Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Lo correcto
…
..
.
Nota: Este capítulo contiene cierto material sensible (humorístico) con tono religioso. Puede resultar ofensivo para algunas personas, por favor discreción.
–¿Qué?
–¿Qué? –repitió Hiccup.
–¿Qué? –gruñó Stoick.
–¿Qué? –musitó Honey.
–¡¿QQQQQUUUUUUUEEEEEE?! –dramatizó Tuffnut cayendo de rodillas entre la multitud –. ¿Eh? ¿Fue demasiado? –preguntó una vez que se ganó un par de miradas extrañadas de los aldeanos.
–Mildew ¿de qué estás hablando? –soltó Gobber retomando así la conversación.
–Todo esto es por el nightfury…
–¡Toothless no tiene la culpa de que los rayos caigan del cielo! –se apresuró a defender Hiccup a su fiel amigo, mientras apretaba contra su pecho la redonda cabeza de éste.
–No, no la tiene –aceptó el anciano decrepito –, pero es el causante de la ira de Thor. Solo piénselo, los rayos comenzaron a caer mucho antes de que se iniciara el Thawfest, desde que el muchacho puso las perchas para los dragones. Y apenas hace unos momentos vimos con nuestros ojos como los rayos estaban siguiendo al nightfury mientras brincaba en estos.
Las ridículas acusaciones de Mildew causaron cierto efecto en los Hooligans de Berk, quienes comenzaron a murmurar entre ellos ante lo factible que resultan las palabras de viejo.
–¡No puedes estar hablando en serio! –comentó Astrid cruzando sus brazos sobre su pecho, totalmente incrédula de la intenciones de Mildew. Por desgracia, la mayoría de los aldeanos no pensaban igual que ella y lo murmullos cobraban más fuerzas como la duda en la integridad de Toothless.
–Más que serio, pequeña no creyente –sentenció el viejo pegando su rostro a unos centímetros de distancia del de Astrid; la rubia pudo sentir con desagrado el aliento de anciano y notar cada unas de las extensas arrugas en su cara–. Thor siempre fue benevolente con los Hooligans hasta que lo traicionamos. En lugar de matar dragones, se entrenan como viles perros; antes de dedicar nuestros festivales a él, se los entregamos a otra deidad. Profanamos el orden de nuestras costumbres y la belleza de la aldea por el bien de estas bestias del Hel –Mildew continuó con su pedorreta volviéndose hacia la muchedumbre que lo rodeaba y ganándose así toda su atención –. Thor nos protegía, Thor nos ayudaba, Thor no dio la fuerza para alejar a los Outcast de esta isla… ¡Y!... ¡Que en primer lugar fueron atraídos por el muchacho y sus bestias! –rugió con fuerza casi desgarrando su voz e indicando fervientemente al pobre de Hiccup.
–¡¿Eso no fue culpa de Hiccup?! –se apresuró Stoick a defender a su hijo.
–Esto va más allá que un simple niño, Stoick –señaló Mildew con malacia –. ¡Desde que el nightfury apareció en nuestras vidas, el orden en la aldea ha cambiado! ¡Las tradiciones se han olvidado! ¡Los dioses rechazados! ¡Y la ira de estos cae sobre nuestras cabezas!
–¡¿Qué podemos hacer?! –gritó asustada la señora Ack entre la multitud.
–La vida como la conocemos esta por extinguirse, el fin se encuentra cerca, Thor nos ha abandonado y su ira radica en el nightfury.
Una vez más, el viejo indicó con su exótico bastón al dragón derribado que era protegido por cuerpo de su jinete. Aunque al final, eso no era de mucha ayuda.
–El ragnarok está a la vuelta de la esquina y si queremos evitarlo, debemos darle a Thor lo que él quiere…. Y lo que él quiere es al nightfury.
Los habitantes de Berk consumidos por el miedo y la duda se miraron entre ellos, tratando de encontrar una razón lógica para sucumbir a la histeria y actuar tal como Mildew lo decía. Parte ellos sabían que Hiccup y Toothless habían sido sus salvación incontable ocasiones, pero el repudio a las bestia escamosas que yacía en pasado y la ola de miedo que se había apoderado de sus corazones, los tentaba a linchar a uno de los suyos.
Solo requerían de las palabras mágicas para sucumbir al miedo.
–¿Acaso debo recordarles Barnstardt? –soltó de ultimó el anciano con tono atrayente y tentador. Mildew estaba jugando el todo por el todo.
Pronto y como si una antorcha se encendiera en los cerebros en aquellos Hooligans lo suficientemente grandes para recordar los sucesos que ocurrieron con la llegada de Barnstardt a Berk, los murmullos tomaron fuerzas y las acusaciones de Mildew resultaban más factibles.
–¡Es como Barnstardt otra vez!
–¡El nightfury ha provocado la ira de Thor!
–¡Thor quiere al dragón!
–¡Arrojémoslo al mar como arrojamos a Barnstardt!
El corazón de Hiccup se detuvo de golpe sin poder creer lo que estaba sucedido, y antes de que pudiera hacer algo para evitarlo, la muchedumbre enardecida ya estaba sobre él. Como si fuera un simple muñeco de trapo, los Hooligan tomaron al gemelo pecoso y lo apartaron casi brutalmente de su dragón.
