Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
Como líder vikingo
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Stoick the Vast era muchas cosas: un gran líder vikingo, un poderoso guerrero, un sobreprotector padre y un leal amigo. Era eso y muchas cosas más, pero nunca era un malagradecido.
Con esas características, era casi seguro que Stoick no iba a permitir que una masa de músculos sin paciencia y autocontrol como Dagur matara al pobre zippleback de los gemelos Thorston por placer. En realidad, sus intenciones detrás del reto que lanzó al joven líder berserker, radicaban principalmente en otorgarles a sus hijos el tiempo necesario de planear tergiversada idea para salvar la vida del dragón y evitar cualquier posible conflicto con su tribu hermana.
Pero al igual que Hiccup estuvo dispuesto a sacrificar todo por proteger a Barf y Belch, Stoick igualmente estuvo dispuesto al mismo compromiso en el bien del dragón. Se lo debía, como al Thunderdrum azul que se ocultaba en la costa de Berk.
–Dagur ¿Qué paso con tu padre? –preguntó Stoick al mozalbete berserker mientras los guerreros arrastraban al pobre zippleback a la academia de dragones –. ¿Por qué decidió retirase?
Era una pregunta bastante coherente de formular debido a las circunstancias. Un líder de una tribu vikinga normalmente no se retiraba o jubilaba de su posición hasta su muerte o incapacidad física o de edad. Los jefes de tribus representaban técnicamente la realeza vikinga, cada uno desencinte directo o indirecto del último rey del wilderwest; no era simplemente un puesto que se descartaba o se postulaba para obtener. Era algo que se heredaba en sangre o unión matrimonial; por lo cual no era lógico un retiro temprano y prematuro de Oswald, quien según el conocimiento de Stoick, aún tenía unos cuantos años más de vida útil antes de finalmente arrojar la toalla. Era dudoso que hubiera entregado la batuta a su hijo tan jovenzuelo y con mucho aún que aprender.
A pesar de sus propias dudas, Stoick tenía otra principal razón para preguntarlo. Necesitaba más tiempo.
–Mi padre a pesar de la pureza de nuestro linaje berserker –contestó Dagur con orgullo –, fue superado por su propia falta de energía.
–¿Y dónde está ahora?
–Retirado –contestó Dagur sacudiendo su mano sin interés – o tirado en una zanja, que me importa a mí. Su sed de sangre se esfumó tan rápidamente que resultó casi desagradable de presenciar –continuó con una sonrisa maliciosamente sospechosa–: Alguien tenía que hacer algo. Sabes cómo es eso ¿verdad? –dijo altaneramente –. Quedarte sin las energías para ser un verdadero líder.
Stoick contuvo el aliento y le dirigió una mirada de soslayo.
–Maldito mocoso –pensó –. Yo no dudo de la energía de la juventud, Dagur –comentó Stoick en voz alta sin dejarse intimidar –, pero juzgo su nivel de experiencia.
Dagur reaccionó como si hubiera recibido un bofetón directo. El joven berserker se volvió hacía el líder de Berk de golpe, ignorando completamente que su gente continuó adelante arrastrando al pobre zippleback.
–¡¿Acaso me llamaste "ingenuo"?! –bramó Dagur cara a cara con Stoick, mientras ojos parecían listos para saltar de sus orbitas.
–Dagur yo nunca te llamaría ingenuo –corrigió Stoick con una leve sonrisa y sin inmutarse ante el arranque del joven –. Solo que un roble más crecido, es más difícil de talar que uno brotando.
Stoick disfrutó por unos segundos la mirada perdida del nuevo líder de Berserker, mientras trataba de descifrar su mensaje entre líneas. Aunque fue mayor su sorpresa, cuando Dagur le regresó la sonrisa con una mucho más perturbadora.
–Es curioso que hables de retoños, cuando eres el viejo que puso a un niño a cargo de su isla en su ausencia.
¡Huy! ¡Golpe bajo!
