Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
La academia de dragones
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La resolución final del consejo de Berk se debió principalmente por presunción del jefe Stoick the Vast. El gran guerrero vikingo que había pasado la mayor parte de su vida luchando y matando dragones, se había percatado justamente la noche en que la herrería estalló en llamas que esas bestias podrían ser beneficiosos para la aldea, claro con el manejo adecuado.
Es ahí donde la idea de una academia para dragones se originó con la intención de comprender y controlar a esas bestias para el bien de la aldea. Tal vez no todos los veían así, especialmente le cascarrabias de Mildew, pero Stoick planteó a los principales miembros de cada una de las familias de Berk el potencial que había en utilizar a los dragones para el bien de la aldea. Podían ser excelentes guardianes; solo imaginarse de todo un frente de batalla con feroces vikingos Hooligans sobre los reptiles escupe fuego, ni siquiera los romanos se atreverían a molestarlos en su isla. También ayudarían a aumentar la recolección de madera y peces; la cacería sería mucho más sencilla, la búsqueda y las avanzadas serían mucho menos peligrosas y rápidas. Y más así.
Claro, que para que eso fuera posible, era necesario poder dominar esas bestia, y quienes mejor que los siete jóvenes vikingos que estaban más conectados con ellos que nadie. Especialmente Hiccup, que parecía entender su comportamiento, sería el líder de esta nueva academia. Esos siete muchachos serían la primera generación de entrenadores de dragones.
Aunque la noticia cayó de perlas para los jóvenes vikingos, quienes no solo podían quedarse con sus dragones, sino también eran premiados con respeto y una escuela (que justamente era la arena que una vez usaron para aprender a matarlos); pero no todo era tan bueno como imaginaron, ya que todos ellos tenían castigos pendientes que cumplir.
Hiccup, su hermana y amigos habían desafiado y desobedecido una orden directa de su jefe no una, sino dos veces, por lo cual se ganaron a pulso diferentes reprimendas de las cuales fueron responsables de efectuar cada uno de sus padres. Stoick y Spitelout que habían aprendido de su madre que no había mejor castigo que aquel que se podía sacar provecho, decidieron poner a sus hijos a realizar trabajos forzados: Hiccup y Honey ayudarían a Gobber a reconstruir su herrería y Snotlout arrearía el terreno de repollos de Mildew por un mes; y por supuesto, sin ayuda de los dragones.
En cambio la madre de Astrid y la de Fishlegs crecieron con castigos algo más limitantes, por lo que Bertha tomó toda la gran colección de hachas y cuchillos que adornaban las paredes de la habitación de Astrid y las guardó bajo llave en el sótano de su hogar. La chica tenía prohibido tocas nada filoso por tres semana, lo que generó más frustración en la rubia que no podía desquitar contra los inocentes troncos de los arboles del bosque. Mientras, Fishlegs se quedo dos semanas sin poder comer ninguno de los panes dulces por los que eran conocidos los padres del regordete muchacho; cuyo tormento fue horrible al tener que oler constantemente la preparación de los mismos en su propio hogar.
Los señores Thorston no tenían la energía, tiempo o paciencia como para vigilar el cumplimiento de castigos tan largos, por lo cual Tuffnut padre tomó el camino fácil y subió a cada uno de sus gemelos a sus rodillas y les dio una tunda en el trasero hasta dejarles ambas mejillas rojas. Si, Tuff y Ruff se habían librado del trabajo manual, pero lo pagaron sin poder caminar derechos por tres días.
Ellos fácilmente podían asegurar que todo eso valía la pena con tal de tener para siempre a sus amados dragones, pero pronto comenzaron a flaquear en su lealtad cuando retomaron el entrenamiento vikingo de Gobber, que resultaba aún más agotado y difícil sin la autorización de usar armas, poder caminar derecho o pasando hambre. Y aparte debían ocupase de llevar sus propias clases en su nueva academia, trabajar con sus dragones, realizar sus respectivas actividades (como el trabajo de asistente en la herrería de Hiccup y de curandera de Honey), así como sus castigos; tanto que los chicos terminaron molidos durante los día siguientes de la inauguración de su nueva escuela.
