Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Secretos revelados
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Astrid corría con todo lo que podían ofrecer sus piernas. En el camino se encontró con troncos y piedras que interponían su marcha y generaban cierta desesperación en su ser. Tenía que alejarse rápido… llegar lo más pronto posible a la aldea y advertirle a todos lo que acababa de ver.
La verdad, no estaba muy segura de que era exactamente lo que había presenciado. Era simplemente una locura o una travesura de Loki para engañar a sus sentidos; ya que no había forma posible de que Hiccup hubiera logrado domar a un…
–¡Dragón! – se escapó de su boca cuando unas poderosas garras la sujetaron de uno de sus brazos y la alzaron en el aire.
Ese era su fin. Astrid Hofferson, hija de Bertha "The Big Brute" y Alrik Hofferson, sobrina del Finn "Fearless" Hofferson, terminaba justamente ahí a la merced y garras de un nightfury que el inepto de la aldea había ocultado en el bosque.
¿Inepto?... tal vez no después de todo.
Aunque estaba segura que iba morir y aún así, la joven renegó una vez más a sus dioses por terminar su existencia de una manera nada gloriosa como los antiguos canticos de antaño.
Astrid pudo ver como la vida dura que había pasado en sus cortos trece años, transcurría delante de sus ojos. Los escasos momentos felices con su familia, la pérdida de su padre en alta mar, la muerte de su tío, la partida de su primo y el extraño pero inocente joven pecoso que le había ocasionado a ella la muerte. Ni siquiera en sus años de infancia en los que solía compartir juegos con Honey y su hermano, pudo llegar a imaginarse que serían los responsables de su deceso.
No parecían ser tan amenazantes en esa época…
Antes que terminara con sus rápidos y fatalistas pensamientos de tan solo unos segundos, la joven rubia fue lanzada a la copa de un árbol como si no fuera más que una muñeca de trapo. Astrid hizo lo posible para asirse de la rama que pedía de más de diez metros de altura sobre una muerte segura. Pero le resultaba muy difícil mantener el equilibrio, cuando el árbol se balanceaba por el peso del dragón de ébano que se apoyaba en las ramas contiguas.
Astrid miró con odio a los dos ocupantes de la silla de la bestia: Honey, que iba por delante fuertemente sujeta a los arneses de la montura, y Hiccup, sentado detrás de ella y ofreciendo apoyo, le tendía una mano con una mirada suplicante.
–Por favor Astrid –dijo el chico –. Danos la oportunidad de explicarte…
–Explicar ¿Qué? –musitó Honey apoyándose en la cabeza del nightfury, cuyos ojos verdes brillantes miraban con descarado desagrado a la joven rubia, pero tenía razones para ello. Esa chica había amenazado y lastimado a sus dos amigos humanos apenas hacía unos minutos antes–. Sería más fácil si Toothless se la come.
Con un movimiento casi humano de la cabeza, el dragón apoyó el comentario.
–No están ayudando –masculló Hiccup entre dientes lanzándole una mirada amenazante a su hermana y montura, mientras seguía tendiéndole la mano a lo joven guerrera vikinga que colgaba de la rama.
–¡No quiero escuchar ni un carajo de lo que tienen que decir!
–Entonces no hablare –insistió el muchacho pecoso –, solo déjanos mostrarte…
Ahí estaba Astrid, colgando de las alturas solo por sus manos de una rama que parecía querer sucumbir ante su peso en cualquier momento, y su única opción de salvación era confiar en aquel muchacho pecoso, ese gemelo loco y problemático, que la joven rubia no había logrado arrancarse de la cabeza su dulce sonrisa. El mismo que había mentido y engañado, el que traicionó a su tribu por un dragón y la había dejado en ridículo. La misma persona que la arrojó a ese árbol en primer lugar.
La joven rubia miró con recelo el rostro lastimero del muchacho y su mirada suplicante. Después de meditar levemente sus opciones, Astrid solo soltó un débil:
–Carajo.
A pesar de toda lógica y razón, la chica aceptó la ayuda y subió al lomo de la bestia negra justo detrás de Hiccup, a pesar de que el fiero dragón no estaba muy contento con ello.
Y no era el único.
–¿Qué dices, Toothless? –le susurró Honey con una sádica sonrisa a la bestia aplastando su cuerpo contra su cabeza de éste –. ¿Le damos a Astrid Hofferson el viaje de su vida?
Toothless secundó la idea.
Antes de que Hiccup pudiera asegurar a Astrid detrás de él y afirmarle que todo saldría bien, el dragón negro batió sus poderosas alas de murciélago y emprendió el vuelo al gran cielo azul con increíble potencia.
