Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

El conquistador de dragones

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El cálido ambiente del cesto de mimbre mantenía aletargados a los bebés nightmares que dormían plácidamente dentro de él, ni siquiera las constantes sacudidas lograron despertarlos de su estupor. Fue en eran realidad la inmovilidad del mismo lo que alertó a Pot roast a levantar su pequeña cabecita escamosa sobre la masa de pequeños cuerpos que eran sus hermanos.

El bebe desperezó su cuerpo con un largo bostezo antes de usar sus garras para reptar por el tejido del cesto hasta la tapa. Con un leve empujoncito de sus cabezas logró asomarse al frio exterior; el viento helado hizo que se arrepintiera de su salida inicial pero la duda del paradero del patán humano que atendía todas sus necesidades, cuyo constante movimiento lo había acunado hasta conciliar el sueño, y al parecer estaba desaparecido. A los alrededores del cesto no había ni un alma humana a la vista.

A pesar de ser un bebe y un simple nightmare, Pot roast no le gustó para nada lo que podían ver con sus grandes ojos amarillentos. No se encontraba en el cálido hogar del humano que le pertenecía a su padre, sino en una fría costa donde el viento salado y helado del mar le daba de lleno en sus fosas nasales.

Confundido con lo que se encontró, reptó de nuevo dentro del cesto para despertar a sus hermanos dormilones. Brisket, Ham hock y Sausages despertaron finalmente ante las constantes mordidas sin dientes de su hermano mayor y atendieron a sus leves quejidos.

Poco a pocos y libres de aturdimiento del sueño, los cuatro bebés nightmare salieron de aquel acogedor cesto de mimbre en búsqueda de su padre o en su defecto del apestoso niño humano que debería cuidarlos como se merecían.


–¡Hiccup! ¡Hiccup!... ¡Espera!

Le costaba mucho trabajo seguirle el paso a su amigo. Realmente Fishlegs comenzó a preocuparse de su condición física cuando se percató que no podía seguirle el paso a un chico escuálido con pata de palo.

–Baja la voz Fishlegs –le ordenó el muchacho pecoso casi en susurro si detener su larga carrera por la orilla del bosque. La apresurada marcha le provocaba una increíble irritación en el muñón de la pierna, pero simplemente lo ignoró ante el temor de lo que podía pasar.

Después de que Fishlegs le contó a detalle los terribles planes que tenía Alvin the Treacherous para Berk y sus habitantes no pudo evitar sentir miedo… miedo por su padre, su hermana gemela, Gobber, Astrid y los demás. Ni siquiera el hecho de que él era el objetivo principal del bandido Outcast parecía importarle ante el peligro que corrían sus seres queridos y amigos.

Aunque se encontraba agotado por la marcha infernal en la que sometió su cuerpo y piernas débiles, continuó sin detenerse ante el miedo que atormentaba su corazón y el escalofrió que recorría su cuerpo; una voz muy dentro de la mente de Hiccup lo cuestionaba por detalles que simplemente no podía pasar por alto: ¿Cómo era que Alvin se había enterado sobre él? ¿Cómo el rumor llegó hasta la isla de los Outcast? Y si la noticia de un chico que podía dominar a los dragones pudo haberse colado hasta un lugar tan desolado como aquella prisión de agua y roca ¿Qué otros se habían enterado de su condición?

Su segunda preocupación estaba en el dragón de ébano que se encontraba atrapado en la isla de sus pares incapaz de volar sin su ayuda. Tal vez de momento Toothless no corría peligro inminente, pero si las habilidades de Hiccup ya habían llamado la atención de un bandido como Alvin the Trechorous, era muy posible que la existencia de un night fury llamara la curiosidad de otros.

Debía regresar con Toothless tarde o temprano, pero antes primero necesitaba asegurarse que los demás se encontraban bien.

–¿Pero Hiccup… –musitó Fishlegs casi sin aliento – por qué… no mejor… vamos a buscar a tu padre?

