Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
El fantasma del pico de Thor
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Las tierras escapadas de la isla de Berk, tenía en su territorio un gran número de acantilados con preciosas vistas al océano; en aquella tarde en particular, la joven gemela pecosa Honey se encontraba sentada a la orilla de uno, con su espalda recargada contra el cuerpo caliente y escamoso de Toothless, que dormitaba tranquilamente ante el arrullo de la chica al tararear su canción favorita.
Miles de cosas circulaban en la mente de Honey en ese momento, la mayoría de ellas eran planes malvados de venganza contra su padre por ponerla en tan desagradable situación. Sí, Honey estaba en un serio problema y necesitaba tomar una decisión pronto, pero esto no resultaba fácil cuando se trataba de una que marcaría su vida para siempre.
La gemela Haddock no podía engañarse a sí misma, siempre fue consciente de su situación. Era una niña pequeña y delgada, sus brazos eran como ramitas frágiles y sin musculo. No había ni una pisca en ella que la denotara como una guerrera o aventurera. A diferencia de su hermano, para Honey eso no era tan grave, solo que la dejaba con un camino que tomar, el de ser esposa, madre y ama de casa. A pesar de su condición física, la chica podía traer orgullo a su nombre y clan mediante la cama. Y no porque le gustara la idea.
Pero por otro lado estaba su condición. Al ser la hija de un jefe, la muchacha estaba en lo más alta de la sociedad vikinga para conseguir el mejor candidato a marido. Lo cual resaltaba en cierta forma alivio para Honey, quien sabía que eso le evitaba buscar pretendiente entre su gente (quienes no eran santos de su adoración) y limitarse a solo a jefes de otras tribus o a sus hijos. La gemela pecosa era flaca, pequeña, tan solo iba a cumplir trece años de edad, no tenía figura, busto y mucho menos había empezado su sangrado; ningún jefe en su sano juicio la elegiría como compañera para su heredero.
En cierta forma, Honey se sentía a salvo.
Pero olvidaba un punto clave en todo ello, la estupidez de su padre, la cual en el pasado ya le había causado penurias a ella y a su hermano.
Estaba claro que si Stoick decidía casarla con alguien, Honey no tenían la menor opción que aceptar el mandatos de los hombres y acatar. Eso la ponía furiosa. La niña, lo que le faltaba de edad y estatura, le sobraba en voluntad. Honey era una mujer muy adelantada a su época, era voluntariosa, atrevida y sobre todo demasiado lista; tanto como su hermano, pero a diferencia de él, ella no tenía un pelo de ingenua. El que controlaran su vida de aquella manera, aunque fuera la tradición, la enfermaba terriblemente.
Pero el horror no terminaba ahí, ya que padre llegó aún más lejos y le dio la opción de cambiar ese destino… por uno peor. Muchos dirían que ser elegida para convertirse en vala sería todo un honor, pero para Honey no. Primero ante todo, la chica sabía y había leído que para ser una vala se debía ser un vitki, un poseedor del veidr, un don divino de los dioses que muy pocos tenía. Según las leyendas, el mismo dios Odín fue el último en tener tal habilidad y ser entrenado en el arte de la magia rúnica aunque era algo reservado solo para mujeres. Él fue el último practicante y aunque los secretos de aquella magia continuaban en los recuerdos de los ancianos y libros, la práctica se perdió.
Honey sabía que había algo especial en ella, pero estaba consciente que aquellos sueños que tenían, estaban lejos de ser bendiciones de los dioses. En realidad era pesadillas, una maldición que tenía que ver o experimentar cada vez que cerraba sus ojos. Era una de la principales razones por las que odiaba a los dioses y por ello, primero muerta que dedicar su vida a seguir sus mandatos. Por ella, Odín, Thor y las demás deidades podían romper sus culos sentados en sus tronos en Asgar para lo que le importaba.
Y por ultimo y no menos importante, aunque la magia rúnica incluía el arte de la curación había muchos más aspectos y prácticas muy difíciles; pesados rituales y mucha información que memorizar. El entrenamiento de vala podía ser mucho más difícil que el de guerrero o matadragones juntos… y multiplicado por tres.
Principalmente eso tenía a la muchacha furibunda deseando mentalmente cosas horribles a su padre. Ante sus ojos, Stoick era el culpable no solo de las desgracias de su pasado, las pésimas decisiones de su presente y su futuro incierto, sino también del sufrimiento y la pérdida de la pierna de su hermano.
Y hablando del muchacho invalido.
