Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Alvin the Treacherous

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Fishlegs podía recordar la canción de cuna que solía cantarle su madre de pequeño, una clásica melodía de amantes que nunca hacía falta en las aldeas vikingas; pero su madre había alterado la letra solo para él. Eran preciosos esos recuerdos sobre su infancia, donde no existía el mal y todo se encontraba perfecto. Incluso en sus ensoñaciones, su madre tenía mejor voz que la chillona con la que solía llamarlo a desayunar todas las mañanas.

Porque sabes, eres tu mi bebe,

Siempre que me canso,

Y ya he tenido suficiente…

Paso el tiempo y la mamá de Fishlegs dejo de cantarle en su cuna, incluso él ya no podía recordar cuándo fue la última vez que le había entonado su melodía favorita. Ahora Fishlegs se la cantaba a Meatlug y a su bebes cada noche antes de dormir. Era el momento más maravilloso de su día.

Siento que me doy por vencido,

Sabes que eres tú, bebe,

Dándome el coraje…

Pero ya no más, había perdido a su querida Meatlug y toda la camada de alegría que eran los pequeños bebes gronckles, ya no estaban con él para cantarles y hacer sus días y noches mucho mejores.

Y la fuerza que necesito,

Por favor creerme que digo la verdad,

Bebe, te quiero.

Mientras cantaba, Fishlegs derramó una solitaria lágrima. Apretando sus redondas rodillas contra el resto de su cuerpo; el joven regordete se abrazó a sí mismo, mientras su mirada se perdía en la inmensidad de la noche y las estrellas sobre sus cabeza. Mentalmente y destrozando su corazón, rogaba a Odín que protegiera a sus queridos dragones que probablemente nunca volvería a ver.

–Miren nada más que tenemos aquí –dijo de repente una voz detrás de él probándole lo tan equivocado que podía estar.


Una hora antes, cubiertos por la sombra de la noche, los barcos de los despiadados Outcast estaban por amarar en las costas de Berk. El líder de aquella impía tripulación, Alvin the Treacherous tenía su mirada clavada en las tierras que una vez llamó su hogar. Su objetivo era simple en aquella excursión, descubrir al maestro de dragones, capturarlo y llevarlo de regreso a la isla Outcast. Si podían matar a uno que otro Hooligan en el camino, como Stoick, era un beneficio extra.

Después de todo lo que había pasado y la traición que sentía que cobraron sobre él sus ex compañeros Hooligan, aún así Alvin no odia Berk. No soñaba con ver su hogar de la infancia en llamas como muchos de sus hombres deseaban ver sus tierras natales. No, Alvin quería simplemente lo que le habían prometido en un principio y si eso incluía la dominación de aquella isla mucho mejor para él.

Pero era un movimiento riesgoso el que estaba efectuando, aquellos navíos eran la única flota que había llegado a construir después de años de exilio, las armas eran rudimentarias y hasta casi salvajes, fabricadas con huesos de dragones y otros objetos de segunda mano. Y su ejército, era despiadado y sin una pizca de lealtad. Alvin era consciente que sus hombre fácilmente venderían a su madre por un pedazo de pan, y que ni se diga que estaban dispuestos a darle una puñalada en la espalda si bajaba la guardia. Pero era todo lo que tenía al alcance y definitivamente Alvin los regía con mano de hierro.

A pesar de que muchos de su hombre tenían la intención de conquistar y aplastar a Berk, ese no formaba partes de las intenciones de Alvin para el itinerario de ese día. No tenía las fuerzas para iniciar una guerra directa con los Hooligans. Su plan era engañoso y traicionero como su nombre: un acercamiento descarado a la isla era con el propósito de ser vistos por sus enemigos e iniciar el pánico en ellos. Mientras Stoick preparaba todo para un enfrentamiento directo en el muelle, Alvin esperaría a que cayera la noche para ocultar sus barcos en las sombras y en cambio amarar en una de las costas lejanas de la aldea. El ataque que planeaba consistía en sorpresa y sigilo, una de las especialidades de aquellos desertores de la moralidad. Una vez dentro de la aldea buscaría su objetivo y cortarían algunos cuellos.

Para su desagrado y en contra de sus planes iniciales, Berk pareció no alertarse de la presencia de sus barcos. El acostumbrado cuerno de alarma se mantuvo silencio a pesar de que eran visibles a la distancia. Algo estaba tramando ese panzón, Alvin podía asegurarlo.

–Señor –lo llamó Savage acercándose a él en el puente –, no parece haber ninguna reacción por parte de Berk. No es posible que no nos hayan visto.

–Lo sé pedazo de imbécil –gruñó Alvin por lo bajo sin despegar ni un minuto sus penetrantes ojos de aquella isla –. Conozco a Stoick mejor que nadie, si no está preparando a sus guerreros para recibirnos en el muelle, eso quiere decir que tiene algo en mente.

–¿Señor? –lo llamó nuevamente Savage quien no comprendía la profundidad de los pensamientos de su líder.

–Cambio de planes –soltó repentinamente Alvin tomando el timón de su barco haciendo girar completamente y dirigiéndolo justo al muelle que debían evitar –. Avisa a todas las naves que nos siga.

–Pero señor, vamos directo al muelle ¿Acaso no íbamos a…? –pero antes de que Savage terminara sus palabras, Alvin le soltó un puñetazo que lanzó directamente al suelo.

–¡Cierra la boca estúpido! –le soltó éste sin apartar la mirada de su objetivo –. Se un buen perro y obedece mis órdenes.

Savage soltó un leve gruñido antes de levantarse del piso y obedecer el mandato de su despiadado líder.