Ese era un buen punto. Al igual que los demás, Stoick the Vast se encontraba en la lista de venganza de Alvin y sus Outcast, pero a diferencia de sus amigos, su padre seguía siendo el jefe de Berk, un vikingo hecho y derecho que había enfrentado situaciones peores. Por los dioses, los que realmente estaban en peligro eran los indefensos de la costa, quienes según le había informado Fishlegs, eran el siguiente objetivo del antiguo vikingo Hooligan.

Sin duda, había resultado increíblemente conveniente toda la información que le había proporcionado Alvin a Fishlegs, de seguro creyendo que éste no sobreviviría a la caída desde el acantilado hasta mar. Ralamente Odín había procurado por él, al poner a Hiccup en aquel bote en el momento justo, de lo contrario Fishlegs sería un pescado muerto a la deriva.

Pero había otros detalles de los que habló Alvin que Fishlegs no se atrevió ni siquiera a comentar con Hiccup, algo que definitivamente le atormentaba e ignoraba su significado.

–No hay tiempo –finalmente dijo el muchacho pecoso sin detenerse y solo mirando sobre su hombro a su compañero que jadeaba con cada esfuerzo que daban sus pequeñas piernas –. Mi padre debe estar hasta el otro lado del bosque… la costa este se encuentra más cerca…

–¿Y si nos separamos?

Pero un leve descenso en el terreno provocó que Hiccup se deslizara hacía unas grandes rocas, Fishlegs que no podía ver en la oscuridad, se topó de sorpresa con la misma resbaladilla de fango y nieve, y se deslizó sin control aplastando a su amigo contra la maciza roca.

Hiccup aguantó un grito de dolor en lo que todo el oxigeno de sus pulmones se escapaba ante la presión.

–Lo siento –se disculpó el joven regordete.

–No te preocupes, no necesitaba respirar…

–¡Hiccup! –soltó de repente Fishlegs, pero fue enmudecido por la mano de su amigo que le tapó rápidamente los labios.

–Abajo –le ordenó Hiccup en susurró obligando al chico regordete a ponerse en cuclillas. Una vez que le quedo claro que el silencio era fundamental, ambos jóvenes jinetes asomaron sus cabezas sobre el gran pedrusco en el que se ocultaban, para observar del otro lado la costa este Berk, conocida como la playa de Freya.

Habían llegado tarde, los Outcast ya habían atrapado a los habitantes que se ocultaban en esa playa.

Los terribles bandidos a la orden de Alvin habían rodeado a todas las indefensas familias, a los viejos y los más chicos, y los juntaron en un grupo apretujado y terriblemente vigilado. A pesar de la distancia en que se encontraban, Hiccup y Fishlegs podían denotar el terror en sus rostros. Al frente del pobre grupo de prisioneros se encontraban Mulch y Bucket, quienes habían sido obligados a arrodillarse en la fría arena de la playa, mientras un Outcast los sujetaba respectivamente de sus barbas, mientras la hoja de una cuchilla se encontraba apretada contra sus cuellos. También y en la primera fila de los cautivos estaban atrapados los jinetes de dragones desarmados, apretujados los unos contra otros e indefensos; claro, con excepción de Astrid quien era detenida por el mismo Alvin.

El traidor la sujetaba hasta casi dislocarle los huesos del hombro con la extraña postura que obligó a tomar su brazo en el aquella sujetaba la daga de obsidiana que le había entregado Stoick. La rubia forcejeaba constantemente, pero sus esfuerzos no demostraban ningún cambio en la masiva figura del Outcast.

–Ja ja –rió secamente Alvin contemplando los inútiles intentos de la chica de liberarse de sus garras –. ¿No crees que ya deberías darte por vencida? –dijo burlándose de ella –. Vaya que eres terca. Dime muchacha ¿Cuál es tu nombre?

–¡Solo te entregaré mi nombre cuando patee tu culo fuera de la isla! –soltó Astrid con tal rabia que sus apretados diente apenas dejaron escapar las palabras.