Stoick solo pudo maldecir mentalmente de como odiaba a ese muchacho mientras se adentraban en la academia.
–¡Pero no estamos aquí para criticar las decisiones del otro ¿no?! –soltó Dagur extendiendo sus brazos en lo que los guerreros forzaban a Barf y Belch tomar posición –. Eso es para después de firmar el tratado –agregó el berserker antes de soltar una de sus maniáticas carcajadas.
Ante las miradas y bitores de los guerreros berserkers, Dagur tomó su hacha favorita y blandió sobre su cabeza.
–¡Ahora firmaremos ese tratado de paz… con sangre de dragón! –gritó a todo pulmón ganándose más exclamaciones y alabanzas de su gente.
–Stoick ¿vas a permitirlo? –le susurró Gobber sobre su hombro, en lo que el joven líder se encaminaba completamente decidido a cometer su atrocidad contra el pobre dragón de dos cabezas.
¿Permitirlo? ¿Cómo no permitirlo? El evitar que Dagur matara al zippleback no solo revelaría la naturaleza de la relación entre los vikingos y los dragones en Berk, sino dejaría el trato entre ambas tribus en una situación difícil. Los berserkers eran conocidos por ser los más tercos, los más necios, los más intolerantes y los más agresivos de todos los vikingos que habitaban el archipiélago barbárico; que descubrieran que Berk hizo las paces con los dragones, no solo sería una ofensa para ellos, sino un insulto al haberles mentido en la cara con tal descaro.
Stoick conocía muy bien a los berserker, contra ellos había luchado en la batalla de la playa de Thor, hasta que finalmente Oswald entró en razón y cambio de ser "The Antagonist" a "The Agreeable".
Pero Oswald no lideraba a los berserkers más; ahora era el turno de Dagur, un joven bastante perturbado desde el punto de vista del líder de Berk, quien había sido testigo de primera mano de sus arranques de ira desde muy temprana edad.
No era nada sabio poner a prueba la paciencia de Dagur. Era como un montón de leña seca en un verano caluros; quedaba a decisión de Stoick si acercaba la antorcha o no.
Como todo vikingo, Stoick era terco, testarudo y chapada a las viejas costumbres, pero igualmente aceptaba sus errores por mucho golpearan su ego; así como se equivocó aquella vez en que bebió ese último tarro de hidromiel aquel viernes de Freya hacía veinte años, darle su amistad a quien no la merecía, su primera impresión sobre la incapacidad de Hiccup, en que sus hijos había traicionado a su pueblo o que los dragones eran sus enemigos. Errores que no deseaba volver a cometer.
Los dragones de sus hijos y de los demás jinetes, como ese zippleback, había salvado la isla de Berk en incontable ocasiones, y al verlo ahí atrapado bajo la red y en las manos de los guerreros bersekrser, su mirada triste y asustada asemejaba a la del thunderdrum rosa cuando Stoick estuvo por matarla.
¡Oh no…! Stoick había aprendido de su error, y lo había aprendido bien.
Así que mando al diablo el tratado, los berserkers y a Dagur. Y aunque significara una guerra, tomó su espada que aún colgaba de su cintura y marchó hasta el joven berserker quien se relamía con malicia ante su próxima felonía. Aprovechando lo distraído que se encontraba Dagur, alzó su arma sobre su cabeza listo para apartar al mocoso del dragón.
–¡NOS ATACAN LOS DRAGONES!
El poderoso grito desesperado resonó en la academia, paralizando por algunos segundos a los guerreros berserkers, Dagur, Stoick y Gobber. Ante su estupefacción, ambos líderes vikingos quedaron con su armas en aire en lo que varios dragones comenzaron a adentrarse en la arena a través de los barrotes y los espacios entre la roca.
Un Nightmare reptó por la reja que caía del techo, un gronckle entró por la puerta principal de manera estrepitosa y un nadder llegó volando con majestuosidad.