Alvin podía intuirlo, Stoick había pensado justo como él y ya tendría a sus más fuertes guerreros preparándole una emboscada en la costa. Era momento de que Alvin entrara al juego de la mente y superara a su viejo amigo; si Stoick los esperaba lejos del muelle, entonces en muelle tocarían tierra.


No estaba equivocado. El muelle de Berk se encontraba abandonado en las sombras de la noche, los poderosos navíos de la flota Hooligan permanecía solitarios y sin nadie para cuidarlos. La aldea no fue diferente una vez que los Outcast desembarcaron y se adentraron en ella.

Debido a las pocas antorchas encendidas y la falta de ruido, el lugar daba la impresión de ser una aldea abandonada y fantasmal. Lo bandidos Outcast tal vez eran seres despiadados sin corazón, pero seguían sido vikingos supersticiosos y no tardaron en morderse los nudillos y escupir en la tierra para sí alejar a los espíritus malignos.

–Imbéciles – musitó para sí Alvin mientras examinaba las huellas en el suelo fangoso de las calles de la aldea; las podía leer como runas en un papiro y descubrir la historia que contaba –. ¿Qué planeas Stoick?

Sin más, subió la pequeña colina hasta el hogar de los Haddock para encontrarlo igual desierto. Pero eso no le sorprendió en lo más mínimo, en realidad hasta lo esperaba.

–Stoick… Stoick… ¿Dónde estás? –masculló mientras sus ojos inyectados con odio recorrió el hogar antiguo de los lideres de Berk de arriba a abajo. La casa no había cambiado mucho desde la última vez que puso un pie en ella. Tal vez la única diferencia que pudo percatarse fue que la antiguas armas de decoraban las paredes estaban ausentes.

Alvin soltó un gruñido en lo que daba media vuelta para regresar a la puerta principal de aquel hogar, cuando su vista captó algo en el suelo. Una pequeña escama negra como las alas de cuervo destacaba con facilidad sobre la vieja madera del piso. El bandido la tomó entres sus robustos dedos y la examinó con detenimientos, definitivamente era de un dragón pero ¿Cuál?

–Alvin –lo llamó Savage entrando en la casa de los Haddock seguido de cerca de un par de gruñones Outcast –, ya hemos explorado toda la aldea y no hay ni un alama, parece como si se los hubiera tragado una serpiente marina. Lo extraño es que los animales siguen en las granjas y la armería está destruida.

–¿Y dragones? –preguntó el líder aún examinando la negra escama.

–¿Señor?

–¡¿Qué hay rastros de dragones?! ¡Estúpido!

–Lo siento señor, y no. No hay rastros de dragones.

Alvin lo meditó una última vez antes de guardarse la escama negra entre sus ropas. Sin decir nada a sus hombres, salió del hogar de Stoick y comenzó caminar en silencio en dirección al gran salón. Sus guerreros Outcast confundidos por la falta de nuevos mandatos lo siguieron de cerca sin apartar sus ojos de él.

La ausencia de los habitantes, la falta de recibimiento por parte de los guerrero, las armas faltantes, la armería destruida, todo indicaba algo ¿Pero qué? ¿Qué planeaba Stoick? ¿Dónde se ocultaban? Además ¿Y los dragones? Según los rumores, aquellas bestias habitaban en Berk sin problemas y la guerra con ellas había terminado. Pero estos también desaparecieron ¿Qué estaba sucediendo?

Alvin alcanzó a subir los primero peldaños de la escalera que subía al gran salón cuando sus grasientos oídos camparon algo en la distancia.

Bebe, ya me voy,

Debo tomar el camino,

El tiempo se acerca,

Mi barco se va…

Levantando su mano para darles una señal a sus hombres, Alvin ordenó silencio en lo que él y sus seguidores caminaron en dirección de aquella voz. Era un tono suave, capaz que se trataba de una niña y podían reconocer la melodía, un clásico para enamorados empedernidos.

Lo veo en tus ojos,

El amor, la necesidad, tus lágrimas,

Voy a estar tan solo sin ti,

Y necesito de tu amor para verme seguir…

Fue cuando lo vieron, sentido en la orilla de los tantos acantilados que aparecían de la nada en las orillas de la aldea de Berk. Era un joven regordete y de cabellera rubia el que cantaba, con la mirada perdida en el océano, mientras de sus labios salía la letra de la canción lastimeramente. Qué pena, el pobre estaba enamorado.

Así que creerme por favor,

Mi corazón está en tus manos,

Y te extrañare…

Alvin dio los últimos pasos en sigilo a pesar de su enorme y pesado cuerpo, para alcanzar al joven mozalbete que continuaba dándole la espalda. El susto de su vida que iba a llevarse.


Estaba ahí el pobre de Fishlegs, solo y rodeado por tres despiadados bandidos de la isla Outcast, vikingos desterrados de su tierra ante sus terribles crímenes, mientras que él un solitario muchacho, desarmado y si experiencia de combate se encontraba a su merced.

¡No! Él era un Hooligan hecho y derecho y enfrentaría valientemente a esos invasores.

–Miren nada más que tenemos aquí.

–Aaaaahhhhhhhhhh! –gritó Fishlegs con todas sus fuerzas y sin control de su cuerpo.

–Hey, niño. Cállate –le ordenó uno de los Outcast.

–Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!

–¡Cierra de una vez la bocota! –le gruñó Savage.

–AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!

–¡CIERRA EL HOCICO!

¡Paf!

Fishlegs recibió un golpe directo en la cara que lo hizo callar de inmediato. Los ojos grandes y verdes del muchacho, se volvieron vidriosos ante la amenaza del llanto que estaba por aflorar por ellos.