Alvin rió estrepitosamente con ese comentario. Sus seguidores Outcast imitaron su reacción aunque ninguno de ellos tendría el valor de hablarle así a su líder, o al menos no frente a su cara.

–¡Tiene fuego la mocosa! –continuó Alvin sacudiendo el cuerpo de la chica como si fuera poca cosa –. Muy bien chiquilla, lo admito. Tienes fuego en la sangre, como un buen vikingo; pero ya deberías haberte dado cuenta que estas en grave desventaja aquí. Así que se una linda niña, dime tu nombre y de donde sacaste la daga de obsidiana –le exigió sujetándola de la barbilla y obligándola a mirarlo a los ojos, esos grades y oscuros que parecían fosas sin fondo.

Con su mano libre, Astrid apartó la enorme el brazo de Alvin de su rostro el suficiente tiempo para apuntar y escupirle en la cara. Ante descabellado acto, un silencio terrible se apoderó de la costa en lo que los espectadores permanecieron estupefactos ante la acción de la chica, incluso Alvin quedo perplejo por unos segundos.

Cuando apenas unas sonrisas de orgullo comenzaban a formarse en los labios de los gemelos Thorston, Mulch y Bucket contenían la respiración y Mildew aseguraba la muerte de la rubia, Alvin abofeteó a Astrid con gran fuerza que la lanzó estrepitosamente contra el suelo. La rubia cayó de bruces en la fría arena, adolorida del brazo por la extraña posición que lo había obligado a tomar su captor y el rostro mojado por la nieve y hielo de la costa.

–¡Pequeña perra estúpida! – la llamó Alvin furioso limpiándose con una mano la saliva de su enmarañada barba, mientras que en la otra empuñaba la daga obsidiana. Si yo fuera tu jefe hace mucho que ya te hubiera mandado azotar por tu insolencia –agregó dando unos pasos hacia Astrid hasta alcanza a poner su enorme bota sobre la espalda de ella.

Desde su escondite, Hiccup presenció con cada detalle y escuchó cada palabra. El chico estuvo a punto de saltar al auxilio de la rubia sin siquiera pensarlo, cuando fue detenido inmediatamente por Fishlegs. Era un suicidio lo que intentaba hacer.

Pero antes de que algunos de los dos amigos libres pudieran hacer algo más, alguien se adelantó en la defensa de Astrid:

–¡Déjala en paz! –retumbó otra voz en la costa que dejo helado el corazón de Hiccup.

De todas la personas que podían ser…

Honey había dado un paso hacia delante con su acostumbrada impertinencia, pero pronto se vio intimidada cuando todas la miradas de los bandidos Outcast se enfocaron solo en ella. La gemela castaña pronto se dio cuenta de su error al presenciar el horror en la cara de sus compañeros jinetes, así como Mulch y Bucket. En su defensa, trató de decir algo alguna palabra cuando Alvin dejo a Astrid en el suelo para acercarse a ella, pero su voz se había muerto en su garganta.

Ella y su gran bocata.

Honey pudo sentir de repente como unas manos las sujetaron sobre sus codos y la tiraron lentamente hacia atrás en un acto de protección. Antes de soltar un chillido de espanto por el repentino contacto, Honey miró sobre su hombro para ver como Ruff y Tuff la jalaban en su dirección.

–Vaya vaya –dijo Alvin –, Stoick es realmente un pésimo líder. Todos los niños de Berk son unos pendencieros que hacen lo que quieren –explicó Alvin caminando lentamente en dirección a Honey sin apartar la vista de ella, mientras se podían sentir en la arena sus grandes pasos. Su mirada que parecía sedienta, escrudiñaban la delgada figura de Honey en la oscuridad. Hasta en cierto punto, la gemela sintió desnuda su alma ante aquellos ojos intensos e inyectados de odio –. Yo los tendría a raya desde hace mucho tiempo si estuviera a cargo de Berk.

Entre más se acercaba Alvin a Honey, Bucket y Mulch forcejaron para liberarse, pero al igual que Astrid, bajo el agarre de Outcast sus intentos fueron inútiles.

