Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
… y te sacarán los ojos (parte 6)
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–¡Guardia! ¡Guardia! ¡GUARDIIIIAAAA!
Lo alaridos de Mildew retumbaban con intensidad por los largos pasadizos que conformaban las entrañas de la isla de los outcast. Las frías paredes de piedra, perfectas para el eco intensificaron los llamados insistentes del viejo gruñón. No importaba cuanto sus carceleros intentaron ignorarlo, el cascarrabias no dejaba de bramar como una bestia herida.
Finalmente, uno de los guardias, probablemente el que tenía menos paciencia, regresó ante la celda del viejo, golpeando los barrotes de hierro con su mazo ante sus deseos de romperle la cabeza al anciano latoso.
–¡¿Qué carajos es lo que quieres, pedazo de vejestorio?! –gruñó el bandido furibundo.
–¡Cállate imbécil! –le respondió Mildew sin dejarse intimidar, pero alejándose por precaución de la reja de su celda –. ¡¿Dónde está Alvin?! ¡¿Quiero hablar con Alvin?!
El guardia volvió a golpea la reja, obteniendo un leve chirrido por parte del anciano pendenciero.
–¡Ve a cerrar la boca, mal nacido! –le escupió el outcast completamente fuera de sí – ¡Alvin no tiene interés para una porquería como tú! Ahora ¡No vuelvas abrir esa bocaza de mierda o te la cerraré a golpes!
Y sin más, el bandido giró sus talones para regresar por donde llegó, pasando justamente frente a la celda de dos jóvenes gemelos vikingos.
–¿Qué carajo está viendo? –le refunfuñó a Hiccup sin detener su marcha y propinándole un golpe con su mazo a la reja, obligando también al muchacho a retroceder.
Hiccup no respondió a su pregunta, solo observó en silencio como su carcelero se marchó dejando la prisión sola con sus cautivos.
El muchacho pasó su mirada por los gruesos barrotes de hierro que lo aprisionaban; si estos habían aguantado el golpe de mazo, la fuerza bruta quedaba fuera como opción de escape; aunque no necesitaba precisamente una demostración para saberlo, sus brazos como ramitas delgadas, ni en sueños hubieran podido levantar aquel mazo que llevaba consigo el bandido outcast.
–Todo esto es tu culpa –le escupió Mildew con rencor sacando al gemelo pecoso de sus pensamientos, y antes de que Hiccup pudiera responderle con su característico sarcasmo, el anciano se volvió hacia la esquina de celda a llorar como bebé.
El muchacho soltó un resoplido. Necesitaban salir de ahí de inmediato, ya que los planes de Alvin resultaban menos amenazantes que estar encarcelados con el viejo traicionero de la celda contigua.
Inspirado con el terrible semblante de pasar el resto de su vida encerrado en una catacumba con Mildew (bueno, en realidad sería el resto de la vida del anciano, pero igualmente era demasiado tiempo), Hiccup continuó con su búsqueda de un método de escape. Si no podría destruir por la fuerza la reja de su celda, tendría que superarla de alguna manera.
Por suerte, el muchacho era bueno buscando opciones alternas que requerían más del intelecto que la fuerza bruta y no le tomó mucho tiempo descubrir la solución. Las rejas eran de hierro forjado pesado y fuerte, que estaba unido en todas sus partes gracias a su propio peso, con excepción de las bisagras, las cuales estaban sujetas por un simple pasador de metal grueso y sin seguro. Solo requería de una palanca que le permitiera sacar el pasador y las bisagras se desarmarían, dejando la reja desconectada de la pared de roca.
–Perfecto, ahora solo necesitó de una palanca que no tengo –comentó desanimado el muchacho para sí.
Hiccup comenzó a examinar exhaustivamente su celda en búsqueda de cualquier objeto que pudiera servir para retirar el pasador. Por desgracia la madera vieja no servía, lo platos para los alimentos eran muy débiles y lo único que le quedaba era la llave del tesoro de Hamish II en el bolsillo de su túnica, que de ninguna manera podría moldearse a su necesidades.
Necesitaba ayuda.
