Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Orgullo paternal
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Gobber fue el que se hizo cargo de relatarle a Stoick cada mínimo detalle sucedido en la aldea durante su corta ausencia. Desde la visita sorpresa de los Meatheads, la petición de Mogadon para el próximo festival del dios del rayo, el jueves de Thor; el brote de la ronchitis roja entre los habitantes de Berk y la histeria que generó, y por supuesto, la increíble y casi milagrosa mejora de Hiccup en la arena. Claro que en palabras del retirado guerrero, el relato fue increíblemente exagerado y con detalles fantasiosos, pero Stoick estaba tan acostumbrado que sabía diferencia la realidad oculta en la ficción de las palabras de Gobber.
La visita de los Meatheads y la carta de Mogadon requerían su atención, pero no era algo que no pudiera manejar. Simplemente era una petición para que su gente acampara en las costas de Berk, ante la próxima celebración del jueves de Thor para ambas tribus. Era una tradición que tal día se venerara al dios del trueno con competencias de fuerza y destreza. Era una forma de mantener la cooperación y paz entre ellos, además de presumir sus habilidades.
En cuanto a la ronchitis roja, parecía estar bajo control, Gothi tenía años controlando cualquier contingencia, y a Stoick no le sorprendía en lo más mínimo el pánico que pudo haber causado en los vikingos supersticiosos de Berk, quienes eran capaces de comerse hasta sus botas si se les decía que así alejaban la mala suerte.
Pero lo que si lo tenía completamente emocionad, era la increíble éxito de su hijo. En cierta forma, Stoick esperaba regresar y enterarse que Hiccup lo hubiera arruinado todo otra vez, y con suerte no habría terminado herido; se sentía como un padre terrible por pensar eso, pero no podía escapar a la realidad y el historial de desastres que cargaba consigo su vástago.
Pero ni un millón de años se habría imaginado que Hiccup se convertiría en el mejor estudiante del entrenamiento contra dragones. Si alguien se le hubiera comentado unas semanas atrás, Stoick lo habría acusado de loco y mandando al océano por temor a contagiarse de tremenda demencia. Aún así, su hijo… SU HEREDERO, finalmente mostraba el potencial que llevaba en la sangre e iba en buen camino para convertirse en el vikingo que todos deseaban que fuera.
Stoick podía recordar como si fuera apenas ayer cuando lo llevó la primera vez a pescar en hielo, el pequeño niño comenzó a llorar cuando el diminuto pescado que atrapó murió en sus manos. Un par de años después, intentó enseñarle a usar el arco pero el chico nunca pudo tirar de la cuerda con la suficiente fuerza para que la flecha saliera disparada, y en cambio, tuvo la idea de hacer su propia ballesta; para hacer la historia corta, la invención del muchacho explotó en mil pedazos ante la presión y la flecha terminó en el trasero del jefe. Pero fue en una excursión de cacería donde Hiccup se perdió buscando trolls en el bosque cuando finalmente Stoick aceptó que su hijo era diferente. Y a como fue creciendo, era más obvio.
Pero en el fondo sabía que su muchacho tenía algo de vikingo en su ser, incluso su madre (a la que se parecía mucho el chico en personalidad) quien solía ser muy pacifista, no tenía miedo levantar la espada cuando no quedaba otra alternativa. Y sí, su Valka… vaya que luchaba muy bien, incluso llegó a noquearlo en varias ocasiones. Ahora, las esperanzas del jefe cobraban vida al describir que su muchacho… SU HIJO iba por el buen camino.
Su emoción era tal que no deseo esperar más y buscó al chico por toda la aldea, de arriba abajo, y de un lado al otro; pero no lo encontró por ninguna parte.
–No te preocupes Stoick –le aseguró Gobber cuando lo visito por enésima vez en la herrería para preguntar por Hiccup –. Siempre se desaparece por las tardes y no lo culpo, no tiene ni un momento de paz aquí en la aldea con todos sus admiradores.
–No lo entiendo, Gobber –soltó el jefe frutado tallando su frente con sus manos –. Años de no entender nada de ese muchacho, de lo que pasa en su mente o de la mitad de lo que dice, evitando cualquier tipo de conversación con él, y ahora que hay algo de que finalmente podamos hablar, no lo encuentro por ningún lado.
