Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Furry
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–Entonces me di cuenta del numero de piedras que se tragó Meatloug –comentó Fishlegs con alegría mientras permanecían todos junto frente a la fogata – y curiosamente fue la misma cantidad de bolas de lavas que suele disparas. Eso me hizo generar una teoría…
–¿De porque eres un idiota? –soltó Snotlout fastidiado frotándose los brazos para generar calor. Su comentario desató un par de risillas por parte Tuff y Ruff.
Se encontraban los seis jóvenes, los animales de granja y los adultos vikingos apretujados los unos a los otros alrededor de una pequeña fogata y rodeados por las masas escamosas de sus dragones que formaban un bunker contra el clima con sus alas. La tormenta invernal se desató con violencia, la nevada y ventisca era tan intensa que no podían reconocer el camino de regreso a Berk y los dragones mucho menos podían volar. Habían quedados atrapados en la montaña hasta que la tormenta amaizara.
–No –contestó el joven regordete lanzándole a Snotlout una mirada inquisitiva –. Que es el alimento de los dragones lo que determina el fuego que lanza y la cantidad de disparos que tienen. Con tal concepto, comencé a vigilar a Barf y Belch…
–¿Qué? –gimió Ruffnut alarmada.
–¿Barf y Belch? –dijo a vez Tuffnut clavando su mirada en el joven regordete –. ¡Fishlegs pervertido! ¡¿Por qué espías a nuestro dragón?!
–Tienes enfermo el cerebro para invadir la vida privada de una pobre bestia –agregó su hermana señalándolo con un dedo acusador.
–¿Ya terminaron? –fue la respuesta de Fishlegs a sus imputaciones.
–Casi –dijo Tuff lanzándole una mirada mordaz con intensidad, antes de regresar a su puesto y admitir con calma –: Ahora sí.
–Como estaba diciendo –continuó el chico rubio –, comencé a vigilar a Barf y Belch para entender porque en lugar de lanzar fuego como los demás dragones, utilizan gas. Es así cuando descubrí las sardinas…
–¿Sardinas? –repitió Astrid apretando sus rodillas contra su pecho para mantener su calor.
–Así es. Sardinas. Los zippleback comen principalmente sardinas, eso debe producir una especie de proceso en sus estómagos que provoca el gas inflamable.
–Espera un momento señor sabelotodo pomposo Fishlegs –lo detuvo de nuevo Tuff sacudiendo sus manos y cabeza –. Si Barf y Belch comen sardinas por el gas ¿cómo es que lo encienden con un chispa? ¿eh? ¡¿EH?!
Ruff apoyó el punto de su gemelo clavando sus ojos inquisidores en el joven regordete.
–Rocas ásperas –respondió éste–. También me di cuenta, que la cabeza del zippleback que acciona la chispa mastica pequeñas rocas ásperas; eso debe provocar una reacción en sus boca ante la fricción de sus diente que genera la chispa que enciende el gas.
–Wow, eso es increíble Fishlegs –puntualizó Hiccup entusiasmado después de varias horas de agonizante mutismo –. Hay que guardar notas de todo esto.
–Claro, cuando regresemos a Berk… –comenzó a decir Fishlegs para luego detenerse de improvisto al recordar la tensa situación. Sus ojos azules miraron con lastima al gemelo pecoso antes de aclarar –: cuando todos volvamos, quiero decir.
Inconscientemente, cada uno de los jóvenes volvieron sus vistas fuera de su refugio a la tormenta que azotaba a sus alrededores. Habían perdido la noción del tiempo y hasta el momento la noche que había caído sobre ellos les parecía eterna. Aún así en sus mentes, especialmente en los miembros de su familia, la primera pregunta que estaba presente era: ¿Dónde estaba Honey?
–Sí, lo sé –murmuró Hiccup desolado. Requirió un par de horas de sujeción y todos los argumentos posibles para conversarlo en no arriesgar su vida en aquella tormenta para encontrar a su hermana gemela.
El cambio en la conversación provocó que otro silencio incomodo se formara en el grupo que intentaba sobrevivir. Pero era difícil mantener el espíritu ante aquellas situaciones, sin saber que había sido de Honey, la poderosa tormenta que azotaba contra ellos y la larga noche con los aullidos de un fantasma oculto en la ventisca.
Habían intentado de todo para mantenerse distraídos; Fishlegs quien fácilmente se ponía nervioso, pasó de farfullar sobre los panes horneados por sus padres, de las barrigas calientes de los dragones que los mantenían a salvo, hasta viejas canciones que ya nadie recordaba.