–Honey, creo que tengo un plan para escapar –le susurró a su hermana, en lo que continuaba su búsqueda –. Pero requiero de una palanca. ¿Tienes alguna idea de que podría servir, Honey?… ¿Honey?
Su hermana gemela se encontraba sentada en el centro del su fría celda, encorvada, abrazando sus rodillas y dirigiendo su espalda a su hermano. Ella lo había escuchado, pero ante el peso de todo que había sucedido finalmente cayó sobre ella.
–Oh Honey… –la llamó Hiccup conmoviéndose del corazón. Le dolía ver a su hermana, la persona más independiente y perseverante que había conocido, destrozada de esa manera.
Pero ¿Podía culparla? Todas las desgracias que habían caído sobre ellos eran demasiado incluso para él mismo; los habían capturado, amenazada, torturado y marcado, les arrebataron a sus dragones y su futuro, y la posibilidad de que les arrebataran la única persona que tenían en esos momentos, era inminente.
Incluso, Hiccup encontraba difícil obtener las fuerzas para no rendirse. Lo único que lo mantenía firme era esa terquedad Haddock que había mantenido en vida a sus antepasados durante las adversidades y el frío semblante del destino que podían correr Honey, Toothless y el resto de sus seres queridos sin se dejaba derrotar. Con la marca de los esclavos en su espalda, su vida como vikingo había terminado, pero su vida en sí, la de su hermana y dragones, aún tenía algo de valor y podía salvarse.
El muchacho se arrodilló junto a ella y la abrazó por la espalda, teniendo cuidado de no lastimarle la misma. La marca era resiente, inclusive aún le dolía a él. Frotó los brazos de ella para darle un poco de calor, en lo que ésta controlaba sus temblores ante la falta de lágrimas. Ya las había agotado.
–Estás agotada –le dijo Hiccup cariñosamente – y destrozada. Pero es eso lo que precisamente espera, Alvin. Quiere quebrarnos… que no luchemos… tenernos…
– ¿Rendidos? –completó ella lastimeramente –. Lo sé, pero…
–Es difícil, lo sé –agregó el gemelo pecoso –. Pero no nos preocupemos por eso ahora, ya lo lidiaremos con ello cuando salgamos de aquí.
A pesar de su dolor y flaqueza, Honey asintió lentamente.
–Entonces ¿Me ayudaras a escapar?
–Solo… dame un momento… –suplicó ella asintiendo de nuevo con la cabeza.
Hiccup entendió. Él también deseaba prolongar ese leve momento de calma y afecto entre ambos que los consolaba, y en el caso de Honey, recobrar el valor y la fuerza para intentarlo una vez más.
–¿Qué es lo que debemos hacer? –dijo ésta levantando finalmente la cabeza, dejando a la vista sus ojos y nariz rojizos.
–Hay que buscar algo que no sirva de palanca.
Honey asintió por última vez.
Su hermano la ayudó en ponerse de pie. Ella sacudió sus ropas con calma, limpió su nariz con la manga de su vestido y alzó nuevamente la cabeza como si su momento de debilidad nunca hubiera sucedido.
Ambos hermanos comenzaron a examinar la habitación de cabo a rabo. Cada pieza de madera abandonada, guijarro y artilugio acumulado en cualquier rincón. Probaron con cuanto objeto tuvieran en las manos sin éxito; no le quedaban muchas opciones, a parte de la ropa que vestían y la llave del tesoro de Hamish II.
–¿Qué tanto hacen, mocosos? –les preguntó Mildew al verlos rodar por su celda de un lado al otro. Pero los gemelos lo ignoraron descaradamente, fastidiando al anciano aún más–. ¡Quieren dejar de hacer ruido! –les riñó ante la frustración –. Sus pasos son molestos.
–¿Pasos? ¡Eso es! –exclamó Honey teniendo una idea –. Hiccup, tu pie.
–Sí, lo sé. Solo tengo uno.
–No, el que perdiste, tonto.
Hiccup gachó para contemplar su pata de palo y recordar que efectivamente no era de madera. Era de metal forjado, duro y resistente, con forma de cuña al estilo de palanca.
