Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
El Boneknapper
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–Muchas gracias de nuevo al dejarme a mi suerte –comentó Hiccup con sarcasmo mientras caminaba por uno de los senderos de la aldea que conducían a la vieja herrería de Gobber. Sus amigos, machaban a sus lados después de cumplir el mandato de del jefe Stoick y encerrar de nuevo a todos los dragones en las jaulas de la arena.
–Hey, para eso están los amigos –contestó Tuffnut con orgullo lanzándole a Hiccup un giño y una sonrisa.
El gemelo pecoso solo pudo responder a eso con un leve gruñido en frustración. Estaba cansado, fastidiado y molesto por como habían resultado las cosas. No importaba cuanto se habían esforzado para mantener a los dragones fuera de problemas por un día, las cosas se complicaron más de lo que se imaginó. Ahora temía seriamente que iba a decidir su padre y resto de los miembros del consejo de Berk sobre el destino de sus nuevos amigos escamoso, y peor aún, le habían ordenado encerrar a Toothless una de las horribles jaulas de la arena hasta que se anunciara la decisión. Los suplicantes ojos verdes del nightfury detrás de las rejas se le quedaron muy bien gravados en su memoria.
Hiccup temía lo peor y no estaba seguro que pasaría si perdiera a su querido Toothless. El dragón lo necesitaba quizás tanto como Hiccup a él.
–Esto es una mierda –soltó Astrid pateando una piedra que rodó sendero abajo por el impulso –. Ya me había acostumbrado que Stormfly fuera lo primero que viera todas las mañanas.
–¿Qué vamos hacer? –preguntó Fishlegs nervoso frotando sus nudillos –. ¿Qué pasara si no les permiten quedarse en la isla?
–Aún no sabemos eso Fishlegs –comentó Honey tratando de tranquilizarlo aunque la gemela no estaba completamente segura de ello.
–No puedo vivir sin mi Meatlug –continuó el joven regordete cada vez más nervioso –. ¿Quién va a levantarme todas las mañanas lamiéndome dulcemente los pies? –agregó sin pensar muchos en sus palabras y obteniendo alguna miradas perturbadas de sus amigos.
–Tuffnut se ofrece –dijo rápidamente Ruffnut con malicia.
–Como sea –añadió su hermano sin mucho entusiasmo –. ¿A qué hora debo estar ahí?
–¡Quieren callarse de una vez! –explotó repentinamente Snotlout posándose frente al grupo de amigos e interrumpiendo su marcha –. ¡Solo escuchen las pendejadas que están diciendo! ¡Son solo un montón de dragones, no es como si no pudiéramos vivir sin ellos! ¡Solíamos matarlos por el amor de Thor! ¡No son tan importantes! No vamos a ser infelices por el resto de nuestras vidas simplemente porque no veamos nuevamente sus ojos amarillentos todos los días, sentir sus pieles escamosas calentándonos ante la fría briza, o como nos mordían como un juego provocándonos hemorragias internas y… y… –mientras más avanzaba su discurso, la voz de Snotlout se fue quebrando, sus brazos cayeron a sus costados y en sus parpados comenzaron a acumularse algunas lagrimas.
–Por Asgar, Snotlout ¿estás llorando?
–¡No! –bramó éste tratando de mostrarse fuerte aunque estaba al borde de las lagrimas –. ¡Solo me entró algo en el ojo!
–Como sea –retomando el tema Astrid –, esto no depende de nosotros. El jefe Stoick y el consejo solo buscan lo mejor para aldea y si eso significa no más dragones, entonces… –pero ni siquiera ella pudo terminar su propia oración.
Cada uno de los chicos perdió su mirada en sus botas lanudas imaginándose la terrible posibilidad de perder a sus dragones para siempre. En tan poco tiempo cada uno de ellos habían desarrollado un cariño en particular por sus amigos escupe fuego, y en el caso de los gemelos Haddock que trataron más de una vez con cada uno de ellos, se encontraban no solo angustiados por su dragón de ébano, sino por todos por igual.
–Bueno, hay que ver el lado positivo –comentó Hiccup derrotado encogiendo los hombros –, al menos nada malo va a pasar esta noche con los dragones encerrados.