Pero siempre terminaba en lo mismo, en un terrible e incierto silencio. No les quedaba más que acurrucarse los unos a los otros para buscar calor y consuelo. Astrid que había permanecido gran parte de la noche en su burbuja personal, finalmente se tragó su orgullo y dejo caer su cabeza sobre el hombro de Hiccup.
El muchacho no pudo evitar ponerse algo nervioso, aunque estaba más que sorprendido por el cambio de actitud de la chica. En cierta forma, comenzaba a entender que pasaba por la mente de Astrid y porque primera instancia rechazaba sus avances para luego buscar por sí sola su compañía. Realmente era una chica orgullosa.
Hiccup decidió probar su teoría y no comentar nada al respecto de la proximidad uno del otro. Solo se dispuso… a disfrutar del calor.
Tal acto no paso desapercibido para Stoick y Gobber.
–Mira nada mas eso –comentó el herrero dándole un leve codazo a su amigo, mientras le indicaba con la cabeza a Hiccup y Astrid –. ¿Acaso no tenía razón? ¿Quién tenía razón? –continuó como si realizara pucheros a un bebé –. Solo Gobber… solo Gobber.
–Calla de una vez –se quejo Stoick levantando una mano en amenaza de azotarlo –. No estoy ciego y puedo verlo por mí mismo – con mal humor y amargura añadió –: Pero en este momento tengo otras preocupaciones en mi cabeza.
Sus ojos saltaron hacia los pequeños espacios entre las alas de los dragones y la ventisca, como la oscuridad que los rodeaba. Aquella donde se encontraba Honey… sola.
El gran jefe vikingo continuaba con el fuerte deseo de levantarse y salir por su cuenta en su búsqueda, pero si hacía eso, el resto de los muchachos correrían peligro o se perderían por igual. No. Debían permanecer juntos por el momento, sin importar cuanto lo estuviera torturando la incertidumbre.
–No veo por qué preocuparse–soltó Gobber con tal calma y seguridad que irritó a su amigo y líder –. Honey es muy lista, más que los que está aquí… juntos. Es muy probable que averiguara el camino de regresó a Berk por su cuenta. Debe estar con Gothi comiendo un caldo caliente, mientras nosotros nos congelamos el culo.
–Los dioses te oigan Gobber –dijo Stoick con pena rezando –. Que los dioses te oigan.
Las tortuosas horas en el frio y la oscuridad continuaron. Los dragones permanecieron en sus puestos asegurándoles la única protección de la muerte que asechaba en las sombras y la nieve. Finalmente el viento se detuvo por completo y poco después le siguió la nieve. Para el momento que el sol de alba comenzaba alzarse en el horizonte, la tormenta había terminado y milagrosamente, todos habían sobrevivido.
–Muy bien –soltó Stoick acomodándose su grueso cinturón, en lo que los chicos se levantaban y se desperezaban el aturdimiento en sus piernas, y los dragones se sacudían la nieve de sus cuerpos –, Hiccup quiero que tomen a los animales y que los lleven de regreso al gran salón –dijo tajantemente dirigiéndose solo a su hijo.
–Espera papá –se quejo el muchacho en lo que padre comenzó a marchar por la espesa nieve a pasos agigantados –. ¿Qué hay de Honey?
–Gobber y yo no haremos cargo de encontrarla… –comenzó explicación cuando fue interrumpido por su hijo.
–Yo también quiero buscarla –dijo el chico pecoso con energía prácticamente brincando para poder moverse en la nieve, en lo que intentaba alcanzar a su dragón –. Toothless es rápido y volando cubriremos más terreno.
–No –sentenció Stoick con fuerza utilizando su tono de jefe. Cada uno de los presentes, incluso los dragones, se detuvieron en seco y esperaron las órdenes que saldrían de la boca del jefe vikingo –. Tú y los demás chicos pasaron la noche en vela, necesitan descansar y los animales ponerse a resguardo.
–Pero no puedo marcharme sin saber que Honey está bien –insistió Hiccup montando sobre su dragón en clara señal de desobediencia.
–¡Hiccup! – lo llamó Stoick levantando los hombros.
–¡Papá! –se quejo el muchacho provocando que los demás jóvenes pasaran sus miradas de uno al otro.
–Stoick –lo llamó Gobber tirando de la capa de piel de oso de su amigo.
–Ahora no, Gobber.
–Díselo a ellos –aclaró el herrero indicando sobre el hombro de su amigo.
Todo el grupo se volvió de golpe en dirección a donde indicaba Gobber, justamente donde tres dragones salvajes se aproximaron hacia ellos de entre los árboles.
–Monstrous Nightmare salvajes –dijo Astrid dando un paso hacia atrás, en lo que sus dragones daban uno hacia adelante gruñendo a los recién llegados.
–No solo monstrous nightmares salvajes –marcó Fishlegs nervioso –. Son los monstrous nightmare que quemaron el granero.
