Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

El elegido por susurros

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Tierras lejanas de salvaje orden,

Perdición para sentenciado a muerte,

Lamentos perdidos entre los que sueñen,

Reina cuyo corazón se pierde.

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Susurros en los oídos,

Bestias hermanas que derraman sangre,

El pequeño niño perdido,

Finalmente regresa con su padre.

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Cadenas y grilletas detiene sus garras,

Bozales cubren sus hocicos,

El joven bendecido los ve tras las rejas,

Y los dioses lloran con ahínco.

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Silabas prohibidas,

Dones malditos,

La esperanza marcada,

El ultimo entre vikingos.

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Un intento más del dios del trueno,

El niño es ahora un hombre,

Para corregir los errores de pleno,

Solo él puede escuchar sus voces.

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Su libertad es inminente,

El desprecio de rey ya no tiene precedente,

El hijo supera al padre,

Y la esclavitud se pierde.

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Don bendecido por Thor,

Malas predicciones de Odín,

Una oportunidad se apaga sin resplandor,

Es tan solo el principio del fin.

Página 6


Sorpresa de cumpleaños

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La tierra arisca y los acantilados callosos decoraban cada centímetro de la isla, cuyas tierras infértiles no permitían el crecimiento de la vegetación, con excepción de algunos árboles secos y grises cuyas raíces erosionaban aún más la tierra. Las rocas ásperas y peligrosas, formaban peligrosas montañas y picos que sobresalían en el horizonte, y el color verde estaba ausente en aquel lugar muerto y sin vida. Después de todo, era la isla Outcast… de los marginados.

Aquel árido lugar no siempre fue de esa manera. Aunque pequeña de tamaño, llegó contar una gran cantidad de animales y plantas que sobrevivían en un delicado ecosistema. Pero fue maldita por los dioses cuando se decidió usar como el botadero de los rechazados.

Muchas aldeas vikingas contaban con prisiones y tierras para esclavos, como el DarkHeart en los dominios de los Uglitugs. Pero no todas las tribus se podían dar el lujo de mantenerlos y mucho menos les daba gusto tener cerca a tales traidores. Fue cuando se fundó la isla de los Outcast, la más lejana en el archipiélago barbárico, incluso más que Berk.

Al volverse el hogar de delincuentes, asesinos y traidores, el lugar sucumbió ante la presencia de tan ruines seres y sus incontables deseos de huir de ahí. Muchos de los árboles fueron talados en intentos de construir botes, los animales cazados indiscriminadamente y la sustentabilidad desapareció. Pronto los mismos presos de aquella isla se encontraron atrapados en un lugar sin ley y sin comida, viviendo prácticamente como animales. Los dioses desaparecieron para aquellas almas que solo buscaban como sobrevivir ante esas terribles condiciones y sin escapatoria. Muchos sucumbieron ante el hambre, sed o manos de otros, pero todo cambió ante la llegada de Alvin the Treacherous.

Como su nombre lo decía y se lo había ganado a pulso, Alvin era un traidor de los peores y con una terrible reputación de sanguinario, despiadado y oportunista que le seguía hasta la más recóndita esquina de las aldeas vikingas. Las madres solían advertirles a sus hijos que se fueran a dormir temprano o al Alvin the Treacherous llegaría a robarlos de sus camas durante la noche.

A pesar de su reputación de demonio, Alvin era solo un hombre, pero nunca fue uno común y corriente. Era un vikingo hecho y derecho, un fiero guerrero y valiente luchador. Batallas había en su haber, por buenas o malas razones, no importaban, en todo había metido mano. Hábil con las armas y un estratega en el campo de batalla, pero terco, obstinado y necio como todo buen vikingo. Eso lo traía en su sangre y fue su perdición.

Precisamente esas cualidades fueron las que lo metieron en aquella isla en primer lugar, de la cual no tardó en tomar las riendas desde el primer día. Se los ganó con violencia, engaños y promesas de venganza sobre aquellos que los pusieron ahí en primer lugar. Era un líder entre barbaros, pero era el más bárbaro de todos. En su terquedad, deseaba venganza de la persona que los mando ahí en primer lugar, aquel que ante sus ojos y mente retrograda era la culpable y traidora de su condición, el que una vez lo llamó su amigo y en el momento más importante de su vida le dio la espalda. Oh sí, Alvin soñaba con el día en que se vengara de Stoick the Vast, el jefe Hooligans.

No muchos lo sabían, pero Alvin era Hooligan de adopción, y durante su solitaria infancia, el poderoso líder vikingo había sido su amigo.

Pero el pasado era pasado para Alvin, solo un recordatorio de odio y rencor. Llevaba años planeando su venganza y con cada día que pasaba sentía que estaba más cerca ese momento. Le había costado trabajo y brutalidad poner a los demás traidores y vándalos a sus órdenes, construirse una flota de barcos en una isla sin abasto y alimentar a truhanes que matarían a su madre por un pan de cangrejo. Sí, no había sido fácil para Alvin, especialmente con la terrible infestación que sufría la isla. Esas tierras áridas eran el hogar de dragones ariscos y malhumorados que solo buscaban algo que destruir.

Las pocas cosas y contracciones que había en la isla tenían que ser de roca tallada en la montaña ante el constante asedio de los dragones, los navíos permanecían ocultos en las cavernas por protección y el poco alimento resguardado como todo un tesoro. Aunque siendo sinceros, no había nada de valor en esa isla, más que la comida.

Ahora entenderán la locura de Alvin, ante aquellas terribles condiciones y situación tan precaria, aún estaba decidido a continuar con su venganza contra su tierra, gente y alguna vez, amigos.