–Miren lo que hacen, imbéciles –les soltó Alvin a sus hombres haciéndolos a un lado con empujones –. Lo han asustado sin necesidad –agregó el líder Outcast aligerando su voz en lo que fingía amabilidad –. Hola, joven vikingo –saludó a Fishlegs acercando su grande y peludo rostro al de chico rubio, golpeándolo de frente con su aliento y terrible olor corporal –. No es necesario que te asustes de nosotros, solo somos unos cuantos Outcast invadiendo tu isla… aunque viendo de esa manera, si tienes mucho de que temernos –agregó de ultimo marcando una terrible y macabra sonrisa en sus delgados labios.

Mientras Alvin y sus hombres reía por lo bajo con sus voces roncas, Fishlegs se estremeció de la cabeza hasta los dedos de sus pies.

Eran Outcast… ¡Los Outcast invadía Berk!

–¿Sabes quién soy? – le preguntó Alvin a Fishlegs arrastrando las palabras mientras su horrible sonrisa continuaba resplandeciendo maliciosamente en sus rostro.

Intimidado, el joven regordete negó inicialmente con la cabeza, para luego cambiar rotundamente el movimiento a uno afirmativo. Era imposible no saber de quién se trataba, todo habitante de Berk lo reconocería de inmediato.

–Así es, soy Alvin… Alvin the Treacherous –dijo el Outcast alzando tan alto era e intimidando aún más muchacho delante de él –. Y debes saber muy bien todas las terribles cosas que he hecho y las que soy capaz de hacer, es por ello que es muy importante para ti –continuó indicando el cuerpo rechoncho del muchacho con su amenazador dedo – que contestes sinceramente todas las preguntas que voy a hacerte ¿queda claro?

Fishlegs asintió de nuevo completamente mudo y con temor.

–Bien –aceptó Alvin en lo que sus hombres rieron roncamente –. Lo primero ¿Cuál es tu nombre muchacho?

–Fishs… Fishlegs… Ingerman –contestó.

Alvin y sus hombres estallaron en sonoras carcajadas que sacudieron sus enormes cuerpos. La risa de los Outcast tal vez se enfocaba en lo ridículo del nombre del muchacho, pero su líder tenía razones completamente distintas.

–¡Fishlegs Ingerman! –repitió mientras sus carcajadas descargaban saliva en todas direcciones –. Entonces ¿eres el hijo de Igor y Arula Ingerman? Vaya, vaya, que me lleve Hel, como se dan las cosas –el Outcast posó sus manos en sus cintura mientras sus ojos evaluaron de arriba abajo al muchacho delante de él –. Te recuerdo cuando eran apenas un crio, una cosa menuda de patas delgadas, y… ¡Mírate ahora! –continuó indicando su rechoncho cuerpo –. Sin duda los panes de cangrejo de tu madre hacen milagros –agregó dándole unos golpes incriminatorios a su barriga –, o tal vez se deba al perdón de Njord ¿eh?

Curiosamente el temor de Fishlegs se detuvo por completo ante las siguientes palabras de Alvin.

–Eso no hace iguales tú y yo. Una vez que el dios de mar te deja vivir, solo puedes volverte más fuerte.


Hiccup corrió tan rápido como su pie falso se lo permitió. En cierta forma hasta maldijo el estar tan acostumbrado a desplazarse sobre Toothless que su propio cuerpo no tenía la fuerza suficiente para la carrera que estaba efectuando. Probablemente se lastimaría su muñón y requeriría de las curaciones de su hermana y sus ungüentos. Claro, si Berk sobrevivía esa noche.

El muchacho pecoso sacudió la cabeza con la intención de sacarse ese pensamiento pesimista de su mente, perdiendo la atención en su camino y tropezando. Hiccup rodó prácticamente cuesta abajo hasta llegar al muelle secundario que era su destino en primer lugar; una pequeña zona de amarre detrás de las escapadas callosas que solía ser usado para misteriosos mensajeros o situaciones de emergencia. Y definitivamente esa era una situación de emergencia.

Adolorido y con el labio partido, Hiccup escupió parte del pasto congelado que mordió durante su descenso, en lo que su cabeza se elevaba perezosamente del suelo. A unos pocos metros de él se encontraba un pequeño bote para una sola persona y como siempre, preparado para un viaje inminente con el propósito de pedir ayuda. La idea original se enfocaba en buscar sus aliados vikingos por apoyo, pero en esa ocasión sería a sus desterrados dragones.

Adormecido por los golpes y la caída, el tiempo se movió despacio para Hiccup en la oscuridad de la noche. Mientras se levantó lentamente del suelo y arrastraba sus pies hasta el bote, no pudo evitar en pensar en su amado dragón negro.

Toothless ¿Cómo habían llegado a eso?

Vaya la ironía que aplicaba para ellos los dioses, incluso podrían asegurar que era un castigo por haber desterrado las lagartijas escupe fuego de su hogar en primer lugar. Los Hooligans estaban solos, desprotegidos y sufriendo el ataque de un viejo enemigo, realmente tenían que estar malditos para sufrir aquella suerte.

–Honey va a tiene mucho porque rezar –musitó el muchacho para sí en broma, soltando una leve risita. Tendrían que pedir perdón a sus dioses para que tal maldición se quitara sobre sus hombros, sí sobrevivían primero a esa noche.

Hiccup volvió a sacudir la cabeza. No podía permitirse pensar eso, pero debía tenerse compasión a sí mismo, su hogar… sus seres queridos corrían peligro… Honey, Astrid, su papá, sus amigos… todo Berk dependía solamente de que él consiguiera traer consigo a los dragones de vuelta.