–Estas exagerando –Gobber desestimó sus dudas, sacudiendo su mano de madera en el aire –. Al rato aparece y tendrán el suficiente tiempo para hablar –le dio la espalda a su amigo para tomar un par de herramientas de su mesa de trabajo. Se encontraba muy ocupado con un trabajito inesperado que le solicitó el jefe –. Aunque no dudaría que no quisiera hablar contigo como si hubiera olvidado todo el pasado – comentó en voz baja pero con frías intenciones de ser escuchado por el jefe.
–¿Qué quieres decir con eso?
–¿Yo? Nada. Solo que como tú dices has pasado mucho tiempo ignorando el muchacho, que yo en tú lugar no esperaría tener una relación revivida padre e hijo de la noche a la mañana.
Stoick le dirigió una mirada entre cerrada, mientras procesaba sus palabras. Aunque en una parte de él, la declaración de Gobber dejo su marca en su interior, el fuerte exterior del jefe no dejo que lo afectara.
–En lugar de estar dando tu opinión deberías dedicarte a checar el fogón, que por cierto, esta por extinguirse. Y termina pronto el regalo que te pedí para Hiccup.
El jefe le indicó el horno detrás de él antes de dar media vuelta y alejarse de la herrería, justo cuando Gobber soltaba varias palabrotas al aire.
Aunque nunca lo admitiría, Stoick tomó parte del consejo de su amigo y se retiró al gran comedor para tener una reunión no planeada con el consejo del Berk ante la visita de Meathead y el próximo jueves de Thor; dejaría la búsqueda de su hijo para después, cuando éste se dignara en aparecer.
Pero por alguna razón, sentía que se estaba olvidando de algo más.
Una horas después y de una larga charla inútil con los miembros del consejo, la noche había caído en la isla de Berk, Stoick decidió que había llegado el momento de volver a buscar a su hijo prodigo, que justamente se encontraba solo en su pequeño cuarto privado en la herrería de Gobber.
–¡Papá! –saltó Hiccup de su asiento tan pronto lo vio entrar –. ¡Regresaste! ¿Tan pronto? –agregó provocándole una leve curiosidad a su progenitor. ¿Donde había estado el muchacho todo el día para que nadie le hubiera informado que habían regresado los guerreros de la búsqueda del nido? –. ¿Qué buscas? Gobber no está…
–Te buscaba a ti.
Hiccup actuaba sumamente nervioso, más que de costumbre, y trataba de ocultar todos sus bocetos y dibujos fantasiosos que mantenía sobre su mesa. A Stoick le hubiera llamado más la atención, si no fuera porque se encontraba completamente fascinado con las buenas noticias que recibió en su arribo. Su hijo siguió balbuceando tonterías, pero al jefe y guerrero solo le importaba una cosa.
–¡El mejor de todos los aprendices de la arena! –le exclamó al muchacho que lo miraba claramente confundido –. ¡Odín todo poderoso! ¡Casi tiro la toalla contigo, pero finalmente mis plegarias fueron escuchadas!
–Eh… –balbuceó Hiccup tratando de mostrarse ofendido con la descara sinceridad de su padre.
–Finalmente tenemos algo de qué hablar –comentó Stoick mientras se sentaba en un barril y se acercaba más a Hiccup. En su entusiasmo no se percató de la clara incomodidad que se reflejaba en el muchacho.
A pesar de sus buenas intenciones, el silencio se intensificó entre los dos. Las palabras de Gobber cobraron más fuerza en la memoria del jefe, quien se abrió a la posibilidad de que su hijo requería un poco de espacio. Fue cuando se le ocurrió en intentar romper el hielo con el regalo que Gobber le había ayudado a prepara ante su gran éxito, pero antes de que se lo mostrara a su hijo unos pasos retumbaron dentro de la herrería.
–¡Hiccup! –se escuchó claramente la voz de Honey –. ¡Papá haaaa…! –continuó entrando a toda carrera al pequeño cuarto trasero, pero se detuvo en seco al encontrarse a la gran masa de músculos y vellos faciales que era su padre –. Ya estás aquí.