Cualquier momento que tuvieran para descansar o divertirse era aprovechado al máximo. Fue por ello que una fría mañana poco después de las primeras nevadas de la temporada, Hiccup y Astrid se tomaron un momento para ellos solo y realizar una carrera con sus dragones en la empinada escarpada cubierta de nieve.
El gemelo Haddock estaba un poco frustrado que la nueva perspectiva de su relación con Astrid no haya ido más allá que un par de besos en las mejillas y par fugaces en los labios; por lo cual deseaba no desaprovechar aquella oportunidad para estar junto con ella sin las burlas de sus amigos, los incómodos coqueteos de su primo y las miradas de odio de su hermana. Solo él, Astrid y sus dragones. Y todo iba de maravilla, a pesar de la actitud súper competitiva que adquiría Astrid en cualquier juego, pero pronto las cosas cambiaron cuando de repente quedaron ambos atrapados por una avalancha.
La cola de Toothless se había congelado por deslizase intensamente en la nieve, por lo cual no pudo despegar del suelo, y Astrid y Stormfly corrieron la misma suerte que el gemelo y su dragón, cuando intentaron rescatarlos. Para cuando las toneladas de fría nieve cubrieron sus cuerpos, Hiccup y Astrid se encontraron atrapados en una pequeña y terriblemente caverna congelada, que fácilmente se podía convertir en su ataúd de hielo.
Ambos chicos se maldijeron mentalmente por no haber cargado consigo los pesados abrigos de inverno. Debido a su falta de cuidado, ahora comenzaron a perder calor rápido.
–¿Hiccup? –lo llamó la chica con un leve temblor en su voz.
–¿Astrid? –contestó éste levantando sus brazos en la oscuridad de la caverna, podía escuchar a la rubia, pero no verla.
–¿Dónde estás? –la voz débil lo guió su manos entre las sombras
–Aquí.
Tanteando en el aire, Hiccup pronto encontró los fríos y delgados dedos de Astrid, y una vez que entraron en contactos, se arrastró el uno contra la otra hasta quedar fuertemente abrazados en un nudo de piernas y brazos.
–Hiccup me congelo –le confirmó Astrid apretándose contra el pecho del muchacho. Las manos de la rubia se escurrieron hasta su espalda y quedaron junto con sus brazos cubiertas por el chaleco de piel de oso del Hiccup.
–Lo sé –dijo éste recargando su barbilla sobre la cabeza de Astrid. Pronto su sentido del olfato se cubrió con el inconfundible aroma del pino y nogal –. Esta helando.
–Moriremos congelados si no salimos pronto de aquí –le confirmó Astrid golpeando con su cálido aliento el cuello de Hiccup.
Ralamente les estaba resultado difícil concentrarse.
–Hay que pensar…
Pero antes de que el gemelo pecoso pudiera terminar su oración, un fuere y potente aullido se alcanzó a escuchar en el interior de la caverna a pesar de la gruesa capa de nieve sobre sus cabezas. Era un llamado intenso y largo, y había algo fantasmagórico en éste, que a los jóvenes atrapados se les erizaron los pelos de la nuca. La nieve tal vez enfriaba sus cuerpos, pero aquel aullido congelo sus corazones.
–¿Qué fue eso? –preguntó Astrid con algo de pánico en su voz.
–No tengo idea –contestó Hiccup apretando los hombros de la rubia con sus manos.
–¿Fueron los dragones? ¿Acaso Toothless…?
–No, Toothless no hace ese ruido.
Y al escuchar su nombre, el dragón de ébano soltó un leve y característico gruñido que delató su presencia en aquella prisión de nieve.
–¡Toothless! ¿Estás aquí amigo? –soltó Hiccup entusiasmado.
–¿Stormfly?
A como los jóvenes abrazados llamaban a sus dragones, estos comenzaron a soltar leves llamaradas de sus hocicos contra la bóveda nevada que los recubría. Con cada ligero disparo una ráfaga de luz iluminaba su prisión de nieve permitiéndoles apreciar a sus amados dragones junto a ellos. Con un par de llamaradas más, el nightfury y la nader consiguieron abrir un boquete donde la luz del exterior pudo entrar a la pequeña y oscura caverna.
–¡Estamos a salvo! –soltó Hiccup con alegría viendo tanto a Toothless y Stormfly usar sus largas alas para cubrirlos de la nieve que fácilmente pudo aplastarlo.