–¡Espera! ¡Toothless ¿qué haces?! –comentaba en vano Hiccup tratando de calmar los gritó histéricos de Astrid, que prácticamente perforaban sus oídos –. ¡Él generalmente no es así!
–Sí, que le estará pasando… –soltó Honey sarcásticamente mientras Toothless giraba sobre sí mismo, antes de caer en picado de una gran altura.
El vuelo desfrezado del dragón continuó por casi un minuto, torturando a Astrid a tal grado que finalmente soltó a todo pulmón y en un mar de lágrimas:
–¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! ¡Por favor, solo has que se detenga!
Satisfecho con su tortura, Toothless extendió sus largas alas hasta que consiguió planear con suavidad sobre las blancas nubes. Poco a poco, a como su vuelo se normalizaba, Astrid se atrevió a asomar sus ojos más allá del hombro de Hiccup y soltar su agarre casi mortal en el que tenía su cuerpo.
No era tan terrible como se imaginaba.
Hiccup pudo respiras aliviado ya que la bota de Astrid no estaba presionada contra sus costillas y había dejado de encajarle las uñas en su cuello. A como el vuelo continuó, un extraño y reconfortante sentimiento de familiaridad se apoderó de ellos tanto en el gemelo pecoso, como en la rubia detrás de él y la bestia negra que montaban. Solo Honey era la única que no compartía el sentimiento.
–Traidor –musitó la chica solo para el dragón, el cual sacudió su cabeza en respuesta –. Oh, ya bájame de una vez.
Obedeciendo las palabras de Honey y desconcertando a sus otros dos tripulantes que apenas comenzaba a disfrutar el vuelo y completamente ignorantes de los planes del dragón y la gemela, Toothless descendió hasta un costado de la isla, cerca de un pequeño acantilado que sobresalía del bosque de Berk.
Sin que el dragón tocara el suelo, la chica pecosa se desenganchó de los arneses de la montura y bajo de un brincó de la bestia al escarpado suelo de la orilla del acantilado. Se volvió solo para toparse con la mirada incrédula de su hermano y su rubia compañera, que continuaban firmemente sujetos al lomo del reptil alado que batía sus extremosidades con fuerza.
–¿Qué haces? –le preguntó Hiccup a su hermana sin comprenderla.
–Lo siento, Hiccup –dijo está mirándolo con algo de recelo ante el presentimiento que la estaba sobrecogiendo –pero yo me bajo de este barco de… –estaba a punto de decir algo que revelaría lo no quería admitir – sabes que, olvídalo.
Y sin decir más, Honey dio media vuelta y comenzó a introducirse en el bosque.
–¿Regresas a la ensenada?
Pero Honey solo respondió a su hermano, levantando la mano sin volverse si quiera o detener su marcha. El dragón permaneció un momento en el sitió hasta que finalmente la gemela dejo de ser visible entre los árboles.
No estando muy seguro que era lo que había sucedido con Honey, Hiccup tomó el control del Toothless y llevó a Astrid a un largo y placentero vuelo alrededor de la isla. Había vivido en Berk toda su vida, existía muchos misterios de la misma que aún desconocía, pero ninguno de los dos se había imaginado como era ver su hogar desde las alturas. Era emocionante y sobrecogedor. Volaron sobre las copas de los arboles de sus frondosos bosques, en las costas de arena blanca de un lado y las de granito en el otro; se elevaron mucho más del pico más alto y recorrieron hasta el extremo de su territorio en aquellas azules aguas.
El miedo que sintió Astrid en un principio se desvaneció con el paso de las horas en vuelo y la reconfortante compañía de Hiccup. Pronto comenzó a pedirle que realizara giros más controlados y piruetas en el aire. Ella gritaba con fuerza y emoción, mientras él se sonrojaba por lo fuerte de su agarre. Ante tantas acrobacias, Toothless requirió pronto de un descanso, por lo cual descendieron cerca en una pequeña y solitaria isla vecina.
Hiccup y Astrid pasaron largas horas platicando sobre todo lo que acababan de experimentar y lo excitante que era surcar el cielo como aves. Tal vez una sensación que solo conocían los dioses. La joven rubia pronto quiso saberlo todo: como había sucedido, de donde salió Toothless, como había logrado domarlo y que era todo eso que hacía en la arena de entrenamiento. Hiccup trató de contestar con sinceridad cada una de sus preguntas pero al mismo tiempo ocultando detalles críticos de su extraña habilidad; antes de que se diera cuenta estaba hablando descontroladamente y sin vergüenza, como nunca en su vida. Jamás había compartido así de esa manera con otra persona que no fuera su gemela, ni siquiera con Fishlegs con quien recientemente había hecho las paces. Era una sensación agradable.