–Pe-pero… no es así –sentenció Honey armándose de valor a pesar de tener al terrible y famoso Alvin the Treacherous casi a un palmo de su rostro. La gemela Haddock podía sentir como las manos de los Thorston apretaron con fuerza sus brazos ante sus palabras, el pésimo olor de Outcast contra su rostro y como su propio cuerpo la traicionaba temblado de las rodillas.

El líder Outcast estaba tan cerca de Honey, que ésta pudo ver cada una de sus manchas y cicatrices en la piel de su cara, y los nudos de su enmarañada barba negra. Como sus ojos oscuros se encontraban levemente inyectados de sangre y su respiración azotaba su rostro. Alvin no solo era un bandido desalmado Outcast o un traidor Hooligan, era un poderoso guerrero vikingo, líder y asesino. Frente a él la gemela Haddock se veía mucho más pequeña y escullida que nunca; aunque su cuerpo no dejo de temblar, la niña le sostuvo la mirada y no parpadeó, se mantuvo firme como su sangre y condición lo exigía.

Si previo aviso, Alvin levantó su mano y sujetó a Honey de la mandíbula logrando sacarle un chillido de sorpresa; con extraña delicadeza para sus enormes y callosas manos, la apartó de los gemelos Thorston y comenzó alejarla del grupo.

–¿Crees que no sé quién eres? –casi le escupió el Outcast a la cara, mientras la obligaba a caminar de espaldas –. Esa cara, esas pecas y con esos ojos como esmeraldas –continuó arrastrando cada una de sus palabras –. Me recuerdas a tu madre de joven.

Honey no pudo evitar que la sorpresa se reflejara en sus ojos. ¿Acaso… él conoció personalmente a su madre? Pero antes de que pudiera intuir alguna respuesta a su propia pregunta, Alvin la empujó hacia atrás dejando todo el cuidado que había tenido en un principio, para que la gemela pecosa fuera atrapada por Savage. El subordinado la sujetó de los brazo, obligándola a mantenerlos alzados.

Ante el pánico, el cuerpo de Honey se paralizó y nada pudo hacer contra el poderoso agarre de Savage.

–Después me ocupare de la princesita de Stoick –dijo el traidor con depravación en su voz mientras su mirada pasaba de la joven al Outcast que la sujetaba. Éste le correspondió con una sonrisa maliciosa –. Pero primero, hay una rubia que necesita un escarmiento – agregó indicando con su pulgar sobre su hombro el punto exacto donde se encontraba Astrid. Ésta se había puesto de pie, un detalle que no había pasado desapercibido para Alvin.

–¡Miserable canalla! –gritó Bucket indignado luchando contra su opresor, aunque se ganó un buen tirón de su barba –. ¡Enfrentar a niñas! ¡Se un guerrero honorable y pelea con un verdadero vikingo!

El desplante de Hooligan fue pagado con un golpe fuerte y precio. Los Outcast que sujetaban a Bucket y Mulch, los azotaron contra el suelo de un solo empujón, obligándolos a llenar sus bocas con arena. Los cautivos que presenciaron la escena soltaron un débil quejido en sorpresa y terror.

–El problema es que yo no soy un guerrero honorable –respondió Alvin sin siquiera volverse y enfocando toda su atención en la rubia que quería matarlo solo con la mirada –. Dijiste que me daría tu nombre cuando pateras mi culo – una terrible sonrisa se dibujó en su semblante al percatarse de la furia reflejada en los ojos de Astrid –. Muy bien –dijo e inmediatamente le arrojó la daga de obsidiana que la joven no tuvo el menor problema en atrapar en pleno vuelo –, quiero ver eso.


Stoick no pudo esperar más. Sus tropas se habían esparcido por todo el bosque de Berk y estaban demorando demasiado en reunirse nuevamente. No soportaba la presión en su pecho y el miedo que se apoderó de su corazón; tomó a los hombres más cercanos a él y ordenó marchar directamente a la costa de Freya.

