Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.
No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
DRAGONS: A Twins Story
El gélido calvario de una doncella irascible (Parte 5)
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Por suerte, la distancia entre el centro de la aldea y el gran salón era no era tan largo como para sembrar ansias terribles en Astrid. ¿Alguien que conocía a Ansred? Podría se cualquier persona ¿Qué tendría que decir sobre él? ¿Estaba bien o mal? ¿En problemas o mandaba saludos? ¿Traía consigo buenas o malas noticas? Las opciones eran infinitas, pero el tiempo era escaso como para pensar en cada una de ellas.
–¿El gran salón? –preguntó Astrid tratando de distraer su mente en otros hechos –. ¿No se supone que los visitantes deben permanecer en muelle?
–Así es –le contestó Lydia mientras lidereaba la marcha por la escarpada escalinata a su destino –. Pero con el flightmare cada vez más cerca, se les ha permitido algunos refugiarse en el gran salón, especialmente aquellos cuyos barcos no están reforzados para sobrevivir el ataque de un dragón –continuó la guerrera con calma –. Lo permitió el jefe con la condición de no dejar el gran salón por ninguna razón hasta que el peligro haya pasado.
–¿Ninguna? –soltó la rubia.
–Ninguna –señaló Lydia tajantemente –. Ni siquiera por a la fiesta de los Thorston.
Astrid no pudo evitar alzar la vista y comprobar por sí misma que en la cima de la escalinata y entrada al salón, varios de los guerreros de la guardia permanecían vigilantes junto a las dos grandes puertas de roble.
–Y esta persona… –continuó la chica una vez que subió los últimos escalones para alcanzar a Lydia –. ¿Es uno de los comerciantes?
–No –dijo ella con una sonrisa y negando con la cabeza –, pero sí vino en uno de los barcos.
–Por Odín –mustió la chica rubia frustrada cruzando sus brazos sobre su pecho –, no puedes decirme de quien se trata.
Lydia sonrió de oreja a oreja antes de abrir la puerta del gran salón para la joven escudera.
–Es mejor que la conozcas en persona –respondió ella –. No te arrepentirás.
Astrid tenía sus dudas.
Aun así, la chica entró en el salón. Sus ojos se tardaron a que se acostumbrarán a la luz, pero cuando lo hicieron, no se topó con nada sorprendente o fuera de lo ordinario en tal lugar. Efectivamente, estaba llenó de gente, principalmente visitantes y viajeros que habían buscado refugio en las gruesas paredes de roca del salón; así como algunos hooligans cuyos temores por el flightmare los llevaron también a buscar protección.
No era hora de algún festín, pero la gente celebraba con báricas de hidromiel y grandes tazones. Clásico comportamiento vikingo, aprovechar cualquier oportunidad para beber hasta la inconciencia. Se celebra una boda, hay que beber; un funeral, hay que beber; es el fin de mundo, mayor razón para beber.
El alcohol en la sangre siempre había sido una estupenda forma de enfrentar las situaciones difíciles. No era sorpresa para Astrid encontrarse a las personas bebiendo y riendo como si la muerte no estuviera del otro lado de la puerta.
Pronto la vista de Astrid captó al fondo un grupo de hooligans riendo a carcajadas ante algún interlocutor que estaba aún fuera de su mirada.
–¡Barbara! –bramó de repente Lydia a un lado de Astrid, provocándole un leve respingo que pronto disimuló.
Ante su llamado, el grupo de vikingos comenzó a dispersarse dejando a la vista una joven mujer. A la que Lydia había llamado Barbara resultó ser una chica alta, de hombros anchos para la batalla, cintura femenina y cadera anchas para tener hijos. Su cabellera era negra como el plumaje de un cuervo, pero brillante como la noche. Estaba trenzado en un intricado patrón, dándole un aspecto único y practicidad. Sus ropas concordaban con el de una escudera, pero su piel rosada por el sol indicaba que había estado mucho tiempo en alta mar.
