Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Cría cuervos… (Parte 12)

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Desde muy temprano esa misma mañana, Gobber había está realizando la difícil, inútil y casi imposible tarea de enderezar unos clavos de hierro. Le faltaban unos cuantos para terminar de colocar los retratos de los antepasados de Berk en el gran salón, pero la dura pared de roca no le ayudaba mucho en la tarea.

Muchos de los gruesos clavos terminaron torcidos de las puntas e imposibles de reutilizar, a menos que los arreglara. Por desgracia, para llevar a cabo tal trabajo necesitaba (aparte de su enorme mazo al cual le gustaba llamar Dan) las pinzas especiales para sujetarlos en su lugar, justamente las mismas que Hiccup había pedido prestadas y no había devuelto hasta ese momento.

Así que cada vez que intentaba corregir un punta con un fuerte martillazo de Dan, el clavo salía volando en dirección contraria destruyendo parte de su herrería, o agrediendo a cualquier incauto que cometiera el error de pasar por la puerta.

–¡Gobber! –lo llamó el gran jefe vikingo de Berk a todo pulmón al mismo tiempo que el mazo chocaba de nuevo contra hierro. Por suerte para Stoick, sus reflejos de guerrero le permitieron hacerse a un lado a tiempo mientras el pedazo de metal surcó la herrería, la puerta de entrada y gran parte del centro de la aldea.

–¡Mis repollos! –escucharon los chillidos de Mildew confirmando el destino final del clavo.

–Buenas días a ti también Stoick –lo saludó Gobber con un cínica sonrisa como si nada hubiera pasado –. ¿Cómo me encuentro? ¡Maravillosamente! –agregó arrojando su mazo Dan a un lado para remplazarlo por su confiable garfio –. Trabajando como un yak en un campo más seco que mi barbilla en temporada de incendios.

–En el nombre de Thor ¿Qué rayos estás diciendo?

–Solo aligerando un poco el ambiente –bromeó el herrero guiñando un ojo.

–Gobber, deja de decir tonterías –soltó Stoick perdiendo la paciencia –. ¿Has visto a Hiccup? Tiene toda la mañana, desaparecido. No se encuentra por ningún lado, ni él, ni Honey o alguno de los jinetes.

–Tal vez necesitaban un momento para respirar –comentó Gobber con un suspiro antes de desplomar su enorme trasero sobre una barrica. La madera chirrió ante su peso –. Después de todo ha sido mucho trabajo con la semana de Bork, planearlo por su cuenta, la presión sobre sus hombros y llenar las enormes expectativas de su padre…

–Bien... –masculló el jefe vikingo suspicazmente – ¿por qué siento que estás hablando entre líneas?

–¿Te doy esa impresión? Es curioso, yo pensaba que esa era tu área de especialidad.

–Gobber te juro que por el amor a Freya, que si sigues hablando estupideces voy a terminar golpeándote en la testa con mi martillo.

–Perdóname Stoick –aceptó el herrero palmeando su barriga y rascando su nuca –, pero el día de ayer Honey estuvo aquí toda la tarde con esa aura de muerto viviente que carga últimamente, y creo que me contagió como plaga su ácido sarcasmo con sus constates preocupaciones por su hermano.

–¿Preocupaciones por Hiccup? –Stoick prácticamente saltó en su puesto al escuchar eso –. ¿Cuáles preocupaciones? ¿Qué pasa con él?

–Nada importante, solo dijo algo sobre el muchacho enfrentado la presión de tener que sacar adelante los festivales de la semana, la ansiedad por la soledad de su dragón y llenar unos botas muy grandes cuando se supone que ya no es necesario…

Stoick no pudo evitar fruncir el ceño.

–Gobber… –dijo en advertencia final.

–Antes que nada debo aclarar que son las palabras de tu escuálida hija, no mías –cedió el herrero ante la mirada penetrante y casi asesina de su buen amigo –. Ella dijo y cito: Creí que papá había entendido que Hiccup ya no tenía que probarle nada a él o a la aldea.

–¡¿Qué?! –bramó el guerrero.

–Te recuerdo que son sus palabras, nos las mía –dijo Gobber levantando la manos en sumisión –. No mates al mensajero.

–¿Por qué dijo eso? Yo no estoy exigiéndole nada a Hiccup de lo que puede lograr –masculló el jefe marchando de un lado al otro por la gran herrería de su amigo –. Si la semana de Bork era mucho para él y sus amigos, podían pedir ayuda; se lo deje muy claro. Es solo una práctica de liderazgo, no una prueba.

–Creo que ese no es el problema, Stoick.

–¡Entonces dime de una vez maldita sea, cuál es!