Por desgracia se encontraba hasta el otro lado de la isla, lo que les tomaría al menos una hora en llegar, además de que era sumamente engañoso y peligroso cruzar los acantilados en la oscuridad de la noche. Muchos intrépidos habían perdido sus vidas entre esas rocas ante la falta de precaución o aquellos inducidos en la alegría del alcohol, ´pero eso ya no le importaba a Stoick. Alvin estaba por cometer el mayor acto de odio contra su persona… iba detrás de sus hijos.

Ese odio… esa rivalidad… estaba dirigida solamente a él. No tenía porque cazar a sus hijos como si fueran animales. Pero tal como su nombre lo decía, Alvin era un traidor, lo fue con su tribu, con su gente, con su costumbres, sus dioses y con su mejor amigo. Los actos en el pasado de Alvin habían generado en Stoick el gran deseo de venganza, pero su corazón compasivo que apreciaba a su amigo fue lo que impidió que Stoick fuera bautizado con el nombre del vengativo.

Un líder vikingo no siente… líder vikingo no se arrepiente. Stoick había sentido… Stoick se arrepentía… de no haber matado a Alvin cuando pudo.

El líder vikingo seguía sin comprender como había sido posible… ¿cómo Alvin en primer lugar logró escapar de la isla Outcast? Y ¿Cómo logró enterarse de las habilidades de Hiccup? Pero Stoick no permitiría que tocar ni un pelo de su cabeza; primero muerto.

Le daba cierto alivio saber que su muchacho había abandonado la isla en busca de los dragones. Al menos por un par de horas, Hiccup se encontraba a salvo. Aunque no lo sería por mucho tiempo si éste llegaba a regresar a Berk, con o sin los dragones. Debía detener a Alvin antes de que Hiccup volviera.

Y por otro lado estaba Honey, la que aún se encontraba en la isla y la que había mandado con los demás a la costa de Freya… el lugar preciso donde se dirigía Alvin. Que Thor la protegiera. Habían pasado años desde que su antiguo amigo, y ahora enemigo a muerte, había visto a sus gemelos, en aquella época eran apenas unos críos y Stoick un padre viudo con grandes responsabilidades. No estaba muy seguro si llegaría a reconocerla. Pero ¿Y si lo hacía? ¿Si descubría que era su adorada hija? ¿Si terminaba descargando su odio a él en ella? La sola idea le hacía hervir la sangre.

Stoick pudo sentir como el acido del estomago le quemaba la garganta ante la ira. Tal emoción lo hizo correr con muchas más fuerzas, sin importarle el riesgo de caer en alguna grita oculta en las profundas sombras en la oscuridad.

–¡HOOLIGANS! –bramó Stoick llamando a sus hombres que le seguía de cerca en la marcha –. ¡A LA BATALLA! ¡A LA MUERTE! ¡POR ODÍN!

Sus palabras fueron seguidas por los vítores de sus soldados que apresuraron más su paso y sacudieron las pocas armas que cargaban consigo.

Alvin y los Outcast pagarían caro el haber puesto un pie en su isla.


Muchas cosas se podían decir de Fishlegs, desde que era asustadizo, algo inepto, hasta mencionar su problema de sobrepeso, pero Hiccup tenía que admitir que su amigo poseía bastante fuerza. No importaba cuanto forcejeó para liberarse del abrazo de osos que le proporcionó el joven rubio, el gemelo Haddock no pudo escapar de sus brazos sin importar cuanto lo intentó.

Resultaba difícil para Hiccup mantenerse ocultó y sin hacer nada detrás de aquellos peñascos mientras sus amigos y familia corría peligro a manos del bandido Outcast, especialmente sabiendo que era a él a quien buscaba Alvin.

–Fishlegs… –musitó Hiccup tratando de escapar por encima de los hombros de su amigo, pero al mismo tiempo teniendo cuidado de no alzar la voz y revela su posición, a pesar de lo irónico que esto resultaba.

