Buenaaassss… mañana es 14 de febrero.

No tengo nada preparado "específicamente para esto" pero lo que si tengo es un montón de guarradas que no he publicado y una idea pendiente… y es hacer un fic con una serie de One-shots… la mayoría probablemente sean lemons y no serán de una pareja (Aunque seguiré escribiendo a mis 3 favoritos) en específico, incluso tal vez llegue a hacer un Michizuna en solitario, por lo cual recomiendo no esperar continuidad.

… empecemos con el primero, dedicado a Shiromichi… y feliz san Valentín.

Empezó en primero de secundaria.

Fue como un vergonzoso autodescubrimiento, como con Nazuna descubriendo que aun siendo una chica linda, tener una piel perfecta y una complexión delgada e ideal, podía tener acné.

Pero en su caso, este no podía ser resuelto con una fortuna en productos para la piel… pues, el centro de su "problema" era su cuerpo.

Solo para resumir, era insegura sobre su cuerpo ¿felices?

Justo como lo era el sector mayoritario de las chicas en Japón que no podían llenar un sostén.

Luego de que las obvias e injustas diferencias entre las otras chicas se hicieran notorias, Michiru conoció las implicaciones de la desnudez… y suponía que: los celos.

Un sentimiento embarazoso que creció con ella, envuelto en complejos, preferencias, interrogantes.

Sumado a que: a pesar de estar en buena forma, no tuvo un gran crecimiento como algunos ejemplos femeninos en su escuela.

"Como sea, un gran par de pechos solo me estorbarían en los partidos"

Al menos eso se decía para mantener la frente en alto y poder dormir en las noches.

Por ese motivo, no le gustaba que la vieran desnuda o ver a otra persona en el mismo supuesto, ni siquiera a otras chicas.

Bueno, la única excepción era su madre, la única que estaba segura, no la juzgaría bajo ningún concepto.

Vale aclarar, no estaba obsesionada, jamás, nunca…

No buscaba ocultarse del mundo de manera activa o tener un colapso por eso, ya había tenido que ir a los vestidores de mujeres en la escuela, aunque discreta y rápida, nunca se esforzó mas de lo necesario para esconder su cuerpo o evitar ver el de alguien mas.

Aunque…

"Ehhhh, Michiruuu ¿creciste una talla?" Nazuna la abrazo por la espalda mientras su top estaba ausente, luego empezó a subir por sus costados hasta tocar el inicio de cierto par.

"¡N-no molestes! ¡Me haces cosquillas!"

Nazuna no le daba esa opción, se aseguraba de fastidiarla y comprobar personal e invasivamente su crecimiento, convirtiéndola en un manojo de nervios en el proceso.

Suponía que de ahí venia parte de su complejo… bueno, una parte.

Nazuna no estaba lejos de su liga, pero aun así tenia un buen cuerpo y estaba segura de que la dejaría muy atrás en unos años.

El otro supuesto eran los varones.

Aun con una buena docena de amigos, le daba terror la idea de ser descubierta en una posición vulnerable por un chico o peor.

Ver a un hombre desnudo.

Era como si la vergüenza usual se pudiese multiplicar por diez, no lo entendía del todo… y tampoco quería averiguarlo muy pronto.

Saltando mucho mas en el tiempo.

Sonaba sorprendente el decir con tanta cohibides, que el primer cuerpo masculino que le provocaba tanta curiosidad como para olvidar esa fobia…

Fue el de Shirou.

Si lo comparaba con cualquier escuálido chico de su edad, habiendo visto aquella complexión optima solo cubierto con algunas vendas, el era… bueno.

Ya saben.

Y tuvo tiempo de sobra para apreciarlo.

Su implicación con el albino escaló bastante en los tres años que vivieron bajo el mismo techo, con Nazuna cada vez mas ocupada como para pasar el rato con ella, dejándola sin mas opciones que salir mas seguido con Shirou… y con sus propias hormonas cada vez mas descontroladas…

También Shirou había cambiado bastante, como si la tensa aura que emitía a sus alrededores se desvaneciera cuando ella estaba cerca.