–Hiccup… mira eso… –masculló Astrid admirado el acto de sus dragones.
–Nos salvaron –dijo el muchacho –. Debe de ser un instinto de supervivencia para no quedar atrapados en la nieve.
–Eso es genial –soltó de ultimo Astrid volviendo su rostro hacia Hiccup.
Cuando las miradas de ambos se cruzaron, el acto de los dragones quedo en segundo plano. Sus rostros estaban muy cercas y sus brazos y piernas entrelazados proporcionándose calor. Hiccup pudo sentir como el tiempo se detuvo cuando quedo cautivado por los eléctricos ojos azules de Astrid y sus invitadores labios levemente rosados a pesar del frio.
El gemelo no pudo evitar robarle un beso.
Fue una sensación agradable el sentir su cálido aliento en contraste con lo frio de su piel, pero el gusto duro muy poco. En cuestión de segundos, Astrid apoyó sus dos manos en el pecho de Hiccup y lo apartó de ella de un solo empujón. El joven pecoso cayó de espaldas en la nieve en lo que la rubia se levantaba nerviosa frotándose los brazos.
–Lo siento –se apresuró a decir Hiccup completamente avergonzando y poniéndose de pie en la fría nieve –. No debí…
–No –lo tajó Astrid terriblemente sonrojada y sin atreverse a mirarlo a los ojos –. Solo… me tomaste por sorpresa… eso fue todo –le explicó ella mientras se ladeaba constantemente de un lado a otro y ocultaba parte de su rostro detrás de su flequillo.
Toothless y Stormfly miraban entretenidos el intercambio entre sus humanos.
–Bien… ¿eh? –balbuceó el muchacho sacudiéndose parte de la nieve de sus rodillas –. Creo ahora que deberíamos ver cómo salir de aquí… ¿no?
Astrid solo asintió con la cabeza.
–¡Es tan excitante! –exclamó Fishlegs frenético retorciéndose en su propio asiento.
–¡Así es! –le aseguró Hiccup después de relatarle lo acontecido a la avalancha –. ¡Los dragones actuaron completamente por su cuenta!
–Es como si sus instintos entraran en acción –agregó Astrid compartiendo la emoción del momento. Los tres, junto con Snotlout, se encontraban en uno de los miradores de la aldea. Era un ejercicio de vigía según les había dicho Gobber, antes de abandonarlos y dejarlos por su cuenta –. Debe de ser así como logran tolerar los fríos inviernos.
–Usando sus alas para contener la nieve, mientras sus vientres guardan todo el calor –continuó Fishlegs escribiendo apuntes rápidos en un trozo de papel. Desde que había quedado inaugurada la academia, el joven regordete había decidido llevar a cabo un registro detallado de todos los descubrimientos que hicieran sobre los dragones –. Esta información es oro puro.
–Por cierto, Fishlegs ¿sabes si alguno de los dragones que vive en Berk, aúlla?
–¿Dragón aullador? No ¿Por qué preguntas?
–Es que cuando estábamos atrapados en la caverna –se apresuró a explicar Astrid –, podemos asegurar que escuchamos los aullidos de una bestia.
–Pero no era nada parecido a algo que hubiéramos escuchado antes –explicó Hiccup acompañado con movimientos de sus brazos.
–¿Tal vez eran lobos? ¿Y qué? –soltó Snotlout sin darle importancia, cruzando sus brazos sobre su cabeza.
–No parecían lobos, Snotlout –dijo Astrid con seriedad –. De eso estoy segura.
–Sí, había algo poco común en ese aullido –continuó Hiccup agregando un tono más sombrío a su voz –. Parecía más que un llanto.
Fishlegs soltó un leve chillido y se retorció en su asiento.
–Fishlegs ¿Qué pasa?
–El guerrero aullador del pico de Thor –dijo el joven casi tartamudeando y provocando un silencio mortal en sus amigos.
