Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


Una eternidad después…

DRAGONS: A Twins Story

Sangre

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Hiccup y Astrid no podían creer que estaban a punto de realizar lo impensable, algo que ni los más valientes de la aldea se atrevían; pero medidas desesperadas se requerían en momentos desesperados. Así que después de dar un largo suspiro, ambos jóvenes vikingos se adentraron en los misterios que era la choza de la familia Thorston.

A primera vista el lugar parecía desierto. De cabo a rabo, el hogar de los gemelos rubios se encontraba en caos. Miles de objetos se encontraban en el suelo, apilados en pequeños montones amorfos por los diferentes artefactos. La luz era escasa y apenas se colaba por pequeñas rendijas entre los tablones de madera.

El lugar apestaba a humedad, hidromiel y carne asada de yak.

–Ehm… ¿Tuff? –llamó Hiccup al gemelo mientras caminaba con cuidado tratando de no tropezar con nada en lo que se adentraba en la casa.

–¿Tuffnut? –repitió a su vez Astrid pegando su espalda contra la del joven pecoso.

–Tuff ¿estás aquí?

–¡Hey, idiota! –gritó la rubia perdiendo la paciencia. El chico a su lado no pudo evitar dar un brinco ante la sorpresiva y sin advertencia acción de la joven. Pero no llegó a reclamarle, ya que su corazón dio otro salto mortal dentro de su pecho cuando desde el techo la casa, un cuerpo cayó estrepitosamente quedando colgado a unos centímetros del suelo frente ambos visitantes.

–Hiccup, Astrid… –dijo Tuffnut revelándose ante sus amigos jinetes – ¿no conocen el concepto de dejar dormir a los muertos? –agregó indicando sobre su hombro el cuerpo inerte de su madre sobre la mesa de la cocina.

–¡¿Muerto?! –exclamaron Hiccup y Astrid alarmados al mismo tiempo.

–O ebrio, lo que sea –aclaró Tuff encogiendo los hombros desinteresado.

–Tuffnut… –balbuceó Hiccup sujetando con una de sus manos su pecho en lo que se calmaba su acelerado corazón –. Tuff ¿Estás bien?

–Hiccup, mi buen amigo –alegó el rubio desasiéndose de las sogas que lo colgaban del techo –. ¿Define "estar bien"?

–Es el estado físico, emocional o situacional donde… –respondió el gemelo pecoso automáticamente, pero fue callado en el acto por un zape que le propinó Astrid en la nuca, haciendo soltar un débil –: ¡auch!

–No se refiere literalmente.

Con un movimiento del hombro, la rubia le indicó a Hiccup al gemelo Thorston que portaba un semblante de indiferencia, algo sumamente extraño en él. Era normal verlo alegre, con un sonrisa altanera o picara e incluso con la vista perdida ante algún concepto desconocido para su simple mente; pero aquel sentimiento que reflejaba su mirada resultaba sumamente desconcertante, más que las ideas locas que llegaba a tener junto a su gemela rubia.

–¿Tuff?

–Hiccup, Astrid ¿ven esta linda espada? –respondió éste con una mirada perdida y un tono de voz bastante desanimado, mientras blandía de un lado a otro el arma que acababa de recoger del piso.

–¿La oxidada y sin brillo? –dijo Astrid.

–Un regalo de tío abuelo Locknut para nuestro decimo cumpleaños –agregó antes de arrojarla sobre su hombro sin interés sobre otra pila de cosas –. Esta es la ballesta favorita de la tía Ulga –dijo recogiéndola también del suelo –, nos la regalo después de que la llenamos de grasa de yak durante el sepelio de su cuarto marido. Y esto, la piedra mascota que nos dieron para snoggletug hace dos años, curiosamente en las mismas fechas en que mis padres nos dijeron que un terrible terror robó lo que quedaba de oro para regalos, pero no la nueva barrica de hidromiel que misteriosamente encontraron en el bosque.

–Tuff ¿A dónde quiere llegar con todo esto? –le preguntó Hiccup confundido.