–Ja –soltó Snotlout sin perder la oportunidad –, ahora admites que ellos fueron los que lo prendieron en llamas, no yo.
–¡Ahora no, Snotlout! –gruñó Hiccup.
Los tres dragones continuaron su marcha hacia ellos, empajándolos a una de las orillas del bosque. Sus penetrantes ojos estaban fijos en su dirección y de sus bocas emanaba un cálido aliento.
–¿Qué es lo que quieren de nosotros? –preguntó Astrid dando otro paso hacia atrás, siendo imitada por los animales de granja que se colocaron detrás de los dragones de los muchachos.
Al menos ya no les temían a esos dragones.
–Quieren a las ovejas y los demás animales –intuyó Hiccup al percatarse de las lascivas miradas que los nightmares les dirigían a las ovejas.
–Ahora sí que la cagaste grande Hiccup –comentó Snotlout imitando al resto del grupo y dado un paso hacia atrás –, los nightmare no comen ovejas, sino pescado. Haber Fishpelmaso apunta eso para tus investigaciones.
–Creo que estoy con Hiccup en eso, Snotlout –dijo el chico regordete mientras abrazaba con fuerza la cola de Meatloug –. El mar está congelado y con la tormenta debieron haber gastado todo su fuego interno para mantenerse calientes. Ahora están hambrientos y no les importa que sea lo que encuentren primero para comer.
–Y de finitamente no seremos nosotros –bramó Stoick tomando las riendas de la situación; tanto él como Gobber se colocaron frente a los chicos y su dragones para formar una muy mala pero desesperaba barrera humana.
Tal vez los vikingos habían aceptado estar en paz con los dragones y especial con los que vivían en el pueblo, pero eso no les quitaba a los dos viejos Hooligan la experiencia de una vida exterminándolos. Ellos estaban listos para luchar.
–Así, es –agregó Hiccup cobrando valor –. ¡Toothless, plasma blast! –le indicó a su fiel dragón quien no tardó en dar un gemido en aceptación y abrir su hocico.
Pero nada salió.
–¡¿Qué paso?¡ ¡¿Dónde está el fuego?! –gruñó Stoick.
–¡Lo mismos que los dragones salvajes! –explicó el muchacho preocupado en lo que cada uno de sus dragones intentaba disparar su fuego contra los nightmares salvajes sin obtener ni la menor llamarada –. ¡Pasaron toda la noche bríndanos de su calor, que ya no les queda fuego interno!
–Bueno, en ese caso no nos queda de otra que arreglarlo a la antigua – soltó Stoick con cierta satisfacción alzando su puños. Había pasado el más terrible estrés las últimas horas y estaba deseoso de desquitarse.
–Papá…
Pero antes que la lucha épica entre los dos vikingos veteranos y los tres dragones salvajes se llevara a cabo, el terrible aullido fantasmagórico retumbó de nuevo sobre sus cabezas y las copas de los arboles, paralizando a todos por unos segundos.
–¡Es es el fantasma del pico de Thor! –gritó Fishlegs aterrado –. ¡Viene por nosotros!
–¡Tarados y gordos primero! –vociferó Snotlout empujando a un lado al joven regordete y los gemelos Thorston antes de arrojarse al suelo y cubrirse la cabeza con ambas manos.
A como el aullido se intensificaba, una silueta surcó el cielo entre nublado haciéndola levemente perceptible. Solo el hecho que pasara lo suficiente bajo para rosar las copas de los arboles indicaban su presencia.
–Esperen un momento eso no es un fantasma… –masculló Astrid tratando de identificar a la figura entrecerrando sus ojos.
El misterioso ente voló en círculo a gran velocidad, apuntando directamente, y solo, a los tres nightmares salvajes, a los que disparó un par de bolas de nieves que chocaron contra ellos congelando casi instantáneamente su piel.
–¡El fantasma nos ha salvado! –gritó Tuffnut con alegría levantando su puño en el aire. Luego un par de bolas de nieve impactaron cerca de sus pies, haciéndolo dar un brinco hacia atrás –. ¡Y ahora va a matarnos!
–¡Ese no es un fantasma! –dijo Hiccup finalmente captado la figura misteriosa al virar a gran velocidad –. ¡Es un dragón!
La bestia que aullaba como fantasma disparó un par de bolas más contra los dragones salvajes, que rápidamente emprendieron la huida entre los árboles. El ganador circuló sobre la cabeza de los chicos vikingos y los dos adultos, en lo que sus dragones soltaban leves gruñidos que no tenían nada de amenazadores.
Ellos lo sabían, no solo no era un fantasma, tampoco representaba un riesgo para ellos.