Pero incluso, un lugar tan horrible como la isla de los Outcast, la noticia de lo que sucedía en el archipiélago llegaban, hasta las más raras y descabelladas. Fue cuestión de tiempo para que alcanzara los oídos grasientos de malvado Alvin la historia de un joven que con valor podía domar a los dragones, tanto que la guerra contra esas bestias había terminado en Berk.

Un maestro de dragones, decían.

Para cualquier vikingo común del archipiélago, sería toda una idea descabellada que alguien así existiera, como un cuento de viejas chismosas sin oficio y beneficio. Pero ya había dejado claro que Alvin no era un vikingo cualquiera, él conocía el mundo y su faceta más fea, había viajado durante sus años de juventud y había escuchado tantas historias que muchos ya solo las consideraba leyendas. En el pasado llegaron a existir estas personas, jóvenes vikingos con la habilidad de controlar a los dragones a su gusto, de tal forma que ellos proporcionaban la paz entre los vikingos y los dragones. Eran llamados los dragon whisperers; pero sin razón o motivo, todos desaparecieron y la paz terminó y comenzó la esclavitud de las bestias escupe fuego. El último rey vikingo fue el que enfrentó la rebelión de estos animales e iniciando así nuevamente la guerra.

Eso había ocurrido hacia tanto tiempo que ya se habían convertido solo en cuentos para niños. Pero para Alvin era verdad, había visto las pruebas con sus propios ojos.

El terrible vándalo, estaba tentado ante tal posibilidad. Un ejército de dragones a su control sería lo ideal para llevar a cabo su venganza y así obtener lo que hacía mucho tiempo se le prometió.

Alvin the Treacherous miró con detenimiento su mapa del archipiélago en su salón de guerra acompañado sus hombres más leales (si es que podían llegar a serlo), planeando con cuidado su golpe. Tenía las fuerza… tenía los hombres, los suministros. Estaba por jugársela ante solo un rumor. Necesitaba a ese maestro de dragones de Berk.


–¡Hiccup! ¡Baja inmediatamente!

Uh oh. Eso no sonaba para nada bueno. Hiccup no perdió un instante en dejar el dibujo que estaba haciendo de Toothless con la tinta nueva que le había traído el mercader Johan, para correr escaleras abajo justo en el momento en que su padre y Gobber se adentraban en su hogar.

Hiccup bajo con cuidado los largos escalones de las escalera, sin apartar la mirada del rostro de su padre, que claramente se notaba consternado y molesto. Mala señal.

–Hey, papá –lo saludo tímidamente mientras brincaba los últimos escalones. Toothless lo siguió de cerca, prácticamente reptando hasta el piso inferior, como si esperaba que el regaño fuera también para él –. ¿Practicando tus gritos iracundos para algún aldeano sin encontrarte realmente molesto conmigo? –dijo tentando su suerte, pero su sonrisita desapareció ante la mirada penetrante de su padre. Inconscientemente sus ojos brincaron de su progenitor al herrero que se sentó a la mesa y que éste solo le devolvió una sonrisa culposa –. Estas enojado ¿verdad? ¿Paso otra vez? –preguntó intuyendo la respuesta.

Desde hacía más de un mes que diferente objetos a lo largo de la aldea estaban desaparecidos, al igual que otros aparecían rotos o destruidos. Una mañana las antorchas de guardia amanecieron todas quebradas a la mitad, en otra ocasión los escudos que adornaban la herrería de Gobber se perdieron, como su bota favorita, y la cerca de lo Stevenson fue arrancada de la tierra. Nadie había sido testigo de alguno de los actos, pero las pistas y las sospechas indicaban a los dragones.

–¡¿Paso?! ¡¿Paso sería decir poco?! –soltó Stoick perdiendo los estribos, mientras su rostro adquiría un tono más rojillo que su cabellera y barba –. ¡Las botas! ¡Las botas de la mitad de aldea están desaparecidas! ¡Nadie tiene lo necesario para salir a trabajar! ¡Vi a Bucket recurriendo a dos canastas como zapatos! –continuó exasperado rondando por la planta baja de su hogar como oso atrapado –. ¡Y para empeorar las cosas, no encuentro mi daga de obsidiana!

–¿La que ganaste en esa competencia de bebidas con Grabbit el Grim? –preguntó Gobber interrumpiendo la conversación padre e hijo. Aunque para Hiccup eran más bien gritos.

–Esa misma.

–Eh… no sé nada sobre tu daga, papá –se apresuró a decir el chico tímidamente –, pero tienes que admitirlo, eso de las botas tiene más la imagen de ser una travesura de Tuff o Ruff que algo que los dragones…

–Oh, ya pensé en lo mismo –lo interrumpió Stoick haciendo que su hijo dieran un paso hacia atrás y que su espalda chocara contra la cabeza negra de su dragón –. Y después de escarmiento que les di, estoy seguro que ellos no fueron.

–¿Qué les hiciste?

–Digamos que algo que me asegura que no me estaban mintiendo –admitió el padre con una mirada y un tono de voz que provocó un leve temblor en el cuerpo de su hijo. Pobres Tuff y Ruff.

–Y nada agradable de ver –admitió Gobber desde su puesto en la mesa –. Tuff lloró un poco.

–Papá…

–No, Hiccup. Esta situación se está saliendo de control…

–Lo sé y no tienes que preocuparte – se apresuró a agregar alzando sus manos pidiendo paciencia –, ya Fishlegs está investigando que puede ser lo que provoque ese comportamiento en los dragones…

–… porque si no tendré que tomar medidas algo drásticas –terminó su padre la amenaza clavando sus ojos en los de su hijo y aplastándolo con su imposición y tamaño.

