Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Barnstardt
…
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El alarmante escape de Alvin the Treacherous de la isla de los Outcast causó una gran conmoción en las vidas, no solo en los habitantes de Berk (quienes fueron los más afectados) sino también en los de otras islas del archipiélago barbárico y como en otros lugares donde alcanzó tal noticia. El famoso bandido y traidor que era muy bien conocido por los vikingos y temido ante sus crueles actos, provocaba con su libertad un estado de alerta constante entre las tribus del archipiélago.
Pocos días después del atentado de Alvin de secuestrar a sus hijos, Stoick the Vast recibió una nerviosa carta de su aliado Meathead exigiendo detalles de los ocurrido ante el sorpresivo ataque del traidor. Seguida cerca de la primera premisa, llegaron más cartas de diferentes líderes vikingos, todos completamente consternados y urgidos de noticias, hasta el punto de exigir una pronta reunión para esclarecer y planear el método más efectivo para deshacerse de la terrible amenaza que era Alvin the Treacherous de una vez por todas.
–Mira nada más –comentó Gobber mirando sobre el hombro de su amigo la carta de Grabbit el Grim que éste leía–, no tenía idea de que los Grims fueran unos artistas tan… abstractos, es un poco perturbador ese oso enojado que garabateó en la esquina –agregó indica el extremó del papel.
–Se supone que es un guerrero vikingo –le aclaró Stoick fastidiado.
–Arg –se quejo Gobber torciendo su sonrisa –. Aunque en cierta forma me alivia, porque resultaba algo preocupante la forma en que sujeta esa hacha. Hasta por un momento pensé que era una referencia a su…
–¡Gobber!
Las cartas, así como los motivos de las mismas no ayudaban mucho al humor del valeroso líder Hooligan. Alvin había sido muy claro con sus motivos en el intento de invasión a Berk, como su escape de la isla Outcast; todo era con la intención de tomar control de Hiccup y su don, y utilizarlo en su favor en una guerra contra sus enemigos y aquellos que los aprisionaron. Stoick aún no podía comprender como Alvin obtuvo información de las habilidades de Hiccup hasta su olvidada prisión en la isla Outcast; eso hacía inferir al guerrero Hooligan en todas las posibilidades del conocimiento público y de las tribus vecinas sobre las habilidades de su hijo.
Los Meathead eran consientes de los sucesos de la batalla contra la Muerte Roja en la isla de los dragones, pero aún ellos no sabían a detalle hasta donde llegaban las capacidades de Hiccup. Era como si alguien cercano a ellos hubiera infiltrado información personalmente a su enemigo declarado. Y eso preocupaba a Stoick a desmedida.
–Y… –llamó Gobber de nuevo su atención en la soledad del gran salón – ¿Habrá reunión?
Stoick soltó un fuerte suspiro en lo que su espalda se reclinó en el gran trono de madera tallada. Hacía años desde la última vez que todos los líderes de las tribus vikingas se reunían al mismo tiempo y en el mismo lugar. Experiencias y sucesos del pasado le enseñaron que resultaba ser un movimiento sumamente peligroso, incluso más que la amenaza por la cual se reunían en primer lugar. La muerte de algunos líderes en atentados contra su contra, fue los que los inclinó a simplemente realizar visitas esporádicas a aliados y correo mediante comerciantes y halcones.
Pero… con Alvin…
El poderoso guerrero Hooligan soltó otro suspiro en lo que si vista se enfocó en sus botas peludas. ¿Qué haría en tal ocasión? ¿Qué sería lo mejor para enfrentar esa situación?
–No –respondió finalmente entregándole a su mejor amigo el manojo de papeles –. Al menos no por ahora.
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Pasaron meses sin novedades del paradero de Alvin y sus bandidos Outcast, hasta dar la impresión de haber desaparecido de la faz de la tierra. Los temores y miedos se aligeraron un poco del constante estrés que se apoderó de Berk después del atentado en su contra; pero para algunos era una amenaza que nunca pasaba a segundo plano.
El gran jefe vikingo Hooligan era uno de ellos. A pesar de que muchos de sus mejores guerreros bajaron la guardia, Stoick continuaba atento y alerta, como si su acérrimo enemigo pudiera emerger de repente de entre las sombras de la mañana.
Pero no era el único al que afectó en desmedida la intromisión de Outcast en sus vidas; los jóvenes jinetes de dragones sufrieron también del impacto que era Alvin the Trechorous por primera vez en sus cortas existencias:
Astrid, en primer lugar, salió con su ego de guerrera herido. Alvin no solo la había derrotado en combate, sino que literalmente la había arrastrado por el suelo. La chica se obsesionó mucho con aquel hecho que inició un exhaustivo entrenamiento que la preparara para futuras situaciones de vida y muerte. ¿Cómo podría llegar a ser una doncella de guerra, si permitía que la derrotaran tan fácil? ¿Cómo era posible que al final fuera salvada por la intromisión de Honey y Hiccup? ¿Cómo iba a permitir que Hiccup volviera a arriesgar su vida por ella?