Sin darse cuenta, Hiccup comenzó a sentir por Astrid algo más allá de ese enamoramiento juvenil que lo había dominado por mucho tiempo. Si tan solo supiera que ella comenzaba a experimentar lo mismo.
Para cuando el sol se oculto en el horizonte, los chicos volvieron a montar a Toothless para contemplar como las luces de las antorchas de aldea iluminaban levemente la isla. Había sido un viaje tan embelesaste que le tomó a Astrid tiempo en recordar un detalle muy importante:
–Pero… Hiccup –le dijo Astrid al oído provocándole un leve temblor en el cuerpo –, mañana tienes que enfrentar….
–Ni me lo recuerdes… –soltó el muchacho en voz bajo aunque algo sonrojado por el directo contacto que había entre su cuerpos.
Lo que no se dieron cuenta, era que el dragón de ébano acaba de detectar algo en la lejanía. Vaya, que su vuelo se iba poner interesante.
Aunque no deseaba admitirlo, Honey sabía a la perfección que sucedería ahora que Astrid estaba al corriente de su no tan pequeño secreto de escamas negras. No es que esperaba de nuevo una traición por su parte, pero sí de la voluntad de su hermano. Era una fuerte corazonada que la dejaba inquieta.
Por desgracias, las horas siguientes en la soledad de la ensenada no le ayudaron para sentirse mejor y sabía que se pondría peor cuando Hiccup y Astrid regresaran; pero eso no fue hasta ya entrada la noche, cuando la chica pecosa comenzaba a realmente preocuparse por la reacción que tomaría su padre ante su tardío regreso.
En su desesperación, Honey se ocupó de arrancar algunas hojas de varios arbustos cercanos cuando finalmente su hermano y la ruda rubia hicieron su aparición sobre el poderoso nightfury. Aunque podía imaginarse que había pasado con ellos, fue casi una sorpresa cuando los vio descender del dragón y discutir de manera acelerada:
–Debemos decirle a tu padre – soltó Astrid como loca dando media vuelta y lista para salir corriendo. Contra toda predicción, Hiccup la detuvo sujetándola de la muñeca; Astrid respondiendo a esto levantando de reflejo un puño, que rápidamente bajo al reaccionar de quien se trataba la mano que la detenía.
–¿Qué sucede? –les preguntó Honey acercándose a ellos, pero ninguno de los dos pareció percatarse o ponerle atención a su presencia.
Toothless pasó junto a ella casi ronroneando y aproximándose al pequeño riachuelo de la ensenada para tomar un gran sorbo de agua.
–No, no podemos –insistió Hiccup alzando las manos ante la amenaza de la joven rubia.
–¿Qué? ¿Por qué? –le respondió ésta.
–Matarían a Toothless.
–Hey ¿Qué pasa? –volvió a cuestionar Honey siendo ignorada nuevamente.
–Hiccup –dijo Astrid alzando un poco la voz y enfrentando al chico con la mirada, a pesar que éste la evadía –, encontramos el nido que nuestros antepasados han estado buscando desde que llegaron los primeros vikingos a esta isla…
–Wow, wow, wow –soltó Honey de inmediato sacudiendo los brazos entre su hermano y Astrid –. ¿Encontraron el nido de los dragones? ¿Pero cómo?
Hiccup alzó levemente la mirada a su hermana mientras frotaba su brazo nerviosamente, Astrid en cambio, ignoró por completo la interrupción de la gemela y volvió a arremeter contra el muchacho, con mucha más fuerza y obligándolo a mirarla a los ojos.
–¡¿Y tú quieres guardar el secreto?! ¡¿Para proteger a tu dragón mascota?!
A pesar de lo fuerte del enganche en su brazo y la posición domínate de Astrid, Hiccup se postró delante de ella con gran determinación y la miró a los ojos como nunca antes lo había hecho con nadie.
–¡Sí! –dijo con calma pero con gran potencia y seguridad que congelo por completo tanto a Astrid como a Honey.
El muchacho sabía lo que estaba en juego y todo el daño que había ocasionado los dragones a su gente ¡por los dioses! ¡Incluso era la razón por la que su madre ya no estaba con ellos! Pero no podía darle la espalda a Toothless y mucho menos sacrificarlo… él… era su amigo.
