Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Letras peligrosas (Pt. 13)

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En el oscuro y húmedo sótano del hogar de la familia Haddock, Honey había esquivado los postes de cimientos y vigas que sostenían su casa, para alcanzar un viejo cofre de madera que yacía olvidado en la esquina de aquel lugar. En este, la joven pecosa buscó la respuestas a las dudas que permanecían en su mente desde su regresó de la isla Meathead.

Su viaje a la biblioteca de aquella isla había resultado ser de lo más improductivo posible. Aunque después de todo, habían logrado su objetivo y adquirido una nueva copia del manual de dragones. Pero la experiencia de haber conocido al viejo y peludo bibliotecario guardián de los libros, dejo mucho que desear en aquella experiencia.

El anciano cascarrabias no solo se había desquiciado por el comportamiento de Honey; cuando descubrió que el padre de esta y Gobber habían entado a la biblioteca sin permiso, fue cuando realmente perdió la cabeza. Ni siquiera Pumpkin pudo calmar sus rabietas infantiles y ridículas.

–¡Largo! ¡Fuera! ¡Fuera todos, en el nombre de Odín! –vociferó el viejo furioso pataleando contra el piso y con sus ojos casi saltando de sus orbitas.

Al final, Stoick aceptó a regañadientes que había obrado mal en ir a la biblioteca sin permiso, en especial cuando era claro que Honey no corría el menor peligro. Pero no aceptó marcharse hasta que el viejo bibliotecario le entregara a su hija el libro que había ido a buscar.

–¡Ten de una vez odiosa criatura! ¡Y líbrame de molesta presencia! –gruñó el anciano prácticamente lanzándoles el manual de dragones a Honey.

Sí el desagradable anciano hubiera terminado su discurso de antipatía con aquellas palabras, tal vez no habría sido tan molesto para la chica, por desgracia el viejo continuó escupiendo su veneno y le aseguró a Honey que nunca se convertiría en una verdadera vala, y ningún anciano del archipiélago apoyaría su posición.

Para cualquier joven con esperanzas y sueños, aquellas palabras pronunciadas con tanto odio, habrían causado un caos en las seguridades de tal persona. Pero la gemela pecosa era diferente; ella había crecido siendo rechazada por su pueblo como para que esas palabras le afectaran.

Aun así, durante el viaje de regreso a Berk, Stoick y Gobber actuaron como un par de atolondrados al mal entender su seriedad como decepción. Ambos viejos vikingos usaron los viejos discursos motivadores y algunas palabras de aliento desconcertantes en un intento infructuoso de levantar su ánimo.

Pero Honey no necesitaba que levantaran su ánimo… ella requería respuestas.

Poco a poco, la joven pecosa fue sacando los viejos tesoros de su abuelo de aquel cofre, entre ellos los libros prohibidos que ella y Hiccup solían leer a escondidas.

En lo que releía las portadas en búsqueda de uno en particular, no podía evitar escuchar la voz de aquel viejo cascarrabias retumbar en el fondo de su mente, recordándoles sus sucias acusaciones sobre el viejo Wrinkly.

Vaya que ese viejo bibliotecario era una maravilla, incluso hacía que Honey extrañara al desgraciado de Mildew.

Ya al final del cofre, la chica pudo encontrar lo que temían, un viejo libro que nunca le había prestado atención por el titulo poco interesante que poseía:

El común y corriente manual de trovador empedernido.

Con el libro de pastas viejas y despintadas en sus manos, Honey no pudo evitar sentir como se le retorcía el estomago. Groucher tenía razón, su abuelo había robado ese libro…

Negándose a aceptarlo tan fácilmente, la chica ojeó el libro con la esperanza que la canción que se mantenía gravada en lo más profundo de su memoria no estuviera ahí, y que la presencia de ese libro en la colección de su abuelo era una simple casualidad.

Por desgracia estaba nuevamente equivocada, porque justo a la mitad del libro, como si fuera un irónico cliché, estaba la letra de la canción "Donde pertenecemos". La última pisca de rebeldía abandonó el pequeño cuerpo de Honey; no había duda, su abuelo había robado esos libros de la biblioteca Meathead.

Debió sospecharlo ante la etiqueta en la contraportada, que remarcaba al libro en palabras textuales como "Propiedad de la biblioteca Meathead"

–Me cago en Thor –masculló con frustración la chica.