Fue fácil para Hiccup sentirse cohibido e intimidado, pero principalmente se sentía herido. Ya hacía tiempo se imaginó que ese tipo de situaciones habían terminado, Pero claramente estaba equivocado. Ya que no importaba que tanto se esforzara por sacar la academia adelante, en ayudar a los habitantes de Berk a estar en paz con los dragones; ante el primer problema, el odio regresaba. Comenzaba a pensar que en los vikingos, el despreció hacía los dragones estaba arraigado a su sangre y siempre afloraba como las plantas en primavera. Como algo inevitable.

Y por otro lado estaba su padre, el gran Stoick the Vas y líder de la aldea. El muchacho pecoso era consciente de las presiones que venían con su cargo y de la gran responsabilidad que puso en los hombros de su hijo. Pero era la misma historia una y otra vez.

El rostro del gemelo pecoso reflejo las penurias de su interior y que siempre se guardaba en silencio; algo que no paso desapercibido por Gobber, quien se apresuró a darle un codazo a su furibundo amigo e indicarle con la cabeza la reacción del muchacho.

No importaba que tan furioso o estresado estuviera Stoick, algo dentro de él se quebró cuando vio el semblante apesadumbrado de su muchacho mientras acariciaba lentamente las escamas lentas de su nightfury. El dragón intentaba consolarlo con leve lamidas a sus manos, pero Hiccup estaba tan absorto en sus pensamientos para ponerle atención.

Stoick hizo tripas el corazón. Sabía muy bien que castigar a los dragones era castigar a Hiccup. Honey se lo había explicado muy bien.

–Lo siento, Hiccup –dijo después de dar un largo respiro para relajarse y con tonó más amable agregó –: En realidad no quiero llegar a eso…

–Pensé… –comenzó el muchacho evitando su mirada – que ya no sucedería ahora que la mayoría de la aldea acepta a los dragones.

Stoick soltó otro suspiro. Hiccup había mostrado mucho valor en ese último año, además de madures y crecimiento. Estaba orgulloso como padre. Pero su muchacho seguía siendo muy joven… e ingenuo.

–Exacto, Hiccup –le explicó Stoick, clavando una rodilla en el suelo para quedar a la altura de su muchacho –. La mayoría, pero no todos. Ayer Mildew estaba formando una revuelta fuera del gran comedor y muchos estaban sucumbiendo a sus palabras ante el miedo. Si las cosas siguen así, muchos se unirán en el sentimiento y me exigirán tomar acciones. Algo que siempre debes tener presente es el poder que tiene la aprensión en la gente, Hiccup. Ese algo que nunca debes olvidar, en especial el día en que te seda mi lugar.

–No me los recuerdes –respondió su hijo con una sonrisa burlona haciendo girar sus ojos.

–Y hablando de ese viejo esperpento –agregó el jefe poniéndose de pie, ya algo más relajado –. ¿Ya arreglaron el techo de su choza?

–Eh…. –musitó el muchacho.

–Hiccup.

–Créeme papá que lo tengo en mi lista de prioridades en el puesto número uno –comenzó el muchacho a disculparse fervientemente, en lo que su padre se llevaba sus enormes manos a su cintura –, por desgracia no he podido acercarme a casa de Mildew. Toothless me sigue a todos lados y con lo que está sucediendo prefiero no dejarlo solo ni un solo momento.

–Pues más vale que encuentres un tiempo para hacerlo. Entre más tiempo pase el viejo cascarrabias se pondrá peor y ya sabes cómo son los viejos una vez que se ponen tercos.

Oh los ancianos. Era un tema delicado en la época antigua como en actualidad. En aquella sociedad vikinga eran miembros de respeto y de aprecio. Los principales guardianes del conocimiento y las viejas tradiciones, pero en las mayorías de las veces lo llevaban al extremo. Mildew era el ejemplo perfecto de ello. Ese anciano quejumbroso siempre había sido un dolor en el trasero según le había contado Gobber a Hiccup; que fue esa la precisa razón por las que sus tres esposas lo abandonaron cada una a su tiempo. Y desde que le entró la ancianidad, empeoró terriblemente. A cada momento salía con tontería e ideas ridículas que mucho pensaban que ya había perdido la chaveta. Solo no lo arrojaba al mar o se lo entregan en ofrenda a Hel por ser uno de los últimos ancianos de la aldea. Su edad era de respetarse y él lo sabía, y se aprovechaba de ello. Eso lo hacía una persona peligrosa para molestar.

Por desgracia durante un ensayo de vuelo de la academia, donde trataban de encontrar un punto de confianza con sus dragones saltando de sus sillas a pleno vuelo, Snotlout terminó aterrizando sobre el techo de la choza del viejo cascarrabias, seguido por su dragón Hookfang y su pequeña parvada de montrous nightmare bebes. Que por cierto, se estaban volviendo un problema ante el poco control que tenía su primo de cabellera oscura sobre ellos.

–Enterado –dijo el muchacho asintiendo con la cabeza.

–¡Ahora –cambio de tema Stoick volviendo la vista a los alrededores de su casa – , si al menos pudiera encontrar mi maldita daga! –pasó su mano sobre la superficie de una repisa sin encontrar nada al tacto –. ¡No aparece por ningún lado! –dijo fastidiado y abatido.

–¿Qué no aparece por ningún lado? –agregó de repente una voz, provocando que los tres hombres en aquel hogar volvieran sus cabezas a la puerta. Era Honey que llegaba al hogar acompañada de cerca de su Woolly Howl.