–Nuestra manta favorita, nuestro tazón favorito, nuestro yak disecado… –continuó indicando cada artículo esparcido por la casona – nuestro, nuestro, nuestro, todo es mío y de Ruffnut ¡Pero nada solo mío! Y al parecer, nada "no es mío"

–Pero Tuff, son gemelos –mencionó Hiccup con una sonrisa tímida –. Es normal que lo hermanos compartan cosas.

–Una cosa es compartir y otra es tener algo que pueda llamar realmente mío. No lo había pensado de esa manera antes, hasta que Ruff dejo en claro que no quiere tener el mismo cumpleaños que yo.

El gemelo rubio soltó un largo y lastimero suspiro que provocó desasosiego en sus dos amigos.

–¡Eso es también completamente normal! –soltó Hiccup.

–Sí Tuff, no puedes estar de acuerdo con alguien en todo –dijo Astrid tratando de levantarle el ánimo.

–Incluso tu gemela –agregó el joven pecoso sabiéndolo de primera mano –. Honey y yo no lo hacemos generalmente frente a otros, pero también discutimos bastante.

–Pero esto no es tan sencillo como discutir. Si así lo fuera, golpearía la cara de Ruff con un mazo hasta que se callara y todo acabaría. Pero no. Esto es sobre mi "individismo".

–No será "individualismo" –lo corrigió Astrid.

–Salud.

–Tuff, se que estas teniendo un grave problema de existencialismo en este momento –comentó Hiccup tratando de conservar la calma –, pero tenemos problemas más serios que eso. Barf y Belch está fuera de control y necesitamos tu ayuda y la de Ruff para encontrarlos antes…

–¡Ese es el problema, mi flacucho amigo! –soltó el rubio acallando al pecoso con un indicación de su dedo índice –. No es solo el hecho de que no tenemos nada que sea único de cada uno, sino que también piensan de nosotros como una sola persona. No Tuff o solo Ruff, sino Tuffnut y Ruffnut.

–Tuffnut ya estas divagando –masculló Astrid perdiendo la paciencia –. No es que no pensemos en ustedes como diferentes individuos, sino porque al ser gemelos es más… sencillo pensar en ambos que en uno solo.

–¿En serio? –dijo Tuff haciéndole frente –. Dime si piensas exactamente de esa manera con Hiccup y Honey.

–¿Eh?

–¡Exactamente, señorita!

–Muy bien, muy bien –rápidamente Hiccup los separó antes de que algo irremediable pasara, y más ante la mirada asesina que comenzaba a reflejarse en el semblante de la joven doncella guerrera –, ya entendimos que estas insatisfecho, pero debemos…

–Es más que insatisfecho, Hiccup. Es descubrir que toda tu existencia, el mundo completo… no ¡el universo! siempre me ha considerado la mitad de un ser.

–¿No crees que estas exagerando? Yo también tengo una hermana gemela y no me siento como un individuo incompleto.

–Es porque tú y Honey nunca han sido verdaderos gemelos.

–¡¿Disculpa?!

Fue entonces turno de Astrid separarlos a sus amigos antes de que pasara algo desagradable:

–Tuff, no sé qué piensas que significa ser gemelos, pero nacer al mismo tiempo creo que cumple con el requisito principal para serlo.

–¿En serio? –soltó Tuff escéptico –. Pues Hiccup y Honey no comparten el mismo cumpleaños, ni siquiera nacieron el mismo día ¿Qué dices a eso señorita sabelotodo? –agregó con altanería mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho –. Sí, que puedes saber tú, ni siquiera hermanos tienes.

Ante su comentario Astrid tronó sus nudillos en amenaza:

–Creo que ya te estás pasando de la raya…

–No, Hiccup. La estoy remarcando en la arena. Me estoy dando cuenta que toda mi vida he sido un numero más en una ecuación que facilita la vida de todos, dejando a un lado mi verdadero ser. No es tan sencillo olvidarlo o dejarlo pasar, y aunque crees comprenderme, yo lo veo imposible. Tú y Honey serán gemelos del mismo vientre, pero son tan individuales como cualquier hermano, independientes en sus futuros e ideales, cada uno marcando su propio destino ¡Incluso cada uno tiene su propio dragón! Yo no tengo esos privilegios y por ello, no tiene sentido continuar con esto, así que les pido que me dejen solo con mi insignificante existencia y pueda morir en paz en el olvido.