–Sabes… –se anunció Hiccup completamente agotado una vez que alcanzó la cima del acantilado – de todos los puntos más alejado y difíciles de subir en Berk… –se apoyó en sus rodillas tratando de recuperar el aliento – realmente elegiste el que supera a todos.
Honey se volvió a verlo, mientras Toothless alzó su cabeza sobre sus patas. La chica no le sonrió o le dirigió una palabra, en cambio volvió enfocarse en el mar, en lo que el dragón de ébano soltaba un leve gruñido.
–De acuerdo, no hablamos –dijo Hiccup para nada sorprendido pero encogiendo los hombros. Caminó cojeando levemente debido al dolor que le provocó en su muñón la larga caminata, hasta sentarse a un lado de su gemela contra el cálido cuerpo de Toothless –. Enterado.
Por casi un minuto ninguno de los dos dijo algo más. Honey continuaba con sus rodillas contra su pecho y Hiccup tamborileaba sus dedos en sus muslos. Toothless volvió a recargar su enorme cabeza sobre sus patas y se dispuso a seguir con su sienta.
–Déjame adivinar –soltó de repente Honey terminando con el incomodo silencio –, papá te pidió que hablaras conmigo sobre qué decisión tomar.
–No, no, no, no, no… –se apresuró a decir su hermano sacudiendo nervosamente sus manos – bueno sí –administró de inmediato rascándose la nuca –. Sí me pidió que hablara contigo al respecto, pero esa no es la razón por la que estoy aquí. En realidad quería pedirte prestado a Toothless por unas cuantas horas en lo que entrenamos a los dragones a no ser tan terroríficos y a los animales de granja a no ser más temerosos que Fishlegs.
–Adelante, es todo tuyo –le dijo Honey con un ademan.
–Entonces ¿no quieres hablar de ello?
–Nop.
–Bien… –aceptó Hiccup sacudiendo levemente sus brazos, pero no pudo aguantar mucho la tensión y agrego – Bueno, tenemos que hablar de ello –su hermana soltó un gruñido que no lo desanimo a seguir –. Honey se que no te gusta para nada la idea y mucho menos las opciones que te dio papá, y conociéndote es muy probable que ya hayas pensando en ponerle unas cuantas espinas de pescado a su comida, pero debes de admitir que podría ser peor.
Honey le lanzó una mirada asesina, por lo que el muchacho tuvo que corregir rápido:
–Bueno, sin son muy malas opciones, pero al menos tú tienes opciones. Yo no pudo elegir qué hacer con mi vida, estoy destinado por sangre y nacimiento a ser el futuro y siguiente jefe de Berk, y aunque la idea de ser el todo soberano de la isla no suena mal; hemos visto como con los pasos de los años la responsabilidad ha pegado dura a papá. Así que no me tiene nada entusiasmado saber que tendré que liderar toda una isla con furiosos y tercos vikingos que solían llamarme inútil durante la infancia. En cierta forma nunca pensé que llegara a ser posible, especialmente cuando todos pensaban que era un inútil que…
–¿A dónde quiere llegar con esto, Hiccup?
–A que tal vez en tu berrinche estás perdiendo el gran panorama de las cosas –explicó el gemelo a pesar del puchero de su hermana –. Sé perfectamente porque no te gusta para nada la idea de convertirte en vala. Para ello se requiere un entrenamiento largo y difícil, además que sus creencias no concuerdan con las tuyas, pero debes de admitir que si lo consigues sería mucho más que estupendo –explicó entusiasmado aunque sabía perfectamente que Honey conocía cada uno de esos detalles –. Estarías en la escala más alta de la jerarquía, nadie en todo el archipiélago podría decirte que decir o hacer, incluso si aún tuviéramos rey no podría ordenarte absolutamente nada. La gente vendría desde aguas muy lejanas a buscar tu consejo y podrías hacer lo que te plazca con tu vida.
La chica pecosa desvió la mirada y se enfocó en sus pies. La sonrisa en los labios de Hiccup desapareció de inmediato con tan solo verla. Era su hermana, su gemela y él se sentía terrible cuando ella se sentía mal. Solo quería que fuera feliz.
–Entiendo que puede parecer muy difícil y demandante de momento –continuó el muchacho con calma poniendo su mano en el hombro de su hermana para invitarla a mirarlo a los ojos –, aún así deberías imaginarte las posibilidades. Tu vida será mucho mejor que si papá solo te casara con el heredero de alguna otra tribu; no quiero decir que ser esposa tenga algo de malo, pero sí fueras una vala podrías elegir casarte con quien tú quieras.
