Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

… y te sacarán los ojos (parte 8)

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Astrid esperaba que el mayor reto al entrar encubierta a la isla outcast era convencer a Alvin y el resto de los bandidos que ella era Heather, pero pronto descubrió que lo realmente difícil sería conseguir la oportunidad de buscar a Hiccup y Honey donde sea que los tuvieran cautivos. Al parecer Heather no era una persona de confianza que se dejara deambular por su cuenta en la isla, sin olvidar el hecho de que ella lograra escapar después de ser descubierta por los Hooligans resultaba ser tan sorprendente.

–Debes de tener más trucos bajo la manga, niña – comentó Alvin con claro escepticismo en su voz, mientras que él, Savage y varios de sus hombres más greñudos e intimidantes la escoltaron hasta la sala principal de la isla –, librarte después de que te capturaron de esa manera.

–¿Acaso dudaba de mí? –se burló Astrid con altanería llevándose una mano a la cintura una vez entraron a la habitación.

–No estaba dispuesto a apostar a tu favor–le aseguró el bandido entregándole a la joven un tarro lleno de hidromiel de entre los que había servidos en la mesa central del cuarto.

–Que falta de fe –se quejo la joven tomando la bebida pero sin la intención de no darle sorbo alguno –. Bueno, al menos yo cumplí con mi parte…

–Ya sé, ya sé... –dijo Alvin llevándose su propio tarro a los labios. Bebió a borbotones manchando su enmarañada y sucia barba –. Ahora esperas que yo cumpla con mi palabra ¿verdad? ¿Qué clase de bandido crees que estás tratando?

Savage y el resto de los outcast en la sala soltaron unas carcajadas roncas ante la burla.

–No me importa, Alvin –sentenció Astrid golpeado la mesa con su tarro, esparciendo su contenido sobre la superficie de madera. Un grande y gordo cuervo posado en la única ventana de la sala, graznó en desaprobación –. Yo cumplí, tienes el libro y a los gemelos Haddock.

–Pero aún no tengo mi ejército de dragones.

–Ese no es mi problema.

–Claro que sí –la contradijo Alvin en lo que lanzaba unos restos de comida sobre su hombro al ave que estaba en la ventana, pero sin apartar la mirada de la joven delante de él –. Ya que técnicamente mi venganza sobre Berk y el resto del archipiélago recaía en tu éxito. Así que mi querida niña, no estoy listo de terminar nuestros negocios juntos hasta que obtenga lo que deseo.

Astrid lo fulminó con la mirada, a lo que el bandido respondió con una sonrisa cínica. Podía escuchar como el resto de los bandidos mascullaban burlas en son a su persona. La joven disfrazada se frustró al ver que su plan estaba resultado muy difícil en llevar a cabo. Había subestimado su suerte y/o a Alvin, pero tenía que actuar rápido, debía ganarse su confianza antes de que perdiera su oportunidad.

Sin más alternativa, Astrid extendió la mano en dirección del jefe de los bandidos.

–¿Qué? ¿Quieres una limosna? –se burló Alvin obteniendo unas carcajadas por parte de sus seguidores.

–No –tajo ella con determinación –. Dame el libro de los dragones.

–¿Por qué debería hacer eso?

–Porque te mostrare como se usa para entrenar a los dragones.

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La chica esperaba que con una simple demostración fuera suficiente para aclarar las dudas de Alvin, pero nuevamente subestimó la pericia del bandido, que nada lento ni perezoso la encerró en una arena de batalla con un dragón salvaje, como requisito para entregarle la guía de los dragones. Astrid cruzó los dedos que la bestia que le tocara domar frente a los outcast fuera un deadly naddder, que para su mala suerte resultó ser un joven nightmare anaranjado pero de buen tamaño.

–Fantástico –dijo Astrid para sí al ver la bestia escamosa prender en llamas su cuerpo ante lo alaridos y burlas de los outcast que contemplaban el encuentro de otro lado de la reja. Rápidamente, Astrid ojeó el libro en búsqueda de los consejos para lidiar con los nightmares, encontrándose solo con terribles garabatos –. Estúpido Snotlout y su pésima ortografía –maldijo entre dientes.

–¡Sí vas hacer algo muchacha, más te vale hacerlo pronto, antes que te conviertas en plasta de nightmare! –se burló Savage ganándose un par de carcajadas de sus colegas bandidos.