–¡Toothless! –gritó en vano mientras lo alejaban de su fiel amigo. El caos se lleno del centro de la aldea, donde los individuos se perdieron y la masa tomó el poder –. ¡No, no lo hagan! ¡Toothless!
Hiccup pudo escuchar varios gritos más a la lejanía aparte de los bramidos de la multitud y la ordenes de Mildew; pero le resultó casi imposible identificar las palabras o quién era el que lo llamaba a gritos.
Pronto el muchacho fue pasado de brazos a brazos hasta que finalmente fue dejado bruscamente en el suelo, fuera de la masa de cuerpos que aprisionaban a su dragón. Toothless seguía debilitado por el rayo, lo que lo dejaba como presa fácil para los vikingos temerosos y enardecidos.
–¡Hiccup! –pronto sintió unas manos en sus hombros y la suave fragancia a pino le dejo claro que se trataba de Astrid.
Hiccup pronto se vio rodeado por sus amigos, cada uno más consternado por lo que había pasado. Pero nadie se encontraba más perdido, que el mismo gemelo pecoso.
No podía entender que había sucedido, como su propia gente lo había traicionado a él y Toothless, cuando en el pasado habían sacrificado todo por la aldea. Alzando levemente la mirada sobre las rodillas de sus amigos a su alrededor, Hiccuo pudo ver la masa de cuerpos alejándose hasta el muelle de Berk, llevándose a su fiel dragón con ellos.
¿Qué estaba pasando con la gente de Berk? ¿Qué se había apoderado de ellos para llegar a tal acto despiadado de odio?
Y al igual como la idea llegó a las mentes de los aldeanos, el cerebro del muchacho pecoso también se iluminó. Era miedo, simple miedo. El miedo sacaba lo peor de la gente, el miedo se apoderaba de sus corazones y los orillaba a actos impíos, era el miedo lo que hacían perderse tan fácil. Y no había nada que temieran más los vikingos que a lo desconocido.
Era por ello que buscaban una razón…. ¡la que fuera! Para darle sentido a lo que no entendía.
Los Hooligans no tenían idea porque caían tan devastadoramente los rayos en la aldea y la única posible razón que encontraban era el fin del mundo. Sin poder evitarlo, Hiccup paso su vista de la muchedumbre que se alejaba, al cielo sobre su cabeza y presenció el momento exacto cuando otro rayo cayó en una de las percha de metal, justo como hacía unos momentos atrás cuando los rayos seguían a Toothless…. o como la tormenta anterior… incluso, como azotaron la estatua de metal de Thor…
Metal… metal…. METAL.
Fue cundo tuvo sentido para Hiccup. Los rayos caían justamente en la aldea por las perchas hecha de metal, así como en la estatua de Thor. Era la misma razón por la que seguía a Toothless a donde fuera, por su aleta prostética también era de metal. Esa era la verdadera razón, no la ira de Thor o el ragnarok, sino el metal… metal que él había distribuido estratégicamente alrededor de aldea en su deseo por ayudar a los dragones…
–Todo esto… –musitó el chico en voz baja, mientras sus amigos a su alrededor debatían que hacer – es mi culpa.
–¿Qué dijiste, Hiccup? –preguntó Honey a su lado.
–¡Todo esto es mi culpa! –gritó con una fuerza casi demencia y se puso de pie de un brinco –. ¡Y tengo que remediarlo! –y ante la mirada estupefacta de su gemela y amigos, salió corriendo en dirección de la forja.
–¿Hiccup? ¡Hiccup! ¡HICCUP!
Sus amigos lo llamaron una y otra vez sin obtener su atención, dejándoles otra alternativa que seguirlo en su carrera.
Los seis jóvenes jinetes y sus dragones fueron detrás de él a toda prisa, hasta que una mano tomó repentinamente a Snotlout de brazo y lo detuvo por completo. El moreno casi en pánico se volvió de golpe para encontrarse de lleno con la cara de pocos amigos de su padre.
–¿A dónde crees que vas? –le espetó éste.
–Yo… iba… –musitó Snotlout sin saber qué responder.
–No, no ibas a ningún lado –dijo Spitelout con una sonrisa algo macabra en sus labios –. Es que no lo vez, no es necesario que ayudes a Hiccup.
–¿A no?
–No –insistió el padre del moreno, alargando más su sonrisa –; ya que con nightfury fuera de la competencia, Hiccup no podrá hacer nada para ganar la prueba final del Thawfest y tu victoria definitiva.
–¿Qué? –soltó Snotlout sin poder creer que decía su padre –. ¿Acaso no crees que pueda ganar por mi cuenta?
–Oh, claro que sí. Solo que no hay nada de malo con tener un poquito de ventaja.
Spitelout le giñó descaradamente a su hijo provocándole escalofrió. Snotlout era muchas cosas: terco, necio, testarudo, algo indiferente, a veces tonto… bueno, la mayoría del tiempo, y narcisista; pero hasta él sabía, que lo que proponía su padre, era sucio… muy sucio.