Sus ojos se conectaron durante su discurso y Hiccup podía detectar en el brillo en los de su hermana como tal situación la estaba afectado, pero el reflejo de su pupila pudo darse cuenta que también el sufría.
–Y sobre todo…–confesó – no te perdería.
Los labios de Honey se partieron un poco ante la sorpresa y sus ojos se volvieron brillos ante su deseos de llorar.
–Sé que suena muy tonto en especial para el futuro jefe de los Hooligans –continuó el gemelo pecoso desviando la mirada –, aún así no puedo evitar… nunca he podido evitar sentir miedo de que te lleven lejos. Siempre hemos estado juntos y quiero que siga así. No tengo la menor idea que haría sin ti.
–¡Hiccup! –bramó Honey en llanto arrojándose al cuello de su hermano. Sus lágrimas acumuladas se derramaron en el grueso pelaje de su abrigo de oso –. Yo también te necesito –dijo con su rostro apretado contra su hombro.
Hiccup correspondió el abrazo y la apretó fuerte contra él. Toda su vida habían estado juntos, muchas cosas desde sus logros y fracasos había estado el uno con el otro. Hiccup no podía imaginarse cómo podía ser el jefe de la isla de Berk sin Honey a su lado apoyándolo en cada paso del camino.
Poco a poco se fueron separando, mientras sus brazos seguían entrelazados. Al final quedaron frente contra frente compartiendo el calor que generaba la compañía del otro.
–Bueno –soltó Hiccup terminando el momento y separándose de Honey –, ya que hablamos de eso… –se puso de pie y ayudó a su hermana a hacerlo – ahora podemos ver los de unos dragones traviesos y unos animales asustadizos. Ya que cuando me fui deje a Tuffnut cubierto en llamas y creo que necesitara de tu habilidad curandera.
–Conociéndolos –comentó Honey más animada con una mano en su cintura –, es probable que Ruffnut también ya se encuentre en llamas.
–¿Qué dices Toothless? –le preguntó Hiccup a su dragón frotando su mano contra su cabeza y motivándolo a ponerse de pie –. ¿No ayudara a enseñarles a los animales a no tener miedo a los dragones antes del invierno?
Toothless respondió con un leve gruñido afirmativo antes de extender sus largas alas listo para emprender el vuelo.
–Ese es, amigo –dijo Hiccup a punto de montar sobre la silla en su lomo. No tenía la menor intensión de hacer el recorrido de regreso a pie. Volteó hacia su hermana para ayudarla a montar detrás de él, pero ésta se encontraba con la mirada perdida en el horizonte y en el vasto océano que rodeaba a la isla –. Honey ¿qué pasa? –le preguntó.
La gemela podía sentirlo no solo en el ambiente y verlo en la distancia, aunque resaltaba imperceptible para el ojo humano.
–Tal vez tengamos menos tiempo de lo que imaginas, Hiccup –afirmó ante la tormenta que se aproximaba.
Ser un buen líder no es fácil, ser uno preparado mucho más. Stoick the Vast tenía años de experiencia detrás de sí, aún así él podía sorprenderse. En un principio cuando escuchó las predicciones de Bucket las tacho de tonterías de su cabeza medio vacía, pero cuando Gothi confió completamente en su palabra de que una tormenta invernal se le venía encima a pesar de perfecto clima; comenzó a plantearse la posibilidad de que tuviera la razón.
Pasó gran parte de la tarde preparando a la gente y su aldea para la inminente tormenta. Era costumbre que el invierno terrible que seguía al invierno normal trajeran con sigo tormentas de nieve como ésta en particular, pero resultaba completamente nuevo que ocurriera al principio de la temporada.
–¿Qué va a pasar con nuestras casas? –le preguntó preocupada la señora Larson apretando contra su pecho a la recién nacida Hildegard, mientras su esposo la apuraba a ella y su hijo a entrar en el gran salón.
–Stoick ¿Qué pasara con los cultivos? –dijo Sven completamente asustado. Aún no habían tenido tiempo de recoger la última cosecha.
–¿Qué vamos a hacer con los animales? – le recordó Mulch –. ¿Y con la falta de alimento?
Stoick soltó un suspiro en frustración. Tratando de calmar a cada unos de los habitantes, mandó a las madres, niños pequeños y ancianos al gran salón para guarecerse; mientras el resto pasó la tarde tapeando las ventanas, protegiendo los almacenes y cargándose con todo el alimento y abrigos que podían.