Luego de su largo pasional monologo, Tuff se apartó dramática una lágrima de entre los parpados y les dio la espalda a sus amigos; quienes en cuestión de segundos pasaron de la irritación a la confusión total.

–Pero ¿Tuff?

–¡Dije: déjenme! –bramó con más fuerza antes de lanzarse entre las montañas de objetos que recubrían el suelo de su hogar, sollozando como niño pequeño.

Sumamente confundidos y sin saber que más hacer, Astrid y Hiccup abandonaron rápido aquella casona caminado sobre sus propios pasos y sin dar la espalda.

–Wow, no puedo creer que pudiera pronunciar eso –comentó Hiccup aturdido una vez que se encontraban una vez fuera de aquel lugar.

–Yo estaría más sorprendida si realmente supiera el significado de lo que acaba de decir –dijo la otra escéptica.

Pero la mirada que le dirigió Hiccup fue reflejo de algo más profundo que simple confusión. Tal vez Tuff estaba dramatizando demasiado el problema, pero había dicho suficiente para dejar al gemelo pecoso con el bichito de la duda.

–¿Y si lo que dijo tiene razón?

–Oh por Thor, Hiccup –soltó Astrid tomándolo del brazo –. No permitas que esa farfullada se te meta a la cabeza.

–Pero, que tal sí mi padre nos hubiera tratado a mí y a Honey igual todo este tiempo ¿podría sentirme igual que Tuff….?

–¡No! ¡No! ¡No! –bramó tajantemente la rubia tomando a Hiccup de los hombros y haciéndolo marchar en busca de sus amigos –. No voy a permitir que caigas en ese pozo sin fondo que son los Thorston. ¡Ahora muévete! Tal vez tengamos más suerte con Ruff!

–Astrid…

–Me lo agradecerás después.

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Y realmente Hiccup debía concentrarse en resolver el problema con dos cabezas, ya que Honey tenía el tiempo contado; y no precisamente porque su vida peligraba, sino porque su paciencia se agotaba y las probabilidades de que cierto berserker terminara con un chichón en la cabeza eran muy altas. Incluso si eso significaba una guerra entre ambas tribus.

Una guerra con los berserkers no era nada nuevo para los peludos hooligan. Hacía años, mucho antes de que Hiccup y Honey nacieran, la rivalidad entre ambas tribus era una realidad, incluso la más grande batalla se llevó a cabo en la playa de Thor; había sido momento crucial en la relación de los padres de los gemelos Haddock.

Pero las cosas habían cambiando y al igual que el nombre de Oswald, la paz se había mantenido entre los berserkers y los hooligans. Al menos hasta que Dagur tomó el liderazgo de su tribu.

Y vaya que resultaba una persona difícil de complacer… de entretener… o simplemente soportarlo era una proeza sobrehumana. Y Honey, quien no estaba dotada con el don de la paciencia, le estaba resultado una tarea titánica.

El tour por la aldea había sido con la intenciones de entretener al visitante y su comitiva, así como ganar más tiempo para Hiccup y Astrid, pero por desgracia había resultado en una arma de dos filos con las constantes quejas de Dagur sobre lo aburrido que resultaba ver los plantíos, lo poco sanguinarias que eran sus armas, lo escaso de su inventarios en las armerías y las debilidades estructurales de la aldea.

Habrían resultado puntos interesantes para tomar en cuenta, si no hubieran sido tratados con el fastidioso y presuntuoso tono del líder berserker, quien actuaba mas como un mozalbete chiflado, que un verdadero líder vikingo (desde el punto de vista de Gobber).