Y no podía hacer nada al respecto.
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–¡Hiccup! ¡Hiccup! –lo llamó Astrid con desesperación corriendo detrás de él. El resto de sus amigos la seguían de cerca, en lo que vieron al joven pecoso entrar como endemoniado a la herrería de Gobber –. ¡Espera, Hiccup! –le gritó nuevamente una vez que alcanzó la puerta –. ¡¿Se puede saber que carajos en el nombre de Thor estás haciendo?!
–Buscando algo para atraer los rayos –respondió éste mientras ponía patas arriba la forja en su búsqueda.
Los cinco que se apiñaron en la entrada del establecimiento, intercambiaron unas cuantas miradas nerviosas antes de soltar al unisonó:
–¡¿Qué?!
–¿De qué estás hablando? –preguntó Honey dando un paso hacia adelante.
–¿Cómo vas a atraer un rayo? –lo cuestionó Fishlegs nervioso.
–No estoy seguro –contestó Hiccup –, pero al menos lo intentare, antes de que Toothless pague por mis errores –admitió, antes de volverse finalmente a sus amigos. El rostro del muchacho reflejaba la gran consternación que había en su ser, en lo que su manos destacaba una larga alabarda sin filo.
–Oh no –soltó Tuffnut –, ya empezó a parafrasear sin sentido.
–Odio cuando hace eso –compartió su gemela rubia el sentimiento.
–Hiccup, vas a tener que tomarte un momento y explicarnos de las putas madres estás hablando –insistió Astrid perdiendo un poco la paciencia y tomando al joven Haddock por los hombros para forzarlo a mirarla a los ojos. Un instante después, la rubia se arrepintió de su propio acto, cuando su corazón dio un vuelco ante la tristeza reflejada en aquellos ojos como esmeraldas.
Hiccup dio un leve resoplido antes de continuar:
–Es el metal…
–Sí, parafraseando –interrumpió Tuff.
–El metal atrae lo rayos –continuó el gemelo pecoso, después de que Astrid le lanzara una mirada asesina al fastidioso Thorston –. Fue por ello que los rayos siguieron a Toothless por toda la aldea, su cola prostética tiene piezas de metal –explicó Hiccup.
–¿Cómo sabes eso? –se apresuró a preguntarle su hermana.
–Las perchas también son de metal y han estado atrayendo los rayos a la aldea todo esto tiempo. Y yo las puse ahí… la destrucción… los incendios… son culpa mía.
–Hiccup, tú no sabía… –se apresuró Astrid a consolarlo, pero Hiccup puso uno de sus dedos sobre los labios de la rubia que aún continuaba sujetándolo de los hombros, acallando sus palabras de inmediato.
–Lo sé –continuó –. Pero en mi desesperación por cambiar la aldea para mejorar la vida de los dragones olvide que esta isla pertenece a los vikingos. Alteré radicalmente el orden de las cosas.
–No estaras diciendo… –ahora fue Honey quien lo jaló de codo para volver a su hermano en su dirección, ante las posibles palabras que estaba temiendo escuchar.
–Aunque me cuesta admitirlo, Mildew tenía razón.
Ambas chicas apartaron las manos del joven Haddock como si algo contagiaso habitara en su piel; por su lado, los otros tres jinetes suspiraron alarmado, casi cayendo de espaldas.
–Eso da miedo –musitó Ruff con voz áspera, sujetándose el corazón.
Ahora fue Hiccup quien tuvo que tomar aire para calmar sus ideas. Sus propias palabras no estaban saliendo tal cual él esperaba:
–Sí y lo repito: Mildew tenía razón, aunque por los malos motivos. Las cosas pasan por una razón, nada es alzar; como la adivinación de Honey que se basa en hechos probables, o las antiguas costumbres que tanto defiende Mildew.
Les dio un segundo a sus amigos como oportunidad para interrumpirlo, antes de continuar, pero nadie dijo palabra alguna:
–Los actos tiene consecuencias: burlarte de un amigo, obsecionarte con ganar, las apuestas sin control, crear una nueva religion… engañar a la gente –explicó dando de lleno en la sensibilidad de cada uno de los presente, a quienes no les quedo más acto de vergüenza, que bajar la miradas a sus pies –. Y por mí arrogancia arriesgue la vida de todos y ahora la de Toothless corre peligro.
–Puede hacer las cosas a su tiempo –continuó Hiccup ante el silencio de sus amigos –, realizar más pruebas; pero solo me importaba mejorar más la aldea para los drgones que olvide que la gente tambien vive aquí. Mi padre trató de recordarmelo… ¡Mildew lo dijo constantemente!... y yo no escuche.
Fue su turno de su mirada para escapara con vergüenza hacia su botas lanudas. Hiccup, era conciente que no había tiempo que perder, la vida de sus dragón estaba en juego; aún así el gemelo pecoso le dio su tiempo a los demás jinetes de procesar sus palabras y que comprendieran lo profundo de su propio arrepentimiento.
–Entonces… –balbuceó Fishlegs con duda – ¿los dragones no deben estar en la isla?