Pero los dioses y el destino tenían otros planes, ya que justo cuando el joven pecoso terminó su oración una gran explosión se hizo retumbar por la aldea, acompañada por una bola de fuego que se extendió hacia la oscuridad del cielo nocturno. Los chicos se volvieron estupefactos hacia el sitio de la explosión para descubrir que el origen de las llamaradas era precisamente de la herrería de Gobber.
–¡Traigan más aguas! –gritó Stoick a todo pulmón a su gente que hacían lo posible de apagar las llamas intensas de la herrería –. ¡Necesitamos más agua rápido! –rugió nuevamente mientras lanzaba el contenido de un balde hacia la entrada de la choza sin obtener casi ningún resultado.
Stoick gruñó por sí. No estaba seguro si Gobber se encontraba a adentro o si estaba a salvo, pero las llamas eran muy intensas para entrar. Era como si el gigante Logi se hubiera apropiado de aquella estructura y tuviera la intención de hacerla cenizas.
–¡¿Dónde está el agua?! –bramó casi desgarrándose la garganta ante la preocupación y la impotencia que sentía ante el poderoso fuego que le ganaba más terreno. A sus lados, sus leales guerreros y compatriotas Hooligan solo le dirigían miradas preocupadas mientras realizaban su mejor esfuerzo para contener las llamas. Pero el proceso era muy lento.
El gran jefe barbón estaba por lazarse a través de la entrada incinerada ante la desesperación, cuando una potente descarga de agua cayó del cielo directo sobre la herrería.
¡¿Lo dioses le enviaban un regalo del cielo, lluvia mágica de Freyr?!
–¡Vamos muchachos! ¡Aún se necesita más agua! –escuchó la voz de Hiccup sobre su cabeza y descubrió la siluetas delineados contra el cielo nocturno de los dragones montados por los jóvenes, revoloteando sobre la herrería.
Uno tras otro, los dragones fueron soltando grandes cantidades de agua y arena que fácilmente lograban cargar desde el mismo mar en sacos, carretas o barriles. Ante la estupefacción de Stoick y el resto de los aldeanos, el fuego fue contenido en un par de minutos con la ayuda de los dragones y sus jinetes.
El jefe no podía creer lo que veía sus ojos, esas criaturas que siempre creyó que existían solo con la intención de destruir, estaban salvando su aldea, a su gente y su mejor amigo. Todo gracias a Hiccup y sus amigos.
–¡Hiccup! –rugió Stoick marchando hacia su muchacho una vez que Toothless tocó tierra –. ¡Honey!
–Hey, papá antes de que digas… – se apresuró a decir el muchacho levantando sus manos pidiendo paciencia a la masa de músculos y vello facial que era su padre –. Sé que dijiste que querías a los dragones encerados en la arena, pero…
–Vimos el fuego y fue lo primero que se nos ocurrió –soltó Honey mordazmente sentada detrás de su hermano en el lomó del nightfury.
–Así que antes que te enojes…
–No estoy enojado.
–… y vuelvas a desheredarme por desobedecer, debes de tener en cuenta que… ¡Espera! ¿Qué dijiste?
–Hiciste bien, hijo –admitió Stoick con una sonrisa posando su enorme mano en el hombro del muchacho. Hiccup no pudo evitar sonreír a pesar de la estupefacción. Honey literalmente se quedo con la boca abierta.
–Maldita criatura del helhiem, no te será tan fácil desacerté de mí ¿eh? –pero unos gruñidos característicos del viejo y manco guerrero interrumpió el lindo momento entre padre y sus hijos. Tanto los Haddock, como el resto de la aldea se volvió justo en el momento en que Gobber salía de la su humeante herrería, empujando una carreta con sus más valiosas posesiones y su querido Phill la oveja –. ¡Demonio de huesos! ¡¿Me oíste, dragón?! –repitió dirigiéndose al cielo.
–¿Qué? –soltó Hiccup mientras desmontaba a Toothless, quien también soltó un débil gruñido ante la acusación del herrero –. ¿No creerá que fue uno de nuestros dragones? ¿Verdad? –agregó nervioso lanzándole una mirada furtiva a su padre.
–Todos estaban en sus jaulas cuando corrimos de regreso a la arena –comentó Honey como la voz de la razón –. No pudieron ser…
–No se refiere a uno de los suyos –explicó Stoick con fastidio pero calmado, confundiendo terriblemente a sus hijos.