Tratando de no imaginarse las consecuencias si fallaba, Hiccup comenzó a soltar las amarras del pequeño bote y extender la vela. El viento corría con fuerza esa noche, así tal vez llegaría a la isla de los dragones en la mañana si no dormía durante toda la noche. Finalmente los dioses le daban una especie de tregua. En cuestión de minutos el pequeño y veloz barco comenzó a navegar silenciosamente por el oscuro mar en la profundidad de la noche.

–Ya voy Toothless –dijo en voz baja el muchacho tomando el timón con ambas manos para evitar perder el control ante el fuerte viento –. Espera por favor, papá. La ayuda llegara pronto.

Hiccup no pudo evitar desviar la vista de su objetivo para contemplar los imponentes y toscos navíos Outcast en el muelle de Berk. El gemelo pecoso estaba convencido que su pequeño barquito no sería visto en las sombras y las oscuras aguas, por lo cual se dio la libertad de rodear levemente la isla de Berk y contemplar el horror. Los bandidos Outcast se encontraban por todo el muelle y las luces de sus antorchas se podían apreciar en la desierta aldea. Se encontraban por todos lados y prácticamente se podría decir que habían tomado Berk.

¿Cómo habían llegado tan pronto ahí? ¿No se suponía que llegarían a la costa opuesta de la isla? ¿No era allá donde los guerreros de su padre los esperaba?

Los bellos de la nuca de Hiccup se le erizaron con los terribles pensamientos que llegaron como respuesta a esas fatídicas preguntas. Pero no tuvo tiempo de horrorizarse con su propia y fatalista forma de pensar, cuando escuchó el más terrible grito que le detuvo el corazón e hizo que el alma huyera de su cuerpo.

Hiccup alzó la vista hacia uno de los tantos acantilados que rodeaba la isla para contemplar con terror como un grupo de Outcast reía sonoramente por el eco de la rocas, y un cuerpo caía de las alturas en una parábola horrible hasta el mar. Pero lo peor de todo, era que el gemelo Haddock pudo reconocer aquella pobre victima que había caído en desgracia, no se trataba de otro que su amigo Fishlegs.

Conteniendo un grito mudo, Hiccup viró con todas sus fuerzas el timón de su pequeño navío y lo dirigió directo a aquel acantilado donde podía ver un cuerpo revolotear en el agua. Pero había un detalle más para atormentar su pobre corazón… Hiccup recordó que Fishlegs no sabía nadar.

Que patético, cualquiera diría, que es un vikingo que no sabe nadar, por desgracia esa era la situación del pobre muchacho regordete.

Fishlegs, mientras el agua comenzaba a cubrir su cabeza y pataleaba por su vida sin mucho efecto, daba por hecho que esa eran sus últimos alientos de vida y que la diosa Hel estaba por reclamar por su vida para dejarlo en el limbo para los indignos. En su ultima hora de vida no había mostrado ser el guerrero que se suponía debía ser, su miedo lo había alejado de la gloria de los banquetes del Valhala.

Aún a pesar de todo y su pronta e inminente muerte, no pudo evitar pensar más que en la últimas palabras que le dirigió el líder Outcast y el significado que podía detrás ellas. ¿Cómo era posible que "sobreviviera de nuevo al mar"? ¿A qué se refería?

–¡Fishlegs! –escuchó que lo llamaban y en su imaginación pensó que la mano de la diosa Hel lo jalaba de las profundas y heladas aguas a su futuro como alma perdida. A pesar que era un destino indigno, Fishlegs lo prefería a esa tumba helada en la aguas. No dudo ni un instante de aferrarse de aquella pálida mano.

El chico exhaló con fuerza una vez que su cabeza sobresalió del mar.

–¡Perdóname mi diosa! ¡Por favor no me lleve al Hel! ¡Nana está ahí, me da mucho miedo y sus besos huelen a yak!

–¡Fishlegs! ¡Reacciona! –le ordenó la voz que definitivamente no tenía nada de femenina.

El joven rubio detuvo de inmediato sus lloriqueos y miró al dueño del brazo que sujetaba con fuerza contra su pecho. Sus ojos se encontraron con el rostro pecoso de Hiccup, quien se encontraba jalándolo y muy apenas podía mantenerse sobre su pequeño bote ante la inclinación por el inminente peso del muchacho regordete.

–¿Hiccup? –soltó Fishlegs sin poder creer lo que veían sus ojos –. ¡Hiccup! –bramó de sorpresa y alegría el muchacho, apretando con más fuerza el delgado brazo de su amigo hasta entumirlo.

Después que el histérico frenesí de Fishlegs, Hiccup requirió toda la fuerza de sus patéticos músculos para ayudar a su regordete amigo a subir a su pequeño barco, solo para terminar en otro abrazo rompe hueso.

–Sí… Fishlegs… también me da gusto… que estés bien –dijo el muchacho pecoso casi sin aire.

–¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, Hiccup! ¡Y a Thor! ¡Y a Odín! ¡¿Cómo podre agradecértelo?!

–Evitando romper mis huesos.

–Ups –soltó Fishlegs soltando su fuerte agarre sobre el escuálido gemelo Haddock –. Lo siento.

–Está bien, no necesita tener mis costillas completas.

Pero antes de que se pudiera recuperar del apretón, Fishlegs volvió a sujetar a Hiccup de sus hombros y lo sacudió con terror.

–¡Hiccup! ¡Hiccup! ¡Hiccup!

–¡Ya sé! ¡Ese es mi nombre Fishlegs! – se quejo el muchacho pecoso librándose de las manos redondas de su amigo.

–No, entiendes Hiccup. ¡Corres grave peligro!

–¿A qué te refieres?