–No entiendo porque se le llama tratado de paz –se quejo Dagur por decima vez ya una vez que se encontraban en el gran salón después del recorrido –. La paz es aburrida –continuó haciendo un puchero en lo que Gobber extendía el tratado frente a él sobre la mesa –. Podría ser algo más entretenido como un tratado de muerte, de sangre, de guerra…

–Esos solo se aplican cuando realmente hay una guerra… –comentó Honey con desdén y cansancio, alcanzando un tintero y pluma al alcance de Dagur – o cuando eres un completo sicótico –murmuró en voz baja para sí, al sentarse aún lado a él.

–¿Dijiste algo murmurando? –gruñó el berserker levantándose inmediatamente de su asiento. Ante su postura, sus guardia y comitiva, se levantó de sus puestos por igual, llevando sus manos hacia las empañaduras de sus armas –. ¡Odio que murmuren!

Gobber a un lado de ambos jóvenes, levantó las manos (la real y falsa) en señal de calma y paciencia:

– ¡Mira Dagur! –comentó después indicándole el pergamino viejo frente a él –. ¡Aquí está el tratado! ¡Ahora firma! –dijo casi con un silbido, como si llamara la tención de un perro.

De mala gana, Dagur tomó el papel para comenzar a leerlo con detenimiento. En lo que sus ojos verdes claros y saltones bajaban de una línea a la otra, su seño se volvió más fruncido, como si estuviera presente de algún terrible hedor.

–¿Qué quiere decir con un "total cese de hostilidades"? –soltó agitando el pedazo de papel y volviéndose hacia Honey.

–Que ambas tribus comprometen a no tener alguna pelea "en armas" entre sus individuos, sea tanto en combate, mar o por perdida de un partido de su equipo favorito de bashiball.

–¡Aburrido! –bufó dejándose caer en su asiento –. Somos vikingos, los vikingos no evitamos las hostilidades, las fomentamos. Cuando alguien nos fastidia mucho lo golpeamos en la cabeza hasta que deja de hablar. ¡Para que portar armas si no tenemos la libertad de córtale a alguien el cuello! –sentenció dándole un puñetazo a la mesa.

–Dagur, no se trata sobre… –intentó explicarle Gobber, pero antes de que llegara a la sexta palabra de su oración, el joven berserker volvió alzarse en rabia y bramando contra su rostro, con todas sus fuerzas:

–¡No me interrumpan! ¡Odio cuando lo hacen!

–¡Dagur! –lo llamó la joven pecosa desde su asiento, tanto de ser asertiva pero aguantándose la tentación de arrojarle un cáliz de acero a la cara –. El tratado no implica que no puedas degollar a alguien con tu hacha –indicó ella –, simplemente no puedes hacerlo a alguien de Berk. Puedes ir a cortar cabezas en otro lado. Hay demasiado archipiélago para que lo hagas.

–¿Acaso me estás diciendo que hacer? –dijo el joven volviéndose hacia la chica castaña –. Nadie puede decirme que o no puedo hacer. Soy el líder de la gran tribu berserker.

–¡Si lo eres, compórtate como el jefe de tu tribu! –rugió esa vez Honey saltando de su asiento y haciéndole frente al líder de la tribu rival, que fácilmente le rebasaba por una cabeza y media. Aún así, le sostuvo la mirada en lo que Dagur parecía soltar humo de sus fosas nasales.

No estaba acostumbrado a ser cuestionado. Y su gente lo sabía. Los miembros de su comitiva pasaban con interés sus miradas de uno a la otra, completamente enfocados en el dialogo entre ambos.

Temiendo que la situación podría salirse de control, Gobber trató una vez más de tomar las riendas, pero de nuevo fue callado por Dagur:

–Tu padre Oswald firmó muchas veces este tratado….

–Mi padre era un tonto que no sabía que le convenía a su propia gente. Manteniéndose pacifico, firmando tratados de… paz. Somos bersekers, brutales guerreros a lo que no se les puede decir que hacer ¿No puedes degollar a alguien de esa isla? ¿No pueden navegar sin permiso por aguas de otra tribu? –dijo amanerando su forma de hablar –: ¿Dagur no afiles tu hacha en el cuero del gato? ¿No pongas tus botas en la mesa? ¿Dagur no puedes declararles la guerra a tus aliados? ¿Dagur baja esa espada inmediatamente? Bleh, bleh, bleh.