Por acto reflejo Stoick tomó posición defensiva, pero cuando un woolie howl se unió a las bestias fue cuando el líder vikingo reaccionó y bajo la guardia. Los dragones que acababan de arribar a la academia, eran aquellos que les pertenecían a los de jóvenes jinetes.
Pero Dagur no sabía eso…
–¡ATAQUEN! –ordenó el berserker lanzando a sus guerreros contra las bestias recién llegadas.
Por un instante el corazón de Stoick, y el de Gobber quien estaba a su lado, se detuvieron dentro de sus pechos. ¿Acaso no se suponía que era eso lo que deseaban evitar?
Pronto se tragaron sus propias palabras o pensamientos, cuando pudieron presenciar de primera mano que los dragones no estaban luchando en serio. Hookfang arrojaba su fuego por encima de la cabezas de los guerreros, Meatloug escupía charcos de lava a su alrededor para mantener alejados a sus agresores. Stormfly lanzaba a diestra y siniestra sus púas afilada con tal precisión que clavaba las botas de sus enemigos en el suelo o sus ropas contras las paredes. Y Furry rodaba de un lado a otro como un barril pesado de hidromiel, derribando cuanto berserker desafortunado de topaba en su camino.
–¡Arggg! –bramó Dagur lanzándose contra Hookfang –. ¡Ven bestia del Hellhiem! ¡Haré un bonito tapete con tu piel!
Pero antes del berserker alcanzara al nightmare, Snotlout apareció prácticamente de la nada y tacleó a Dagur en otra dirección.
–¡Los berserker son nuestros invitados, estúpida bestia! –bufó el chico Jorgenson apuntando al dragón con la punta de su espada en una exagerada posición heroica –. ¡Acabare contigo! –gritó arrojando tanto su arma como escudo al suelo –. ¡Con mis propias manos! ¡Aaaaaargggg! –y con un potente alarido se lanzó al cuello del dragón donde comenzó un forcejeo entre el pesado animal.
Antes de que Dagur pudiera comprender que acababa de suceder o tan siquiera ponerse de pie, los demás jinetes y chicos de la aldea entraron a la academia blandiendo sus armas y gritando como enajenados. Pero la función estaba lejos de terminar ahí, más dragones se unieron a los primeros en llegar y pronto los guerreros Hooligans hicieron su aparición con gritos de batalla.
Ante la mirada estupefacta de Stoick, éste casi podía asegurar que nuevamente la guerra con los dragones había regresado a Berk; claro, si realmente estuvieran combatiendo a muerte. Fácilmente se podían distinguir los movimientos exagerados, los golpes fingidos y los gritos actuados de los participantes.
Aunque para una mente más sencilla, la imagen de un grunckle abrazando a vikingos hasta la asfixia, un nightmare mordisqueado el brazo de Snoutlaot, el zippleback ya libre escupiendo humo como loco, un howl sentándose sobre su víctima hasta ahogarla, valientes guerreros hooligan cayendo ante los ataques de los dragones y un pequeña niña con piel de oso siendo devorada en vida por un nadder resultaba bastante convincente.
Y faltaba la cereza del pastel…
–¡Nightfury! –gritaron en el momento que Toothless hizo su impactante aparición en la arena.
–Un nightfury –soltó Dagur sorprendido al poniéndose de pie, pero en cuestión de segundos fue nuevamente derribado por Hiccup, quien lo golpeó de improvisto con su escudo.
–Aléjate de mi amigo Dagur, horrible bestia –sentenció el joven pecoso con tono dramático mientras realizaba su mejor intento de una posee de batalla.
Toothless se puso en posición, listo para el ataque.
–Corre, Dagur –exclamó Hiccup propinándole otro golpe al berserker en un intento de alejarlo –. Yo te salvaré del dragón.