–Es la pintura.

Por un breve segundo, el tiempo pareció haberse detenido en la forja de Gobber; abriendo la posibilidad, finalmente, de que la mente de líder de Berk había entendido la envergadura del problema que tenía entre manos. Pero por desgracia, seguía siendo un guerrero vikingo chapado a la antigua:

–¿Eh? ¿Qué tiene de malo el retrato? –dijo después de la corta pausa –. Es un buen retrato.

Gobber quería golpearlo en la cabeza.

–¡Claro, de ti! –exclamó frustrado –. Hasta te hace ver unos cuantos kilos menos, pero a Hiccup… creo que fue él quien los consiguió… –su despectivo comentario quedo a la mitad, ante el golpe que recibió de su amigo sorpresivamente y directo al mentón –. ¡Auch! ¡Hijo de Loki!

–Te lo advertí.

–¡No es Hiccup! –gruñó Gobber perdiendo la paciencia –. ¡El chico en esa pintura no es Hiccup!

Sus palabras parecía que al fin habían logrado alcanzar alguna neurona en la cabeza dura del jefe, ante la mirada estupefacta que se marcó en su seño.

–Parece –agregó el herrero lentamente como si le hubiera explicado a un niño pequeño –, que el muchacho siente que nunca vas a sentirte completamente orgulloso de lo que "es" él realmente.

Y Gobber le regresó el puñetazo a Stoick, metafóricamente.

Poco a poco las cosas comenzaban a tener sentido en la mente del gran jefe de Berk, el extraño comportamiento del chico ante el retrato, sus obsesión con que el festival resultara perfecto, las raras miradas que le dirigía Honey y por supuesto, la desaparición de todos los jinetes esa misma mañana.

Su hijo sentía que debía probar nuevamente su valía ante su padre, porque con la imagen de ese retrato, le había dado a entender que se avergonzaba una vez más de él.

Había metido la pata, y en grande.

–Esa nunca fue mi intención –masculló Stoick negando inconscientemente con la cabeza –. Estoy orgulloso de Hiccup. Claro no es perfecto y nunca será la imagen ideal del vikingo pero… –sus justificaciones quedaron obsoletas en aire ante la mirada dura que le dirigió su buen amigo. Stoick soltó un largo suspiro en lo que parecía encogerse de vergüenza–: Lo hice de nuevo ¿verdad?

–Stoick…

–Pero es mi hijo –soltó apretando su puño contra su pecho –. Es mi domador de dragones. Yo solo…. Yo solo quería que todos pudieran verlo cual tal yo lo veo.

La historia vikinga estaba escrita en sangre, hierro y mar. Los más fuertes prosperaban y eran recordados para la eternidad. En el razonamiento de Stoick, la imagen escuálida de Hiccup provocaría dudas sobre sus hazañas en el futuro, y nadie creería que fue el vikingo valeroso, decidido y cabeza dura que era. La imagen de retrato, era tan solo una interpretación del la valía de su hijo.

–Probablemente ese es el problema –agregó Gobber apiadándose un poco de su amigo y líder –. No dejas que lo recuerden, tal cual es. Si sigues con esto –explicó mientras apoyaba su única mano en el hombro de Stoick –, no serás diferente algún desgraciado que borró la identidad de alguien solo para ocultad la verdad.

–Gobber… –dijo él sorprendido – eso fue profundo…

–¡Lo sé, maldición! –bufó éste sacudiendo su brazos –. ¡Tu hija me ha poseído!

Stoick no pudo evitar reír un poco.

–Necesito hablar con él –dijo a continuación, decidido en disculparse –. Debo de…

–¿Pedir perdón otra vez?

–Pero primero debo de encontrarlo –Stoick recuperó su altivez y le lanzó una mirada de pocos amigos a Gobber en advertencia.

–Debe de andar volando por ahí con Toothless –contestó el herrero despreocupado –. Perdiendo el tiempo o haciendo cualquier tontería de su edad. Como cambian las cosas ¿no? –comentó casi nostálgico –, en nuestra juventud solíamos salir a buscar peleas o matar dragones, no huir de nuestros sentimientos.

–Gobber, nosotros de jóvenes ni sentimientos teníamos –se burló Stoick con sus manos en la cintura.

–Sí, era una época hermosa –comentó perdiendo su mirada en el vacío techo de su herrería –. Eso me recuerda… ¿no has olvidado el mapa del tesoro perdido de Hamish II?

–Como olvidarlo. Por ese maldito pedazo de papel estuvimos perdidos dando círculos en la tundra del pico de Thor por días. Esa fue la aventura más terrible de mi vida, junto con la búsqueda del corazón de rubí de los Lava Louts.