La joven Hofferson no era ingrata, estaba agradecida y hasta sorprendida de que Honey la defendiera ante un imponente y traidor bandido Outcast, y que Hiccup hubiera resultado ileso de su precipitado plan. Pero ¿Qué abría pasado si no? La vida de los chicos Haddock corrió grave peligro… por Odín, la vida de Hiccup aún estaba en peligro. Astrid sentía que no podían darse el lujo de siempre ser rescatada por dos chicos que apenas podían levantar una espada; y no lo pensaba en la forma despectiva, Astrid sentía que ella debía proteger de Hiccup, no al revés. ¿O no?
Al menos algo positivo de aquel enfrentamiento, fue que eso llevó ambos jóvenes a estar más cerca. Y cuando me refiero a cerca, es a lo que nivel labios se refiere.
Después de que Hiccup y Honey regresaron sanos y salvos, Astrid no pudo evitar controlarse y arrojarse directo al cuello del chico y plantarle un duro beso en los labios, frente a todo el mundo.
–Miren nada mas –las palabras de Ruffnut paralizaron a Astrid justo al separarse del gemelo pecoso que quedo más tieso que una tabla –. Alguien no pierde el tiempo.
Astrid tuvo que enfrentar varios días consecutivos de las burlas de sus amigos y familiares, como ellos los puñetazos que recibían como respuesta.
En cuanto a los demás jinetes, los gemelos Thorston y Snotlout no captaron en un principió lo que significaba que Alvin the Treacherous continuara libre. En realidad, el patán Jorgenson estaba más preocupado en separarse de sus bebés nightmare que del peligro que corrieron sus primos. Pero al final no le quedo de otra que decirles adiós, ya que todas las crías de Stormfly, Meatloug, Hookfang, Barf y Belch, pronto encontraron compañeros vikingos que estaban dispuestos a cuidar de ellos.
–Snotlout, debes dejarlos ir –insistió Hiccup por enésima vez en lo que su primo continuaba abrazando con fuerza a Pot Roast.
–¡No! ¡Ellos son míos! ¡No me los puedes quitar! –bramó el chico Jorgenson.
–Viejo ¿Acaso estas llorando? –comentó Tuff con picardía.
–¡NO! ¡Es sudor, idiota! –bramó éste en un mar de lagrimas.
Otro punto positivo del la invasión de Alvin, es que finalmente el lugar de los dragones quedaba bien aceptado en Berk de una vez por todas. La gran mayoría de los Hooligans estaban convencidos que si no hubieran alejado a los dragones aquellos días, el ataque Outcast nuca habría tenido tal existo. Y cuando digo la gran mayoría, es porque una sola persona seguía en su contra y aferrado a las viejas costumbre. Quien más podía ser que Mildew.
–¡¿Qué pensarían nuestros ancestros si nos vieran ahora?! –exclamó el viejo en centro de la aldea sin obtener la atención de alguno de sus compatriotas Hooligans –. ¡Deben de estar muriéndose de vergüenza en el Valhala! ¡¿Dragones y vikingos?! ¡¿Juntos?! ¡Qué atrocidad! ¡Arrrggg! ¡¿Quién fue?! –agregó furioso con el puño al aire después de recibir una descarga de plasta de dragón en la cabeza. Un regalo de los gemelos Thorston.
Pero dejando al saco de huesos viejos a un lado, los dragones finalmente eran reconocidos como parte de Berk y sus jinetes los guardianes de la aldea. Era un importante paso, del que todos ellos deberían estar emocionados. La realidad era otra.
–Corazoncito –llamó la señora Ingerman a su hijo completamente preocupada al verlo ignorar sus alimentos en la mesa.
Fishlegs se había encerrado en sí mismo por varios días, extrañando en su comportamiento a sus padres y amigos; mientras que daban vueltas en su cabeza las palabras de Alvin the Treacherous: ¿De qué manera podían ser parecidos él (un joven regordete y tímido vikingo) con el mayor traidor de la historia de Berk? El joven rubio se había refugiado en sus notas y actividades de la academia tratando de distraer su cabeza de tal asunto, hasta que al final y por su cordura, dejo a un lado todos sus temores ante la posibilidad de que todas las palabras del bandido hubieran sido un engaño desde un principio… ¿O no lo eran? Al final la duda no desapareció.
–Mamá –dijo el chico –. ¿Puede preguntarte?
–Claro mi amor ¿acaso algo te esta molestado?