Pero antes de que el líder berserker continuara con su perorata y fuera apoyada por sus seguidores, Honey finalmente perdió la paciencia. La chica dio una fuerte palmada a la mesa hasta lastimar sus manos, para luego tomar a Dagur por el cuello de sus ropas y obligarlo a bajar su rostro hasta el nivel de ella.

–¡FIRMA EL MALDITO TRATADO! –gritó ella fuera de sí con un mirada llameante, y las mejillas sonrojadas ante la completa furia que se apoderó de su ser.

Nadie, ni siquiera Dagur o la misma chica, se esperó tal reacción de su parte. Tanto así, que su arrebato fue seguido por un tenso y pesado silencio. Al percatarse que todas las miradas de la habitación estaban sobre ella, la gemela pecosa soltó de inmediato al berserker en lo que sus mejillas se tornaban tan coloradas como tomates.

–Lamento que sucediera eso –admitió tomando su larga trenza entre sus manos y evitando hacer contacto visual con cualquiera en aquella habitación.

–Wow, Honey –dijo Dagur –. No sabía que tenías ese fuego dentro de ti.

–¿Eh?

–Está bien firmare el tratado –aceptó Dagur repentinamente cambiando totalmente su actitud por una más jovial y complaciente –. Y solo porque lo pediste amablemente –agregó tomando la pluma en sus manos y frotándola contra la nariz de la chica, en lo que le reglaba una coqueta sonrisa –. Ahora, donde está la sangre de dragón.

–¿Sangre de dragón? –soltó Honey.

–¿Sangre de dragón? –repitió Gobber.

–¿Sangre de dragón? –mascullaron los demás berserkers en la habitación.

–¡Sí, sangre de dragón! –gritó una vez más Dagur perdiendo la compostura –. ¡¿Acaso están sordos?! Para firmar mi primer tratado… de paz… –hizo una mueca de asco ante la última palabra – necesito algo épico y glorioso como sangre de dragón.

Honey y Gobber intercambiaron una mirada nerviosa.

–Je, je… Dagur –dijo la gemela de pelo castaño frotando sus manos – cuanto lamente informarte, pero no hay dragones por el momento en Berk.

Pero como un cruel chiste del destino o una mala broma por parte de los dioses, Barf y Berch hicieron su gloriosa parición en el gran salón con un gran estruendo y provocando una llamarada de humo verde y fuego. Todos los vikingos presente en el gran salón miraron a la bestia que había entrado estrepitosamente por las dos grandes puertas de roble, sin poder creer que se encontrara realmente ahí.

–Hijo de…. –logró musitar Honey al salir de su estupor y antes de ser interrumpida por la más demencial y casi monstruosa carcajada que cubrió el vacio y eco del gran salón.

Dagur se sentía como un niño en mañana de snuggletog.

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Stoick estaba furioso… colérico.

Su sangre vikinga rugía furiosa dentro de su ser y aclamaba una satisfacción.

Años de entrenamiento y matanza de dragones afloraron en cada uno de sus poros, como si despidiera un aroma corporal a guerra, y su mirada que llameaba con furia se conectó con las pupilas verticales de Thunderdrum.

En su mente y su sed de sangre, aquella bestia de escamas azul había sido el causante de todo. Aquel que le había costado la vida a Mulch y a Bucket, y había provocado toda aquella cacería.

El fiero guerrero vikingo en él y el líder vengativo, llamó a su gente a las armas y atacar al dragón con un desgarrador grito. Aquella batalla feroz resultó como un viejo recuerdo para los hooligans, de aquellas épocas donde las bestias escamosas eran sus más acérrimos enemigos. Resultaba sorprendente lo fácil que la peor faceta de aquellos vikingos renacía con facilidad, a pesar que ya poseía amados dragones descansado como sabuesos obedientes en las pieles que decoraban los suelos de sus chozas.