–Hola Honey –dijo el jefe como autómata lanzándole una mirada sobre su hombro, pero casi inmediatamente una luz se encendió en su cerebro. ¡Era cierto! Tenía otro hijo. ¡Se había olvidado completamente de Honey! –. ¡Honey! –repitió el hombre acelerado levantándose inmediatamente de su asiento, abalizándose sobre su hija para levantarla de suelo en un fuerte abrazo oso. ¿Cómo pudo haberse olvidado de Honey? ¿Y porque no la había visto en todo el día? –. ¿Dónde estabas? No te vi con Gothi –agregó casi como regaño, soltándola tan rápido como la había abrazado.
Por su parte, ambos gemelos quedaron un poco en shock. No solo por la repentina llegada de su padre y las obvias razones que los mantenían nerviosos, sino también el hecho de su comportamiento hacia ambos: ¿Acaso había olvidado que Honey estaba enojada con él antes que se marchara a su búsqueda? ¿Por qué ahora el abrazo? ¿Y por qué solo a ella y no a Hiccup? Eran pequeñeces, pero para los gemelos Haddock que sufrían de la diferencia en tratos por parte de su padre, eso significaba mucho.
–Estaba conmigo –se apresuró a contestar Hiccup aunque técnicamente no era mentira, sino parte de la verdad. La otra parte incluía a un night fury del cual no era conveniente que su padre se enterara de momento.
–Así… –dijo Stoick volviéndose hacia su hijo y lanzándole una mirada asertiva –. ¿Y donde estaban?
–Eh… –balbuceó Hiccup rascándose la nuca, antes da cambiar radicalmente de tema –: ¿No viniste a decirme algo?
–Sí, es cierto –aceptó Stoick recuperando su sonrisa. Acto seguido le entregó a su hijo un bonito casco recién hecho con parte del antiguo peto de su madre –. Para la suerte y tenerla cerca.
–Hey… gracias… por el casco-pecho…–dijo el chico nervioso sin estar muy seguro de querer tocarlo, pero Stoick estaba más que satisfecho con su ofrenda de paz. Ninguno de los dos se dio cuenta que Honey tenía la mirada clavada en ambos –. Bueno, ya se está haciendo tarde –soltó Hiccup con un bostezo fingido esperando que su padre entendiera la indirecta.
Por suerte para él, su progenitor se excusó sumamente feliz y satisfecho con sus dos hijos, antes de dejarlos solos en la herrería.
–En el nombre de Thor ¿que fue todo eso? –preguntó Hiccup sosteniendo su nuevo casco y volviéndose hacia su hermana.
–No me mires, que no tengo idea –dijo ésta aproximándose a él y arrebatándole el casco de la manos –. Al menos a ti que te dio un regalo –agregó con denotado recelo en sus palabras mientras examinaba el objeto.
–Perfecto regalo para protegerme en la arena CUANDO MATE DRAGONES –soltó Hiccup con desdén volviéndose hacia su escritorio y comenzando a ordenar los papeles que había tratado ocultar de la mirada de su padre. Qué suerte tuvo en que él no les pusiera nada de atención.
–Uh-oh –masculló Honey entendiendo el trasfondo del sarcasmo de su hermano.
–Exacto –dijo él –. Y por cierto, hubiera sido muy útil una advertencia más temprano.
–Lo intente. Tan pronto supe que papá estaba aquí, pensé en advertirte. Pero recordé que teníamos todo los libros del viejo Wrinkly tirados por la habitación. Pase primero a casa a esconderlos.
–Es una suerte que no lo haya visto.
–Precisamente. Pero luego recordé que tenía un par aquí, así que…
Ante sus palabras, el muchacho pecoso se volvió hacia las repisas justo detrás de él y encontró exactamente los libros que mencionaba su gemela, debajo de unas partes sueltas de hierro.
–Ni se dio cuenta de que estaban aquí –comentó Hiccup comenzando a retirar los pedazos de metal uno por uno –. Estaba más emocionado por cómo me va en la arena, como para darse cuenta de algo –el chico soltó un leve suspiro –. No sé que es peor, que no pueda darse cuenta de lo que hay a mí alrededor o que solo muestre interés en mí porque piensa que soy un futuro mata-dragones.
Antes de que Honey pudiera compartirle alguna palabra consoladora o de simpatía, varios de los hierros cayeron estrepitosamente de las manos de Hiccup, y con ellos, los libros del anaquel.