Y con un grito de batalla, el muchacho castaño desenvainó su espada y arremetió contra el nightfury. Debido a su lesión en la mano derecha, Hiccup blandió el arma con la izquierda e increíblemente descubrió lo fácil que le resultaba los movimientos: punta y estocada, el pingüino desprevenido, el azote del halcón, la cola de ballena…
Aunque sus movimientos eran mucho más fluidos y certeros, aún así seguían siendo falsos. Toothless contrarrestaba cada uno con sus garras en lo que Hiccup esquivaba sus mordidas y brincaba los azotes de su cola. Pero el dragón de ébano puso punto final al encuentro cuando saltó sobre el muchacho, atrapándolo contra el suelo de piedra de la academia.
–¡Huye… Dagur! –le gritó Hiccup mientras intentaba evitar ser devorado –. ¡Salva tu vida… por el bien de nuestras tribus!
Aunque el líder berserker no era para nada un cobarde; en realidad era un poderoso y fuerte luchador cuyo valor rayaba en la estupidez, Dagur aún así se sentía algo perdido con lo que sucedía a su alrededor. En cada momento aparecían más y más dragones, y aunque todos los habitantes de Berk parecían luchar contra ellos, la mayoría visiblemente se encontraban superados en número y fuerza. El joven jefe podía ver como caían abatidos bajo el ataque de los dragones la mayoría de los guerreros hooligans; pero pronto podrían ser los suyos.
Finalmente tuvo que Stormfly la que pusiera el último clavo al ataúd, cuando se posó frente a Dagur para vomitar a sus pies a la pobre niña esclava cubierta de baba. Eggingard levantó débilmente su mano en busca de ayuda en lo que rugía débilmente.
Dagur tuvo suficiente.
–¡RETIRADA! –ordenó a su gente antes de salir disparado en dirección de la entrada de la academia. Fue seguido de cerca de sus guerreros bersekers.
–¡Espera… no has firmado el tratado! –gritó Gobber corriendo detrás de él.
Ya cuando el último berseker se perdió de vista, tanto los hooligans como los dragones, dejaron de luchar para unirse en una gran carcajada grupal.
–Por las babas de Odín –exclamó Stoick acercándose a Hiccup y Toothless –. ¿Qué fue todo eso?
–Ordenes con señas –comentó Honey uniéndose a su padre y hermano. Con unos movimientos de sus dedos hizo una pequeña demostración con Furry, quien se sentó cual perro y ofreció su pata como saludo.
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Pasaron varios días antes de que los vikingos de Berk pudieran recobrar la compostura después de lo sucedido en la academia sin ahogarse de la risa por ridículo que hicieron pasar a su tribu hermana. Y aunque era una anécdota muy divertida de relatar, recordar y atesorar, todos juraron llevarse el secreto detrás de tal vergüenza a la tumba.
No deseaban que los berserkers y/o Dagur descubrieran que fueron engañados de una manera tan cruel, y justamente después que habían alcanzado a firmar su nuevo tratado de paz. Gobber había conseguido lo inimaginable, al hacer que Dagur firmara el tratado antes de que subiera a su fragata de regreso a casa.
–¿Esto no es sangre de dragón? ¿Verdad? –le preguntó Stoick al ver unas manchitas rojizas en el papel.
–No, es de Dagur –contestó Gobber con una picara sonrisa –. Se golpeó la nariz a tropezarse en el muelle.
Después de ello, todo regresó a la normalidad, o al menos a la nueva normalidad que habían adoptado. Hasta los gemelos Thorston pudieron tener la fiesta de cumpleaños que tanto querían, claro que con las ocurrencias con la que soñaban cada uno. Todos disfrutaron la rara combinación de pastel de cangrejo con tarta de canela, la danza improvisada con lanzamiento de hachas y los fuegos nocturnos lejos de las chozas habitadas, como Stoick exigió.
Todos disfrutaron del festejo, incluso la pobre niña esclava de las tierras del norte. Eggingard les confesó que nunca había estado en una fiesta de cumpleaños antes; había pasado la mayor parte de su vida como prisionera de alguna tribu vikinga, como disfrutar alguna celebración. Para asegurarse que no volviera a pasar o que se perdiera en el mar y cayera en las manos de algún otro barco, Stoick le pidió al mercader Johan que la llevara hasta su hogar en su próximo viaje a las tierras heladas del norte. Lo cual el navegante aceptó de inmediato ante el incentivo en oro que recibió a cambio.
