Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

El gélido calvario de una doncella irascible (Parte 4)

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Hiccup Haddcok III había pasado por muchas cosas para sus cortos catorce años de edad; había enfrentado feroces bestias, peligrosos vikingos y poderosos enemigos, y con ello madurado hasta convertirse en astuto y valiente líder de la primera generación de jinetes de dragones de Berk. Pero nada de ello servía o lo había preparado para enfrentar la más estresante situación de su vida.

–¿Y el problema es…? –musitó el joven pecoso algo resignado, mientras cubría su mirada con su palma en un intento fútil de mantener la calma.

A su alrededor, se encontraba su robusto y refunfuñón primo Snotlout Jorgerson lanzando humo de sus orejas como lo haría un monstrous nigthmare de sus fosas nasales. Del otro extremo estaban los problemáticos y ruidosos gemelos Thorston disfrutando de las contracciones faciales que obtenían del chico moreno en un extraño y malicioso placer.

–¡¿Qué no lo ves?! –gritó Snotlout alzando sus brazos sobre su cabeza, mientras sus gritos retumbaron por toda la academia de dragones –. Y se supone que tú eres el listo del grupo.

–Snotlout…

–¡No, yo! ¡Tú!

–¡SNOTLOUT! –le gritó Hiccup perdiendo la paciencia. Resultaba un espectáculo único de ver, ya que los mismos dragones que descansaban juntos en un extremo de la arena, tomando los escasos rayos de sol en la época invernal, alzaron la vista con curiosidad.

Debido a la presencia de los mercaderes extranjeros del norte, había resultado una decisión unánime que sería mejor que los dragones de Berk permanecieran seguros resguardados dentro de la academia, lejos de la vista de los curiosos.

Solo los dragones semisalvajes que había sido recientemente adoptados por los jinetes continuaban en el exterior, pero ubicados a salvo, al otro lado de la isla.

–No puedes forzar a los gemelos que te acepten en su bunker –insistió Hiccup modulando su tono de voz.

–¡Pero es el fin del mundo!

–¡NO. ES. EL FIN DEL MUNDO!

–Solo del mundo conocido –interrumpió Tuffnut la batalla de gritos con una traviesa sonrisa.

–No estás ayudando, Tuff – soltó Hiccup rechinando los dientes.

–¿Quién dijo que queríamos ayudar? –soltó la hermana del rubio entre risitas.

Hiccup solo pudo fruncir el seño sabiendo de antemano que cualquier comentario suyo, terminaría en oídos sordos.

–Las luces Auvandil son más intensas cada noche –continuó Snotlout como si no hubiera sido interrumpido nunca –, eso quiere decir que flightmare está cada vez cerca. Debemos refugiarnos antes que nos devore más rápido que a Finn Hofferson.

–Eso no fue gracioso –lo regañó el gemelo pecoso –. Y más te vale no decir eso frente a Astrid si no quieres que te rompa de nuevo la nariz.

–Y el brazo… –agregó Ruff.

–Y el trasero… –dijo Tuff.

– Por favor –desaprobó el joven Jorgenson –. Solo digo la verdad.

– Y yo te doy una advertencia –insistió Hiccup.

–¡He estado haciendo lo mismo, maldita sea! ¡Por Thor! ¡El mundo va a terminar!

El mundo no iba a terminar. Era una realización aislada que circulaba entre rumores de los habitantes de Berk. Era un hecho del riesgo que implicaba el regreso de fligthmare, pero estaba lejos de ser la destrucción de Berk o el fin del mundo.

Incluso Honey había tenido que desmentir los rumores indicando que no había señales de peligro en las runas. Si realmente las había leído o no, era solo sospecha de Hiccup.

Pero eso no evitaba que los gemelos Thorston usarlo de excusa para realizar una fiesta del fin del mundo en un bunker preparados por ellos en la academia de dragones. Y no invitar a Snotlout a ella.

–El fightmare nunca ha sido una señal del ragnarok –tajo Hiccup alzando de nuevo la voz –, solo pasa por Berk una vez cada cierto tiempo.

–Y solo mata de miedo a todos a su paso –agregó la rubia con malicia.

–Ruff.

–Fin del mundo o no –dijo Tuff muy satisfecho consigo mismo –. Nosotros estamos preparados para la llegada del fightmare ¡con comida, música y mucho hidromiel! –agregó fervientemente en lo que arrastraba consigo una barrica de hidromiel a su susodicho bunker, y era seguido de cerca por Snotlout con sus consistentes quejas.

–¡Que no hay fin del mundo! –gritó de ultimo Hiccup completamente frustrado, pero sus gritos solo fueron atendidos por los dragones, que rápidamente lo ignoraron para regresar a su siesta de medio día.