–Es… solo que tengo… curiosidad –balbuceó nervioso jugando con sus dedos –. Mamá ¿Hay… algo diferente en… bueno, mí?
–¿A qué te refieres, corazoncito?
–No lo sé…. A que tal vez… no sea igual que los demás…
Le resultó difícil decir la palabra que deseaba, especialmente con la constante mirada consternada de su progenitora, que se intensificaba más a cada momento.
–Como si fuera como… un marginado…
Fishlegs casi cerró los ojos como si espera recibir un golpe, pero en cambio, ante las expresiones de su madre, parecía que ella lo había recibido. Después de unos incomodas segundos de silencio, Fishlegs comenzó a temer que en realidad hubiera algo que no debía saber.
De repente, su madre se lanzó hacia él desde el otro lado de la mesa y los sujetó tan fuerte de los hombros que provocó que el muchacho soltara un alarido de terror.
–¡Fishlegs! –le dijo ella casi con sus pequeños ojos desorbitados –. ¡No importa lo que escuches! ¡No importa lo que te digan! ¡Tú padre y yo te amamos mucho! –sacudió un par de veces a su hijo hasta que consiguió que éste asintiera con la cabeza.
Las dudas de Fishlegs aumentaron a comedida con aquella declaración de su madre, quien después de aquel arrebato requirió recostarse un par de horas y reposar. Pero por otro lado y en una forma casi paradójica había perdido el miedo a las mismas. El amor incondicional de su familia y Meatloug lo ayudarían a enfrentar cualquier oscuro secreto que le estuvieran ocultando.
El apoyo de los seres queridos era necesario para enfrentar cualquier situación difícil. Hiccup y Honey tampoco fueren ausentes de esto. Ante el intento de secuestro de Alvin cualquiera de la aldea, en especial el padre de los gemelos, esperaría que éstos se encontraran atemorizados y preocupados; tanto así, que muchos de ellos hicieron lo posible para hacerlos sentir cómodos y bien protegido. Si tan solo supieran que no era necesario.
Hiccup y Honey no tenían ni la menor preocupación por la acciones de Alvin the Treacherous. Claro que habían pasado grave peligro, y en el caso de Honey una sumamente preocupante, pero la contante presencia de sus dragones a cada uno de sus movimientos les daba una cierta sensación de invulnerabilidad. Además, los gemelos pecosos no perdieron un tiempo a regresar a sus rutinas y actividades, que lo último que pasaba por sus mentes era los peligros que corrieron ante las manos de traidor.
Pero los chicos Haddock no eran ningunos tontos, estaban perfectamente cocientes que no sería la última vez que sabrían del bandido Outcast y probablemente lo enfrentarían nuevamente en el futuro. Así que era mejor preparase para cuando el momento llegara.
Por desgracias, había otras preocupaciones de momento…
–¡Arg! –exclamó Hiccup agotado dejándose caer hacia atrás sobre su cama. Cuando su espalda chocó con la dura superficie de madera, una poderosa punzada de dolor se extendió por todo su cuerpo. Toothless preocupado, soltó un leve gruñido ante su sufrimiento –. Estoy bien, amigo –le aseguró el gemelo pecoso atrapado en la misma posición a causa del cansancio.
–En realidad no suenas como si lo estuvieras –comentó Honey desde su puesto frente al escritorio de madera del rincón, sin si quiera volverse para contemplar el puchero de su gemelo –. Te escuchas como los jabalís que atrapa Furry para el almuerzo.
Al escuchar su nombre, el Woolly Howl asomó su cabeza del montón de pieles de animal que formaban su cama con una mirada adormilada. Al no ver ninguna otra reacción de su jinete, el dragón decidió continuar con su sienta; mientras Toothless a su lado, comenzaba a calentar su roca antes de dormir.
–Bueno, tú también te escucharías así si hubieras pasado toda la tarde tratando de arrancar arboles de la raíz.
Honey no pudo evitar levantar una ceja ante ese comentario. Finalmente la chica soltó la puma de halcón que utilizaba para escribir las runas que practicaba, para volverse y contemplar a su hermano que le dirigía una mirada frustrada desde su cama.
–De los chiquitos –confesó Hiccup ante los ojos inquisidores de su gemela –. Casi como palos de escoba.
–Ah –soltó ella –. ¿Acaso otro de los trucos desesperados de Gobber de volverte campeón del Thawfest?
El gemelo no pudo evitar soltar un suspiro.
El Thawfest. Un antiguo evento vikingo que se remontaba a la antigua época en que los primeros navegantes llegaron a aquel archipiélago barbárico. Era una serie de competencias que se celebraban al honor de dios Thor por brindarles su fuerza e Idun, diosa de la primavera y que traía finalmente el deshielo. Justamente el Thawfest se efectuaba cada tres años justo cuando el último rastro del invierno y nieve desaparecía de la isla, y daba comienzo a los cortos dos meses sol que disfrutaba Berk al año.