–No. Pero adaptarnos los unos a los otros debió ser más gradual y con tiempo, para dar la oportunidad de crear nuevas tradiciones y costumbre; no simplemente remplazarlas por completo. Tal vez sean antiguas leyendas o los relatos de los dioses, pero todas tienen una razón, fue por ello que las escribieron en un principió… y merecen respeto…. nuestro respeto. No sé si es realmente una maldición de los dioses o simples consecuencias a nuestros errores, pero al obrar mal, traemos mal, y la gente sin guía sucumbe ante el miedo y la ignorancia.
–Ahora ¿qué haremos? –preguntó la rubia.
–Astrid, necesito tu ayuda y la Stormfly –dijo Hiccup recuperando la determinación en su voz y un poco de orgullo en su postura. La joven doncella de batalla asintió con la cabeza, dedicándole una sutil y casi imperceptible sonrisa –. Debo corregir esto antes que sea muy tarde para Toothless.
Y antes de que los demás pudieran preguntarle en que podía ayudar, Hiccup salió disparado de la herrería aún con alabarda en manos, con Astrid pisándole los talones. A fuera del local esperaban impaciente los dragones de los jinetes, ansiosos por el destino que corría uno de los suyos.
Astrid se adelantó y montó a su nadder de un solo brinco. Pero antes de que pudiera tenderle la mano a Hiccup para que subiera al lomo de la dragona; Honey se interpuso sujetando nuevamente a su hermano del codo.
–Hiccup –dijo –. ¿Qué vas a hacer?
Por breves segundos en que los gemelos se miraron a los ojos, pudo transmitirse el uno al otro las inseguridades de sus corazones, el miedo en sus cuerpos y la pena en sus mentes. Hiccup no necesitaba las palabras salieran de la boca de su gemela para saber que ésta se arrepentía de sus propios actos.
–¿Recuerdas lo que te dije hace unos días? –le preguntó sujetándola de los hombros –. A veces solo hay que hacer lo correcto.
Antes de que su gemela pudiera contestar o replicar a sus palabras, Hiccup tomó la mano de Astrid y montó a Stormfly, segundos antes de que la dragona emprendiera el vuelo con un potente batir de alas.
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Mientras en el muelle de Berk, la multitud atemorizada y guiada por Mildew, arrastraba al pobre del nightfury, maniatado y amordazado peor que cualquier sucio bandido. El miedo había llevado a la gente de Berk a actuar impíamente en contra de uno de los suyos, y Toothless (a pesar de su cerebro de reptil) entendía eso; por lo cual no ofreció resistencia alguna contra la gente que lo traicionaba.
–¡Alto todos! –bramó con fuerza el jefe Stoick plantándolo tal cual su nombre lo dice, en la orilla del muelle, bloqueando así el camino de la muchedumbre al bote más cercano –. No darán un paso más.
–¿Quién va a detenernos, Stoick? –se burló Mildew asomando la cabeza entre la multitud.
Como respuesta a sus amenazas, Gobber, Mulch, Bucket, Bertha, Sven y Lydia se postraron junto a su líder formando una pared humana.
La situación estaba por ponerse muy peligrosa, cuando el inconfundible chillido del nadder llamó todas las miradas al cielo cerrado por las nubes de tormenta. Astrid y Stormfly volaron sobre la multitud hasta un bote flotante en las aguas, donde depositaron a Hiccup en la cima del mástil.
–¡Alto! –exclamó el muchacho –. ¡Toothless no está atrayendo los rayos y la ira de Thor! ¡Es el metal!
–Me lleva Loki… –gruñó frustrado el anciano decrepito golpeando su frente con la palma de su mano – que tontería está diciendo el muchacho ahora. ¡No le hagan caso a Hiccup! –agregó volviéndose a la multitud a su alrededor –. ¡Solo lo dice para salvar al dragón! ¡Recuerden a Barnstardt!
–¡Exacto! –dijo rápidamente el chico antes de que los vikingos alcanzaran a actuar –. ¡Recuerden a Barnstardt! ¡No le cayó el rayo en la cabeza hasta fue atado al mástil de barco! ¡Si realmente Thor lo hubiera estado persiguiendo ¿no lo habría atacado desde hace mucho?! ¡En cambio fue hasta que estuvo expuesto que el rayo cayó en su casco!
Las palabras de Hiccup llamaron la atención de la muchedumbre, que comenzó a cuestionarse entre ellos.
–¡Mentira! –gritó Mildew tratando de retomar el control –. ¡No le hagan caso al pequeño embustero!
–No tiene que hacerme caso, solo ver como pruebo mis palabras.
–A sí… ¿Cómo lo harás?
–¡Con esto! –dijo Hiccup levantando la alabarda sobre su cabeza – ¡Cuando ate esto en el mástil, verán como….!
No fue el movimiento más brillante del muchacho, ya que unos momentos después, otro rayo más cayó del cielo directo al pedazo de metal que sujetaba. En cuestión de segundos todo se volvió oscuro para Hiccup.