El guerrero aullador del pico de Thor era una leyenda muy antigua de Berk sobre fantasmas. Según relataba la historia, un vikingo Hooligan derrotado en una batalla, decidió un día subir el incansable pico de Thor, el punto más alto de Berk; ya que se decía que como su nombre lo marcaba, solo los más valiente que podían llegar a esa cima se ganaban una audiencia con el dios del rayo y un consejo de su parte. El guerrero partió en busca de consuelo pero nunca regresó de su escalada y se decía por las malas leguas que había muerto en el camino. Desde entonces el pico de Thor estaba maldito y su fantasma aullaba entre las ventiscas en un llanto de suplica y perdón al dios del rayo.
Nunca nadie había visto al susodicho fantasma, pero Hiccup y Astrid no eran los primeros en escuchar aullidos que helaban la sangre en esas escarpadas. Era un lugar maldito al que nadie quería ir por voluntad y los jóvenes habían llegado por error ante la avalancha.
–Sí… ¿eh? –balbuceó Hiccup rascándose la nuca algo intimidado. Nadie quería mencionar nada más del fantasma aullador –. Regresa a lo que estábamos hablando, no habríamos sobrevividos sin ayuda de los dragones.
–Probablemente habríamos terminado más fríos que el corazón de Mildew –se apresuró a agregar Astrid apoyando la idea de cambio de tema. No porque tuviera miedo a un fantasma.
–¿Saben? También pudieron abrazarse para retener su calor corporal –agregó Fishlegs un poco más alegre provocando un terrible sonrojo en el gemelo y la rubia.
Pero antes de que alguno de los dos pudiera decir o agregar algo para desviar nuevamente el tema, Ruffnut y Tuffnut aparecieron montados sobre si zippleback distrayendo a los jóvenes. Stoick los había mandado a buscar a Hiccup.
Cualquiera habría jurado que nunca se llegaría a decir estar agradecidos por una interrupción de los gemelos Thortons, pero Hiccup ya era una excepción. Tan pronto Tuff y Ruff le pasaron el aviso de su padre, Hiccup salió volando sobre el lomo de Toothless mientras Astrid comenzaba a estrangular a Snotlout por un comentario lascivo sobre cómo mantener el calor corporal.
Por el momento el gemelo pecoso estaba un poco confundido con la reacción que había tenido Astrid en la caverna, que quería evitar temporalmente el tema lo más posible. Ya le confundía demasiado sus propias emociones sobre la joven rubia, como para devanarse los sesos preguntándose por los repentinos cambios de parecer de ésta.
Y hablando de mujeres con cambios de humor, cuando Hiccup aterrizó junto con Toothless frente a la entrada de su casa, la puerta principal de la misma se abrió de par en par para darle paso a una muy furibunda Honey. Su hermano y el dragón negro prácticamente brincaron de su camino cuando ésta paso a su lado refunfuñando:
–¡Esto no es más que un montón de mierda de dragón!
–¿Honey? –se atrevió a llamarla su hermano –. ¿Qué sucede?
–¡Porque no le preguntas a nuestro ingenioso padre! –rugió esta hasta casi desgarrase la voz sin detener su dramática marcha hasta el centro de la aldea.
–¡Honey! –la llamó el muchacho sin éxito.
Hiccup la vio partir algo preocupado, sus pies dieron unos pasos involuntarios para seguirla cuando escuchó a su padre desde el interior de su casa:
–¡Hiccup!
El chico desvió su mirada hacia su hogar y luego a la pequeña figura de su hermana que a cada segundo se alejaba más. Quería saber que era lo que le sucedía a su gemela, pero tampoco quería dejar plantado a su padre cuando obviamente las cosas no estaban muy bien con Honey. Los ojos de Hiccup se posaron de último en Toothless que soltó un leve gruñido.
–Divide y conquista, Toothless –dijo el muchacho indicándole al dragón de abano su hermana en la lejanía. Entendiendo perfectamente que le pedía, Toothless sacó la lengua como un cachorro y corrió detrás de Honey. Así al menos no estaría sola.
–Papá, acabo de ver a Honey escupiendo más fuego que un nightmare –preguntó el joven tan pronto entró en su hogar –. ¿Qué le sucede?
Su padre, el gran jefe Stoick the Vast se encontraba en el centro de la habitación claramente cansado. En la mesa del comedor comiendo algo de pan de cangrejos, el viejo Gobber rió como niño:
–Al parecer no tomó muy bien la última decisión de Stoick –dijo entre risitas.