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Había pasado la mayor parte del día cuando finalmente Astrid dejo la herrería y fue en busca de sus amigos y dragones, pero no podía evitar que las palabras pronunciadas por Fishlegs o Gobber rondaran por su cabeza.

Aunque le doliera admitirlo, era muy grande la posibilidad de que Fishlegs tuviera razón y que estuviera cayendo en el juego de Alvin al estar realmente considerando sus palabras. Pero ¿Cómo no hacerlo? Su padre había desaparecido por meses hasta que finalmente supieron de su fallecimiento? ¿Cómo ignorar la posibilidad de descubrir la verdad, cuando había sido un misterio que había consumido su vida… su familia… su futuro?

O tal vez sí lo estaba sobre analizando, y tenía que finalmente dejar a su padre ir y vivir su vida…

–Hey… ¿señorita?...

Era algo sencillo de decir que hacer.

– ¡Señorita! –una voz sacó a Astrid de sus profundo pensamientos. La rubia se volvió a sus lados para encontrarse a un hombre de grande tamaño, rubio, oculto como criminal detrás de una barrica que apena podía cubrir su cuerpo.

–¡¿A quién llamas señorita?! –le espetó la chica con frustración llevando sus manos a su cintura. Aquel desconocido no le parecía familiar, sin ninguna duda debía ser uno de los mercaderes del norte que tenía prohibido deambular por la aldea.

–Discúlpame… –dijo rápidamente el hombre alarmado ante como Astrid elevaba la voz y llamaba la atención de los demás hooligans – no sabía que estaba ante una verdadera escudera vikinga –agregó tan descaradamente el alago que no pasó desapercibido por la joven rubia.

–¿Qué quiere? –dijo ésta con desdén.

–Soy tan solo un comerciante con la necesidad de que compren sus productos –dijo el desconocido con una sonrisa burlona –. Mira nada más estás pieles que tengo conmigo –continuó mostrando su mercancía, esponjosas pieles de animales en diferentes colores –. ¿No le interesa comprar una?

De mala gana, Astrid tomó una de las piles que le ofrecía el desconocido, una larga, esponjosa y suave al tacto, que le había pertenecido probablemente un oso. Era buena mercancía, pero aún así la chica desconfiaba.

–¿Qué realmente quiere?

La sonrisa del comerciante se volvió rápidamente maliciosa.

–Se escuchan rumores… –comentó él en susurró.

–¿Rumores?

–Sobre esta isla… –continuó el hombre murmurando mientras se aproximaba lentamente a Astrid – que aquí en Berk… hay jinetes que cabalgan dragones… –con esas últimas palabras alcanzó a la chica, sujetándola del brazo sorpresivamente.

La rubia reaccionó de inmediato, su entrenamiento de escudera la había preparado para ello. Tomó la muñeca del hombre y de una sola retorcida lo obligó a liberar su brazo; acto seguido, giró el brazo del desconocido obligándolo a plantar su rodilla en el suelo, en lo que soltaba un gemido de dolor.

–¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres?! –le bramó Astrid furiosa.

Pero antes de que el sujeto respondiera a sus preguntas, se escuchó:

–¡Hey! ¡Tú!

Tanto Astrid como lo desconocido se volvieron hacia aquel llamado y se encontraron con la Lydia y varios miembros de la guardia de Berk. Ante su llegada, el mercader se liberó de un tirón del agarre de Astrid y comenzó una rápida huida, seguido de cerca por la guardia.

Su carrera fue tan sorpresiva, que dejo detrás de sí la piel de oso en manos de Astrid.

–Ese tipejo – lo maldijo Lydia deteniendo junto a la rubia –. Ya es la sexta vez que lo sacamos de la aldea y siempre regresa. ¿Qué te dijo? –le preguntó a la chica mientras de secaba el sudor de su frente.

–Nada bueno –fue lo único que respondió la chica –. Algo se trae entre manos –agregó en lo contemplaba la dirección en la que huyó el desconocido.

–Por cierto, Astrid –la llamó Lydia cambiando de tema –, hace poco llegó otro bote con comerciantes del norte y viajeros.

–¿Y eso que tiene que ver conmigo? –dijo ella de mala gana, pero pronto se dio cuenta que la escudera no era merecedora de su irritación por lo que pronto cambio su semblante.

–Entre ellos creo que hay alguien que tu guastara conocer –explicó Lydia ignorando el arrebato de la joven.

–Lo dudo, todos los viajeros son un problema.

–Ni siquiera uno que trae noticias de tu primo.


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Hola todos

Espero que disfruten el capítulo.

Apenas alcance a sacarlo al tiempo como tenía planeado, pero tengo que admitir que es un poco complicado, con tantos elementos que quiero tomar en cuenta desde la serie, los comics, los libros y por supuesto, mis propias ideas. Espero estarlo haciendo bien.

Un abracin.