–Los Outcast están aquí…

–Ya lo sé Fishlegs, es por eso que estoy en este barco en primer lugar –dijo el muchacho castaño apartando las manos de su amigo de sus hombros –. Voy a la isla de los dragones para recuperar a Toothless y los demás.

–¡No! –bramó Fishlegs tomando nuevamente a Hiccup de los hombros y acercando el rostro de éste al suyo –. No lo entiendes…. Alvin… me dijo sus planes.

–¿Espera? ¿Dices que Alvin the Treacherous te dijo sus planes? ¿A ti?

–Sí, antes de arrojarme al mar –dijo Fishlegs con los ojos casi desorbitados –. Están aquí por ti. Todo esto es por ti. Es a ti a quien busca.


Las espectrales sombras de la noche eran mucho más insondables en las profundidades del bosque de Berk. Aquella noche en particular los animales se encontraban más silenciosos que nunca, intuían la presencia de los depredadores desalmados entre sus árboles. Pero humanos sin honor no eran los únicos que se ocultaban entre los arbustos y las cortezas, sino también uno de los más imponentes héroes vikingos que el mundo había visto.

Stoick the Vast marchaba lentamente, con gran sigilo a pesar de su gran tamaño y musculatura. Años de experiencia y su gran conocimiento de aquel bosque le daba la ventaja para avanzar despacio en busca de su presa, una que tal vez superaba en mortalidad a los mismos dragones que una vez habitaron en ese lugar.

Marchaba lentamente, con el viento a su favor y sus sentidos más encendidos que los de un furioso oso de montaña. Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad de la noche y buscaban el más mínimo movimiento, sus oídos se agudizaron como los de un lobo y su olfato quemaba ante cualquier cambio en el ambiente.

El líder vikingo y sus guerreros, no se encontraban solos en aquel bosque.

Stoick había ordenado a sus hombres y mujeres que se separaran para encontrar y despedazar a su enemigo, una vez que su plan inicial no funcionó. De alguna manera Alvin lo había superado y se anticipó a su emboscada en la playa.

¿Superó? O mejor dicho "lo conocía mejor"

Superando su rabia inicial, el guerrero Hooligan se concentró en su nuevo objetivo: capturar a su presa. Y estaba más cerca de lo que pensaba.

Con un silbido en el viento, una flecha salió dispara en dirección del reacio vikingo quien fácilmente se volvió para atraparla en pleno vuelo, antes de que se enterrara en su carne. Con el mismo impulso del movimiento de su cuerpo, lanzó con su otro brazo su hacha en dirección de dónde provino aquella flecha. Ésta alcanzó a cortar unos cuantos cabellos sobre la testa del traidor Outcast antes de incrustarse contra el tronco de un roble.

El bandido soltó una maldición en lo que su ballesta se escapaba de sus manos por la sorpresa de haber sido descubierto, y antes de que pudiera hacer algo para detenerlo, ya tenía Stoick the Vast sobre él. Tomándolo de la pechera de su ropaje, el jefe Hooligan estampó a su contrincante contra el primer roble.

–¡¿Dónde está Alvin?! –rugió Stoick casi como un león –. ¡¿Dónde está?! –insistió azotando la espalda de su enemigo una y otra vez contra el árbol.

–¡Arg! –exclamó el bandido sujetando las muñecas de Stocik sin debilitar en lo mínimo su agarre.

–¡Dime donde esta Alvin! –le ordenó el líder de Bark apretando su rostro contra el de Outcast y llenando de lleno sus sentidos de la pestilencia humana que era el bandido. Una vergüenza que no merecía ser llamado vikingo.

–Sobre tu cadáver –respondió el Outcast con una maliciosa sonrisa que dejo a la vista sus dientes podridos.

En cuestión de segundos, la daga del bandido se interpuso entre ambos haciendo que Stoick retrocediera y desenfundara de un movimiento la espada en su cintura. Sin esperar más, el Outcast se abalanzó en contra del líder de Berk, empuñando su arma con agilidad con exagerados movimientos. Stoick, todo un experimentado guerrero, evitó las primeras estocadas chocando acero con acero, pero ante el primer movimiento en falso de su oponente, lo tomó del brazo y lo torció sobre sí mismo hasta que en el silencio de la noche se escuchar el "crack" del hueso romperse.

–¡Hijo de puta! –soltó el bandido sujetándose el brazo que sobresalía en una extraña posición. En desesperación, el Outcast intentó empuñar su arma con la otra mano y atacar directamente a su oponente, solo para lograr empalarse con la filosa espada de Stoick.

–Será sobre tu cadáver –dijo el guerrero vikingo con sequedad a su oponente mientras podía apreciar nuevamente como la vida partía de los ojos de su enemigo.

Sin más, el cuerpo del Outcast cayó flácido en el suelo del bosque.

–Maldición –musitó Stoick para sí ante su mala suerte. Ahora no descubriría que trama Alvin.

O tal vez sí.

Una rose de la ramas dejo claro a Stoick que otro oponente lo asechaba de cerca. Con un impulsivo y rápido movimiento, se lanzó a un lado hasta la corteza donde había quedado incrustada su hacha y la alzó alto sobre su cabeza, mientras la apuntaba a su nuevo objetivo y soltaba un rugido de batalla.

–¡Calma hombre! ¡Soy yo! –exclamó Gobber alarmado alzando su mano y garfio en defensa –. Estas más nervioso de lo normal ¿eh, Stoick?

Su amigo solo soltó un resoplido en frustración antes de relajar su postura. Había fuertes razones para sentirse nervioso.

–Veo que atrapaste al último –dijo Gobber con calma mirando el cuerpo inerte en el suelo.