Al verlo, Toothless corrió hasta él casi provocando que su jinete se cayera. El nightfury comenzó a sacudir la cabeza en saludo al Howl, quien solo correspondió con un leve gruñido sin interés antes de dejarse caer pesadamente sobre una piel de oso que adornaba la mitad de la habitación. Toothless no se dio por vencido y subió sus patas delanteras sobre el cuerpo de Furry, quien continuó sin inmutarse.

Mientras los dragones tenían su propia interacción, la conversación continuó entre la familia Haddock:

–La daga de obsidiana de papá –explicó Hiccup a su hermana en lo que ella se acercaba.

–¿Honey no las has visto? –preguntó el padre.

–No, papá –respondió Honey inmediatamente –. Tengo años de no… –continuó cuando de repente las palabras murieron en su garganta. Los tres varones en aquella choza se quedaron viendo sorprendidos el rostro de la gemela pecosa que si advertencia había quedado en blanco. Antes de que cualquiera pudiera preguntarle algo, Honey giró sobre sí misma hasta la silla favorita de su padre, se agachó debajo del asiento y metió su brazo debajo de éste para sacar la susodicha arma.

–¡Mi daga! –dijo Stoick tomándola de las manos de su hija –. ¿Cómo sabías que estaba ahí?

Honey solo encogió lo hombros.

–Sabes… es mejor no saberlo –admitió el padre intuyendo a que se debía la reacción de la gemela –. Y ahora ¿por qué llegas tan temprano a casa?

–Gothi me llevó al bosque a buscar diferentes tipos de setas –le contestó ella más centrada –. Pero terminamos muy rápido con la ayuda de Furry. Su olfato es excelente para encontrar y rastrear todo tipos de aromas.

–Wow –soltó Hiccup interesado –, eso es impresionante, Honey.

–Y muy útil para variar viniendo de un dragón últimamente –comentó Stoick pasando sus ojos de sus dos vástagos a las dos bestias que se acurrucaron la una sobre la otra a la mitad de su casa –. En realidad eso me da una idea –agregó repentinamente indicando a sus dos hijos –. Porque no usan el olfato de Furry y tu… –dijo indicando a Honey en especifico pensando la mejor forma de mencionar el don de la chica – tú y tratan de encontrar los objetos perdidos.

–Creo… que eso podría funcionar… –balbuceó Hiccup meditándolo un poco. Parecía una buena idea.

–¡Perfecto! –bramó Stoick animado tomando inmediatamente a sus gemelos de los hombros y arrastrándolos hasta la puerta de su casa –. Y entre más pronto inicien mucho mejor –al ver sus acciones, los dos dragones Strike no perdieron ni un segundo de levantarse de suelo y seguir a sus jinetes al exterior –. ¡Y no regresen hasta haber encontrada hasta la última bota! –sentenció de ultimo Stoick antes de cerrarles la puerta en la cara, evitando así cualquier pregunta.

Soltando un largo suspiro, Stoick se volvió a su mejor amigo con una gran sonrisa y frotando con ansiedad sus manos.

–Muy bien, Gobber ¿Cómo van los planes para esa fiesta de cumpleaños?


–¡Arg! –farfulló Fishlegs retorciendo en su manos un pedazo de papiro antes de arrojarlo a hoguera de su casa, donde Meatloug y sus cachorros gronckle dormían plácidamente una siesta –. ¡Esto es tan frustrante! –agregó jalándose sus cabellos rubios y dejando que el peso de sus cuerpo se desplomara sobre la mesa donde había estado trabajado toda la mañana.

Meatloug levantó su redonda cabeza de entre sus patas y soltó un leve gruñido en consuelo a su jinete, pero lo suficientemente bajo para no despertar a su bebes.

–Gracias nena –contestó de inmediato el chico regordete con una débil sonrisa, mientras se incorporaba en su asiento.

Fishlegs tenía una importante labor que cumplir y se sentía nuevamente como un inepto por no poder conseguirlo. Como toda en la vida, buscamos un orden y una jerarquía, en la academia de Berk dirigida por los jóvenes adolecentes las cosas no eran diferentes. Cada uno de los jinetes tenía su labor con la academia referente a las fuerzas de cada uno. Astrid era la encargada de los entrenamientos y la seguridad en la academia, Honey fungía como consejera y responsable de los primero auxilios, Snotlout era encargado del almacén y los materiales utilizado (principalmente porque era el primero en perderlos); y Tuff y Ruff eran quienes demostraban como no hacer las cosas.

Aunque Hiccup era el líder y aquel con la habilidad de entender a los dragones, Fishlegs sentía que era el principal responsable de los conocimientos de los dragones, tanto lo ya descubiertos como los que iban aprendiendo. Debía tenerlos todo almacenado, archivado y registrado como un registro para futuras generaciones de vikingos. Por ello, era el indicado para la labor de descubrir a que se debía el nuevo comportamiento reflejado por los dragones. Debía existir una razón lógica por lo cual estaban robando objetos o destruyendo otros sin motivo aparente, y él iba a descubrir por qué. Por desgracia para Fishlegs, las cosas no estaban resultando como se las imaginaba.

Se había refugiado en sus apuntes de los últimos descubrimientos y todo lo registrado en el manual de dragones, si obtener respuesta. Era frustrante para el joven regordete que sentía que esa era su primer y más importante encargo desde la fundación de la academia de dragones de Berk, y que fallaría terriblemente a Hiccup si no lo descifraba; y quien sabe, tal vez eso cambiaría la forma de pensar de la gente sobre los dragones y perder todo los logros que había obtenido…

Fishlegs sacudió su cabeza tratando de sacarse la imagen mental de Hiccup decepcionado de él.