Según las palabras de Stoick, Gobber tenía una vieja rivalidad con una especie de dragón mitológico llamado el Boneknapper. Ser documentado en el manual de dragones, pero considerado un mito al no ser avistado por ningún vikingo durante décadas.
–E igualmente se desconocía al nightfury, pero nunca nadie creyó que no fuera real –puntualizó Honey denotando la falta de lógica en la que a veces caía la sociedad vikinga.
Regresando a Gobber, desde su juventud, el guerrero aseguraba ser constantemente asediado por ese "imaginario" dragón que buscaba su perdición de la manera más dolorosa, y por alguna extraña razón, también sus pantalones. El herrero se lo atribuí a su buen gusto. Pero después de constante años de escuchar sus tonterías acerca de esta mítica criatura, Stoick le había ordenado a Gobber no volver a mencionar de nuevo al Boneknapper hacia diez años atrás; y había cumplido excelentemente, hasta esa noche en particular en que el dragón descubrió donde había estado todo ese tiempo, y lo casaría hasta su muerte o descubriera algo mejor que hacer su vida, lo que sucediera primero.
–No lo sé papá, Gobber parece muy seguro de ser perseguido por un Boneknapper –comentó Hiccup a su padre la mañana siguiente en su hogar–, tal vez si hablaras con él al respecto y de una vez le mencionaras que ya no deseas que realice tus labores de jefe, y así me evitas el tener que…
–Buen intento, Hiccup –lo detuvo Stoick provocando un puchero en su muchacho –. Pero es una buena idea sacar de nuevo el tema del Boneknapper con Gobber. Cuando hables con él sobre su falta de oficio, podrías comentarle algo al respecto de sus fantasías de persecución.
Hiccup soltó un resoplido en resignación.
–Bien hecho genio –se burló Honey a su lado dándole un leve codazo en las costillas.
–Y que Honey te ayude –soltó de improvisto Stoick antes de beberse las últimas gotas de hidromiel de su tarro.
–Arggg, no es justo –gruñó Honey dando unas patadas contra el suelo –. Tengo mejores cosas que hacer que sacar a un viejo vikingo de su estado demente.
–Y es por eso, que entre más pronto empiecen más pronto terminaran –les dijo su padre con tono burlón antes de marchar directo a la puerta de su hogar –. Hablamos más de esto en la noche –agregó asomando su cabeza por la puerta antes de marcharse –, ahora tengo una reunión importante con el consejo a la que no debo faltar –añadió de ultimo antes de desaparecer de la vista de sus hijos.
A claro, la reunión sobre el destino de los dragones de la isla. Hiccup no había olvidado como los miembros más imperantes de las casas de Berk se reunirían para decidir el destino de su mejor amigo, que continuaba encerrado en una de las jaulas de la arena. Nada de qué preocuparse.
–¡Gobber! –lo llamó el gemelo pecoso al entrar junto con Honey en las ruinas que continuaban de pie de la casi calcinada herrería –. ¡¿Gobber estás aquí?!
–¡Necesitamos hablar contigo! –añadió Honey mientras hacía a un lado un pedazo de tela raido que colgaba del techo.
–¡¿Sobre qué?! –bramó de la nada el viejo guerrero saliendo detrás de un mostrador, sujetando en su mano una ballesta y con su garfio jalándose el labio inferior.
Hiccup y Honey soltaron un grito de pavor en lo que dieron un brinco hacia atrás y se abrazaban el uno al otro.
–¡Quieres por favor, no hacer eso! –le reprochó Hiccup a su mentor una vez que recuperó la reparación del tremendo susto.
–Perdón –dijo guerrero sin interés mientras examinaba con cuidado la ballesta en sus manos –, pero no quiero estar a plena vista hasta que tenga todo preparado para cuando ese saco de huesos aparezca.
–Es curioso que menciones al Boneknapper –comentó Hiccup rascándose la nuca –, porque precisamente es uno de los tópicos de los que tenemos que hablar contigo.
–Pero primero, puedes bajar la ballesta por favor –le indicó Honey sin quitar la vista de la afilada punta de la flecha que sobresalía del arma.
Gobber le lanzó una mirada recelosa a los jóvenes hermanos mientras estos le informaron con una gran gama de palabras, de las cuales solo llegó entender la mitad de ellas, que no solo la idea de que era cazado por un Boneknapper era ridícula, sino también que era relegado de las tareas asignadas por Stoick.