–¿Ahora qué hiciste? –soltó Hiccup lanzándole una mirada abatida a su padre.
–¡¿Por qué ahora yo soy el juzgado?! –bramó Stoick indignado ante la expresión de su hijo –. Además no tomé ninguna decisión, es ella la que debe tomarla.
–Sí, pero le distes una mala opción, y una peor –agregó Gobber en burla recibiendo una punzante mirada de su mejor amigo.
–¿Papá? –lo llamó Hiccup con la manos en la cintura.
Stoick soltó otro suspiro, uno en resignación.
–Hiccup, tú y Honey tienen una importante obligación que adquirieron de nacimiento y por sangre –le explicó –. Su deber es primero con Berk antes que cualquier otra cosa. Hijo, algún día tú serás el jefe y tendrás que asegurarte del bien de tu gente antes que nada. Honey debe cumplir de otra manera debido su género.
Al muchacho no le gustaba para nada a donde quería llegar su padre con eso. ¿Acaso no quería decir que…?
–¿Papá… que hiciste?
–Aún nada. Sabes muy bien como hija de un jefe, tú hermana está en una posición muy alta para adquirir un buen pretendiente y formar alianzas con otras tribus. Sinceramente nunca me ha gustado la idea, pero hay tradiciones que no se pueden cambiar.
–Cambiar no, pero sí burlar –agregó Gobber intrigando más a su aprendiz.
Viejas tradiciones vikingas que se mencionaban en Berk pero rara vez se cumplían. Había un viejo dicho vikingo: "el amor era mal negocio". Y según ese estandarte la mayoría de las tribus del archipiélago realizaban sus contratos matrimoniales como acuerdos de negocios. El matrimonio por amor era muy raro.
Sobre la cúspide de esto, se encontraban las familias de realeza vikinga o los jefes, donde se hacían acuerdos matrimoniales entre hijos de diferentes tribus para mantener la paz entre ellos. Por generaciones Berk quedo fuera de estos acuerdos, ya que por muchos años no había nacido una niña en la casa del jefe (hasta la llegada de Honey). Ninguna tribu estaba dispuesta a entregar sus hijas en acuerdo a una en particular que no daba ninguna a cambio. Era por ello que se permitía en Berk que los miembros de la familia del jefe se casaran con individuos de su propia tribu, aunque con ello se arriesgaba a que el trono pasara a otra casa dominante de la isla. Pura política vikinga.
Pero con el paso del tiempo, los arreglos matrimoniales ya no se planeaban desde la infancia, sino hasta que los chicos mostraban interés en alguien; precisamente para evitar riñas entre casa. En Berk, el matrimonio por amor mantenía la armonía en los acuerdos de familias. Lo que era bueno para su jefe, lo era para el resto de la tribu.
Stoick se había casado por amor y así el padre de él, y su padre. Técnicamente Hiccup podía seguir esta tradición, pero Honey no se salvaba tan fácil. Cualquier otro jefe podía llegar y hacer una oferta por la mano de la gemela pecosa para él o uno de sus hijos, o al menos así dictaba las viejas reglas.
Y era algo que padre e hijo temían.
–¿A dónde quieren llegar con todo esto? –insistió Hiccup clavando la mirada en su padre.
–No me agrada en lo más mínimo que tu hermana termine casándose con algún idiota de otra tribu que solo la valorara como una propiedad, cuando he visto cualidades únicas en ella que la gente de Berk necesita. Especialmente después de los sucedido…. ya sabes que….
Stoick indicó con la cabeza la pierna faltante de su hijo. Hiccup solo asintió a esto.
–Así que le di a tu hermana una opción para evitarnos la pena de buscarle un pretendiente. Si inicia el entrenamiento de vala será su obligación permanecer en Berk y así evitar cualquier matrimonio forzado.
–En realidad fue idea de Gothi –se apresuró a explicar Gobber –. Ella dices (claro que sin palabras) que la niña realmente tiene potencial para convertirse en una. Probablemente la ultima que exista.
Hiccup pasó sus ojos de su padre a su mentor y viceversa, una y otra vez cada vez más alarmado que la anterior. ¿Honey… una vala?