Muchos tenían sus dudas sobre tal tormenta profética, ya que hasta el momento el cielo continuaba tan despejado como rara vez se vía en Berk; pero las presiones de su líder, la preocupación de Gothi y los quejidos de Bucket les confirmaba que era muy real.
–¡Papá! –lo llamó Hiccup a todo pulmón cuando Toothless aterrizó junto a él en la gran escalinata al gran salón –. Una gran tormenta…
–Se acerca, sí lo sé –completó la frase Stoick apurando a su gente que ascendía por los escalones –. ¿Han podido mejorar la situación con los animales?
–Eh…
–No importa –dijo Stoick resignado –, junta a los demás muchachos y sus dragones y lleven inmediatamente a todos los animales a los graneros. Tendrán que soportar ahí la tormenta.
No era el plan perfecto y existía el riesgo que las construcciones no resintieran, pero no tenían más opciones ante la inminente tormenta. Por desgracia el destino y los dioses tenían otro plan en mente.
Cuando Hiccup y Honey, con el resto de sus amigos, finalmente llegaron a los graneros se encontraron una flameante sorpresa.
–¿Montrous nightmare salvajes? –soltaron los chicos al mismo tiempo al ver a tres dragones rojizos y purpuras dentro del granero.
–No podemos poner a los animales dentro hasta que saquemos a esos dragones –comentó Astrid preocupada.
–Pero primero debemos pensar con cuidado como hacerlo –agregó Honey volviéndose hacia su hermano.
–Así es, no queremos molestarlos mucho y que prendan en llamas…
–Hagan espacio al experto en nigthmares que va en camino –sentenció Snotlout adentrándose solo al interior de la bodega.
–¡Snotlout!
Cinco minutos más tarde el granero estaba en llamas.
–¿Cómo carajos iba a saber que eso podía pasar? –se defendió el chico moreno mientras los gemelos Thorston lo miraban con decepción, Fishlegs se cubría la boca con ambas manos, Astrid le lanzaba una mirada de odio, Hiccup se cubría el rostro con una mano, Honey negaba con la cabeza y los tres nightmares volaban de regreso al bosque.
Sin más opciones y con el cielo cubriéndose de nubes gruesas y el viento soplando con fuerzas, los chicos y sus dragones regresaron al gran salón en compañía de los animales de granja. Tendrían que pasar la tormenta junto con ellos bajo el mismo techo… y con los dragones.
Eso podía resultar muy mal.
Pero mucho antes que el encierro necesario comenzara, una leve bocanada de fuego de Hookfang prendió en llamas la lana de una oveja, desatando una estampida de animales asustadizos que huyeron por la entrada al gran salón en dirección al bosque.
Hiccup vio con horror como sus planes fallaban. No podía permitir que los animales murieran en la tormenta, ya que su gente también moriría de hambre… por los dragones… por su culpa.
–¡Voy por ellos! –anunció Hiccup con vehemencia lanzándose sobre el lomó de Toothless.
–Yo voy contigo –sentenció Honey montando detrás de él.
–¡Hiccup! ¡Honey! ¡No! –los llamó Stoick en vano ya que para habían atravesado las puertas del gran salón al exterior donde la nieve comenzaba a caer. Peor aún, antes de que pudiera evitarlo, los demás jóvenes, sobre sus dragones, fueron detrás de ellos.
Comenzaba a ser frustrante que tuvieran aquellas bestias como mascota.
Stoick compartió una mirada indicativa con Gobber antes de salir del gran salón en busca de sus tercos hijos.
Volando sobre cinco dragones no resultó difícil encontrar y atrapar a las ovejas y yaks asustadizos; pero en cuestión de segundos la tormenta empeoró y una poderosa ventisca, como toneladas de nieve comenzó a caer sobre ellos, haciendo difícil a las bestias escamosas volar, así como ver a la distancia. En cuestión de minutos el bosque de Berk se cubrió de nieve, el vuelo se dificultaba a causa del peso muerto sobre las alas de los dragones haciéndolos volar bajo y no alcanzaba a distinguir los arboles a tiempo.
En más de una ocasión se perdieron o volaron en círculos, y el poderoso frio les calaba hasta los huesos, a pesar de que en esa ocasión llevaban sobre sí sus pesados abrigos de invierno.
–Creo que ya lo encontramos a todos –afirmó Hiccup mientras que Toothless, Stormfly y Meatloug rodeaban a los animales en un claro cubierto de nieve en el bosque.
–No olvides al poderoso y perfecto Snotlout –se vanaglorio el joven moreno reuniéndose con sus amigos y arrastrando consigo unas cuantas ovejas y pollos.