Y así, una vez más se despidieron de la extraña niña que vestía piel de oso y esperaba que finalmente lograra mantener su libertad.
Eso no se podía decir tambien de los outcast que habían capturado los hooligan durante el rescate de Mulch y Bucket. Stoick se vio en el dilema de determinar el destino de ambos hombres; al ser bandidos outcast no podían ser perdonados por sus delitos, pero en Berk no existía leyes para la esclavitud o la ejecución. Generalmente el destierro el mayor castigo en la isla, pero como los vándalos ya eran unos marginados, su liberación solo provocaría que regresaran a órdenes de Alvin una vez más. Hasta que decidiera que hacer con ellos, el líder de Berk los mantendría encerrado en las mazmorras.
Pero había otros a los que Stoick también deseaba arrojar a las mazmorras y no podía hacerlo. Uno de ellos era su medio hermano Spitelout, quien lo había estado hostigando desde su regreso con la misma y molesta duda:
–Stoick, por favor no es para que te enojes. Es tan solo una simple pregunta. Es algo de interés común de verdad. Tengo derecho a sentir curiosidad al respecto.
–¿Qué si Bertha y yo tengamos algún acuerdo de matrimonio entre Hiccup y Astrid no creo que sea de tu incumbencia, Spitelout? –soltó Stoick por enésima vez mientras se frotaba las sienes.
El jefe de Berk sabía muy bien de donde venía toda esa inquietud. Era muy consciente del deseo de su hermano de heredar o traspasar el trono de los hooligans a su hijo, y las líneas sucesorias de sangre ponían a Snoutlout justo detrás de Hiccup, ya que Honey no podía heredar hasta que contrajera matrimonio. Pero aquellos clanes que unieran en compromiso los gemelos de Stoick a sus familias, se les abrían la puerta a la línea sucesoria del trono, desplazando a los Jorgeson unos peldaños más abajo.
Y todo mundo sabía que los Jorgensons y los Hofferson no se toleraban.
Así que a pesar de la vehemencia de Spitelout, Stoick guardó silencio y no le confirmó el buen acuerdo que había llegado concordar con Bertha en el caso de que sus hijos contrajeran matrimonio.
Y en cuanto al otro que resultaba ser mayor dolor en el trasero, tenía que ser no otro que el viejo Mildew. El anciano decrepito realizó toda una campaña desprestigio en contra de Hiccup desde el momento que Stoick puso de nuevo un pie en la isla:
–Tu muchacho no fue más que un incompetente cretino Stoick. Hubieras escuchado como me habló, Stoick. Tus hijos no saben lo que es respetar a los mayores, Stoick. La aldea era un completo caos y todo era por su pésimo liderazgo Stoick. ¡Alguien puso estiércol de dragón en mis coles, Stoick! ¡¿Qué vas a hacer al respecto, Stoick?!
Arrojar al viejo esqueleto decrepito al mar era lo que quería hacer Stoick, pero tuvo que contenerse y negarse a darle el gusto al anciano.
–Esto no se que quedará así, Stoick. Escucha mis palabras… ¿Stoick?... ¡Stoick!
El líder de Berk tenía cosas más importantes que enfocar su tiempo que en fiestas salvajes, viejos amargados y hermanos celosos. Tenía un nuevo amigo a cual deseaba mostrarle la isla.
Justo en uno de los más hermosos atardeceres en Berk, Stoick decidió darse un momento para sí y contemplar el horizonte en uno de sus puntos favoritos de toda la aldea. El pico del acantilado del este era justamente el punto de le había pedido años atrás a su amada Valka su mano en matrimonio, nunca se imaginó que compartiría su lugar especial precisamente con un dragón.