–Corazoncito ¿Qué era tanto barullo? –preguntó de repente la voz de su madre en lo que se acercaba a la mesa. En sus manos llevaba varios platos y dejándole claro a su hijo que la comida esta lista.

–Nada, mamá –respondió Fishlegs decepcionado recogiendo todos los papeles que había esparcido sobre la mesa –. Solo un poco de frustración liberada –agregó levantado su rostro y regalándose a su madre una débil sonrisa.

La madre del chico regordete, Arula Ingerman, una mujer bajita pero regordeta, de cabello rojizo y ojos castaños, le devolvió a su único hijo la misma triste sonrisa.

–¿Acaso las cosas no van bien en la academia? –le preguntó mientras depositaba los platos y demás utensilios en la mesa.

Pero antes de que Fishlegs pudiera responderle ni siquiera con un suspiro, las puertas del hogar se abrieron de par en par para darle paso a la redonda figura de la cabeza de la familia. Igor Ingerman era un hombre igual de bajo que su mujer pero mucho más ancho y redondo que su hijo. Sus brazos descubiertos mostraban las marchas de las veces que se había quemado al preparar el fogón del horno de piedra, las cuales lucía como marcas de batalla como orgullo. El señor Ingerman era un panadero y satisfecho de ello.

–Hola, familia –dijo pisando fuerte en la entrada de su hogar, mientras depositaba unos gruesos costales de harina que cargo sobre su hombro desde el muelle. Una vez que carga se encontraba segura en su casa, el señor Ingerman se pasó sus enormes manos de dedos pequeños por su oscura cabellera que se había pintado de blanco con la harina –. Ya regrese.

–Que bueno, querido –lo saludó su esposa parándose de puntillas para darle un sonoro beso en la mejilla.

Eso fue suficiente para encender el horno interior de Igor, quien no perdió ni un segundo en sujetar a su mujer de su ancha cintura y plantarse unos juguetones besos en los labios. Ambos rieron como un par de adolecente enamorados.

Fishlegs no pudo evitar sonreír ante el amor que se demostraban sus padres.

–Hola papá –lo saludó el joven rubio una vez que dejo a su esposa en paz y se sentó a la mesa justo a tiempo para la comida –. Y no es la academia en específico –continuó Fishlegs su explicación a su madre como si no hubiera habido interrupción alguna –, sino los dragones. Hiccup me pidió que encontrara algo en el manual de dragones que nos diera una explicación de este extraño comportamiento en ellos, pero no viene nada –dijo soltando un leve golpe en la mesa que solo provocó que le dolieran los nudillos –. Sí hubiera más libros para leer…

Pero sus palabras fueron interrumpidas por el sonido de un tarro cayendo al suelo. La casa quedo muda de inmediato y el ambiente se tensó increíblemente. Ambos señores Ingerman miraron a su hijo con espanto hasta que:

–¡Ja, ja, ja! Muy buena esa Fishlegs –soltó Igor entre carcajada y palmeando la superficie de madera de la mesa –. Leer libros… nada bueno viene de leer libros, bien lo sabes.

El ambiento volvió a relajarse en lo que el señor Ingerman se llevaba un tarro con hidromiel a los labios y su esposa retomaba los preparativos de la comida

–Eso es otra cosa no entiendo –insistió Fishlegs con el tema –. ¿Por qué?

–¿Por qué "Qué"?

–¿Por qué los libros son tan malos? –preguntó el joven regordete aunque era visible por el semblante de sus padres que era un tema sin interés para ellos. Pero era otra historia para Fishlegs quien ansiaba poner sus manos en más de esos tesoros empolvados llenos de conocimientos –. Si lo fueran ¿Por qué el manual de dragones es la excepción? ¿Y qué hay de los libros en la biblioteca en la isla Meathead? ¿Por qué solo están reguardados? Sí realmente son tan peligrosos, no habría sido bueno destruirlos todo en lugar de ponerlos bajo llave –comenzó a objetar dejando que las palabras salieran de su boca sin pensar. Eran preguntas que ya se había hecho muchas veces, pero por Thor, nunca se había atrevido a pronunciarlas.

–Ahora veo a lo que te refieres con frustración liberada, corazoncito –dijo su madre con una sonrisita depositando los alimentos en la mesa.

–Oh, Fishlegs –dijo su padre con paciencia pero poco interés –. No hay necesidad de buscar esas respuestas o tan siquiera hacerlas.

–Pero…

–A veces es más sencillo no pensar y seguir la corriente –agregó rascándose la barriga –. Puedes usar tu tiempo en mejores cosas como… ¡pan de cangrejo! –sentenció de ultimo indicando la enorme bandeja de panes horneados que su mujer dejo el centro de mesa.

–Come un poco, corazoncito –insistió ella frotando el rubio cabello de su hijo.

Fishlegs les sonrió a sus padres mientras tomaba un par de panes, pero su mente no dejo de preguntarse una y otra vez, porque para los vikingos el conocimiento estaba prohibido. ¿Qué era lo que no querían que supiera? O tal vez… todo era su imaginación.


Stoick the Vast dio unos pasos hacia atrás para poder apreciar la imagen general de todo los arreglos del gran comedor. Varios de los estandartes con legendarios vikingos y poderosos dioses fueron retirados y remplazados con unos con tonos más alegres y festivos. Se había iluminado la habitación con un centenar de de velas y antorchas, y las mesas estaban repletas de comida para un importante banquete.

Vaya que Stoick estaba feliz como estaba quedando todo. Esa fiesta de cumpleaños de sus hijos sería mejor de sus cortas vidas.