Sin la actitud de pesado, siendo alguien tan interesante, inteligente y tan maduro, hacia su compañía bastante satisfactoria.

Un día, mientras lo acompañaba con una taza de café con leche para contrastar con su sofisticado café negro, mientras hablaban y se fastidiaban como si se tuviesen toda la confianza del mundo.

Empezó a pensar que, tal vez… una probada de su bien merecida juventud no haría daño.

Un par de semanas tras haberse decidido, intentó enviarle algunas señales…

Le salto en el estomago, montándose a horcajadas sobre su vientre mientras leía recostado en el sofá.

Le molesto la falta de sorpresa por su parte.

"Shirou, compre un nuevo desodorante ¿huele bien?" le pregunto avanzando unos centímetros sobre su torso.

"Huele a sandia…" Respondió simplón desde atrás de su periódico…

"…"

Señales que fueron desapercibidas con éxito.

Al final, intento ser un poco mas descarada, siguiendo consejos de las chicas que conocía en la ciudad y que habían tenido novio, todas coincidieron en algo.

"Se directa, les encanta sentir que son deseados"

Habiendo omitido que su objetivo era el hombre mas inflexible de la ciudad, llego a pensar que simplemente le diría que no sin dudarlo.

"Shirou… ¿quiere ser mi novio?"

La respuesta del mismo… fue dejar caer una montaña de hojas apiladas a mitad de camino a su escritorio… regándolas por todas partes.

Menuda fue la sorpresa cuando ese dudoso consejo le consiguió una relación austera.

Un par de tontas citas después, en un casual, pero incriminatorio rose de manos, llevo a un torpe, primerizo y brusco primer beso de su parte.

Shirou se espantó un poco cuando su lengua fue visitada por la suya, pero no se quejo o elaboró mas en eso.

Creyó que seguiría siendo como un paseo agradable por un tramo colorido de su vida.

De manera paciente hasta llegar hasta unos cómodos veinticinco, cuando su relación llegará a un punto solido antes de llegar a otro escalón importante.

Pero eso solo fue un momento de desestimación de sus hormonas o de lo mucho que tenia curiosidad en el cuerpo del mayor.

Semanas después del inicio de su noviazgo formal, una helada noche de octubre.

La primera vez que tuvo la mirada fija en el techo de su choza en la azotea, con una sabana delgada ya no tan blanca resguardando sus pechos desnudos.

Junto a ella, un durmiente e igualmente desnudo Shirou Ogami, mirando en dirección opuesta a la suya al dormir profundamente, dándole una buena vista de su masculina espalda.

En parte, se sentía como lo haría después de un partido en las regionales, agotada, sudada, pegajosa, con la necesidad urgente de un baño, junto con la adrenalina remanente que tendría después de bajar de una montaña rusa.

Lo decía en parte, porque no se sentiría tan jodidamente bien en el otro supuesto, tanto que un baño le daba igual ahora.

En ese solo momento, despeinada, con la vagina húmeda y con una sonrisa atónita en su boca… Michiru dejo de temerle a la desnudez.

Y era un cambio aterrador.

Del lado de Shirou…

Cuando la cabeza azul cumplió veintiuno.

Sumado a la incomodidad de los Horner por su nueva dinámica de ser encontrados en las peores situaciones en diferentes partes del edificio.

Sus amables anfitriones, tuvieron la brillante idea de sugerirles conseguir su propio departamento para tener mas privacidad.

El desalojo mas amable de la historia.

Tuvo sus dudas en el inicio, tentado a apelar a los Horner para que les tuviesen algo de paciencia… pero ya llevaba tanto con Michiru, que empezó a sopesar el que necesitaban un espacio para ellos.