–Bien –comentó Hiccup sin mucho interés en sus palabras –, solo falta encontrar a Tuff y Rufff para poder regresar al gran salón.
–Solo que hay un pequeño problema, Hiccup –anunció Fishlegs nervioso.
–¿Qué?
–No se puede distinguir el camino al gran salón con esta tormenta –agregó Astrid abrazándose a sí misma.
–Es en aquella dirección –les informó Honey con misteriosa seguridad indicando sobre su hombro un punto imperceptible en la distancia.
Hiccup asintió a eso comprendiendo de inmediato la veracidad de su hermana. Sus amigos no tanto.
–Solo faltan encontrar a Tuff y Ruff…
–¡No hay necesidad! –dijo de repente la voz de Ruff con petulancia en lo que la enorme figura de su zippleback apareció entre la densa ventisca de nieve.
–¡Somos tan chingones que atrapamos los yaks más grandes y feos de todos! –sentenció Tuff con orgullo indicando las garras de sus dragones. Efectivamente Barf y Belch cargaban dos grande masas de pelos que se sacudían con fuerzas.
–¡Bájenme de inmediato antes que patee sus culos! –rugió Stoick como bestia en brama pataleando sus cortas piernas –. ¡Y no se atrevan a llamarme obeso!
–¡Sí! –sentenció Gobber a su lado –. ¡¿Y a quien llaman feos?!
–¡Papá! ¡Gobber! –los llamó Hiccup desmotando junto con su hermana a Toothless y corriendo hasta ellos.
–¡Hiccup! ¡Honey! –respondió su padre clavando su rodilla en la nieve para quedar a la altura de los rostros de sus hijos –. ¡¿Qué estaban pensando?! ¡La tormenta de nieve cada vez es más terrible!
–¡Lo siento papá! –dijo el gemelo alzando la voz para que lo escucharan sobre de los fuertes vientos –. ¡Pero necesitamos a los animales o el pueblo se muere!
–¡No si les cuesta la vida a ti, a tu hermana y a tus amigos!
–¡Lo sentimos! –lo repitió el chico algo apenado, sintiéndose que lo había arruinado de nuevo –. ¡Solo trataba de cumplir con lo que pedías!
–¡Yo no quiero esto, Hiccup!
–¡¿Cómo podemos saber qué es eso lo que realmente quieres, papá?! –vociferó Honey perdiendo completamente la paciencia. La vida de su hermano había sido un intento fallido tras otro intentando complacer a Stoick y ahora lo veía con más claridad; el muchacho nunca fue el problema –. ¡A cada momento estas cambiando de opinión! ¡¿Cómo carajo se supones que sepamos que pasa por tu mente?!
Las palabras de la gemela llegaron tan sorpresivamente que todos a su alrededor quedaron congelados y no por la intensa ventisca que los helaba hasta los huesos.
–¡Siempre ha sido lo que tú quieres! –continuó la niña con ferocidad –. ¡Nunca lo que nosotros queremos!
–Honey –se dirigió su padre hacia ella sin estar muy seguro de que decir –, si te refieres a lo que hablamos en la mañana…
–¡¿Hablamos?! ¡¿HABLAMOS?! ¡No hablamos nada en la mañana, simplemente impusiste tu dedición ante mí y la hiciste parecer una pregunta!
–Hay cosas que simplemente nos supera…
–¡No solo cosas! ¡Todo! ¡Todo es más importante de lo que nosotros queremos!
–¡Honey sabes bien que existen responsabilidades que no elegimos, que simplemente nos llegan!
–¿Alguien sabe de qué están hablando? –preguntó Snotlout al resto de los chicos que contemplaban la discusión padre e hija de una distancia segura.
–No lo sé –respondió Astrid en susurro sobre su hombro –; pero cállate que no me dejas escuchar.
–¡Entonces ¿por qué insistes en que elija!? –gruñó Honey –. ¡¿Acaso para librarte de la culpa?!
–¡No! –rugió Stoick ofendido –. ¡La única razón por la que te di opciones es para darte la oportunidad de hacer algo importante para Berk! ¡Creo que eres más útil para su gente!
–Papá… –lo llamó inútilmente Hiccup cuando se percató del hielo delgado en que se había metido su progenitor.
Pero ya era muy tarde.
–¡Oh, ahora entiendo! –exclamó Honey –. ¡Es por lo de "los hijos inútiles del jefe" otra vez!