La verdad, Hiccup y Honey no tenían muy buena historia con sus cumpleaños. A pesar de ser gemelos, no compartían el mismo día de cumpleaños; Honey había nacido en las últimas horas del veintiocho de febrero y Hiccup a las primeras horas del veintinueve. Pero a causa que el año bisiesto solo era cada cuatro años, preferían festejar el mismo día, además planear dos fiestas dos días consecutivos era demasiado desde el punto de vista de Stoick. Sus hijos habían compartido todo en sus vidas, qué más daba que compartieran fiesta.

Pero en realidad fueron muy pocas ocasiones que se dieron para ello. Cuando eran muy pequeños Hiccup y Honey, Stoick realizaba fiesta con sus parientes los Jorgenson y algunos otros padres de la aldea. Deben recordar que después del primer cumpleaños de los niños, Stoick era viudo y toda la labor de padre caía sobre sus hombros. Aún así, con el paso de los años y la mala reputación de los chicos, la oportunidad de celebrar fiestas de cumpleaños fueron desapareciendo, incluso llegó el punto en que tanto los gemelos Haddock le pidieron a su padre y Gobber que dejaran de intentarlo. La decepción de terminar solos y no tener amigos ya había sido suficiente para ellos.

Los años siguiente, los cumpleaños de los gemelos pecosos pasaron desapercibidos y casi olvidados por el resto de la aldea. Pero ese año, las cosas serían diferentes. Hiccup era un héroe para Berk y Honey se había ganado el respeto de mucho debido a sus habilidades curativas. Había muchos interesados en celebrar el nacimiento de esos dos milagros además de Stoick.

–¡Un poco más alto! –gritó Astrid a los gemelos Thorston que subía cada vez más una pancarta con un "FeliZ CuMpleAños" con ayuda de su zippleback. No eran los únicos que ayudaban, también se encontraba Gobber acomodando los regalos, Snotlout y su hermana Adelaide que robaban unos cuantos bocadillos y algunos otros vikingos deseosos de apoyar –. ¡Perfecto!

–¡Muy buen trabajo, Astrid! –le aplaudió Stoick satisfecho con el esfuerzo de todos.

–¡Hey, jefe! –se quejó Tuffnut desde la cabeza de su dragón –. ¿Y nosotros qué?

–¡Sí! –lo apoyó su gemela –. ¡Nosotros fuimos lo que pusimos la maldita pancarta!

–Nadie aprecia nuestro esfuerzo –suspiro el gemelo siendo completamente ignorado.

Pero a pesar de sus reproches todo iba fantástico. Stoick estaba seguro que Hiccup y Honey tardarían el tiempo suficiente para que no se percataran de los planes de cumpleaños. Ya solo quedaban algunos detalles pendientes, los señores Ingerman se encargarían de traer la torta de cumpleaños y el mudo Sven la dotación de hidromiel; una fiesta vikinga no era fiesta sin hidromiel. Ya tan solo quedaba…

–¡Snotlout! –rugió Stoick provocando un respingo en su joven sobrino.

–¡¿Qué?! –soltó éste altaneramente, mientras escondía sus manos detrás de su espalda–. ¡No estoy haciendo nada!

–Ya me di cuenta –respondió su tío indicándole una orilla del salón.

Justamente junto a su sobrino, se encontraban los cuatro nightmare crías de Hookfang, brincando sobre las mesas y llevándose todo a sus mandíbulas, desde cubiertos hasta el antiguo escudo de heroico guerrero Gwander.

–¡Hey! –bramó el chico alarmado postrándose firme ante su pequeña manada de dragones rojos –. ¡¿Qué les he dicho de llevarse cosas del suelo a la boca?! ¡Eso ya lo chupó Loki! –agregó captado la atención de cuatro pares de ojos y enormes ojos amarillos.

Pero el efecto duro poco y los pequeños dragones no tardaron nada en regresar a las andadas.

Stoick soltó un suspiro en frustración. Realmente debían encontrar una solución a los actos destructivos de los dragones. Aunque eso podía espera para otro día, ahora solo se preocuparía por la fiesta de la noche y hacer felices a sus hijos.


Una simple caminata por la orilla del bosque de Berk resultaba difícil con toda la nieve acumulada sobre las rocas. Los inviernos terribles habían pasado, pero aún hacía mucho frío en aquellas gélidas tierras del norte, y la llegada de Audhumla aún estaba muy lejos.

Los hermanos Haddock marchaban arrastrando sus botas de cuero (y pierna protética en el caso de Hiccup) al intentar desplazarse por aquella cantidad de nieve, mientras seguían de cerca a sus dos dragones que olfateaban un rastro totalmente imperceptible para ellos. Toothless y Furry como dragones de la clase strike eran completamente dependientes de sus sentidos para desplazarse a gran velocidad por el cielo, por ello, estos eran increiblemente desarrollados. Hiccup había descubierto que su amigo nightfury poseía un impresionante sentido del oído, que era capaz de distinguir incluso la voz de su jinete a largas distancias. Tal vez Furry no tenía un oído tan delicado como Toothless, pero lo superaba fácilmente en olfato. El Howl podía detectar la más fina fragancia y identificar una en particular entre un ambiente plagado de aromas.

Así que Furry lideraba la búsqueda de los objetos perdidos, con su nariz muy cerca de la nieve, mientras que Toothless no se quedaba atrás tratando de seguirle el paso.

Los gemelos permanecieron en silencio la mayor parte del camino, cada uno absorto en sus propios pensamientos que ocupaba toda la función de sus cerebros, que ni siquiera se habían percatado que justamente ese día cumplían trece años.

–Entre más le des vuelta en tu cabeza –soltó de repente Honey al percatarse de lo consternado que se encontraba el semblante de Hiccup –, es menos probable que encuentres una solución.