El dragón misterioso viró una última vez, antes de dar una par de sacudidas a sus poderosas alas para aminorar su velocidad y aterrizar graciosamente frente al grupo de vikingos y dragones. Definitivamente era un dragón, pero no cualquiera, era uno que asemejaba mucho en aspecto y forma a un nightfury. Su cuerpo era largo y estilizado, poseía dos grandes alas como de murciélago, una cola aerodinámica y cuatro patas cortas y robustas. Pero a diferencia de Toothless, su color era mucho más claro; su pecho era casi blanco que se perdía en contraste a la nieve y su cabeza como lomo, estaba recubierto por lo que parecía ser un pelaje de café claro. Y ya por sí eso era raro, había otra sorpresa sobre su lomo.
–¡Honey! –exclamó Hiccup aliviado al ver su hermana gemela ilesa desmontar al fantasmagórico dragón, con el pequeño cordero perdido en sus brazos.
Con una gran sonrisa en sus labios, Honey corrió hasta su hermano hasta quedar fuertemente abrazados el uno contra la otra. El constante contacto y calor del su gemelo, logró calmarlo y aligerar la duda y miedo que los llegó a atormentar aquella larga noche. Por varios minutos, se apretaron fuertemente contra el pecho del otro, como si temieran que su hermano fuera una visión que se desvanecería de inmediato. Poco a poco se fueron soltando hasta que sus frentes quedaron pegadas la una contra la otra.
Estaban a salvo.
El padre de ambos se aproximó a sus hijos interrumpiendo el momento. Hiccup soltó a Honey inmediatamente pensando que su padre la abrazaría en cualquier instante, pero éste se contuvo. Honey lo miraba secamente, hasta casi aprensiva, como si no decidiera que hacer ante él. Por unos eternos segundos, simplemente se miraron hasta que finalmente Honey soltó un resoplido en resignación y saltó a los brazos de su padre.
Stoick apretó a su pequeña niña contra su cuerpo con una gran alegría que casi lo hace llorar. No quería dejarla ir ni por un instante, ya que temía lo mismo que Hiccup, y que Honey desapareciera de nuevo con lo había hecho en un principio.
–Honey ¿Qué estabas pensando? –pero el dulce momento se perdió cuando el jefe Hooligan recuperó la razón y enfrentó a su hija con sus actos –. ¡Pudiste haber muerto!
–Estaba tan furiosa contigo –le respondió ella apretando sus pequeños puños contra el pecho de su padre – que no podía pensar con claridad –agregó con una sonrisa picara a pesar de los terribles problemas en los que se había metido –. Así que técnicamente todo esto fue tu culpa.
–Honey…
La gemela le sonrió a su padre, quien no pudo luchar contra aquella mirada. Ella lo contempló un momento mientras analizaba mentalmente lo que deseaba explicarle a su progenitor. Había pasado la noche más extraña de su vida y eso que ya había en su pasado terrible sueños que atormentarían al más valiente.
Honey no estaba segura si lo que experimento en la montaña fue real, fue un delirio ante el frio o simplemente un sueño; pero definitivamente había ocurrido en el momento justo, cuando se encontraba perdida en la dirección de su vida y sus propios deseos.
Aquel hombre de la montaña, de cual tardó un momento en descifrar su identidad, le había ayudado a darse cuenta de algo. Que habría ciertas cosas en su vida que no podría controlar, pero que existían otras a las cuales debía aferrarse ante la posibilidad de tomar su propio camino. Tal vez odiaba a ese hombre con todo su corazón, pero Honey no era ninguna tonta para no darse cuenta que él tenía la razón. Ese sujeto lo llamaba destino o camino, Honey lo entendió como oportunidades.
Debía elegir la mejor opción que le ofreciera la ocasión de lograr lo que deseaba: su libertad.
–Tuve tiempo para pensar –finalmente habló la gemela pecosa como si fuera la charla más natural y no una experiencia de vida o muerte –. Sé que es lo que quiero para mí, y sé lo que tú quisieras para mí. Ahora entiendo que hay una gran diferencia entre lo que se desea tener y lo que se puede tener, y que muchas veces solo existe lo que debemos tener y hacer –Honey clavó su ojos en los de su padre tratando de captar toda su atención, habló despacio y con clama para que no se confundiera ninguna de su palabras –. Estaba muy enojada contigo por querer controlar mi vida, pero no me había dado cuenta que en realidad eso nunca fue tu deseo –se tomó un respiro para darse el valor de lo que en realidad quería decir –. He decidido entrenar con Gothi para convertirme una vala y una vez que lo consiga, mis decisiones serán ante lo que yo deseo.