De su hombro izquierdo sobresalía una el mango de una espada y una daga relucía peligrosamente en su cintura, listas para cualquier aventura. Pero lo más curioso que llevaba consigo, era un gato tan negro como el cabello de la mujer, quien se perdía fácilmente en sus rizos al permanecer posado en su hombro como si fuera un ave de rapiña.
La mujer se alzó toda su altura que no sobresalía de los hombres a sus alrededores, pero su postura y leguaje corporal denotaba su posición y valía.
Se veía genial.
Lydia tuvo que darle a Astrid un empujoncito para acercarla, ante el embelesamiento que la aturdió por unos segundos.
–Es ella a quien queríamos que conocieras –dijo Lydia posando su puño en el hombro de Astrid.
–¡Hey! –los saludos la viajera con un voz firme y potente.
–Hey, yo soy…
–No necesitas decirme tu nombre –la detuvo Barbara alzando su mano –, que tu descripción es perfecta. Eres Astrid Hofferson.
–¿Quién te ha habado de mí?
–Tu maldito primo Ansred –lo dijo Barbara con una sonrisa cómplice que dejo claro que su insulto era más un cumplido.
–Entonces no ha dicho nada bueno –comentó la chica animada por la actitud jovial de Barbara.
Sus palabras fueron bien recibidas por ella y los vikingos a su alrededor. Todos rieron juntos haciendo sentir inmediatamente a Astrid como alguien parte del grupo de adultos… de los guerreros.
–Date algo de mérito, quieres –comentó la viajera descansando su mano en su cintura –. Ansred tiene un repertorio de buenas historias, muchas de ti.
–Como todo buen vikingo –soltó uno de los hombres a su alrededor, levantando su tarro en brindis. Todos aceptaron alzando sus copas por igual.
–Ah… –musitó Astrid –. ¿Cómo cuáles?
Barbara le sonrió con complicidad. Definitivamente Lydia tuvo razón.
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Arngrim Dammen, había logrado escabullirse de la guardia de Berk dándoles la falsa impresión de haber vuelto al puerto con los demás comerciantes. Pero astutamente había conseguido llegar al lado oeste del pueblo sin ser visto.
Con una sonrisa maliciosa en sus labios, continuó su camino ocultándose en los callejones olvidados entre las casas, examinado sus alrededores en busca de una prueba sobre los curiosos rumore que había escuchado sobre Berk.
Su recorrido lo condujo a puente que conectaba la parte principal de la isla con la zona trasera del pueblo fuera de la vista de los visitantes, así como las cavernas y acantilados de Berk.
Arngrim era un comerciante muy especial y único, que solía buscar los tesoros, artículos y… las más únicas posesiones que pudiera vender a los mejores precios… precios a su conveniencia. Siempre estaba en búsqueda de nuevos tesoros de los que pudiera sacar el mayor veneficio. Y por lo que había escuchado de Berk, era el lugar justo para ello.
Cuando finalmente logro distinguir una construcción a la distancia, su corazón dio un vuelco dentro de su pecho y su sonrisa se alargó. Con sigilo, pero rapidez, alcanzó su objetivo para descubrir que era una enorme y redonda arena de combate.
Se aplastó contra la pared de piedra tratando de encontrar una entrada, pero solo escuchó los murmullos de las voces al otro lado.
Los muros altos y enrejados lo desanimaron un poco, pero él era un hombre habilidoso, por lo que pronto encontró una escalinata de madera que conducía a las gradas en la circunferencia de la arena. Subió por ellas sintiéndose como un niño en la mañana de snoggletog.
Y no pudo creer lo que vieron sus ojos una vez que alcanzó la orilla.
–Es el verdadero tesoro –musitó para sí en lo que una risita escapó de sus labios.
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Las horas pasaron más rápido que un nightfury surcando el cielo a máxima velocidad; la compañía de Barbara resultó increíble para Astrid justo como se lo había asegurado Lydia. La vikinga nómada había estado en muchas islas y visitado tribus por todo el archipiélago barbárico. Había luchado contra berserkers, bebido con uisithug, navegado con grims, alcanzado las tierras natales continentales y las costas ámbar, y su viaje la había llevado hasta el norte a las más islas remotas, convirtiéndose en su nuevo objetivo la chilblain y las tierras heladas del norte.