–¿Pues adivina qué? ¡Lo encontré de nuevo! Justamente en el viejo retrato de los Hamish.

–Es curioso –dijo Stoick pensativo –. No recuerdo que lo dejáramos ahí en primer lugar.

–Yo tampoco; ni siquiera recuerdo que hicimos con él al final –coincidió Gobber perdiéndose también en sus recuerdos.

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Stoick soltó un desgarrador rugido.

Sus gritos resonaron con fuerza a lo largo de la solitaria playa. Casi como un animal enardecido, tomó una roca de suelo y la arrojó con fuerza hacia el mar. Y después otra… y otra, hasta quedar sin fuerzas. En el último lanzamiento con su brazo, perdió el equilibrio calló de rodilla sobre la rasposa arena que se incrustaba entre las pieles de su ropaje y sus botas lanudas.

Su frente estaba empapada de sudor a pesar de la fresca brisa matinal, sus músculos temblaban por el esfuerzo y el cansancio, y respiración entrecortada le impedía hiperventilarse.

Todo el esfuerzo había sido en vano. La casi imposible búsqueda había resultado en nada, en lo que él y sus amigos se perdieron por días en la congelada tundra del más alto pico de Berk, con el frío calándole hasta los huesos y con terror a flor de piel. En la terrible ventisca casi habían caído por un barranco, y los rugidos en el viento les recordaban las viejas leyendas del fantasma que rondaba en aquella escarpada subida.

Para el cuarto día no pudieron más. Abandonaron tal cual cobardes la aventura de encontrar el tesoro perdido de Grimbeard the Ghasty.

Todo había sido culpa del ladino Hamish II que había ocultado el tesoro en un mapa casi indescifrable y en acertijos sin sentido, o al menos para ellos. Lo que pudo haber sido la prueba definitiva para cumplir su rito de madures e impresionar más de una persona, todo se había ido al Hel.

Refugiados y derrotados en esa playa, se ocultaron de la aldea avergonzados ante su rotundo y decisivo fracaso.

Gobber soltó un suspiro a unos cuantos metros de su gran amigo, en lo que frotaba con insistencia sus pies adormilados. La duras caminatas, la empinada escalada, los peligros del bosque y las dolorosa caídas, le había causado más que callos en regordetes pies.

De reojo miraba la frustración de su joven amigo cobrar sus facturas. Sabía que debía acercarse a él y decir algo. Pero la discusión y los insultos estaban aún frescos en su memoria como para apiadarse por él.

Una tercera figura que había permanecido de pie y en silencio durante todo ese tiempo, fue directo al joven heredero del trono de Berk, y con una calma bastante rara en su personalidad, sujetó al Stoick del brazo y lo puso de nuevo en pie.

–Lamento que no lo lográramos amigo –dijo Alvin posando su mano en el ancho hombro del joven pelirrojo.

Stoick no pudo sostener la mirada y clavó sus ojos en la arena bajo sus botas, mientras la frustración lo incitaba a continuar apretando los puños y la mandíbula.

–Se que creías que ésta era la oportunidad de impresionar al viejo Wrinkly y a su hija…

–¡Ya!... ya no hables – lo cortó el joven vikingo apartando a Alvin de un solo movimiento de su brazo. Era muy pronto para él.

Por unos segundos en que los tres jóvenes intercambiaron miraras de soslayos, el silencio de la mañana se apodero de nuevo de aquella playa, aplastando con su armonía sus ya agotados espíritus.

–Y… ¿Qué deseas hacer con esto? –finalmente preguntó Alvin rompiendo tan frágil equilibrio, mostrando a su amigo el mapa endemoniando que casi los había llevado a su muerte.

–Quémalo… rómpelo… haz lo que quieras con él –sentenció Stoick sin siquiera dignarse a mirar al pedazo de papel, antes de dar media vuelta y retomar el vergonzoso camino de la derrota de regreso a la aldea.


Hola de nuevo,

Sé que fue una larga espera, pero tuve varios problemas de inspiración con éste capítulo. En realidad rediseñe la historia de éste y los siguiente capítulos para que fueran más interesantes y no tan repetido a la serie. Espero que les guste el giro que quiero hacer.

Y les recuerdo que ésta historia se encuentra en proceso de ser publicada en Wattpad y además de una versión PDF en DeviantArt. En ambas páginas me encuentro con el mismo nombre.

Además ésta historia tiene su propio blog en Tumblr: dragonstwinstory, que contiene reseñas, comentarios y fanart, y doy adelantos de los próximos capítulos.

Saludo y Gracías.