Un reflejo en los ojos vidriosos de su padre, le dio la impresión a la chica que éste diría algo en contra, pero en cambio dijo:
–Y yo te apoyaré en ello.
Stoick tomó de nuevo a su hija entre sus brazos y la apretó con fuerza. Se sentía bien de nuevo estar con su familia.
–Por Thor, Honey –la llamó su hermano atrayendo su atención –. ¿Cómo es pudiste sobrevivir en la tormenta? No es que me este quejando, y ¿de dónde sacaste a ese dragón?
–Tú lo acabas de decir, bro –contestó ella con una sonrisa –. Al parecer, es el fantasma del pico de Thor y me había estado esperando –la chica dio un paso hacia el dragón para acariciar su enorme y redonda cabeza –. Él me salvó la vida
–Creo que el cerebro de Honey se congelo –Tuffnut murmuró con mordacidad al resto de sus amigos –porque solo está diciendo puras tonterías.
–¿Qué dragón es? –preguntó Astrid elevando la voz sobre los murmullos –. ¿Se parece…?
–A Toothless –completó Hiccup parándose junto a su hermana y extendiendo la mano hasta el dragón fantasmagórico. Sin el menor titubeo o duda, la bestia extendió su cuello y apretó su frente contra la mano de muchacho. Al pasar su mano sobre su piel se dio cuenta que aquello que en un principio le pareció en pelaje era en realidad largas escamas sumamente sedosas.
–Están cerca –comentó Fishlegs también aproximándose al dragón para examinarlo –. Creo que es un Woolly Howl, un pariente de la clase strike del nightfury. Son un poco más grandes en tamaño, pero sumamente agiles al vuelo –el joven rubio continuó sumamente animado revisado hasta debajo de la alas de la bestia –. Es muy raro ver uno, ya que son criaturas increíblemente solitarias y de vidas muy largas.
–Eso parece –añadió Honey –, ya que todo este tiempo ha vivido en la montaña creando el mito del fantasma.
–Parece como si tuviera pelo –dijo Ruff acercándose al Howl con el resto de los chicos y los dragones.
–Son escamas que asemejan al pelaje –informó Fishlegs pasando sus manos por el lomo de dragón que respondió a su tacto con una leve sacudida –, los antiguos cazadores veía la pieles de los Howls muy valiosas.
–Y por ello lo llamaré Furry (Peludo) –sentenció Honey dándole un abrazo a la gran cabeza de la bestia. Éste soltó un leve rugido con afecto, mientras el padre de la niña dejo escapar uno en exasperación.
Eso significaba otro dragón en su casa.
–¿Furry? –espetó Snotlout con ironía –. Toothless. Hiccup –añadió indicando a cada uno de ellos –. La elección de pésimos nombres viene de familia ¿verdad?
–¿Qué quieres decir muchacho? –bramó Stoick, mientras que él, sus hijos, y sus dragones le lanzaron a Snotlout una mirada en reproche.
–Nada. Nada –se apresuró a decir el moreno, pasando sus brazos sobre su cabeza fingiendo inocencia.
–¿Eso quiere decir que Toothless es solo mío? –comentó Hiccup en lo que el nightfury paso su redonda y negra cabeza debajo de su brazo.
–En el cielo, sí –contestó Honey mientras Furry se apretaba contra su cuerpo para acercar su nariz hacia el dragón de ébano –. Pero eso no significa que dejare de quererlo –denotó la chica dándole un leve toque a Toothless en el hocico.
–¿Qué te parece Toothless? –le preguntó Hiccup –. Ahora tienes un hermano-primo-algo.
Ambos dragones strike se acercaron los últimos centímetros olfateándose hasta que sus narices prácticamente se toparon la una con la otra. Después de una leve inspección de olor, el nightfury alzó la cabeza en alegría y comenzó a brincar de un lado a otro alrededor del Howl. Furry no le correspondió tal acto, en contrario, levantó una de sus patas y en el momento justo en que Toothless bajo la cabeza, posó sus garras sobre él hasta aplastarlo contra la nieve deteniendo por completo sus juegos.
Honey no pudo evitar reír.
–Parece que alguien está algo grande para los juegos.
Los demás chicos también soltaron una que otra risita o comentario al respecto en lo que el resto de los dragones se aproximaron al nuevo integrante de su grupo.
–Es mejor que regresemos a casa –dijo Stoick poniendo en marcha a los muchachos.