Debido a que tal evento festivo era un reflejo de la frescura, primavera y juventud, era importante que los jóvenes de la generación adecuada en edad, participaran en una serie de competencias que ponían a prueba su fuerza, destreza y resistencia. El ganador de ellas sería coronado campeón de Thor, su clan adquiría renombre y se celebraría una gran cena en su honor esa misma noche. Además, había un beneficio extra para triunfador, quien al demostrar ante la tribu que era todo un digno vikingo, se daba por hecho que había cumplido con su rito de madures.
Era por ellos que el Thawfest era un importante evento para los jóvenes vikingos de Berk y sin perder ni un instante, los chicos comenzaron de inmediato con el entrenamiento requerido para sobrevivir esos tres implacables días de sudorosa competencia.
En el caso de Hiccup, de quien no quedaba duda que había pasado su rito de madurez al salvar a los Hooligan de la muerte roja y terminado la guerra con los dragones, aquel festival de fuerza y juventud no resultaba ya tan atrayente. Por desgracias su padre y Gobber no eran del mismo pensar. En realidad del clan Haddock había ostentado la gloria de ser el campeón de Thor por varias generaciones seguidas, siendo el mismo Stoick the Vast el ultimo en conseguirlo. Después de ello el titulo cayó en manos de los Jorgenson y desde entonces lo pavoneaban con descarada prepotencia.
Stoick quería cambia eso ya que Hiccup tenía la edad de competir y así finalmente cerrarle la bocaza a su petulante hermano menor.
El joven gemelo Haddock pudo sentir el gran peso de las expectativas de su padre de nuevo sobre sus hombros; una carga que esperaba ya haber superado hacía mucho tiempo cuando aún peleaban con los dragones. Así que bajo el entrenamiento casi mortal y rompe espíritus de Gobber, Hiccup comenzó a prepararse para tal evento en que competiría con sus compañeros jinetes, su casi novia y su primo.
Honey era la única de aquella generación que quedaba fuera. Como la gemela llevaba a cabo su propio entrenamiento para convertirse vala, no era necesario que se uniera en aquellas competencias para demostrar su valía ante su pueblo. Una vez que se alzara como sacerdotisa habría cumplido ante su gente.
–Auch, auch, aaauuuch –se quejo una y otra vez Hiccup mientras se movía torpemente para retirarse su prótesis.
–¿Es mucho el dolor?
–No tanto como mis chillidos lo hacen parecer –respondió el chico, pero antes que pudiera decir algo más al respecto su hermana se subió a la cama junto a él y comenzó a examinarle el muñón –. ¿Acaso no conoces algo llamado espacio personal? –se quejo Hiccup mientras Honey le elevaba la pierna forzándolo aplastar su espalda contra la cama.
–Esto no se ve muy bien, Hiccup –dijo ella asiendo caso omiso a las quejas de su gemelo. Con la poca delicadeza que acostumbraba, Honey comenzó a flotar el muñón de su hermano con su ungüento especial –. Tu herida está resintiendo la carga excesiva de estos días.
–Ni que lo digas.
–No has pensado… no lo sé ¿no sobreexcederte?
Hiccup soltó un resoplido que hizo que su flequillo se elevara un poco.
¿Cómo no excederse cuando había tantas cosas por hacer? Después del ataque de los Outcast y la reafirmación de la posición de los dragones en la isla, Hiccup aprovechó la oportunidad para poner en acción un plan que había está desarrollando desde que los dragones paseaban libremente por Berk:
Había sido un problema cotidiano con los dragones, actuado como cualquier otro animal volador, que deseaban posarse sobre el techo de alguna choza; lo que siempre terminaba desastrosamente para el hogar de algún vikingo. Entonces el gemelo pecoso aprovechó para presentar un plan que consistía en un sistema de perchas del metal que fácilmente podía sostener el peso de gronckle o el de un vikingo ebrio, y así evitar que los dragones continuaran posándose en las casa.
Su padre y el consejo aceptaron de inmediato la idea y el chico, con ayudar de Gobber, comenzar la difícil tarea de fabricar estas nuevas perchas que cubrirían toda la aldea. El constante trabajo en la forja resultaba agotador, pero Hiccup no le importaba ante el éxito que podía resultar su idea y que posiblemente, abriría la puerta en el futuro a más proyectos que tenía en mente.
Pero por desgracia, con la cercanía del Thawfest, el trabajo en la forja no fue la única actividad diaria en que se enfocó el muchacho; también Gobber le programó una larga rutina para prepararlo ante las próximas competencias, sin olvidar mencionar el trabajo de la academia y el objetivo propuesto de los jinetes de descubrí su arma idónea.