Pero Fishlegs no respondió a sus llamados y en cambio lo apretó con fuerza contra su cuerpo, hundiendo su rostro contra el chaleco de piel de osos que cubría la espalda de Hiccup. Su desesperada acción no era ante el temor de su propia seguridad, sino por la de su amigo, aunque Fishlegs era completamente consciente de lo que sucedía tan solo a unos metros más allá de ellos.

Alvin había cumplido su palabra y puso en prueba las habilidades en combate de Astrid; por más de veinte minutos, el Outcast luchó contra la joven aprendiz de doncella de guerra, chocando daga contra daga. Y aunque la chica rubia mostraba sus grandes capacidades, Alvin le dejaba claro con sus burlas que toda aquella pelea era tan solo un juego para él.

–Que paso tus amenazas de hace unos momentos –se burló el Outcast mientras fácilmente bloqueaba la estocada de la chica sin ningún problema. Astrid le gruñó como un animal salvaje usando toda la fuerza de su cuerpo para empujarlo hacia atrás. Él solo inclinó levemente su espada para contrarrestar la arremetida –. ¿No decías que patearías mi culo?

Astrid rugió nuevamente y liberó su daga de obsidiana del contacto contra la hoja de acero de Alvin, para luego girar sobre sí misma e intentar estocarlo por un costado. Los movimientos de la chica fueron muy rápidos, pero predecibles para Alvin, quien sin problemas logró sujetarla de la muñeca antes de que la daga atravesara su carne.

–Vamos, esperaba más de ti… –le susurró Alvin al oído de la joven que respiraba agitada por el esfuerzo – Astrid… Hofferson.

El corazón de la chica dio un vuelco en lo que apartó su cabeza de su atacante, pero como Alvin la sujetaba de la muñeca no pudo ir muy lejos.

–¿Sa-sabes mi nombre? –espetó ella sin comprender las acciones del Outcast.

–Realmente subestiman mis conocimientos sobre ustedes –contestó Alvin con una horrible sonrisa en sus labios –. La mayor parte de mi vida fui un Hooligan, viviendo en esta isla, creciendo con sus padres y luchando a junto con ellos. Han pasado muchos años desde la última vez que los vi (apenas unos críos), pero aún puedo reconocer a cada uno de ustedes –sentenció de ultimo pasando su vista sobre los demás jóvenes jinetes.

–¿Por qué fingiste no saber? –le soltó Astrid refunfuñando lanzando una terrible mirada de odio.

–Uno no muestra todas sus cartas hasta el último momento –dijo Alvin antes de jalarla de nuevo hacia él para apretar la espalda de ella contra su pecho, mientras que con su brazo cubrió sus hombros y cuello. La daga de Alvín terminó a unos centímetros del rostro de Astrid mientras que la de ella colgaba inerte de su mano.

Con aquel movimiento, el líder Outcast se ganó los vítores de sus seguidores y la miradas de repudió de los Hooligans cativos.

–¡Saben quién soy yo! –bramó Alvin dirigiéndose a todos los presentes –. ¡Y yo sé quien son ustedes! ¡Fuimos camaradas, vecinos… hermanos! ¡Hasta que me dieron la espalda!

–¡Tú traicionaste primero a tu gente, Alvin! –le respondió Mulch ganándose otro empujón contra la arena.

–¡Creo que único que puede gritar "traición" aquí, soy yo! –insistió el Outcast sacudiendo levemente a Astrid que insistía en escapar de su terrible agarre –. ¡Se me arrebató lo que se prometió y ahora he venido a cobrar!

Con tal sentencia, Alvin soltó una sonora carcajada que no tardó en ser imitada por sus seguidores.

–¿Qué es lo que quieres Alvin? –le espetó Astrid con odio luchando con el grueso brazos que rodeaba su cuello.

–He venido buscando a un compatriota Hooligan –respondió éste con picardía –. Uno muy especial. Aquel que he llegado a escuchar hasta esa asquerosa prisión que es la isla Outcast. ¡Habló del conquistador de dragones! ¡Aquel vikingo que puede controlar a esas bestias escamosas!