Por suerte para los habitantes de Berk, esa fue la última y única tormenta invernal que azotó a su isla ese invierno, pero sus consecuencia fueran graves. Cuando los habitantes del poblado salieron de su refugio en el gran salón se encontraron con muchas casas y construcciones destruidas ante el peso de la nieve que cayó sobre sus techos. Los campos de cultivos se congelaron hasta la muerte y el mar quedo congelado por toda la costa. Aún así, no era el fin del mundo, ya que los animales de granja lograron sobrevivir a la tormenta y aprendieron a no temer a los dragones residentes de la aldea. El almacén había logrado aguantar la ventisca y con los dragones se podría pescar lejos de las costas heladas. Otro horrible invierno dejaría su marca en los habitantes vikingos de Berk, que como siempre encontraban la manera de sobrellevarlo. Ese año en particular gracias a los dragones e Hiccup.
En cuanto al muchacho pecoso, con el incidente de los animales de granja en el pasado, volvió a superar sus dudas e inseguridades prometiéndose a sí mismos no volver a pensar en su persona como un inútil. En cierta forma, toda aquella aventura le había enseñado una importante lección sobre como la vida no siempre resultaba como uno se imaginaba o tan perfecta como se deseaba.
Y parte de ello fue por palabras de Honey. Al parecer había alcanzado cierta sabiduría al permanecer una noche en aquella montaña; tal vez después de todo había cierta veracidad en la leyenda del pico de Thor. Que era exactamente lo qué había sucedido en esa montaña Honey se lo guardaba muy bien, pero no tenía problemas en compartir su descubrimiento y manera de pensar.
Aunque eso fue lo único que compartía Honey en los tiempo venideros, ya que Gothi no perdió ni un solo momento para empezar el casi brutal entrenamiento que convertiría a la gemela en una vala. Con sus respectivas labores y enseñanzas, Hiccup comenzó a pasar menos tiempo con su hermana, con excepción de las horas de entrenamiento en la academia, las prácticas con Gobber y las cenas en casa. Honey normalmente se encontraba enterrada entre papiros mientras repasaba constantemente las runas que debía memorizar y cualquier momento libre lo aprovechaba para volar sobre su nuevo dragón.
A diferencia de Toothless, Furry era un dragón mucho más pasivo y no era tan exigente con las horas dedicas al vuelo. Generalmente la pasaba dormido cerca de su jinete tomando una larga y silenciosa siesta.
La falta de la constante presencia de su hermana afectaba un poco a Hiccup, quien realmente se sentía algo incompleto cuando enfrentaba situaciones difíciles; como la ocasión que tuvo que hablar de nuevo con Gobber para hacerlo desistir de construir todas las sillas de montar de los jinetes. Una tarea muy difícil después de la última desilusión en su intento de ser el suplente del jefe. Fue una suerte que descubrieran por casualidad que los dragones tenían problemas de dentadura y que los conocimientos del herrero y guerrero pudieran resultar efectivos para aliviarlos de su dolor.
Poco a poco, cada uno de los habitantes de Berk se fue adaptando a la nueva vida con los dragones, nuevos trabajos para los jóvenes y sus asignaciones, y el caso de Hiccup hasta la ausencia constante de su gemela. Pero todo era por un bien común, mejorar la vida de la aldea y sus habitantes.
En un curioso azar del destino, aquellos vikingos que solían combatir a muerte a aquellas bestias escupe fuego ahora no solo convivan en paz con ellas, sino también comenzaban a depender de sus habilidad y agradarles su presencia.
Fue algo completamente nuevo, pero del total agrado de Hiccup cuando los habitantes de Berk comenzaron a acercarse a él por consejo para tener su propio dragón. El muchacho se llenó de alegría y buscaba el tiempo para ayudar a cada uno a encontrar a su propio compañero escamoso. No era como los chicos que entrenaban en la academia (y se habían autonombrado los jinetes de dragones) y montaban cada vez en más audaces acrobacias. Era más como buscar un cachorro o un gato, o algún otro animal de ayuda y compañía.
Mulch y Bucket se encariñaron inmediatamente de su zippleback verde que bautizaron Whip y Lash, que les ayudaba a atraer a los peces a sus redes. Spitelout era acompañado a todos lados por su pequeño terrible terror sobre su hombro, que lanzaba mordidas a todos a los que lo veían feo. Y Gothi comenzó a coleccionarlos como una vieja loca que no tiene más compañía que las pobres bestias.
Honey no tardó en llamarlos hipócritas, pero ante su nueva perspectiva de vida, el comentario se quedo en la privacidad de su hogar.
Y como había más vikingos con dragones, se les asignó a los chicos de la academia supervisar el progreso de los nuevos dueños, ya que al final de cuentas era objetivo de la academia que aquellos que estudiaban en ellas fueran los vikingos con el mayor conocimiento y control sobre los dragones. Era por ello que incluso comenzaron a reunirse un grupo de nuevo aspirantes ansiosos de iniciar los cursos. Entre ellos destacaba principalmente Gustav Larson quien no desaprovechaba ninguna oportunidad para preguntar cuando sería el día en que podría entrenar como jinete.