Barbara estaba llena de historias asombrosas que relatar, desde meterse en problemas con unos malhumorados morderus, pelear mano a mano contra piratas y engañar uno que otro bashem en alguna apuesta de taberna. Ante los ojos de Astrid, la joven viajera era asombrosa, valiente y aguerrida… alguien quien siempre se imaginó ser.
Pero a diferencia de ella, Astrid cargaba un peso muy grande sobre sus hombros que era la ruina de su familia. La precaria situación en que su encontraba su clan no le dejaba muchas opciones para aventurarse, a diferencia de su primo Ansred que tuvo mayor libertad de buscar la gloria en alta mar.
Y hablando de su descarriado primo, Barbara efectivamente tenía varias historias sobre él también:
–… y cuando volteó al otro lado, tratando de fingir indiferencia –dijo Barbara con una gran sonrisa y las mejillas sonrosadas por todo hidromiel que había bebido –, ahí estaba Ansred bebiéndose hasta el fondo la barrica favorita del líder histeric. Por los dioses, pude sentir como mi corazón se detuvo…
Soltó una carcajada mientras golpeaba con su puño la superficie de la mesa; el sacudir de la superficie levantó a Fearless, el gato tuerto de Barbara, de su profundo sueño. El animal le dirigió una mirada de pocos amigos con su único ojo amarillo a su dueña, antes de regresar a dormir.
–¿Y el líder histeric? –preguntó Astrid fascinada, compartiendo la alegría del momento.
–Rojo como nightmare y parecía que uno de sus ojos se iba salir de sus orbitas– soltó la joven morena haciendo morisquetas con su rostro –. Y Ansred seguía bebiendo como si no hubiera mañana.
–¿Qué sucedido después?
–¿Qué más? Lo sujeté del gaznate y salimos corriendo ahí como si no hubiera un mañana.
Ambas mujeres rieron sin parar. Sus risas retumbaron en el gran salón a pesar de que el resto de los refugiados había tomado una actitud más calmada y amena.
–Ese sin duda es Ansred –dijo Astrid apartándose una lagrima de felicidad de las pestañas.
Le resultó curiosa, hacía buen tiempo que Astrid no recordaba a su primo como era debido, dioses, incluso con el recuerdo constante de la muerte del padre de éste a garras de flightmare, no habían logrado traer consigo ni una vez a su mente el rostro de Ansred.
Era curioso, de pequeños pasaban todo el tiempo juntos. Ante la muerte de su padre, ambos se volvieron más cercanos aún, como verdaderos hermanos. Pero al morir su tío Finn, eso llevó a Ansred de emprender su viaje de madures tan pronto pudo y lanzarse al mar a la aventura, dejándola atrás y a su familia llena de desgracia.
En cierta forma, la rubia le guardaba cierta envidia y algo de reproche.
–¿Por qué no vino contigo? – le preguntó Astrid a Barbara al encontrar finalmente el momento para hacerlo. Era una duda existencial que la carcomía por dentro. ¿Acaso Ansred estaba avergonzado de ellos para regresar?
–Nos separamos ya hace semanas antes de que tomara el barco a chilblain –explicó Barbara dándole otro trago a su tarro –, el parece preferir alejarse del norte, pero yo no quería perderme para nada de ver el mar tan congelado que puedes caminar sobre él.
La mujer tomó otro trago mucho más largo ante el silencio de Astrid.
–Lástima que no pudimos llegar –agregó la viajera –. Se dice que sus carreras de trineos son demenciales.
–Me habría encantado verlo de nuevo –dijo la rubia sin poder evitar el tono desanimado en su voz –. Me refiero a Ansred –aclaró –. Nos hace tanta falta… me hace tanta falta.