Michiru arrastró su maleta por la puerta del nuevo lugar mientras Shirou traía algunas cajas.

Era grande, pero se sentía algo vacío.

Había una estufa, nevera, alacena, dos habitaciones con cama y guardarropa, un librero que Shirou ocuparía en nada, un juego sencillo de sala.

Era un lugar espacioso a apenas un par de manzanas de distancia a la cooperativa, no reparo en gastos sumado al favor de su aliada en la municipalidad para conseguir ocupar también la azotea del nuevo edificio, que fue coronado con un nuevo aro para baloncesto.

Todo lo que necesitaban para iniciar su nueva etapa… al menos por ese año.

A Michiru no le tomo mucho ponerse cómoda, demasiado…

"Shirou ¿quieres tu pastelito rojo?" Irrumpió en su espacio de lectura para preguntar casualmente.

Aquella media docena de postres con crema que compraron en un capricho en uno de sus primeros viajes por comestibles, con la cual Michiru termino con su parte en una sola merienda.

El había guardado los suyos para acompañar con su taza matutina de café, solo restando uno a dos días de haberlos comprado.

Pero no pudo responder de inmediato a la obvia intención de coaccionarlo para despojarlo de la propiedad del ultimo pastelito.

Pues su vista paso de sus ojos rosa y azul, a su camiseta blanca holgada que ostentaba como pijama sin bra, el par de tallas de sostén que Michiru había subido se notaban en contraste a cuando la conoció.

Luego cayo en la mitad baja de la chica que solo era cubierta por el largo de la camisa, vislumbrando un destello de unas simples bragas azules, dejando al descubierto una amplia extensión de piernas desnudas y tersas.

Devolvió su vista arriba a la fuerza, encontrándose descubierto en su breve observación.

Michiru no dudo en inculparlo con esa cara presumida, siendo totalmente consiente de que no le había dejado otra opción.

"Tómalo" Como si la consintiera, cedió ante su chantaje silencioso fingiendo desinterés.

"¡gracias~!" Se había vuelto tan mimosa cuando quería algo de él.

… Le dedico unos segundos a ver su trasero mientras salía.

"¿… no quieres ponerte tus shorts?" Le hizo una pregunta deliberadamente invasiva para detenerla en el marco de la habitación, solo para hacerla un poco autoconsciente, pero aun así no pudo evitar sonar tímido.

"… Hace calor~" Le respondió simplista con una sonrisa encantadora antes de partir en busca de su bocadillo.

*Suspiro*

No era que no supiera apreciar esos momentos de inadvertida despreocupación, era un espectáculo que podía estimularlo en solo un segundo.

Y ese era el problema, estaba jugando con su autocontrol como su fuese un globo con agua a punto de reventar.

Y realmente se esforzaba en ello.

Subirse sobre él a la hora de dormir, meterse a la ducha con él, hacerle cosquillas o besarle la nuca cuando bajaba la guardia…

Se lo estaba comiendo vivo.

Cuando la esponjosa cola azul volvió a la sala con el usurpado postre, esta se sentó sobre sus piernas de manera horizontal en un espacio mínimo en su reclinable, ignorando el puff que había adquirido en el mercado de pulgas de la ciudad y que estaba destinado para ella.

Su reacción fue enervarse al sentir el tren de aterrizaje de la chica acoplarse a su regazo, una sensación familiar amenazo con causar problemas.

Michiru se dedico a comer lenta y tortuosamente, haciendo que captara cada detalle de ella comiendo la crema blanca del pastelito, manchando sus labios y luego chupándose los dedos.

En un minuto, el pastelillo y su resiliencia no eran mas que un recuerdo

"¿Hmm?" Solo alcanzo a decir eso cuando Shirou la tomo para levantarla.

Aterrizó bruscamente sobre el puff, viendo como la playera de Shirou caía a centímetros de ella, siendo seguida por sus pants para dormir y sus bóxer.