Con anterioridad se había mencionado que una vala era una especie de hechicera, sacerdotisa y curandera que cumplía una importante función en una aldea vikinga. Eran autoridades supremas, incluso a veces más que un jefe y sus consejos eran ley. Su poderío era indiscutible y sus poderes temidos. Pero enserio… ¿Honey una vala?
–¿Pero no se supone que solo los Vitki podían convertirse en valas? –cuestionó Hiccup recordando todo lo que había leído sobre el tema de aquella raza de hechiceros de nacimiento –. ¿Y que no ha existido ninguno en siglos que ni siquiera la gente sabría cómo distinguirlos ahora? ¿No las leyendas dice que Odín fue el último en recibir los secretos de la magia rúnica y desde entonces el arte del practicante se perdió?
–¡Exacto! –soltó Stoick con alegría creyendo que su hijo captaba su idea –. Ese es el preciso punto. Nadie recuerda o sabe cómo distinguir a un Vitki así que no se le podría negar a Honey la oportunidad de convertirse en una vala aunque no lo sea.
–¿Seguro? ¿Y que de las cosas raras que hace Honey? ¿Y sus sueños?
–Tampoco nadie sabe que eso, como ni siquiera tenemos idea de cómo se llama lo que tú puedes hacer, hijo. Gothi fue entrenada en los viejos artes de la magia rúnica por su abuela, la última mujer que estuvo cerca de convertirse en vala y está dispuesta a entrenar a Honey en todo lo que sabe inmediatamente. El problema es…
–Que además de ser hechiceras, curanderas y concejeras, la valas son el puente entre los humanos y los dioses, y dedican su vida a ser portadores de sus deseos ¿verdad?
–Exacto.
He ahí el problema. No era que Honey negara la existencia de los grandes dioses vikingos que regían las vidas de los habitantes del archipiélago, sino que la muchacha tenía un vendetta y repudio a los mismos.
–¿Entonces –dijo el chico recapitulando – le diste a Honey a elegir entre un matrimonio forzado lejos de su hogar con un completo desconocido o entrenarse en un viejo y difícil arte para dedicar su vida en algo que no cree?
–Como lo dices suena muy feo –se quejo Stoick.
Hiccup no pudo evitar lanzarle una mirada inquisitiva a su padre, y solo porque lo respetaba mucho, se contuvo de decir lo que realmente pensaba.
–Eso explica porque sus nuevos deseos de emanciparse –fue lo que llegó a salir de su boca.
–No es gracioso, Hiccup.
– Y me imaginó que me buscabas para que hablara con ella y la ayudara a decidir lo que a ti te gustaría que ella decidiera.
–No… –admitió Stoick adquiriendo un nuevo brillo en sus ojos ante tal pensamiento – pero es buena idea. ¿Puedes hacer eso?
–¡Stoick! –lo regañó Gobber al darse cuenta que se le estaba pasando la mano.
–De lo que quería hablarte hijo es sobre esto –cambió de tema el jefe como si no hubiera dicho nada desagradable, y en cambio tomó un balde vacio del suelo.
–¿Un balde viejo y sucio? –preguntó el muchacho arqueando una ceja.
–Y vacio –señaló el jefe –. Mulch y Bucket me informaron que los yaks de las granjas han dejado de producir leche y las gallinas de poner huevos. ¿Sabes por qué?
–Voy a arriesgarme un poco aquí e intuir que la respuesta a tu pregunta son los dragones.
–Que comes que adivinas.
–¡Bueno que esperaban! –objetó el muchacho haciéndose el indignado y alzando sus brazos en el aire –. Antes de hacer las paces con ellos, los dragones se dedicaban a asaltar las granjas, además de ser inmensos reptiles que escupen fuego. Es seguro que uno que otro animal va asustarse con su presencia…
–Todas las granjas, Hiccup.
El gemelo soltó un gruñido en resignación similar al de su padre.
–¡Está bien, papá! Pondré a la academia en asunto.
–Perfecto –dijo Stoick –. El invierno está muy cerca y el invierno desolador no muy lejos también. Debemos abastecernos lo suficiente si queremos alimentar la aldea durante esas fechas.
–Sí eso es todo de lo que quería hablarme, iré a ver de inmediato el problema de los animales asustadizos y… –Hiccup comenzó a marchar de espaldas en dirección de la puerta, con la pura intensión de huir antes que le asignaran más tareas.