–Vaya, realmente ustedes si han congeniado –dijo una voz detrás del enorme vikingo y el thunderdrum azul. Al volverse se encontró con sus hijos gemelos seguidos de cerca de sus inseparables dragones –. Vaya papá, creí que tener tu propio dragón no era algo para ti –se burló Hiccup recordando las exactas palabras de su padre.
–Ja ja, muy gracioso muchacho –comentó rotando su mano por la larga nariz del macho azul –. Pero sí, nos entendimos de inmediatos. Somos muy parecidos él y yo, ambos somos protectores y lideres.
–Y ya decidiste como llamarlo –le preguntó Honey, mientras Furry se escurría bajo su brazo pidiendo una caricia.
–Thornado –contestó Stoick con tono dramático alzando el puño –. Es un nombre justo y fuerte como él.
–Bueno, es mejor que Cottomouth –rió Hiccup junto con Toothless al recordar el tierno nombre que obtuvo la hembra rosa por parte de Mulch y Bucket.
–Y lo dices tú… Toothless –se burló Honey acompañada de Furry, ganándose una mirada de soslayo del muchacho y de nightfury.
Stoick también rió por lo bajo.
–Quien lo diría –murmuró el jefe vikingo más para el dragón que para sus hijos –, primero terminamos la guerra entre nosotros y ahora me hice amigo de uno de ellos.
–Papá…
El jefe levantó la mirada de Thornado para encontrarse con las miradas brillantes y expectantes de sus hijos y dragones.
–Y ustedes dos, no crean que no me di cuenta de donde escondieron las pacas quemadas, o que lo gemelos Thorston están detrás del ataque contra las coles de Mildew. Pero fuera de eso… creo que hicieron un buen trabajo.
–Gracias, papá –soltó Hiccup algo cohibido.
–Pero puede mejorar… ahora, si me disculpan…–y con una carcajada altanera, Stoick montó sobre Thornado y sujetando con firmeza las riendas que se sujetaban de la nariz del dragón, emprendió el vuelo hacia el cielo abovedado sobre Berk, dejando a sus hijos con el leve sentimiento de insatisfacción, pero de orgullo que como padre responsable debía fomentar.
–No sé si sentirme ofendida o feliz por ese hombre –soltó Honey mientras contemplaban a su padre surcar el cielo sobre sus cabezas.
–Entiendo el sentimiento –aseguró Hiccup con acidez.
Por unos cortos minutos permanecieron ambos hermanos en la misma posición, junto a sus dragones, dejando que el viento salado de la tarde golpear a sus rostros.
–Por cierto –interrumpió la chica pecosa el momento –, quien diría que tenías la razón sobre que la espada era tu arma idónea –dijo indicando el pequeño cuchillo que colgaba del lado derecho de la cintura de su hermano.
Hiccup tomó la espada corta con su mano izquierda y comenzó a blandirla justo con la misma destreza con lo que lo hizo en la academia.
–Quien diría que era solo cuestión de usar la mano correcta –comentó el muchacho maravillado ante el concepto de ser zurdo –. Y no era el único que tenía razón –agregó rápidamente atrayendo la mirada de su hermana a su persona.
–¿Eh?
–No te equivocaste sobre lo de no estar solo, no habríamos logrado salir de ésta si no hubiera permitido que los demás me ayudaran o permitir que me dieran apoyo. Pude darme cuenta de ello debido a ti, gracias.
–Para eso son los gemelos –dijo Honey con una sonrisa recordando las palabras de los gemelos Thorston.
–Y por eso… –indicó Hiccup sacando de la montura de Toothless su última invención, el arco con poleas ajustables. Y ante la mirada incrédula de Honey, se lo entregó –. Como yo usaba la mano incorrecta, tú solo necesitas ganar fuerza –agregó ante la duda reflejada en el rostro de su hermana –; las poleas te permitirán entrenar tus brazos hasta que no lo necesites más. Como vez no fue el único en encontrar su arma idónea –sentenció con un leve giñó.