Stoick rápidamente intentó reparar su error, pero intenso y fantasmagórico rugido se escuchó entre los fuertes vientos de la ventisca, estremeciendo sus corazones y erizando el bello de la nuca de cada uno de los vikingos.
–¡Es el fantasma del pico de Thor! –gritó Fishlegs abrazando a Meatloug quien también lanzó una mirada de espanto a sus alrededores.
Hiccup pudo deducir que efectivamente había algo más atrapado en aquella tormenta con ellos, ya que los dragones se pusieron alerta y a la defensiva. Aún así, antes de que pudieran hacer algo más, un pequeño cordero se espanto ante aquel llamado del más allá y corrió entre las piernas de los humanos, perdiéndose entre la intensa nieves que caía sobre ellos.
–Perfecto –soltó Gobber mirando al pequeño animal escabullirse en terror.
–¡Voy por él! –dijo Honey y antes de que alguien pudiera detenerla, salió corriendo detrás del pequeño animalito –. ¡Al menos así puedo ser de utilidad!
–¡Honey! –le gritó Stoick, pero ya era muy tarde. Con unos cuantos pasos, la delicada silueta de la gemela pecosa se perdió entre la nieve.
–¡HONEY! –la llamó de inmediato Hiccup tratando de ir detrás de ella. Toothless soltó un leve rugido, pero ambos fueron detenidos cuando el padre del muchacho los sujetó de los hombros.
No perdería otro hijo en esa tormenta.
Unos cuantos metros más adelante, Honey comenzó a arrepentirse de haber salido corriendo de esa manera. Al instante en que se adentró en la nieve ella sola, perdió por completo de vista el pequeño cordero y su camino. La nevisca que caía constantemente taparon sus huellas impidiéndole regresar sobre sus pasos y la poderosa ventisca la desorientaba. Continuó caminando, sumergiendo sus piernas hasta la rodilla en la nieve y abrasándose a sí misma para mantener su calor; pero a pesar de su pesada capa de piel de oso, la baja temperatura la hacía temblar.
Debía regresar de inmediato o se congelaría.
Continuó caminando en lo que maldecía mentalmente su camino y su padre. Pero poco a poco un terror creció en su interior. Su sentido de dirección se había vuelto inútil ante la blancura de sus alrededores que lucía exactamente igual con cada paso que daba. Nunca había estado más perdida en su vida.
Intento seguir avanzando.
Sus piernas se fueron sintiendo cada vez más pesadas y le resultaba casi imposible marchar con la alta nieve. Su piel chillaba de dolor ante el frio y su aliento se congelaba de inmediato al escapar de su boca. Fue con el pasamiento se formó en su cabeza:
–Voy a morir.
Todo le pareció tonto de momento. La discusión con su padre, el entrenamiento de los dragones, inclusive esa tormenta. ¿A quien quería engañar? No odiaba a su padre. Solo estaba molesta con él y su repentino despertar de paternidad. Honey estaba muy herida y resentida para haberse dado cuenta desde un principio que ella su padre eran dos gotas del mismo mar, que simplemente choran en una costa.
Pero ya no importaba. Comenzaba hacerse a la idea que pronto se encontraría con su madre y abuelo en las tierras donde reposaban sus antepasados, pero casi inmediatamente la descartó. Probablemente, primero su cadáver se congelaría en aquella montaña y su alma se perdería para siempre, deambulando en aquel pico alto de la isla como un fantasma, que ella consiguiera un lugar en el Valhala.
Intento inútilmente continuar en la dirección que se imaginaba ser la correcta, donde encontraría su hermano y estaría a salvo, pero sus alrededor no cambiaba y su cuerpo no daba para más.
–Lo siento, Hiccup –dijo en susurró antes de desplomarse sobre la nieve y caer en la inconsciencia.
De repente, la nieve dejo de caer y el frio ya no era perceptible. Tal vez la helada finalmente había quemado toda su piel y nunca jamás podría sentir otra vez. El viento dejo de soplar y la calma regresó a la montaña.
Honey abrió con letárgica sus ojos y encontró su rostro pegado contra la fina y fría nieve. Con pesadez se puso de pie, en lo que su vista nublosa se adaptaba a su alrededor. Efectivamente la nieve había dejado de caer y cielo estaba semi-despejado con excepción de algunas nubes esponjosas como algodón.
–¿Dónde… dónde estoy? –se preguntó la chica aletargada. La cabeza le dolía como nunca y su cuerpo era pesado como si llevara un millar de rocas en su espalda.