–Y hablar con tu hermana…
–Y hablar con Honey sobre la decisión que cambiara su vida para siempre –dijo el chico pidiéndole a los dioses piedad antes de darse media vuelta –. Sí, sencillo.
–¡Una cosa más Hiccup!
Ahora ¿qué?
–Ha llegado a mis oídos que estas pasando mucho tiempo con Astrid Hofferson –le informó Stoick marchando hasta él.
–¿A si? –dijo Hiccup nervioso –. ¿Dónde lo escuchaste?
Inconscientemente, su mirada paso de su padre al viejo guerrero que bebía de su tarro en la mesa, la única persona que podía decirle tal cosa su padre y fingía indiferencia ante su error.
–Nada pasa en esta isla sin que me entere –insistió Stoick inclinándose sobre su muchacho –. Ya deberías saberlo hijo.
–¿Y… es eso un problema?
–No… no lo es. ¿O acaso lo es?
–Nop.
–Como mi hijo espero un comportamiento propio de tu parte, así que… ¿necesito explícate algo sobre… ya sabes?
–¡Dioses no!
–¿Ni siquiera como…?
–¡NANANANAAAA! –gritó Hiccup espantado tapándose los oídos. No podía creer que su padre quisiera tener esa conversación con él justamente en ese momento, cuando el solo pensar en Astrid lo confundía –. ¡No! ¡NO! No es necesario.
Stoick intuyó con horror lo que quería decir su hijo, así que con las manos en su ancha cintura, le preguntó:
–¿Y sé puede saber como ya lo sabes?
–Pregúntale a él –sentenció Hiccup señalando a Gobber en la mesa. El herrero casi se atraganta con su bebida cuando fue fulminado por la mirada de su amigo –. Él también estaba ahí –y antes de que su padre pudiera preguntar más, agregó –. Ahora si me lo permiten, mejor me retiro antes que esta conversación tome otro rumbo que me haga sentir "aún mas" incomodo.
Hiccup salió por la puerta lo más rápido que le permitió su pierna falsa.
–¿Qué quiso decir con eso? –sentenció Stoick clavando sus ojos verdes en su mejor amigo.
–Estos jóvenes de ahora, crecen tan rápido –soltó Gobber nervioso evitando su mirada –. Y dime Stoick ¿Qué vas a hace tú al respecto?
–Revisar las provisiones y que los almacenes estén listos para el invierno. Y rogar a Thor que Honey tome la decisión más sensata y lo más pronto posible.
–No me refería eso. Sino a Hiccup y a Astrid.
–¿Qué con ellos?
Ahora fue Gobber el que lanzó la mirada inquisitiva. ¿Por qué todos lo miraban así últimamente?
–Hace unos momentos hablabas de contratos matrimoniales para tu hija con vikingos de otras tribus –dijo el herrero – ¿pero no se te ocurre nada para tu hijo? Vaya que eres denso.
–¿Qué quieres decir con eso? No puedes compara a Hiccup y Honey en ese aspecto, ellos son…
–¿De diferente genero? Sí, Stoick, soy consciente de ello. Pero ambos son hijos del jefe. Sé que en Hiccup no cae tanto la presión de un matrimonio arreglado como en Honey y tiene más libertad de hacerlo por amor como la mayoría aquí en Berk, pero también debe ser un ejemplo.
Stoick se sentía cansado, pero tan agotado que se dejo caer una de las sillas de la mesa.
–Lo sé, Gobber –dijo pasándose una mano por el rostro –. ¿Pero no es muy pronto para pensar en un contrato con los Hoffersons?
–Todos sabemos que la casa de Astrid tiene un tiempo batallando para mantenerse a flote –admitió el viejo guerrero –, pero nadie niega que son de los mejores vikingos que pueden haber que solo pasan por una mala racha. Tú has visto lo que puede hacer Astrid y yo mismo la he entrenado como para saber que se convertirá en una doncella de guerra formidable. No habría mejor candidata. No digo que firmes algo de inmediato, pero nada te cuesta hablarlo con Bertha un poco. En especial antes que las malas lenguas comiencen a disfrutar del "amor joven".