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Se sentía pesado, como si su fuera una inútil y enorme masa de piedras, y sus parpados como puertas de metal imposibles de abrir. Hiccup había pasado una muy larga siesta sin ningún sueño y finalmente regresaba al mundo de los espabilados. Sus sentidos fueron regresando poco a poco, primero el oído seguido por el olfato y el gusto. Los sonidos le parecían extraños y los captaba como si se encontrara sumergido bajo el agua. Su olfato no dejaba a de percibir el olor a madera quemada y su lengua parecía haber lamido el metal.
Todo aquello le resultaba casi incomprensible para su mente adormilada, que no podía comprender que era exactamente lo que se encontraba a su alrededor o donde estaba él. Ni siquiera podía asimilar su propia existencia. Era como estar sumergido en la nada.
Al menos, hasta que consiguió abrir los ojos.
Lentamente y con gran pesadez, sus parpados lucharon contra el deseo de seguir inconsciente y la luz a su alrededor, comenzó a iluminar sus pupilas.
–Oh vaya –escuchó un voz que le parecía increíblemente familiar, pero no sabía porque –, ya era hora de que despertaras dormilón.
A su visión borrosa le costó un par de segundos acostumbrarse a la cantidad de luz y poder distinguir los manchones indescifrables que lo rodeaban. Entornando la vista se obligó a sí mismo a distinguir la figura junto a él.
–¿Eh? –balbuceó aún adormilado.
–Vaya ¿eso es todo lo que puedes decir? Después de ese horrible susto que nos distes.
–¿Honey?
Finalmente y con mucho esfuerzo, Hiccup consiguió hacer funcionar su cerebro y ojos, distinguiendo así a la persona que yacía guardia junto a él en la cama. Su rostro pecosos, ojos brillante como esmeraldas, su cabello largo y trenzado, y aquella voz sarcástica y acida, no podía ser otra que su hermana gemela.
–¿Qué… qué paso? –el muchacho hizo el intento de levantarse de su lecho, sintiendo un terrible dolor que lo postro de nuevo en la cama. Además, un gran y pesado nightfury saltó sobre él aplastando su cabeza contra su pecho una vez que descubrió que había despertado.
–Ya déjalo, Toothless –se quejo Honey a pesar de la gran sonrisa en sus labios –. No sanara más rápido si te acuestas sobre él.
–¿Toothless? –repitió Hiccup atolondrado tratando de asimilar el nombre con sus recuerdo –. ¡Oh sí, Toothless! ¡Toothless! –continuó emocionado, recordando el momento antes de la total inconsciencia y del terrible riesgo que paso su fiel compañero –. Me da gusto que estés bien, amigo.
El dragón de ébano le dio unas húmedas lengüetadas al rostro de su jinete, haciéndole denotar que se encontraba bien y feliz de verlo.
–Honey… –masculló confundido el muchacho volviéndose hacía su gemela y luego a su alrededor, comprobando así que se encontraba en su hogar – ¿qué fue lo que sucedió? ¿Cómo termine en la cama? ¿Cómo es que Toothless sigue aquí? ¡Arg! –la preguntas del chico fueron cada vez más efusivas, hasta que una punzada de dolor en su brazo derecho acalló sus dudas –. ¿Qué… qué me sucedió en el brazo? –preguntó una vez más mirando las vendas que cubrían toda su extremidad.
–¿Tú brazo? Tienes suerte de no haberlo perdido como tu pierna.
Rápidamente y alarmado, el chico pecoso levantó las pieles que lo cubrían para descubrir que aún conservaba la pierna que le quedaba. Dio un largo suspiro en alivio, pero se reprimió mentalmente por asustarse ante las palabras sarcásticas de su hermana.
–Honey –insistió con más calma –. ¿Qué fue lo que paso?
–De nuevo hiciste algo muy valiente y muy estúpido –respondió ella haciendo énfasis en la palabra "estúpido" –: Probaste que los rayos no estaban siguiendo a Toothless, sino que caían en el metal cuando dejaste que uno te derribara. Cuando estabas en la cima del mástil, un rayo alcanzó la alabarda, éste dejo inconsciente y caíste en la bahía. Papá se arrojó detrás de ti para sacarte de las aguas; es un milagro que sobrevivieras.
–Eh… –musitó el chico – ¿Cuánto tiempo estuve dormido?
–Una semana.
–¡Una semana!
–Y dos días.
–Y… ¿Cómo lo tomó papá?
–Feliz de que sigas con vida, pero probablemente te castigue por el resto de tu vida.
–Era de imaginarse.
–¿En que estabas pensando, Hiccup? –le preguntó Honey tomando seriedad.
–La verdad, no lo hacía –admitió el gemelo pecoso acariciando suavemente a su dragón y ganándose unos cuantos ronroneos de su parte –. Solo trataba de salvar a Toothless a toda costa.
–Seguir actuando de esa manera podría costarte finalmente la vida un día, Hiccup –confesó Honey pesadamente –. Además, tu locura no fue lo que realmente salvo a Toothless –agregó la chica tomando un tono más jovial.
–¿Ah no?
–Con tu resistencia antinatural a los rayos solo probaste que éstos no estaban siguiendo a Toothless, pero no que eran provocados por la ira de Thor hacia los dragones y que el ragnarok estaba empezando, o al menos eso fue lo que Mildew trató de convencer a la aldea. Entonces, ignorando la posibilidad de que casi mueres por ellos otra vez, aún querían desterrar a Toothless al océano.