Lejos de consternarse, Michiru sonrió de puro regocijo, al tiempo en el que se despojaba de sus dos únicas prendas.

La silueta de la enorme erección canida de Shirou, completamente cubierto de pelo se cernió sobre su modesto cuerpo, listo para reprenderla por jugar en el borde de su paciencia.

Su lengua salió involuntariamente para humedecer sus labios.

De los labios de Michiru, ahora solo escapaban sonoros gemidos junto con jadeos.

No podía acabar de otra forma, terminó siendo montada de frente por su enorme compañero lupino.

Shirou estaba perdiendo el aliento mientras seguía moviéndose como un animal, frustrado por ser su juguete para variar "¿¡Que… tengo que hacer, para que te comportes!?"

"¡M-mas duro~!" Soltó un quejido que contenía dos palabras apenas legibles.

El desliz entre sus sexos empezó a hacerse mas rápido.

Ella lo sabía, como lo volvía loco paseándose en ropa ligera, alternando entre ir sin shorts, en su conjunto completo, pero sin bragas o bra, también solo en ropa interior e incluso de vez en cuando tomando suficiente valor para salir de la ducha solo en una toalla amarilla.

Este efecto persistía incluso como humana.

Le encantaba la idea de que podía ponerlo así solo siendo ella, sin importar como se le presentara.

Tras unos sudorosos, intensos y húmedos treinta minutos, Shirou empezó a respirar de manera agitada y ansiosa.

Estaba por llegar, paso sus manos por su rostro haciéndolo mirarla a los ojos, encontrándose con una expresión de pura adoración, siguió acariciando la extensión de su hocico y nariz consiguiendo el resultado deseado.

Empezó a montarla mas rápido y mas profundo en respuesta.

Su propio rostro empezó a contorsionarse victima del placer, hasta que su cabeza se hecho para atrás al sentir como su vientre bajo se incendiaba hasta dejar un hormigueo en sus interiores.

La humedad excesiva y viscosa que se vertió desde el inicio de su trasero hasta el puff le dijo que habían concluido su actividad de calidad favorita.

Teniéndolo a su merced, pegado a ella como a cualquier par de perros, lo tomo de las mejillas para besarlo en la punta de hocico.

"… Lo volviste a hacer, tonto~" Lo incrimino en su delito con la expresión mas complacida que tenia.

"Es tu culpa" No perdió tiempo al defenderse, pero esa presunción en su semblante de bandida no cambio en absoluto.

Le puso un dedo en el cuello y lo deslizo hasta su barbilla.

"Yo no me monte, me rellene o anude sola~"

Hizo una mueca molesta, odiaba darle la razón, pero era un hecho imbatible, esto ocurrió porque se dejo arrastrar en su juego y no tenia el valor de jurar que no volvería a pasar.

"¡W-whoaah! ¿¡SH-shiroou!?" El mayor se dejo caer sobre ella a modo de pataleta, si lo quería adentro se quedaria dentro "… eres un niño~" pero le gustaba también este lado suyo.

Para la hora de cenar, volvió a colocarse sus bragas, esta vez tomando la playera del albino como premio, dejándolo sin mas opción que buscar otra.

Shirou tenia una comprensión culinaria alejada de la suya, pero de igual manera única, el estofado que hizo era sencillo, pero tenia un gusto exquisito con mucho sabor, era increíble lo que podía conseguir solo con carne picada y papás marinadas en un caldo de tomate con cebolla.

Tampoco en su vida había visto arroz rosado.

Entre bocados, su atención quedo fija en el albino en shorts negros y playera blanca, estaba en un sitio ideal, pero el efecto sedante de su libido empezó a bajar, dejándole con un efecto secundario de sus pequeñas sesiones.

Inseguridad…

"Shirou… ¿Te gusto?" El aludido le dio su atención, luego juro que casi lo hace reír.