–Ahora entiendo porque pediste que bajara la ballesta –dijo el guerrero resignado, marchando a través de los gemelos hasta su carreta donde tenía varias de sus más finas armas recatadas del incendio y su oveja mascota Phil –, pero está bien, tengo un proyecto nuevo en que ocuparme.
–¿Proyecto nuevo? ¡Eso es estupendo, Gobber! –soltó Hiccup con alegría –. Es bueno que te mantengas nuevos… intereses.
–Y dejes esa tontería de ser cazado por un dragón imaginario –agregó Honey caminado junto con su hermano detrás del herrero.
–Claro que no soy cazado por un dragón –soltó Gobber con una risita irónica que provocó escalofríos en los gemelos Haddock –. Yo voy a cazarlo a él… o mejor dicho… vamos a cazarlo a él –agregó de ultimo posando su mano y grafio en los hombro de los chicos, y dirigiéndoles una mirada que los hizo estremecer.
El plan de Gobber de busca y caza del Boneknapper no solo incluía a Hiccup y a Honey, sino a todos los chicos de su generación. Según Gobber, la presencia de los dragones había generado un efecto negativo en los muchachos y se volvieron dependientes de ellos. Así que con la gran posibilidad de que estos fueran expulsados de la isla, el herrero y viejo guerrero vía prioritario que los las nuevas generaciones de vikingos retomaran el adecuado entrenamiento de guerreros y navegantes.
Si más que decir, Gobber subió a los siete muchachos a un bote de remos para la lección número uno en alta mar: la casería de una bestia peligrosa.
O imaginaría…
Resultaba que Gobber tenía un gran surtido de historias y anécdotas de su vida, y de su rivalidad con el Boneknapper, por desgracia cada una resultaba mucho más inverosímil que la anterior. Hiccup comenzaba seriamente a cuestionarse de las facultadas mentales de su mentor, pero al mismo tiempo trataba de mostrar la calma para no alertar a sus amigos y no decepcionar a Gobber en algo que le entusiasmaba.
Por su parte, los demás chicos pensaban rotundamente que el herrero había perdido la chaveta. Honey en cambio teorizaba sobre efectos de la edad.
–Solo mira a Mildew –comentó ella en voz baja mientras golpeaba un par de tambores para guiar a los demás chicos en el orden de los remos –, con el paso de los años cada vez sus teorías se volvieron más descabelladas que ahora nadie lo toma en serio.
–Menos palabras y sigan remando –soltó Gobber sin importarle que hablaran a sus espaldas.
Pero las cosas estuvieron lejos de mejoras cuando su bote encalló en una escapada junto a una pequeña costa cerca de los límites con la isla de los dragones.
–Tal vez después de todo Gobber tenga razón en algo –puntualizó Astrid mientras los siete chicos veían su pequeño barco hundieres con tristeza – y de verdad necesitemos continuar el entrenamiento.
–Todo es culpa de Fishlegs –soltó Snotlout lanzando los brazos en el aire –, el peor navegante en la historia.
–Ahora estamos atrapados en esta estúpida isla, sin dragones y sin manera de escapar –agregó Ruffnut llevando sus manos a la cintura.
–Gracias Fishlegs, no has matado a todos –dijo Tuffnut con decepción clavando sus ojos en el rubio regordete.
–Pero… ¿Qué podía hacer? –comentó todo nervioso –. Es muy temprano para que haya estrellas en el cielo.
–Escusas, escusas –añadió Tuff negando con su dedo índice.
–Chicos, chicos. No es momento en que caigamos en pánico –interrumpió Hiccup tratando de tranquilizar la situación –. Además no estamos perdidos y solos, tenemos a Gobber con nosotros.
–Muy bien –dijo justamente el herrero con su mano y garfio en sus caderas volviéndose al grupo de chicos desesperanzados –. ¿Quién quiere ser carnada de dragón?
Las pocas esperanzas que pudo haber tenido Hiccup en la cordura de su mentor murieron los minutos siguientes cuando insistió en construir una trampa gigante para el Boneknapper imaginario, usando al pobre y suculento Fishlegs de carnada. Pero uno momentos después tuvo que tragarse sus propias palabras cuando la mítica y no existente criaturas apareció ante ellos con la intención de calcinarlos.
–¡Es a Gobber al que quiere! –gruñó Snotlout oculto junto con los demás detrás de las costillas de algún animal gigante y desafortunado –. ¡¿Por qué no se lo entregamos?!