Pero su ira vikinga no fue satisfecha. El dragón, como un cobarde de las tribus del norte, hizo más escándalo que lo ofreció de batalla. Conocidos por sus potentes voces, el thunderdrum destruyó parte de su barco y dejo algunos navegantes sordos, antes de macar la retirada debajo de la aguas.

Aquel dragón de la clase tidal era reconocido por ser un animal al asecho, pero terco en la batalla. Su tamaño lo denotaba como un macho maduro y de buena salud, un excelente trofeo para la gloria de un vikingo; aún así, la bestia escurridiza se alejo de los navíos hooligans sin razón aparente.

–¡Maldita bestia cobarde! –rugió Stoick enervado en la cima de la proa de su barco –. ¡Regresa y pelea horrible criatura del Hel!

Y como un insulto más a su honra y orgullo, el dragón no dio señales de otórgale tal satisfacción.

–¡Stoick, parece que se dirige a la costa de la isla de los dragones! –le informó Spitelout.

Con rugido que emergió de su garganta como animal herido, el jefe vikingo se apartó de la proa y tomó timón de su fiel navío. Aquellas naves que podían continuar la marcha, siguieron a su líder hasta las costas de la isla de sus antiguos enemigos.

Fue casi como un déjà vu, cuando Stoick puso de nuevo pie en las blanquecinas arenas de la playa de la isla de los dragones, y como si conocieran la traición a la tregua que se proponían los vikingos, ninguno de los habitantes del islote se mostró ante los recién llegados.

Solo una leves marcas en el suelo denotaban un antiguo y recurrente camino de una bestia cuadrúpeda y pesada, que se había desplazado un sin número de veces en aquella arenilla.

–Son huellas de thunderdrum –le informó la guerrera Lydia ante la mirada intensa de su líder.

Stoick no necesitaba más. Casi bufando humo, el gran vikingo siguió la senda marcada en la arena, en lo que su poderosa hacha giraba ansiosa en su mano.

En lo que cada paso lo aceraba más a su destino, el líder hooligan casi podía saborear el fervor de la batalla como si hubiera sido ayer. Y como si tuviera un leve sentimiento de nostalgia, su mente divagó fácilmente en sus recuerdos aún bastante vivos de la época en la que mataba dragones con gran placer.

Podía escuchar con claridad las instrucciones de su maestro espadachín sobre los puntos débil de thunderdrum:

–Primo ataca las alas… espera a que descubra el vientre…

Y casi inmediatamente, pudo sentir con claridad la adrenalina cuando su espada encontró por primera vez aquel punto débil y cumplió su cometido con tal facilidad; casi como mantequilla cortada por un cuchillo caliente.

Stoick continuó su marcha, en lo que la senda en la arena finalmente lo condujo a una cueva contra las rocas de un acantilado, cerca de la orillas de un bosquecillo. Leves gruñidos provenientes de aquel escondrijo, le delató que su objetivo estaba adentro.

Siguió adelante en lo que su cabeza escuchaba la voz su tío:

–Buen trabajo, Stoick. Tu padre había estado muy orgulloso.

Casi podía oler la sangre que en aquella ocasión cubría sus ropas, arma y manos; y se mesclaba casi perfectamente con el mar, la arena y la inconfundible peste del dragón.

–Con ello has logrado tu rito de madures –recordó aquellas palabras en lo que sus manos se recargaban en la entrada de aquella caverna –. Es una gloria para tu familia, tu clan y futuros hijos.

¿Hijos?... ah ¡hijos!...él tenía hijos. Aquella concentración que lo había dominado como autómata, casi lo había hecho olvidar que tenía hijos.

Pero desde dentro de la cueva, unos ojos amarillentos lo alejaron de aquella verdad que casi había olvidado.

–Stoick –lo llamó débilmente alguno de sus files seguidores hooligans, pero no podía asegurar quién. En su hermetismo, no había identificado aquella voz.

Pronto, desde las sombras de aquella caverna, comenzó a emerger una cabeza seguida de un ancho y robusto cuerpo. El dragón se revelaba ante él con un lastimero rugido.

