambos muchachos y el dragón caminaron colina arriba hasta donde alcanzaron una leve cornisa donde el viento azotaba con fuerza desde el mar.
–Este es un perfecto punto para probarlo –sentenció Hiccup extendiendo su mano hacía el sol que comenzaba a ocultarse en el horizonte, sintiendo la intensidad del viento contra su palma.
–¿Cómo vamos a hacerlo? –preguntó Honey mientras acariciaba suavemente la cabeza de Toothless. El dragón miraba ansioso en todas direcciones esperando el momento para emprender el vuelo.
–Primero debemos probar que el pedal funciona antes de volar alto –explicó Hiccup caminando hasta Toothless y comenzando a atar una soga a sus arneses –. Debo familiarizarme con los cambios de la cola antes de que lo intentemos en serio.
Honey y el dragón asintieron con la cabeza apoyando su idea, ya que ambos estaban esperanzados de emprender pronto el vuelo y regresar a la tierra estable, sanos y salvos.
La prueba inició sin complicaciones. Hiccup montaba a Toothless mientras este se encontraba sujeto por la gruesa cuerda, al muñón olvidado de algún árbol muerto. Mientras, el chico probaba los diferentes efectos que tenía el pedal sobre la cola protética. Con cada uno de sus pedaleos, el leve vuelo de Toothless sobre el pasto era alterado a como la briza del viento extendía sus alas.
Honey permaneció en tierra frente a ellos capturando en papel las indicaciones de su hermano gemelos, sobre lo que iban descubriendo en las habilidades de vuelo de Toothless. Cuando terminaran aquella prueba, tendrían un diseño sencillo y efectivo, que apoyaría a los hermanos a recordar cada uno de los movimientos del pedal.
Estaba por terminar la prueba sin ningún problema, cuando la gruesa cuerda con la que habían atado a Toothless al tronco no soportó más la tención y salió volando ante la fuerza del viento, con su jinete aún sentado sobre su lomo.
–¡Hiccup! –gritó Honey histérica viendo a ambos chocar con los primeros arboles en su camino –. ¡Toothless! –corrió hasta ellos para confirmar que el dragón había logrado girar en el último momento y así evitado que el muchacho fuera aplastado por su gran peso –. ¿Se encuentras bien? –les preguntó su gemela cuando se posó junto a ellos.
–Sí… –musitó Hiccup casi sin aliento tratando de ponerse en pie –eso creooooo… –exclamó a medias cuando Toothless se levantó en su cuatro patas y lo jaló consigo a causa del arnés que los conectaba.
–Déjame ver que sucedió –dijo Honey trepando sobre el lomo del dragón que aturdido sacudía su cabeza –. Uh oh –soltó.
–Uh oh ¿qué? –dijo Hiccup colgando del costado de Toothless.
–El eslabón se ha doblado –dijo su hermana causándoles al muchacho un leve temblor en el cuerpo –. No hay forma de soparlos.
Hola a todos, aquí va otro capítulo.
Yo me imagino que después de todo lo que ha pasado Astrid, ha perdido la fe en los dioses, sigue creyendo en su existencia pero no les dedica alguna plegaria. Y hablando de Astrid, veo que sí se dieron cuenta que fue Honey la que le llenó de pastel el cabello, pero ella no sé percató de ello.
Y bueno, ya se imaginara cual es la parte que sigue, así que les aseguro que con el leve cambio que estoy pensando para la escena, no deberán preocuparse por el rencor que Astrid jura tenerle a Hiccup en este.
Y por último, ¡Qué emoción! ¡Ya solo faltan tres días para la nueva temporada de RTTE! La espero con ansias para ver como acomodo ideas que tengo para esa parte de la historia.
La canción es "we belong" de Pat Benatar
Saludos y hasta el próximo martes.