–No puedo creer que estas sean las únicas fuerzas de ataque que trajo Alvin consigo –comentó Stoick secamente, sacudiendo su espada para limpiarla de la sangre del bandido –. Pare más como…

–¿Una avanzada? Sí, yo pensé lo mismo.

Ambos amigos intercambiaron unas miradas incriminatorias ante los mismos pensamientos: Alvin los estaba distrayendo. Sin duda sus conocimientos ante las tácticas de guerra de los Hooligan le estaban dado una ventaja para tales viles jugarretas, pero eso no podía ser solo lo único que tenía planeado ¿Qué estaba buscando Alvin?

–No quedo ninguno con vida ¿verdad? –intuyó Stoick mirando nuevamente el cuerpo inerte en el suelo.

–Solo uno –dijo Gobber con frialdad levantando su dedo índice. Sin más explicación guió a su amigo entre los gruesos arboles del bosque hasta un pequeño claro, donde los más valiente guerreros de Berk se encontraban reunidos en círculo.

Ambos hombre se abrieron camino entre los guerreros con leves empujones de los hombros, hasta alcanzar el centro del círculo de fieros guerreros Hooligans donde dos personas se encontraban en un fuerte abrazo o esa era la primera impresión. En realidad se trataba de una joven guerra llamada Lydia de cabellera oscura y fuerte musculatura para su corta edad; Bashem Oik de nacimiento pero Hooligan de matrimonio, la joven guerrera llevaba un poco más de un año en la isla ya demostraba sus habilidades como una verdadera adquisición para guardia de Berk. Ella sujetaba al último Outcast en el bosque, un ladrón sin duda ante su falta de tamaño y músculos, con una poderosa llave al cuello; se sabía que los Bashem Oik eran expertos en lucha cuerpo a cuerpo y Lydia dejaba en claro sus origen teniendo a su merced al bandido, que fácilmente podía romper su cuello con un solo movimiento de su brazo.

Stoick avanzó lentamente hacía el Outcast y la guerrera que lo sujetaba. Lydia no tuvo que recibir más que una mirada de su nuevo líder Hooligan para comprender que quería de ella. Apretó más su agarre contra su víctima dejándolo levemente sin la capacidad de respirar.

–Voy hacerte unas preguntas y si no quieres que Lydia te asfixie lentamente, deberás contestar con la verdad y con prontitud ¿De acuerdo? –le dijo Stoick clavando su rodilla en el suelo para quedar a la altura del bandido sometido. Éste con los ojos cargados de lágrimas, asintió rápidamente con la cabeza.

Stoick volvió a mirar a Lydia, quien redujo su agarre sobre el cuello del Outcast, permitiéndole hablar y respirar.

–¿Ustedes son todas las tropas que trajo Alvin de la isla Outcast?

–No –respondió el bandido con voz ronca –, los demás se han separando para explorar la isla.

–¿Cómo escaparon de su prisión?

–Alvin lo preparó todo. El planeó y organizó el escape. Los barcos… se prepararon con tiempo.

Así que se apodero de la isla por sí solo. Tal vez fue un error de no haber acabado su vida como debió hacerlo en un principio.

–¿Qué hacen en Berk? ¿Qué está planeando Alvin?

–Esta… esta –tartamudeó el Outcast – está buscando a alguien.

–¿A alguien? ¡¿A quién?! ¡¿A mí?!

–No… o no principalmente. Desea venganza sobre todos aquellos que lo mandaron a esa isla como nosotros, y nos prometió otórganos esa satisfacción. Nos prometió gloria y oro… mucho oro. Pero para eso necesita fuerza y poder, más del que ofrece la isla de Outcast para destruir a sus enemigos. Solo hay una fuerza indomable en esa tierra seca… y por Thor que Alvin la quiere…

–¿Qué estas tratando de decir? –rugió Stoick frustrado alzando la voz –. ¡Habla directo, por el amor de Odín!

–¡Los dragones! –soltó el bandido con desesperación.

–¿Qué?

–El plan del ataque inició cuando llegaron las noticias, esas que parecen leyenda y casi nadie cree. Excepto Alvin, está convencido que es cierto… que es posible…

–¡Habla de una vez! –se desesperó Lydia dando un leve apretón a su víctima.

–¡El conquistador de dragones! –soltó el Outcast casi en llanto ante el dolor contra su cuello –. ¡Alvin quiere capturar a los conquistadores de dragones de Berk!

Los ojos de Stoick expresaron el horror que significaban esas palabras para él. La sangre de su cuerpo se heló y su corazón se detuvo. Lentamente se levantó del suelo, en lo que la mirada de sus guerreros se clavaba en su persona, comprendiendo lo que pasaba por su cabeza y corazón.

–Hiccup –exhaló lastimeramente viendo que los peores temores de un padre se hacían realidad.


–¡Aaarrrggg! –se quejó Tuffnut alzando sus brazos en el aire –. ¡Esto es tan aburrido!

En las costas de arena blanca del este de la isla de Berk, eran conocidas como las playas de Freya por su belleza natural y el lugar ideal para las parejas enamoradas. Muchos matrimonios se realizaban ahí, muchos niños fueron concebidos en el mismo lugar. Pero también aquella playa no tenía ventaja estratégica en una batalla e incluso no resultaba muy fácil alcanzar desde la aldea; solo una caminata larga por la orilla del bosque podía conducir aquel magnifico lugar.

También era el refugio perfecto para las familias desprotegidas de Berk. La larga comitiva compuesta de madres, niños y ancianos, eran guiados por Mulch y Bucket, mientras la marcha era cerrada por los jinetes de dragón.