–Ellos no son lo que pensábamos –escuchó en la lejanía de sus recuerdos la voz inconfundible de Hiccup –. No tenemos porque matarlos…

Stoick luchó ante tal idea sacudiendo físicamente su cabeza. No era momento de pensar en ello. Hiccup podía estar equivocado… lo había estado muchas veces… al igual que él.

–Stoick…

–Ellos no son nuestros enemigos…

–Toothless me salvó…

–No lo habríamos logrado sin los dragones.

El jefe vikingo levantó sobre su cabeza su lacha, en lo que luchaba contra la opresión que crecía en su pecho y la lógica que mantenía firme su cabeza.

–¡Stoick!

Pero su mente se dividía en una gran dualidad, en lo que debía y lo que quería hacer. Su confusión era tal que Stoick ni siquiera se percató que el Thunderdrum que estaba por partirle la cabeza no era azul como el que los atacó, sino de un rosa pálido.

–¡STOICK!

Cuando su arma estaba por partir la cabeza del dragón, dos pares de manos lo tomaron por ambos lado, deteniendo su fatídico intentó de acabar con la vida del reptil.

Furioso y reaccionando inmediatamente ante aquella acción, el jefe vikingo arremetió contra sus atacantes, soltando un golpe a su alrededor que nunca alcanzó a tocar a su objetivo. Casi soltando espuma por la boca, Stoick se volvió para toparse nada más con Bucket y Mulch.

Ambos vikingos se encontraban sanos y salvos, y habían sido los responsables de evitar que matara al thunderdrum.

Agitado y temblando por la adrenalina, Stoick entró por unos leves segundos en estado de shock, en lo que su mente trataba de unir los puntos de lo que sucedía a su alrededor. Pronto sus ojos verdes pasaron de sus colegas desaparecido, al resto de su guerreros que le devolvía miradas afligidas, para luego volverse sobre sí mismo y toparse con aquel thunderdrum (uno ajeno al ataque) herido, asustado y solo, que se ocultaba en aquella cueva y que casi él asesina despiadadamente.

Los ojos de pánico de la bestia ante él, le recordaron la mirada de miedo y decepción que una vez su hijo le había dirigido cuando lo renegó de nombre.

Y sitió como su alma caía sus pies y su corazón se desgarraba.

–Por Thor… –musitó mientras caía de rodillas – que era lo que iba hacer….


Finalmente sale el capitulo nuevo y como prometí, lo publicaría aunque muriera en el intento. Técnicamente, no está muriendo pero sí tuve varios problemas de salud que me retazaron más de lo que tenía planeado.

Pero ya se encuentra aquí el capitulo nuevo "sangre" y se llama así, que hace referencia a la sangre de batalla, la sangre inocente y la sangre de familia.

En este momento no recuerdo quien me había pedido por interacción y entrega de los gemelos Thorston, espero que el desarrollo que les he dado en ésta aventura cubra lo que esperaba.

Y también… ya tenemos a Dagur y Honey ladeando uno con otro. Sé que con el final de RTTE ya sabemos que Dagur se desposa con Mara, pero el viaje hasta ese punto lo voy a ser interesante.

Y como siempre, quiero invitarlos nuevamente a que visiten el nuevo blog dedicado a este fic como a todo lo relacionado a "How to train your Dragon".Ahí publico reseñas, comentarios, información, mitologías y mucho arte. En estos últimos día he publicado mis reseñas de todas las temporadas RTTE y tengo pensado hacerlo de los comic de Titan y los libros. También hay adelantos de los próximos capítulos. Por favor den una vuelta al blog, puede buscarlos en Tumblr como dragonstwinstory.

Muchas gracias a todos por los comentarios, los seguidores nuevos y favoritos. Perdonen sin no respondo en ocasiones, pero al igual que la tardanza entre capítulos, hay tantas cosas que me demoran o me lo impiden. Sin más que decir por ahora, nos vemos en el próximo capítulo.

Un gran abrazo.


5 de Agosto del 2018

Para saber la situación actual del fanfiction, por favor visiten mi blog en Tumblr: dragonstwinstory

para saber más al respecto. Aunque puedo confirmar, que ésta historia no se encuentra abandonada.


Editado 9/8/18