Astrid, Snotlout y Tuffnut ya habían descubierto la suya (y el caso del gemelo rubio, resultó ser bi-diestro en cuanto al uso de la espada y el mazo). Mientras que Ruffnut no se mostraba muy entusiasmada como los demás ante el proyecto, en cambio prefería ocupar sus manos en aceites de pescado para el cuidado de su uñas, y sus dedos para robar los bolcillos. Fishlegs seguía desconectado del todo y Honey (quien no podía ni levantar una espada) veía la actividad inútil en cuanto su persona. Solo quedaba Hiccup:
–¿Aún crees en convertirte en espadachín? –le preguntó por decima vez Honey al ver algunos cortes en los pantalanes que cubrían sus piernas.
–Siento que la espada es lo mío –insistió el chico hasta con hastía –, y sí, lo he pensado. ¿Pero qué otra cosa puedo hacer? No puedo dejar el proyecto de las perchas a la mitad si quiero que le consejo acepte mis demás proyectos y Gobber insiste en que practique para el Thawfest. Prácticamente mis manos están atadas –sentenció Hiccup mostrándole las palmas a su hermana.
Honey le lanzó una mirada inquisitiva y torció levemente la boca conteniendo su comentario, y sin más, soltó la pierna de su gemelo haciéndola caer en la cama y provocándole una leve punzada de dolor.
–De acuerdo, es tu pierna –dijo ella marchando hasta la vela que iluminaba la habitación –. Piérdela si quieres –masculló ella antes de apagar la llama de un soplido.
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En realidad Honey no deseaba que su hermano terminara de perder lo que le quedaba de pierna; no como los gemelos Thorston que se aseguraban de causar el mayor daño posible a su contraparte y así como se divertían con el sufrimiento del otro. Pero en cierta forma la chica tenía razón, las cosas estaban lejos de mejorar si Hiccup continuaba a ese ritmo.
Poco a pocos los proyectos del joven gemelo Haddock se vieron afectados por la cantidad de trabajo que él mismo se sometía. Terminaba agotado por las largas horas de entrenamiento que planeaba Gobber para él, que incluían levantarse en la madrugada, un desayuno asqueroso de huevos crudos en leche de yak, una caminata a la orilla del bosque (sin ayuda de Toothless), lanzamiento de piedras (la mayoría más pesadas que él) y ser aplastado por algunas de ellas. Todo esto mucho antes que los primeros rayos de sol ocurrieran; después el resto de la mañana se ocupaba en la construcción de las perchas en la forja, seguido de un corto refrigerio de pan y queso, antes de pasar a la academia para la lección del día y terminar con la segunda parte del entrenamiento de Gobber que incluía la practica con las armas.
Toda una rutina infernal, ni siquiera el mismo Loki hubiera ingeniado tremenda tortura.
Y a como se acercaba Thawfest, la tediosa rutina no solo hizo mellas con el mal trecho y poco atlético cuerpo de Hiccup, sino también afectaba a su querido Toothless, quien pasaba más tiempo en tierra y menos en la nubes como él le gustaba.
Aunque no resultaba el mejor momento para surcar los cielos, ya que con el principio de la temporada de sol, comenzaron a acumularse una cantidad y muy poco habitual de nubes de tormenta sobre Berk. Pronto, las bizarras condiciones del clima se transformaron en una gran tempestad que descargó su poder sobre la aldea vikinga debajo de ella. Pero ninguna gota de lluvia cayó del cielo, en lugar eso, una gran cantidad de rayos resonaron con estruendosos truenos.
–Esto no es normal –comentó Hiccup desde la seguridad de su hogar mientras los rayos azotaban una y otra vez, y con mayor frecuencia sobre la aldea –. Nunca había visto una tormenta como ésta.
–En especial en esta época del año –agregó Honey a su lado, en lo que ambos gemelos y sus dragones, miraban el cielo a través de la puerta abierta de su casa.
–Yo solo una vez –confesó Gobber acercándose a los chicos –. Hace mucho tiempo, y se debía a una sola cosa.
–¿A qué? –soltó Honey escéptica alzando la mirada hacia el velludo vikingo.
–Jurgen Barnstadt –dijo Gobber en el momento en que un rayo alumbro el cielo con un sonoro trueno dándole un aspecto más terrorífico a su comentario –. Vaya, eso fue muy oportuno –puntualizó.
–¿Bar… quien? –preguntó Hiccup.
–Barnstadt –corrigió Stoick uniéndose a la plática desde el interior de su hogar –. Pero fueron puros rumores de viejas chismosas.
–Nunca subestimes los comentarios de la viejas arguendera, Stoick. ¿Esas mujeres tienen los oídos más agudos del mundo?