Ambas chicas lo miraron con tal sorpresa que poco segundos de su respuesta comenzó a sentirse increíblemente incomodo. Por suerte Honey salió pronto de su estupor y se apresuró en agregar:
–¿Me quieren explicar lo que está pasando?
Con algo de nerviosismo, Hiccup se paso su mano por su corta cabellera antes de comenzar a relatarle a su hermana con finos detalles como habían encontrado el nido en la isla de los dragones y la peligrosa bestia que vivía en ella. Durante toda su explicación, Astrid guardó completo silenció, pero sus claros ojos azules nunca se apartaron del gemelos pecoso. Ahora lo miraba con otra luz.
–¿Un enrome dragón? –soltó Honey exaltada. Realmente eso no se lo esperaba –. ¿Más grande que la montaña?
–Sí –dijo Hiccup frotando cariñosamente la cabeza de Toothless que había buscado resguardo bajo su brazo – y está dentro de la montaña misma. Y trata a los otros dragones como esclavos con una especie de llamado… algo que nunca había escuchado antes.
–¿Llamado? –interrumpió Astrid quien no se había perdido ni una palabra de la descripción del gemelo –. ¿Cuál llamado? –ella estuvo con Hiccup todo momento de aquella incursión y nunca no escuchó nada más de los clásicos gruñidos de aquellas bestias.
–Algo que emite –respondió inmediatamente Hiccup sin realmente darse cuenta quien se lo había preguntado –, que solo ellos pueden escuchar y parecer que de esa forma es como los controla.
–¿Cómo podía saber eso sí solo los dragones podían escucharlo? –se preguntó mentalmente Astrid, guardándose para sí de momento sus dudas.
–Eso tiene mucho sentido –indicó Honey meditándolo un poco –, es por eso solo se llevan toda la comida. Nunca se devoran algo –agregó dándose cuenta de la verdad tan obvia que siempre estuvo delante de sus ojos y nunca nadie se dio cuenta –. Todo se lo dan a ese dragón.
–Su reina.
–Y es por eso que debemos decirle a la aldea de lo que vimos –insistió Astrid interrumpiendo a los gemelos.
–¡No! –fue la respuesta que dieron ambos y al unísono, que su voces retumbaron a lo largo de la ensenada.
–Hiccup tiene razón –se apresuró a agregar la joven de cabellera castaña haciendo frente a la rubia –, si les decimos eso inmediatamente se van a preguntar cómo es que llegaron ahí. Tendríamos que admitir todo sobre la existencia de Toothless.
–Y eso lo pondría en peligro –agregó Hiccup apoyando la postura de su hermana.
–¿Y qué piensan hacer? –les cuestionó Astrid sin entenderlos. ¿Acaso ellos no veían las cosas que estaban pasando? ¿No entendía el sufrimiento de su gente? ¿No también habían perdido a un ser querido a manos de esas bestias al igual que ella? –. ¿Guardar el secreto? ¿Cómo piensan ocultarlo para siempre? Sin olvidar que Hiccup debe enfrentar al nightmare mañana.
–Hiccup no enfrentara al nightmare mañana –tajó Honey dando un paso hacia Astrid.
–¿Cómo carajos va ha ser eso posible? –soltó Astrid perdiendo la compostura, plantándose con fuerza delante de la pequeña gemela que muy apenas podía mirarla directo a los ojos –. Él no puede…. –comenzó a decir cuando de repente recordó la conversación que a escuchado de los hermanos poco antes de su llegada –: ¿Era de eso de lo que estaban hablando? ¡Planean escapar!
Astrid puso su manos sobre uno de los hombros de Honey la empujo a un lado con un solo movimiento, que la raquítica gemela no pudo impedir ante su escaso peso. La rubia continuó directo hasta Hiccup que había permanecido hasta el momento muy callado y solo en compañía de su dragón.
–Bueno, sí… –admitió el chico ante la penetrante mirada que le dirigió Astrid –ese era el plan original… pero ahora…
–¿Pero? –soltó Honey de inmediato al escuchar a su hermano y sin creer lo que oía, al igual que Astrid se plantó desafiantemente ante él –. Pero ahora ¿qué?
Hiccup no contestó de inmediato. Continuó acariciando en silencio la cabeza del dragón negro que soltaba leves ronroneos en respuesta. Pero cuando se dio cuenta que ninguna de las dos chicas daban un paso atrás en su postura, Hiccup alzo la mirada y le lanzó otra determinada y muy decidida.
–O no –dijo Honey – ¿No quieres decir que cambiaste de opinión? ¿Qué vas a quedarte?