Mientras sus amigos eran tentados a la traición por el pánico, Hiccup clavó su vista en aquella gigantesca bestia. El Boneknapper era mucho más grande que cualquiera de los dragones que solían habitar en Berk, y como lo había informado Fishlegs, su cuerpo estaba recubierto por una armadura de huesos de otras animales y dragones con los cuales protegía su delicada piel. El Boneknapper tenía una imponente mandíbula con la que intentaba destruir su pequeño refugio y el fuego que escupía era tan intenso que los hacía sudar terriblemente cuando calcinaba su el escondite.
Pero había curioso algo en ese dragón y era que no producía ningún sonido, gruñido o rugido. Era tan extraño, especialmente cuando el manual de dragones lo describía su alarido como un llamado a los muertos. Tal vez después de todo, Gobber tenía razón de sus sospechas de paranoia y ese dragón era sumamente peculiar, tanto para perseguirlo casi toda una vida desde aquel día en que Gobber robó el tesoro de unos cuantos vikingos congelados.
–El tesoro –murmuró Hiccup para sí mientras apretaba su rostro contra uno de los huesos que los cubría de las llamaradas; detrás de él, Honey lo usaba de escudo humano –. ¡El tesoro! –repitió comprendiendo el extraño comportamiento del Boneknapper, quien parecía más desesperado por encontrar algo que por comérselos.
Tan solo tenían que regresarle su tesoro y tal vez los dejaría en paz. Pero era más fácil decirlo que hacerlo, ya que Gobber se negó rotundamente a esto. Al final no le quedo más alternativa cuando el Boneknapper lo atrapó de su pata de palo y lo sacudió en el aire como una muñeca de trapo hasta que le entregó lo que buscaba.
Hiccup tuvo razón en su corazonada, el dragón necesitaba ese último pedazo de su coraza que resultaba ser el tesoro y la hebilla de los pantalones de Gobber; para sí recuperar su rugido, uno muy poderoso que los hizo estremecer. Pero solo el bramido de aquella bestia era lo único intimidante en ésta, ya que una vez que recuperó su tesoro perdido, se comportó ante ellos como un cachorro mimado deseoso de complacer.
–Bueno –dijo el muchacho frotando levemente la coraza del Boneknapper junto con sus amigos y Gobber –, creo que ya tenemos manera de volver a Berk.
Hiccup aprendió algo sumamente importante aquella mañana y no solo que no debía subestimar las historias de Gobber, sino que también no había nada impulsivo en el comportamiento de los dragones, siempre actuaban por una razón y motivo. Resultaba que la urgencia del Boneknapper por su hueso faltante, se debía a que su rugido era también su llamado peculiar para el apareamiento. Una de las razones por las que los chicos y el herrero tuvieron que abandonar rápido su nuevo medio de transporte antes de terminar aplastados en el acto… de amor de aquellas bestias. Lo cual fue bastante educativo.
–Entonces es así como llegan los bebes al mundo –comentó Snotlout pasmado y con los ojos casi desorbitados una vez que pisaron seguros las costas de Berk –. Mi vida ya no será la misma.
Los demás muchacho asintieron con las mejillas levemente sonrojadas.
El joven moreno comenzó a marchar en silencio en dirección a su hogar arrastrando los pies, pero Hiccup lo retuvo sujetándolo del codo.
–No tan rápido –dijo el chico captando la mirada de todos sus amigos –. Antes tenemos cosas muy importantes que hacer.
–¿Cómo qué? –soltó Tuff encogiendo los hombros.
–Dejar que los dragones actúen como dragones –comentó el muchacho con una sonrisa picara que desconcertó a sus amigos.
Después de lo aprendido con el Boneknapper, Hiccup se dio cuenta que había muy buenas cualidades de los dragones que se podían utilizar en beneficio, ya que todo lo que hacían esas bestias era con un motivo. Sí el fuego incandescente de los nadder era el más intenso para derretir las armas de los guerreros, sería excelente para ayudar a encender la forja. Los monstrous nightmare comían principalmente pescado, lo cual los convertía en excelentes pescadores; lo gronckles se alimentaban principalmente de roca, por lo que sus desechos eran un excelente fertilizante. El fuego de los dragones podrían ayudar a mantener las antorchas encendida durante la noche, y los pequeños podían ser usados como vigías cerca de las costas; los dragones de la clase sharp podían acelerar el proceso de recolección de madera y más así.