Honey se sintió desairada, sin poder creer que un maldito desalmado como el viejo bibliotecario peludo tuviera razón. Casi podía oír su risa ronca retumbar en su oído, así como por días había escuchado la de Alvin después de su secuestro. Había sido días intolerables donde la mente de la chica había sido su peor enemiga al traer esos recuerdos a su mente una y otra vez.

–No –soltó ella tajantemente. Estaba harta de sucumbir ante las palabras e insultos de otros. Sí, tal vez si estaban a basadas en acusaciones ciertas, como los actos de su padre en la isla de los Hysterics y su abuelo en la biblioteca. Pero tanto Alvin como Groucher habían aprovechado de esas dos situaciones para hacerla sufrir.

Sí, su padre había obrado mal con Hotshot pero estaba arrepentido de sus actos, y de el viejo Wrinkly, nunca sabría realmente porque robó los libros, si fue por diversión o porque simplemente quería tenerlos. Por años ella y Hiccup había leído esos libros prohibidos en secreto, como tal vez su abuelo lo hizo por igual. En su posición, Honey estaba segura que hubiera hecho lo mismo, especialmente ahora que conocía al antipático bibliotecario.

Y sobre su negativa de que la chica se convirtiera en vala, la tenía sin cuidado. El viejo no era todo el archipiélago; además Gothi no lo había conseguido en su tiempo y era una de las ancianas más respetadas del Wilderwest. Honey no le temía al fracaso.

Así que, al Hel con Groucher y Alvin, y sus palabras llenas de odio. Ella no permitiría nunca más que dos sujetos que volvieron sus vidas en un inferno, conviertan la suya en una igual. Había ocurrido en el pasado con el desprecio de su gente y sobrevivió a ello.

La joven le dio un último vistazo a las páginas desplegadas frente a ella y se percató de un pequeño pie de página que acompañaba a la letra de la canción: "referencia a los doce poemas de Thor"

Honey no estaba segura, pero sentía que no era la primera vez que escuchaba tales poemas.

Ya sin más interés en los motivos del pasado, la chica apretó el libro contra su pecho, guardó el resto en el cofre y se dispuso a salir del sótano en búsqueda de su hermano gemelo.

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Justamente, el gemelo pecoso se encontraba en la seguridad de su habitación apreciando el nuevo tesoro en sus manos. El libro escrito por Hiccup Haddock II, tal vez arruinado por el paso del tiempo, pero definitivamente una pista más sobre la identidad de aquel individuo con el que compartía nombre.

En cierta forma, Hiccup se sentía conectado con aquel vikingo del pasado y al descubrir más cosas sobre él, lo hacían sentir que aprendía más sobre sí mismo.

–¿Qué haces? –la voz repentina de su hermana lo sacó de sus pensamientos de golpe. El chico soltó un alarido que alertó ambos dragones que descansaban plácidamente en el suelo de la habitación.

–Honey… –dijo él, una vez que recuperó el aliento después de gritar a todo pulmón –. ¿Cuántas veces te he dicho que no aparezcas de la nada? –agregó llevando su mano sobre su pecho, donde su corazón latía a mil por minuto.

–¿Qué pasa? –en cambio respondió su hermana con una sonrisa picara en su labios, que ella no había lucido desde hacía mucho tiempo –. ¿Acaso me ocultas algo?

Hiccup tragó saliva. En realidad había mucho que relatarle a Honey, desde la huida de su dragón y su recaptura, el viaje a la isla Meathead, su entrada en la biblioteca y la locura que experimentó en aquellos pasillos; incluso el libro que llevaba en sus brazos y que comenzaba a llamar la atención de Honey.

–¿No…? –musitó él nervioso sin saber realmente porque mentía. Honey no era de quien ocultarse, ella entendería lo que hizo y siempre había contado con su apoyo.

–Aja –soltó la otra sin creerle –. Entonces ¿Qué es lo que tienes ahí? ¿Qué ocultas? –dijo tratando de arrebatarle el libro en sus manos.

Hiccup podía preguntarle lo mismo, ya que ella por igual cargaba un libro en brazos. Pero nunca llegó a hacerlo, ya que su hermana lo atacó picoteando su abdomen con sus dedos. Uno de sus puntos débiles.