–¿Qué fue lo que los detuvo?
–Eh… –ahora fue Honey la que farfulló, mientras un leve sonrojo se asomó en su mejillas.
–¿Honey?
–Tenías razón, Hiccup –admitió jugando nerviosamente con su cabello –. Estuvo mal que engañara a la gente y tratar de sacar ganancias de ello. Pero aún, sin darme cuenta, desacredite mi propia credibilidad y el respeto de la aldea por mí. Voy a ser la vala de Berk y actué peor que un comerciante timador.
–Honey –dijo Hiccup estupefacto –. ¿Qué hiciste?
–Lo que debí haber hecho desde un principio, actuar como lo que se supone que soy… o voy a ser. El vinculo entre nuestra gente y los dioses.
La chica evadió levemente el rostro curioso de su hermano, en lo que se puso de pies y comenzó a andar alrededor de la cama donde éste reposaba.
–Lo que dijiste era cierto: la gente sin una guía espiritual puede perder su camino, así como confundir su propia fe o las intenciones de otros. Cuando Mildew volvió a insistir sobre los dragones después de que te trajimos a la casa, tuve que hacerle frente y recitarle a él y a todos los Hooligans, los siete versos de las antiguas runas donde se menciona las reglas de padre Odín para los vikingos. Les recordé a la aldea que Thor no era un dios vengativo y sino nuestro protector desde el principio de los tiempos, también ninguna de las señales del ragnarok se había revelado y que los dragones no tenían nada que ver con la tormenta y los rayos, y que todo se debía al metal así como lo había explicado.
–¿Y te creyeron? –soltó el muchacho con muy poco tacto.
–No del todo, al principio –admitió la chica aproximándose a su gemelo –. Pero termine de convenciéndolos. Me preguntaron tantas cosas y en ocasiones no estaba segura que preguntar, pero papá se quedo a mi lado todo el tiempo y les demostré que era digna de confianza ante lo que podían desear los dioses.
El gemelo pecoso miró con sorpresa a su hermana, al darse cuenta de lo que implicaban aquellas palabras. Honey debió demostrar gran compromiso a las antiguas tradiciones y las leyendas de los dioses (aquellas que siempre desprecio) para un terco vikingo Hooligan le creyera. ¡Y lo había conseguido con toda la aldea! Hiccup no pudo evitar admirar a su gemela, quien debió sacrificar su propia forma de pensar por el orden y la paz entre su gente.
–Además –agregó ella interrumpiendo sus pensamientos –, Gobber no tardó mucho en mostrarles esto.
Antes de que Hiccup pudiera preguntar a que se refería, Honey comenzó a retirar la venda de su brazo derecho, dejando completamente expuesta su piel blanquecina pero completamente sonrojada. La manga de las ropas de Hiccup hacía falta y en su codo quedaba un simple chamuscón; pero lo más impresionante era su brazo en sí. A lo largo de su extremidad, su piel había quedado marcada con líneas cicatrizadas que asemejaba a un rayo, extendiéndose de la muñeca hasta su hombro.
–Wow –exclamó Hiccup examinando su piel, mientras Toothless lo olfateaba con atención.
–Sobreviviste a un rayo y obtuviste la marca de Thor –o al menos así lo llamó Honey –. Eso demuestra que Thor no estaba enojado contigo o Toothless, ya que perdonó tu vida y te dejo un recuerdo para toda la vida.
–¿Es enserio?
–La verdad, no lo sé –admitió la chica con una sonrisa tímida –. Podría checarlo con las runas para confirmarlo, pero la aldea y papá no tuvieron más dudas al respecto, y Mildew ya no pudo decir nada en tú contra…
–Espera un momento –la detuvo Hiccup de golpe –. ¿Esto podría significar nada? –dijo incrédulo indicando su brazo ante tal paradoja.
–Tal vez sí, tal vez no –dijo Honey sonrojándose nuevamente –. Nunca se sabrá. La diferencia radica en que hiciste lo correcto para ayudar a otro –paso su mano sobre la cabeza del dragón negro que ronroneó con más fuerza –, y al final de cuentas, eso es lo importante.
–A igual que tú –sonrió a su vez Hiccup satisfecho de cómo resultaron las cosas.
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Ante los buenos cuidados de Honey y la compañía de su dragón negro como la noche, Hiccup se recuperó rápidamente de su trauma casi mortal; aunque tal como lo diagnostico su hermana, su brazo quedo marcado de por vida con aquella impresionante cicatriz.
Su padre tenía ciertas emociones encontradas con respecto a la recuperación de su hijo y el trabajo de hija: estaba muy feliz de que Hiccup siguiera con vida, orgulloso de su valor y del compromiso de Honey con su futuro deber; pero por otro lado, pensaba en el más terrible castigo que le quitara tales ideas suicidas a su muchacho y una cuota monetaria que alejara a Honey de toda tentación hacia las apuestas.