–No sé si lo han notado –marcó Hiccup carraspeando su voz para llamar la atención de los adultos –, pero hay algunos perdidos por aquí.
Toothless, detrás de sus jinete, asintió con la cabeza aunque no tenía ni idea de que hablaban los humanos a su alrededor.
–Barnstadt fue un ladrón que llegó de improvisto a Berk hace varios años, incluso mucho antes que ustedes dos nacieran. Tenía la mala costumbre de poner sus manos en los lugares equivocados, especialmente en los bolcillos de los demás y… ejem… las esposas de otros.
–Ya había robado a la mitad de la aldea cuando se le encontró con la señora Helgen en plenoeeeehhhh… "coff"–continuó Gobber la explicación pero se atragantó ante la expresión de desesperación en el rostro de su amigo que le pedía urgentemente que cerrara la boca.
–¿Pleno qué? –preguntó Honey con inocencia.
–Eh…. En pleno… en pleno… ¡en pleno saqueo! Se había robado muchas cosas de los Helgen.
–Su abuelo que era el jefe en esa época no tuvo piedad de él –se apresuró a agregar Stoick para distraer la conversación –. Ordenó que se atara a Barnstadt a un mástil de un barco y se le lanzara a la mar.
–¿Y lo hicieron?
–Desgraciadamente para Berk, sí –contestó Gobber –. Muchos dicen que los actos de Barnstadt en el pasado habían traído consigo la ira de Thor y finalmente lo alcanzó cuando se encontraba atrapado en el mástil. Un rayó como los de esta tormenta cayó sobre su casco y prendió fuego al bote y también la mayoría de la armada del Berk que se encontraba amarrada en el muelle.
–Fue un día triste en la historia de Berk –soltó Stoick enervado.
–Y para el señor Helgen –completó Gobber –, su honor nunca fue vengado y después de eso nunca pudo volver a dormir en la misma cama en que su esposa….
–¡Gobber! –lo acalló de inmediato Stoick. Y como si su alarido invocara la tormenta sobre sus cabezas, un poderoso rayo descendió del cielo hasta el centro de la aldea. Los habitantes de aquella casa quedaron atónitos mientras que a lo lejos, algunas de las chozas se prendían en llamas.
Cuando finalmente Stoick salió de su estupor llamó a gritos a la guardia de Berk mientras corría a la zona de desastre con Gobber pisándole los talones. Ambos en su prisa, no se percataron de las acciones de los dos gemelos que dejaron detrás. Al igual que su padre, Hiccup y Honey no tardaron más que unos segundos en intercambiar una mirada para lanzarse sobre sus dragones y buscar la ayuda de los demás jinetes.
Mientras en el centro de la aldea, el fuego abrazador se extendió rápido casa por casa, volviendo una tarea mucho más difícil para los rescatistas. Pronto, Berk se llenó de los gritos aterrados de las madre que buscaban a sus hijos entre el caos y los que actuaban desesperadamente por apagar las llamas. Y como una mala jugarreta del destino, justamente la tormenta que desata tal caos, no llevaba consigo ni una gota de lluvia. ¡Freyr! ¿Por qué había desamparado a los vikingos durante el tiempo de necesidad?
Berk ya había sufrido suficiente con los dragones, una terrible helada y los bandidos Outcast. ¿Por qué ahora tenían que acabar en ceniza?
Mientras los pensamientos pesimistas comenzaba a apoderarse de algunos vikingos y las energía de la guardia de Berk se acababa con sus pobres intentos de apagar el fuego con solo cubetas de aguas; la salvación cayó del cielo como el mismo perdón de los dioses… bueno, en realidad fueron los jinetes de dragones que con ayuda de sus bestias, habían trasportado fácilmente agua en barriles, extinguiendo el amenazador fuego.
Los chicos y sus dragones fueron recibidos con bitores de su gente una vez que la última llamarada desapareció y aterrizaron con gracia en el suelo.
–Gracias, gracias –musitaba Snotlout con presunción aceptando los halagos –. Lo sé, lo sé.
Hookfang a su lado solo hizo rodar sus ojos.
–Es una lástima –se quejo Ruff desmontando a Barf –. Esa destrucción estaba de puta madre.
–Sí –confirmó su hermano dolido apartando una lágrima de su mejilla –. Una verdadera obra maestra.
–¡Muy bien hecho, Hiccup! –aclamó Stoick a su muchacho y al resto de los jinetes. Dio tres palmadas en la espalda del chico casi derribando, por suerte Toothless logró atraparlo antes de cayera al suelo.
–Gracias, papá.
–Stoick, el agua extinguió todas llamas –le informó un fiel guerrero a su líder –. Pero las casas quedaron muy dañadas, no podrán ser habitadas hasta que realice las adecuadas reparaciones o podrían colapsar.