Con lentitud se puso de pie, en lo que percató que había llegado hasta un punto en la cima montaña, quiso el pico más alto, donde el acantilado sobresalía de la nada y resplandecía con la increíble vista de la isla de Berk. Solo, sobre el lomo de Toothless había presenciado algo más sorprendente.
–¿Qué paso? –se preguntó de nuevo la joven frotándose la cabeza tratando de recordar sus últimos momento de conciencia. Pero su cerebro continuaba parcialmente dormido que no resultaba ser de gran ayuda.
Honey giró sobre sí misma tratando de encontrar su camino, cuando descubrió algo que despertó por completo su cerebro. No se encontraba sola.
En el punto más alto del pico, había un hombre. Probablemente un poderoso guerrero por su alta estatura y marcados músculos. Sus brazos como de gorila estaban desnudos ante el frio, a diferencia del resto de cuerpo ataviado con las ropas finas y mejor remendadas que había visto en su vida. De su gruesa cintura colgaban espada, hacha, dagas y hasta un mazo, y una imponente capa ondeaba de sus hombros al viento. Honey no pudo evitar sonrojarse al darse cuento del increíble atractivo de aquel hombre; su silueta era perfecta y marcada contra el horizonte. Su cabellera rubia con impecable ondas se sacudían levemente y su barba estaba trenzada con magnificencia que ningún bello salía de su lugar.
Ante su imponente semblante y postura, aquel misterioso guerreo se imponía.
–¿Hola? –lo saludó Honey con timidez –. ¿Quién es usted?
El desconocido no contestó, ni siquiera se volvió a verla. La chica no podía estar segura que se hubiera percatado de su presencia.
–¿Conoce el camino hacía Berk? –continuó dando un paso más hacia el desconocido, que fácilmente podía diferenciar que no era habitante de su aldea. No hubo respuesta –. ¿Acaso no pude hablar o no me escucha? –insistió irritándose levemente con aquel desconocido.
–Yo poseo mi propia voz –dijo de repente con la voz más profunda, varonil y armoniosa que Honey había escuchado en su vida –. ¿Tú conoces la tuya?
Ahora fue turno de la jovencita de quedar en silencio. Dio un brinco inconsciente hacia atrás en lo que el desconocido tenía sus ojos azules clavada en la impresionante vista a sus pies.
–¿No acabo de preguntar…? –se escapó de los labios de Honey –. ¿No es eso a lo que se refiere? –agregó intuyendo.
El extraño guerrero no constó, continuó con su postura y su firme mirada.
–¿Es el fantasma del pico de Thor? –preguntó Honey.
–Aquí no hay fantasmas –respondió el hombre.
De acuerdo, nada de fantasmas. La mente ya más despierta de la joven comenzó a trabajar en las posibilidades. Su primera teoría fue que estaba muerta.
–¿Quién es usted? –volvió a preguntar.
–Yo sé quién soy –dijo el hombre –. ¿Tú sabes quién eres? –con movimientos sumamente agraciados, el desconocido se volvió de lleno hacia Honey haciéndola estremecer con su sola presencia –. Los seres humanos sin destino luchan para ganarse un lugar en este mundo. Aquellos con destino suelen ignorar quienes son –sus brillantes ojos azules se clavaron en los verde esmeralda de la chica –. La pregunta ahora sería: ¿no tienes un destino que cumplir?
Definitivamente, estaba muerta y ese desconocido era su guía al más allá.
Honey se tomó su tiempo para contestar. Si realmente estaba muerta, las palabras del guerrero debían ser algún tipo de adivinanza que debía responder para avanzar hacia adelante. Meditó un poco en sus palabras: ella preguntó su identidad y él se la devolvió. Ella sabría quien es él, si supiera quién es ella, y ella sabría su propia identidad, si no tuviera un destino. ¿Era eso a lo que se refería?
–Lo sabría si supiera quién soy –respondió la chica sardónicamente esperando engañar al guerrero.
Éste abrió levemente la boca como si fuera a responder, pero luego se contuvo y una débil sonrisa de orgullo se marcó en sus labios.
–A su momento –dijo al darse cuenta del intento de la chica –. Aún no estás lista –agregó –; debes primero de prepárate para cuando llegue el momento en que más se te necesite. Por ahora…
–¿Prepararme? ¿Para qué? –para el más allá, la muerte… ¿Estaba o no muerta?