–Sí, que mierda de yak –soltó Ruffnut apoyando a la antipatía de su hermano.

–¿Quieren cerrar el hocico? –los regañó Astrid que caminaba delante de los demás adolecentes gruñones –. Los Outcast han invadido la isla y ustedes están delatando nuestra posición con sus constantes quejas.

–Exactamente es el punto, mi querida Astrid –marcó Tuff con elocuencia –. Berk, la joya del archipiélago barbárico, se encuentra peligro ante la invasión de los de terribles Outcast –agregó agregando dramatismo –. Una batalla de puta madre está por darse entre las fuerzas invasoras y la guardia de Berk, y quedara registrada en la historia como lo más épico de este mundo.

–Y nosotros no estamos ahí –sentenció Ruff al final del discurso de su gemelo dejando caer sus brazos a los costados.

–¡Ya basta! –gruñó Astrid volviéndose sobre sí misma para amenazar con su dedo índice a los gemelos rubios detrás de ella –. Tenemos una misión más importante que es ver por la seguridad de las familias y los más jóvenes. Esa es nuestra contribución a esta guerra y la cumplideros como lo ordenó Stoick –dijo retomando la marcha –, quien a parte me puso a cargo ante la ausencia de Hiccup.

El intenso discurso de Astrid fue seguido por un silencio incomodo y las miradas maliciosas de sus compañeros.

–Favoritismo –soltó en voz baja Ruff a su hermano tensando aún más el ambiente.

Pero antes de que Astrid pudiera volverse nuevamente y reprimir verbalmente a los gemelos Thorston, Snotlout se le adelantó explotando repentinamente:

–¡Oh por favor! –dijo –. ¡¿Quieren parar de una vez?! ¡Todo esto es una tontería! –te tomó de sus cabellos negros y los tiro con desesperación. El joven Jorgenson estaba tomando muy mal el hecho de que su tío hubiera elegido a Astrid en lugar a él para estar a cargo de los demás jinetes. "¿Por qué no él? ¿Qué había hecho mal?" no pudo evitar pensar mientras sentía una leve sacudida en el saco de mimbre que llevaba en su espalda, probablemente uno de los bebes nightmare había despertado –. ¿Y tú? –gruñó de repente volviéndose hacia Honey quien cerraba la marcha y caminaba silenciosamente desde que dejaron la aldea –. ¿Qué tienes? ¿No tienes nada sarcástico que compartir?

Honey levantó la mirada de sus botas lanudas que había estado observando todo el camino, al estar pérdida en sus profundos pensamientos. Cuando alzó su ojos verdes comes esmeraldas hacia Snotlout algo perturbador se captó en su mirada.

–Algo no está bien –dijo la gemela pecosa con una voz seca y perdida.

–¿A qué te refieres? –le preguntó Astrid deteniendo la marcha.

–Algo malo va a suceder –contestó con misticismo –. Lo presiento.

Los jinetes se quedaron helados y petrificados con sus palabras. Nunca en su vida habían visto aquella reacción por parte de la joven pecosa, pero era algo que definitivamente perturbó su corazón.

–¡Oh por favor! –gritó de nuevo Snotlout tratando de quitarse de encima el temblor que se apoderó de su cuerpo –. El tener que escondernos en ésta costa, el proteger a los niños y viejos, el que Astrid este a cargo. ¡Todo es por la misma y ridícula razón! ¡Este maldito lugar más aburrido de toda la isla, nada pasa por aquí! Por eso nos mandaron a este lugar y pusieron a Astrid a cargo en lugar de a mí –agregó con cizaña –, porque no esperan que veamos combate. O tal vez para que algunos no estorbemos.

–Snotlout, ya es suficiente –lo regañó Astrid.

–No hasta que se den cuenta que nada va a pasar aquí.

Pero al terminar su sentencia, una lluvia de flechas resonó con chiflidos por el cielo nocturno de la costa, en lo que cada una de ellas caía a una peligrosa proximidad de los marchantes en la playa.

–¡Nos atacan! –bramó Mulch alarmando a las familias indefensas que comenzaron a correr en dirección opuesta.

Todo era parte de la emboscada, ya que mientras huían en esa dirección, un grupo de bandidos Outcast salieron de la orilla del bosque con un furioso grito de batalla. Pudieron dar media vuelta antes de los alcanzaran con sus espadas y hachas.

–Me cago en Thor –masculló Snotlout quedando paralizado frente a un gigante soldado Outcast que estaba por rebanarle la testa con su hacha.

–¡Snotlout, abajo! –Astrid alcanzó a tomarlo del cuello de sus ropas y arrastrándolo al suelo con ella antes de que el bandido lo rebanara en dos.

Las tropas enemigas lograron acorralar a las indefensas familias contra el mar, quedaron completamente a su merced hasta que Mulch y Bucket saltaron frente a ellos blandiendo un par de garrotes. A pesar de ser solo dos contra una gran multitud, ambos comenzaron a pelear con gran destreza como todo vikingo Hooligan.

¡Chicos! ¡Tomen! –los llamó Mulch invitándolos a la batalla al arrojarles un par de espadas, hachas y mazos que le quedaban de reserva – ¡A la carga! – y sin más, se arrojó al combate.

No tuvieron que desrícelo dos veces a Astrid. La rubia tomó su hacha que cargaba fielmente en su espada y con rugido de batalla corrió contra del primer Outcast en su camino. A pesar de que la chica vikinga media la mitad de su tamaño y probablemente era tan solo un cuarto de su peso, Astrid podía mantener a raya al bandido que la atacaba con su espada.