–Rayos.
–Normalmente te diría que aceptes a papá tal cual es y no esperes más de su parte –le dijo Honey agachándose para ayudarle a recoger los libros –, pero sinceramente estamos en graves problemas si esto de la estafa de los dragones continua, y sobre todo ¿Qué vamos a hacer con Toothless?
Hiccup dejo su mirada clavada en sus pies, mientras en su cabeza meditaba las palabras de su hermana. Ya era un tema que habían discutido varias veces y le habían postergado una solución ante la escusa de que podían manejarlo. Pero poco a poco, la situación estaba empeorando y con su padre en Berk, tenían que encontrar una forma rápido de mitigar los daños. Aunque eso significara dejar que Toothless se marchara.
Hiccup no quería eso. Había tomado demasiado cariño a esa bestia escamosa para simplemente despedirse de ella. Pero si éste se quedaba, corría el riesgo que fuera descubierto y que lo mataran a él y que al muchacho lo desterraran. Al menos Hiccup se consolaba levemente pensando que podría conseguir algo de amnistía para Honey, si él tomaba toda la responsabilidad de lo sucedido.
–Hiccup ¿qué es esto? –dijo de repente Honey sacándolo de sus pensamientos.
El chico se volvió a su gemela que comenzaba a extender un pedazo de pergamino que encontraba doblado en varias partes.
–¿Cayó de uno de los libros? –preguntó Hiccup acercándose a Honey para ver el contenido del papel sobre su hombro.
–Sí, de éste – indicó la chica el libro con el título "Engaños y secretos, la guía para del misterio" –. Parece una especie de poema –dijo Honey comenzado a leerlo en voz alta –. Se llama el "El ultimo héroe vikingo".
–Nunca lo había oído.
–Yo tampoco y no parece pertenecer a este libro –explicó Honey indicado el pie de página que mostraba el número diez y la diferencia de material con que estaba hecho –. ¿Por qué el viejo Wrinkly lo habrá dejado dentro de este libro?
–Tal vez le gustaba. O lo más probable es que ya estaba mucho antes de que lo robara el libro de la biblioteca.
A pesar de la respuesta sencilla de su hermano, Honey no quedo satisfecha con eso. Sentía que había algo más con esa hoja de papel en sus manos. Pero la chica no tuvo más tiempo para meditarlo cuando un fuerte gruñido proveniente del exterior de la herrería puso a ambos hermanos en alerta.
La alarma sonó en la aldea a como sus habitantes se lanzaba a las armas de su hogares en aquella noche estrellada. Era la primera vez, desde que había iniciado la temporada de lluvia, en que el cielo se encontraba completamente despejado, y los dragones lo aprovecharon para arrasar nuevamente el poblado de Berk en busca de más alimento. Fue cuestión de tiempo para que un par de casas comenzaran a arder bajo el fuego de las bestias voladoras y que los animales se alteraran de solo al escuchar los rugidos que sobrepasaban a los alaridos de los vikingos furiosos en tierra.
–¡¿Cuántos son?! –preguntó Stoick a Spitelout al juntarse con todos su guerreros en el centro de la aldea.
–Son solo cinco nightmares –soltó el hombre de cabellera negra haciendo girar su mazo en su manos, como si el numero de dragones no fuera la gran cosa.
Una llamarada de fuego pronto detonó a un lado de los guerreros prendiendo en llamas una carreta. Los guerreros recién llegados se exaltaron. Después de la derrota y fracaso de su último viaje, lo vikingos estaban ansiosos de cambiar el marcador a su favor, y ese ataque llegaba en el momento justo.
–Cinco, diez o mil ¡Eso no lo hace menos divertido! –comentó Tuffnut padre antes de levantar su hacha sobre su cabeza y lanzarse a la batalla. Pronto los demás guerreros se le unieron en un grito ensordecedor dirigido por su gran y fuerte líder.
Mientras los adultos trataban de contener la situación, los jóvenes aprendices se agruparon alrededor su mentor en la herrería esperando órdenes.