Pero aquel futuro aún estaba muy lejos, Hiccup, Honey, Astrid y Fishlegs acordaron que era necesario tener mayor conocimiento de aquellas bestias por su cuenta, antes de comenzar enseñarles a otros como entrenarlas y sobre todo montarlas. Inclusive aún había muchos misterios y especies que desconocía ante el miedo y odio que dominó a ambas especies por cientos de años.
Incluso un par de semanas después de la terrible ventisca, los chicos de la academia hicieron su primer descubrimiento y aporte al conocimiento sobre dragones, al descubrir y nombrar al Typhoomerang. Claro que un principio solo interactuaron con una pequeña cría que llamaron Torch, pero pronto descubrieron la gigantesca bestia en que convertiría al enfrentar cara acara con una furiosa y bastante vengativa madre Typhoomerang.
Con tantas aventuras, trabajos y tareas por delante, los jóvenes vikingos, así como el resto de la aldea de Berk, no se dieron cuantas de las fechas que se aproximaba hasta que ya las tenían encima.
Snoggletog era una de las fechas favoritas en el archipiélago barbárico, en especial de los más jóvenes. Era una antigua tradición que motivaba el amor, el afecto entre los individuos y sobre todos los regalos; los mismos que eran dejados en los cascos de los niños por el mismo Odín, o al menos eso se les decía a los más chicos.
Aquella tradición tenía sus orígenes desde que los primeros barcos vikingos zarparon y colonizaron aquel olvidado y peligrosos archipiélago. La idea principal era evitar los conflictos entre los navegantes después de constantes horas de encierro en sus barcos. Generalmente la paz se lograba gracias a bastante hidromiel y otras bebidas alcohólicas. Litros, pero muchos litros.
Con el paso de tiempo la festividad paso a los más pequeños, pero aún así los adultos la disfrutaban especialmente con la tradicional competencia de bebidas. Hiccup y el resto de sus amigos ya eran lo suficientemente grandes como para celebrarlo aquellos días al igual que cuando eran niños. Aún así estaban bastante entusiasmados, ya que sería la primera vez que compartiría Snoggletog con los dragones.
La fecha especial estaba a unos cuantos días por llegar y ya Berk estaba decorado apropiadamente con guirnaldas y el característico árbol pagano en el centro del pueblo. Con ayuda de los dragones había resultado sencillo de armar ese año. Los regalos ya habían sido seleccionados y como dictaba la tradición, una enorme fiesta era planeada para la víspera de la festividad.
Todos se encontraban tan animados que ni el frio podía enfriar el espíritu de la época. Pero algunos no se emocionaban tanto como los demás.
–Mira que tengo aquí Furry es una pierna de yak, tu favorita –le ofreció Honey el pedazo de carne a su dragón sacudiéndolo frente a su nariz, pero el Howl solo sacudió levemente su nariz olfateándola por debajo de las pieles de animal que cubrían su cuerpo, pero un momento después se detuvo y continuó con su siesta.
En el hogar de los Haddock el día empezaba temprano, especialmente porque Toothless despertaba a sus inquilinos brincando como maniático sobre el techo, solo con la intención de levantar a Hiccup y marchar a su vuelo matutino.
Tal vez porque era un nightfury, Toothless era muy exigente en cuanto el tiempo que le dedicaba Hiccup a volar. Y el muchacho no lo podía negar, él también lo disfrutaba de grande; el viento contra su cara, la sacudida de la velocidad, la emoción que aceleraba su corazón. Era… sentirse libre.
Pero Toothless requería de Hiccup para poder volar, por desgracia a veces el muchacho no podía dedicar tanto tiempo como él quisiera. Esa era una diferencia que había descubierto el gemelo pecoso a comparación del dragón de su hermana. Aunque Furry y Toothless pertenecían a la misma clase de dragón, eran muy diferentes en gustos, actividades y personalidad.
Podía deberse a que Toothless era mucho más joven que Furry, pero el nightfury demostraba más energía brincado, volando y saltando por todos lados. El Howl en cambio ocupaba su tiempo libre en dormir, dormir y… dormir. En un principio a Honey parecía no molestarle ya que se encontraba tan ocupada en su rutina diaria como para dedicarle mucho tiempo a Furry; éste se recostaba a su lado y dormía como si no hubiera un mañana.
Últimamente, las cosas cambiaron un poco y Furry dormía más de lo normal e incluso dejaba de seguir a Honey a todos lados y se quedaba acostado en la pila de pieles que tenía por cama en la habitación de los gemelos. Sí, esa era otra diferencia con Toothless, el Howl no descansaba en una roca caliente, sino en cálidos pelajes de animales. Eso podía deberse a que los Howl no lanzaban fuego, sino bolas de nieve y escarcha que congelaban al tacto. Fishlegs intuí que a diferencia de los demás dragones, esto dependía más a la cantidad de agua que bebía Furry a su fuente de alimento, que consistía principalmente de carne de yak.