–Arg, ya sé –le respondió este frotándose su castaña cabellera –. Pero no puedo evitar preocuparme –admitió algo abatido –. ¿Qué pasaría si todo ha sido en vano? ¿Sí la gente se retracta y ya no quiere a los dragones? ¿Y si papá ordena que se marchen?

–Hiccup, papá fue muy testarudo con todo eso de la guerra y sus odio a los dragones –admitió Honey –. Y buenas razones tenía, pero incluso yo creo que no puede ser tan estúpido para no haberse dado cuenta ahora del beneficio que son los dragones a Berk. Además de lo importante que son para ti… para todos.

El gemelo pecoso detuvo su marcha y miró con sorpresa a su hermana.

–Wow ¿De dónde viene eso? –soltó posando sus manos en su cintura –. ¿Ahora lo defiendes? ¿Quién eres y que hiciste con Honey?

–Sí, yo tampoco lo puedo creer –contestó ella encogiendo los hombros –, pero tienes que admitir que papá realmente se está esforzando. Él… lo intenta. Solo que está en una difícil posición.

–Como jefe tiene que ver por su gente primero… –recitó Hiccup recordando muy bien cada palabra.

–Exacto, y la gente con miedo suele ser muy estúpida… y olvidadiza.

–Curioso, justamente escuche a papá decir las mismas palabras.

–¿Qué? –exclamó la gemela deteniendo la marcha –. Maldición –se quejo ante lo que implicaba.

Su hermano soltó una burlona risita antes de recordar lo que en un principio lo tenía preocupado. Pronto la alegría dejo su rostro y sus ojos quedaron clavados en su única bota lanuda.

–Mira, Hiccup –lo llamó Honey acercándose lo suficiente a él para posar una de sus manos en su hombro –. Tal vez nos estamos complicando mucho la vida. Sí, los dragones están causando destrozos y perdiendo cosas, pero después de todos son animales que apenas unos meses atrás eran completamente salvajes. No son como mansos perros o lindos gatitos. Ellos escupen fuego y pueden arrancarte la cabeza de una mordida…

Hiccup alzó la ceja dando a denotar a su hermana que no estaba ayudando.

–Tú punto es… –dijo él tratando de retomar la marcha.

–Que tal vez estamos esperando muchos de ellos y deberíamos darles unas cuantas restricciones… –sugirió Honey – al menos hasta que las cosas se calmen.

Inconscientemente, Hiccup abrió la boca para objetar aquella lógica, pero pronto volvió a apretar sus labios al percatarse que no había forma de contradecir las palabras de su gemela. Sin importar tanto que lo deseara.

–Sí… probablemente tienes razón –masculló perdiendo de nuevo su mirada en su zapato –. Solo que me asusta que las cosas cambien –agregó dejando sus brazos caer a sus costados –. No quiero perder a Toothless.

Dándose cuenta que hablaban de él, el nightfury dio media vuelta su largo y escamoso cuerpo, para frotar su larga frente contra las manos de su jinete. Hiccup no pudo evitar sonreírle ante tal afecto, mientras acariciaba sus escamas negras.

–Nadie dijo que lo perdería –le aclaró Honey regalándole una simple sonrisa.

Hiccup se volvió hacia ella para agradecerle por el apoyo en el momento de necesidad, cuando Furry soltó un leve gruñido. Ambos hermanos se dirigieron al Howl que olfateaba con más intensidad un rastro en la nieve.

–¡Hey, ¿qué pasa amor?! –le preguntó Honey a su dragón acariciando sus largas escamas cafés. Pero Furry de comenzó a reaccionar curioso, se apartó del punto donde había pegado su nariz y comenzó a frotarla con sus garras como si algo hubiera entrado en su fosas nasales –. Ya antes he visto esa reacción–explicó la gemela a su hermano y Toothless que miraban con curiosidad las acciones del Howl –, es la cara que pone cada vez que detecta una prenda con el olor corporal de Gobber.

–¡Como su bota! –soltó Hiccup animado recordando precisamente la prenda perdida del herrero.

Una vez que Furry pudo superar el ardor inicial del penetrante olor corporal de Gobber, guió a los dos hermanos y Toothless por toda la orilla del bosque hasta llegar a una leve colina de roca. Entre la escarpada se encontraba sutilmente oculta a la vista una caverna y dentro ella había:

–¡Son las botas –exclamó Hiccup viendo la gran pila de objetos perdidos –, las armas, los escudos y todos las demás cosas perdidos!

–¿Por qué los habrán traído aquí? –preguntó Honey examinando la pequeña cueva donde muy apenas cabían los dos hermanos y sus dragones. Era muy difícil que otras bestias más grandes pudieran entrar en tan pequeño espacio – Y ¿Por qué no hay ningún dragón cerca?

–Si es un botín –agregó Hiccup pensativo –. ¿Por qué no lo cuidan? Esto no me gusta.

Toothless y Furry se pegaron el uno al otro para poder olfatear la columna de objetos como si buscaran el olor de otro dragón, pero pronto los dos apartaron sus redondas cabezas con asco cuando detectaron el inconfundible hedor de la bota de Gobber.

– Sí, tiene la pinta de ser algo… –comenzó a decir su hermana mientras se inclinaba para tomar una daga entre los objetos apilados en el montón. Pero cuando sus mano tocó aquel objeto la mente de Honey quedo en blanco, su aliento se paralizó y como si lo estuviera observando sombras, una figura humana se aproximo a la pila y arrojó entre el montón la misma que ella había recogido.

–¿Honey? –le llamó sus hermano mientras la sacudía levemente de los hombros.

–Una persona...

–¿Qué?