–A llegado el momento que prueben lo que han aprendido –sentenció Gobber sin ponerles mucha atención a los sietes chicos que se reunieron junto a él, mientras éste se ajustaba una afilada espada postiza en su muñón –. ¡Manténganse juntos y no se alejen de los guerreros! ¡Y Honey ponte a cubierto! –les dio las últimas instrucciones antes de arrojarse a la batalla
–Estaba bromeando ¿verdad? –soltó Fishlegs temeroso sujetando con ambas manos su pequeña daga.
–¡El ultimo es un Fishlegs! –gritó Tuffnut jr. Imitando su padre, corrió a la acción, siendo seguido de cerca por su hermana, quien también exhaló un grito de batalla.
Snotlout se dio un momento para tragar saliva antes de armarse de valor y de salir corriendo con un grito despavorido, llevando su mazo sobre su cabeza.
Hiccup los miró sorprendidos sin saber exactamente qué hacer, definitivamente no quería pelear como ellos, gritando como maniáticos ante una muerte segura. Era curioso, porque probablemente unas semanas antes habría dado lo que fuera por una oportunidad como esa. Luego su vista se volvió hacia Astrid, la ultima de cargar contra los dragones, quien le dijo con claro rencor en sus palabras:
–Vemos como puedes ganar esto, campeón.
Y sin más, la chica rubia siguió a sus compañeros a la batalla.
–Wow, realmente parece que Astrid te quiere matar –dijo Honey desde atrás de su hermano.
–Otra razón para terminar con esto de una vez –comentó Hiccup sin apartar sus ojos del punto de donde Astrid había salido corriendo y una explosión se escuchaba a lo lejos.
–¿Qué quieres decir?
–A queeehhh… –masculló el muchacho volviéndose hacia su gemela justo en el momento que su vista captaba algo sobre sus cabezas. Ante la mirada de pánico en el rostro de Hiccup, Honey se dio la vuelta para descubrir sobre el techo de la herrería al causante de tal reacción.
Se trataba de nightmare, un macho bastante grande y maduro, lo cual lo vivía extremadamente peligroso y poderoso. Ese tipo de dragón de la clase stoker, eran bien conocido por prender todo su cuerpo en llamas, tener una extraordinaria fuerza, tamaño y unas impresionantes alas que generaban intensas ráfagas. Aquel en particular, era de un intenso color rojo fuego y sus ojos amarillos resplandecían con el brillo de las llamaradas que ardían en las casas contiguas. Los nightmare eran realmente de temer, solo los guerreros más experimentados enfrentaban a esas bestias y por supuesto, no siempre salían intactos. Solo pregúntenle a Gobber.
El dragón, comenzó a reptar por del techo de la herrería extremadamente despacio y sin despegar su mirada de ambos hermanos.
–No otra vez.
Hiccup inmediatamente tomó a Honey del codo y la arrastró justo detrás de él, mientras extendió sus manos en dirección del Montruos nightmare.
–¡Hiccup! ¡¿Qué estás haciendo?! –bramó Honey histérica detrás de éste, sujetándolo del chaleco. Su hermano había tenido éxito de amansar a diferentes dragones, pero ninguno había sido uno salvaje, y en especial un nightmare maduro.
–Que crees que hago –dijo Hiccup dando unos pasos hacia atrás, en lo que el dragón avanzaba adelante hacia ellos. Hasta el momento la bestia no le había dado la más leve señal de que los atacaría, pero por ningún momento alejó sus penetrantes ojos amarillos de ellos como para estar completamente seguro de que no lo haría.
–¿Crees que también puedes con él?
–Eso estoy por averiguarlo.
A como continuaron avanzando hacia atrás, el espacio entre ellos y el dragón comenzó a quedar reducido, en lo que se aproximaban a la pared de una casa contigua. Si Hiccup iba a usar su "don", tenía que surtir efecto lo más pronto posible si quería que salieran vivos de esa. Aún así el dragón siguió avanzando y los chicos pronto se vieron atrapados entre la bestia y la pared.
Entonces un grito maniático se escuchó por los cielos. Sobre el techo de la casa en la que habían quedado atrapados los dos gemelos, el señor Thorston, embriagado por la adrenalina, se encontraba de pie con una soga en una mano y una daga en la otra. El dragón por primera vez alejó sus ojos de los chicos y los volvió hacia el maniático hombre que se arrojó desde el techo y cayó sobre su cuello.