–¿Aún sin cambio? –le preguntó Hiccup acercándose a su hermana, una vez que se había colocado sobre sí el pesado abrigo que lo protegería contra el frio invernal del exterior.
–No –respondió ésta desilusionada sentada en el suelo.
–¿No estará enfermo?
–No lo creo, ya lo revise.
–Tal vez solo está cansado y necesita dormir.
–Él duerme todo el tiempo, Hiccup –lo reprendió Honey y el muchacho solo encogió los hombros –. Puede que tengas razón –agregó con un suspiro en resignación.
La conversación se detuvo ante un par de golpes en el techo que sacudió la casa.
–Esa es mi llamada –dijo Hiccup con una sonrisa a su hermana y poniéndose su caperuza sobre su casco. El muchacho estaba por marcharse cuando le hecho una última mirada a su hermana.
Honey estaba muy preocupada.
Hiccup posó su mano en el hombro de su gemela y le dirigió una última sonrisa antes de marchar fuera de la casa.
Durante su vuelo matutino con su exigente dragón, Hiccup tuvo tiempo para pensar en que podría ser el mal que podía estar aquejando a Furry, pero nada le indicaba que pudiera ser. Había revisado varias veces el manual de los dragones con Fishlegs por respuestas, pero no había mucha información ante lo increíblemente solitarios que resultaban ser los Woolly Howls.
Cabía la posibilidad que todo se debía a la edad de Furry. Todos eran consientes que era un dragón bastante viejo y tal vez era un comportamiento normal en animales de sus edad. Además después de todos, casi nunca habían visto a un dragón anciano; en el pasado, casi todos los mataban mucho antes.
Pero Hiccup no pudo sacar más conclusiones ya que en su viaje de regreso a Berk, se topó con la versión dragonil de una estampida aérea. Toothless tuvo que realizar algunos giros forzados para lograr esquivar la gran cantidad de dragones que volaban por los cielos, tanto así que el muchacho pecoso perdió su casco.
No tuvo tiempo de intentar recuperarlo ya que se percató que aquella manada… parvada… grupo o como se llame a los dragones, proveían de Berk.
–Papá va a molestarse cuando sepa que perdí mi caso –a pesar del extraño acontecimiento, Hiccup no pudo evitar pensar preocupado ante el último recuerdo perdido de su difunta madre.
Cuando él y Toothless alcanzaron Berk, los aldeanos se abalanzaron sobre él pidiendo respuestas del paradero de los dragones y su tan extraño y curioso acto. Hiccup fue tan asediado que requirió que su padre interviniera para que pudiera volver a respirar.
–Hiccup ¿A dónde van los dragones? –le preguntó su padre mientras el resto de la aldea guardaba en silencio ansiosos por escuchar las siguiente palabras del muchacho.
Pero lo único que pudo decir fue:
–Papá, no lo sé.
Todos se volvieron justo en el momento en que Stormfly trataba de incitar a Toothless a seguirla, pero éste solo le gruñía lastimeramente en respuesta. La nadder se marchó como los demás.
Wow, otro capítulo largo y aprovechamos para aprender más sobre el dragón de Honey.
Furry es diferente a Toothless en muchos sentidos y no tiene que ver solo con su edad. Pero tendrán que esperar hasta el próximo capítulo para saber qué es lo que le pasa. Y por cierto, feliz Snoggletog! Entramos en temporada así que a celebrarlo. Como regalo, pondré una imagen en mi Tumblr (uso el mismo nombre de noisulivone) del Furry que tengo en el juego Rise of Berk.
Cambiando de tema, al parecer pudo ser un poco confuso que fue lo que paso en el pico de Thor y quien era el desconocido. La verdad, esa era la intensión, ya que debe quedar una duda si fue real o no lo que vivió Honey en la montaña. Y sobre quién era el desconocido, bueno solo hay que recordar la leyenda del fantasma y lo entenderán.
Y sobre el uso del título de jinetes de dragones. Recuerdo que al principio de la serie se llaman entrenadores de dragones, pero luego para la segunda parte de la serie y RTTE solo usan jinetes. Quise dejarlo simple y solo se empleara el titulo de jinetes. Evitemos confusiones.
Espero que disfrutaran este capítulo ya que éste y el siguiente serán los últimos antes de que todo se ponga dramático otra vez.
No vemos en el siguiente capítulo.
Jueves 22 de Diciembre.