Honey apretó en arco contra su pecho en lo que una leve lágrima recorrió su mejilla.
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Mientras el crepúsculo se apoderaba de la isla de Berk, una figura encorvada y llena de furia se adentraba en una vieja y destartalada choza en la cima de la colina justo a un lado de los campos de coles.
Mildew maldecía por lo bajo toda su frustración, en lo que prendía una antorcha para iluminar su solitaria hogar.
–Me ignoran ¿eh? –murmuró mas para él que para la oveja negra que lo acompañaba y era su única compañía –. Se atreven a no tomarme en serio. Esos mocosos impertinentes y sus malditos dragones.
El anciano buscó entre su pertenecías hasta alcanzar vieja cortina mohosa y raída en una de la esquinas de su mugroso hogar. De un solo tirón descubrió una antigua y oxidada jaula donde permanecía cautivo un gigantesco, viejo y horripilante cuervo negro como la noche misma.
El ave cautiva no mostró señales de vida ni cuando el viejo acercó su antorcha a su jaula, pero sus ojos llameantes de odio denotaban todo la furia que le tenía a su captor. Solo el cordel alrededor de su pico, era lo único que impedía un ataque directo al aciano.
–¿Sigues vivo? –preguntó Mildew y el cuervo ladeó su cabeza denotando entendimiento ante la pregunta –. Eso es bueno –dijo con una risita antes de alcance papel y tinta.
Con pésimos garabatos, trazó un mensaje en el papel. O más bien… una sentencia.
Y ante la estupefacción de cualquiera que lo viera, Mildew sacó al cuervo de su jaula, en lo que éste se mantuvo en perturbadora calma mientras le ataban la nota a una de sus patas.
–¿Podrás volar de nuevo con tu dueño? –soltó Mildew antes de desatarle el pico al ave.
El cuervo soltó un horrible de graznido que retumbo por la colina, antes de emprender el vuelo, sacudiendo sus tenebrosas plumas negras por el rostro del viejo amargado. Mildew perdió su casco en el acto, que cayó sobre la cabeza de Fungus justo detrás de él.
–Hace más escándalo que mis ex-esposas –masculló el viejo con humor negro mientras el ave escapaba por la única ventana en la casa –, pero esperemos que sea más útil que lo que me fueron ellas. Stoick y sus hijos aprenderán la lección por no tomarme en serio.
Prometí el último capítulo de esta aventura para antes de que acabe el año y aquí lo tengo. Feliz Navidad!
Siempre prometo hacer capítulos cortos para no tardar tanto en publicarlos pero siempre terminó haciéndolos largos durante el proceso. Lo siento. Espero que disfrutaran ésta graciosa aventura ya que la siguiente tendrá bastante drama. En mi blog de Tumblr voy a publicar algunas pistas en las siguientes semanas sobre que se tratará la siguiente y final aventura de lo que sería "Rider of Berk". Pero les advierto, no sé cuanto tardare en publicarlo ya que quiero disfrutar éstas fiestas antes que nada.
Tambien quiero agradecer a los nuevos seguidores y a los antiguos por seguir aquí. Al invitado que me solicitó agregar a Camicazi en la historia, lamentó decepcionarte pero eso no va a ser posibles. Pero no te preocupes, una muy celosa Astrid se acerca, esa es la primera pista de la siguiente aventura.
Y para aquellos que no lo he hecho, quiero invitarlos nuevamente a que visiten el nuevo blog dedicado a este fic como a todo lo relacionado a "How to train your Dragon". Ahí publico reseñas, comentarios, información, mitologías y mucho arte. También hay adelantos de los próximos capítulos.
Por favor den una vuelta al blog, puede buscarlos en Tumblr como dragonstwinstory.
Hace poco reseñe el mini-comic de Titan "Dragons: Jinetes de Berk. Queen of the Hill"
Y sin decir más me despido, nos vemos en el siguiente capítulo.
Feliz navidad y prospero año nuevo.