Los gemelos compartieron unas cuantas miradas antes de tomar un par de hachas del suelo antes de lanzarse a la batalla. Snotlout tardó un momento al unirse al enfrentamiento, ya que no deseaba dejar su preciada carga desprotegida. Con cuidado se descolgó de los hombros el canasto de mimbre y lo depositó sobre la arena con cuidado, ante imitar a sus compañeros jinetes, gritando a todo pulmón como un loco y con un mazo alzado sobre su cabeza.

Aunque Mulch y Bucket y algunos d los indefensos habitantes de Berk tomaron armas para enfrentar con valor a los bandidos invasores, éstos seguían siendo demasiados para solo ellos; incluso los jinetes de dragones, le quedo claro un pequeño detalle que habían estado pasando de largo.

–Creo que Gobber tiene razón –comentó Ruff a su hermano mientras yacían molidos a golpes en las frías arenas de la playa de Freya.

–Sí, es importante entrenar con las cinco armas –admitió él al contemplar lejos las su hachas que fueron fácilmente arrebatadas por los Outcast.

El bandido que derribó a los gemelos alzó su espada sobre su cabeza, listo a soltarla con fuerza sobre las cabezas huecas de los gemelos, que sin duda terminarían partiéndose tal cual frutos secos. Pero antes de que asentara su golpe, Honey apareció delante de él casi de la nada llevando en sus manos unas conchas en sus manos.

–¡Honey! ¡¿Qué…?! –mascullaron los gemelos rubios.

La gemela Haddock se llevo un extremó de la conchas a los labios y en menos de un segundo, sopló con fuerza liberando del otro extremo una nube de polvo rojizo. Ésta cayó directo en los ojos del Outcast, que el pobre inmediatamente soltó su arma para llevarse ambas manos a su cara, mientras gritaba horriblemente de dolor.

–Wow –soltó Tuff levantándose del suelo con dificultad –. Eso. Estuvo. De puta madre.

–Sí, quién diría que tendrías tales brujerías debajo de la manga –dijo la gemela rubia apoyándose en su hermano para ponerse de pie.

–Ruff, no es bruje…. ¡Ahhhhh! –trató de explicar Honey, pero en su descuido un Outcast la tomó de la cintura y fácilmente la levantó del suelo, antes de que alguno de sus amigos pudiera hacer algo para ayudarla.

Los gemelos Thorston gritaron por igual cuando un par de Outcast los levantaron tal cual sacos de papas y se los llevaron sobre sus hombros. Pronto, Snotlout corrió el mismo destino.

Ha como continuó el combate en la costa de Freya, más y más fuerzas enemigas se unieron, sometiendo a las indefensas familias; ni siquiera Mulch, Bucket o Astrid pudieron hacer algo para detenerlos. Los invasores los rodearon y pronto ambos guerreros vikingos fueron desarmado y agregados al grupo de desprotegidos. Al final solo quedo Astrid luchando.

Para su corta estatura a comparación de sus contrincantes, la joven Hofferson había logrado derribar ya a tres de ellos, y uno incluso terminó con una herida bastante fea en una de sus rodillas. Astrid iba a rematar al cuarto Outcast con su hacha, cuando un poderoso brazo la sujetó por detrás del codo y le torció su extremidad en su espalda. Soltando una alarido de dolor Astrid dejo caer su hacha, dejándola indefensa ante su atacante.

–Niña, eso fue bastante impresiona… –dijo una voz rasposa a su oído, azotándole el cuello con su pestilente aliento. Con el corazón en la garganta, Astrid se llevó una de sus manos a la cintura y tomó la daga de obsidiana que le había dado Stoick.

Antes de que lograra clavarla en la carne de su oponente, éste alcanzó a sujetarla de la muñeca, dejándola completamente inmóvil y a su merced. Era un sentimiento completamente desagradable para la joven orgullosa.

En cambio el Outcast, acercó la muñeca de Astrid a sus ojos y con ella la daga de obsidiana.

–Conozco esta arma –dijo la voz sobre la cabeza de Astrid mientras torcía las manos de la chica de manera dolorosa –. Pertenecía a Grabbit el Grim… Stoick la obtuvo con mí ayuda sin mal no recuerdo –las palabras del Outcast helaron la sangre de Astrid, quien no pudo evitar temblar ante la posibilidad –. Lo que hace interesante es… –el desconocido la volvió de golpe y la chica rubia se encontró cara a cara con el mismo Alvin the Treacherous –. ¿Por qué la llevas tú?


Hello people!

Estoy un poco más satisfecha de cómo quedo éste capítulo a comparación del anterior, pero todavía creo que no estoy al cien por ciento conectada en escribir. La verdad han pasado muchos cambios en el último mes en mi vida que han afectado un poco mi inspiración, ahora que se está normalizando y me acoplo a mi nuevo trabajo espero que el bloqueo de escritor se me pase pronto, en especial con la temporada nueva RTTTE a la vuelta de la esquina.

Me gustaría regresar a un capitulo de semana, pero no puedo prometer nada por el momento, mientras me acostumbro a la nueva rutina de mi vida. ¿Qué piensan? ¿Prefieren capítulos largos cada quince días? ¿O capítulos más cortos cada semana?

Unos cuantos detalles: Alvin en este fic es una mescla del Alvin de los libros y el de la serie. No es un tonto y bruto como el de la serie, pero sanguinario como se ve. No es un patético llorón como el de los libros, pero si un brillante y embustero villano. Éste Alvin sí que será peligroso para Hiccup y los demás.

En cuanto a la canción de Fishlegs, es Babe de Stix, un poco alterada la letra.

Y Lydia es un personaje de Skyrim. He jugado mucho últimamente.

Ya por último, nos vemos el 24 de Febrero.

Feliz San Valentín!