Poco a poco, la vida a Berk regresó a la normalidad, o al menos la tranquilidad que había adquirido al principio de la llegada de los dragones. Las tormentas se alejaron de la isla y Gothi regresó de su peregrinación por las tribus del archipiélago barbárico.
La anciana no quedo muy feliz cuando se enteró que la aldea cayera en la histeria del fin del mundo durante su ausencia, pero estaba satisfecha con que su estudiante al final hubiera entendido la importancia de su rol en la sociedad vikinga y finalmente le diera la importancia que necesitaba. Aún así, planeó un castigo peor que el de Stoick para quitarle a la gemela pecosa futuras tentaciones.
Otra persona que no tenía a la anciana en buenos planes, fue Mildew; que después de una reunión con el jefe y el resto del consejo de Berk, la anciana aceptó la petición de su colega anciano de que el Thawfest se retomara en honor de Thor solamente. A cambio, el aciano decrepito debía aceptar que la estatua del dios hecha de metal fuera dejada en su campo de coles en la cima de la colina, donde todos días podría venerarla al alba como su devoción lo ameritaba. Mildew no le quedo más alternativa que aceptar, aunque eso significaba que su hogar se convirtiera en blanco de futuros rayos.
Ya hablando de Thawfest, se esperó varios días a que el orden regresara totalmente a Berk para que tan siquiera se considerara continuar con la competencia. Los puntos de las primeras pruebas se perdieron por completo (lo vikingos no eran muy buenos recordando), por lo que se decidió que una carrera de obstáculos que incluyeran características de la mayoría de las competencia, sería la mejor forma de coronar el vencedor.
En un principio, Stoick estuvo algo renuente de que Hiccup y Toothless compitieran una vez más; además, finalmente sentía que su hijo no tenía nada que probar a él, a la aldea o a cualquiera. Pero Hiccup quería hacerlo; así que cuando Honey y Gothi le dieron el visto bueno a sus heridas, se programó la última de las pruebas para un particular domingo soleado.
Eso no le hizo nada de gracia a Spitelout, quien al final de cuentas no pudo hacer más aceptar las condiciones para última carrera, si quería que su hijo compitiera. Así que después de una larga charla motivacional a su muchacho, insistió que la prueba fuera lo más pronto posible:
–Recuerda –le había dicho a Snotlout fuera de la vista de terceros –: los Jorgenson siempre ganan.
Las palabras motivaciones y el tono amenazador lleno de amor de padre, fueron suficiente para poner nervioso a su primogénito.
Cuando finalmente el día de la carrera llegó, todos los jóvenes jinetes se encontraban emocionadnos por competir, más que por la victoria misma (o al menos la mayoría de ellos). En cuanto a Berk, animaba desinteresadamente a todos los chicos por igual. Al fin se había aprendido la lección.
Fue una prueba muy difícil, complicada y larga, que tuvo a su indiscutible vencedor… y para sorpresa de uno, ese fue Snotlout.
Aunque Astrid y él, iban a la cabeza en la categorías físicas de la carrera que incluía equilibrio, velocidad y fuerza, un accidente de los gemelos Thorston dejo rezagada a lo joven rubia quien quedo atrapada en la carambola. Luego, en la segunda parte de la carrera, sobre los lomos de los dragones, Hiccup tenía fácilmente la victoria ganada sobre los demás jinetes ante la velocidad y puntería del nightfury, pero su compasivo corazón lo obligó a rezagarse y dejar que su primo saliera victorioso de la carrera.
Spitelout no podía estar más feliz. Él y su familia hicieron bastante escándalo por lo mismo durante el banquete dedicado a Snotlout aquella misma noche. El Jorgenson no tardó ni un instante en restregárselo a su hermano, pero Stoick, quien no tenía más dudas de las capacidades de su heredero, dejo que su medio hermano disfrutara de la victoria de su clan como le diera la gana.
Como dictaba la tradición, esa noche hubo un gran festín con todos los platillos tradiciones y los panes de cangrejo de los Ingerman. El hidromiel fluyó libremente en los tarros de los vikingos y la música atrapaba los sentidos.
Honey danzó y cantó una canción en nombre de la victoria de Snotlout al principio de la noche, en lo que los habitantes descubrían maravillados la voz que la chica mantuvo mucho tiempo oculta. La gemela nunca había tenido interés en recitar para alguna otra persona o tan siquiera considerar que su voz era buena o no, pero después de los sucesos de los últimos días y su propio compromiso en su futuro deber, le resultó mucho más fácil dejar aún lado su propia apatía y convivir con su gente.
Pertenecemos a la luz, pertenecemos al trueno,
Pertenecemos al sonido de las palabras en las que ambos hemos caído,
Hagamos lo que hagamos o nos preocupemos por algo peor o mejor,
Nos pertenecemos nosotros,
Pertenecemos nosotros,
Pertenecemos juntos.
–Quién diría que podía cantar de esa manera –dijo Gobber a Stoick al oído, mientras que éste, como todo padre orgullo, veía a su hija dar vueltas por el gran salón mientras cantaba –. ¿Dónde habrá aprendido esa canción? –cuestionó el herrero sin conocer la letra de la melodía.