Por unos breves segundos, aquella situación le recordó a Astrid la época en que entrenaban en la arena de Berk para matar dragones, a como los gritos y burlas de los espectadores aumentaba. Curiosamente, en ambas situaciones su vida estaba en riesgo y las esperanzas de su gente puestas en ella.

–Maldita seas –gruñó la chica perdiendo la paciencia y lanzándose decidida contra el dragón.

Al parecer su acción desesperada tomó desprevenido al joven nightmare que demoró un instante de responder a su arrebato con alguna mordida, lo que le dio la oportunidad justa a la chica disforzada de evitar los dientes del dragón, tomarlo de los cuernos (la única parte de su cuerpo que no estaba en llamas) y torcer su cuello justo como había visto a Snotlout hacer un millón de veces con Hookfang.

Con un estrepitoso quejido de los músculos y huesos del cuello, el nightmare se desplomó en el suelo en una bola de humo ante la repentina extinción de sus llamaradas. Para sorpresa de todos los presentes que enmudecieron de inmediato, el dragón comenzó a producir un sonido gutural similar al ronroneo de un gato.

–Ja, no fue tan difícil –soltó Astrid satisfecha contemplando a la gran masa de músculos y escamas relajadas en que se había convertido el fiero dragón.

Los outcast fuera de la reja quedaron sorprendidos, algunos mudos y otros murmurando incapaces de creer lo que acaba de suceder. Savage que había estado disfrutando burlándose a expensa de la joven, se volvió en dirección de Alvin buscando alguna explicación a lo que había sucedido.

–Traigan a los prisioneros de las celdas aisladas –ordenó Alvin con voz seca y sin apartar la vista de la chica dentro de la arena.

Savage dudo por un instante antes de salir corriendo a acatar la orden de su líder.

–Impresionante, Heather –la felicitó Alvin con unos aplausos –. Parece que el tiempo que estuviste con los jinetes no lo desperdiciaste después de todo.

–No has dejado de subestimarme, Alvin –respondió la chica en lo que el bandido se aproximaba a ella –. Creí que ya lo habías aprendido.

–Soy un viejo y terco vikingo, eso es difícil para mí.

–Déjame enseñarte –dijo Astrid con una sonrisa traicionera y con una leve palmada en la frente del nigthmare a sus pies, el dragón adormilado despertó, alzando su masiva cabeza y cargando a la joven disfrazada sobre su cuello –. ¡Ahora, una llamarada! –le ordenó ella a lo que la bestia acató de inmediato soltando una viscosa bocanada de fuego en contra de los outcasts.

–¡Hija de…!

Los bandidos no perdieron un instante para lanzarse en todas direcciones en busca de cobertura. Solo Alvin continuaba impasible como si nada estuviera sucediendo a su alrededor.

–¡No tan rápido, niña! –se burló el líder de los outcast con una mano en la cintura y con la otra haciendo señas a unos de sus hombres –. ¡No querrás quemar a tus padres!

Con tales palabras, Savage salió de entre las entrañas de la isla, empujando con la punta de su espada, a dos adultos, un hombre y un mujer, maniatados y amordazados.

–¿Qué? –masculló Astrid para sí misma sin poder creerlo –. ¿Heather no mentía?

–¡Así que baja del maldito dragón ahora mismo o si no cumpliré con mi palabra y degollare ahora a tus padres!

Los cautivos comenzaron a sacudirse y gemir como exhortación a la joven que pensaban que era su hija, una advertencia muda tal vez para que se salvara a sí misma y los abandonara, un último sacrificio de amor por parte de ellos.

Sí desde el principio, Astrid se había sentido atrapada en una encrucijada, en ese momento fue peor que nunca. Por un lado estaba las vidas de Hiccup y Honey, la suya propia, y por el otra lado la de dos inocentes, lo padres de Heather. Cualquiera fuera la decisión que tomara, estaba condenando a alguien.

Habías sido ingenua, la chica estaba segura de ello. Su plan ahora simplemente parecía un plan infantil e ilusorio ante la cruda realidad que manipulada por Alvin.

Aún así, Astrid tuvo el tiempo para compadecerse (aunque fuera solo por un segundo) de la pobre de Heather. Si ella hubiera estado en la misma situación y fuera sus padres los cautivos, probablemente hubiera considerado actuar tal cual como lo había hecho la morena.