Con aquella revelación, un frio terrible se apoderó de los prisioneros berkianos, generando diferentes reacciones en ellos: los jinetes no pudieron evitar tragar saliva, Astrid retuvo sus esfuerzos de liberarse de los brazos de Alvin, Honey casi cae de rodillas, inclusive Fishlegs y Hiccup que forcejeaban en su escondite se pararon en secos. Todos sabían a quien se refería Alvin.

–Recuerdo cuando vivía en esta isla –confesó Alvin con calma y casi nostálgico –. Como solían decir que éramos la tribu más fuerte por los terribles peligros que afrontábamos al día a día. Ahora puedo ver que no son más que un montón de patrañas –dijo de último escupiendo en el suelo.

–Ustedes no saben lo que es vivir como un Outcast, no conocen lo que es de verdad pasar hambre, luchar por sobrevivir cada segundo del día; pasar frio todas las noches y mirar sobre tu hombro todo el tiempo. Y eso es solo es el principio. Los dragones azotan sin piedad la isla sin tregua, consumiendo todo en su camino.

–Nuestra isla es un infierno en la tierra. Ustedes piensan que perdonaron nuestras vidas al condenarnos ahí, pero en realidad no han sentenciado a las fauces del Nidhug. Nos condenaron a una muerte horrible y lenta.

Las palabras de Alvin estaban llenas de odio, rencor y veneno. Con cada silaba que salía de su boca, se podría sentir su resentimiento y el verdadero sufrimiento que había pasado, y ante la mirada seca y muerta de su seguidores, ellos sabían de primera mano de lo que hablaba.

–Pero sí hay algo que debo agradecer a mi hogar Hooligan, es que me enseñaron a perseverar ante las adversidades –confesó Alvin casi con orgullo –, y a utilizar todo recursos a nuestras manos. Con esa idea en mente, quiero utilizar la fuerza más poderosa que tengo a mi alcance –agregó con fervor –. ¡Quiero tener el poder de controlar a los dragones! Hacer mi ejército de ellos y vengarme de todos aquellos que me traicionaron, como los que me dejaron morir en esa roca árida de muerte… nos dejaron morir –aclaró ante una mirada a los semblantes resentido de los demás Outcast.

–Así que ya me canse de este jueguito de persecución y búsqueda –sentenció de último denotando su falta de paciencia –. ¿Dónde está el conquistador de dragones? ¿Quién es? Y quiero que me lo entreguen.

Tal vez Alvin tenía razón, los Berkianos habían olvidado muchos detalles sobre su traidor Outcast, pero había algo que Alvin estaba pasando por alto sobre los peludos Hooligans y era la razón por la que él terminó en esa isla maldita fuera del archipiélago barbárico en primer lugar. Inclusive, era parte de su nombre. Los habitantes de Berk no eran traidores, mucho menos a su gente. Cualquiera de los presentes, a pesar de su condición de débiles, enfermos, viejos o incluso jóvenes, prefería morir que darle a Alvin lo que pedía. Claro, con excepción de:

–Que curiosa situación –musitó Mildew justamente detrás de los gemelos Thorston –; despídanse de Hiccup ¡Alvin! –pero antes de que los ojos del Outcast se volcaran sobre el anciano pendenciero, Tuff y Ruff le propinaron cada uno un fuerte codazo, directo al plexo solar y la nariz.

El viejo esperpento solo volvió los ojos hacia atrás antes de desplomarse tal cual un saco de papas, aunque los gemelos rubios tuvieron la precaución de evitar que tocara el suelo.

–¡¿Quién habló?! –exigió Alvin unos segundos después.

–Fue este viejo –remarcó Ruff sosteniendo un brazo de Mildew.

–Para han sido muchas emociones para su viejo corazón –explicó Tuff sujetándolo de los hombros.

–¿Mildew? –lo reconocía Alvin –. ¿Ese pedazo de fósil sigue vivo?

–Fósil, que cómico –agregó Tuff con una risita nerviosa. Tanto su hermana con él, soltaron al viejo esperpento que azotó como piedra en el suelo.