–¡Eso es! –dijo el joven retirándose su pie prostético –. ¡Funcionara perfecto! ¡Gracias, Mildew! –agregó acompañado de una risita de Honey.
El aciano bufó confundido.
Hiccup no tardó tiempo en usar su pie para retirar los pasadores de cada bisagra, que para su suerte, se encontraban recientemente engrasadas lo que facilitó el trabajo. En menos de un parpadeo, la reja que contenía a los jóvenes vikingos estaba desconectada de la pared, solo detenida en su lugar por simple equilibrio. Un leve empujón y caería de inmediato.
–Perfecto –dijo Honey –, y ¿ahora qué?
Hiccup le dirigió una sonrisa casi maquiavélica. Era el momento para la segunda parte de su plan.
–¡Guardia! ¡Guardia! –comenzó a gritar el muchacho imitando los alaridos de Mildew. Su hermana y el anciano de la celda de enfrente se taparon los oídos ante el escándalo.
No requirió muchos gritos por parte de Hiccup para que el mismo guardia outcast furibundo entrara de nuevo a la prisión, pero más furioso que la vez anterior.
–¡El que vuelva a llamarme una vez más, voy a romperle el cráneo con mi mazo! –bramó el bandido plantándose frente a los prisioneros.
–Entendemos perfectamente que está pasando un día muy malo –comentó Hiccup fingiendo una exagerada amabilidad–. En especial después de soportar a ese saco de huesos que esta por allá, pero ocurre que tenemos un pequeño problema.
–¿Un problema?
El muchacho le hizo señas a su carcelero para que se aproximara a su reja. Honey entendió inmediatamente las intensiones de su hermano y comenzó a imitarlo.
–¿Cuál es el maldito problema? –preguntó el outcast cara a cara con los hermanos.
–Nosotros no lo tenemos ningún problema –dijo Honey con una leve sonrisa.
–La que lo tiene es la reja –sentenció Hiccup antes de que él y su hermana empujara la piza maciza de metal en contra de bandido outcast.
En un principio su acción parecía una pantomima o ademan, pero poco a poco, a como la reja comenzaba a balancearse en una dirección, su caída se volvió inminente.
–¿Eh? –gimió el guardia al percatarse de lo que sucedía. Sus lentas reaccione dieron la impresión que los gemelos Haddock lo había logrado, pero en el último instante el carcelero alcanzó a dar un brinco hacia atrás y evadir la reja que se precipito sonoramente contra el suelo de piedra de la mazmorra.
–Oh uh –soltó Hiccup ante su fracaso.
Aunque antes de que lograra pensar un plan alterno o medida de escape o un suplica convincente, e incluso, que el guardia se abalanzara en contra de ellos, Mildew usó su duro casco de metal para noquear al outcast que cayó al suelo como si fuera un saco de papas.
Hiccup y Honey se quedaron helados sin saber cómo reaccionar ante la intervención repentina pero necesaria del viejo cascarrabias.
–¿Qué están viendo ustedes? –gruñó Mildew fastidiado –. ¿Se van a quedar parado ahí o me van a sacar de una vez?
–¿Sacarte de ahí? –dijo Honey sin poder creer lo que estaba escuchando –. ¿Ahora quieres que te dejemos salir? ¡¿Después de cómo nos traicionaste?! ¡¿Nos vendiste?! Piensas que somos tan estúpidos como para…
Pero antes de que Honey terminara sus reclamos contra el anciano, su hermano gemelo esculcó los bolcillos de su carcelero, encontró el juego de llaves de la prisión con el cual abrió sin problemas la celda de Mildew.
–¿Hiccup? –masculló su hermana gemela sin poder creer lo que había hecho.
–Sé muy bien que son lo suficientemente agradecido y desinteresados como para dejarme ahí encerrado –pero se adelantó a contestar Mildew muy complacido consigo mismo –. Bueno, al menos uno de ustedes –le lanzó una mirada fulminante al gemelo, que dejo muy en claro que no debía esperar ningún agradecimiento de su parte.
En cambio Honey casi fulmina a su hermano solo con la mirada. Hiccup solo se encogió de los hombros y antes de que justificara sus acciones, su gemela agregó:
–¡No! ¡No digas nada! Por todos los dioses, Hiccup.