Tratando de seguir las órdenes de su padre, Hiccup puso manos a la obra y reclutó a los chicos y a los dragones en la arena para poner definitivamente un punto final en la falta de convivencia que había entre las lagartijas gigantes y los animales de granja. No importaba si les llevaba todo el día. Además, conociendo a Honey mejor que nadie, Hiccup sabía que era mejor darle su espacio por un par de horas antes de hablar con ella sobre la decisión que cambiaría su vida para siempre.
–Muy bien chicos, pongamos manos en la obra –dijo Hiccup abriendo las puertas de la arena –. Traigan las ovejas, yaks y gallinas. No saldremos de aquí hasta conseguir algo.
Pero las cosas no resultaban tan bien. No importaba las ideas que se le ocurrían al muchacho o los esfuerzo de sus amigos, los animales de granja seguían temiendo (o tal vez más) a los dragones ante sus intentos. Al final de la tarde ya contaban con un par de yak chamuscados, unas ovejas mordidas y unos pollos apastado. Solo Tuff y Ruff estaban felices con ello, ya que planeaban comerse a todos los animales caídos.
–¿Ya conseguimos algo? –soltó una horas después Snotlout de espaldas al suelo y con las ropas humeantes.
–Esto no está funcionando –admitió Hiccup con frustración.
–Es imposible, Hiccup –dijo Astrid tratando de mantener el equilibrio mientras una oveja la empujaba para ocultase de Stormfly –. Simplemente ellos les tienen muchos miedos a los dragones.
–A pesar de los adorables que son para nosotros –admitió Fishlegs –, ellos resultan intimidantes para los animales desde su punto de vista –agregó por experiencia propia.
–Lo que necesitamos es un dragón más simpático –comentó Astrid aunque sonara extraña la idea.
–¿Para qué necesitamos eso? –se quejo Tuff con una gallina rostizada clavada en un palo en la mano, que era asada lentamente ante las llamas de Hookfang –. ¿No es mejor una bestia asesina, cabrona y furiosa, deseosa de sangre?
–No estás ayudando, Tuff –dijo Hiccup.
–¿Qué hay de Toothless? –opinó Fishlegs –. Él no tiene púas, garras o dientes visibles que puedan asustar a los animales.
–Esta con Honey. La está… ayudando a pasar por momento difícil.
–Pues nos sería muy útil en este momento – dijo Astrid justo cuando Tuffnut pasó corriendo detrás de ella con la gallina empalada en llamas sobre su cabeza.
–¡Rápido el balde con agua! ¡Agua! –ante sus gritos su hermana corrió a socorrerlo –. ¡No, eso es aceite! –sus llantos se escucharon hasta la aldea.
–Será mejor que vaya a buscarlos –aceptó Hiccup marchando fuera de la arena.
–¡Arrrgggg!
–Será mejor que te apresures –le pidió Astrid ante la bola de fuego en que se convirtió Tuffnut.
Hola de nuevo.
Estoy muy orgullosa de cómo quedo este capítulo, me divertí mucho escribiéndolo, en especial los diálogos de Hiccup. He tratado de no ver mucho los capítulos de la serie para no caer exactamente en los mismos sucesos y seguir lo que recuerdo en general de la trama. Así trato que no sea una repetición de lo que ya conocemos.
Me han preguntado mucho sobre un posible matrimonio de Honey, y con quien, bueno en este capítulo explico un poco al respecto. Pero para conocer al joven afortunado deberán esperar.
Ya para finalizar, esta fue su última oportunidad de adivinar el dragón de Honey y es una lástima que nadie los consiguieran aunque dieron muchas interesantes opciones. Finalmente en el siguiente capítulo haga su aparición, pero no se decepcionen si no era el que pensaban o querían, todos los jinetes van a tener más que un dragón en esta historia.
Aún si lo desean, pueden seguir intentando adivinarlo solo por diversión. Las pistas son: nos es nightfury pero si de la misma clase (creo que ya no tiene caso esconder la clase también), su nombre significa una característica de algo que en realidad no tiene (lo contrario a chimuelo) y empieza con F (nombre en ingles), no sale en las series o películas pero si en los juegos.
Eso sería todo y no vemos hasta…
Martes 22 de Noviembre.
(Me percate que equivoque de mes en el capitulo anterior, lo siento)