–Una persona –dijo lentamente, clavando sus ojos verdes como esmeraldas en los de su gemelo –. Alguien hizo esto. No fueron los dragones.

–¡¿Qué?! –fue lo primero que logró articular Hiccup, pero un segundo después que reaccionó sobre lo que era capaz Honey, preguntó –: ¡¿Quién?!

–No lo sé… –respondió pasando sus manos sobre su rostro, estaba más frio de lo normal con aquel clima – no lo vi. Pero definitivamente esto fue una trampa de una persona.


Devanándose los sesos quien sería la persona detrás de aquel acto vandálico, los gemelos y sus dragones regresaron caminando a la aldea. La mayor parte del recorrido discutieron acaloradamente sobre lo que había descubierto, en un principio y en acto ingenuo, Hiccup le preguntó a Honey si no se había equivocado; no esperó a que respondiera ya que él sabía que su hermana nunca se equivocaba con lo que veía. ¿Pero quién… quien se atrevería de tal acto? Una cosa era una travesura como la que efectuaban Tuff y Ruff, pero este era un acto intencional para inculpar a los dragones, y ante la ley vikinga y de Berk, tal engaño era un acto de traición. ¿Quién se arriesgaría tanto? Y ¿por qué?

Fueron tantas sus teorías y al mismo tiempo se negaban a creer que alguno de sus compatriota los traicionara de tal manera, Hiccup y Honey, se encontraban tan distraídos en sus pensamientos que nos percataron de la sorpresa hasta que todos saltaron de sus escondites una vez que alcanzaron la plaza central de la aldea.

Hiccup y Honey gritaron como niños chiquitos, abrazándose el uno al otro mientras su padre, amigos y sus dragones salían de diferentes escondites entre las casa. Incluso Toothless y Furry abrieron sus hocicos listos para atacar, pero terminaron tragándose sus disparos cuando se dieron cuenta que no había peligro.

–¿Qué es todo esto? –soltó Hiccup confundido soltando finalmente a Honey.

–Estamos celebrando… –explicó Stoick orgulloso mientras que los demás jinetes, Gobber, los Jorgenson, Mulch y Bucket, y algunos otros vikingos rodeaban a los dos gemelos Haddock.

–¿Acaso van a exiliarnos? –interrumpió Honey interpretando pesimistamente los actos sospechosos de sus conocidos y familiares.

–Sí.. ¡Digo No! –dijo Stoick perdiendo rápidamente la compostura –. ¡Es por su cumpleaños!

Los ojos de Hiccup y Honey se abrieron tal grandes como platos en lo que sus amigo se abalanzaban sobre ellos y los abrazaban energéticamente. Con todo lo que había pasado, se habían olvidado completamente de su cumpleaños. No era una fecha de la cual se entusiasmaron de que llegara cada año, pero simplemente se había esfumado de sus mentes.

–Y esto no es todo –les confirmó Astrid aún con uno de sus brazos sobre el cuello y hombros de Hiccup –. Tenemos todo un banquete listo para ustedes y una torre de regalos en el gran comedor –sentenció ella indicando el gran salón sobre la colina.

Sonriendo de oreja a oreja, los gemelos Haddock se dejaron arrastrar a tan inesperada festividad. Ante los últimos sucesos, aquella muestra de afecto y tan agradable sorpresa era totalmente agradable para Hiccup y Honey, tanto que olvidaron la pila de objetos robas que encontraron ocultas en una cueva cerca del bosque.

Pero eso siempre estaba presente en la mente de uno de los vikingos presentes en esa plaza central de la aldea. Él contempló con malicia mientras la comitiva subía la larga escalinata a la gran sorpresa que él les había dejado detrás de las puertas de aquel gran salón. Sería un evento inolvidable para Hiccup y Honey.


Hello

Y Feliz año a todo. Y muchas gracias a todos los que me desearon una feliz navidad. Espero que también pasaran buenas fiestas como yo.

Pero regresando al fic, vaya que este es un capitulo largo. Bueno, se lo merecen por la larga espera y como ven ya viene Alvin a empezar sus maldades. Este Alvin hace más referencia al de la serie y no al de los libros, pero le agregare detalles de historia del personaje del libro a este Alvin. Y si ya se lo están preguntando: No, Alvin no es el padre de Fishlegs como en los libros, pero si habrá algo en común entre ellos.

Para aquellos que no lo saben, Audhumla es una especie de becerro o vaca sagrada nórdica que renace en la al derretirse el hielo del invierno.

Por último, me preguntan mucho si voy a llegar a incluir a este fic "carrera al borde". Y la verdad creo que lo aclarado muchas veces que , tal vez la confusión se deba porque yo no me refiero a la serie de netflix como "Carrera al borde" sino con su nombre original "Race to the Edge" o "RTTE". Pero sí, va en los planes, también varios detalles de los comics de Titan, los especiales, la segunda película, si sale a tiempo "The serpent heir" y la tercera película. Que por cierto ya supieron de que se va a tratar? La verdad se me hace la trama más genérica, pero espero Dean no nos decepciones. Y hablando de los comic de Titan, las travesuras de los bebes nightmare de Snotlout está basado de uno de los comic.

Y cambiando tema y mencionada serie de netflix y Dreamworks. Alguien ya vio Trollhunters? Esta genial! Altamente se las recomiendo. La primera temporada esta larguísima, pero te deja súper picado. Gillermo del Toro realmente es un genio. Véanla, en realidad les va a encantar y tiene muchas referencias a Como entrenar a tu dragón.

Eso es todo por mi parte, por favor no olviden comentar y nos vemos de nuevo el miércoles 25 de Enero.

Abrazos.