–Honey, no solucionamos nada con correr.
–¡Hace un par de horas pensabas lo contrario! ¡Fue tu idea!
–¡Bueno, pues cambie de opinión! –en esa ocasión no solo la mirada de Hiccup reflejo su valentía, sino también su voz y tono fue lo suficientemente autoritario para aplacar los bríos de su hermana, que generalmente eran indomables.
Era su extraña experiencia para la joven que solía salirse siempre con la suya, pero casi por un momento, casi pudo haber jurado escuchar a su padre hablar a través de Hiccup. Honey miró a su hermano con nuevos ojos, casi como Astrid lo hacía, y le preguntó con más calma:
–¿Entonces qué vas a hacer?
–¿Qué más puedo hacer?
–No. ¡No! ¡No, Hiccup! –dijo Honey asustándose por completo al comprender lo que sucedía en la cabeza de su hermano. Lo tomó de los hombros y lo sacudió levemente ante la mirada de sorpresa de Astrid –. ¡No puedes intentar entrenar al nightmare!
–Sé que piensas que va pasar –agregó su hermano con calma tomándola de los brazos –, pero tú también puedes estar equivocada…
–¡Pero lo vi!
Los ojos de Honey expresaron su miedo, miedo por la seguridad de su gemelo, de su vida. Hiccup lo entendía y no olvidaba los fatalistas que podían ser los sueños de su hermana, incluso sentía algo de miedo. Pero debía hacerlo, por Toothless… por él mismos…
–¿Ver qué? –comentó Astrid sin ser tomada en cuenta por los dos gemelos –. ¿De qué están hablando?
–Es solo…
–¡Sabes perfectamente que no simples sueños! ¡Si intentas entrenar al nightmare morirás en una bola de fuego!
–¿Qué? –dijo Astrid tratando de comprender de que hablaban.
–No estamos seguros de ello.
–¡Hiccup! ¡Sé que puedes entenderlos pero…!
–Es más que esos Honey, es como si los sintiera… si logro demostrarle a todos como le demostré a Astrid, tal vez podamos traer fin a esta guerra…
Honey negó con vehemencia su cabeza casi entrando en llanto, pero su hermano seguía firme en su decisión aunque que podría costarle la vida. Estaban tan enfocados los dos gemelos en su intensa conversación, que se olvidaron por completo de la tercera persona en aquella ensenada, y del dragón negro que intentaba calmar la situación con leves gruñidos y topes con su cabeza.
–Esperen un momento –soltó Astrid interponiéndose en la conversación –. ¿Sueños? ¿Llamados? ¿Entender a los dragones? ¿De qué están hablando?
Hiccup y Honey finalmente recordaron la presencia de Astrid y la miraron con horros sin saber exactamente qué decir. Pero era ya muy tarde, la chica ya había comprendiendo la conversación de los gemelos y ató los cabos sueltos. Poco a poco a como su mente trabajaba, la rubia se fue alejando de los gemelos con débiles pasos, en lo que su rostro se reflejaba su asombro.
–Ustedes… Ustedes realmente… Entonces lo que dicen…
–Wow, Astrid calma –dijo Hiccup lentamente levantando sus manos en dirección de la joven vikinga.
–Esto… esto es… –continuó ella sin poder creer lo que acaba de descubrir, ya por sí el nightfury entre ellos era demasiada noticia para un solo día, pero eso… –. ¿Saben lo que esto significa?
Los hermanos negaron con la cabeza algo cohibidos.
–¡Que realmente tienen dones de los dioses!
De nuevo, hola a todos.
Creo que se cumplió el deseo de todos y finalmente Hiccup tomó el control de la situación (bueno, más o menos). Aún esta descubriendo la seguridad en sí mismo (principalmente, gracias a Toothless), así que necesita más para convertirse en un gran líder.
Sé que me brinque la escena en que Astrid conoce a Toothless, pero como mencione al principio del fic, no iba dedicar tiempo en momentos que me parecen perfectos en la versión original o que no les iba realizar cambios, así que técnicamente sucedió lo mismo que en la película. Tal vez eso signifique que algunos momentos Hicctrid no van a aparecer aquí, pero si habrá otros nuevos.
Y hablando de Astrid hago recalcar lo mucho que es importante la familia para ella y que en realidad no ha tenido una vida sencilla, que eso la hizo madurar más rápido que los demás. Pero lo que no te mata te hace más fuerte ¿verdad?
Por último, un saludo a los nuevos seguidores, espero que disfruten esta historia y les advierto, va para largo.
Solo se publicaran los capítulos en jueves.