–Espera… no, Honey… ¡Esta bien! –chilló el chico pecoso como siempre –. Te diré que sucedió, pero de esto no se puede enterar papá ¿de acuerdo? –y al obtener respuesta afirmativa de su hermana explicó –: Mientras estaban en la biblioteca, nosotros…

–¡Hiccup!

La voz de su padre retumbó en la choza de madera que era su fiel hogar, haciendo justamente honor a al apodo del líder vikingo.

–Mi corazón no puede con tanto –comentó el chico apretando sus manos de nuevo contra su pecho.

El libro que llevaba en su manos cayó de bruces al suelo, y antes de que la peluda cabeza del padre de ambos se asomara por las escalera, Honey pateó el libro debajo de la cama sin dudarlo, mientras ellas escondía el suyo detrás de su espalda.

–Están juntos, qué bien –comentó Stoick feliz en lo que ambos chicos intentaban parecer inocentes –. Honey ¿Ya les has dado las buenas noticias?

–No he tenido tiempo de relatarle la tortura que fue ir a la biblioteca y que probablemente me provoque pesadillas durante días…

–Dije las buenas noticias, Honey.

Y antes de que la muchacha o padre agregaran algo más, Stoick reveló frente al gemelo pecoso el nuevo manual de dragones.

Hiccup no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios en lo que se volvió de nuevo a su progenitor, mientras sus ojos brillaban como esmeraldas. Su padre le devolvió la sonrisa, dándolo ánimos para preguntar:

–¿Podremos de nuevo volar con nuestros dragones? –dijo esperanzado.

Toothless y Furry alzaron sus cabezas con curiosidad al oír esas palabras.

–No –contestó Stoick cortando de tajo toda esperanza –. Pero conseguimos el manual que necesitabas. ¿No es lo que querías?

Había muchas cosas que Hiccup quería, y definitivamente el manual de dragones estaba en su lista. Pero, que su padre superara su paranoia, formaba parte de los primeros lugares.

–Oh. Gracias, papá –dijo el muchacho tratando de conservar su sonrisa –. Sabía que podía contar contigo.

–Ejem –Honey aclaró su garganta.

–Gracias ambos –agregó Hiccup –. Tener este libro es un consuelo ante nuestra desgraciada situación de desplazamiento –concluyó con sarcasmo.

–¡Qué bueno que te haga feliz! –aceptó Stoick airoso sin percatarse del sub-tono del comentario. Su vista pronto brincó de sus hijos a los dragones de estos, percatándose de algo en particular –. ¿Qué es lo que tiene Toothles en su hocico?

Ambos hermano se volvieron hacia el dragón de ébano justo a tiempo para verlo escupir un libro que había estado mordisqueando por horas. Hiccup lo contempló con horror mientras su mente divagaba en segundo en terribles escenarios de cómo su padre ataría cabos y descubriría su transgresión.

¿Qué terribles castigos les esperaban? Nunca volverían a volar libremente.

Honey tal vez no entendía aún la magnitud de la situación, pero conocía muy bien a su hermano para comprender que su expresión implicaba problemas.

–¡No, papá! –vociferó el gemelo en un intento de evitar que su padre olvidara el libro en el suelo –. Eso no es nada. Es solo algo que encontró por ahí…

El muchacho fracaso rotundamente. Stoick tomó aquel libro cubierto de babas en sus manos y ante la mira estupefacta de sus hijos comenzó a hojearlo. Su rostro cambio rotundamente en segundos, pero no justamente una que Hiccup se esperaba.

–¿Hiccup? –dijo el hombre claramente consternado blandiendo el libro sucio que Toothless había traído de la biblioteca– . Creo que tú y yo debemos charlar… a solas. De hombre de hombre.

El muchacho tardó unos segundos en procesar aquellas palabras, pero tan pronto se dio cuenta a lo que su padre se refería, hubiera preferido que su este descubriera su secreto.

Nunca en su vida, su rostro había sonrojado tan intensamente.

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Hola a todos.

Hemos terminado otra aventura y pronto les traeré la próxima. Debo remarcar que es mi intención evitar enfráscame en las mismas tramas de los capítulos de la serie. Qué quiero decir con eso? Que no deseo terminar escribiendo las historias que ya conocemos, por ello me enfocó en situaciones de los comics o de los libros para traer algo más nuevo a esta versión de HTTYD, y así será también con la siguiente aventura.

Espero que la disfruten.

Sin más que decir un

Abrazos.