Como si fuera un yak en brama, la bestia comenzó a sacudirse tratando de quitarse al vikingo que gritaba con alevosía. La estampida de nightmare siguió de la herrería hasta el centro de la aldea, donde otros guerreros habían conseguido alejar al resto de los dragones. Tuffnut padre logró lazar el hocico de la lagartija escupe fuego antes de que ésta consiguiera quitárselo de encima y prender todo su cuerpo en llamas.
El dragón luchaba contra la atadura de su hocico, cuando varias tinas repletas de agua comenzaron a caerle encima apagando su vigoroso fuego. Una vez extinto, los demás guerreros se lanzaron contra él, atando cada una de sus extremidades. Cuando Hiccup y Honey llegaron al centro de la aldea, su padre y el resto de los guerreros habían conseguido retener al nightmare y dejarlo más amarrado que un nudo marinero.
–¡Papá! ¿Estás bien? –Ruffnut y Tuffnut corrieron hasta su padre que había amortiguado su caida aterrizando en las coles recién cortadas de Mildew.
–Estoy bien –dijo este tambaleando mientras sus gemelos lo ayudaban a ponerse de pie –. Aterricé con la cabeza.
–Es la mejor manera de detener una caída –comentó Ruff a su lado con una gran sonrisa.
–Papá. Eso. Estuvo. De. Puta madre –exclamó Tuff emocionado temblando de la emoción.
–Bueno, no lo habría logrado si Hiccup no lo hubiera distraído con sus trucos mágicos –explicó el padre sacudiendo sus brazos hacía el chico pecoso –. ¿No hay rencores con que lo ganara? Esto hay que hacerlo rápido carajo, o se pierde la oportunidad –continuó dirigiéndose al gemelo Haddock.
–Claro… no hay problema –soltó Hiccup tratando de verse relajado, pero fracasando terriblemente –. Esto es trabajo de equipo, después de todo –agregó con una risita nerviosa mientras todas las miradas se clavaban él. Honey en cambio se cubrió el rostro con ambas manos.
–Muy bien hecho, muchacho –le dijo Gobber dándole una fuerte palmada en la espalda que casi lo derriba –. Al parecer eres el único que ha puesto atención a las lecciones, a diferencia de otros –a pesar de su comentario para llamar la atención del resto de los jóvenes, estos no se sintieron insultados, en cambio asintieron con la cabezas enérgicamente dirigiéndole una sonrisa emocionadas a Hiccup.
Todos, excepto Astrid, quien se marchó sin agregar nada.
–Ese es mi hijo –acompañó Stoick dándole otra palmada al chico pecoso en la espalda y esa vez consiguiendo derribarlo.
–Y sabes qué buena idea me has dado –comentó Gobber señalando al dragón derrotado y capturado por los más fieros y fuertes vikingos de Berk. La pobre bestia miraba sus alrededores con denotado pánico –. Que ha llegado el momento de elegir al campeón del entrenamiento. El que tendrá el honor de cumplir su pase a la madures matando en un encuentro uno a uno con éste nightmare justo el jueves de Thor.
Ante la sugerencia demente y casi suicida del herrero, los habitantes de la aldea de Berk estallaron en aplausos y gritos en nombre de su dios y protector, en lo que los jóvenes brincaban con emoción ante la idea.
–Genial –espetó Hiccup sarcásticamente al levantarse del suelo.
Hola una vez más a todos.
Les traigo aquí el nuevo capítulo de los gemelos Haddock. Lo del jueves de Thor los saque de los libros y se me ocurrió que Hookfang apenas lo acabaran de capturar y solo lo mantengan de vida para el encuentro final del campeón del entrenamiento. Y se tardó treinta capítulos para que se explicara porque pongo los poemas, pero falta mucho para que salga todo el trasfondo, pero ese mi agregado a la historia que se extenderá a lo largo de este fic.
Ya por ultimo quiero mandarle un saludo a nuevos seguidores y a todos aquellos que expresan su opinión sobre el fic en los comentarios. Y gracias por leer.
Nos vemos el siguiente martes. Por mientras los invito a que pasen a mi galería en DeviantArt donde tengo arte de HTTYD, como más. La dirección está en mi descripción de autor.