Barbara le lanzó una mirada inquisitiva sobre su tarro, antes de agregar:
–Y estoy segura que él se siente igual, por como habla de importante que es dejar una huella para él, una marca de los Hofferson en el archipiélago, alzar su nombre. Es de lo que siempre habla.
Astrid se sorprendió mucho ante las palabras de Barbara, como una predicción de lo que ocurría en su cabeza. Sin duda Ansred le tenía mucha confianza para haberle comentado de su situación familiar; confirmado así más las sospechas que tuvo Astrid desde el principio de la conversación sobre la viajera y su primo. Sin duda, Barbara y Ansred eran o habían sido más que amigos.
–Los hombres suelen ser así –continuó la viajera –: necios en buscar con desesperación su marca de madures.
–Todos podemos tener nuestros motivos para querer obtenerla –espetó Astrid con altanería. Para ella, no era algo exclusivo de hombres.
–Pero una guerrera astuta sabe que esta llega sola por su cuenta –comentó Barbara de nuevo sorprendiendo a la joven escudera.
–¿Así fue para ti?
–Claro que sí –respondió ésta con una sonrisa –. Solo requerí salir a la aventura y ésta me indicó mi camino –agregó indicado la lejanía –. A veces cuando estas muy aferrado a tratar de obtener algo con tanta desesperación no te das cuenta, que la respuesta ha estado justo delante de ti todo el tiempo.
–Lo haces que suene tan sencillo.
–Por qué lo es. Astrid, no necesitas devanarte los sesos pensando en cómo solucionar todos los problemas de tu familiar; debes continuar adelante con la cabeza en alto, disfrutando de la vida y sola, la oportunidad que tanto has anhelado aparecerá delante de ti.
Astrid la miró con sorpresa, sintiéndose como si su alma quedara desnuda ante los ojos de Barbara. Pero la mujer morena no era una especie de adivina que hubiera tenido una visión de su futuro o leído las runas como Honey. La mujer hablaba por la experiencia... una similar a la de sufría Astrid.
–Un día simplemente llegara el momento que has anhelado y todo ajustara delante de ti –continuó Barbara con calma –. Cuando ese momento suceda, te darás cuenta que no es tan especial, por que sin duda ya habrás pasado por cosas maravillosas y más sorprendentes en el camino.
La rubia estaba sin palabras, sus ojos azules temblaron con la posibilidad de llenarse de lágrimas.
–Se lo que sucedió con el padre de Ansred y el tuyo –dijo Barbara –. Y lo lamento mucho, pero tu familia saldrá adelante ya que la oportunidad te llegue por sí sola –y con esas últimas palabras, Barbara se levantó de su asiento y le dio una palmadita en el hombro antes de marcharse con su gato negro en brazos, sin saber lo revuelto que había dejado la mente de la chica.
Barbara le aconsejaba paciencia… paciencia de esperar ese momento en que pudiera actuar. Pero Astrid ya había tenido paciencia toda su vida y nada de lo que había logrado hasta ese momento le había parecido suficiente.
Era la mejor guerrera de su generación y una de las mejores jinetes de dragones, se enfrentó a Alvin dos veces y vivió para contarlo. Que más se necesitaba para que reconocieran al clan Hofferson con la grandeza que merece.
Tal vez sí, Barbara tuviera razón y necesitaba esperar hasta llegar al final de ese camino para ver hacia atrás y sentir todos sus logros, pero ese momento parecía tan distante para ella que se sentía asfixiada por la forma en que vivía su familia, de cómo era la burla de otros.
No ayudó mucho en que ese momento, que, en la mesa continua, comenzaran a relatar en son de burla la desgracia de Finn "fearless" Hofferson.
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Hola todos
Espero que disfruten el capítulo.
Unas cuantas aclaraciones de los personajes que aparecen en este capítulo: Lydia es un personaje del videojuego Skyrim que agregué hace muchos capítulos atrás. Barbara "the barbarian" es un personaje de los libros y Arngrim pertenece a los comics oficiales de Titan de HTTYD. Y aunque no aparece, pero si se menciona, Ansred es de mi creación.
Espero que eso aclare las dudas.
Un abracin.