Derrotada por el momento y superada por las circunstancias, la joven disfrazada calmó al dragón bajo de ella, que inmediatamente dejo de lanzar llamaradas a diestra y siniestra.

–Eso es –comentó Alvin satisfecho –. Ahora dame el libro y todos tranquilos.

–No lo creo –dijo Astrid abrazando la guía de los dragones contra su pecho –, no confió en ti.

–Creo que ahí estamos iguales, ya que yo tampoco confió en ti, niña –admitió el bandido dando un paso hacia adelante –. Porque tú no eres quien dices ser. Eh… Astrid Hofferson.

Astrid apretó los dientes, en los que los padres de Heather contemplaban incrédulos a la chica y Savage fruncía el seño totalmente perdido.

Nunca tuvo oportunidad de engañar a Alvin… ni la más mínima.

–No me iré de aquí sin Hiccup y Honey –gruñó Astrid haciendo lo posible de ganar más tiempo.

–Y tú estás loca si te dejaré marcharte con ellos y el libro.

–Entonces quemaré tu isla desde la raíz –agregó la chica frotando la nariz del nightmare que exhaló una bola de humo.

–Yo estos dispuesto a sacrificarlo todo, muchacha. ¿Qué tal tú?

Alvin alzó su mano derecha dando otra señal, a la que sus hombres obedecieron levantando sus arcos y flechas en dirección del dragón anaranjado y la chica sobre él. Savage por su parte llevó la hoja de su espada al cuello del padre de Heather, en lo que una sonrisa malvada se dibujaba en sus secos labios.

–Creo que estamos en lo que llaman una encrucijada ¿o no? –se burló Alvin claramente disfrutando el momento.

Astrid volvió a rechinar los dientes.

–¿Crees que no lo haré? –le aseguró al bandido comenzando a desesperarse.

–Eres una Hofferson, lo suficientemente terca y estúpida para hacerlo –la señaló Alvin con una gran sonrisa de dientes chuecos –. Pero tal vez podamos llegar a un acuerdo – agregó –. Un combate, tú y yo… el que dejamos pendiente en Berk.

–¿Por qué querías eso?

Era una buena pregunta. Alvin tenía la ventaja y el control de la situación.

–Llámame un nostálgico chapado a la antigua que no puede vivir sin terminar un antiguo combate.

–¿Sí yo gano dejaras ir a todos?

–Sí, pero si pierdes tú te le unirás a ellos en sus celdas sin oponer resistencia.

Era una trampa, Astrid estaba segura de ello. Pero ¿qué opciones le quedaban? Tenía que ganar más tiempo aún y encontrar una manera de enviarle una señal a la armada de Berk que se encontraba en el mar, listo para atacar.

–¿Por qué debería confiar que cumplirás con tu palabra? –le preguntó la chica a pesar de ya conocer la respuesta.

–Si yo fuera tú no lo haría, pero no tienes más opción ¿o sí?

Astrid volvió rechinar sus dientes aún con más fuerzas. Alvin estaba a la delantera en todo… ella estaba perdida y definitivamente loca por lo que estaba por hacer.

Sin más opciones la chica bajo del cuello del dragón y dejo a sus garras el libro sobre los dragones.

–No tengo un arma –objetó Astrid dando un paso en dirección de Alvin.

El líder de los outcast parecía muy satisfecho consigo mismo, y con un solo movimiento de su cabeza, le ordenó a uno de su hombre que lanzara un hacha en dirección de la chica. La filosa y pesada arma quedó incrustada en el suelo de roca a los pies de ella.

Astrid la tomó, extrañando al tacto la suya propia.

–Yo solo usare esto –dijo Alvin desempuñado de su grueso cinturón una reluciente daga de obsidiana –. ¿La recuerdas? ¿Verdad? –le preguntó a la chica luciéndola a contraluz –. Creo que es parte de nuestra historia ¿no lo crees?

–Cállate y pelea viejo –soltó Astrid poniéndose en posición.

El bandido soltó una última carcajada antes de preparase para el combate.


Hola de nuevo.

Aquí les traigo el ultimo capitulo del año, espero que lo disfruten.

Que tengan felices fiestas y nos vemos 2021.

Abrazos.