–Tomen las antorchas –les ordenó Mildew ignorando el momento entre ambo hermanos –, la vamos a necesitar.
Fue un tiro de suerte que el ruido de la reja caída y el guardia noqueado no alterara a los demás carceleros, probablemente atribuyeron el escándalo como resultado de las mismas acciones de su compañero contra los prisioneros escandalosos.
Entre los tres, Hiccup, Honey y Mildew, lograron arrastran al outcast inconsciente dentro de la celda del anciano y amordazarlo por si acaso. Ya solo les quedaba el dilema de por dónde podían escapar, desgraciadamente la entrada principal de la prisión no era una opción, y Hiccup y su hermana, aún tenía la urgencia de encontrar a sus dragones antes que nada.
Los escapistas encontraron unos corredores cerrados por unas puertas viejas y destartaladas al final de la mazmorra; por suerte el juego de llaves que robaron de su carcelero tenía una maestra que les permitió escurrirse a los pasadizos secretos de la isla de los outcast.
Anteriormente se había mencionado que en las entrañas de la isla de los bandidos, se habían labrado una serie de ductos en la roca que serpenteaba a estilo de un laberinto, justamente en esos mismo, lo gemelos Haddock y Mildew, habían terminado perdido en búsqueda de una salida.
Debido a la oscuridad (con excepción de las antorchas) y lo cerrado de los corredores de piedra, resultaba fácil desorientarse no solo en la dirección, sino en el tiempo que llevaban ahí. Al desconocer el tiempo que llevaban en los pasadizos, se preguntaron si ya habían descubierto su huida o no, si tenían aún la ventaja o sus captores les pisaban los talones. Lo peor de todo fueron los extraños sonidos en la lejanía y el eco casi fantasmagórico que les ponía los nervios de punta.
Y para el colmo, en una deificación en el camino, Hiccup y Honey fueron abandonados por Mildew, quien tomó en silencio su propia dirección dejando a los jóvenes gemelos a su suerte. Pero a ellos eso no les molestó en lo más mínimo.
Solo y perdidos los hermanos Haddock pronto terminaron en una caverna grande y circular completamente sumergida en la sombras y sin ninguna salida aparente.
–¿Ahora qué? –soltó Honey angustiada, alumbrando con su antorcha las paredes de la caverna –. ¿Regresamos por dónde venimos?
–No lo sé –respondió Hiccup completamente confundido en el centro de la oscuridad.
–Eso nos pasa por confiar un poco a Mildew –se quejo la gemela pecosa intentando de encontrar de nuevo la salida –. Te dije que algún día tu buen corazón nos iba a meter en problemas.
–Bueno, si nos atrapan probablemente Alvin me lo saca del pecho –dijo Hiccup en broma tratando de conservar la calma. No necesitaba eso ahora… no de nuevo. Perdido, en la oscuridad. Tenía que encontrar a su dragón, escapar de ahí y salvar a su hermana –. Debe de haber una salida, no sabemos que han hecho con Toothless y Furry.
–¿Qué es esto? –comentó de repente Honey sacando a su hermano de sus pensamientos y preocupación.
Hiccup volvió su antorcha en dirección de su gemela para encontrarla examinando con detenimiento una de las paredes de roca de la caverna. Cuando el muchacho se aproximó pudo contemplar bajo la luz de su antorcha que había una marca tallada en la piedra que le parecía sumamente familiar.
Era el mismo símbolo de la "S" como una serpiente pero con la protuberancia en la cabeza que asemejaba una corona, que estaba forjada en la llave del tesoro de Hamish II.
Hiccup de inmediato sacó la llave de su bolsillo y contempló la exactitud de las mismas, en lo que Honey le señalaba una cuenca en la pared debajo de la marca, de la misma forma y tamaño de la llave que su hermano llevaba en manos.
La pared era en realidad una puerta.
Hola de nuevo.
Sí, lo sé. Me atrasé con la salida del capítulo, pero fue un problema general que afectó todas mis historias. Pero espero ya ponerme al corriente esta semana, aunque no quiero prometer nada.
Saludos.