–La verdad Alvin, no sé qué decirte –soltó Astrid desde el terrible agarre en el cuello en que aún la mantenía el Outcast –; pero creo que no tenemos idea a que te refieres –mintió la rubia con una sonrisa mordaz.

–Así –Alvin apretó con fuerza el delgado cuerpo de la rubia obligándola a soltar un leve grito de dolor contra su voluntad. Mientras una sonrisa diabólica se dibujaba en sus labios, Alvin apoyó la hoja de su daga en la mejilla de Astrid y lentamente comenzó a cortar su piel.

Solo requirió que la primera gota de sangre se derramara por su mejilla, para que Hiccup tuviera suficiente.

Era una situación curiosa y hasta irónica. Unos meses atrás (casi un año), todos los habitantes de aquella isla abrían jurado desear que llegara la oportunidad de que Hiccup desapareciera de sus vidas. Probablemente en el momento de la verdad no lo hubieran traicionado por muchos motivos, pero aún así exitista el deseo. Pero en ese momento, cada uno de ellos, sin importar su condición o debilidad, estaba dispuesto a ser torturado e inclusive morir por protegerlo.

Fue por ellos y más, que al muchacho no le importó que corriera peligros su vida, en darle a Alvin el arma que él quería, probablemente condenar al archipiélago de nuevo a una guerra con los dragones e inclusive la desesperación con la que Fishlegs lo retenía; Hiccup no pudo más, ni siquiera lo pensó. De alguna manera logró escabullirse de entre el fuerte abrazo de su amigo para brincar las rocas donde en las que habían permanecido ocultas todo ese tiempo.

–¡Soy yo a quien buscas! –anunció el muchacho pecoso revelándose ante los Outcast –. Yo soy el conquistador de dragones.


Hola nuevamente.

Primero quiero agradecer a todos que dieran su opinión sobre los tiempos de publicación y me parece que todos preferimos capítulos más largos aunque tomen más tiempo, incluso algunos les conviene antes sus actividades. Así que nos quedaremos con publicaciones cada quince días.

¿Qué tal les pareció este capítulo? ¿Y los ligeros cambios en la historia? ¿Les gusta el tono más maduro que tiene? Denme su opinión.

Y sobre opiniones ¿Ya vieron la temporada nueva RTTE en netflix? ¿Qué les pareció? La verdad a mí me parece que desperdiciaron muy buenas idea y muchos de los capítulos quedaron muy simples. Está bien en general, pero si hay bastantitos detalles que me parecen que se quedaron cortos. Hubo algunos capítulos de relleno que eran claramente innecesarios. Lo bueno es que finalmente le dieron a los fans del Hicctrid lo que tanto pidieron (que a mi parecer estuvo bastante ameno) pero irónica e escuchado muchas quejas de fue fanservice ¡Claro que era Fanservice! ¡Lo estuvieron pidiendo a gritos!

Pero lo que se llevo el premio fue Viggo tanto en lo más positivo y negativo. Los planes de Viggo eran estupendos y como engañaba y superaba a Hiccup fue ingenioso, al final de la temporada realmente no sabía a quién creerle a él o Ryker. Pero todo se fue al caño con la última escena que a mí opinión no tuvo el menor sentido. No sé quien tuvo esa mala idea de que Viggo capturara a Astrid al final, pero deberían darle una patada. Sé que no debería quejarme por usar a Astrid como damisela indefensa cuando acabo de hacerlo en este capítulo, pero realmente en el final de la cuarta temporada rayo en lo irracional. ¡Fue lo que más odie! Solo espero que en la siguiente y ya libres de las peticiones por más Hicctrid, escriban una mejor temporada.

Perdonen mi rabieta, pero la verdad me disgusto como un muy buen capitulo (estaba al borde de mi asiento) lo arruinaran de una manera tan ridícula, mala y cliché.

Ya dejemos la furia de un lado, les mando abrazos y nos vemos para el siguiente capítulo que será:

El 11 de marzo