"Es una pregunta rara a estas alturas" Lo hizo sonar como si la respuesta fuera obvia.

La chica revolvió los remanentes del estofado con una notoria retracción, una que contrastaba con ella hace una hora.

"… De manera superficial, muy muy muy superficial" Esa adición lo hizo un poco mas difícil, sin darse cuenta se ensimismo.

Ella no se consideraba fea y sabia que el tampoco lo hacía, pero… no podía evitar querer escucharlo, realmente le rompería el corazón escuchar que solo la consideraba útil, mas allá de ser atractiva.

En efecto, el mayor no recordaba haber señalado algún atributo físico, al menos no de manera descarada.

Le había dicho que era linda junto con todos sus sinónimos, pero nunca algún atributo en especifico…

"Por supuesto" Intento sonar convincente mientras intentaba no huir con su mirada al techo o al suelo.

"¿… como?" Michiru por un momento pareció pedírselo de manera activa, casi delatando algo de apremiacion.

¿Cómo demonios se daba un piropo?

No era que no quisiera, pero no se le daba dar cumplidos de este tipo

¿… al menos valía un intento?

Pero ¿Exactamente que? Señalar sus ojos seria una evasión de la pregunta real, el sabia a que se refería exactamente.

"… tienes un buen trasero" Miro al plato con pánico inmediatamente de haber dicho eso.

Él… ¿Acababa de escupir esa burrada?

Tras un breve silencio en martilleo mental, pudo escuchar una risita amena de la chica.

Aunque no encantada, al menos pudo hacerle gracia.

"¿Qué mas?" Apenas dejarla pasar la brecha, se volvía codiciosa como de costumbre.

Pero bueno, ya que se lo pedía.

Excavo en su propia cabeza mientras suspiraba y zapateaba un poco.

"… tus piernas son lindas y largas" Tras otro salto en un pie y otra pausa, un breve vistazo a Michiru le denoto que se estaba poniendo adorablemente roja "… tienes un ombligo adorable" viendo que estaba en la vía correcta empezó a aflojar su lengua.

… No escucho nada después de eso, solo la sensación de Michiru sentándose a horcajadas sobre su pierna.

"¿Qué mas?" Su cuello fue rodeado por sus brazos, tenia que mirarla hacia arriba, pues en este momento la sentía muy por encima de él.

"… tienes un par de tetas adorables" Solo se le salió sin pensar, pero por la expresión de Michiru, no lo había tomado mal en ningún sentido.

"…"

"…"

"¿… algo mas?" Suspiro con ese tinte rojo en sus mejillas.

"… Tu vagina es súper rosada y apretada" Teniéndola tan cerca, solo pudo responder en trance.

Se acerco aun mas, al punto de que casi podía saborear sus suspiros, su lengua fue la primera en entrar en su boca, siendo bien recibida por la suya.

Su mano se coló en sus bragas, deslizándose por atrás hasta su venus, un dedo se introdujo sin vergüenza o barrera alguna, retorciéndolo en su interior.

La sensación de ser invadida de nuevo la hizo gemir incontrolablemente.

"¿Te gusta?"

"Siiii~ mas~" Movió sus caderas contra su mano.

Empezaba a dudar que ese renombrado autocontrol hubiese existido alguna vez, tal vez siempre la había deseado, añorado, lujuriado.

Simplemente que en aquel entonces… no tenia ningún derecho.

"Eres mía" le susurro mientras introducía su otra mano en sus prendas, tomando su pezón entre sus dedos.

"Lo soy~" Le ronroneo de vuelta mordiendo su oreja, finalmente volteando la silla y empezando otro arrumaco.

Si Shirou pensaba todo eso de ella, entonces debió ser verdad todo el tiempo, y lo sería mientras el la adorara de la misma manera.

Los vere otro día, esta madre se actualizara a su tiempo y de manera constante, recuerden votar antes de salir por la puerta.