Aquellas palabras pesimistas fueron recibidas por murmullos de los Berkianos, pero como buen líder, Stoick actuó de inmediato llamando la atención de su gente a él:
–¡Empezaremos la reconstrucciones de inmediato! ¡Lo que quedaron desamparados tendrán que buscar un lugar para pasar esta noche! ¡El gran salón está abierto a refugiarlos, así como la casa de todo aquel que quiera hospedar a sus compatriotas!
Aunque sus órdenes fueron muy bien recibidas a pesar que la duda aún seguía latente en su gente. Se podía apreciar en sus rostros.
–¿Pero qué haremos si vuelve a suceder?
–Esa no era una tormenta normal.
–Nunca antes había ocurrido algo así.
Pero antes de que Stoick llegara a calmar los bríos, una voz mal intencionada hizo su clásica y pesimista mención:
–Claro que no fue una tormenta normal –poco a poco los habitantes de Berk fueron apartándose de la masa de cuerpos que eran, reunidos y apretujados en el centro de la aldea, para así darle paso al anciano Mildew –, se notaba a leguas que era un castigo divino por nuestros pecados.
Los vikingos murmuraron con mayor intensidad ante tal declaración.
–Oh uh –soltó Hiccup lanzándole una mirada su hermana anticipándose a lo que vendría.
–Es obvio que Thor no está feliz con nosotros y ha decidido castigarnos con esa tormenta.
–¡Espera un momento! –soltó Tuffnut dando un brinco–. ¿Esta destrucción la causó Thor? ¡Qué chingon! ¡Es por eso que es mi dios favorito! ¡Nadie destruye las cosas como Thor!
–¿Y por qué no estaría feliz Thor con nosotros? –le preguntó Stoick tratando de conservar la paciencia con el aciano y el gemelo rubio.
–¿Por qué más puede estar molesto un dios, Stoick? Porque no hemos actuado como es debido ante sus ojos; sus orgullosos guerrero vikingos permiten que los dragones vivan entre su gente…
–Los dragones han probado que…
–¡Pero esa fue solo la primera transgresión! –continuó el aciano mordazmente –. Ya que no ha sido lo único incorrecto en nuestras acciones ¿o me equivoco?
–¡Así es, herejes! –musitó Tuffnut con tono más grave y dramático –. ¡Todos serán castigados por insultar el gran nombre del mismo dios de rayo y destrucción!
–¡Pecadores! –lo apoyó su hermana señalando con un dedo acusador a los demás vikingos –. ¡Pecadores!
Pero antes de que continuara fomentando la histeria, Honey le dio una leve señal silenciosa a Furry para que usara los cuerpos de los gemelos rubios como almohadas y acallara definitivamente sus blasfemias religiosas.
–No están ayudando –masculló la chica mientras leves gemidos de los gemelos rubios salían por debajo del cuerpo peludo de Furry.
–¿A dónde quiere llegar con todo esto, Mildew? –Stoick retomó la conversación sabiendo de antemano las tretas del viejo decrepito.
–El Thawfest –respondió éste con una sonrisa maliciosa de dientes podridos –. Por generaciones ha sido dedicado solamente a nombre de Thor ¿pero qué se ha hecho ahora? Lo realizamos en honor Heimdall.
Ante sus palabras, un silencio casi sepulcral se apoderó de la plaza central de Berk.
Aunque existía un trasfondo en las palabras de Mildew, había algo de verdad en sus acusadoras declaraciones. Por muchas generaciones, tal vez todas aquellas en que los peludos Hooligan vivieron en Berk, había dedicado el Thawfest en honor a la diosa de la primavera y dios de rayo, pidiendo así por la fuerza de éste y la victoria ante sus pares. Pero con los reciente sucesos que habían cambiado rotundamente la vida en la isla, se había decidido que en aquella ocasión debían celebrar aquel evento de los jóvenes en nombre de Idun y Heimdall, dios de la protección y la luz, y éste así los ayudara en los oscuros tiempos por venir ante el escape y amenaza que era traidor Alvin the Treacherous.
–Maldito saco de huesos –se quejo Gobber escupiendo sus palabras a aquel viejo –. ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?
–Porque no es la primera vez que ha pasado. ¿Acaso debo recordarles a Barnstadt?
–¿Ban… quien? –soltó Snotlout.
–Un pecador –contestó Mildew con dramatismo ganándose la atención de todos los presentes –. La tormenta que nos ha lanzado Thor es igual que la misma que atacó a Barnstadt cuando estaba atrapado en el mástil. Es clara señal de un castigo divino.
–Eso no te toca decidirlo a ti –sentenció Stoick perdiendo la paciencia.
–Soy un anciano, mi voz es sabiduría.