–No tengo idea –contestó Stoick sin darle importancia, pero completamente cautivado.
Gobber se dio cuenta de ellos y no tardó en agregar:
–Se parece mucho ¿verdad?
Solo podía ser a una persona a la que podía referirse.
–Así es.
Mientras que la aldea se sentía cautivada por la voz de la joven Haddock e hipnotizados por sus movimientos. Hiccup disfrutaba como siempre de su soledad en compañía de su fiel dragón. Una vez que su hermana terminó la interpretación de su canción favorita ganándose mucho aplausos, Hiccup sintió un potente puñetazo en el hombro que le impidió celebrar con los demás.
–¿Por qué fue eso? –dijo automáticamente sabiendo de quien se trataba.
–Sé lo que hiciste –lo acusó de la nada Astrid con una gran sonrisa.
El muchacho esquivó su mirada tratando de mostrarse humilde.
–Sí, perdí… como siempre –contestó Hiccup desconsolado.
–No me refiero a eso –dijo ella tomándolo del hombro para forzarlo a levantarla la vista y mirarla a los ojos –. Hiciste lo correcto, Hiccup.
Y antes de que el muchacho pudiera repelar, Astrid le sentó un tremendo beso en los labios, tan potente que le succionó el labio inferior. Hiccup terminó como arcilla maleable en los brazos de la chica, hasta que ésta tuvo suficiente de él.
–Mi chico fue el mejor hombre de todos en el Thawfest –le susurró ella apretando sus labios contra los de él, pero sin llegar a besarlo de nuevo.
Atolondrado por el calor y el dulce aliento de Astrid contra su rostro, el gemelo Haddock no pudo que la rubia se alejara de él lentamente, antes de que pudiera hacer algo para evitarlo.
–Espera –soltó Hiccup alarmado y con los ojos tan grandes como platos cuando finalmente su cerebro recuperó sus funciones –. ¿Eso significa?
Astrid le dirigió una sonrisa picara antes de caminar hacia el centro del gran comedor donde la parejas comenzaban a danzar ante la música que llenaba el recinto. Los movimientos de la rubia eran una invitación a seguirla, o al menos eso pensaba el gemelo pecoso hasta que:
–¿Disfrutando de la fiesta? –dijo una voz detrás Hiccup sacándolo de sus ensoñaciones e impidiéndole ir tras Astrid.
–¡Honey! –bramó el muchacho alarmado volviéndose hacia su hermana completamente sonrojado y llevándose una mano sobre su pecho –. ¿Q-qué… qué haces aquí ? ¿Acaso viste…?
–Sí, por desgracia –contestó la chica desapareciendo toda jovialidad de su rostro.
–¿Eh?
–Oh por favor, Hiccup –agregó ella con desagrado –. Cierra la boca, que babeas.
Su gemelo rápidamente se pasó la manga de sus ropas por los labios, aunque las alusiones de Honey eran solo figurativamente. Toothless se rió de él sin pena en aquella noche especial donde finalmente Berk, podía dar un paso hacia adelanto… a lo que era correcto.
Hola nuevamente,
Creo que no he tardado mucho en publicar este capítulo y eso que es uno largo. Finalmente terminamos esta aventura con el Thawfest y las creencias religiosas. Si realmente hubo una maldición de Thor o no, ya dependerá de la interpretación de cada quien.
Sorry que cortara la carrera, ya que es algo que se conoce en la serie. Además, también fue una decisión difícil dejar el acto de Honey como solo una explicación por su parte, pero me pareció mejor para el punto de vista.
Y sí, he adelantado un poco la relación de Hiccup y Astrid, y creo que en este momento los pueden consideras casi-novios. Y hablando de la relación de los chicos, ya vieron la nueva temporada de RTTE? La verdad, aún no he hecho una reseña de la misma, pero tengo mucho que hablar de ella, que incluso he estado pensado en crear un sideblog a HTTYD en Tumblr donde podría hablar de la serie, las películas, compartir arte, links y sobre todo hablar de mi fic. ¿Alguien estaría interesado en seguir un blog así? Comente por favor.
Ahora respondiendo comentarios:
fanatico z: gracias por el comentario, me sonrojas. Y sí, definitivamente las cosas no salieron bien para Honey…. En realidad para todos.
sombra02: Esa es una muy buena pregunta, en realidad si lo piensas ¿realmente comen coles en algún momento de la serie? La verdad, yo no recuerdo.
: Así es, era hora de que hicieran lo correcto. Pero no es Hiccup el único que debe de hacer lo correcto como ya viste en este capítulo.
Y ahora esperemos a la siguiente aventura de estos gemelos y sus dragones. En la siguiente trama: Stoick obtendrá su dragón, los chicos estarán a cargo de la aldea, se revelara el arma ideal de los jinetes y un jefe vikingo bastante loco visitara la isla (creo que ya sabrán de quien se trata). Prometo más diversión en la siguiente aventura y terminar con las dudas sobre Hiccup y los dragones de ahora en adelante, también les debo el poema para el siguiente, que decidí dejarlos para el inicio de cada aventura.
Eso es todo por ahora, nos vemos a la próxima, un abrazo.