–Los débiles siempre se preguntan, se quejan y lloran por la injusticias y dificultades –continuó el guerrero mirando de nuevo el horizonte –. Solo los valientes se atreven a tomar el control de sus vidas a pesar de las adversidades y deciden por voluntad propia el camino que los llevara a su destino –se dio de nuevo vuelta hacia Honey y caminó hasta ella, provocando que dieran un paso involuntario hacia atrás –. La marcha nunca es fácil y no siempre conllevaba a la gloria, pero el que la sufre, lucha y continua por las adversidades alcanzara su destino y la inmortalidad.
Honey clavó sus ojos en el desconocido y su centellante mirada. Definitivamente, no estaba muerta.
–Tú no eres débil –le dijo el extraño con fuerza y determinación –. No eres cobarde –no supo porque, pero algo ardió con fuerza dentro del pecho de Honey al escuchar esas palabras –. Y tu camino nunca ha sido y será sencillo. Ahora que conoces algo que no sabías ayer, responde mi pregunta: ¿no tienes un destino que cumplir?
–Eso creo... –masculló la chica.
–¿Crees?
Honey tragó saliva al comprender… ahora lo entendía lo que se refería el hombre… lo que era todos eso, quien era él y que quería de ella.
–No –soltó la chica con fuerza en su voz y enderezando su espalda –. Estoy segura.
El guerrero le sonrió, Honey trató de corresponderle pero su rostro no reaccionaba. Después de todo, ella lo odiaba. Sacudiendo su larga capa, el hombre le dio la espalda a la chica y comenzó a alejarse descendiendo de la montaña sin dejar huellas detrás de él en la nieve.
–¡Espera! –lo llamó Honey –. ¡¿Sabe cómo puedo regresar?!
Pero antes de que el guerrero llegara a contestar, de nuevo el fantasmagórico llanto se escuchó en los alrededores, intensificado por el eco de la montaña.
–¡¿Qué es eso?! –soltó la gemela espantada, perdiendo el equilibrio y cayendo sobre la nieve. Pero su caída no se detuvo ahí, pudo sentir como perdía más su equilibrio y continuaba su en picada sin tocar el suelo.
–Un regalo –escuchó la voz del guerrero en la lejanía –. De mí para ti. Te ha estado esperando y te ayudara a marchar por tu camino.
Honey sintió como si hubiera si su nuca hubiera chocado contra una roca. Su cuerpo seguía pesado y adormilado, pero de nuevo era perceptible el frio. La montaña estaba nuevamente cubierta de nieve, la ventisca azotaba con fuerza silbando en sus oídos y sus alrededores estaban a oscuras por la poderosa tormenta.
Aún así Honey no se congelaba, algo recargado sobre su pecho le daba calor.
Lentamente la jovencita abrió sus pesados parpados y se topó de inmediato con un par de ojos morados que le devolvían la mira.
–Oh… –salió de su boca cuando se percató del gran dragón lanudo recargado sobre ella.
Hola
Les presentó el dragón de Honey, un Wooly Howl. El misterio finalmente ha sido revelado.
En este capítulo aprendimos un poco más sobre las valas y como se basan los dones. Ya había mencionado que había el don, el titulo del poseedor y la profesión. Por ejemplo aquí, el don sería el veidr, el poseedor se le llama vitki (que es titulo para hechiceros nórdicos) y vala es la profesión (que es el título para las brujas buenas nórdicas). Así será con todos los dones.
Ahora contestando preguntas:
Rebeca: la razón por la que he prolongado la publicación de los capítulos es porque me pareció más práctico, me da más tiempo en trabajar en ellos y con calma.
Fanatico z: En realidad Stoick nunca quiso casar a Honey, por él, mejor que se convierta en una solterona. Pero como ya comente aquí, él ve que hay cosas más importante que simples deseos cuando se tiene una obligación con su gente. Y sobre el Hicctrid, la verdad tengo una relación amor-odio con el Hicctrid; porque de verdad me gusta, pero me fastidia como se obsesionan algunos con ello. La historia de HTTYD nunca se enfocó en la relación de Hiccup y Astrid, sino en los dragones, por eso la serie se llama "Dragons". La relación de Toothless y Hiccup es más importante que la de Astrid y Hiccup. Es por eso que en esta historia el Hicctrid será una tortura (no para mí, muaca muaca). Si se quejan que no hay suficiente drama Hiccup-Astrid en la serie, aquí la habrá.
Muchas gracias a todo por leer y comentar, y por favor sigan mi galería en DeviantArt o mi Tumblr donde publico arte mío, fanart u otras cosas que encuentro. Búsquenme como noisulivone. Nos vemos en el siguiente capítulo:
Martes 5 de Diciembre.