–Pero no eres el sabio de la aldea –lo rechazó Gobber con su mano y garfio sobre su cintura –. Ese puesto solo le corresponde a Gothi.
–Pero en su ausencia, yo soy el más viejo que queda.
¡Huy! Golpe bajo. Efectivamente, la anciana Gothi no se encontraba presente en Berk en aquellos momentos y en realidad estaría ausente por una larga temporada en lo que hacía su acostumbrada peregrinación con las demás viejas de las tribus. Era una antigua costumbre donde compartían conocimientos con sus pares y se quejaban de los más jóvenes, que solo se efectuaba durante la temporada más cálida del año. Por ello no estaría presente para bendecir aquel Thawfest; por ello fue sencillo cambiar la deidad a la cual se celebraría el festival y la razón por la que Honey tenía demasiado trabajo aprendiendo runas.
La anciana le había encargado a la gemela Haddock aprender lo básico de los designios de estos símbolos para antes de que ella regresara a casa, así como practicar una canción de victoria que debería recitar la noche del banquete después de Thawfest en honor del ganador.
Pero regresando a las cuestiones de los viejos, era costumbre que estos fueran los guardianes de las antiguas leyes: el más anciano era el que procuraba por la sabiduría y el segundo por las tradiciones. Cuando el viejo Wrinkly vivía, él era el responsable de la segunda tarea, pero a su partida esta quedo en manos de Mildew. Y sin Gothi en la isla, su posición era mucho más fuerte como anciano.
–¡Aún así no depende de ti! –insistió Stoick perdiendo la paciencia –, solo alguien con los conocimientos de las runas puede entender el designo de los dioses.
–Y esa solo puede ser una sabia como Gothi… –sentenció Gobber tratando de ayudar – o en su defecto su aprendiz… –y agregó echándolo a perder.
–Oh uh –soltó Honey dándose cuenta lo que eso implicaba. Casi en cámara lenta pudo a preciar como los habitantes de Berk fueron volviendo sus cabezas en su dirección.
–¿Sabes leer las runas? –preguntó el primero rompiendo el silencio del momento.
–¿Conoces los deseos de los dios? –poco a poco la multitud se fue abalanzado desespera sobre la pobre y pequeña jovencita pecosa.
–¿Sabes lo que depara el futuro?
–¡Hey! ¡Hey! –pidió ella levantando las manos mientras los aldeanos la rodeaban apartándola de su hermano y dragones –. ¡Esperen, aún estoy aprendiendo las runas y a penas estoy empezando a usarlas en la adivinación!
Pero sus palabras en cambio de tranquilizar a los vikingos, estos se emocionaron tratando de captar la atención de Honey. Como ya bien se sabe, los vikingos son terriblemente supersticiosos y la magia genera en ellos tanto miedo, como admiración. Era normal que fácilmente perdieran la cabeza por saber más por el misticismo.
–¡BASTA! –bramó Stoick con un rugido sobreprotector alejando a la muchedumbre de su hija –. Castigo de Thor o no, es suficiente por un día –sentenció fulminando con la mirada a sus súbditos –. Las casas no van a arreglar solas, comenzaremos de inmediato la construcción, luego…. –hizo una leve pausa apretando a Honey a su costado y clavando sus ojos verdes en Mildew – veremos nuestro problema con la divinidad.
Al final, Stoick tenía mucho más poder sobre su gente y poco a poco se fueron marchando a realizar sus obligaciones sin dejar de murmurar entre ellos. Pero el líder vikingo estaba seguro que esa discusión estaba lejos de terminar, en especial mientras escuchaban a Mildew vociferar:
–¡No olviden a Barnstadt!
Hola a todos de nuevo.
Estoy consciente que me estoy contradiciendo publicando este capítulo antes de terminarlo, pero la verdad ya ha pasado mucho tiempo desde que subí algo y me pareció muy buen segmento para hacer corte. Lamento no poder cumplir lo prometido de retomar la historia con un el capitulo completo y que probablemente no podre hacer lo que tenía pensado de terminar la temporada en tres mega capítulos, pero la verdad se me hace más difícil escribir en tan largos plazos. Es muy probable es que suba capítulos más cortos pero más seguido, aunque ya no voy a prometer nada por si luego cambio de nuevo de opinión.
También por eso no daré fecha tentativa para el siguiente capítulo. Cuando llegué, llegara.
No tengo mucho que decir por ahora más que "Lo siento" y que gradezco a todos por la paciencia que han tenido, especialmente a: karisay, , Sombra02, LunaBeatriz1, Mercenary Grey Fox, Anzhu, Omnipotente Vargas y a los invitados por sus maravillosas palabras de aliento, y a todos los nuevos seguidores que han se han unido durante este mes de ausencia.
Gracias por todo y nos vemos en el siguiente capítulo.