Pronto Hiccup y los demás chicos utilizaron a sus dragones, yendo en contra de la orden inicial de su padre, para ayudar en Berk a mejorar los problemas que un principio, los habitantes se habían quejado que los dragones provocaban.
Aún así Hiccup sabía que su jugada era arriesgada, ya que claramente estaba desobedeciendo una orden directa de su padre y desafiando su autoridad de jefe. Por lo cual no fue sorpresa que la mañana siguiente el jefe Stoick acompañado por cada uno de los padres de los muchachos y los miembros del consejo de Berk, reunieron a los jóvenes rebeldes en la arena con sus dragones para informales su decisión final ante el asunto de los dragones.
–Primero debo decirles que en nombre de todos aquí presente –empezó Stoick indicando con su mano a Bertha la madre de Astrid, Spitelout y Freda, los padres Fishlegs, los señores Thorston –, que estamos increíblemente decepcionados de su falta de obediencia y su capacidad para seguir órdenes. Se les indicó que los dragones debían permanecer en sus jaulas hasta que el consejo decidiera que hacer con ellos y no solo una, sino dos veces desobedecieron totalmente esa orden.
–Antes que nada, papá –comentó Hiccup valientemente (aunque deseaba no serlo) –, debes saber que todo esto fue mi idea. Yo soy el que se merece el castigo, no ellos –agregó indicando a su hermana y amigos detrás de él.
La mayoría de ellos permanecieron en silencio cada uno con sus ojos clavados en sus respectivos padres. Solo los gemelos Thorston asentían con la cabeza esperando salvarse del castigo.
–En mi época no se permitía tal insubordinación, Stoick –soltó Mildew desde la reja alta de la arena, rodeado por una multitud de espectadores que volvían tal regaño aún más humillante –, y mucho menos de los más jóvenes. Ya los habrían azotados por sus crímenes.
–¿Acaso Mildew le estás diciendo a tu jefe como castigar a sus hijos? –lo frenó Stoick en seco con voz cortante y fulminándolo con la mirada.
El viejo solo tartamudeó algunas palabras incompresibles antes de perder su mirada en algún punto inespecífico.
–Sus actos no son crímenes tal cuales, pero sí de desobediencia. Y si Hiccup, estoy consciente que todo esto fue tu idea, pero nadie obligó a los demás a seguirte. Les corresponda a cada uno de los padres decidir el castigo adecuado ante tal falta.
Todos los chicos no pudieron evitar soltar un gruñido en resignación.
–Ahora, en cuanto a los dragones –Stoick no perdió el tiempo, con las manos en su ancha cintura dio un paso adelante –; hablando muy seriamente con el consejo sobre le comportamiento que han tenido los dragones en los reciente días y su insistencia en entrenarlos como mascotas –continuó con un tono aún más dramático causando grave ansiedad en los chicos que lo escuchaban –, el consejo y yo llegamos a la decisión de…
–¡Van a tener una academia de dragones! –soltó Gobber de repente arruinado el momento.
Hola de nuevo.
Este sí que fue un capitulo divertido y tenía la intensión que hiciera contraste con el dramático final de temporada. Quería también marcar ciertos puntos que serán propicios para situaciones más adelante.
Por cierto, Logi es un gigante de fuego que habita entre los mundos y suele ser confundido con Loki. Freyr es el dios de la lluvia.
Ahora sí, esta es la última oportunidad para adivinar el dragón de Honey, ya que los siguiente capítulos la niña enfrentará una decisión importante en su vida, además de recibir su propio dragón. Las pistas hasta el momento son: no es nightfury, la clase del dragón de Honey es una en particular que si mencionara haría muy fácil descifrarlo por que no hay muchos de esta. Escupe o lanza hielo. Es el dragón más viejo de los jinetes y su nombre empieza con F. Además su nombre hace referencia a una característica física del dragón que le hace parecer tener algo que en realidad no tiene (inverso a Toothless).
Y una pista nueva con la última pregunta que me hicieron: éste dragón no aparece en las películas y ni por el momento en la serie. Tampoco es de los libros (estuvo tentada a que sí). Éste dragón solo sale en los juegos.
Ahora adivinen! Tienen hasta el próximo capítulo que saldrá el…
Jueves 10 de octubre.
